Borrador

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Memorias de una pandemia Seleccion de escritos por Salvadoreños Editorial Municipal de San Salvador Lic. Ernesto Muyshondt Alcalde de San Salvador Licda. María Luisa Escobar Secretaria de Cultura de San Salvador Selección: Claudia Jimenez Coordinadora de Letras y Cultura Originaria SECSS Diseño y diagramación: Editorial Municipal de San Salvador Publicación: Editorial Municipal de San Salvador y Secretaría de Cultura de San Salvador Marzo de 2021 Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget dolor. Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec, pellentesque eu, pretium quis.


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PRÓLOGO Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget dolor. Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec, pellentesque eu, pretium quis, sem. Nulla consequat massa quis enim. Donec pede justo, fringilla vel, aliquet nec, vulputate eget, arcu. In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. Nullam dictum felis eu pede mollis pretium. Integer tincidunt. Cras dapibus. Vivamus elementum semper nisi. Aenean vulputate eleifend tellus. Aenean leo ligula, porttitor eu, consequat vitae, eleifend ac, enim. Aliquam lorem ante, dapibus in, viverra quis, feugiat a, tellus. Phasellus viverra nulla ut metus varius laoreet. Quisque rutrum. Aenean imperdiet. Etiam ultricies nisi vel augue. Curabitur ullamcorper ultricies nisi. Nam eget dui. Etiam rhoncus. Maecenas tempus, tellus eget condimentum rhoncus, sem quam semper libero, sit amet adipiscing sem neque sed ipsum. Nam quam nunc, blandit vel, luctus pulvinar, hendrerit id, lorem. Maecenas nec odio et ante tincidunt tempus. Donec vitae sapien ut libero venenatis faucibus. Nullam quis ante. Etiam sit amet orci eget eros faucibus tincidunt. Duis leo. Sed fringilla mauris sit amet nibh. Donec sodales sagittis magna. Sed consequat, leo eget bibendum sodales, augue velit cursus nunc,


Quizá llegue el momento en que logremos vivir en medio del virus sin que este nos de pánico


MEMORIAS DE UNA PANDEMIA En diciembre, todo era normal y a mi casa vinieron los tíos de mis hijos con las respectivas primas y nos dispusimos a celebrar el fin de año de manera bastante normal y digo bastante porque ya se respiraba en el ambiente las noticias de que una pandemia se estaba desarrollando en aquel país tan lejano que hacía poco había estado en boga por lo de las relaciones que el Salvador abrió con este país. Pero en las primeras semanas de enero llegaron más noticias y estas ya eran más preocupantes pues a pesar de la distancia estamos consientes de lo fácil que era trasladar este tipo de enfermedades, pero no falto quien hiciera bromas al respecto y en el trabajo reíamos de cómo se podría llamar a la enfermedad si venía de unos murciélagos y todo era broma para nosotros, pero cuando empezaron a llegar noticias de los países europeos fue cuando mi familia comenzó a pedirme que no fuera al taller ya que el virus atacaba con más severidad a los ancianos como ellos me dicen, y luego el gobierno comunico que los alumnos se quedarían en casa. Esto fue demasiado para mi, pues estoy justo en la data de mayor riesgo de morir y no es que sea

Por Francisco Rivera

tan temeroso de la muerte es solo que mis dos hijos son jóvenes y sería difícil para ellos en estos momentos. Así que les tome la palabra y deje de ir al taller, pero al no trabajar no hay de donde lograr entradas para que mi familia subsistiera y nosotros además de mi trabajo en el taller también vendíamos café en los estadios de la primera división en santa tecla y en el estadio Cuscatlán con ello salíamos con todos los gastos ya que aún estamos pagando la casa en la que vivimos, pero llega un momento en que no queda más que aceptar la nueva realidad y es cierto que la zozobra nos atrapa en sus largos y fríos lazos por largos ratos más cuando vemos por televisión las frías y estúpidas razones de los diputados para bloquear las ayudas para la gente que tanto dijeron protegerían es lógico que nos sintamos angustiados pero no nos vamos a rendir porque nos negamos a ser las víctima no, no, seremos las victimas nunca, lo siento por ellos y los que le siguen aún no se qué vamos a inventar no sé pero de que salimos, salimos o moriremos en el intento.. Este fue el discurso que le di a mi familia.


Supongo que mi retorica no les convenció para nada, pero guardaron silencio y eso lo agradecí, tanto que ese mismo día comencé por crear una rutina que fuese cambiando día con día para que no pareciese una rutina, por suerte teníamos unos cuantos pesos guardados esto más la ayuda que recibimos del ejecutivo nos ayudo a salir avante y sin muchos sobresaltos, hasta ese momento pero hoy es otra cosa pues ya nos están cobrando la casa no hemos renovado la tarjeta de circulación del carro y la policía ya nos advirtió que de no hacerlo tendremos consecuencias y todos los servicios y aún no hay partidos por lo que no sé que tanto resistiremos.. Quizá llegue el momento en que logremos vivir en medio del virus sin que este nos de pánico, así como lo hicimos en tiempos de guerra que trabajábamos en medio de bombas y atentados sin sobresaltarnos demasiado, quizá aprendamos a vivir con distanciamiento necesario para no hacernos daño unos a otros, pero para mientras tenemos que lidiar con la inseguridad la zozobra como huéspedes indeseados pero que están ahí y mientras estén no podemos darnos el lujo de invitar a nuestra familias a casa por mi por ellos por nuestra gente. Pero no todo es tragedia en el palo de arrayan frente a mi casa una pareja de tortolitas hicieron nido y les he visto cada día, con que amor cuidaron por casi treinta días primero los huevitos dándoles calor del bueno de ese calor que es capaz de inventar

dos vidas y al nacer los pequeñitos salir a buscar el alimento para sí y el de los pichoncitos uno de ellos el más débil se cayó del nido y fue una gran Azaña para mi familia lograr salvarle y ponerlo de nuevo en el nido y ellos en gratitud nos dejan acercarnos si huir como si saben que no les haremos daño esto para nosotros es mágico y nos llena de una felicidad tan tierna he ilusoria. Quizá fue esto lo que me hizo meditar, pensar, calmar en lo posible el espíritu afligido inquieto y empecé a oír sonidos que antes no escuchaba como el canto del zenzontle que según mi vecino cantan para pedir agua al cielo, no sé si esto es cierto o no, solo sé que hay nuevos colores en el verde del bosque cercano, ese bosque que antes no sabía que existía. Ahora me pregunto, porque ignoramos el dulce susurro del viento y dejamos que sea el grito grosero, la palabra impropia y hueca la que decidimos escuchar. Cuando aprendamos a escuchar los sonidos agradables de nuestro mundo, los colores infinitos de nuestro sistema de fauna y flora es que bastará una gotita de amor para saturar el enigma de las almas.



ni siquiera decidiste la forma en la cual partir, como la estrella fugas te fuiste en un instante, y solo me quedan remanentes de los recuerdos que vivimos juntos.


CARTA AL PADRE Es triste no poder decirte adiós mientras sorbes tus últimos minutos de madrugada, estoy seguro que un aire perenne rodeaba tus sabanas y tus quejas al fin terminaban ahogadas en un silencio continuo, oculta entre pasillos llenos de soledades y camillas desordenadas, mientras la vida se te iba sin que nadie lo supiera. ya no estás rodeado de incertidumbres, ahora sos un recuerdo, una canción que tarareo en las tardes digestivas, una melodía que resuena por las noches, al filo de la madrugada, cuando me pregunto ¿si te fuiste de viaje o realmente ya no estás? Es inevitable no sentir la ausencia de tus manos, la falta de tu voz, tu mirada soñolienta, la sonrisa de nácar que presentabas a los otros, el aroma a madera fresca de tu ropa al abrazarme las tardes de verano. ahí están tus estrenos del 24, los doblé por vos, ahí están tus colonias y el sin fin de recuerdos que coleccionabas durante toda tu vida. Me duele saber que no te pude dar un abrazo de despedida, que te vi tan frágil, tan minúsculo, tan ajeno a la imagen que siempre tuve de voz cuando era niño. Me

Por Luis MartÍnez

frustra saber que todo esto pasó tan rápido, tan fugaz, como si fuera una broma macabra, una broma orquestada por algún espectador de esto que llaman vida. Pero, no sirve de nada buscar excusas, te fuiste en el peor momento de todos, en dónde el desapego es obligatorio y la nueva normalidad solo nos deja con los brazos atados. Siempre estará en mi mente la última noche que te vi, cuando te faltó el aire y te tuvieron que llevar en un Toyota del 78, quién diría que esa sería tu último viaje en auto, a vos que tanto te encantaba conducir. Ya no habrán madrugadas con sabor a café, ni viajes con el pop español que te encantaba escuchar, desde Camilo Sesto hasta la época dorada de El Salvador, tu equipo favorito seguirá jugando, pero vos no estarás para gritar gol o enojarte con el árbitro. La habitación estará vacía, un silencio invadirá la sala, vos sabés que siempre sufro de insomnio, ¿Quién me dirá que apague la luz? ¿Quién me sostendrá cuando ya no tenga fuerzas? ¿Qué serán de los días sin vos?


Duele saber que nadie más pronunciará mi nombre como vos lo hacías, duele recordar los días en los que me callaba y deseaba no estar con vos, me pesan esas palabras que me guardaba en mi habitación, me pesan los abrazos que me guardé al salir por las tardes. Siempre fuimos vos y yo, dos gotas del mismo rocío, por eso no es extraño que los dos hayamos nacido el mismo día, siempre dijiste que yo era una fotografía tuya de joven, un retrato de como lucías en tu primer cuarto de vida, en vos miraba el reflejo de lo que sería de viejo, con arrugas y unas canas recorriendo mi cabeza. Si te voy a recordar, será por los detalles efímeros y poco cotidianos que vivimos juntos, las regañadas al traernos a la escuela, las odiseas que pasabas cuando nos perdíamos en tu trabajo, jugando a que el mundo era nuestro con mi hermano, los almuerzos en un pequeño ascensor, mientras comíamos de un mismo

plato, las aventuras que vivíamos al explorar el centro histórico con vos y que siempre terminábamos bebiendo café en panadería favorita. Sé que viviste tu vida llena de altos y bajos, sobreviviendo con poco, pero viviendo los días como nadie más lo podía hacer, formas parte de mi cuarto de siglo, 25 años viéndote reír, llorar, frustrarte, pero sobretodo disfrutar de la vida, disfrutar de los día con tan poco, nunca ambicionaste nada (es de las lecciones que más he aprendido con vos), ni siquiera decidiste la forma en la cual partir, como las estrellas fugas te fuiste en un instante, y solo me quedan remanentes de los recuerdos que vivimos juntos.



Quisiera creer que todo esto qué recorre mi cuerpo es producto de mi imaginación, aunque quizás fuera peor


ACORRALADA A veces, ya ni siento los días, suelo acostarme en la cama e imagino como sería poder salir de este encierro, suspiro y pienso que no necesariamente me refiero a la pandemia... Quisiera creer que todo esto qué recorre mi cuerpo es producto de mi imaginación, aunque quizás fuera peor... Amanece y todo transcurre con normalidad, mi esposo al lado y yo contando los minutos para que se vaya a trabajar, incluso cuando no puedo dormir y escucho la alarma, inmediatamente cierro los ojos. ¿Cómo llegué a sentirme así? Cuando el apartamento queda vacío, puedo disfrutarme, sentirme, escucharme; últimamente me he perdido en mis pensamientos, ya quiero salir de aquí... En eso, me acuerdo de qué tengo que cocinar para él, viene cansado suele decirme y yo para evitarme problemas, prefiero callar. Hace días qué ya no me apongo a sus antojos, necesidades o placeres, cedo esperando que entre más rápido empiece, más

Por Sofía Guzman

rápido terminé, de todas formas al día siguiente se va temprano suelo decirme en mi cabeza. Otro día empieza, pero de repente la alarma para su trabajo no sonó más, pensé que era un sueño nada más, hasta que finalmente me quede dormida. Sentí que algo me sacudió, abrí los ojos y seguía ahí a la par mía, me arme de valor y pregunté ¿Por qué no has ido a trabajar?, me contesto que en su trabajo iban a cancelar operaciones por la rapidez del contagio del virus. Cerré los ojos y lento suspire, de repente sentía su respiración en mi cuello, quería desaparecer, pero no tenía adonde ir... Entre más pasan los días, la luz y la oscuridad más miedo me dan, cada vez que camino dentro de mi casa, parece que me agota, me lastima y me parte en dos, mientras tengo que aparentar que todo está bien.


No quiero que me pase lo del mes pasado, me digo constantemente, toco mi rostro y aún siento su mano, por lo menos no ha pasado a más.. Cuántos días más tendré que soportar o podré soportar, siento que ni el baño es un lugar seguro, en cualquier momento podría entrar. En mi celular leo y veo las noticias de feminicidios, un día quizás seré yo... Le he perdido el sentido a los días, me cuestiono si morir por un virus o morir por sus manos; por ahora, me conformo con despertar cada día o quizás no, este hogar, este encierro, se ha convertido en mi infierno.







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