Anexo, edición 30

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Primera Guerra Mundial

Guerra de gases letales

Año 9 | Nº 30 | Setiembre-octubre 2014 | www.ulima.edu.pe

nexo

Primer centenario del conflicto que dejó más de 15 millones de muertos, entre civiles y soldados.


informe Cien años de la Primera Guerra Mundial

Trincheras, máscaras

y muertos Escribe Adolfo Cabrera

Los costos de la guerra. Se estima que en los cuatro años que duró la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se dispararon más de 170 millones de proyectiles entre ambos bandos. Pero eso no es todo. El economista Ernest Bogart sostuvo en 1920 que Gran Bretaña destinó US$44.029 millones para gastos militares, mientras que Alemania empleó US$40.150 millones en el mismo rubro. Se trataba de montos elevadísimos para la época, orientados a la producción de fusiles, pistolas, cañones, metralletas, tanques, buques, aviones y pertrechos, sin descuidar el mantenimiento y el traslado de los ejércitos durante el conflicto.


03 Para muchos historiadores, la Primera Guerra Mundial fue una de las peores catástrofes del siglo XX. El nutrido combate con ballonetas y trincheras produjo escenas que desnudaron lo peor del ser humano. Se calcula que murieron siete millones de civiles y más de ocho millones de soldados en Europa, Asia, África y Medio Oriente.

Los resplandecientes

rayos del sol bañaban las antiguas calles de Sarajevo, capital de Bosnia, la mañana del domingo 28 de junio del 1914. Desde temprano, una muchedumbre se reunía para recibir al archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona del imperio austrohúngaro, quien iba a recorrer la ciudad en un automóvil descapotable modelo Gräf & Stift Double Phaeton. Iba acompañado por su esposa, la duquesa Sofía de Hohenberg. Ambos viajaban por Sarajevo cuando Nedjelko Cabrinovic, un terrorista bosnio que se había camuflado entre la gente que vitoreaba a la pareja real, arrojó una bomba al vehículo. El artefacto explosivo chocó en la capota del vehículo y explotó en el suelo, lejos de Francisco Fernando y Sofía, quienes resultaron ilesos. Sin embargo, 20 personas quedaron heridas. Como muestra de solidaridad, Francisco Fernando fue a visitar a los heridos. Con su esposa, abordó el mismo vehículo Gräf & Stift Double Phaeton y se dirigió al hospital. Unas cuadras antes de llegar a su destino, Gavrilo Princip, un nacionalista serbiobosnio de 19 años, cambiaría la historia del mundo: cuando el automóvil pasó cerca de su ubicación, disparó a la pareja real con una pistola FN modelo 1910. Un proyectil impactó en la yugular de Francisco Fernando, mientras que Sofía de Hohenberg recibió otro en el abdomen. El uniforme azul del noble austriaco se tiñó completamente de rojo. Francisco Fernando y Sofía no sobrevivieron. La tragedia recorrió las redacciones de los principales diarios del mundo. The New York Times publicó en portada: “Heredero al trono de Austria es asesinado con su esposa por un joven bosnio, como venganza por la invasión a su país”. Más abajo aparecían dos fotografías de las víctimas con la siguiente leyenda: “Asesinados a balazos”. ¿Por qué asesinaron al archiduque? Francisco Fernando fue el blanco principal del grupo nacionalista Mano Negra, formado por conspiradores serbiobosnios cuyo objetivo era la independencia de Bosnia del imperio austrohúngaro, tras ser anexada en 1908. Tanto Cabrinovic como Princip pertenecían a esa organización. Pero el atentado no quedó impune. Austria-Hungría exigió una inmediata investigación a Serbia, pero no obtuvo

Pieles cortadas. Los combates cuerpo a cuerpo con bayonetas y cuchillos eran frecuentes en los campos de batalla. Matar al enemigo viéndolo a los ojos fue algo normal y ciertamente traumático. Además, los soldados debían utilizar máscaras para evitar los daños de los gases letales. Trincheras académicas. Gabriel García Higueras (abajo, izquierda) es historiador graduado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y profesor de Historia en la Universidad de Lima. Levy del Águila (abajo, derecha) es profesor de Filosofía y Teoría Sociológica en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

una respuesta satisfactoria. Así, el panorama político se resquebrajó en poco tiempo: el 28 de julio, Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia. En apoyo al país balcánico, Rusia movilizó sus tropas, mientras que Alemania salió en defensa del imperio austrohúngaro, enfrentándose al gigante de euroasia. Inglaterra y Francia vieron a los germanos como una amenaza y decidieron enfrentarse a los teutones. El conflicto era un hecho. Así de fácil.

Vientos de guerra ¿Fue el atentado de Sarajevo la chispa que desató la Primera Guerra Mundial? Suele ser considerado como un motivo formal, pero hubo razones más poderosas para creer que el conflicto era inminente. Así lo considera el historiador Gabriel García Higueras, quien señala que la tensión comenzó en la llamada Paz Armada, vivida entre 1871 y 1914, en la que “hubo una convivencia inestable y amenazante en el mundo, producto de la carrera imperialista, del control de los mercados por los países industrializados y de las rivalidades políticas que existían”. García Higueras sostiene que el surgimiento de nuevas potencias como Alemania, con fuerza política, militar y económica, no fue bien visto por naciones hegemónicas tradicionales como Gran Bretaña y Francia. Esta última tenía un antagonismo marcado con la nación germana “desde


informe la derrota gala en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) y en la que los galos cedieron a los teutones los territorios de Alsacia y Lorena”. Así las cosas, en la Primera Guerra Mundial se formaron dos alianzas políticas y militares. Una fue la Triple Entente, formada por Gran Bretaña, Francia y Rusia, apoyada por Italia, Japón y Serbia. Y la otra, la de las Potencias Centrales, integrada por Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano. Aquí hubo mucho de ambición política. En mayo pasado, en un artículo web del diario británico The Independent, el periodista Sean O’Grady dijo que el ímpetu nacionalista de varios países encendió la conflagración: “La historia del siglo 20 fue testigo del surgimiento de fenómenos expansivos en las grandes potencias mundiales, así como del nacimiento de nuevas conciencias nacionalistas en Irlanda, Serbia y Finlandia, entre otros”.

Trincheras en Europa La Primera Guerra Mundial se caracterizó por la crudeza que se vivió en los campos de batalla. Miles de kilómetros de territorio europeo se convirtieron en trincheras que albergaban a los soldados durante meses. Esta nueva estrategia militar se utilizó para detener el avance enemigo e impedir los ataques sorpresa. El frío, las enfermedades, el hambre y las plagas de ratas eran muy normales en esos agujeros. La Primera Guerra Mundial marcó un giro en las maneras de combatir. El filósofo Levy del Águila opina que esa conflagración se desató en un contexto “en el que la sociedad dejó de ponerle límites a la tragedia”. Y agrega que “el fenómeno de la crueldad y la devastación masiva tuvo origen en el desarrollo de una sociedad industrial que vio a la guerra como una manera de aumentar sus sistemas productivos”. Muchos de los soldados que pelearon entre 1914 y 1918 asumieron como propia esa consigna. Según Del Águila, durante la Gran Guerra, la política “pasó a ser el alineamiento de los ciudadanos por una causa determinada, representada por el Estado y un Ejército que defendía o invadía a otros. No se trataba únicamente de soldados que se enfrentaban entre sí,

Guerra de un nuevo siglo. Como parte de una nueva estrategia de combate, el uso de trincheras (arriba) evitó el avance enemigo y permitió el resguardo de extensas zonas de territorio, pero con un costo psicológico muy alto. Al lado, una trampa utilizada por los aliados en la Batalla del Somme, en Francia. Abajo, el archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austrohúngaro, con su esposa Sofía de Hohenberg.

sino de un procedimiento que tenía un fin irrestricto: la destrucción total para lograr la victoria final”. Las pérdidas humanas fueron muestra de ello. Un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos señala que se movilizaron más de 65 millones de soldados: de ese total, ocho millones 528 mil murieron en com-

bate, 21 millones 189 mil fueron heridos y siete millones 750 mil terminaron como prisioneros o desaparecidos. En el artículo Locura de trinchera, publicado en el diario español El Mundo, la periodista española Eva Díaz Pérez afirma que las calles europeas “se llenaron de mutilados de guerra y de desfigurados como nunca antes se había visto. Rostros sin ojos, sin nariz, sin


05 Cruda realidad. Decenas de miles de soldados de ambos bandos sufrían intensas hambrunas por la deficiente logística instalada en los frentes de batalla. Aquí se aprecia a soldados britanicos que sacrificaron a sus caballos para alimentarse y no morir. La imagen fue captada en 1917, en la ciudad polaca de Slaviski.

orejas y sin mandíbulas, con trozos metálicos que sustituían los cráneos, eran parte de esa galería pavorosa que resultó de la guerra. Eran soldados convertidos en monstruos andantes que también sufrieron trastornos por el rechazo que provocaba su presencia física”. La tecnología estaba al servicio de las grandes potencias con modernos aviones, tanques y submarinos, junto a ametralladoras y gases letales. Los primeros en usar armas químicas con fines militares fueron los franceses, quienes en 1914 emplearon el gas lacrimógeno (lagrimeo, irritación y ceguera temporal) contra los germanos. Tres años después, en la Tercera Batalla de Ypres, en Bélgica, los alemanes emplearon el ‘gas mostaza’ para causar ampollas en la piel y en las membranas mucosas, como antesala a la muerte por asfixia.

La semilla del mal Cuatro años de destrucción, muerte y desolación dejaron en ruinas a una optimista Europa. El fin de la guerra llegó con la rendición de Alemania el 11 de noviembre de 1918, mediante el Armisticio de Compiègne, en Francia. ¿Se consiguió la verdadera paz? El analista internacional Ernesto Velit con-

Muerte y curación. Un soldado aliado recorre un campo de batalla convertido en cementerio, buscando a un compañero de armas. Abajo, enfermeras de la Cruz Roja con soldados aliados atendidos en un hospital de Londres.

Entonces se formaron grupos radicales compuestos por veteranos de guerra, viudas y deudos, políticos sin escrúpulos, desempleados y excluidos sociales que incentivaron movimientos nacionalistas como el Partido Nazi, para protestar por el acuerdo humillante que los países vencedores obligaron a firmar a los germanos. Sin quererlo, los aliados redactaban el acta de nacimiento de la Alemania de Adolfo Hitler. Pero no todo fue malo. Según Velit, nuevas repúblicas “reemplazaron a los imperios y el mapa europeo fue rediseñado. Los malos sistemas políticos fueron cuestionados y las colonias aprovecharon para exigir su independencia”.

Colofón

sidera que no: “Quien pagó el precio más alto de la guerra fue Alemania, cuyo resentimiento originó posteriormente la Segunda Guerra Mundial”. Velit afirma que “el Tratado de Versalles, firmado en 1919 y que puso fin al conflicto, dividió y desmilitarizó a Alemania, además de despojarla de sus colonias y obligarla a pagar millonarias indemnizaciones”.

DATO El PBI de los Aliados (Gran Bretaña, Francia y Rusia) era cinco veces mayor que el de sus enemigos. Además contaban con el apoyo del 70% de la población mundial.

Pero ese odio no ha desaparecido. Ha pasado un siglo, pero la huella sangrante de la Primera Guerra Mundial no ha podido ser borrada. Hace poco, en declaraciones al diario ibérico El País, el periodista Strobe Talbott dijo que hay “paralelismos entre 1914 y el 2014 que son inquietantes y preocupantes”. ¿Cuáles son? Talbott enumera: “La desilusión y el descontento global con los diferentes sistemas de gobierno, el crecimiento de un nacionalismo de tinte peligroso y el incremento de conflictos que ponen en riesgo la estabilidad mundial”. En ese sentido, no debe extrañarnos la presencia de grupos de extrema derecha en Europa y Estados Unidos, ni los conflictos en Medio Oriente y Rusia. Al final, una pregunta cae de madura: ¿Qué hemos aprendido en estos 100 años?


especial Las peores crisis bélicas desde 1945

A pocos segundos de la Tercera Guerra Mundial Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, el ser humano especuló sobre la posibilidad de una nueva conflagración, ahora con el macabro agregado de que sería nuclear. Albert Einstein, impulsor de la tecnología atómica que destruyó en 1945 las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, dijo: “No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero en la cuarta usaremos palos y piedras”. Algo de razón debe tener. Aquí algunos hitos que casi llevan al mundo al caos total. Escribe Verónica Ríos

Mar y aire. Decenas de aviones y buques de guerra norteamericanos llegaron hasta la península coreana para frenar el avance comunista.

La Guerra de Corea La Guerra de Corea (1950-1953) fue consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. En 1948, Estados Unidos y la Unión Soviética dividieron el territorio coreano, tomando como base el controvertido Paralelo 38, lo que no dejó contentos a muchos: en 1950, Corea del Norte invadió Corea del Sur e inmediatamente los bloques capitalistas y comunistas alistaron sus bombas nucleares. Norcorea contaba con el apoyo de China y la

Unión Soviética, mientras que Corea del Sur, uno de los pocos espacios no comunistas del norte de Asia, tuvo el respaldo de Estados Unidos, las Naciones Unidas y el Reino Unido. La ONU exigió a Corea del Norte que se retire de Surcorea, pero no lo hizo. Desde Japón, los estadounidenses enviaron un mal armado y pobremente entrenado batallón de infantería que estuvo lejos de apagar el conflicto. Estados Unidos tenía 300 bombas nucleares a disposición del presidente Harry Truman, quien cinco años antes no tuvo reparos en lanzar dos contra Japón. Quien lideraba las tropas de la ONU era el general Douglas McArthur, deseoso de utilizar 50 de ellas para destruir Manchuria, territorio que compartían China y la Unión Soviética. El caos reinaba en el gobierno de Estados Unidos, pues militares y funcionarios brindaban opiniones públicas y nada pacíficas para ‘solucionar’ el conflicto. McArthur dejó el comando militar de la ONU en 1951, tras presionar a Truman para que usara las bombas nucleares. El general señaló que eso iba a impresionar a los soviéticos, cuyo poder atómico se encontraba en desarrollo. No obstante, la Unión Soviética aseguró que iba a responder con la misma fuerza cualquier agresión norteamericana. Luego de tres años y 2,5 millones de muertos, se firmó el armisticio que puso fin a la guerra.

Las Malvinas El 2 de abril de 1982, tropas argentinas invadieron las islas Malvinas, ubicadas en el Océano Atlántico y en poder del Reino Unido. Tres días después, los británicos enviaron una fuerza naval con comandos de élite para iniciar el desalojo. Históricamente, Argentina siempre reclamó la soberanía de esos territorios, ubicados más cerca de Buenos Aires que de Londres. El conflicto duró 74 días e involucró a decenas de países, entre vecinos y lejanos. Bajo la influencia norteamericana, Panamá permitió que los buques de guerra ingleses utilizaran su canal para llegar rápidamente al teatro de operaciones, mientras que Nueva Zelanda

Herida visible. Tropas argentinas llegan a las Malvinas. Pese a los nutridos combates, Argentina y el Reino Unido nunca se declararon la guerra.


06-07 La Guerra del Golfo Pérsico

Joya gris. En La Habana (Cuba) se exhibe el armazón de uno de los misiles nucleares que causó la peor crisis de la Guerra Fría.

La ‘Crisis de los misiles’ No era ningún secreto que Estados Unidos no estaba feliz con Fidel Castro en Cuba. Su relación con Nikita Kruschev, entonces líder de la Unión Soviética, despertó sospechas y por ello los norteamericanos planificaron sacarlo del poder. El bronceado y popular John F. Kennedy aprobó un plan de la CIA para entrenar a miles de exiliados cubanos con el objetivo de invadir la isla, suponiendo que contarían con el apoyo de la población cubana. El secreto de Estados Unidos llegó a oídos de Castro, quien hizo frente a la invasión con la ayuda de Moscú. Fue así que la invasión de Bahía de Cochinos, ejecutada en abril de 1961, fue un fracaso total. En ese contexto, Kruschev acordó con Castro instalar clandestinamente decenas de misiles nucleares para prevenir una nueva invasión y equilibrar fuerzas con Estados Unidos. En 1962, fotos aéreas de la CIA pusieron en evidencia los proyectiles y de inmediato los jefes militares norteamericanos recomendaron un ataque a gran escala contra Cuba.

Kennedy se mostró reacio a aplicar esa medida. Con los militares en contra, inició un extenso intercambio de correspondencia diplomática con Kruschev, logrando el retiro de los misiles en Cuba, pero con el compromiso de eliminar los que Estados Unidos tenía en Turquía. Estados Unidos y la Unión Soviética nunca descartaron utilizar su armamento nuclear. Fue lo más cerca que estuvo el mundo de una hecatombe.

ofreció dos fragatas y pertrechos para combatir a la armada gaucha. Entretanto, Chile amenazaba con invadir zonas del Canal de Beagle que disputaba con Argentina en el Pacífico Sur. Finalmente, el Reino Unido recuperó las Malvinas con un costo de 255 soldados muertos. Por el lado argentino, las bajas sumaron 655. Dos años después de la guerra, la prensa informó que un submarino inglés de la clase Resolution y armado con misiles nucleares llegó hasta la isla Ascención, ubicada entre África y Sudamérica, como antesala a un inminente conflicto global. Luego, el presidente francés François Mitterrand afirmó que Margaret Thatcher lo amenazó

con emplear armas nucleares en el Pacífico Sur si no le entregaba los códigos de los misiles Exocet que París le había vendido a Argentina. También se supo que la URSS ofreció apoyo militar a Buenos Aires, lo que fue rechazado por el presidente argentino Leopoldo Fortunato Galtieri. Sin duda, Galtieri temía el escalamiento del conflicto, pues Estados Unidos no iba a permitir el ingreso de tropas soviéticas al hemisferio sur de América. El 2013, el Reino Unido desclasificó documentos secretos de 1983. Entre ellos se encontró un discurso de la Reina Isabel II ante una posible Tercera Guerra Mundial, originada frente a las costas de Argentina.

Halcones en vilo. John Kennedy nunca tuvo una buena relación con sus jefes militares. Ellos querían guerra total.

Alegando que era un Estado “artificial” arrebatado a Iraq por colonizadores occidentales, Saddam Hussein invadió Kuwait en agosto de 1990. Esta acción motivó la llamada Guerra del Golfo Pérsico, en la que participó una coalición de 34 países que fue autorizada por la ONU para llegar a la zona y desalojar a los iraquíes. Cuando todo parecía estar bajo control, Hussein ordenó atacar con misiles a Israel, cuyas Fuerzas Armadas no cumplían un rol directo en el conflicto. Además, el dictador iraquí amenazó con destruir otras ciudades del mundo, buscando el escalamiento de una guerra que dijo que sería la “madre de todas las batallas”. En respuesta, Eliyahu Ben Elissar, representante del Parlamento israelí, aseguró que si Hussein disparaba un misil contra su territorio, Iraq no sería lo mismo después del contraataque judío. Lo cierto es que Iraq disparó decenas de proyectiles contra Israel, causando la muerte de varios civiles. No obstante, Israel no pudo contestar esos ataques por presión de Estados Unidos, cuyos jefes militares evitaban caer en el juego de Hussein. Entretanto, el entonces presidente norteamericano George H. Bush advirtió a Hussein que de utilizar armas nucleares, pagaría un “terrible precio”. En el peor momento del conflicto, tres actores buscaban hacer daño y salir bien librados: la coalición de la ONU, Israel e Iraq. En lo que fue una guerra de nervios, todos manejaron la posibilidad de un ataque nuclear ‘preventivo’ apenas se detectara algún riesgo. La coalición logró vencer a Iraq tras seis meses de enfrentamientos. Murieron 35.000 soldados iraquíes y 240 de la coalición. En el 2003, Estados Unidos regresó al Golfo Pérsico para derrocar a Hussein, con el pretexto de evitar un ataque global con armas biológicas y nucleares. Lo cierto es que en suelo iraquí, las tropas norteamericanas no encontraron armas con esas características. ¿Buscaban manejar el petróleo? Parece que sí.

Oro quemado. Imágenes de soldados en el desierto y de pozos petroleros en llamas dieron la vuelta al mundo.


entrevista Entrevista al historiador Antonio Zapata

“Nadie pensó que un conflicto en los Balcanes generaría una guerra mundial” Según Zapata, la Primera Guerra Mundial fue consecuencia del nacionalismo expansionista de algunas potencias europeas. Lo trágico fue que no solamente se trató de una guerra entre ejércitos: cegados por el odio, millones de ciudadanos asimilaron y reprodujeron militantemente esos conceptos. Entrevista Adolfo Cabrera Foto Jana Rodríguez

El experto nos recibe en su

domicilio de San Isidro. En su sala hay un imponente estante de libros. Son multicolores y referidos a la historia peruana y mundial. El silencio se rompe: ¿Es razonable pensar que la guerra pudo haberse evitado? Los seres humanos no tenemos la vida predeterminada por alguna fuerza exterior a nuestra voluntad. La historia la hacen las personas y está formada por decisiones que se toman en ciertos momentos. En ese sentido, es difícil pensar si la guerra pudo haberse evitado o no. Lo que sí es verdad es que había rivalidades profundas entre las potencias por la hegemonía mundial, y que problemas como ese solían resolverse con guerras. Era un mundo lleno de incertidumbre… Desde luego que sí. En la época previa a la Primera Guerra Mundial, la forma habitual que tenían las sociedades para resolver contradicciones muy profundas era la guerra. Entonces, esa conflagración fue consecuencia de la decisión que tomó la gente de esa época y que tuvo que ver con motivos políticos, económicos y expansionistas. ¿Hubo gente que se opuso a la guerra? En Francia y Alemania fue-

ron los socialistas. En Inglaterra, la oposición a la guerra nació del Partido Laborista. Sin embargo, al inicio todos fueron desbordados y captados por la ola nacionalista que recorría Europa. Incluso, muchos de ellos participaron en las movilizaciones bélicas y se inscribieron como voluntarios durante el conflicto.

Ideas que restan

¿Fue un choque de nacionalismos más que de ideologías? Claro que sí. Era el momento cumbre del nacionalismo. Antes, el nacionalismo se traducía en la expansión imperial de grandes potencias como Francia e Inglaterra. Entonces, eso apoyó la causa de que la nación y el orgullo eran lo primordial en las sociedades. El nacionalismo y la exacerbación de la xenofobia fueron un claro reflejo de las sociedades de ese tiempo. Estaba latente la idea de que había un enemigo al que era necesario destruir. Se pensaba que cada nación estaba cercada por rivales externos y que su ‘defensa’ era la obligación de cada ciudadano para evitar la destrucción de su país. ¿Eso tuvo que ver en la formación de pactos como la Triple Alianza y el de las Potencias Centrales? Las alianzas surgieron por rivalidades latentes en ese período. Por ejemplo, el antagonismo entre Cabeza filuda. Durante la Gran Guerra, los soldados alemanes usaron el casco de metal Pickelhaube, caracterizado por el estilete en la zona superior. Era costoso y resistente, pero incómodo en las trincheras.

Francia y Alemania guarda relación con la revancha que los galos deseaban por la derrota en la Guerra Franco-Prusiana, entre 1870 y 1871, en la que perdieron los territorios de Alsacia y Lorena. Adicionalmente había una contradicción económica que enfrentaba a Gran Bretaña y Alemania. Gran Bretaña fue la potencia industrial más grande del mundo durante el siglo 19, pero luego su aparato industrial se volvió obsoleto. En el siglo 20, ese predominio se vio amenazado por la ascendente industria alemana, que igualó a la británica en un tiempo muy corto. Ambas potencias empezaron a disputarse la supremacía en el control de los mercados internacionales. ¿Gran Bretaña vio a Alemania como una amenaza para sus intereses? Es debatible. El poder del Imperio británico estaba en declive. Es como lo que se ve actualmente con Estados Unidos y China. Vemos ascender a China, mientras que Estados Unidos se apaga. A los alemanes solamente les tomó 30 años igualar a la maquinaria industrial británica, mientras iban surgiendo otras potencias como Estados Unidos. Estados Unidos ingresó al conflicto posteriormente… Y aprovechando que Alemania y Gran Bretaña se destruían a sí mismas. Y aunque Gran Bretaña gana la guerra, el gasto en hombres, armamento y capital la dejó débil y exhausta.

Tecnología y muerte

¿Fue la necesidad de una victoria rápida lo que motivó la constante innovación tecnológica militar en los campos de batalla?

Cemento destruido. La ciudad de Baccarat, en la región francesa de Lorena, sufrió intensos bombardeos de la artillería alemana. Poco quedó de ella. Apenas su catedral y algunos monumentos de hierro soportaron el daño de las explosiones.


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Entrañas violentas. El historiador Antonio Zapata considera que la formación de pactos en la Primera Guerra Mundial (Triple Alianza y Potencias Centrales) tuvo origen en las rivalidades que los países europeos tenían en lo político y económico, sin descuidar lo deportivo. Señala que las Olimpiadas de Atenas de 1896, lejos de ser un signo de paz mundial, reflejaron la extrema competencia entre las naciones, exacerbando el ideal de la superioridad cultural y racial.

Sí. Se trató de la primera guerra total en la que la carrera armamentista se desarrolló plenamente. Y no solamente eso: por primera vez, sociedades enteras participaban en un conflicto. La capacidad destructiva alcanzó niveles insospechados, lo que se reflejó en la inmensa cantidad de muertos que hubo en los campos de batalla. Fueron millones de muertos… Claro, millones de muertos. Las movilizaciones bélicas hicieron que miles de jóvenes de 18 años se enrolen en los ejércitos. El uso de nuevas armas como metralletas y tanques ayudó a que el número de caídos se multiplique rápidamente. Ya simplemente

no eran soldados que iban con fusiles y bayonetas a combatir entre sí. Las condiciones en las que pelearon muchos de ellos fueron penosas. El uso de trincheras contribuyó a que sufrieran daños psicológicos y murieran demasiado pronto. ¿Es justo decir que Alemania fue responsable de la guerra? El origen del conf licto se relaciona más con el Imperio Austro-Húngaro que con Alemania. Irresponsablemente, Alemania apoyó a los austro-húngaros en la guerra que le declararon a Serbia, bajo la excusa del asesinato del archiduque Fran-

Adiós al infierno. El diario estadounidense New York Journal informa el fin de la Primera Guerra Mundial: “Alemania se rinde: La guerra terminará a las dos de la tarde”. En épocas sin internet ni televisión, los medios impresos eran los baluartes de la información.

cisco Fernando en 1914. Lo que siguió fue el cumplimiento de las alianzas ante agresiones: Alemania se enfrentó con Rusia en defensa de los austro-húngaros, mientras que Gran Bretaña y Francia hicieron lo propio con los germanos. En menos de un año, la guerra se había generalizado en Europa. Los alemanes nunca pensaron que Gran Bretaña entraría en el conflicto. Ellos creyeron que la guerra iba a ser balcánica, sin extenderse en todo el continente. En 1914 nadie sospechaba que un simple conflicto en los Balcanes iba a generar una guerra mundial.


entrevista Cambios en el mapa

¿Qué cambios políticos trajo la Primera Guerra Mundial? Por un lado, Alemania vio caer la monarquía del káiser Guillermo II y se convirtió en república, fenómeno que se repitió en el Imperio Austro-Húngaro. En 1917, la revolución bolchevique de Lenin triunfa en Rusia, cuyas tropas se retiran del conflicto. Fue una época que representó la caída de algunos imperios y monarquías, siendo un tránsito a la modernidad. ¿Fueron justas las sanciones a Alemania después de la guerra? Fueron exageradas. Y eso avivó el odio de la población alemana hacia los aliados. Para empezar, los germanos tuvieron que pagar una elevadísima reparación monetaria a los países vencedores. Al final de la guerra, Alemania quedó destruida económicamente y no podía gestionar pagos como ese. Fue así que los aliados, especialmente Francia, ocuparon partes de su territorio como ‘garantía’. Para Francia fue una revancha. Además, Alemania quedó despojada de su fuerza militar y apenas pudo tener un ejército muy reducido. El Tratado de Versalles de 1919 le impidió producir material de guerra y la industria se vio afectada. Para ellos, ese acuerdo fue una vergüenza.

Germen de odio

¿Es correcto afirmar que el fin del conflicto fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial? Sí, desde luego. Hay que partir del hecho de que la Sociedad de Naciones (una organización creada después de la Primera Guerra Mundial y muy similar a la ONU) fracasó en sus intentos de instaurar la paz en Europa. En la posguerra, la crisis alemana fue muy dura y abrió paso a movimientos radicales como el nazismo, fundado y liderado por Adolfo Hitler. Hitler consideró que Alemania no debía cumplir el Tratado de Versalles. Deseoso de una venganza, construyó el nuevo orden que originó la Segunda Guerra Mundial. Clase en las trincheras. Según los historiadores, los militares británicos eran los más elegantes. Los países en conflicto también buscaban mostrar su superioridad a través de vistosos y entallados uniformes.

Balas y oscuridad. El óleo Los Gaseados del artista John Singer Sargent (1856-1925) muestra a decenas de soldados ciegos por causa de un ataque de gas.

La Segunda Guerra Mundial En setiembre de 1939, Gran Bretaña y Francia le declararon la guerra a Alemania, iniciando formalmente la Segunda Guerra Mundial, que duró hasta 1945. Si bien la invasión alemana a Polonia fue el detonante, el factor subyacente fue la creciente ambición de Adolfo Hitler por obtener el control de Europa. Además, Hitler consideraba abusivo y humillante el Tratado de Versalles, firmado al término de la Primera Guerra Mundial, porque obligaba a Alemania a pagar un aproximado de US$402 billones de reparación a los países ganadores y a responsabilizarse por el estallido de esa conflagración, sin dejar de lado la eliminación de su Fuerza Armada y la pérdida de territorios en diversas partes del globo. Al conver tirse en Canciller de Alemania en 1933, Hitler se dedicó a

fortalecer su decaído país. En 1934, en forma clandestina, incrementó el tamaño de su Ejército, creó una fuerza aérea, construyó buques de guerra e hizo obligatorio el servicio militar. Si bien Gran Bretaña y Francia sabían lo que Hitler hacía, el crecimiento de la Unión Soviética y la propagación del comunismo eran también peligros latentes, por lo que el fortalecimiento de Alemania podía servir para combatir esa ideología. Lamentablemente, no anticiparon la codicia de Hitler y menos la magnitud del conflicto que se avecinaba. Aunque no existen cifras oficiales, los historiadores calculan que la Segunda Guerra Mundial dejó entre 45 y 60 millones de muertos, entre civiles y militares, en los cinco continentes. Es decir, más del 2,5% de la población mundial de la época.

R evivir el pasado puede dejar una triste sensación. Una conversación de 45 minutos no basta para reflexionar sobre la muerte de más de 15 millones de personas en la Pri-

Guerra Mundial . Y más cuando en 1945, otra conflagración global iba a dejar entre 50 y 70 millones de víctimas. mera

Monstruo imparable. Innovador tanque Mark IV del Ejército británico. Fue empleado por primera vez en 1917, en la Batalla de Messines, Bélgica. Podía trepar y avanzar por cualquier terreno.


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Por Carlos Bejarano

Dos poetas, dos guerras

Sí hubo humanidad en la Primera Guerra Mundial. Fue tan grande que incluso emocionó a los que combatieron en la siguiente conflagración global. Todo gracias a los poetas Wilfred Owen y Hans Leip.

Blanco y negro,

oscuridad y luz, amor y odio. “El hombre es un mísero montón de secretos”, decía André Malraux. Acudo a la frase del escritor francés para entender al hombre. Para tratar de entenderlo quiero decir. ¿Cómo es posible que en medio de la manifestación humana más absurda, perversa y estúpida como lo es la guerra, ese mismo ser humano sea capaz de generar la expresión más sensible y trascendente del alma humana como es la poesía? Poesía y guerra, dos mundos irreconciliables que el incomprensible ser humano logró juntar. Un ejemplo es el poeta inglés Wilfred Owen:

Doblados como viejos mendigos bajo bolsas, Chocando las rodillas y tosiendo como viejas, maldecimos a través del lodo, Hasta darle la espalda a las condenadas bengalas... El fango inhumano de la Primera Guerra Mundial no solamente produjo sangre, muerte y miedo. Por esas cosas absurdas, produjo además tipos sensibles como Owen. Lo curioso de Owen es que no fue un poeta que participó en la guerra, él se volvió poeta en la trinchera. Cuando decide alistarse, le mandó una carta a su hermano en la que se aprecia un rudimento de poesía:

Debo recordar siempre que esta es mi guerra. Actúo según mi propia vocación, pero este no es el caso de los otros. Quizás pueda hablar por ellos… ¿Podrá hacerlo mi poesía? No lo sé. ¿Tendré tiempo, o es que mi poesía, que aún no nació, morirá conmigo? Cuentan que dos hechos marcaron su vida y despertaron su sensibilidad poética. El primero, cuando en su trinchera lo alcanzó un mortero y terminó

Carlos Bejarano es sociólogo, periodista y docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima. Ha laborado en medios escritos, radiales y televisivos del país y del extranjero. Tiene 51 años, tres libros en su haber y diversos reconocimientos por su labor profesional en el campo de la comunicación.

sobre los restos de un compañero. El segundo, cuando quedó atrapado en una trinchera alemana por varios días. Ambos acontecimientos no solo hicieron bullir su sensibilidad, sino que le originó un trastorno postraumático que lo llevó al hospital Craiglockhart de Edimburgo. Maravilla. Sí: lo malo también te puede llevar a lo bueno. Ahí conoce al poeta Siegfried Sassoon y terminará su transformación total. Al día siguiente le escribe a su madre:

Acabo de leer a Siegfried Sassoon y me siento en un alto grado de emoción. Ningún sketch de la vida en las trincheras ha sido escrito ni se escribirá. Owen murió a los 25 años, seis días antes de firmarse el armisticio. Poco antes había consignado:

¿Qué fúnebres tañidos se ofrendan por estos que mueren como reses? Sólo la ira monstruosa de los cañones, Sólo el tableteo raudo e incesante de los fusiles puede apagar sus precipitadas plegarias. Actualmente, Owen es reconocido como uno de los mejores poetas jóvenes de la historia inglesa. *** Al frente, en la trinchera enemiga, el alemán Hans Leip también luchaba para que su sensibilidad le ganara a las balas. Compondría un tierno poema que se convirtió en canción y emblema de todos los soldados del mundo:

Frente al cuartel, delante del portón, había una farola, y aún se encuentra allí. Allí volveremos a encontrarnos,

bajo la farola estaremos. Como antes, Lili Marleen. Leip fue un soldado que combatió en el frente ruso, pero que se dio tiempo para escribirle un poema a su novia, una enfermera que había conocido en el puesto de centinela:

Nuestras dos sombras parecían una sola. Nos queríamos tanto que daba esa impresión. Y toda la gente lo verá, cuando estemos bajo la farola. Como antes, Lili Marleen. El poema estuvo perdido hasta 1937, cuando el músico Norbert Schultze le puso música y bajo el título La canción de un joven soldado de guardia, la lanzó al mercado. La grabó la cantante Lale Andersen, pero no tuvo éxito:

Como antes, Lili Marleen. Pronto llama el centinela. “Están pasando revista. Esto te va a costar tres días”. Camarada, ya voy. Entonces nos decíamos adiós. Me habría ido encantado contigo… Contigo, Lili Marleen. En 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, el soldado alemán Karl Heinz Reintgen, encargado de la emisora militar de una base en Belgrado, consiguió el disco y lo puso. Cuando la escuchó el mariscal Rommel, el mítico Zorro del Desierto, pidió que se repitiera varias veces. Le había gustado mucho. Lo curioso es que la potencia de la emisora era tal que se escuchaba en ambos frentes. Sí: el tema basado en un poema escrito en la Primera Guerra Mundial fue lo único en común que compartieron ambos frentes en la siguiente conflagración. La música y la poesía lograron lo imposible. Que ambos frentes estuvieran de acuerdo en algo.


Patiotrasero

nexo “La Primera Guerra Mundial mató a un menor número de víctimas que la Segunda Guerra Mundial… Destruyó menos edificios y desplazó de sus hogares a millones de personas en lugar de decenas de millones, pero en muchos aspectos dejó cicatrices aún más profundas en la mente y en el mapa de Europa. El Viejo Mundo nunca se recuperó del shock”. [Edmond Taylor, Las monarquías fósiles, 1963]

“La Primera Guerra Mundial nos recuerda a qué conduce la agresión y el egoísmo. También el exceso de ambición de los jefes de Estado y las élites políticas que prevalecieron sobre el sentido común”. [Vladimir Putin, frente al monumento a los héroes de la Gran Guerra en Moscú, 2014]

“Yo creo que la guerra se está prolongando deliberadamente en manos de aquellos que tienen el poder de acabar con ella. Yo creo que esta guerra, que empezó como una guerra de defensa y liberación, ahora se ha convertido en una guerra de agresión y conquista”. [Británico Siegfried Sassoon, Declaración de un soldado, 1917]

“Europa es un barril de pólvora y sus líderes son como hombres fumando en un arsenal. Una simple chispa desatará una explosión que nos consumirá a todos. No puedo decirles cuándo tendrá lugar esa explosión, pero sí puedo imaginar el lugar: la desatará alguna maldita estupidez en los Balcanes”. [Premier de Prusia Otto von Bismark, Congreso de Berlín, 1878]

“La Primera Guerra Mundial fue una guerra que nadie quería y una catástrofe que nadie pudo haberse imaginado”. [Henry Kissinger, Years of Upheaval, 1972]


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