Revista Marejada Vol. 7 #1 otoño 2011

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MAR ADENTRO Foto: Manuel Valdés Pizzini

Pescando por la Mona

Ilustración: Daniel Irizarri Oquendo

Por: Michelle T. Schärer-Umpierre, PhD

Desde los primeros asentamientos taínos, la pesca ha sido una parte importante de las actividades humanas de la Isla de Mona. Durante miles de años, y antes del 24 de septiembre de 1494 cuando llegó el Capitán Cristóbal Colón, estos indígenas cruzaban hábilmente el Canal de Mona en cayucos. El cacique Amona dirigía a los indígenas que ocupaban la isla y es por él que se bautiza como “Ysla del’Amona,” o sea, la isla del cacique Amona. Con el tiempo, el nombre se convirtió en Isla de Mona y, para los que tienen alguna duda, no tiene nada que ver con monos. La evidencia de los yacimientos arqueológicos indica que los taínos dependían de una gran variedad de moluscos marinos para su subsistencia, tales como carrucho y bulgao, al igual que de varias especies de peces que habitaban en las áreas cercanas a la costa. A través del tiempo, Los indígenas caribeños construyeron embarcaciones confeccionadas con maderos y fabricaron arpones con asta en madera con punta de piedra o hueso para la pesca en aguas someras.

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