Anexo, edición 18

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periodismo

nexo Enrique Zileri detecta los problemas del quehacer periodístico en el Perú y las nuevas amenazas a su libertad. Oído a la rotativa.

entre tanques y leguleyadas

UL/Hugo Alejos

Año 6 | Nº 18 | setiembre-octubre 2011 | www.ulima.edu.pe

peruano


informe

Ni muy distantes del pasado como para perder la perspectiva ni muy advenedizos para hablar sin fundamentos. Cuatro periodistas de la políticamente convulsionada generación de los noventa (Mónica Vecco, Pedro Tenorio, Pablo O’Brien y Juan Carlos Luján) se sobreponen a su apasionamiento y hacen un diagnóstico sobre el quehacer de la prensa nacional. Para mejorar es fundamental que las nuevas hornadas periodísticas reciban una mejor formación ética y académica y que los empresarios asuman a la prensa como un negocio responsable y orientado al bienestar social.

Periodismo

entre luces y arenas


En la Boca del Diablo

03

10 de la noche, estudios de Santa Beatriz. Mávila Huertas se prepara para conducir una nueva edición de América Noticias, el noticiero nocturno con mayor sintonía del país. Arriba: Edmundo Cruz recorre los terrales de Huachipa, buscando las fosas que escondieron los cuerpos de los nueve estudiantes y un profesor de La Cantuta. Dos formas de hacer periodismo en el Perú. Ambos son docentes universitarios.

Desde que apareció

Escribe Álvaro Arce Fotos Hugo Alejos

un 1 de octubre de 1790 el Diario de Lima, primer periódico de América Latina fundado por Jaime Bausate y Meza, la prensa peruana ha enfrentado una serie de altibajos y casi siempre ha salido airosa. No es que al periodismo le vaya mejor en tiempos de restricciones a la libertad de expresión, sino que allí se suelen poner a prueba sus capacidades de indagación, compromiso y meticulosidad. La historia política del Perú se ha ocupado de sembrar el camino de la prensa nacional con personajes nefastos para su ejercicio, algunos más virulentos que otros. Destaca en primer lugar Augusto B. Leguía, quien gobernó el país en dos oportunidades: de 1908 a 1912 y de 1919 a 1930. El Perú vivió 15 años bajo su dominio, tiempo suficiente para neutralizar a la oposición. Durante su primer periodo ordenó que turbas asaltaran las instalaciones del diario La Prensa, tras un intento fallido de golpe conducido por Nicolás de Piérola. Las revueltas concluyeron con el apresamiento del director Alberto Ulloa Cisneros. En su segundo mandato, valiéndose de la misma estrategia, volvió a arremeter contra dicho medio de comunicación y también contra El Comercio, tomando el control de sus imprentas. Luego, en el gobierno de Manuel A. Odría (1948-1956) apareció Alejandro Esparza Zañartu, el ‘Vladimiro Montesinos’ de la época y que inspiró a Mario Vargas Llosa para crear

al personaje Cayo Bermúdez de la novela Conversación en la Catedral. Si bien fue presentado como ministro de Gobierno, su verdadera función fue dirigir la represión política del régimen contra la oposición. En 1968 se produciría el golpe de Estado liderado por Juan Velasco Alvarado, por entonces jefe del Ejército y presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, quien derrocó y deportó a Fernando Belaúnde a Argentina. La irrupción militar en Palacio de Gobierno trajo consigo serias consecuencias para la libertad de prensa. Velasco Alvarado gobernó hasta 1975 y su sucesor, el general EP Francisco Morales Bermúdez, lo hizo de 1975 a 1980. Ambos expropiaron y confiscaron numerosos diarios y canales de televisión, entregando su propiedad a comités directivos nombrados a dedo por el gobierno.

Verano negro No obstante, los cuatro periodistas entrevistados por Nexos coinciden en que no hay personajes más aciagos para la prensa nacional que Alberto Fujimori (presidente del Perú de 1990 al 2000) y su asesor Vladimiro Montesinos. Durante la década del noventa, ambos emprendieron una lucha frontal contra la pluralidad de opiniones y compraron las líneas editoriales de casi la totalidad de canales de televisión. Asimismo, Montesinos destinó alrededor de 22 millones de dólares provenientes del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) para adquirir


El Comercio

informe los llamados ‘diarios chicha’ y así calumniar a sus adversarios e impulsar la permanencia del régimen. También utilizó a la Sunat para ejercer presiones tributarias sobre los medios de comunicación y periodistas independientes. ¿Qué diferenciaba a Fujimori y a Montesinos de los otros personajes mencionados? Pablo O’Brien, actual editor de investigaciones de Canal 9, recuerda un pensamiento de Paco Igartua, fundador y director de la extinta revista Oiga: “En el pasado, cuando cerraban un medio de comunicación, el periodista se marchaba con un halo de héroe. En la época de Fujimori y Montesinos caía la Sunat. Entonces no eran periodistas censurados, sino simplemente periodistas quebrados”. Mónica Vecco, exjefa del equipo de investigación de Contrapunto, sostiene que con Fujimori el periodismo peruano experimentó su peor crisis porque “adoptó un estilo lumpen de portadas denigrantes y que lamentablemente continúa porque la prensa aún no ha hecho un mea culpa”. Pese a la zozobra de aquellos años, hubo un pequeño sector de la prensa que creyó en la independencia y que obstaculizó las pretensiones dictatoriales del fujimorato. Surgieron y se fortalecieron muchas unidades de investigación que significaron un dolor de cabeza a los gobernantes debido a sus continuos destapes. Pedro Tenorio, director de la revista Correo Semanal, afirma que “se hizo un periodismo de excelente calidad durante los noventa, gracias a que medios de comunicación como Caretas y La República, sin olvidar los programas televisivos de César Hildebrandt, mantuvieron una actitud crítica y fiscalizadora”.

Back to school Ahora el periodismo de investigación en el Perú afronta nuevos retos. Con el regreso a la democracia, pareciera que su trascendencia ha empezado a diluirse, sin importar que en el pasado brindara prestigio y seriedad a los medios de comunicación que lo utilizaron. Vecco explica que a los empresarios “les resulta muy costoso e incómodo porque cuestiona asuntos que muchas veces colisionan con sus intereses comerciales”. Uno de los efectos más peligrosos que ha provocado el debilitamiento del periodismo de

Aula y calle. El periodista y novelista chileno Alberto Fuguet escribió en su conocido libro Tinta Roja (abajo) que el periodismo se aprende también en las calles. Al lado, Mónica Vecco y Pedro Tenorio, periodistas curtidos durante la década de los noventa en un contexto hostil para la prensa nacional. Trabajaron en La República y Caretas, respectivamente.

investigación es que ahora los medios no cuentan con una agenda propia. Juan Carlos Luján, exeditor web de El Comercio, reconoce que “hoy los políticos imponen su agenda a los medios de comunicación, cuando debería ser al revés”. El genoma del hombre de prensa peruano ha cambiado con el curso de los años, para bien y para mal. Vecco dice que “en el pasado había periodistas empíricos que conocían y se formaban en las calles, en los bares y en las mismas

redacciones. Ahora se ha profesionalizado el oficio y uno puede pensar que ello ha sido beneficioso, pero vemos que no es así. El periodista de hoy cada vez lee menos, tiene menos capacidad de análisis y escribe peor”. Por su lado, Tenorio señala que el problema radica en que “las universidades tienen un cuerpo docente dedicado básicamente a la enseñanza y que está divorciado del ejercicio de la prensa. Entonces los periodistas salen a traba-


05 Prensa y conciencia Lima es libre. Del 14 al 18 de octubre se llevará a cabo en Lima la 67 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa. La temática de los seminarios abordará las innovaciones tecnológicas en los medios de comunicación y la situación de la prensa en el continente. El presidente Ollanta Humala ha sido invitado para inaugurar el evento.

jar con herramientas muy limitadas”. Por ejemplo, el ejercicio y la enseñanza de la escritura se encuentran disueltos en amplios y enrevesados sílabos, cuando deberían ser concretos y transversales. Como Luján bien lo dice: “Ante la farandulización de los medios de comunicación, el saber escribir lo vuelve a uno irreemplazable”. El periodismo televisivo nacional también padece por la insuficiente formación profesional, más allá de las consabidas limitaciones económicas y tecnológicas, realidad que ha ocasionado su estancamiento con relación a otros países de la región. Hugo Coya, productor general de prensa de América Televisión, señala que “no existe en el Perú una auténtica carrera de reporteros televisivos como en Argentina, Brasil, Colombia y Chile”. Y agrega que “la mejor prueba es la casi total ausencia en la pantalla chica de reporteros mayores de cuarenta años debido a que se privilegia el reclutamiento de reporteros inexpertos por consideraciones estéticas y salariales”.

Periodismo ‘tecno’ Un punto a favor del periodista moderno es su natural acercamiento a las nuevas tecnologías. El quehacer periodístico se ha diversificado y

el manejo de los nuevos dispositivos es esencial para sobrellevar los avatares del reporteo diario. Luján reflexiona: “El periodismo ha sentido la pegada de internet. La aparición de blogs ha generado mucha competencia. Cualquiera publica lo que quiere y puede plantar rumores. Y si el medio de comunicación no verifica esa información, cae en la trampa”. Luego precisa que internet “empobrece la calidad periodística al provocar que una marca maneje dos productos distintos, como ocurre con la versión web y la versión impresa de El Comercio”. En cambio, Vecco sostiene que “la tecnología no tiene por qué mermar la rigurosidad periodística porque solamente es un medio para conseguir información”. Y en ese sentido, señala que su presentación depende de la capacidad del periodista. Agrega que desafortunadamente la deficiente formación ha convertido al reportero trotador de antaño en un hombre sedentario y oficinista por la tentación del fácil acceso a los datos a través de internet.

Propietarios y demonios

Matices sobre un crimen. Apenas ocurrida la masacre de los Barrios Altos (1991) en manos del Grupo Colina, se hicieron evidentes las distancias editoriales entre La República y Expreso. Gajes de la libertad de expresión.

En la otra orilla habitan los dueños de los medios de comunicación. Para Tenorio, ellos “nunca han visto de muy buena gana el tener que lidiar con periodistas de carácter cuestionador. Por ese motivo muchas veces contratan a abogados y economistas para que se desempeñen como periodistas”. Si bien es cierto que sin independencia económica no hay independencia periodística, la existencia de corporaciones mediáticas bajo la figura de monopolios u oligopolios reduce el abanico informativo y uniformiza el flujo de la opinión pública. Pero también entrañan un peligro mayor: cuando atraviesan dificultades financieras se vuelven vulnerables ante los intentos de chantaje, soborno e intervención. O’Brien señala que “por eso vimos desfilar a los broadcasters por las oficinas del SIN en plena crisis televisiva”.

Plumas y camisetas La línea que separa la opinión de la información ahora es más delgada y confusa. Varios ejemplos

Juan Gargurevich, uno de los pocos historiadores del periodismo nacional, es tajante al afirmar que la cláusula de conciencia (aquella que le otorga la facultad al periodista de no realizar o firmar una nota que va en contra de su convicción) perdió toda esperanza de ser regulada en el Perú: “En la dictadura del general Juan Velasco Alvarado se promulgó una ley que exigía a los dueños de un medio de comunicación publicar información contraria a sus opiniones. De esa manera, el sindicato de trabajadores de El Comercio publicó una editorial contra sus jefes. Los propietarios quedaron escamados desde esa época y aún les cuesta aceptar disonancias”. Reniega de que en el Perú no existan observatorios que señalen los errores de la prensa y no cree en el valor de los códigos de ética impuestos en los medios de comunicación. Sin embargo, sí apuesta por los principios de cada periodista: “La ética debe estar presente en los espíritus de los hombres de prensa. Los códigos de ética siempre han sido letra muerta”.

de ello ocurrieron en las pasadas elecciones presidenciales. O’ Brien confiesa que quedó muy descontento con la cobertura periodística porque “los periodistas tomaron partido, se pusieron las camisetas y hasta hicieron campaña”. Incluso, sostiene que “hubo varios medios de comunicación que ocultaron información y se hicieron de la vista gorda”. De acuerdo con Tenorio, hay notas “con más interpretación que datos objetivos y eso a veces responde a que el director le dice al periodista que ‘golpee’ a alguien. El periodista organiza los datos y si no los tiene, los elabora de acuerdo a su parecer”. Sin embargo, afirma que “sí hay medios de comunicación que tienen claro el lugar de la opinión y de la información”. Más allá de que en el Perú abundan buenas iniciativas periodísticas traducidas en diarios, revistas y programas de televisión, también afloran proyectos alternativos como blogs y colectivos sociales que empiezan a ganar notoriedad. Para Vecco, la impresión negativa que se tiene acerca de la prensa nacional se debe a que “los periodistas mejor preparados están ubicados en los medios de comunicación menos masivos. El potencial está allí”. Atención empresarios y directivos de medios de comunicación.


central Las nuevas

dictaduras y el periodismo blando

Escribe Álvaro Arce

Es un hecho que el perio-

Candados en las puertas de los medios de comunicación, militares asaltando redacciones, periodistas encarcelados. Todas fotografías en blanco y negro que empiezan a desteñirse. Sin embargo, la integridad de la prensa no se encuentra a salvo. La organización privada The Freedom House reporta que en América Latina hay 14 países con independencia periodística de modo parcial, entre ellos el Perú, junto a nueve en los que es casi inexistente. Hoy los mecanismos de censura contra la prensa son más refinados y menos bárbaros. Pero igual o peor de nocivos.

AFP/Francisco Batista

dismo siempre ha sido un factor incómodo para las dictaduras. Mario Vargas Llosa dijo al recibir el Premio María Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia (New York) que “precisamente porque el periodismo garantiza la libertad, todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información”. La diferencia es que ahora no se expropian medios a la fuerza o se asesinan a periodistas, sino que las medidas represivas se han sofisticado hasta volverse casi lícitas en algunas ocasiones. Para el internacionalista Juan Velit Granda, en los “últimos tiempos los dictadores han desarrollado mecanismos que tienen una pátina de legalidad, porque les avergüenza que se les compare con las figuras jurásicas de los regímenes militares”. Hugo Chávez, quien asumió la presidencia de Venezuela en 1998 y que desde entonces ha sido elegido dos veces más mediante controvertidas elecciones populares, recorta la libertad de prensa en su país negando la renovación de licencias a los medios de oposición. Con esa medida ha retirado del aire a por lo menos 33 emisoras de radio y televisión por considerarlas “golpistas” y ha advertido a otras 200 que podrían correr la misma suerte. Por otro lado, su homólogo ecuatoriano Rafael Correa, de orientación nacionalista al igual que Ollanta Humala, ha entablado demandas millonarias por injuria a un diario y a tres periodistas. Lo mismo hizo Evo Morales en Bolivia contra un semanario que lo involucró en un caso de contrabando. Además, recientemente promulgó la Ley de Telecomunicaciones que reordena la distribución de frecuencias de radio y de televisión, impone las transmisiones de mensajes presidenciales y autoriza las escuchas telefónicas en casos excepcionales. Una réplica fáctica del modelo chavista. Cristina Fernández de Kirchner, quien ganó con amplia mayoría las elecciones primarias del presente año y se encamina firme

Los duros. Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales formaron un bloque socialista que ocasiona turbulencias políticas en la región. Problemas de salud deterioraron la permanencia de Chávez y Castro en el poder, algo que no pudo hacer la opinión pública de sus países.


Granma y el modelo cubano

hacia un segundo periodo en la presidencia de Argentina, hace lo propio amenazando con fijar un precio igualitario al papel periódico. Con ello busca amedrentar y paralizar a los dos periódicos más importantes del país gaucho, La Nación y Clarín, cuyos propietarios poseen acciones en la mayor empresa proveedora de dicho insumo. Al respecto, el analista internacional Ariel Segal apunta que “por más cauces legales que se hayan usado para hostigar a un medio de prensa, todos esos mecanismos constituyen igual una forma de censura”. Entre los artilugios coercitivos de moda también figuran la publicidad oficial y su asignación arbitraria entre los medios amigos del gobierno en desmedro de los críticos, la persecución a periodistas a cargo de los cuerpos fiscales de inspección y hasta los ‘delitos’ inventados por los servicios de inteligencia. Lo mismo que hacían Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori.

Cuando Fidel Castro tomó el poder de Cuba en 1959, sus palabras hicieron presagiar que respetaría la libertad de expresión. Pero al cabo de unos meses clausuró absolutamente todos los periódicos del país. Luego se creó el diario oficialista Granma, nombre heredado del yate en el que arribó el dictador caribeño a las costas orientales cubanas para iniciar la lucha guerrillera. Granma perdura hasta hoy como el único medio de comunicación de la isla. Entre otras, el gobierno castrista estableció en 1999 una ‘ley mordaza’ Dama perenne. De ideología peronista y socialista, Cristina Fernández se ha enfrentado a los diarios Clarín y La Nación, los principales de Argentina. Aspira a un segundo mandato.

Prensa fácil La prensa nacional no ha podido (o querido) escapar de los nuevos métodos de censura sutil y ha tenido en Alberto Fujimori a su principal victimario. Como se recuerda, el encarcelado presidente echó mano durante su mandato a la Sunat para ejercer presiones tributarias sobre los medios hostiles a su régimen. También compró las líneas editoriales de varios periódicos y canales de televisión, coludido con su asesor Vladimiro Montesinos. Además, creó los llamados diarios ‘chicha’ para calumniar a sus adversarios. Ariel Segal opina que “la censura es practicada en la actualidad con fines populistas y sirve fundamentalmente para callar a la voz de oposición”. Y agrega que “el control de la opinión pública es vital para su subsistencia”. No obstante, acota que durante el gobierno fujimorista se mantuvieron ciertos medios independientes con el objetivo de aparentar ‘respeto’ por la libertad de prensa. Y es que una de las características de las nuevas dictaduras o autocracias, de acuerdo con Segal, es que “se presentan detrás de una fachada democrática”. Es decir, se valen de comicios populares para asaltar el poder y

Dandy autoritario. Rafael Correa es economista y presidente de Ecuador desde el 2006. Sus relaciones con el Perú son inmejorables, pero no con la prensa de su país.

acapararlo bajo ese antifaz de legitimidad. No obstante, Fabián Vallas, columnista de Nexos y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, agrega que “atentar contra la libertad de prensa no es algo exclusivo de las dictaduras. Los gobiernos democráticos también censuran. No hay uno que no haya tratado de manipular la información”. Si bien durante el segundo gobierno de Alan García no hubo intentos flagrantes de coerción a la prensa, Vallas remarca que sí hubo “hechos polémicos que dejaron entrever intolerancia por parte del exmandatario”. El cierre de la radio La Voz de Bagua, luego de los incidentes del 5 de junio del 2010 en la tristemente recordada Curva del Diablo, es uno de ellos. La cobertura que hizo dicha emisora, en la que reportaba la violencia desmedida con la que supuestamente actuó la policía contra los nativos del lugar, no agradó en Palacio de Gobierno. Otro fue el protagonizado por el presidente del Poder Judicial, César San Martín,

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que castiga hasta con 20 años de prisión a quienes critiquen al régimen. Así han sido encarcelados cientos de disidentes, entre los que figuran varios periodistas.

quien impulsó el debate en el Congreso de un proyecto de ‘ley mordaza’ que pretendía sancionar con pena de cárcel a quienes difundieran audios obtenidos a través de la interceptación telefónica.

Confianza empeñada La victoria de Ollanta Humala en los comicios presidenciales del 2011 ha develado muestras de autocensura en los medios de comunicación del Perú. La intempestiva salida de Rosa María Palacios de América Televisión y la escasez de programas de opinión en la parrilla televisiva son síntomas de ello. Para Vallas se trata “de una renegociación de poderes, una posición de retirada ante un nuevo e inesperado escenario político” y pone como ejemplo la debilidad con la que trató El Comercio el sospechoso viaje de Alexis Humala a Rusia, muy diferente a la intensa cobertura brindada por otros medios de comunicación. Los tres expertos consultados para el presente informe son cautos a la hora de afirmar si Ollanta Humala representa o no un riesgo para la libertad de prensa. Si bien en dos meses de gobierno no han existido señales negativas, reconocen que el jefe de Estado arrastra un pasado castrense que no les permite ser muy optimistas. Velit Granda lo sintetiza así: “Mis dudas pasan por el hecho de que Humala tiene una formación militar, que es poco democrática y con una cosmovisión bastante jerarquizada. No está acostumbrado a escuchar las opiniones de los demás, aunque es verdad que la cosas en el mundo castrense están cambiando”.


entrevista

“La investigación es el camino del periodismo, el más serio y el más puro”

Enrique Zileri, el periodista que durante décadas dirigió Caretas y que más persecuciones sufrió en la prensa nacional, recibió a Nexos un jueves por la tarde, después de las clásicas reuniones del quinto piso con sus editores para cocinar los temas que harán fruncir el ceño a algunos políticos. En la siguiente entrevista, entre otras cosas, resalta el papel de la prensa investigativa y señala que el exceso de opinión en las coberturas noticiosas está matando la información y las primicias. Entrevista Alex Ruesta Foto Hugo Alejos

En el 2007,

Zileri delegó la dirección de Caretas a su hijo Marco. Podría estar viviendo momentos sabáticos, luego de comandar miles de cierres desde la década del sesenta, pero se resiste a dejar el periodismo. ¿Cuál ha sido la mejor época periodística de Caretas? Quisiera decir que ahora. Hacemos esfuerzos por superarnos. ¿Por qué ahora? Porque soñamos siempre con una revista mejor. Nunca estamos satisfechos con lo que es Caretas. Es un esfuerzo constante y pensamos que muchas veces lo logramos. Hay semanas en las que la revista sale brillante porque tiene primicias y está muy bien escrita. ¿Qué otros momentos recuerda? La época de Velasco Alvarado o el golpe de Alberto Fujimori, cuando le colocamos una cruz sobre su rostro. Esas son ediciones que se agotan y en las que se corren riesgos extremos. Ahí es cuando dices: “Vamos a ver hasta dónde se puede llegar”. ¿Quiénes integraban aquellos equipos periodísticos? En la época de Velasco Alvarado trabajó César Lévano, pero después nos peleamos. También estuvo César Hildebrandt, con quien hicimos una huelga de hambre. ¿Qué los caracterizaba? Un espíritu de rebeldía. Mientras más éra-

Nunca más, 1992. Repudio por el autogolpe de Alberto Fujimori.

Terror y muerte, 2003. Deslinde con Sendero Luminoso.

Sangre en la portada, 1997. Mariella Barreto, agente del SIE asesinada.

mos golpeados, de inmediato se activaba una rebeldía en aquellos y otros periodistas realmente dedicados a su trabajo. En nuestra carrera existe un elemento de romanticismo: se sabe que no brinda mayores réditos económicos, pero sabemos que es una aventura maravillosa y fascinante porque nos relaciona con los grandes acontecimientos. ¿Cuál ha sido el periodista más difícil de conducir? En primer lugar tratamos de no conducir, sino de ponernos de acuerdo. Por ejemplo, la prensa norteamericana tiene un libro de estilo. Cuando ingresa un joven periodista le entregan ese libro, que alberga también los principios éticos. Por tanto, existe una especie de regla. Acá no tenemos eso, pero tratamos de estar en esa línea. ¿Es verdad que César Hildebrandt y César Lévano formaron un sindicato dentro de Caretas? Fue Lévano en determinando momento. Es allí donde rompimos. ¿Por qué? Consideró que debíamos estar más cerca de la ‘revolución’ de Velasco Alvarado. ¿Cuál fue el periodista más rebelde que ha pasado por la revista? César Hildebrandt. Un tipo absolutamente brillante. Nunca tuvimos diferencias fundamentales. Recuerdo que una vez se fue y después volvió a Caretas. ¿A dónde se fue? A trabajar con el gobierno. ¿Con Velasco Alvarado?

César se entusiasmó realmente con el proyecto del Sinamos, organismo creado por los militares para organizar y manejar a la población. Después, cuando Caretas volvió a circular (fue clausurada por Velasco Alvarado) y caído el gobierno militar, lo busqué. ¿Alguno de sus periodistas lo ha decepcionado? ¿Ah?... [piensa] Tengo una pésima memoria para las decepciones. Recuerdo mis sueños y en ocasiones los dibujo, pero mis pesadillas las olvido. En Caretas, curiosamente, hay un espíritu que se asemeja a la solidaridad de un circo. Somos como los trapecistas que nos damos la mano con un espíritu de solidaridad espontánea.

Opinión sin información

¿Qué cualidades del otrora hombre de prensa faltan en las redacciones actuales? Hay demasiada opinión y poca información, noticias y primicias. Hay un exceso de sesgo. ¿Cuáles son las principales fortalezas de los periodistas peruanos? Hay mucha imaginación. La prensa peruana es casi como el Perú y su cocina: divertida. ¿De qué adolece el periodista nacional? De meticulosidad. Es también parte del descuido nacional. ¿Están bien formados nuestros periodistas? Creo que cada vez hay mejor formación. ¿Las universidades forman buenos periodistas? Existe todo un debate: si las escuelas de


09 Prensa en los genes. Hijo de la mítica Doris Gibson, fundadora de Caretas, Enrique Zileri recibió en 1975 el Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia (Nueva York) por su trayectoria y resistencia periodística.

comunicación son el esquema adecuado para la formación de periodistas. Ahora se tiende a juntar todo en las facultades: publicidad, relaciones públicas, marketing, periodismo y otras especialidades. Y en ocasiones las relaciones públicas son exactamente lo opuesto al periodismo. Es allí donde entramos a un conflicto. ¿No prefiere la formación autodidacta? Por otro lado, hay ese tipo de formación. Había un periodista autodidacta chileno que decía: “Mira, loco, agarra la guía telefónica y dásela al chico. Dile que primero aprenda a leer eso”. Tal como se hacía antes. ¿Se hace buen periodismo hoy? Creo que hay un problema. Me parece que en ciertas emisoras radiales como RPP se hace buen periodismo. Tengo la costumbre de levantarme a las seis de la mañana y escuchar radio. Dos horas después, cuando desayuno, ojeo los diarios y resulta que sé más de lo que estoy leyendo. Los periodistas de investigación son ‘lobos esteparios’ en extinción. ¿Cómo define la crisis del periodismo de investigación? Es un problema porque una investigación periodística cuesta dinero y tiempo. Se tiene que confirmar la información y no enamorarnos de nuestra tesis. Si nos hemos pasado tres meses investigando y al final descubrimos que lo que pensábamos no era cierto, cabe preguntarse si estamos dispuestos a dejar esa investigación. En esta época de Internet y de televisión en vivo, el periodismo debe tener un alto grado de investigación. Un periodista no puede dejar de investigar. Creo que ese es el camino del periodismo, el más serio y el más puro. ¿Vamos por ese camino? Creo que hay casos. Sin embargo, si uno prende la televisión observa que actores y comedian-


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entrevista La crisis total. Zileri sostiene que el peor error de Velasco Alvarado fue confiscar los diarios para entregarlos a los gremios agrícolas, pesqueros y educativos, entre otros. Gobernó el Perú entre 1968 y 1975.

El Comercio

tes desempeñan el papel de periodistas y hacen la agenda de los medios de comunicación. ¿Dónde están los periodistas de investigación? Lamentablemente es así. Lo que llegó a pasar en la televisión es que semana a semana había que difundir una primicia. Y cuando no había primicia, se inventaba o especulaba haciendo casi una acusación. Ello fue un problema. El periodismo de investigación requiere temas confirmados, bien trabajados. A veces faltan los equipos. Un programa como 60 Minutos (producido en Estados Unidos y emitido por la cadena CBS) posee diez periodistas trabajando en cada investigación. Ese es el camino. ¿La tecnología ha mermado la rigurosidad periodística? Un periodista y amigo me decía que el periodismo de Internet es el periodismo karaoke: todo el mundo se levanta y canta. La idea con la tecnología es que complemente al periodismo. Para buscar datos y por su velocidad, es muy útil. Sin embargo, para elaborar conceptos y opiniones más sofisticadas es necesario un periodismo más narrativo.

Periodismo y ética

Enemigos de la prensa

¿Quiénes le han hecho más daño al periodismo nacional en los últimos 50 años? [Risas] ¿Quieres que me fusilen? Te juro por Dios que no hago inventarios. Imagino que Esparza Zañartu, Vladimiro Montesinos y Velasco Alvarado fueron personajes siniestros... Creo que la mayor estupidez en términos periodísticos fue la confiscación de los diarios en 1974. Creían que con esa medida los militares iban a tener algún poder y ese fue el gran error de la dictadura de Velasco Alvarado. Los periódicos fueron entregados a la ‘sociedad organizada’. El Comercio pasó al sector agrícola, que fue la tontería más grande al ser un diario muy limeño. Asi-

mismo, Expreso pasó al sector educación y así. Era un enredo. En Expreso crearon un comité editorial formado por maestros, alumnos y padres de familia. Y al último, los periodistas. Sin embargo, al final todo pasaba por las manos de un militar. ¿Recuerda otros golpes contra la prensa peruana? El autogolpe de 1992 fue un momento muy triste para la prensa nacional. Intervinieron los periódicos, entraron tropas a cada uno de los medios de comunicación y cortaron ciertas transmisiones. Una radio siguió transmitiendo hasta que los militares quitaron los micrófonos. No sabíamos lo que iba a pasar. La República salió con unas páginas en blanco. El Comercio criticó la toma de los diarios, pero luego fue saliendo con información que obviaba el tema. Al principio, la televisión fue una tenaz opositora hasta que se amansó. Es allí cuando fueron comprados los dueños de los canales de televisión. No solamente los compraron con publicidad, sino con millones de dólares.

El oscuro vecino. Casi al final del gobierno de Velasco Alvarado, apareció en Chile el general Augusto Pinochet, cuyo régimen persiguió y asesinó a sus opositores. Gobernó de 1973 a 1990.

¿Se puede ser periodista y a la vez asesor o consultor de grandes empresas? Algunos lo hacen… Ese es un problema grave. En Caretas dividimos la publicidad y la información. Claramente advertimos al lector qué es publicidad y qué no lo es. ¿Cómo un periodista puede contrarrestar los silencios informativos de sus empresas periodísticas ocasionados por los intereses económicos y políticos? Creo que un periodista no debe cerrarse a tener otro empleo. Por ejemplo, uno de tipo académico, en una ONG o en alguna institución internacional, siempre que no colisione con la línea editorial del periódico. Si el periodista entra en conflicto con la línea editorial del medio de comunicación… ¿por qué es compli-

cado aplicar la cláusula de conciencia como ocurre en otros países? La cláusula de conciencia le otorga al periodista el derecho a negarse a cubrir cierta información porque su convicción es contraria a la orientación de esa nota. En España existe. Algunos periódicos la establecen y me parece una buena idea. ¿Y por qué no funciona aquí? Porque en el Perú funciona más o menos espontáneamente. ¿Son beneficiosos los monopolios u oligopolios en la prensa? En el Perú funcionan los grupos RPP, El Comercio y Epensa, entre otros… No se llega a cerrar un monopolio u oligopolio perfecto. ¿Cuántos diarios hay en Lima? Cinco o seis, aparte de los que pertenecen a la misma cadena y que manejan líneas diferentes. Muchas ciudades norteamericanas tienen uno, desde hace años, perteneciente a una cadena. El Comercio, con presencia en la televisión y propietaria de tres periódicos más, es el grupo económico más fuerte, pero también está La República, que es su socio minoritario en América Televisión. Por otro lado, Epensa posee la mayor circulación a nivel nacional. No diría que en el Perú hay realmente un oligopolio. ¿En esos grandes medios de comunicación se ha instaurado una cultura de conformismo y de miedo a crear cosas diferentes? Lo que estoy notando en la prensa diaria es un sesgo muy marcado. Una cosa es mantener principios y ciertas convicciones políticas, pero otra es publicar información sesgada. Hay titulares de primera página que son editoriales. No sé si es conformismo o convicción. ¿Es un riesgo real el gobierno de Ollanta Humala? En estos momentos no. Enrique Zileri agita las manos al hablar. S iempre . P ero se quedan quietas con la última pregunta. Si desde 1821 a la actualidad el Perú ha sufrido los manotazos de 32 dictaduras… ¿No sería lo más prudente estar alertas ?


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Por Eloy Jáuregui (*)

El más vil de los ofidios

He escrito demasiado; he publicado barbaridades; he dicho tonterías; he sido periodista. [Víctor Hurtado Oviedo]

(*) Es profesor de la Escuela de Humanidades de la Universidad de Lima.

Yo iba

para ingeniero de minas, los libros me salvaron. Hoy soy periodista, de aquellos llamados del 24/7. Mi padre, que era un viejo librero, no quería que escriba. Y yo escribía por amor. Un día me encontró un poema erótico que tenía como ‘finalidad’ el cuerpo de una prima lejana. Dolores se llamaba. Todos le decían Lola. Mi padre murió hace 31 años, el tiempo exacto que escribo periodismo. Pero no soy periodista profesional, sí hormonal. La pesquisa, la inmersión, la entrevista y la curiosidad vinieron con mi ADN. Luego, en la universidad me enseñaron deontología, ética, autocensura y sumisión. Más aprendí de la ley de la calle. Pero soy académico endémico, tengo tres profesiones, tres hijos, tres mujeres. Yo iba para ingeniero de minas. El periodismo me salvó, y temo decirlo, soy feliz. Vivo en el fetichismo de la información. En esas autopistas del tráfico hacia aquello ignoto, desconocido. Damas y caballeros, de eso se trata. De la extraña idolatría por las revelaciones conmovedoras y urticantes. Habita entre nosotros la gula de la confidencia capital. “Existe hambre de pan y de noticias y de justicia” hubiese dicho, si hoy uno no estuviera en el invierno limeño mirando el cielo de la ciudad –esta es su geografía y sus grafías, sus dramas y sus gramas, huyendo con las sombras de la tarde aquí, en un gabinete de una de las mejores universidades del Perú. Aquí tramo, tejo y despojo un manojo de información. Una suerte de aquelarre de reescritura y de textos tejidos en otro huso. Es cierto. Y así como tramo el rastreo a dentelladas, así evito la anorexia y la lipoescultura en un complejo sistema adiposo de la hiperinformación. Ese es el detalle y el talle del presente texto, esa su columna más periodística que vertebral.

Eloy Jáuregui nació en 1955 en Surquillo. Formó parte de uno de lo grupos poéticos más emblemáticos de Latinoamérica: Hora Zero. Actualmente es columnista del diario La Primera y brinda charlas sobre periodismo y literatura en el Perú y en el extranjero.

La columna de una práctica que el viejo Luis Miró Quesada de la Guerra trató de describir así: “El periodismo, según como se ejerza, puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios”. Oficio que hoy es un ofidio erecto que apuntala más con tramas que con ganas el cielo raso de la prensa escrita, en donde fui amanuense, conserje, redactor, editor y director de cuanto emporio mediático me soportara.

Amores con rencores He trabajado con los mejores y peores periodistas de mi país. Los amo tanto como a mi conciencia. Ellos influyeron en mi rebeldía y en la opción ineludible de ser libre. Cuando trabajaba en El Comercio no me querían, pero me necesitaban y me publicaban. Cuando publiqué en La República me encariñaban pero no me pagaban. La vez que trabajé en Panorama de canal 5, me odiaban porque hacía rating. Igual, seguí escribiendo con ardor y pasión. Mi texto de una versión periodística es una clara perversión regular de un acto público que hasta ayer fue privado. Por ello soy cronista, utilizo a Borges como a Norman Mailer o a Hemingway, paradigmas cuyos utensilios literarios le otorgan un dulce veneno a mi escritura. Es periodismo puro, cierto, pero escrito a reversa de lo factual. Páginas publicadas de otra manera, con otra atmósfera, con otro pellejo, con otros amores y rencores. Perdón, el plural es mío. Digo amor como lo entiende García Márquez, a quien le viene bien esta paráfrasis: El amor no es el que uno vivió, sino el que uno recuerda y cómo lo recuerda para contarlo. He publicado hace un poco más de un lustro un libro de crónicas y hace poco he reincidido en la contravención con dos libros más que me hacen inmensamente dichoso. Pero vivo agitado por la ficción. Es la escritura de actuación lo que me embriagaba. Pero sé

que antes debo recurrir al magma del país, su destino, sus actores. Cierto, con el mismo gen que signa a otros escritores de todos los días, yo me he construido a mí mismo a punta de juntar palabras. Clono la mayoría, remacho a lo macho las frases, aborto en otras lo imposible del abordo gramatical. He ahí mi travesía y mis naufragios.

Entre el sueño y la justicia No obstante, no he parado de escribir erecto. Eso ha ocurrido cuando me he preguntado sobre las razones de ese quehacer, el de escribir, aquello de confirmar en grafías las ideas y los sueños, pues no siempre estoy de acuerdo con los otros: esos que también escriben. En mi caso, me interesaba el hablarme al oído dudando a más no poder. No a las certezas tajantes, jamás a las afirmaciones inapelables. En ese proceso del grado cero de la escritura, hipótesis e impulsos eléctricos ganan la necesidad de hallar la certeza a partir de sus opuestos. Por eso algunos doctos me han tildado de chiflado más que de huachafo, aunque creo que es lo mismo. En el fondo, ese ‘escribir’ tiene bastante de experimento, de voluntad más de aprender que de enseñar, de esfuerzo por mejorar el mundo, de humanizar a tanto usurero, de liberarse de la angustia de las miserias, de hacerse conocido más que famoso y de construir un mundo para que lo habiten menos imbéciles. Cuando mis alumnos me preguntan por qué escribo periodismo en libros, tengo que decirles que es porque eso me libra de todo. Es una necesidad de justicia y diversión, de enseñar y liberarme de mis angustias. No escribo por dinero, lo hago por ese genital placer de ser equitativo, sereno e impasible. De eso se trata, de vencer el rigor de la muerte, de que un texto sea imperecedero, ni para envolver pescado ni para ser un miserable. Escribo así, como me hubiese gustado leer.


Patiotrasero Quiero que vean en mí a un defensor de los derechos humanos y de la libertad de prensa y de expresión en el Perú. [Ollanta Humala, julio del 2011]

nexo El proyecto modifica el artículo 162 del Código Penal y castiga la interceptación, la interferencia y la difusión de conversaciones e imágenes privadas. No solamente de conversaciones telefónicas, sino también de información de e-mails y redes sociales.

[César San Martín, sobre la llamada Ley Mordaza, julio del 2011]

Reporteros sin Fronteras (RSF) celebra su compromiso, pero le pide ir más allá. Quisiéramos la despenalización total de los delitos de prensa en Perú. Los periodistas ya no deben temer la posibilidad de ir a prisión. [Respuesta de

RSF a Ollanta Humala]

Silencia y manipula la información, deforma los hechos, abre sus páginas a las mentiras y calumnias que puedan dañar al adversario. Y en el grupo de medios de comunicación que posee se despide o intimida a los periodistas independientes. [Renuncia de Mario Vargas Llosa a El Comercio, junio del 2011]

A mayor concentración de medios de comunicación, menos variedad. Y a menor variedad, menos opciones. Y con menos opciones, hay menos libertad. En el Perú la libertad de expresión existe, pero está amenazada por ese fenómeno. [César Hildebrandt, mayo del 2010]


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