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Los hongos de Isla de Mona

Los hongos

de Isla de Mona

Seta de azufre (Leucocoprinus birnbaumii)

Por: Ángel M. Nieves-Rivera, PhD

Aunque los hay comestibles, entógenos (químicos con propiedades que, al ingerirse, producen estados alterados de conciencia) y venenosos, les tenemos cautela y hasta miedo. Hacemos muecas al verlos o simplemente muchos los echan a un lado en la cena. Un hongo es un microorganismo muy importante en la cadena alimentaria. Su cuerpo está compuesto de una masa filamentosa llamada hifa. No produce fotosíntesis como las plantas, ni mucho menos es un animal, aunque se mueve muy lenta y

sigilosamente. Los hongos tienen su propio reino y se les conoce como el Quinto Reino de la naturaleza. Existen hongos en casi todos los ambientes del planeta. Los hay de diversas formas, tamaños y colores. Algunos son atractivos y otros, repulsivos.

Cuando visitamos el campo, los reconocemos por su forma particular en forma de sombrilla o paragua, pero a veces nos topamos con formas enteramente desconocidas, como las orejas de palo, los cuernos apestosos, los bejines o las estrellas de tierra. Al igual que los murciélagos y los tiburones, son seres incomprendidos y tienen muy mala reputación por su apariencia. Sin embargo, son muy beneficiosos, ya que consumen maderas inservibles, eliminan compuestos químicos indeseables al ambiente, ayudan a las plantas en su función de absorber nutrimentos del suelo (micorrizas), además de que son ingredientes importantes en la preparación de panes, de quesos y de vinos, y proveen medicinas como la penicilina, entre otras bondades. Según los micólogos (especialistas en hongos), se han descrito unas 100,000 especies de hongos, aunque se estima que hay una diversidad total de 1.5 millones de especies.

¿Y existen hongos en sitios tan secos como en el Bosque Seco de Guánica o en Isla de Mona? Esto me preguntaron unos estudiantes en una ocasión. Pero no solo eso, hasta los catedráticos han dudado de la existencia de hongos en ambientes secos como los bosques costeros, las marismas o las playas. ¡Qué equivocados estamos! Pues sí existen y muchos de estos hongos conviven en armonía sin que nos demos cuenta que están a nuestro alrededor. La mayoría son hábiles descomponedores de la hojarasca y de la materia orgánica que cae en los bosques, incluyendo los mangles y las palmas. Quizás alguien piense que, al no haber condiciones favorables, como alta humedad, no pueden existir allí. Eso es totalmente ¡Falso!

Comencemos por las plantas asociadas con los hongos llamadas líquenes, las cuales crecen pegadas a las rocas y a los troncos de los árboles. En la expedición botánica a Isla de Mona, en febrero de 1914, Nathaniel Lord Britton, del Jardín Botánico de Nueva York, y sus colegas documentaron unas 24 especies de líquenes (algunos ejemplos son Cladonia fimbriata, Parmelia sulphurata y Pyrenula sp.). Es importante recalcar que muchos de los líquenes son resistentes a condiciones ambientales adversas, asimismo pueden colonizar una amplia varidedad de ecosistemas. Sin embargo, los líquenes en general son usados como indicadores biológicos de la calidad del aire y son suceptibles a la lluvia ácida.

Ahora bien, existen hongos capaces de vivir de otras especies, ya sea asociados a plantas, animales y otros hongos, considerados como parásitos. Algunos de estos son causantes de enfermedades a las plantas (fitopatógenos), como la pestalotiposis (Pestalotiopsis spp.) en las hojas de las palmas. Los hongos fitopatógenos fueron uno de los motivos por el cual los primeros botánicos pisaron las costas de Mona, sedientos de exploración y con ansias de descubrimientos, aparte de la curiosidad científica que de por sí ha atraído a muchos desde entonces.

En Mona, hay hongos que son descomponedores que reciclan la materia muerta disponible, ya sean plantas costeras y marinas, caracoles y bivalvos, madera a la deriva, corales y también en muchos otros sustratos. Si tuviéramos la paciencia para observar con atención, serían muchas las comunidades de hongos que veríamos presentes en esos ambientes. Aunque muchas esporas (semillas) de los hongos se acumulan en la espuma de mar, los hongos no crecen allí. Además, se ha encontrado

Estrella de tierra (Geastrum sp.)

que los hongos pueden ayudar a descomponer compuestos tan nocivos como el petróleo y sus derivados.

Entre los hongos terrestres notables a simple vista, en los bosques de caobas dominicanas (Swietenia mahogani), se ha encontrado la estrella de tierra (Geaster sp.) emergiendo entre la hojarasca. Enterrados entre las uvas playeras (Coccoloba uvifera) subsisten la rúsula del litoral (Russula littoralis) y la amanita playera (Amanita arenicola) en Playa Pájaros, las cuales se desarrollan bajo la arena. Ambas setas viven asociadas a las raíces de la uva playera. También, se han documentado algunas especies curiosas como los hongos sombrilla de tinta (Coprinus spp.), los hongos dedos de hombre muerto (Xylaria feejeensis), la seta de azufre o de jardín (Leucocoprinus birnbaumii), el bejín playero (Sclerangium bermudense) y el cuerno apestoso (Clathrus crispus). Otras setas, mucho más resistentes a la desecación y al árido clima monense, viven adheridas a los troncos de los árboles muertos o en las ramas muertas en árboles aún vivos, reciclando la madera. Algunos ejemplos son las orejas de palo coloradas (Pycnoporus sanguineus), las orejas de mono (Hexagonia hydnoides) y las orejas de palo duras (Phellinus dependens, Phylloporia spp.).

Existe un hongo que es común tanto en Mona y Monito, como en Puerto Rico, el trópico y el subtrópico. Esta seta tiene la capacidad de causarle enfermedad al ser humano. Me refiero al hongo conchita de palo o abanico de palo (Schizophyllum commune), el cual es una seta cuya forma asemeja la de una concha o abanico que usualmente crece en grupos. Es pequeña (1-5 cm en diámetro) de un tono grisáceo y se encuentra adherida a los troncos o ramas muertas de los árboles. No tiene tallo o estipe (estípite), y se puede encontrar hasta en los palos de

las guardarrayas. Lo interesante de esta seta, muy resistente a los cambios de temperatura, es que es consumida en algunos países, por su sabor dulce y por sus características gomosas y elásticas, como goma de mascar. Sin embargo, no se recomienda el consumo de esta seta, ya que las esporas pueden entrar al sistema sanguíneo y alojarse en la médula espinal, donde podrían germinar y provocar parálisis irreversible.

Pero no solo los hongos están presentes en Isla de Mona, también se han documentado los mohos mucilaginosos, los cuales son considerados una transición entre los animales y los hongos. Estos mohos mucilaginosos son llamados mixomicetos. Son protistas o criaturas con un núcleo verdadero, que no pueden ser clasificados como plantas, animales u hongos. Un ejemplo de un mixomiceto aislado en Isla de Mona y cuyo cuerpo fructífero puede ser visto a simple vista es el curioso limo amarillo en revoltillo (Fuligo septica), el cual crece en lugares tan improbables como los troncos y las ramas de la casuarina o el pino australiano (Casuarina equisetifolia). Incluso, se ha aislado el moho mucilaginoso celular (Polysphondylium violaceum), el cual se alimenta de bacterias del guano de la Cueva de los Murciélagos en Uvero.

Cuando los hongos crecen en ambientes marinos, tenemos un problema ya que la salinidad, el movimiento constante de las olas y la luz de sol, entre otros factores, no les permite crecer a tamaños apreciables, así que usualmente tienden a crecer ocultos y en material en descomposición; por ejemplo, en madera a la deriva en contacto con agua de mar. Los mohos acuáticos son otro grupo de hongos, los que parecen estar presente en las cuevas y el agua acumulada en las bromelias (fitotelmata). Un ejemplo de uno de estos mohos sería Saprolegnia sp. Aunque usualmente los hongos marinos obtenidos de las raíces sumergidas en los mangles son, indudablemente, los hongos costeros más conocidos y de mayor distribución geográfica, en Isla de Mona son los hongos marinos, asociados a madera a la deriva, los más abundantes. Como regla general, la mayoría de los hongos costeros en Puerto Rico tienden a ser hongos microscópicos.

Todo parece indicar que todavía faltan por descubrir y documentar muchas especies en los islotes de Mona y Monito. Una prueba de ello fue el descubrimiento de un microhongo (Periconia variicolor) que se ha adaptado a condiciones de extrema salinidad en las conocidas Salinas de Cabo Rojo, al suroeste de Puerto Rico. Hacen falta estudios moleculares que sirvan para definir el origen y la interacción de estos hongos con su medio ambiente.

Orejas de palo colorada (Pycnoporus sanguineus) Orejas de mono (Hexagonia hydnoides)

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