Entre letras 6

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© Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 11.723

Tok’uaj y los muchos ríos

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El mundo era todo agua. Todo mar. Los peces, contentos. Pero no Tok’uaj, que se divertía con muchas cosas pero no le gustaba nadar. Tok’uaj se dirigió a Dios: —Así no tengo dónde vivir. Te pido que haya tierra. —¿Tierra? Tras varios ruegos, Dios le concedió el deseo a Tok’uaj. Y tanto se lo concedió que el mundo entero quedó cubierto de llanuras y bosques, montañas y esteros. En medio de todo puso un enorme palo borracho. Y dentro del palo borracho Dios guardó el agua y los peces. Los peces, menos contentos. Pero nadie les preguntó. Tok’uaj se dedicó a vivir su vida. Sobre todo, pensando en cómo dar inicio a los wichi, el pueblo del que Tok’uaj sería ancestro. Lo distrajeron de sus pensamientos el Dueño de las aguas, el Dueño del río y el Dueño de los peces, que andaban preocupados. —Nos encanta que haya tierra —dijeron—, pero el agua y los peces necesitan algo más. Un río. Un gran río que atraviese el mundo. —¿Qué puedo hacer yo? —preguntó Tok’uaj. El Dueño de las aguas le dio una varilla de hierro, larga y fuerte. —Esta varilla es para que partas el palo borracho, así pueden salir el agua y los peces. Tomó la palabra el Dueño del río. —Luego, con la varilla en alto, harás que el agua te siga. A tu paso se irá formando el río. Por último, habló el Dueño de los peces. —Cuando tengas hambre, podrás comer algunos peces pequeños o medianos. —¿Grandes no? —preguntó Tok’uaj. —¡Grandes jamás! —dijeron a la vez el Dueño de las aguas, el Dueño del río y el Dueño de los peces. Tok’uaj, convencido de que trazar el curso del río era una misión importante, y también de que los peces sin duda serían muy ricos de comer, se acercó al palo borracho. Apretó la varilla con ambas manos y dio un golpe tremendo, lo más fuerte de que fue capaz. El palo borracho se partió al medio. El agua, llena de peces, se asomó a la abertura y quedó ahí, esperando a que Tok’uaj dispusiera por dónde ir. Tok’uaj, con la varilla en alto, emprendió el camino. El agua lo siguió. Así anduvo Tok’uaj muchas horas, y el agua avanzó tras él. Entonces tuvo hambre. Dio media vuelta, atrapó un pez chico y se lo comió.

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ámbito Ámbito de ladeliteratura la literatura

El mito


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