Anexo, edición 16

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democracia

Año 6 | Nº 16 | mayo-junio 2011 | www.ulima.edu.pe

perú informe

nexo

✜ Los vacíos políticos y sociales que nos llevan a una dictadura cada 10 años.

Ilustración: Valter Arica

✜ La receta de Julio Cotler: aplicar la teoría de la “redistribución” para fortalecer la democracia.


informe

Democracia peruana 多Es fuerte nuestra democracia? 多Estamos en riesgo de caer en otra dictadura? Ocho comicios presidenciales desde 1980, decenas de candidatos y cinco presidentes. 多Qu辿 falta para consolidarla?

Carrusel que sube y baja


03 Escribe Álvaro Arce Foto Oliver Lecca

Una ojeada a la historia repu-

blicana del Perú, desde 1821 hasta hoy, revela la cifra de 32 dictaduras, entre civiles y militares, que nos han gobernado. En promedio, cada régimen duró alrededor de dos años, encaramándose como el más añoso el liderado por Augusto B. Leguía, que se prolongó de 1919 a 1930. Desde 1980, el Perú se ha podido otorgar el gusto de realizar en forma continua numerosos procesos electorales que han propiciado la elección de cuatro presidentes por medio de comicios populares: Fernando Belaúnde y Alejandro Toledo en una oportunidad, Alan García en dos ocasiones y Alberto Fujimori en tres. A ello se suma Valentín Paniagua, presidente transitorio elegido por el Congreso, luego de la dimisión de Alberto Fujimori en el 2000. Sin embargo, el récord se ennegrece con el tercer nombramiento de Fujimori como jefe de Estado, obtenido ese mismo año bajo acusaciones de fraude electoral, ocho años después de haber perpetrado el autogolpe del 5 de abril de 1992, acción requerida en el Plan Verde, documento elaborado por militares

para ejecutar cambios estructurales en los sectores políticos, económicos y sociales del país. Para ello, se dice que el ingeniero de ojos rasgados debía quedarse 30 años en el poder, pero acabó al renunciar por fax desde Japón, luego de ser acorralado por los escándalos políticos de su régimen. Ahora yace en prisión, condenado a 25 años por violaciones contra los derechos humanos. Aún con ese precedente a cuestas, la realidad peruana se encuentra lejana a las de África y el Medio Oriente, cuya mayoría de países padecen regímenes longevos y con autócratas que llevan varias décadas en el poder. Sin ir muy lejos, los historiadores tienen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la cantidad de presidentes y golpes de Estado que ha tenido Bolivia desde 1825, año de su fundación. El periodista Martin Sivak, autor del libro Jefazo: retrato íntimo de Evo Morales, señala que una prueba de la escabrosa vida política del país altiplánico es el nombre que lleva la casa del presidente: Palacio Quemado, debido a que muchas revueltas han acabado con dicho edificio ardiendo en llamas. Pero así como la larga inactividad de una placa tectónica puede ser indicio de un posible

terremoto, en el Perú los 31 años de democracia que han transcurrido desde 1980, sumados a la fragilidad de nuestro sistema político, motivan la aparición de una amenaza autoritaria en cada justa electoral. Cabe preguntarse cuántos presidentes más vamos a poder escoger por esa vía. O en otras palabras, cuándo podría agotarse el crédito de nuestra democracia. Una de las razones que vuelve endeble a la democracia peruana es la consabida crisis de los partidos políticos. Más allá de ser un ejercicio político endógeno, la creación y el afianzamiento de esos grupos aseguran la representatividad de los múltiples flujos de opinión que existen en un país con muchas culturas y coloraciones de piel como el nuestro. Los casos más resaltantes son el Partido Popular Cristiano (PPC) y el Apra. Siendo las agrupaciones políticas con mayor vigencia y tradición, ambas han sufrido últimamente no pocos golpes que han mellado su solidez institucional. Luego de la derrota de Lourdes Flores en las pasadas elecciones municipales, el PPC ha tenido que recurrir a una alianza estratégica con otros grupos para sobrellevar con decoro los comicios presidenciales del presente año. Por su parte, el partido de la estrella no fue


Archivo Histórico El Comercio

informe capaz de presentar un candidato propio, mientras que una serie de líos internos espantaron a Mercedes Aráoz, la figura independiente que aceptó ser candidata presidencial, luego de ser anunciada como la salvadora. Con los partidos políticos más tradicionales e importantes jugando un papel secundario, habiendo además otros grupos operando como simples plataformas que se activan solamente en épocas electorales, el analista político Víctor Andrés Ponce señala que “por ese motivo, la representación política en el Perú se hace alrededor de personas. Los electores definen su voto en base a los humores, simpatías y rechazos que producen los candidatos”. La desorganización de los partidos políticos, además, robustece una serie de poderes fácticos como la Iglesia, el Ejército y las fuerzas empresariales, fenómeno que actualmente ocurre en el país.

Mercado de pugnas Santiago Pedraglio, columnista de Perú.21, está convencido de que la vulnerabilidad de la democracia peruana, en gran medida, radica en que se encuentra asentada sobre el amplio consenso que hay en torno al actual programa económico, aquel que aún no ha aliviado la pobreza. Si bien el Perú es uno de los países que más ha crecido en la región durante los últimos 10 años, el presidente Alan García casi llega al 62% de desaprobación, lo que dice mucho acerca de cómo es percibido el Estado y las instituciones del Ejecutivo entre la población. Ni hablar del calamitoso desprestigio de otros órganos como el Congreso y el Poder Judicial, por mencionar los dos más emblemáticos. De acuerdo al Latinobarómetro del 2008, estudio de opinión pública aplicado en 18 países de América Latina, el Perú ocupa el segundo lugar, detrás de República Dominicana, en la lista de países cuyos habitantes tienen la sensación de ser gobernados por unos pocos grupos empresariales. Al mismo tiempo, es el tercer país en Sudamérica dispuesto a sacrificar un gobierno democrático por uno dictatorial si a cambio se resuelven los problemas económicos. En el ránking general, el Perú ocupa el puesto nueve en ese rubro.

El primer chino. En octubre de 1968, el general del Ejército Juan Velasco Alvarado encabezó un golpe de Estado sui géneris por su orientación socialista que derrocó a Fernando Belaúnde.

Desde esa perspectiva, Ponce añade que no es de sorprender que “un candidato que pregona un cambio del actual modelo económico tenga fuertes posibilidades de alcanzar la presidencia”. Desde el punto de vista del sociólogo y docente de la Universidad de Lima Javier Protzel, una característica del electorado peruano

es que no sabe muy bien a quién elegir. Dicha desorientación, comenta, no es ocasionada únicamente por un problema cognitivo. En su opinión, se debe en parte a que la misma experiencia social del votante se encuentra “desconectada de lo que son los proyectos políticos y más cercana a las cosas que tienen que ver con el poder simbólico y colectivo de su entorno”.


05 Disolver, disolver. El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori y la cúpula militar de ese entonces ejecutaron el último golpe de Estado del siglo 20 en el Perú. El cierre del parlamento y el control de los medios de comunicación caracterizaron ese episodio que tiñó de verde la conciencia de muchos políticos, periodistas y ciudadanos. UL/Lino Anchi

Es decir, actúan más preocupados en lo suyo y no en el bienestar general. Las causas de ese fenómeno, afirma, se remontan a los momentos finales de la década de los ochenta, como corolario del proceso de descomposición del tejido social vivido en el Perú durante el primer mandato de Alan García. Pedraglio sostiene una teoría diferente. Para él, el electorado sí posee un grado de volatilidad y arbitrariedad, pero es mucho menor de lo que parece. Cuando un votante construye una fidelidad, lo hace a través de un súper caudillo o de un partido político. En el Perú, esos mecanismos de lealtad son tan relativos como escasos. No obstante, Pedraglio sostiene que esconden algunas dosis de racionalidad: “Hay cierta constancia en cuanto a determinadas corrientes de opinión. Por ejemplo, no pasan de Luis Castañeda a Ollanta Humala, pues lo lógico es que migren hacia Pedro Pablo Kuczynski”.

El ex Comandante General de la Marina de Guerra y magíster en relaciones internacionales Alfredo Palacios Dongo insiste en que la democracia es el modelo político más viable para el Perú, aunque señala una serie de imperfecciones a corregir: la ausencia de una oposición articulada, la nula presencia del Estado en zonas remotas del país y la incorrecta aplicación de políticas públicas, causantes de inestabilidad y conflictos sociales. Por otro lado, Palacios concuerda con el general (r) de la Fuerza Aérea del Perú Alberto Schroth Mier, quien afirma que bajo ninguna circunstancia está justificado el ascenso de las Fuerzas Armadas al poder y que su intervención en la política debe reducirse a cero. Ambos confiesan que nunca abordaron directamente el tema de la democracia en sus años de formación en las escuelas militares. Y si bien el currículo no la contemplaba dentro de sus asignaturas, sí tocaron asuntos relacionados con ella, específicamente sobre los derechos humanos, materia que fue implementada en las aulas castrenses después de la guerra contra el terrorismo.

UL/Hugo Alejos

Escuelas militares en deuda

Debilidad histórica. Los analistas Alfredo Palacios Dongo (arriba) y Javier Protzel (abajo) reprochan a los políticos haber quebrado la ligazón que debería existir entre pueblo y Estado.

Palacios Dongo es claro: “En las Fuerzas Armadas no hay un curso sobre democracia. Ni siquiera se toca en algún currículo. De política se ve muy poco”. Sin embargo, afirman que la definición de democracia es solamente una y que no difiere de la forma como ellos la conciben. Asimismo, descartan que Ollanta Humala refleje la opinión que los militares tienen sobre el quehacer político y de la visión de hacer gobierno. Para Schroth los golpes militares han carecido de legitimidad por ser ‘regímenes de facto’ en la política. Palacios Dongo lo secunda y señala que esas irrupciones siempre han echado mano del autoritarismo para gobernar. En ese sentido, hacen hincapié en que la misión de las Fuerzas Armadas es una: brindar seguridad al país y proteger sus fronteras. Lejos de ser un rasgo propio de los lineamientos castrenses, Protzel asevera que la tradición autoritaria “forma parte de nuestra cultura, en la que todo está jerarquizado”. El funcionamiento vertical de nuestra sociedad hace que los más pobres sean los últimos en disfrutar de la prosperidad. Desafortunadamente, la democracia no ha logrado revertir la inveterada marginación de la mayoría de peruanos del acontecer político.

Horizonte verde claro En cuanto a la posible aparición de una dictadura en el horizonte político local, Ponce advierte que la historia tiene curvas e intersecciones muy difíciles de predecir, pero que a la vez marcan tendencias. Una de ellas indica que si la democracia mantiene su curso a lo largo de tres elecciones, ya podemos estar hablando de una consolidación. En esa lógica, las del presente año son fundamentales. Y como dice Ponce, el hecho de “evaluar las condiciones y posibilidades de Ollanta Humala en ese contexto resulta muy dramático”. De la mano con ese proceso, Ponce opina que el Perú se está haciendo de un chaleco antibalas gracias a la paulatina emersión de una nueva clase media grande y fuerte, con una conciencia crítica mejor formada, hecho que será beneficioso para el saneamiento de la democracia. Pedraglio, por su parte, considera que el escenario futuro del país se puede poner algo crispado. No específicamente por el personaje que resulte ganador de los comicios presidenciales, sino por el devenir zigzagueante de la economía mundial. El periodista refuerza su idea con un ejemplo: “Si un presidente, cualquiera que sea, enfrentara polarizaciones sociales de izquierda y derecha mientras caen los precios de los commodities, sean materias primas o activos financieros, eso puede ponerse feo”. Dicho de otro modo, el clima económico servirá para medir la evolución del próximo gobierno. Y el afianzamiento de nuestra democracia.


1960-1969 Si bien las primeras elecciones de la década, en 1962, arrojaron como ganador a Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del partido aprista, algo le impidió agitar las banderas. De acuerdo con las normas vigentes, el ajustado margen entre él y Fernando Belaúnde, el candidato de Acción Popular que obtuvo la segunda mayor cantidad de votos, hicieron que la última palabra recayera en el Congreso. Luego de casi un mes de idas y venidas, ocurrió lo inminente: un golpe de Estado de las Fuerzas Armadas, apenas diez días antes de Fiestas Patrias. Se instaló una Junta Militar, presidida primero por el general Ricardo Pérez Godoy y más adelante por su colega Nicolás Lindley, cuyo mentado propósito era realizar nuevas elecciones a la brevedad. Finalmente, estas se realizaron el 9 de junio de 1963. En esa ocasión, Fernando Belaúnde prevaleció sobre el líder del partido de la estrella. Su mandato estuvo marcado por un constante descontento popular y hechos controversiales como el escándalo de la ‘Página 11’. Dicho problema fue el detonante de otro zarpazo militar: el 3 de octubre de 1968, el Comandante General del Ejército, Juan Velasco Alvarado, puso punto final al período presidencial de Belaúnde Terry y dejó en stand-by a la democracia.

1970-1979 Velasco Alvarado impuso un gobierno de actitud “antioligárquica, humanista y revolucionaria” para emprender supuestos cambios radicales en la sociedad peruana. Una serie de medidas arriesgadas fueron implementadas con ese fin, destacando la tristemente famosa Reforma Agraria. Al mismo tiempo, el régimen velasquista adquirió el 51% de las acciones de los medios de comunicación y confiscó, entre gallos y medianoche, los principales diarios del país. Pero aquel hombre de pueblo, pero de severo porte castrense y aparente firmeza, se deshacía por dentro. La diabetes que padecía hizo que en 1973 sufriera un aneurisma de la aorta abdominal, lo cual obligó a los médicos a amputarle la pierna derecha. Confinado en una silla de ruedas, aislado y con los estragos de la enfermedad, su ímpetu mostrado en los primeros cinco años de mandato fue enfriándose poco a poco.

Archivo Histórico El Comercio

central

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Años de retos, gestas y caÍdas

Una revisión condensada de los personajes que construyeron y destruyeron la democracia, de los hechos históricos que la moldearon y la deformaron desde los prodigiosos años sesenta, los castrenses setenta, los sangrientos ochenta y los autoritarios noventa, hasta la actualidad.

Escribe Álvaro Arce


06-07 En 1975, un cauteloso Francisco Morales Bermúdez, en ese entonces ministro de Guerra, sorprendió a propios y extraños cuando se manifestó contra Velasco Alvarado en la ciudad de Tacna. El plantón castrense no tuvo ecos de golpe, pese a que realmente lo fue, pues dadas las circunstancias, la mayoría lo interpretó como una natural sucesión presidencial.

1980-1989

Antes de la debacle. La cúpula aprista del primer gobierno de Alan García profesa su fervor hacia Haya de la Torre. Abajo, el presidente Fernando Belaúnde inaugura un complejo habitacional y su popular gesto es captado por la prensa.

Archivo Histórico El Comercio

Las elecciones presidenciales programadas para el domingo 18 de mayo de 1980, hace 31 años, no solamente significaron el retorno del poder a la civilidad, sino que hechos violentos en un poblado de Ayacucho (Chuschi) alertaron de la existencia de Sendero Luminoso. Fernando Belaúnde, quien siempre salía ganador en las segundas oportunidades, se impuso sobre el candidato aprista Armando Villanueva del Campo. Tras un inicio auspicioso, la fragilidad del modelo liberal-conservador que Belaúnde implantó para reflotar la economía nacional se hizo evidente. De eso se aprovechó el Apra para llevarse las elecciones de 1985, gracias a su joven candidato estrella, Alan García. No obstante, debido a sus políticas económicas efectistas y de corto plazo para paliar la recesión y la creciente tasa inflacionaria, su elevada popularidad no tardó en desmoronarse como un castillo de arena. La grave crisis, sumada a la corrupción, al terrorismo en avance, al populismo desbocado y al intento de estatización de la banca, terminaron por sepultarlo.

Marcha de los Cuatro Suyos. Del 26 al 28 de julio del 2000, miles de peruanos llegados de diversas zonas del país protagonizaron una marcha de protesta que hizo trastabillar los planes reeleccionistas del régimen de Fujimori y Montesinos. Se contaron al menos seis muertos.

1990-1999 La sorprendente victoria del ingeniero Alberto Fujimori en las elecciones del 10 de julio de 1990 sobre el intelectual de fama mundial Mario Vargas Llosa dio inicio a una década turbulenta. Las acciones de Fujimori contradijeron lo predicado durante su campaña electoral y apenas pudo aplicó un paquete de reajustes económicos aún más severos que el temido shock planteado por el escritor. La fluctuante inflación logró ser controlada y la economía respiró aliviada después de mucho tiempo de inestabilidad. No contar con una mayoría en el Congreso le impedía concretar algunos de sus proyectos de perfil autoritario. Fue por eso, arguyen los

La falsa espada. Luego de ser presentado ante la prensa nacional e internacional, Abimael Guzmán improvisó un violento discurso que reveló sus carencias verbales e ideológicas, respecto de una guerra contra el Estado que pensó ganar, pero que finalmente perdió en manos de la policía.

fujimoristas, que el domingo 5 de abril de 1992 el presidente Fujimori anunció su resolución de “disolver” temporalmente el Parlamento e intervenir otros organismos del Estado, acaparando de esa manera la totalidad del poder. La clandestinidad era el escenario habitual de una guerra de baja intensidad entre el Estado y el terrorismo. Aunque la estrategia conllevó a la captura de los principales cabecillas de Sendero Luminoso, el saldo de vidas perdidas y daños materiales fue exorbitante. Fujimori sería enjuiciado y hallado culpable, años después, por violaciones contra los derechos humanos cometidos bajo su régimen. En 1995, Fujimori fue reelecto presidente del Perú, aunque bajo ciertas acusaciones de fraude electoral. Su segundo gobierno resolvió exitosamente el secuestro masivo del MRTA en la residencia del embajador de Japón, pero fue el destape de la confabulación pergeñada por el asesor presidencial Vladimiro Montesinos, para comprar a políticos, funcionarios y medios de comunicación, el que lo puso en jaque.

2000-2009 Ante las cada vez más punzantes acusaciones de corrupción, Alberto Fujimori, ya en su tercer gobierno, empezó a borrar los rastros del delito, concentrándose sobre todo en los ‘vladivideos’ que habían sido incautados en una de las propiedades de Montesinos. Hostigado por la prensa, huyó al Japón y desde ahí presentó su carta de renuncia vía fax el 19 de noviembre del 2000. Tras la dimisión de Fujimori y de sus vicepresidentes, el Congreso declaró la vacancia de la presidencia de la República y eligió a Valentín Paniagua para que asumiera el gobierno transitorio. Los mandatos de los dos últimos presidentes del Perú, Alejandro Toledo y Alan García Pérez, han coincidido en aspectos positivos y negativos. Por un lado, ambos han respetado el piloto automático con el que se conduce el laureado modelo económico y garantizado el sistema democrático. Sin embargo, se han visto manchados con escándalos de corrupción, líos personales y el desinterés por hacer que el ‘chorreo’ económico llegue a todos los rincones del país. Algo que debería ser prioridad en la agenda de quien tome las riendas del Perú en la presente década.


“Los peruanos están hartos de la democracia”

Julio Cotler nos recibió con amable suspicacia en su oficina de Jesús María. Las imágenes y objetos que decoran su espacio construyen un respetuoso crisol de nuestra diversidad cultural, pero también revelan las desigualdades que padece el Perú. Siendo uno de los analistas más respetados de la política y de la sociología nacional, se desempeña como investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos. Para esta entrevista, no dudó en resumir las históricas falencias de nuestra democracia en dos palabras: “redistribución social”.

Entrevista Alex Ruesta Foto Sofía Álvarez

Cotler

se sienta. Lleva puesto un polo azul que contrasta con su cabello plateado. Tiene el gesto de aquel que espera una confrontación verbal. Pronto cavilará y devolverá frases tan distintivas como un tablero de ajedrez. ¿En qué se apoya nuestra democracia hoy? Las bases de la democracia en el Perú son muy precarias. En nuestro país no existe una fuerte tradición democrática. A diferencia de otros países que tienen 60 años de democracia, en nuestro país ocurre un golpe de Estado por década. Desde el

Camino de libertad. Fernando Belaúnde, entonces candidato a la presidencia en 1962, apareció en Time y se hizo conocido como un joven demócrata que se enfrentó a un curtido Víctor Raúl Haya de la Torre.

momento en el que se carece de una larga tradición democrática, las instituciones tienen una legitimidad muy feble, lo que genera un círculo vicioso: frente a cada situación de dificultad, la gente considera que hay que echar al régimen a la basura. Pero en los últimos años ha habido cambios positivos en nuestra democracia… En el Perú no existe un motor adecuado para la democracia. Por un lado, los peruanos están hartos de la democracia, pero quieren libertad para expresarse, organizarse y vivir su vida como quieren. El gran problema que dificulta la afirmación de la

democracia es la increíble desigualdad en todo orden de cosas en el país. Se supone que todos somos iguales, pero no somos iguales. En la realidad, la percepción que la gente tiene de la desigualdad nos confunde. Ese es uno de los grandes retos que tiene la democracia en el Perú: si es que todos los peruanos se sienten con el mismo grado de derechos frente a un policía o un juez. Eso de que hay ciudadanos de primera, segunda o tercera condición va en contra de la democracia. Sin embargo, en los últimos años hay una creciente conciencia de que la gente es y debe ser igual. Entonces eso es lo positivo.


Leguía y Montesinos: tiranos que acabaron en prisión Augusto Bernardino Leguía (Chiclayo, Lambayeque, 1867) ocupó la presidencia del Perú en dos ocasiones: entre 1908 y 1912 y de 1919 a 1930. Su segundo mandato se inició con el derrocamiento del entonces presidente constitucional José Pardo y Barreda, iniciando un periodo oligárquico y dictatorial que los historiadores denominaron el ‘Oncenio’. Allí derogó la Constitución de 1860 y disolvió el Congreso, cuya mayoría le era adversa. Después de setenta años, ambos hechos permitieron a los analistas políticos y sociales comparar su régimen con el de Alberto Fujimori. Murió en prisión en 1932, luego de ser derrocado por una junta militar. Vladimiro Montesinos no fue presidente del Perú, pero es considerado por Julio Cotler como un dictador que operó detrás del poder que representaba Alberto Fujimori. Espía en contra del Ejército, abogado de narcotraficantes, traficante de armas y violador de los derechos humanos, actualmente purga prisión en la Base Naval del Callao, junto a alguien que ambicionó llegar al poder para gobernar con el terror: Abimael Guzmán Reynoso.

09 que existe en Irán se percatará de que nadie los controla, por lo que hacen lo que se les antoja. Si mira a otros lados, observará que hay sociedades que controlan más al que tiene el poder y que no permitirán que haga lo que le venga en gana. El señor Alan García tramita sus decretos de urgencia para hacer sus 30 proyectos y la opinión pública y la oposición lo ‘para en seco’ para pedirle que no siga con eso. Nuestra democracia está en un lento proceso de maduración… Está avanzado. Que tiene miles de defectos, por supuesto. La democracia, como dijo Mario Vargas Llosa, es imperfecta por naturaleza, pero tiene mecanismos para mejorar, no para llegar a la perfección, pero sí para salvar los problemas que se vayan presentando en el camino.

El fantasma del dictador

¿Cuáles son nuestros valores democráticos? Cada vez más la gente participa en lugares de reunión muy similares y la distinción es saber quién tiene o no la plata para entrar. Claro que todavía hay discriminación racial, pero eso existe en sitios muy limitados. Cada vez más la gente se siente igual y va a pelear por iguales derechos. Se tiene que hacer que el Poder Judicial funcione, al igual que la policía. Usted coge el periódico y se entera de la cantidad de críticas que hay permanentemente: que el juez es un borracho y un ladrón. Y que el policía los estafó. Eso significa que somos una sociedad en

Sociedad mafiosa. Fujimori y Montesinos presentan el Plan Siberia, que buscó en el 2000 ocultar el tráfico de armas a las FARC. Abajo, el dictador Augusto B. Leguía también fue perennizado en 1930 por Time.

la que hay fiscalización. Las palabras fundamentales son transparencia y rendición de cuentas. ¿No hay una contradicción entre lo malo que vemos constantemente en los periódicos y las expectativas democráticas de la población? Esas son las luchas, esas son las tensiones. El policía será más cauto. El juez va tener que cuidarse más porque sabe que hay sistemas de fiscalización en el poder. La democracia, en última instancia, es el control social sobre el poder. Entonces, cuando nos encontramos con un gobierno oligárquico como el de Muamar el Gadafi o el

¿Podría ser duradera nuestra democracia? Hasta ahora sí. ¿Y en qué medida estamos en riesgo de que pueda ocurrir una dictadura? En la medida en que los intereses fácticos se sientan amenazados. Hay gente que está con pánico por el señor Ollanta Humala. Ya Alan García dijo que si hay un peligro en la continuidad de la democracia, él estaba dispuesto a promover un golpe de Estado. ¿Cómo se puede explicar la figura de Ollanta Humala en el escenario político? En la redistribución social, entendida como la búsqueda de igualdades en diversos niveles. Pero hay muchas cuestiones: Humala tiene la cara peruana, es militar, es joven y es un sujeto que ha desarrollado toda una ideología nacionalista. Si se parte del hecho de que un 45% de peruanos apoyó las candidaturas de Ollanta Humala y de Keiko Fujimori en esta primera vuelta, podríamos concluir que el Perú tiene una cultura política autoritaria... La imagen que tienen ambos es de redistribución: Ollanta Humala posee la imagen


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entrevista

Cuando estalla la crisis. Los peruanos han aprendido a relacionar las fortalezas o debilidades de la democracia con la pobreza que sufren diariamente. A mayores necesidades sin satisfacer, mayores críticas caerán sobre el sistema actual. En nuestro país, el 34.8% de peruanos se mantiene en la extrema pobreza, de acuerdo con cifras del INEI.

UL/Hugo Alejos

del que hará la redistribución nacional y social. Y Keiko es pura clientela. Ella me va a regalar kilos de azúcar, como lo hacía su papá. ¿Tenemos la tendencia de regresar a la mano dura? Por eso es que digo que el problema central del Perú es la desigualdad. Y frente a la desigualdad, se tienen diferentes alternativas redistributivas. Por ejemplo, Pedro Pablo Kuczynski dice que el mercado lo resolverá todo. Keiko afirma que arreglará el problema porque regalará un poco de alimentos, mientras que Ollanta propone una redistribución después de que el Estado tenga la capacidad de cobrar impuestos a la gente rica. Aquí hay un problema de desigualdad. Y la desigualdad trae consigo diversos modos de cómo resolverla.

Demócratas y dictadores del Perú

¿Cuál ha sido el perfil del dictador en el Perú, históricamente? El militar. Uno que se asocia con banqueros, terratenientes, empresarios y abogados de las empresas. ¿Cuál fue el peor dictador que ha tenido el Perú? Aunque en la sombra, Vladimiro Montesinos. Ladrón, asesino y cínico. Y además supo clientelizar a las masas populares. Él y Augusto Bernardino Leguía han sido los dictadores más inteligentes que ha tenido el Perú. ¿Y el presidente más demócrata? Dos: Fernando Belaúnde y Alejandro Toledo. Con Toledo no hubo problemas con la democracia, por eso es que lo vapulearon. ¿Las características de la sociedad peruana han ayudado a conformar

45 %

se redujo la pobreza extrema en Brasil, entre el 2003 y el 2009, bajo el gobierno de Lula Da Silva.

el perfil de nuestros dictadores? ¿Hay correspondencia? Es que la gente quiere orden, pero al mismo tiempo quiere que le construyan escuelas y que le brinden libertades para moverse, hablar y protestar. The Economist señala que han existido democracias largas y sólidas en Costa Rica y en Uruguay. ¿Por qué en el Perú no hemos podido llegar a ese nivel? ¿Y cuáles son los países más igualitarios y democráticos de América Latina? Costa Rica y Uruguay. Ahí existe un Estado que redistribuye una educación generalizada, electricidad y agua. El Perú es el país que tiene la peor distribución de agua potable en América Latina, estando incluso por debajo de Bolivia. Mientras tanto, los ricos tienen piscinas llenas de agua. La gente de San Juan de Lurigancho paga tres veces más por agua que la gente de Asia. ¿Quién subsidia a quién? Entonces… ¿Qué es lo que se debe resolver inmediatamente en nuestra democracia? Se tiene que resolver el problema de la desigualdad, para que la gente confíe en las instituciones. Cuando hablan del antisistema… ¿Por qué la población va defender el sistema? ¿Le da empleo? ¿Le brinda suf icientes ingresos? ¿Le otorga educación? ¿Salud? ¿Carreteras? No. Entonces, eso lo aprovecha un demagogo que dice que todo es malo y que va a resolver personalmente esos problemas.

Sensación de precariedad

¿Cuál es el riesgo para la democracia de tener instituciones febles?

En el Perú, el grado de criminalidad es diez veces menor que en Colombia, Venezuela y Brasil. Sin embargo, la gente considera que aquí hay cuatro veces más criminalidad que en México. ¿Entonces la gente está loca? Los países más inseguros en América Latina son Venezuela, Brasil, Colombia y México. ¿Y por qué los peruanos están aterrados? ¿Por qué pensamos que nos van a matar? Pues porque hay una percepción de precariedad institucional muy fuerte. Y si no se brindan pruebas de que las instituciones sirven para algo, la democracia se desprestigia. Si hay esa debilidad en nuestras instituciones… ¿Desde qué condiciones se forma nuestra democracia? La democracia no se asienta aún en nuestro país. Se necesita tiempo para que las instituciones funcionen de verdad. El reto es lograr que las instituciones atiendan a todos por igual, sobre todo a los que menos tienen. ¿Por qué Lula Da Silva salió del gobierno con el 80% de aprobación popular? Pues porque se dedicó a combatir directamente la pobreza. Existen 20 millones de brasileños que han tenido empleo formal y con ingresos aceptables. Entonces, la gente apoya la democracia en Brasil. También debería haber una pedagogía política en bien de la democracia… La pedagogía política es la manera como uno se comporta. La pedagogía es ese entrenamiento cotidiano con las instituciones y observar cómo éstas mejoran. Si es que no observamos que las instituciones y sus representantes se optimizan, siempre nos van a discursear. Pero si estamos en el colegio, en la universidad o en la casa, motivando discusiones, hablando, convenciendo o informando, entonces la gente desarrollará sus prácticas democráticas. L a entonación de C otler es uniforme , incluso h asta en l a últim a fr ase de l a entrevista .

Sin embargo, el final del diá-

logo se anuncia con una pausa estancada y un clarísimo movimiento de mano. demasiado por hacer.

Queda


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La Página11

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Por Eloy Jáuregui (*)

Entre los tamales y los chicharrones De cómo la democracia peruana premió otra vez en ‘primera vuelta’ a un candidato ‘antisistema’ y los antecedentes registrados en 1989 y 1990, con Ricardo Belmont y Alberto Fujimori, respectivamente.

(*) Es profesor de la Escuela de Humanidades de la Universidad de Lima.

Conversaba

con un asesor del candidato Ollanta Humala, y ante su preocupación por las encuestas, me pedía una sugerencia para que Ollanta Humala se diferencie de los otros postulantes el mismo domingo de las elecciones. “Que no tome desayuno y los madrugue”, le respondí. Parece que me hizo caso. Contra la costumbre de la cobertura periodística hacia los desayunos pantagruélicos y domingueros de los viejos candidatos de la política peruana, Humala abrió la puerta de su casa a las seis de la mañana. Vestía un atuendo ‘gamarrista’. Polo viejo, bermudas cortadas de un jean marca chancho, zapatillas de su época de etnocacerista y medias con hueco. Saludó a los pocos periodistas resaqueados que madrugaron de mala gana a la espera del desayuno, y al estilo Forrest Gump de los barrios pobres, emprendió a correr a trote largo como cuando era soldado en Madre Mía. Yosman Valverde, periodista de Canal N que transmitía en directo, intentó entrevistarlo a la carrera. Inútil. El tranco largo y marcial del militar lo dejó con la lengua afuera a pocos metros de iniciada la marcha. Desde las primera horas del domingo 10 de abril, Humala les había sacado amplia ventaja a sus opositores y horas más tarde se confirmaría su supremacía en el voto a nivel nacional. El resto fue más de lo mismo: los Fujimori, Kuczynski, los Toledo y los Castañeda desayunaron chicharrones, tamales jugos y hasta un ‘calentado’. Ellos estaban seguros de que esa imagen de felicidad familiar se reflejaría más tarde en la urnas, pero no fue así. Culifruncidos y arañados, llorosos y arrepentidos, aquel nefasto domingo explicaron a sus adláteres las causas de su fracaso. Nadie les creyó. ¿Pero qué había pasado esa semana en la que estaban prohibidas las encuestas? En mi columna del sábado 26 de febrero titulada Marketing & ‘los marcas’ sostuve

Los finalistas Ollanta Humala postuló por primera vez a la presidencia en el 2006. Nació en 1962 y es el segundo de siete hermanos. Su padre, Isaac, fue militante comunista y fundador de una ideología cuestionada por su radicalismo: el “etnocacerismo”. Ollanta significa en quechua “el guerrero que todo lo mira”. Keiko Fujimori (1976) es administradora de negocios de la Universidad de Boston. Asumió el liderazgo del fujimorismo en el Perú luego de la renuncia de su padre a la presidencia. Fue investigada por el no aclarado financiamiento de sus estudios universitarios en Estados Unidos.

que en el Perú más del 50% de electores decide su voto en la cola. Y explicaba además que esta campaña (como siempre) tuvo tres etapas. La primera acababa de concluir y retrataba al elector bien informado. Toledo era de lejos el primero por su coherencia y su oferta política razonable. Sobre la segunda etapa, decía: “Comienza mañana domingo y llega hasta un día antes de las elecciones: el enmierdamiento generalizado. Repito, en eso los fujimontesinistas son magistrales”. Y hoy lo padecemos todos. Finalmente, explicaba que la tercera fase era la que ocurre 24 horas antes de sufragar, llamada ‘el orgasmo inesperado’. Aquel que padecen más del 50% de los peruanos. Hugo Neira había escrito (el 24 de marzo de este año) que a falta de política, hoy tenemos hasta dos outsiders y que esta es la peor campaña electoral de la historia. ¿Dos outsiders?, pregunto. Según Neira –y no sin razón– el outsider es el candidato que está fuera del juego (lejos del sistema de partidos) o el que entra proponiendo reglas distintas. Agrego dos ejemplos: Belmont (1989) para la alcaldía de Lima y Fujimori (1990) para suceder al peor García. Bien. Los outsiders de hogaño, para Neira, son Kuczynski y Humala. Ahí está el detalle, Cantinflas dixit: ni Kuczynski y ni Humala pueden ser outsider. Analizaremos al primero. Kuczynski es un estegosaurio de la tramoya política. Ya en 1968 era gerente del BCR –cierto, un tecnócrata de 30 años— que cometió su primera fechoría política propia del traidorlobbista al permitir que la International Petroleum Company, nacionalizada por Velasco, se lleve ilegalmente US$105 millones de dólares. Luego fugó a Estados Unidos, se casó con Jane Casey Hugues, hija de un hombre fuerte de la CIA, hasta que en 1982, al nombrársele presidente del First Boston International, debió renunciar a su nacionalidad peruana y adoptar la norteamericana.

Luego operó en la especulación financiera y es hoy un alto funcionario del FMI y el Banco Mundial. Cierto, nada de eso figura en su hoja de vida. Solamente con esos antecedentes de mercachifle del gran capital sería lo que afirma Neira: un outsider. Pero no. Kuczynski tenía un prontuario político desde el día que brotó Sendero Luminoso en 1980, porque con Belaúnde diseñó políticas de Estado para defendernos de los ‘abigeos’ y encubrir hechos en lo que es experto: el lobbismo que obedece a la única patria que ama. Así se ‘vendió’ en el Perú como experto ministro de Economía y hasta llegó a ser Premier. Ergo, así, no puede ser un outsider. Finalmente pregunto: ¿por qué los jóvenes votarían por este apóstata del Perú? Oiga. Los jóvenes ni son tontos ni son iguales. Entonces… ¿Qué ofrecía Kuczynski? La negación de todo lo que dijo Michel de Montaigne de la política: la ética de la justicia, del honor y de la responsabilidad. Eso, democracia y “el esplendor de la libertad”. Hoy, felizmente, ya conocemos aquello que ya sabíamos desde que Atahualpa jodió a Huáscar. A los peruanos, lo que con pasión nos une, nos diferencia. Por eso y aquello es que vivo feliz en esta columna del suplemento Anexo, porque lo único que me prohibió su director era hablar mal de un equipo en donde jugó Lolo Fernández, Toto Terry y probablemente –si hubiese nacido de día– mi maestro Fernando Tuesta. Termino. Para el peruano, peor es no escoger dónde nacer ni qué cara tener. Lo suyo solamente es el uso de la democracia. Para sacarte cacha, imberbe. Y para que este país cambie. La segunda vuelta se resolverá en Lurigancho. Y el PPkeiko, como lo aseguré, llorará a mares. Así, verá un Perú con otra posibilidad para ser feliz. Y aunque misios, siendo peruanos, sabremos que les dimos de su medicina a esos que nos mataron por el virus del bolsillo.


nexo

[Julio Cotler, suplemento Anexo]

[Hugo Chávez, 30 de marzo]

Yo les digo que estoy con Fujimori. Me comprometo a encabezar la lucha por la libertad de Alberto Fujimori. [Candidata Keiko Fujimori, campaña del 2011]

En las Fuerzas Armadas no hay un curso sobre democracia. Ni siquiera se toca en algún currículo. De política se ve muy poco. [Vicealmirante (r) Alfredo

Palacios Dongo, suplemento Anexo]

No iría jamás a un sitio en donde se junten víctimas con victimarios. Si tuviera un pariente ahí, sacaría su nombre porque es una afrenta.

[Martha Chávez, electa parlamentaria fujimorista, 11 de abril]

Patiotrasero

Ilustración: Valter Arica

En nuestro país no existe una fuerte tradición democrática. A diferencia de otros lugares que tienen 60 años de democracia, en el Perú ocurre un golpe de Estado por década.

A Ollanta sí lo conozco. Hemos conversado en varias ocasiones. Creo que fue un buen soldado peruano.


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