LAS LETANÍAS – Por vida suyita, calle la boca – fueron las palabras de súplica de Sor Rita. Doña Digna, como acostumbraba todos los sábados, debía cumplir con las obligaciones ordenadas por la abadesa de llevar a cabo los oficios varios del monasterio. En esta ocasión había destinado la tarde del Sábado Santo para lavar el quiosco donde las monjas cocinaban los tamales, los fiambres, las empanadas, el sancocho y los demás alimentos con los cuales celebrarían la fiesta de resurrección de su señor Jesucristo. Como era la semana mayor, se acostumbraba en el monasterio la reflexión, la penitencia y el ayuno. Doña Digna trataba entonces de realizar sus labores con mayor dedicación y perfección, ya que el ayuno no lograba ser parte de sus sacrificios. –Suficiente cruz tengo –,pensaba doña Digna-–, con aguantar las humillaciones que estas monjas desgraciadas me causan a mí y a mi familia. Ya entre ceja y ceja traían a Sor Rita. Desde hace días se las olían doña Digna y su esposo que era ella quien en las noches subía al alto del monasterio donde cultivaban el maicito, las legumbres y aromáticas para el padrecito, las arrancaba sin piedad con tal de hacerlos quedar mal ante la abadesa. – Piedad es la que no debemos tener con esa bruja, – le decía doña Digna a su marido –. Su esposo, un campesino con temor de dios, con unos principios intachables inculcados por su madre ante los religiosos y religiosas, principios que no le permitían obedecer a las diferentes ideas de venganza
que su mujer le proponía. – Dejá esa soberbia mija que te me vas a salir arrugando. Deja quietas las monjitas, no olvides que son las esposas de nuestro señor. Era Sor Rita el motivo de discordia entre la pareja de esposos. – Ya llegará el día mijo, esperate y verés. Porque ya lo dice el dicho: “esperita la hay, pero rebaja ni por el que sabemos”. Ja, ja, ja, mijo, no pudo el mismísimo Judas con sus cargos de conciencia y mirá como terminó, porque tiene más rebaja una salve que la justicia divina. –Ah, déjame quieta José del Carmen que no quiero cantaletiar más con vos por las majaderías de ese gurre e’vieja. ¡Mirá que estoy rifando una pela y vos me estás comprando todas las boletas! Mañana es Sábado Santo y tengo más trabajo que un verraco. Dejame dormir. Se fue esclareciendo el cielo con el cantar de los gallos, el sol resplandeciente traspasaba las ventanas, el reloj marcaba las 5:30 de la mañana, todo indicaba que iba ser un día radiante. Antes de salir a su labor, doña Digna tomó la programación de la Semana Santa y dio una leída rápida al orden del día: de 4:00 a.m. a 6:00 a.m.: Acompañamiento al Santísimo; de 6:00 a.m. a 7:00 a.m.: Acompañamiento a la soledad de la Virgen María con el Santo Rosario; de 10:00 a.m. a 12:00 m.: Silencio profundo y penitencia; de 3:00 p.m. a 4:00 p.m.: Acto de penitencia por las enfermedades del alma; de 5:00 p.m. a 6:00 p.m.: Procesión de la soledad; y finalmente 8:00 p.m.: Fogata y solemne Vigilia Pascual. Se quedó unos cuantos minutos