De la condena sudorípara a la expropiación laboral. Con el sudor… de nuestras frentes se acumulan ríos de capital. Metáforas extremas para formas sardónicas de justificar nuestra vocación sumisa. El Canto al trabajo es una condena virtual para oídos absolutos. Basta espiar la representación silenciosa de Yrurtia para entender que se trata de un yugo y no de un don. Mártires o Sísifos telúricos en tierra plana. ¿Qué cantos de sirena entonan al trabajo como una virtud o mandamiento humano? Si las religiones espirituales o materiales le levantan altares, los pueblos deberían desconfiar de ese opio. Los obreros, desafiantes órficos, siempre dan la espalda al salir de la fábrica —diría al mostrar de Farocki en la primera imagen en movimiento de los hermanos Lumière—. La llamada acumulación originaria en versión liberal recurrió a Esopo y a su fábula de La cigarra y la hormiga, que posee su remake contemporánea en el racismo anti-piquetero de aquellos que enuncian “que en este país la gente no quiere laburar".