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ADVERTENCIA
Hacía mucho me lo habían advertido, y sin embargo había quedado paralizada del horror, porque estaba sucediendo justo ahora ahora…Es como una luz lechosa y brillosa que se apodera de mí, no me deja avanzar ni pensar. Trato de mirar mis manos, pero se pierden en ese infinito blanco, ¿qué está pasando? Escucho voces a mi alrededor, aunque no logro distinguirlas son como una especie de colmena que retumban de un lado para otro, de un oído a otro. —¿Por qué tanta confusión? Si ya estabas preparada para ello. ¿Acaso no recuerdas cómo inició todo esto? —Sí lo recuerdo. Fue en unas vacaciones en el Eje Cafetero, estaba esperando el bus, pero no era capaz de leer lo que decían los letreros de los buses; el color blanco de los carteles me molestaba, irritaba. Los días pasaron, y las líneas de mis cuadernos empezaron a perder su forma; las personas que pasaban a mi lado en las calles o lugares eran como espectros. Era esa cosa que se apoderaba de mí, y sólo quedó el miedo. —Lo sé. El miedo siempre te acompaña, paraliza, inquieta... Te perturba no poder tener bajo tu control esta situación. Recuerdas tus lloriqueos cuando el especialista te dijo “ya no eres una candidata apta para la cirugía de anillos. La enfermedad ha avanzado mucho. Tus córneas están muy delgadas y deformes. No podemos hacer nada”. —Lo tomé con tranquilidad en el consultorio. Después que salí de ahí, los ojos se inundaron de esas gotas gordas, incoloras y saladas. Intenté decir algo, pero las palabras se aglutinaron en mi garganta y vomité frases no aptas para el entendimiento humano. Esa cosa ahora está aquí, no pude escapar de ella. Por cuatro años me persiguió en todo lo que hacía y donde me encontrara. Primero tenía una forma resplandeciente, tenue con apariciones irregulares. Después pasó a ser una cámara desenfocada que registraba todo por mí; me entregaba unas imágenes sin texturas y detalles; con el tiempo la calidad de las imágenes fue empeorando. Traté de controlarlo, de disimularlo ante los demás por esa cosa llamada “superación y testimonio de vida”, fingí que era aparentemente normal. Así como lo hacía ahora escribiendo en mi libreta en este salón, fingía escribir normal en estos renglones borrosos mientras mi trazo empieza seguro y derecho, no obstante, cuando va avanzando pierde su belleza, rectitud y termina con un aguacero sin sentido. Estaba escribiendo, estaba escribiendo en las hojas blancas de mi cuaderno, ahora esa cosa y las hojas se confunden. Ahora estoy aquí paralizada intentando decir: ¡Ayuda! —¡Ayuda!
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ANGELY VIVEROS MORENO
Colombia
