Anexo, edición 23

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TV

peruanA

Año 8 | Nº 23 | Marzo-Abril 2013 | www.ulima.edu.pe

nexo

Puntos negros y blancos

Desde 1958, nuestra TV nos ha obsequiado momentos heroicos y felices. Pero también degradantes y psicopáticos. Aquí un balance sin comerciales.


informe

Pasado, presente y futuro de la entrópica televisión peruana

de cabeza en

la pantalla Sin poder contener su llanto, Magaly Medina se despidió de sus televidentes el 21 de diciembre del 2012, sabiendo tal vez que el fin de Magaly TeVe cerraba una etapa gris y banal en la TV. Sin embargo, todo parece estar en manos de los broadcasters y del Estado. Expertos consultados por Nexos debaten y analizan la tenue señal ética en nuestras pantallas. Escribe Carlos Mejía

El rating, el más fiel

aliado de Magaly Medina durante 15 años, fue sorpresivamente quien le dio la estocada final a la otrora reina de los programas de espectáculos. Y es que luego de ser la dueña del horario estelar de las nueve de la noche con índices de sintonía de más de 30 puntos, lo cierto es que al regresar a la televisión, luego de su reclusión en Santa Mónica, la ‘Urraca’ sufrió para poder pasar la media de los diez. Tres meses antes de aquella despedida, el cadáver de Ruth Thalía Sayas,

Fortaleza. La BBC (British Broadcasting Corporation) de Londres es el referente del manejo informativo. Opera desde 1922 en TV, radio y multimedia, con más de 23 mil empleados en el mundo.

primera participante de El valor de la verdad, programa conducido por Beto Ortiz en Frecuencia Latina, fue hallado en un cerro de Jicamarca. Su exnovio, Bryan Ramos, avergonzado frente a miles de televidentes por las revelaciones íntimas de la que fue su pareja, confesó ser el autor del crimen. Luego del incidente, el programa fue retirado del aire tras perder el interés del público. Ambos hechos ocurridos a fines del 2012 podrían marcar un nuevo derrotero para la televisión nacional. Tal

vez la gente desee nuevos contenidos y por ello su rechazo a tales programas. Pero… ¿acaso enriquece nuestras pantallas cambiar Magaly TeVe por Esto es Guerra o Combate?

Licencia para reinar Para entender el devenir actual de nuestra televisión debemos explorar sus orígenes. En su nacimiento analógico, el segundo gobierno (1956-1962) de Manuel Prado consideró que lo más indicado para la licitación de las frecuencias sería otorgarlas a ciertos empresarios interesados en ese nego-


UL/Jorge Pezantes

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UL/Franco Mori

paso comercial de una señal del espectro electromagnético implica más dinero que el equipo tecnológico que pueda tener una empresa televisiva. “El proceso de licitación de una frecuencia de TV debe ser igual que el de una mina. La concesión siempre tiene que otorgarse a cambio de algo. Cuando los broadcasters ganan dinero trasladando una señal, lo están haciendo a costa nuestra. Eso es gravísimo”, apuntó. El gobierno militar de Juan Velasco Alvarado quiso cambiar la estructura de la televisión, tal como lo señala Fernando Vivas en su libro En vivo y en directo: Historia de la televisión peruana, expropiándola “en nombre de la cultura, la educación y la seguridad nacionales”. Sin embargo, no se supo qué hacer con ella, pues fue desaprovechada para difundir eficazmente la ideología reformista que venía desde Palacio de Gobierno. Años después, durante el retorno a la democracia, se devolvieron licencias de TV a sus propietarios y algunas cambiaron de mando. De acuerdo con Vivas, los nuevos dueños “eran industriales de la construcción, del colchón, del chocolate y del papel” y no “promotores de televisión con el background mediático de los Delgado Parker, Umbert, González y Cavero”. Ese fenómeno no premeditado, según él, propició que la televisión sea “presa de la política y de la improvisación genérica” que vimos en la caótica década de los noventa, con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Lamidas de axila, líneas editoriales vendidas, reportajes desinforma-

Camino empedrado. Los expertos César Zamalloa y Jorge Acevedo se oponen a la regulación de contenidos, pues los criterios podrían ser arbitrarios y absurdos, dependiendo del poder de turno. Para ambos, urge mejorar el proceso de entrega de licencias (al menos para la televisión digital) y dinamizar el juicio crítico de la sociedad civil. UL/Jorge Pezantes

cio y que vinieran de la industria radiofónica, lo que evitaría un engorroso concurso público. De esa forma, entre 1958 y 1959, las familias Delgado Parker, Cavero, González y Umbert obtuvieron los primeros canales de televisión. Para Jorge Acevedo, profesor de la PUCP y especialista en industrias televisivas, esa decisión “marcó la historia de la televisión, pues las licencias se convirtieron en propiedad privada”. El antropólogo y docente de la Universidad de Lima César Zamalloa es muy crítico de esa realidad. Opina que el tras-

Imágenes sanas. Las narices rojas de Patacláun limpiaron con su ingenioso humor las pantallas de la turbia televisión de los noventa. El primer capítulo se emitió en noviembre de 1997 y el último en diciembre de 1999. La serie aún es recordada y vista por miles de espectadores de América Latina.

tivos y varios ‘vladivideos’ con broadcasters recibiendo dinero del SIN parecen darle la razón a Vivas. En la década del dos mil, Alejandro Toledo se mostró firme en su deseo de reestructurar la televisión. ¿La razón? Evitar que siga en manos de empresarios ligados con la mafia fujimontesinista. No obstante, desistió de revocar las licencias debido a que los medios de comunicación que se iban a ver afectados empezaron a tratarlo con hostilidad en programas políticos, periodísticos y hasta en los humorísticos. El mismo desinterés fue mostrado por su sucesor Alan García. Durante su candidatura en el 2011, Ollanta Humala incluyó en su plan de gobierno (La gran transformación) una normativa televisiva diferente a la actual que buscaba garantizar la pluralidad de contenidos y un manejo más transparente en su administración. De esa iniciativa queda poco o nada. Zamalloa es pesimista, siendo justamente él uno de los artífices de aquel novedoso marco legal. Resignado, dice: “A estas alturas, no confío en nada de lo que pueda hacer el gobierno”.

Regulación ambigua Pese que Alejandro Toledo cedió en la reformulación de la televisión por presiones externas, igual pudo promulgar la Ley de Radio y Televisión en el 2004, la primera de su tipo en el Perú. El Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV) nació con esa norma y ha venido trabajando para


informe propiciar las buenas prácticas televisivas en el país. Así lo detalla Alexander Chiu, su director de comunicación: “Es una institución autónoma y consultiva que posee una composición multisectorial. Tiene diez miembros que pertenecen a la sociedad civil, al Estado y al sector empresarial, lo que garantiza un análisis integral”. Ciertamente, CONCORTV realiza investigaciones en diferentes regiones y localidades del país que permiten tener a la mano datos fiables sobre las prácticas televisivas. “Esa información es fundamental para que la gente pueda exigir mejores contenidos”, sostiene. Sin embargo, Chiu precisa que CONCORTV es poco conocido y que su influencia no es determinante por los límites impuestos a sus funciones institucionales. “Cuando nació la Ley de Radio y Televisión, CONCORTV no era consultivo, sino que tenía facultades de sanción, control, supervisión y hasta de administración de licencias. En ese momento, el Congreso decidió dejarlo como consultivo”, recuerda. Como es de esperarse, considera que esa medida fue un error pues “la autorregulación de los medios de comunicación está demostrando ser ineficiente”. En este punto hay posiciones encontradas. Así, Jorge Acevedo señala que la tan mentada autorregulación “tiene límites” y que un control más incisivo por parte del Estado sería inviable: “Es como si le dijeras al político que lo vas a tener que confrontar con los que permiten su visibilidad pública”. Por su parte, Zamalloa es claro al manifestar que “el control de contenidos puede terminar en fascismo”. Así las cosas, piensa que ingresar a ese terreno es peligroso y que si algo hay que rescatar de la legislación actual es “la prohibición de regular algo”. Para él es contraproducente crear instituciones que decidan los contenidos que deban salir o no en una pantalla, pues sus razones “pueden ser tan ridículas como censurar a un conductor de televisión por su orientación sexual”. Es necesario debatir sobre cómo mejorar los contenidos de la televisión nacional, que más allá de temas estrictamente legales

gerardo manuel

raúl romero

Gisela ValcÁrcel

Factor clave. En buen cristiano, el presidente Manuel Prado obsequió las licencias de televisión a ciertos empresarios. Desde la década del cincuenta, esos permisos han pasado de mano en mano y de bolsillo a bolsillo: cualquier decisión política que amenace ese statu quo se convierte en un ‘atentado’ contra la libertad de expresión.

Papa caliente. Velasco Alvarado intentó poner a las televisoras al servicio de un plan político socialista y nacionalista, pero sus generales y coroneles poco sabían del particular manejo de los medios de comunicación. Los civiles de izquierda que asumieron esa tarea convirtieron los canales de TV en instrumentos revanchistas. Un fracaso total.


jaime baylY

Pequeños comerciales

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fin del mundo. El apagón analógico está planificado para el 2020 en Lima y el 2022 en el resto del país. De no tener un televisor que sea capaz de recibir la señal con el formato ISDB-T japonés/brasileño escogido por el Perú, los televidentes no podrán captar alguna señal. Para seguir disfrutando de la ‘caja boba’ en sus hogares y oficinas, será necesario incorporar a sus aparatos de TV un aparato denominado set top box. Sanción en el papel. La Sociedad Nacional de Radio y Televisión amonestó en el 2012 al programa Esto es Guerra de América Televisión por vulnerar el horario familiar con su Juego de las fresas. Los participantes debían comer frutas colocadas en zonas íntimas de sus rivales, siempre del sexo opuesto. Mano dura. Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, inició en el 2007 un plan de reestructuración de la televisión en su país por considerar que existía un problema de concentración mediática. Entre otras cosas, su cruzada la llevó a negociar con la Asociación de Fútbol Argentina (AFA) los derechos del balompié gaucho, cuyos partidos ahora se disfrutan por señal abierta y en alta definición.

Estado. Entre lo más recomendable de su parrilla televisiva está Umbrales y su lúdico acercamiento a temas humanísticos, así como TV Perú Mundo, que cuenta con la participación del internacionalista Farid Kahatt. También sorprende el programa de conversación e historia Tiempo Después y el espacio de videos musicales Imagen de la música, que transmite propuestas melódicas locales e internacionales que son ignoradas por el resto de canales y radios. Lo más loable de esos espacios televisivos es que no tienen equivalentes en la señal abierta.

Concentración digital

Mónica Santa María

y políticos, ha ido decreciendo en su calidad como producto. Por ejemplo, tanto Zamalloa como Acevedo coinciden en que Patacláun (1997-1999) es la última serie de calidad que se produjo en el país y que experiencias positivas como la de Mad Science (2002-2003) demuestran que se puede hacer buenas producciones televisivas. “Los programas de más sintonía actualmente son formatos comprados de otros países. No hay producciones creativas”, sentencia Zamalloa. Sin embargo, es notoria la mejora de la programación de TV Perú, el canal del

Figuras y figuritas. Muchas estrellas se encendieron en más de 50 años de TV: Gerardo Manuel, conductor del multigeneracional Disco Club y Gisela Valcárcel, la diva de la TV peruana. Completan la pasarela el camaleónico Raúl Romero, la bella Mónica Santa María (dalina de Nubeluz) y el irreverente Jaime Bayly. Y por encima de todos ellos, Augusto Ferrando.

La urgencia de pluralizar la televisión para convertirla en una industria sana y orientadora parecía tener en la plataforma digital un horizonte esperanzador. En teoría, por medio del nuevo proceso de otorgamiento licencias se iba a propiciar una mayor — por tanto, probablemente mejor— oferta a los televidentes. En un documento introductorio del 2008, el propio Ministerio de Transportes y Comunicaciones menciona que “será posible crear contenidos de todo tipo para un público diverso, incluso aquel especializado en ciertos temas”. ¿Ello se ha desarrollado así? Acevedo es claro: “Como se ha venido desarrollando, el proceso de licitación digital ha profundizado el oligopolio. El

gobierno de Alan García otorgó a los operadores analógicos frecuencias de gestión exclusiva. El principal beneficiado ha sido el Grupo ATV de Ángel González, cuya participación accionarial es difusa”. En buen cristiano: al ser un déjà vu del proceso de licitación analógica de la década de los cincuenta, el modelo de expedición de licencias para la TV digital impidió que las maravillas de esa plataforma (múltiples señales bajo una misma frecuencia, así como una mayor calidad de audio y de video para la televisión abierta) sean utilizadas para descentralizar la industria audiovisual nacional. Aunque la mayoría de licencias de Lima han sido concesionadas, todavía el proceso sigue abierto en provincias. Allí, si el Estado toma cartas en el asunto y la sociedad civil se organiza, se podría cimentar una mejor televisión. “Se puede plantear la idea de generar concursos públicos de alcance regional, incluso con la opción de que no entren los operadores existentes, con el objetivo de fomentar la pluralidad del acceso a la televisión”, explica Chiu. Zamalloa también siente que ese camino es una última esperanza: “Es hora de otro tipo de asociaciones y cooperativas… Es necesario que la sociedad civil se organice para que la televisión y la radio puedan tener una oferta variada”. Desde este canal, deseamos que se encienda el debate.


especial Un repaso por los últimos 15 años de alboroto televisivo en Chollywood

La pantalla aguant Hildebrandt y su renuncia en vivo a Canal 13 [1998] Debido a posibles amarres con el régimen fujimontesinista, César Hildebrandt empezó a ser hostigado por los ‘mandamases’ de Global Televisión. Para variar, su espacio periodístico había sido suspendido dos días por informar sobre las deudas de la estación televisiva con sus trabajadores. El 1 de diciembre de 1998, Hildebrandt discutió en vivo con el propietario de ese medio de comunicación, Genaro Delgado Parker, quien se encontraba en Miami. No contento con la bronca telefónica, Hildebrandt se marchó del set de su programa Enlace Global y dejó plantado a uno de los hijos del broadcaster que intentaba apaciguar las aguas. El periodista no perdonó que Delgado Parker, comportándose como un gamonal, le haya dicho “asalariado”. Anticipando lo que sería el control absoluto de la mafia sobre la prensa, Hildebrandt dijo: “Este (el maltrato de Delgado Parker) es un mensaje. Lo que se viene va a ser duro y muy bravo”. El tiempo le dio la razón.

Laura Bozzo y Haría cualquier cosa por dinero [1999] Tenía ocho años cuando vi en la pantalla a una mujer lamiéndole las axilas a un hombre sudoroso. ¿La fecha? 27 de noviembre de 1999. ¿Qué recibió a cambio esa madre de familia? 30 dólares. Si bien aquel episodio de Laura en América me pareció asqueroso, sinceramente no me impactó tanto. Me encontraba habituado a la televisión de la época, pese a mi corta edad. “Con ese episodio se tocó fondo, pero no es el único por el que habría que indignarse”, asegura Néstor Martos, profesor del curso de Sociedad y Medios Masivos. Además, M ar to s re cu e rda q u e Bozzo “no tenía el menor escrúpulo en armar peleas entre sus panelistas” y que incluso “detenía a los guardias de seguridad para que los golpes sigan y no se acabe el show”. El bajo estándar televisivo es Marca Perú.


06-07 Escribe: Carlos Mejía

nta todo

En la era de la civilización del espectáculo y de la banalización ética, la televisión nacional no se quedó atrás. Profesores de la Universidad de Lima comentan algunos de los escándalos televisivos de mayor trascendencia (y repulsión) en el país.

Los vladivideos [2000]

Magaly y las ‘prostivedettes’ [2000] A fines de los noventa, Magaly Medina se consolidaba como una de las figuras de la television peruana en base a informaciones “sin confirmar” y ampays sobre Chollywood. Pero fue el 1 de febrero del 2000 cuando impuso un nuevo parangón al mostrar imágenes apenas censuradas de las vedettes Mónica Adaro y Yesabella teniendo relaciones sexuales por varios cientos de dólares con un hombre contratado por su equipo de producción. Para Jaime Bailón, docente del curso de Fundamentos de la Comunicación, e s e e s cán dalo coincidió con un período de la civilización mundial en el que se diluyeron los límites entre lo privado y lo público. Citando a Jean Baudrillard, la define como “una sociedad pornográfica” que se encuentra obsesionada en desnudar lo que se esconde detrás de la pantalla.

El periodista Fabián Vallas, profesor del curso de Comunicación Política, opina que “los vladivideos revelaron un escandaloso lado de la política peruana que no era visible” y que en apariencia era recurrente en las altas esferas del poder. Sin embargo, también desfilaron numerosos broadcasters haciendo tratos ‘bajo la mesa’ para vender la línea editorial de sus canales de televisión y pintar las pantallas con sangre y morbo, sin olvidar los ataques a la oposición. A Vallas no le falta razón: las escenas fueron casi teatrales, con fajos de billetes que parecían de utilería. Los cassettes de VHS fueron difundidos casi siempre por Canal N, rompiendo así la burbuja informativa establecida por los medios de comunicación aliados al régimen de Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos. “En esa época, al levantar la alfombra roja, encontramos mucha basura”, sentencia Vallas. Agrega que los vladivideos agudizaron el desencanto y la desconfianza de la gente hacia la clase política y la prensa, lo que ahora parece ser irremediable.

Ruth Thalía Sayas [2012]

El valor de la verdad contó su primer muerto pocas semanas después de salir al aire. Ruth Thalía Sayas fue asesinada por su exnovio, Bryan Romero, luego de admitir ante Beto Ortiz que había recibido dinero a cambio de sexo. ¿El motivo de su muerte? El robo y la venganza de Romero, quien fue invitado al programa para que conozca en directo esa humillante revelación. María Mendoza, profesora del curso de Fundamentos de la Información, considera que la muerte de Ruth Thalía será útil para debatir los dilemas éticos que afrontan los medios de comunicación, pues “probablemente no sea incorrecto que esos programas televisi-

vos jueguen con la intimidad de las personas, más aún cuando ellas lo consienten”. Sin embargo, advierte que ese tipo de producciones han sido vetadas en otros países por orden de las instancias reguladoras.


entrevista La periodista Maritza Espinoza reflexiona sobre nuestra ‘caja boba’

“Se quiera o no, la televisión forma o deforma”

Rulos noticiosos. Espinoza ha sido entrevistadora política, crítica de televisión y editora de espectáculos del diario La República, así como conductora de radio en CPN y de televisión en ATV. Estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

La columnista del diario La República sostiene que la televisión peruana ha mostrado últimamente cambios positivos en sus contenidos y en sus orientaciones éticas, pero que aún existen faltas y vulgaridades que deben ser combatidas por la sociedad civil. Además, afirma que “nunca existió una ‘época de oro’ en la televisión nacional”. Entrevista Gianfranco Hereña Fotos Jorge Pezantes

Espinoza toma la

iniciativa. Se sienta, respira hondo y acomoda sus rulos. Sonríe ligeramente apenas le comentamos el tema: la televisión que llega a nuestros hogares. Una acaramelada luz ilumina su rostro. “Estoy lista”, dice.

¿Educar o entretener? ¿Cuál debe ser la consigna de la televisión? Soy de las que piensa que debería educar, pero decirlo así es irresponsable, porque para educar están los colegios y la familia. No se le debería dejar esa responsabilidad

a una caja mecánica. Creo que la televisión debe entretener, pero entretener bien. Se quiera o no, la televisión forma o deforma. Y ello es independiente de la voluntad del receptor que finalmente es el que consume.


09 Admiradores tenaces. Para asistir a Trampolín a la Fama, el controvertido programa de Augusto Ferrando, la gente hacía largas y cansinas colas, similares a las que hoy se forman para asistir a las grabaciones de Esto es Guerra o de Combate. La web informativa Tuteve.tv señala que esos programas juveniles tienen entre 14 y 17 puntos de rating en sus jornadas más bajas. Algún romance inesperado eleva la cifra.

Apelando al inicio de la obra Conversación en La Catedral… ¿Cuándo se jodió la televisión peruana? ¿O es que siempre estuvo jodida? Depende principalmente de qué signifique estar jodido o no. Pienso que hemos tenido problemas en diferentes momentos de nuestra historia. En la década de los setenta ocurrió el golpe militar (de Velasco Alvarado) y eso parametró la televisión, ocasionando una cerrazón informativa y el empobrecimiento del sentido noticioso. Luego, en los ochenta se produjo la decadencia de las producciones nacionales y solamente se emitían programas enlatados. En los noventa, con la dictadura de Alberto Fujimori, se envilecieron los contenidos y aparecieron personajes como Laura Bozzo, quien fue el ‘estandarte’ de ese magro período. Entonces, así las cosas, nunca hubo una ‘época de oro’ en la televisión nacional. Siempre hubo problemas políticos o económicos que produjeron una constante inestabilidad en los contenidos y en lo ético. ¿Cuál fue el peor momento

Mala leche. Por más de una década, la teleaudiencia latinoamericana de Laura Bozzo conoció solamente lo malo y degradante del Perú. En el pasado Festival de Cine de Lima, el respetado actor mexicano Damián Alcázar dijo que sus programas “no aportaban nada al ser humano”.

de la televisión peruana? ¿Algo supera lo hecho por Laura Bozzo? Éticamente creo que fue ese. No hay otro. No había límites para el mal gusto y la bajeza. Sus programas se armaron en un contexto ideal: uno en el que había que atacar a la oposición y acallar a los críticos, siendo además muy funcionales para la reelección de Fujimori. Todo eso encajaba en términos de audiencia porque había sintonización con la gente. Era una población envilecida que aplaudía la dictadura. Todo eso se conjugaba perfectamente. Hay que añadir la llegada de los sistemas de medición electrónica de audiencias, con lo que empezó una nueva fase en la televisión peruana. El rating cambió las reglas del juego: antes de que Magaly Medina lo fetichizara, era solamente un instrumento del mercado.

El diablo y el rating

En una carta a Beto Ortiz, Aldo Miyashiro propuso eliminar el rating. ¿Esa sería la solución?

No es posible eliminar una herramienta comercial. Es como decir: “Muy bien, hay que prohibir los sondeos de opinión para que la política sea más limpia”. Es cierto, el rating es una de las causas de la crisis, pero no el problema principal. La decadencia de la televisión no puede sustentarse en el valor de una herramienta tan fría. Hacen falta más variables. Usted menciona a Magaly Medina y su fiebre por el rating. Ella ha dejado de aparecer en la televisión... ¿Con ella desaparece la “televisión basura”? Para mí es un hecho significativo. Con la llegada de la democracia en el 2000 se produjo un cambio, pero un cambio lento. Por ejemplo, es grato comprobar que hemos pasado de las audiencias masivas de Laura Bozzo, a tener como líder del rating a un programa de comedia del estilo de Al fondo hay sitio. No será un gran ejemplo de producción televisiva, pero es menos agresivo e hiriente.

Imagen en construcción

¿Cuál sería el perfil actual del televidente peruano?


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entrevista Butacas risueñas. En declaraciones a El Comercio, Efraín Aguilar desmintió la posibilidad de llevar la serie Al fondo hay sitio al cine. “Lo he pensado, pero lamentablemente en el Perú estamos acostumbrados a hacer películas de poco presupuesto… Lo veo complicado”. Dijo que una producción cinematográfica de calidad tendría un costo mínimo de US$5 millones.

Definitivamente, ha cambiado. Y no porque lo hayan querido los broadcasters. Esa mutación llegó porque ahora el público piensa distinto. En sus peores épocas, Magaly Medina tuvo una teleaudiencia carroñera que hacía apología del fracaso ajeno y que practicaba la filosofía de la envidia. Ella fue un producto muy peruano en materia de mass media . Pero el 2000 marcó un viraje. Diría que fue un periodo de transición: la propia televisión y su público desterraron a Laura Bozzo. Y hace poco se fue Magaly Medina. Ahora estamos yendo hacia una televisión que parece ser una copia de la que vimos en los ochenta. Si uno se fija, todo gira en espiral. Ahora se compran programas enlatados, pero esa es una apuesta segura porque su éxito ha sido probado en el exterior. Muestra de ello son las franquicias que han sido adquiridas por la productora de Gisela Valcárcel. ¿Y eso no es peligroso? Me refiero a los problemas éticos que trajeron consigo los programas juveniles como Combate o Esto es guerra... Por supuesto. Le hice una crítica muy dura a Esto es guerra porque aparecía gente escupiéndose y era una copia fiel de los peores tiempos de Laura Bozzo. Los excesos ocurren todavía. Pero muy aparte de eso, ahora hay humor blanco. A eso voy: si hay algo rescatable, es que ahora no estamos tan envilecidos como antes. Sin embargo, no sé si la televisión se va a reformular o a autorregular porque nadie se lo impone desde afuera.

Información diferente

Apuntemos a ello. Cito el ejemplo de Clara Elvira Ospina, la colombiana que es directora periodística de América TV y que impuso que la edición central de América Noticias deje de ser un desfile de muertos y de ensangrentados. El público ha respondido bien, pues la teleaudiencia se mantiene. ¿Cómo evaluar ese fenómeno? Eso se debe evaluar a lo largo del tiempo. En rea l idad, cua ndo u n ca na l t iene

Hombres de negro. Nicanor González, Antonio Umbert y Avelino Aramburú, inauguran Canal 4 y la televisión comercial en el Perú. Fecha: 15 de diciembre de 1958. Ellos y el Tío Johnny, entrañable animador de las tardes infantiles, encarnaron los románticos y aventureros inicios de nuestra TV.

‘antena caliente’ con el público, sus propuestas tienen mayor acogida y son bien asimiladas. Entonces, me parece que no debemos adelantar juicios sobre la gestión que Clara Elvira Ospina realiza desde hace seis meses en canal 4. Sin embargo, lo que sí creo es que hay una generación de peruanos que ha crecido con ese tipo de información y que es tiempo de variar. De aquí a diez años, la televisión va a perder inf luencia con respecto a plataformas como las redes sociales. Entonces, es necesa ria una renovación. ¿Cómo la renovamos, entonces? Pues logrando que la sociedad civil se organice. Eso no lo harán los broadcasters, pues solamente se preocupan por la rentabilidad de su negocio. Parece tan sencillo… La sociedad civil es clave en ese propósito. El televidente

es un consumidor que desconoce que la televisión no es gratis. Nosotros pagamos por la televisión. Entonces, debemos de saber quiénes colocan los avisos publicitarios en los programas. Ello puede resultar obvio porque en cada comercial vemos los anuncios publicitarios. Sin embargo, en los tiempos de Laura Bozzo denuncié a los que auspiciaban su programa, y al día siguiente recibí cartas de los gerentes de esas marcas en las que juraban que no sabían nada. Entonces, ahí supimos que las empresas se preocupan por su imagen y que son las centrales de medios publicitarios las que (sin consultar a sus clientes) colocan los spots como estrategia para lograr una efectividad inmediata. Esa es una vía. ¿Existe algo más radical que eso? La otra posibilidad es el boicot: no consumir los productos de las empresas anunciantes. En verdad, la tarea es de todos. Mucho se habla de la mala televisión, pero nadie hace algo por enderezarla. M aritza E spinoza consulta su reloj. “Ya es hora”, dice . L a palabra queda retintineando : “Ya es hora”. De inmediato, el diálogo es invadido por una especie de interferencia hertziana que nos deja mudos. Igual, redondeamos la idea final: “Ya es hora… de una nueva televisión”.


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Por Carlos Bejarano (*)

Pedro Infante, la televisión y el fútbol peruano La televisión y el balompié fueron dos de los fenómenos más grandes del siglo XX y los científicos sociales aseguran que sus estelas seguirán tocando y transformando la actual centuria. Entre ellas navega el periodismo, pero no siempre con sapiencia.

(*) Docente de la Facultad de Comunicación.

El fútbol peruano

es una película. Dramática como esas en donde a Pedro Infante se le muere hasta el perrito. Angustiante como Psicosis , Los pájaros o cualquier otra del maestro Hitchcock. Y absurda como la más lograda alucinación de Woody Allen. Pero el drama no queda ahí: faltan los periodistas deportivos. La jugada la sufrimos todos. Benavente ejecuta un tiro libre, Flores que ‘pivotea’ y Reyna que la mete. “¡Gol peruano!”, grita el narrador y casi al instante se desdice: “¡No, el árbitro lo anula. El juez de línea levantó el banderín y cobró posición adelantada… Ah pues, claro, si es ecuatoriano!”, sentencia. Minutos antes, el comentarista reclama por los recogebolas. “¿Han desaparecido?”, se pregunta. Sugiere que hasta los chicos que llevan y traen la pelota están contra el Perú. A esas alturas, el espectador no tiene dudas: es un complot. Fin del partido. Y aunque los periodistas se rectifican y reconocen que el árbitro no se equivocó, no sirve de mucho. La red no sabe de disculpas y explota. “Nos robaron el partido” o “el juez estuvo en contra nuestro”. Un trending topic. Una vez más hemos practicado el deporte peruano por excelencia: la victimización. Que el exceso lo haya cometido Daniel Peredo me llama la atención, pues lo ubico dentro de lo bueno, inteligente y rescatable del (muchas veces) impresentable periodismo deportivo. Si hubiera sido otro, no estaría perdiendo mi tiempo. La idea no es recomendar, no podría. Se trata simplemente de reflexionar sobre el mensaje que

Carlos Bejarano es sociólogo, periodista y docente de la Universidad de Lima. Ha laborado en medios escritos, radiales y televisivos del país y del extranjero. Tiene 51 años de edad, tres libros en su haber y diversos reconocimientos por su labor profesional en el campo de la comunicación.

se transmite en el acontecimiento masivo por excelencia: el fútbol. Un partido de la blanquirroja, visto por todo el país, es una buena oportunidad para proponer un mensaje menos trágico y lejano al derrotismo. Si bien es cierto que la gente simplifica y rápidamente hace una división entre los buenos y los malos, los periodistas no podemos alimentar ese pensamiento maniqueo. Hay que intentar actuar con más profundidad y menos dramatismo. ¿Se podrá? Que te escuche un país es una enorme responsabilidad. Si decimos algo, debemos hacernos responsables de ello, pues hemos creado un concepto que será repetido por millones de personas. El lingüista búlgaro Tzvetan Todorov dice que las palabras crean realidades y que nada existe hasta que no sea nombrado. Cuando decimos que un ecuatoriano es culpable de nuestra desgracia futbolera, la gente lo creerá y lo repetirá. La derrota es un mal endémico que padece nuestro país, desde siempre y en casi todos sus órdenes. Muchas veces el periodismo deportivo brinda mensajes que contribuyen a perpetuar esa sensación. Alguna vez, luego de un triunfo del fútbol peruano, un destacado comentarista deportivo, hoy autoridad legislativa, dijo: “Jugamos muy bien. Lo hicimos a la brasileña”. Conclusión: solamente somos buenos cuando no somos nosotros. No era la intención, pero al final queda un mensaje terrible. La sensación final es que tras una derrota, siempre hay una justificación. Son raras las ocasiones en las

que perdemos con justicia. Siempre es por el árbitro, por un dirigente, por un futbolista no comprometido, por un recogebolas, por el clima, por la pelota y otros. Y lo malo es que la gente cree a pie juntillas lo que dice el periodista. Bienvenidos a la ‘República de los lamentos’. Sería bueno dejar de lado el mensaje derrotista que muchas veces alienta el periodista deportivo. Postergar la emoción, lógica y casi inevitable que genera el fútbol, para abrir más espacio a la razón. Tampoco se trata de convertirse en una Edith Piaf y ver todo color de rosa. Crítica y análisis, pero basados en la razón y no en la emoción. ¿Será posible? Tampoco se vaya a creer que el exceso es patrimonio solamente de nuestros periodistas deportivos. Luego de la derrota de la selección inglesa ante Argentina en Francia 98, juego en donde expulsaron a Beckham, un diario británico tituló: “Jugamos con diez héroes y un imbécil”. Más grave es el caso del periodista argentino Atilio Costa Febre. Luego del descenso de River Plate en el 2011, dijo: “Los dirigentes son unas ratas, unos hijos de puta. Cómo me gustaría tenerlos enfrente para cagarlos a trompadas. Se tienen que ir de Argentina”. Y listo. Un comentario de ese tipo legitima cualquier exceso. A ese nivel, felizmente, todavía no hemos llegado. “Al público le tenemos que enseñar lo que le debe gustar”, dice el Hearst de Welles en El ciudadano Kane. Sí, pues, entre pases, quiebres, chanfles y chalacas, estamos transmitiendo valores. Tal vez tendríamos que ser un poquito más conscientes de eso. No es fácil, pero hay que tratar.


Patiotrasero

nexo “Lo mejor que me ha pasado es salir de la televisión. Dicen que la ‘tele’ me extraña, pero yo no la extraño”. [César Hildebrandt, periodista televisivo, 2012]

“Concortv está a veces de adorno. Es integrado por personas muy capaces, pero no puede influir significativamente sobre los medios de comunicación”. [Rosa María Alfaro, presidenta de Concortv, 2012]

“Programas así existen en todo el mundo. No seamos más moralistas que el resto. Los romanos entretenían a las multitudes con pan y circo”.

[Pedro Pablo Kuczynski y su defensa al programa El valor de la verdad, 2012]

“Señores, el éxito es el éxito… El rating es el rating”.

[Laura Bozzo muestra su apoyo a Beto Ortiz, tras la muerte de Ruth Thalía Sayas, 2012]

“Es clarísimo el propósito desestabilizador que usted está escenificando en el país con ese video. Yo lo hago responsable de la infamia que me agrava a mí y a mi familia… Y lo hago responsable de las consecuencias políticas que este hecho puede tener”. [Valentín Paniagua, entonces presidente del Perú, acusa a Nicolás Lúcar de emitir una falsa noticia en el programa Tiempo Nuevo, 2001]


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