Anexo, edición 19

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el color de la piel

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discriminación racial

Año 6 | Nº 19 | noviembre-diciembre 2011 | www.ulima.edu.pe | Fotomontaje: Lino Anchi

Las particularidades del racismo en el Perú y por qué es tan difícil derrotarlo.


Racismo con salsa peruana

La comida nos integra y los complejos nos dividen. Escribe Álvaro Arce

Que un presidente

establezca una diferenciación y diga que existen ciudadanos de primera y segunda clase es una muestra lamentable de lo asentado que se encuentra el racismo en el país. Ello ocurrió en el 2009 cuando Alan García lanzó una advertencia a los nativos amazónicos ante la ola de protestas, desmanes y bloqueos de carreteras que protagonizaban en defensa de lo que ellos consideraban su territorio. “Ya está bueno. Esas personas no tienen corona, no son ciudadanos de primera clase. ¿Qué le pueden decir 400 mil nativos a 28 millones de peruanos? ¿Tú no tienes derecho de venir por aquí? De ninguna manera, ese es un error gravísimo y quien piense de esa forma quiere llevarnos a la irracionalidad y al retroceso primitivo”, fueron las palabras del entonces jefe de Estado. Que las haya dicho a los micrófonos de los periodistas resultó un agravante. Las críticas llovieron sobre García y hasta ahora acumula el descrédito por ello. La escena también sirve para hacer un diagnóstico del racismo en el Perú: está tan arraigado entre los peruanos que lo hemos naturalizado al punto de volverlo un hábito. Nos parece normal ‘cholear’ al microbusero que nos cierra el paso o mirar de reojo al moreno que camina cerca de nosotros mientras protegemos nuestros bolsillos, como si la ineptitud o la delin-

cuencia fueran defectos asociados al color de la piel. Así las cosas, según el sociólogo Gonzalo Portocarrero, pese a que la discriminación racial es cada vez más censurada y repudiada, todavía “posee una alta capacidad de moldear nuestras formas de sentir y pensar al otro”. Pero lo curioso es que en el Perú se construye una forma especial de racismo. El historiador Nelson Manrique explica que “el racismo es un producto cultural y por lo tanto un producto humano”. Y agrega que “se construye históricamente y varía dependiendo del país y de la sociedad”. A diferencia del apartheid sudafricano o de la segregación racial en los Estados Unidos de la posguerra, contextos en los que era fácil detectar y señalar a los negros, Manrique señala que “en el Perú ese procedimiento es imposible debido a la mezcla biológica que hace enrevesado el problema”. Desde el punto de vista de Portocarrero, en el Perú coexisten el racismo y el mestizaje, cuando a simple vista parecen conceptos diferentes como el agua y el aceite. A su parecer, ello “hizo que fuera tan difícil en un principio identificar la existencia del racismo y que ahora vivamos una suerte de ‘pigmentocracia’ en la que opera una evaluación de la calidad de la persona de acuerdo a su aspecto físico”. Asimismo, opina que el racismo peruano es más individualizado y contextualizado: “Su manifestación tiene que ver con la persona que tenga uno delante. Un sujeto que en un deter-

A na Castañeda

informe


03 Muros de la vergüenza. Si bien forjar espacios de encuentro y negociación es vital para expulsar el racismo de nuestra cotidianidad, en el Perú persiste la mala costumbre de cerrar las playas para crear zonas exclusivas. La imagen captada en el 2009 por Ana Castañeda, editora gráfica de Nexos, es una excepción a la regla. Mamachas y chicas cosmopolitas pueden cruzarse en la Costa Verde de Lima y ser parte del mismo paisaje.


informe minado ambiente puede ser percibido como cholo, en otro puede pasar como blanco”. En esa lógica, Manrique afirma que sufrimos de una “disonancia cognitiva” debido a que la aceptación de las teorías que descalifican el racismo no se refleja en el trato con los demás. Entretanto, Portocarrero asegura que dicho desfase entre la forma de pensar y el comportamiento tiene dos tipos de correlato: “Desde la perspectiva de los blancos se presenta un sentimiento de culpa por contar con beneficios que no están basados en la ley. Y desde la posición de los discriminados, se aprecia una sensación de envidia y resentimiento”.

La ecuación del racismo Una particularidad del racismo peruano es que en su manifestación no solamente influye el color de piel. El sociólogo Walter Twanama propone un ‘modelo matemático para cholear’ en el que confluyen múltiples variables sociales: “Indicios de estatus económico, manejo del castellano o del idioma y rastros de acentos regionales o del ámbito rural”. Además, afirma que ese mecanismo de discriminación se pone en marcha casi de manera automática y que tiene una ligazón muy fuerte con el aprendizaje de los patrones estéticos a temprana edad. “Por esa razón y porque es un método que se realiza a conciencia, creo que es muy difícil que se pueda corregir”, agrega. Twanama aprovecha para resaltar otras características de la discriminación racial en el Perú: “Para empezar, el ‘cholear’ no es el privilegio de un grupo, sino que recorre toda la población. Y para terminar, no existe el cholo puro. El cholo se crea en la interacción”. De esa manera, cuando dos peruanos se encuentran cara a cara y por primera vez “se origina un proceso mudo por el cual ambos definen si van a tratarse como iguales o si uno de los dos va a ‘cholear’ al otro”. Así como la discriminación racial afecta las dimensiones más íntimas de nuestra vida cotidiana, también actúa como un factor de desencuentro social a gran escala. ¿De qué nos priva exactamente el racismo? Portocarrero resuelve que “nos otorga un sentido de individualidad poco dado a la cooperación y a la solidaridad, lo que entorpece la colaboración social”.

Pleno en conflicto. En el 2009, Correo puso de manifiesto en su portada (no sin intencionalidad) los errores ortográficos y de sintaxis de la congresista nacionalista y quechuahablante Hilaria Supa, en ese entonces titular de la Comisión de Educación del Congreso. Enseguida, su colega Martha Hildebrandt criticó el “precario castellano” de Supa y exigió cierto “tamiz académico” para los legisladores.

En esa línea, el psicólogo social Agustín Espinosa afirma que ese flagelo “traba la consolidación de la empatía colectiva. No nos afecta el dolor de aquel que no pertenece a nuestro grupo social. El racismo desalienta la integración del país”. Las observaciones de ambos especialistas no carecen de pruebas: que cada año fallezcan niños en las zonas altoandinas del Perú a causa de las heladas, sin que se ejecuten medidas de prevención, es un claro ejemplo de la apatía generalizada.

El rico racismo Manrique sostiene que “a diferencia de la gastronomía, el racismo impide que nos enriquezcamos de la mutua diversidad”. Reconoce que cumple una función social en la medida que es usado para legitimar y negar derechos, así como para determinar qué lugar le corresponde a cada uno dentro de una composición estamental de la sociedad. Para él, uno de los efectos más perniciosos del racismo es que “naturaliza las diferencias socioeconómicas como resultado de la biología, y que cuando uno interioriza que es inferior por cuestiones ‘naturales’ o estéticas, la realidad aparece tan inmutable como el mismo orden biológico”. Las implicancias psicológicas del racismo no se mueven en un solo carril. Alcanzan tanto a la víctima como al victi-

mario. Para Espinosa, las secuelas en el afectado perduran como una impresión de constante vulnerabilidad que merma su autoestima. Al mismo tiempo, el sujeto se refugia entre sus pares como si fueran un escudo contra posibles ataques. En cambio, el agresor fabrica explicaciones sociales para justificar o edulcorar su prejuicio. Se vale del racismo como si utilizara una credencial de pertenencia a su grupo y para mantener su ventaja social. Por lo tanto, es comprensible que niegue ser racista. Si lo hiciese, pondría en juego su estilo de vida. Sin embargo, en el Perú acaece un fenómeno por demás singular: en ocasiones, entre las mismas personas discriminadas suele haber discriminación. Espinosa sugiere que eso se debe a “un problema en la falta de seguridad para la construcción de una identidad propia”. Añade que “se persigue una readecuación a algo que se supone que tiene mayor valor social”. Dicho afán esconde un razonamiento aún más perverso al que Espinosa llama “la lógica del traidor interno”. Es decir, el incesante deseo de vejar al otro para calmar la ansiedad de sentirse superior, por más que provengan del mismo lugar: “Aquí interviene la creencia de que mientras más arriba uno se ubique en la pirámide, más gente tendrá debajo para agredir”. Luego hace una aclaración: “Visto así, el debate en torno al racismo puede distorsionarse hasta llegar al lado del clasismo”.


05 Las víctimas, definitivamente, no son insensibles. Incluso con ello, Espinosa recalca que hay cierta aceptación al dolor y que las sociedades jerarquizadas perduran “por la tolerancia de la gente de bajo estatus que se somete a la repartición injusta de bienes y poderes”. Los cuatro especialistas consultados por Nexos coinciden en que la vergüenza que significa reconocer que uno es discriminado hace que las voces de protesta de los mismos perjudicados permanezcan en silencio. Manrique juzga que esa reacción de apocamiento es obra de una “interiorización de la ideología racista y de la falta de conciencia sobre los derechos fundamentales”. Esa penosa realidad tiene las huellas de los medios de comunicación y de las agencias publicitarias que venden una fantasía al espectador a partir de la uniformidad en los modelos que escogen para promocionar sus productos. Pese a ello, Portocarrero indica que la paulatina desaparición del racismo como un tema tabú y que esa palabra empiece a generar cada vez menos escozor es un hito: “La sociedad está buscando plantear una postura crítica y firme contra ese fenómeno”.

Fórmula errada. Twanama revela que un peruano discrimina racialmente a otro luego de analizar a nivel cerebral variables sociales y lingüísticas como en un problema matemático.

Tentáculos venenosos Al ser el racismo un lastre tan virulento, no es de extrañar que repercuta en otras áreas de la sociedad, sobre todo en la democracia de un país. Twanama señala que la subrepresentación política de las comunidades indígenas en el Congreso es una muestra de cómo la

Realidad asimétrica. Para Portocarrero, la lógica de ”a más mestizaje, menos racismo” no se aplica en el Perú.

Despertar. Tras décadas de indiferencia, las campañas sociales contra el racismo son más recurrentes.

discriminación puede debilitar a dos poderes del Estado: el Ejecutivo y el Judicial. “Cada tiempo aparece un gobierno que defiende la inclusión social pero no la aplica por varios motivos, entre ellos el menosprecio y la benevolencia enraizadas con respecto al ciudadano nativo. Hay una respuesta sentimental ante el racismo y se hacen las cosas más con el corazón que con la cabeza”, argumenta. Manrique es igual de enfático y subraya que es “prácticamente inviable constituir un orden democrático si no hemos solucionado primero el racismo, pues por el momento no todos somos iguales ante la ley. Lo que pasa es que la democracia crea un espacio de igualdad al que llamamos ciudadanía, pero que en la realidad no funciona”. Tampoco vacila al afirmar que la discriminación racial es un factor de atraso para el país, en parte porque vuelve una utopía el elemento central para el progreso: la meritocracia. Bajo esa perspectiva, Portocarrero señala que el

racismo agrieta la economía cuando se forjan redes en donde las personas con autoridad manipulan el acceso al mercado laboral según el color de piel y los gustos personales. Y como si fuera poco, estrecha el circuito de comunicación que se necesita para la prosperidad de las actividades comerciales. Urge tomar cartas en el asunto. No obstante, la iniciativa de solución debe provenir de las autoridades. Hay que velar para que las políticas de inclusión social propuestas por Ollanta Humala no queden en simples buenas voluntades. El racismo se traspasa de generación en generación y se aprende por costumbre a través de los malos ejemplos. Si bien la educación familiar es importante en el proceso de erradicación de ese flagelo, la tarea también empieza por cada uno. Portocarrero afirma que absolutamente todos los peruanos estamos “cruzados por el racismo” y que eso se encuentra lejos de ser algo definitivo. Finaliza: “No puede ser tan difícil vivir sin ‘cholear’ en el país”.

Sendero Luminoso y la “guerra política” Si bien el racismo nunca fue parte del discurso oficial de Sendero Luminoso durante los años de terrorismo y menos fue esgrimido para justificar su lucha armada, Nelson Manrique opina que sí tuvo mucho que ver. “Más allá de que la prédica terrorista estaba marcada por un sesgo clasista, si uno mira la forma cómo fue acatada e interpretada se dará cuenta de que estaba permeada por el conflicto racial”. Walter Twanama señala que si “Sendero Luminoso hubiese reivindicado el racismo, la cosa habría sido más sangrienta”.

Al inicio de la década de los ochenta, el presidente Fernando Belaúnde encargó a la Marina de Guerra lo medular de la lucha contra Sendero Luminoso. Dijo que la lucha contra las huestes de Abimael Guzmán era ‘política’ y que solamente los marinos estaban en condiciones de batallar en ese nivel, desdeñando al Ejército por la supuesta falta de formación académica de sus miembros, hecho que era asociado con el estatus social. Nunca calculó Belaúnde que algunos miembros de la Marina de Guerra conver-

Comandante Camión. El marino Álvaro Artaza Adrianzén, jefe militar en Huanta, representó la intolerancia castrense en Ayacucho.

tiría esa lucha ‘política’ contra el terrorismo en una de las peores formas de racismo. Un joven oficial de ojos verdosos no podía establecer empatía con un comunero ayacuchano y súbitamente el andino pasaba a convertirse en un presunto subversivo. De la información consignada en el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) se desprende que la mayor cantidad de muertos y desaparecidos se presentó en las zonas que estaban o habían estado bajo custodia de la Marina de Guerra.


UL/Oliver Lecca

central

Racismo al derecho y al revés

Historias relacionadas con el color de piel. Aquí el éxito y el fracaso de algunos personajes.

Murgueytio y Cubillas

Punto de quiebre. La campaña electoral del 2011 resonó por los ataques racistas entre los votantes y los candidatos. El drama se agigantó con el uso de las redes sociales y la permisividad de algunos medios de comunicación. En la foto, miles de ciudadanos esperan la llegada a la Plaza Dos de Mayo del triunfador de la segunda vuelta, Ollanta Humala.

El hombre del quepí. El general (r) Alfredo Murgueytio es ahora jefe de Indeci. ¿Pudo haber alcanzado el máximo rango militar en la Marina de Guerra?

Tiene 58 años. Nació en Ica y pertenece a la promoción Teniente Coronel Juan Bautista Zubiaga de 1975. Su nombre es Alfredo Murgueytio Espinoza, llegó a ser general de división del Ejército y ahora es jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil. Murgueytio comandó uno de los batallones que participó en la ‘Operación Cuchara’ ejecutada en 1992 en Madre Mía(Huánuco) para erradicar el narcoterrorismo en el Alto Huallaga y cuya principal base militar estaba bajo las órdenes


Escribe Juan Rosales

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El Negro Mama y Jacinta

‘Los Malditos’ de Larcomar Félix Luciano Cuenca saltó a la fama en marzo del 2010 por robar dos millones de soles de un camión de seguridad de la empresa Hermes. Rápidamente el programa televisivo El Especial del Humor puso al aire un sketch que parodiaba el suceso con la participación de El Negro Mama, interpretado por Jorge Benavides. La ONG Lundu pidió que El Negro Mama fuera retirado de las pantallas porque agredía a la comunidad afroperuana. Mortificado, Benavides sostuvo que esa parodia resaltaba la “bondad y los buenos valores” de las personas de color. Lo curioso fue que algunas figuras afroperuanas de la farándula como Carlos Vílchez, Martín Farfán y Pepe Vásquez respaldaron el sketch. El personaje dejó de aparecer en Frecuencia Latina, pero retornó a inicios del presente año. Ahora, tanto El Negro Mama como La Paisana Jacinta comparten pantalla en dicha casa televisora, mientras que la organización Lundu amenaza con acudir a organismos internacionales de derechos humanos en señal de protesta.

del actual primer mandatario Ollanta Humala. Pocos hombres de color han llegado a ese grado en el Ejército del Perú y esa es una realidad muy diferente a la que ocurre en Estados Unidos: Colin Powell, nacido en Jamaica en 1937, llegó a ser general de la Armada y secretario de Defensa en el gobierno de George W. Bush. Antes había participado en la Guerra de Vietnam, en la Invasión a Panamá, en la Guerra del Golfo Pérsico y encabezó las operaciones bélicas en Irak contra Sadam Hussein. Fue el primer afroamericano en ocupar puestos de esa magnitud.

Era una típica noche miraflorina. Junio del 2008. Cuatro muchachos de piel cobriza paseaban en bicicleta por las avenidas Juan Fanning y Larco cuando fueron detenidos por la policía, en el marco de una cinematográfica movilización de patrulleros. Poco tiempo después, el impopular alcalde de ese distrito Manuel Masías los presentó como ‘Los Malditos’ de Larcomar. Pero no eran delincuentes. Familiares y amigos de los ciclistas protestaron y reclamaron justicia con ayuda de los medios de comunicación. Masías se defendió y alegó que su municipio era plural, humanitario y que nunca había brindado un trato discriminatorio a los afectados, más allá de haberlos presentado como ladrones sobre ruedas. Una historia parecida vivió en 1999 un ciudadano negro que fue impedido de ingresar al café La Tiendecita Blanca de Miraflores. El agraviado tenía la intención de buscar a unos amigos en ese establecimiento, pero fue interceptado sin recato por un agente de seguridad. Le dijeron que era imposible que entrara al elegante local porque “no podía tener un conocido adentro”.

De vuelta al panorama nacional, es inevitable referirse al general PNP Raúl Cubillas Arizaga, quien llegó a ser jefe de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (Dinincri) y director de la Policía Nacional del Perú. Pese a afrontar actualmente procesos judiciales por presuntos actos de corrupción, es difícil negar que su presencia en esos altos cargos reivindicó a las minorías afroperuanas. Es hermano del popular Teófilo El Nene Cubillas.

Troy y el monstruo El 9 de setiembre de 1954 la prensa limeña informó que un niño de tres años y medio había sido encontrado muerto en la famosa quebrada de Armendáriz. Vecinos de la zona declararon que habían visto a un “zambo de baja estatura y de ojos rasgados” cerca del lugar del asesinato y así comenzó a cocinarse en el imaginario popular la figura de Jorge Villanueva Torres, bautizado por la prensa como El monstruo de Armendáriz. Su detención se produjo luego de que un turronero afirmara que Villanueva le compró a un niño un dulce de melcocha y que luego se lo llevó de la mano. Presentó como ‘prueba’ una moneda ‘entregada’ por el acusado. Tres años después, el juez que llevaba el caso, de acuerdo con la autopsia realizada al infante, determinó que no había indicios de violación y retiró los cargos. Sin embargo, la presión social pudo más y Villanueva fue condenado a muerte por el delito de homicidio. El 12 de diciembre de 1957 fue fusilado. Debido a las dudas, la historia puede parecerse a lo ocurrido con el afroamericano Troy Davis, condenado a la inyección letal en Georgia (Estados Unidos) por haber presuntamente asesinado a un policía blanco en 1989. Nunca existieron pruebas materiales que vinculen directamente a Davis con el asesinato y el arma del crimen nunca fue hallada. Fue Hermanos. ejecutado pese Troy Davis siempre a que siete de acudió con traje al juzgado de nueve testigos Georgia, pero fue presenciales ejecutado con ropa de reo. Arriba, su se retractaron predecesor peruano: en sus testiEl monstruo de Armendáriz. monios.


entrevista Wilfredo Ardito:

“El racismo es una ideología victoriosa” El psicoanalista Jorge Bruce sostuvo que las elecciones del 2006 develaron la fractura social del país. Cuatro años después, en los comicios que colocaron a Ollanta Humala en Palacio de Gobierno, aparecieron los mismos fantasmas. ¿Cómo se manifestó ese problema? Con el racismo, doloroso fenómeno cuya negación solamente sirve para acentuarlo y volverlo impune.

Entrevista Juan Rosales Foto Oliver Lecca

Wilfredo Ardito es acti-

vista de derechos humanos y un esforzado promotor de la erradicación del racismo y la discriminación en el Perú. Habla con mucha pausa y es de trato amable. Nos recibió en un salón de clase. También es docente universitario. ¿Todavía somos una sociedad racista? Sí. Somos una sociedad sumamente racista. Las personas son juzgadas por el color de su piel y tenemos muchísimos prejuicios. A

Sin distinción legal. El Código Penal sanciona como delito la discriminación racial en su artículo 323 porque “anula o menoscaba el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos de la persona”. Pese a ello, hace poco el Club Villa de Chosica fue denunciado por implementar baños para empleadas domésticas.

pesar de que la población blanca es minoritaria, la mayoría de gente que no lo es mantiene una serie de prejuicios que van en contra de sí misma y que están muy extendidos. ¿Cómo explicar el racismo en una sociedad multirracial? Podría creerse que el racismo se presenta sobre todo en sociedades con una mayoría étnica... El Perú ha tenido una historia de mucho racismo y era una minoría la que ejercía el poder. En la colonia fue así, pues había una minoría de ascendencia europea. En la República no hubo un cambio porque significó la llegada de más migrantes europeos que man-

tuvieron aquellos criterios. El hecho de que seamos una sociedad multirracial ayuda más bien a encubrir el racismo y nos lleva a pensar que no somos tan racistas cuando sí lo somos. Aquí una de las características del racismo es la negación: muchos prefieren pensar que no somos racistas porque aceptarlo sería muy doloroso. Uno tendría que identificarse como discriminado, discriminador o ambos. ¿Cuál es la raíz del problema? Es un problema histórico no resuelto. Hay una serie de prejuicios que los conquistadores crearon y que se mantuvieron en la República. Por otro lado, nosotros todavía aceptamos la desigualdad como natural y que los


09 Pseudociencias del terror El otrora campo de concentración de Auschwitz en Polonia es el símbolo del exterminio racial perpetrado por los nazis liderados por Adolfo Hitler y cuyas causas (para ellos) se encontraban científicamente justificadas. En el siglo XIX, por ejemplo, el Conde de Gobineau señaló en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas que los germanos descienden directamente de los arios, grupo ‘superior’ que dio origen a los pueblos indoeuropeos. Adolfo Hitler conjugó esa teoría con la craneometría, técnica que asociaba las medidas de la cabeza humana con el nivel intelectual del sujeto. De esa forma se creía que los blancos, que tenían un cráneo de mayor tamaño, eran más hábiles que los negros y los gitanos, poseedores de medidas óseas más pequeñas. Los nazis también se sustentaron en la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin para determinar que los individuos más fuertes e inteligentes debían sobrevivir a costa de otros. De allí nació la eugenesia nazi que buscaba eliminar (matar) aquello que pudiera ‘contaminar’ la raza aria: delincuentes, enfermos mentales, discapacitados físicos, disidentes políticos, pedófilos, homosexuales, haraganes y dementes. El rostro de un delincuente Otra corriente muy controvertida del siglo XIX fue la fisiognomía, debido a que relacionaba características

indígenas sigan viviendo en la pobreza y en el analfabetismo. La sociedad no es interpelada ni cuestionada y esa insensibilidad permite que el racismo continúe. Por eso una de las tareas fundamentales del Estado es reconocer y detectar esos problemas que la sociedad quiere negar porque le resultan muy incómodos.

Nuestro racismo

¿Cuáles son las particularidades o características del racismo en el Perú? En primer lugar, es un racismo negado. Otra característica es que no es padecido por una minoría, sino por una mayoría. Lo

físicas (especialmente las faciales) con la personalidad. El fundador de la criminología antropológica, Cesare Lombroso, dijo ser capaz de identificar científicamente vínculos entre la naturaleza de un crimen y la apariencia física del autor material. En esa lógica, un criminal era ‘identificable’ si tenía mandíbulas largas, frente baja e inclinada, pómulos grandes, orejas redondas, labios carnosos, ojos duros y furtivos, barba escasa o calvicie, insensibilidad al dolor, brazos largos y nariz aplastada, respingada o aguileña.

particular es que esa mayoría no controla el poder, ni los medios de comunicación, ni la economía. Además, es un racismo que no se asocia con la xenofobia: aquí el extranjero es más apreciado por la población. Otra característica es el autoracismo: el racismo ha sido internalizado por sus propias víctimas y por ello podemos decir que es una ideología victoriosa. Muchos peruanos creen que las personas blancas son superiores, más guapas o de mejor presencia. La idea de que todos somos iguales porque somos mestizos… ¿es una coartada para tapar el racismo? Es un error decir que todos somos iguales,

Dudoso honor. En el 2009, la organización internacional Survival ‘distinguió’ a Correo por publicar el artículo de opinión más racista del mundo. El texto señalaba que los nativos peruanos eran salvajes que debían ser bombardeados con napalm.

deberíamos decir que debemos ser iguales. Un niño de una comunidad campesina no tiene las mismas posibilidades que un niño de Chacarilla. No podemos ver la igualdad como un hecho real sino como una meta. El reto es que el Estado logre que ambos niños tengan las mismas oportunidades. Decir que somos iguales se puede manipular para decir que no hay desigualdad. De otro lado, me parece que el mestizaje es una ficción. Hay millones de peruanos mestizos pero también millones de peruanos que no lo son. Hay descendientes de europeos que son tan blancos como sus abuelos o tatarabuelos, lo que no es malo. Es solamente un hecho de la realidad. Lo mismo ocurre con los descendientes de los orientales y de los indígenas. Decir que todos somos mestizos es lo mismo que afirmar que somos iguales. Diariamente nos tratamos de manera distinta según los rasgos físicos. El discurso del mestizaje no ayuda a superar el racismo, solamente lo hace más complejo. Es mucho más manejable el racismo existente en Estados Unidos porque allí los que sufren son una minoría y se hace fácil identificar a los discriminadores y a los discriminados. En el Perú, un compatriota puede alternar su identidad y pasar de discriminador a discriminado. Ello hace que nuestra situación sea enrevesada y que sea urgente la aplicación de políticas que busquen una solución al problema.

Felicidad negada

¿Es el racismo inseguridad con uno mismo? Por supuesto. Implica cómo me veo o cómo me quiero ver. Muchas personas ‘cholean’ a alguien que es muy parecido a ellas. Cuando una persona ‘cholea’ a otra es porque se siente insegura y necesita compararse para sentirse superior. Esa es la raíz de muchas actitudes discriminatorias. ¿El racismo es ocultado por temor a la sanción social? El racismo no se ha ocultado y eso lo vimos en las elecciones del presente año. Muchas personas en las redes sociales lanzaron expresiones racistas y discriminatorias. Hay quienes pueden ser racistas delante de sus amigos, familiares o por internet. Por eso el racismo


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entrevista se mantiene en muchas prácticas y actitudes de la gente. Somos educados desde pequeños para clasificar racialmente… Así es. Hay muchos problemas de racismo en los nidos. Cuando se pierde algo le echan la culpa al cholo o al negro y con ellos no quieren jugar ni bailar. Son situaciones frecuentes. Por ejemplo, un niño pasea con su madre por un parque y ella le señala a una niña. Luego le dice que es muy linda porque es blanca y rubia. Entonces el niño se observa a sí mismo y piensa que él no lo es. Así vemos que padres, familiares y medios de comunicación van difundiendo ese tipo de mensajes que no hacen otra cosa que construir estereotipos.

Alejandro Toledo. Su informalidad reforzó la errada idea de que los cholos eran poco afectos al trabajo y a las buenas costumbres. La ‘hora Cabana’ y su supuesto gusto por el alcohol originaron recurrentes bromas en la televisión.

Políticas públicas

¿Cómo construir consensos y desarrollo igualitario en una sociedad tan desintegrada? Ese es el reto del Perú. Los gobiernos han intentado negar la existencia del racismo y eso ha impedido detectar las causas del problema. El racismo no se solucionará súbitamente cuando la gente se despierte siendo menos racista. Se resolverá con la aplicación de políticas públicas generadas por el Estado. ¿En qué flancos debe trabajar el Estado para superar el problema? En educación y medios de comunicación. Los medios de comunicación refuerzan agresivamente el racismo. No puede haber publicidad discriminatoria en canal 7. En la publicidad se muestra a personas blancas y rubias que son la minoría en el Perú. Se sigue construyendo el ideal de belleza y felicidad en función de eso. Y todos los contenidos relacionados con niños son similares: los pequeños no pueden tener mayor autoestima si se sienten asociados a la pobreza y al maltrato. Hay una gran responsabilidad de los medios de comunicación y es ahí donde el Estado

debe intervenir. Luego está el ámbito educativo. En ese sector se podría enfrentar el problema, pero lamentablemente se refuerza. Incluso hay colegios con niños blancos que son la minoría y que sufren hostilidades. Además, debería existir una ley contra toda forma de discriminación. Ya se han aprobado ordenanzas en algunas municipalidades de Apurímac, Junín y Huancavelica, pero se necesita una norma nacional para sancionar determinadas conductas. Ha dicho que el Estado debe intervenir en los medios de comunicación, pero ello podría colisionar con la libertad de expresión… Sí. Pero así como sucede con otro tipo de libertades, alguien puede tener una fábrica pero no debe contaminar el medio ambiente. El daño que hace el racismo es similar al de la contaminación: se difunden mensajes perjudiciales para la sociedad que refuerzan los estereotipos. Entonces la libertad de expresión tampoco puede generar que se profundicen aquellos estereotipos racistas.

El papel del Presidente

Ollanta Humala. Ha centrado sus esfuerzos en la inclusión social y en la mejora de la calidad de vida. Si el balance de su gobierno resultara positivo en el 2016, ello mejoraría la imagen que la ciudadanía tiene del cobrizo.

¿Qué representa Ollanta Humala en ese contexto? Creo que Ollanta Humala y Alejandro Toledo representan a gente de ciertos sectores, mientras que otros los rechazan porque los ven como unos cholos. Ello puede explicar por qué la población era más severa con Toledo que con Alan García, pese a que ambos favorecían las inversiones. Toledo tenía muy poca popularidad debido a que la sociedad es más dura con las personas que poseen ciertos rasgos físicos. Tal vez con Ollanta Humala cambie el estereotipo de la gente y no se asocie al cholo con el personaje mujeriego, f lojo e irresponsable. Es posible que Humala tenga una noción más clara del racismo. Toledo no tocó el tema. Espero que

Humala enfrente el problema con mayor seriedad. Se cree que hay grupos étnicos menos inteligentes que otros... ¿Cómo desbaratamos científicamente esa teoría? Es un racismo totalmente anticientífico. Por eso es interesante lo que ocurre con Ollanta Humala, porque los estereotipos son desbaratados por la misma realidad. Una persona indígena es tan competente como una persona blanca, pero eso no se muestra en los medios de comunicación. Hay ciertas prácticas que pueden ser frecuentes en algunos grupos, pero eso no es biológico, sino cultural porque hay un entorno que las genera. El problema empieza cuando se piensa que un grupo se encuentra biológicamente determinado para ser competente o incompetente en algo.

Marina de Guerra

Tenemos instituciones muy ligadas a ciertos sectores étnicos... ¿Cómo es que la Marina de Guerra se consolidó como un bastión de gente blanca? Creo que hay un espíritu casi de casta. Se buscan personas de ascendencia europea para quienes los rasgos físicos y los apellidos son muy importantes, sean compuestos, italianos o alemanes. Además, la Marina de Guerra usa un filtro que es la estatura y eso genera discriminación indirecta. La estatura que exigen es predominante en personas blancas y no en andinos. La Marina de Guerra jamás reconocerá que no quiere que esas personas ingresen como cadetes. Lo que hace es solicitar un requisito aparentemente neutro pero que tiene un impacto negativo y mayoritario en un sector. ¿Existen las razas? Hablar de razas implica vincular el aspecto biológico con el aspecto físico, moral e intelectual. No existen las razas entre los seres Wilfredo Ardito tiene una voz particular. Pareciera que disfruta cada palabra que pronuncia. Tal vez desearía que la voz de la gente se vuelva áspera en cada marcha de protesta contra la discriminación por el color de piel en el país.


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La Página11

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Por Eloy Jáuregui (*)

Periodismo de color modesto Lo que pesa el racismo en el periodismo y el papel de los afrodescendientes en la televisión peruana. La discriminación por el color de la piel palpita.

(*) Profesor de la Escuela de Humanidades de la Universidad de Lima.

Elejalder Godos es un

periodista afroperuano. Negro, le decíamos todos en aquel tiempo. Trabajaba en cinco medios de comunicación, menos en la televisión. En 1980 fui su jefe aunque él era más sabio. Allá, en el diario que fundamos, Godos merecía viajar a las Olimpiadas de Moscú. No lo dejaron, un negro no podía representar al periodismo peruano. En aquel tiempo, en El Comercio, uno de los jefes de la sección Deportes era el periodista Guillermo Alcántara, también afrodescendiente. Él fue enviado por el periódico de los Miró Quesada al mundial de Argentina 78 y le tocó cubrir aquel 21 de junio el episodio más miserable del fútbol peruano: la goleada de 6 a 0 que los argentinos le aplicaron a la selección de Marcos Calderón. Su informe fue impecable. Decía la verdad: “Algo extraño había pasado en los vestuarios de la sede de Rosario”. Ahí donde el arquero peruano, el rosarino Ramón Quiroga, junto a Rodulfo El Negro Manzo, le regalaron aquel triunfo a los dueños de casa para que al final ganasen el título mundial más sangriento de la historia del fútbol. Fue durante la dictadura de Rafael Videla, hoy condenado por asesinato. Cito a ambos personajes, pero hay más. Pedro Mina Silva, con quien trabajé en Pregón Deportivo con el maestro Óscar Artacho y José Pepe Carrión, brazo armado del insobornable Tito Navarro de Campeonísimo. En esos días había un dicho en los corrillos de la prensa deportiva: “Los negros solamente piensan hasta las 12 del día”. No era cierto, era más. De los varios periodistas afroperuanos con los que trabajé hace 32 años, casi no queda ninguno. No aumentaron en cifras. Alan Diez, dos más y pare de contar. Los otros son (somos) cholos, chinos, zambos, sacalaguas, ponjas y un

Augusto Ferrando. No era negro, pero sí un zambo con mucha calle. Por más de 30 años condujo Trampolín a la Fama en canal 5 y eso le convirtió en el animador más exitoso y duradero de la televisión peruana. Mientras era criticado por maltratar y aprovecharse de la necesidad económica de su público, Ferrando acuñaba una frase que marcó una época: “Buenas tardes, lindísima gente”. Murió en 1999 y a su entierro asistieron miles de personas.

par de albinos. ¿Y qué tiene que ver el color de la piel con la excelencia en el trabajo periodístico? Nada. Es racismo sobreviviente, subyacente, acechante e inmundo como el que exponen los columnistas de Correo Andrés Bedoya Ugarteche, Luis Rey de Castro o José Barba Caballero. Cierto, todos bajo la batuta del director Aldo Mariátegui.

El cuento de Ribeyro En el entrañable cuento de 1961 intitulado De color modesto, Julio Ramón Ribeyro narra la historia de Alfredo, un artista joven que en una fiesta en una casa miraflorina decide ingresar a la cocina, y ebrio de ron ‘enamora’ a una mujer afroperuana que pertenecía a las domésticas de la casa. Así la seduce y la saca a bailar para luego ser expulsados de la residencia. Después la lleva al malecón y la besa hasta que son descubiertos por un patrullero. Uno de los guardias le increpa: “¿Qué cosa hace con una persona de color modesto?”. En la comisaría, Alfredo le reclama al policía y le dice que es su novia. Por ese atrevimiento fue ‘condenado’ a pasear al Parque Salazar, lugar que Ribeyro describe como una “especie de vitrina de la belleza vecinal”. La vergüenza del personaje de Ribeyro no es ajena al imaginario de los peruanos. El racismo tiene en el periodismo la manera más democrática de asentar sus bases de exclusión. Las agendas de los medios de comunicación, aunque no son explícitas, alimentan esa forma retrógrada de excluir elegantemente a los peruanos que no fueron favorecidos por nacer con piel blanca. En el caso de la televisión, son contados los afroperuanos que aparecen en programas, digamos, de corte ‘serio’. Los más están en espacios cómicos, en talk shows y casi siempre representado a jóvenes gays. Aquello provoca la inmediata reacción (el ‘rebote’ informativo) de la prensa escrita que los ubica en las páginas de Espectáculos, siem-

pre tratando de fusionarlos con personajes del deporte y con el mismo color de piel.

Ciclistas malditos Existen casos emblemáticos de manejo mediático deplorable y racista. El 14 de junio del 2008, El Comercio y Correo, haciendo eco de una vieja costumbre de la prensa irresponsable, denunciaron a tres jóvenes ciclistas que cometieron el único delito de circular por las inmediaciones del hotel Marriot. Seguidos por cámaras de seguridad, fueron detenidos violentamente por tres patrullas del serenazgo de Miraflores. Al día siguiente, la policía los presentó como ladrones y microcomercializadores de drogas. Fue el mismo alcalde Manuel Masías, reconocido personaje homofóbico, quien anunció la captura y bendijo el apodo de ‘Los Malditos’ de Larcomar. Descubierto el tremendo error, Masías jamás pidió disculpas y salvo los programas de Beto Ortiz y de Rosa María Palacios, que mostraron esa lamentable muestra de racismo, nadie hizo más. En resumen, su delito fue no ser blancos.

Negritas bellas Si uno observa la televisión peruana encontrará pocos rostros que no son de piel blanca. Salvo Mónica Cabrejos o Adriana Zubiate, animadoras de programas de divertimento en televisión y con deliciosas estructuras afroperuanas, las ‘negras’ brillan por su ausencia. Y uno se pregunta si acaso el 2011 no es el año de los descendientes afroperuanos. Y si acaso la ministra de Cultura, la cantante Susana Baca, no es afrodescendiente. Por supuesto. Pero uno, al fin y al cabo, observa que los medios de comunicación siguen utilizando el simulacro y la simbolización de una verdad asumida por todos, y que el periodismo peruano exacerba, pone acento y denigra. Como diría don Ricardo Palma, el panorama periodístico “tiene un negro futuro”.


Patiotrasero

nexo Bloqueen trenes, asalten turistas y cóbrenles 100 dólares por entrar a Machu Picchu […] En lugar de alucinarse romanos frente al resto de peruanos y de odiar y envidiar a los limeños, dejen de hacer el ridículo con esa bandera gay y de sobrevivir de recuerdos y de ruinas”. [Aldo Mariátegui, febrero del 2007]

De inmediato les salió el complejo de choledad a las dos “nativas con características étnicas definidas” (término que reemplaza oficialmente al aparentemente peyorativo ‘indio’) y ambas aullaron: “¡Discriminación, discriminación!” ¡Por la metagalaxia! Si Iberia fuese ‘lorchófoba’ no tendría frecuencias en el Perú. [Andrés Bedoya Ugarteche, diciembre del 2006]

Las esterilizaciones forzadas no son solamente un delito imprescriptible. Son también un racismo indescriptible. [César Zamalloa, octubre del 2011] No me opondría a que Hilaria Supa presida la Comisión de Educación si fuera graduada en Oxford. [Martha Hildebrandt, setiembre del 2010] Los peruanos tenemos los dones espirituales de los genios creadores de los incas. Ellos nos dejaron los dones de la inteligencia del cobrizo, superiores a la inteligencia de los amarillos asiáticos, de los blancos europeos o de los negros del África. [Isaac Humala, junio del 2011]


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