#7 REVISTA MUSTIQUE CHILE / INVIERNO 2025

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Simón Pais, Vero Monaco, Camila Rikli, Tere Pérez, Marcelo Simonetti, Esteban Aparicio, Paulina Murúa, Municipalidad de Buchupureo, Mariana Martínez, Paula Palacios, Diego Bernales y Rebeca Ubilla.

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LA VINOTECA

Más de 1.100 etiquetas, cocina mediterránea y un espacio donde el vino es protagonista. En su local de Manuel Montt, la experiencia combina tienda, restaurante y charcutería, con platos pensados para realzar cada cepa. Y un plus: los vinos de la carta tienen el mismo precio que en la tienda.

AVÈNE

DERMABSOLU CREMA DE NOCHE REMODELADORA

El tratamiento nocturno que redefine, reafirma e ilumina la piel mientras duermes. Con 91% de ingredientes de origen natural, Bakuchiol, Pro-Ceramidas y Niacinamida, su fórmula nutre y mejora la firmeza. Ideal para pieles sensibles, su textura fresca y sedosa transforma la piel noche tras noche.

ANINE BING

Los codiciados anteojos de sol de Anine Bing —favoritos de celebridades y referentes del street style— llegan a Chile de la mano de Palihouse. Diseños icónicos como Indio, Paris y Rennes, elaborados en acetato premium y cristales polarizados, se suman a la exclusiva curaduría de la tienda en Casacostanera.

XIAOMI

SMART AIR PURIFIER 4

Con una eficiencia del 99,97 % en la filtración de partículas, el Xiaomi Smart Air Purifier 4 elimina polvo, polen, alérgenos y olores en espacios de hasta 20 m². Su entrada de aire de 360° y su tecnología de ionización garantizan una purificación homogénea y silenciosa. Ideal para los meses fríos, ofrece control inteligente, recordatorios de mantenimiento y un diseño minimalista que se integra con estilo en cualquier ambiente del hogar.

XIAOMI

SMART BAND 10

Con pantalla AMOLED y diseño renovado, la Xiaomi Smart Band 10 combina estilo y tecnología. Ofrece más de 150 modos de ejercicio, monitoreo de sueño, frecuencia cardíaca y VO₂ máx, además de conectividad total vía HyperOS 2. Su batería rinde hasta 21 días y sus accesorios —incluido un colgante tipo cadena— permiten usarla a tu estilo. Ideal para llevar el control de tu bienestar, siempre conectada.

CONVERSE

1908

Curada junto a Tyler, The Creator, la colección 1908 revive modelos inspirados en los archivos históricos de CONVERSE. Con diseños que remiten a la estética de los 70 y 80, sus siluetas rescatan el legado creativo de la marca y su impacto en la cultura sneaker.

Disponible en Chile solo en  www.converse.cl.

Playlist con olor a leña

y café

11 piezas para dejarse envolver

Cuando el frío llama a recogerse, nada como una banda sonora que abrace. En esta playlist –curada como quien arma un refugio emocional–se mezclan voces suaves, melodías nostálgicas y ritmos que calientan desde dentro. Once canciones para acompañar los días cortos, los tazones humeantes, la contemplación quieta y la memoria encendida.

Hay inviernos que duelen y otros que sanan. Esta pequeña colección de canciones quiere ser lo segundo. No hay urgencia aquí: solo la invitación a quedarse, a mirar por la ventana cómo cae la tarde, a abrigarse también por dentro.

Caramel, de Suzanne Vega, abre con su tono narrativo y brumoso, como una historia que se susurra junto al fuego. Luego llega Jun, de Claro, minimalista y melancólica, con ese dejo de soledad que a veces solo el invierno comprende.

5 Years Time, de Noah and the Whale, nos regala un respiro de sol entre nubes, una promesa de lo que vendrá. Le sigue Nights Interlude, de Nightmares on Wax, hipnótica y tibia como una manta eléctrica para el alma.

Slip Into Something More

Comfortable, de Kinobe, es exactamente eso: una invitación a lo suave, lo mullido, lo sin tiempo. Tick Tock, de Aldous Harding, nos envuelve con su rareza dulce, esa que no se explica, pero se siente.

Fox in the Snow, de Belle and Sebastian, es un himno a la fragilidad, a los paseos lentos entre copos. Después viene Up a Tree

Again, de Looper, juguetona y nostálgica como una escena de película indie.

Manning Fireworks, de MJ Lenderman, estalla en una melancolía distorsionada, bella en su caos. Kinky Love en la voz de Nancy Sinatra es una joya escondida, sensual y etérea. Y el cierre, con The Shining, de Badly Drawn Boy, es pura luz tenue: como una despedida que no quiere serlo.

Una playlist para dejarse llevar, para habitar el invierno como se habita una casa tibia: con música, con abrigo y con todos los sentidos en pausa.

Puedes descargarla poniendo este link en tus dispositivos: https://acesse.one/Playlist-Invierno-Mustique o escanear el código QR de la imagen.

NICOLE PU TZ

La influencer muestra su lado más reflexivo con el lanzamiento de su libro Hacia el sentido, con el cual nos invita a conectarnos con nuestra esencia, teniendo como eje las enseñanzas de las culturas japonesa, egipcia e hindú.

“Debiéramos tomar lo que nos sirve  y tener una vida más en control de nuestra felicidad”

En una conversación profunda, la también egresada de Derecho, coach de mindfulness y guía de meditación dirige esta publicación a su generación, la de los millennials, esa que se encuentra –a su parecer– entre dos paradigmas: uno exitista del trabajo sin descanso y otro que ensalza el bienestar.

“¿Qué hace una chica como esta por estos lados?”,

se plantea la reconocida psicóloga y escritora Lita Donoso en el prólogo que realizó para el libro Hacia el sentido, de Nicole Putz. Y es que la pregunta parece muy natural si se toma en cuenta que hablamos de una de las más reconocidas influencers de moda y belleza de nuestro país (tiene 201 mil seguidores en Instagram), talento con el que ha recorrido las principales capitales de la moda como Nueva York, Milán y París, a lo que se suma su trabajo como comunicadora de televisión y radio.

Tras egresar de la carrera de Derecho en la Universidad de Chile, estar años comunicando y luego de sufrir una enfermedad autoinmune, Nicole decidió ir más allá en la búsqueda del tan anhelado bienestar. Para ello, junto con certificarse como coach de mindfulness y guía de meditación decidió empaparse de las sabidurías de las culturas japonesa, egipcia e hindú.

Así nació su libro –bajo el alero de Editorial Planeta–, con el cual nos invita a llevar una vida más auténtica y conectada con la verdadera esencia, a través de las enseñanzas de las mencionadas culturas ancestrales.

Partimos con la misma pregunta de Lita

Donoso: ¿qué hace una chica como tú, dedicada a la moda y la belleza, explorando el mundo del bienestar y el propósito?

Si lo ves desde una perspectiva más macro, lo que engloba todas las actividades que he hecho –por muy distintas que parezcan– es el desprejuicio con el que me lanzo a cada una. Siempre he tratado de no limitarme por las etiquetas que uno mismo se impone, y ese ha sido un trabajo muy activo. No es fácil, no surge de forma natural.

Al principio fue más disruptivo pasar del derecho a la moda, pero hoy, después de diez años de carrera en redes sociales y trabajando en el mundo de la belleza y la moda, me doy cuenta de que todo esto forma parte de algo mucho más profundo: un propósito mayor relacionado con el bienestar de las personas.

Creo que también tiene que ver con un momento particular de época. Los millennials somos un poco el jamón del sándwich, una generación bisagra. Por eso, conversaciones que para personas más jóvenes pueden parecer obvias –como atreverse, cambiar o aventurarse a algo nuevo– para mí no lo son tanto, y para quienes vinieron antes, aún menos.

En ese proceso influyeron también mi enfermedad autoinmune, la pandemia y la experiencia de ser mamá. Así, este libro es una proyección de mi trabajo: mi trabajo amplificado, resignificado. Por eso, tiene todo que ver.

En el libro cuentas que desde pequeña fuiste una niña inquieta y curiosa. ¿Desde cuándo te empezó a inquietar el tener un propósito, el trascender y preguntarte hacia dónde vas?

Todos los niños tienen esa etapa en que preguntan el porqué de todo, y a mí nunca se me pasó. Siempre me gustó la lectura, vengo de una casa donde se lee mucho, donde se cultivó ese espacio más reflexivo y con los años esa curiosidad se fue canalizando en muchas áreas.

Esa ha sido mi bendición y maldición. Me gustaba el arte, la historia y la parte científica también. Era muy buena alumna, siempre he estado inmersa en muchas áreas y, de hecho, al querer entrar a la universidad fue un problema… al final me decidí por el área humanista, porque me gustaba el ejercicio de observar, de ponderar de manera más subjetiva mi entorno y no con un método científico, y eso con los años se fue canalizando en la creatividad.

Mi trabajo es muy libre, dinámico, a pulso, y eso también se ha canalizado en mi desempeño en el área del bienestar. Hoy tengo un estudio de meditación, y allí facilito un espacio de calma donde las personas se observan y cada uno hace el trabajo.

“Los tiempos pueden cambiar, y los avances tecnológicos pueden ser vertiginosos, pero seguimos siendo los mismos seres humanos que siempre hemos sido”.

En tu publicación tocas las enseñanzas de tres culturas: japonesa, egipcia e hindú.

¿Por qué son estas las que quisiste incluir y no otras como base de tu reflexión y búsqueda de sentido?

Japón fue un descubrimiento totalmente azaroso. Si bien su cultura tiene un origen ancestral, lo que estudiamos hoy está más vinculado con la Edad Media en adelante. Ese fue mi punto de partida para entender que podía inspirarme en culturas muy distintas a la mía. Desde entonces, siempre he sentido un gran apetito por la historia, especialmente por la más antigua, aquella en la que nos faltan muchos elementos para saber con certeza qué ocurrió. Ahí es donde entra la humanidad compartida: tratamos de reconstruir lo que pasó, aunque falten muchos eslabones. Es como un puzle incompleto que, aun así, nos permite reflejarnos y completar nuestras propias preguntas desde el presente. Ese ha sido siempre mi ejercicio con lo que leo.

¿Qué tienen estas tres culturas que te representan y te hacen sentido?

Mi ventana hacia el mundo oriental fue Japón, pero quise ir más atrás, al origen, a algo que aún pudiéramos visitar. Así llegué a la India, donde el hinduismo es la religión más antigua del mundo que se practica de forma ininterrumpida. También está Egipto, con sus ruinas y la figura del egiptólogo, que permite un acercamiento más concreto. Son culturas con mucho estudio y a las que, como persona común, podía viajar y observar de cerca. Más atrás está Mesopotamia, pero hay demasiados eslabones perdidos y resulta difícil de abordar. Por eso el libro está estructurado en torno a estos tres ejes.

¿Cuáles son las principales enseñanzas que nos dejan culturas como la egipcia, la japonesa y la hindú?

Los tiempos pueden cambiar, y los avances tecnológicos pueden ser vertiginosos, pero seguimos siendo los mismos seres humanos que siempre hemos sido. No hay nada tan nuevo bajo el sol. Desde el punto de vista humano y emocional, nuestros problemas no son tan distintos a los de hace siglos… Nosotros y Cleopatra, en el fondo, no enfrentamos desafíos tan diferentes, porque la esencia del ser humano no ha cambiado. Hoy estamos mareados por la velocidad, pero eso es solo una cuestión de perspectiva. Por eso, invito al lector a hacerse las preguntas correctas.

¿Qué preguntas nos deberíamos hacer a diario para encaminarnos hacia una vida con sentido?

Buscar la coherencia interna, no hay más. Y esa es única para cada persona: nadie puede dártela. No hay terapia, pastilla, hobby ni viaje que te entregue la respuesta en bandeja. Hoy tenemos la ventaja de contar con muchísima información –algo que antes no existía–y, en lugar de ahogarnos en ese vértigo, deberíamos aprender a filtrar, quedarnos con lo que nos sirve y construir una vida en la que tengamos más control sobre nuestra propia felicidad.

GENERACIÓN BISAGRA

Mucho se habla de la generación de los millennials, esos que nacieron entre aproximadamente 1981 y 1996. Son considerados nativos digitales y han crecido con la tecnología y las redes sociales, lo que ha influido en sus valores y perspectivas laborales. Es a este segmento al que pertenece Nicole y es al que ve atrapado en distintos cánones.

¿A quién está dirigido tu libro?

Les dedico el libro a mi hijo y a mi abuela. El mensaje final –“Somos nosotros”– busca analizar el momento en que se encuentra mi generación. A nivel macro, puede estar dirigido a cualquier persona, pero lo estructuré desde esta mirada bisagra, de transición. Pensé en quienes vivieron antes y en quienes vienen después.

Siento que mi generación cumple un rol clave: estamos criando, pero fuimos criados por personas de otra época. Por eso, es fundamental preguntarnos dónde estamos parados, en medio de estos dos mundos.

¿En términos generacionales entonces está dirigido más bien a la generación millennial? ¡Claro!

¿Qué dificulta la búsqueda de sentido en esta generación?

Estamos atrapados entre varios paradigmas. Por un lado, venimos saliendo de un modelo totalmente exitista, donde se premia el cansancio y el trabajo sin descanso; y por otro, vemos surgir una nueva generación que redefine el éxito y pone el bienestar en el centro. En esa transición, creo que nosotros –los millennials– estamos un poco perdidos. Nos ha costado definir hacia dónde dirigirnos.

¿Cómo ves esto en términos de la maternidad?

Para mucha gente la maternidad sigue siendo un castigo, ven que con ella su vida se acaba, su individualidad se termina. Yo tengo un pensamiento totalmente distinto de lo que es el bienestar, el éxito, la maternidad… para mí son temas expansivos que tomo para ser feliz, no para arruinarme la vida.

¿Cómo ves a la generación que viene bajo los millennials en términos de la búsqueda de sentido, de propósito y del bienestar?

Ellos crecieron con esta conversación ya instalada, así que la primera pregunta que se hacen es cómo la actividad que están realizando aporta a su felicidad interna. Pero cuando eso se malinterpreta, puede llevar a evitar el esfuerzo.

En lo personal, creo que la búsqueda de sentido requiere un trabajo activo; no nace del descanso ni es un proceso pasivo. Implica hacerse responsable de tu historia, de lo que te pasa. Es un trabajo honesto, realista y maduro. Solo después de eso llega el verdadero sentido de las cosas.

FLY PRIVATE

MARÍA JOSÉ BENVENUTO

Color, cuerpo y contemplación

Desde su taller frente al mar en el norte de Sídney, la artista chilena

María José Benvenuto construye un lenguaje abstracto y profundamente sensorial que dialoga con el color, el cuerpo y el paisaje. Su obra es un canal íntimo de expresión, donde la naturaleza y la emoción se funden en gestos cargados de energía vital.

reció en Santiago, lejos de un entorno familiar artístico, pero con una sensibilidad tan despierta que el impulso de crear surgió de manera natural, casi inevitable. María José Benvenuto recuerda la luz dorada de los atardeceres en la montaña y las caminatas invernales con el rostro frío y el corazón lleno de asombro. Esos primeros encuentros con la inmensidad del paisaje marcaron su manera de mirar el mundo y hoy siguen siendo el centro de su obra. Desde Australia, país que la transformó por completo, su pintura abstracta emerge como una forma de presencia: intuitiva, corporal, silenciosa. En esta conversación, nos habla de su proceso creativo, de su vida familiar junto al océano, de la conexión con lo invisible y del color como vibración emocional.

LA ENERGÍA DE LO INVISIBLE

“El arte fue siempre mi manera de interpretar el mundo”, dice María José. Desde pequeña sentía una urgencia de traducir lo que vivía, de transformar emociones en formas y colores: “Siempre estaba creando algo. No era una actividad guiada ni fomentada necesariamente, pero sí una pulsión interna, como una necesidad vital”.

Hubo un momento clave, sin embargo, que le reveló el poder del arte como lenguaje simbólico: una exposición de Picasso que visitó a los doce años. “Recuerdo haber quedado completamente fascinada con su libertad expresiva, su capacidad de transformar la realidad en algo emotivo”, cuenta. Desde entonces, supo que la pintura no solo era una actividad estética, sino una herramienta para leer el mundo, para procesar lo vivido, para estar.

Su lenguaje visual, profundamente abstracto y emocional, nace desde el cuerpo. “Me interesa

capturar la energía de lo invisible: los estados internos, las transiciones, los silencios”, explica. Pintar, para ella, es una forma de habitar el presente, de traducir lo intangible en imagen. En su proceso creativo, el cuerpo ocupa un lugar central: “Pinto de pie, respirando con la obra. Mis trazos parten desde el centro del cuerpo, no solo de la mano. El gesto es pensamiento en movimiento”.

Trabaja principalmente con acrílicos sobre lino o algodón, materiales que, según ella, deben resonar con su estado interno. “La elección del soporte nunca es casual. El lino me conecta con lo orgánico, con lo vivo. El acrílico, en cambio, me permite seguir el ritmo gestual de mi energía”. Su método es intuitivo, pero no caótico: se apoya en capas, en composiciones que se revelan con el tiempo, y da espacio a lo inesperado: “El error muchas veces abre puertas. Hay que estar atenta a lo que la obra necesita, aunque no se pueda explicar con palabras”.

“Pinto de pie, respirando con la obra. Mis trazos parten desde el centro del cuerpo, no solo de la mano. El gesto es pensamiento en movimiento”.

UNA MIGRACIÓN, UN RENACIMIENTO

En 2018 María José emigró a Australia junto a su familia. El proceso fue desafiante: implicó dejar atrás redes afectivas, una lengua y una forma de vida. “Pero también fue un renacer. Me obligó a mirar con otros ojos, a reconstruirme desde lo esencial”, afirma. Esa transformación se refleja en su obra, que se expandió en sensibilidad y amplitud desde su llegada al norte de Sídney. Allí, en su taller emplazado en un parque nacional, rodeada de flora nativa y con vista al mar, encontró una conexión profunda con la naturaleza. “Esa energía viva lo atraviesa todo. Me da contención, foco e inspiración. Me recuerda que todo está en movimiento”.

Su rutina artística es una especie de ritual. Comienza con una caminata o meditación, un momento de conexión con el cuerpo antes de entrar en el acto creativo. A veces enciende un incienso, elige una música, otras veces simplemente se sienta a observar. “No empiezo a pintar de inmediato. Necesito sentirme presente”. Al finalizar su jornada, anota en un cuaderno lo que surgió: palabras, colores, emociones.

La vida familiar, junto a su pareja y sus dos hijos, es su ancla. “Mis hijos me enseñan a mirar lo esencial. Me obligan a estar presente, a mirar lo simple con curiosidad”, señala. Esa coexistencia entre el rol de madre y el de artista también define su ritmo creativo: “Me obliga a ser eficiente, a respetar mis ciclos, a trabajar con lo que hay”.

A pesar de la distancia, Chile sigue estando muy presente en su obra. “Vive en mí como una raíz profunda. Está en los paisajes de la memoria, en los cielos del sur, en los colores dramáticos, en la intensidad emocional con la que me relaciono con la vida”, dice. Aunque el paisaje australiano ha influido enormemente en su paleta –más luminosa, más nítida, más expansiva–, sus raíces chilenas aportan densidad, sombra, capas. “Es como si los colores australianos dialogaran con mi memoria chilena. Esa mezcla me representa: una identidad en tránsito, en expansión”.

Ser mujer y artista desde la distancia también tiene su carga simbólica. “Me inspira ver a tantas mujeres creando con libertad y sensibilidad. Siento que hay una fuerza que se ha ido liberando”. Hoy, representada por galerías en ciudades como Madrid, Sídney y Dubái, María José vive un momento de expansión. Sin embargo, no busca el reconocimiento como una meta. “Todo ha ocurrido de manera orgánica, como resultado de compartir algo honesto, algo profundamente mío”, explica. Ese mismo deseo de honestidad es lo que la impulsa a seguir explorando nuevos formatos: “Quiero crear espacios envolventes, donde el espectador sea parte activa, donde la experiencia sea casi meditativa. También me gustaría desarrollar proyectos comunitarios, que acompañen a otros artistas en sus procesos”.

Actualmente prepara una nueva exposición individual que se presentará en Chile durante la primavera. Las obras nacen de bocetos digitales espontáneos, que luego traslada a gran escala. “Estoy explorando cómo ese gesto libre, inmediato, puede sostener una composición compleja. Me interesa el color como vibración emocional, cómo ciertos tonos pueden provocar estados internos específicos”, cuenta.

Cuando se le pregunta qué quiere provocar en quien contempla su obra, responde sin imponer una interpretación: “Más que transmitir algo, busco abrir un espacio de resonancia. Que la obra acompañe, que invite a estar, a sentir”. Y si tuviera que elegir una palabra que resumiera su forma de estar en el mundo, no duda: “presencia”.

ALEJANDRA ACOSTA

Lo invisibl e se ilustra tambi é n

Con más de treinta libros publicados y un trazo profundamente personal, la ilustradora chilena Alejandra Acosta ha dado forma a un universo visual donde el silencio, la emoción y la belleza se entrelazan. Esta entrevista es una invitación a mirar de cerca una obra que no busca explicarse, sino sentirse.
Por Francisca Vives Kunitzky

Al mirar una ilustración de Alejandra Acosta, se siente que algo se revela y se esconde al mismo tiempo. Hay una atmósfera que no grita, pero deja huella. Mujeres suspendidas entre la fuerza y la fragilidad, gestos mínimos que dicen mucho, colores que evocan estados del alma. Desde que decidió dejar el diseño editorial para entregarse por completo al mundo de la ilustración, Alejandra ha construido una obra reconocible por su profundidad emocional y estética, con capas que invitan a detenerse, a leer más allá del texto. En este diálogo, la autora –lectora incansable y exploradora de lo simbólico– nos habla de sus procesos creativos, del valor del libro como objeto, del azar, del error y del poder narrativo de las imágenes.

Han pasado varios años desde que decidiste dejar el diseño para dedicarte a la ilustración. Si miras hacia atrás, ¿cómo describirías ese salto hoy?

Fue una decisión importante, pero bastante natural. Sentía que el diseño editorial ya no me daba el espacio que necesitaba para explorar lo que realmente quería decir. La ilustración me permitió conectar con algo más personal, más expresivo, y también trabajar desde otros ritmos y emociones.

Has publicado más de 30 libros y colaborado con editoriales de gran prestigio. ¿Sientes que hay un antes y un después en tu carrera?

¿Cuál fue ese punto de inflexión?

Sí, hubo varios momentos clave. Uno fue cuando comencé a confiar más en mi mirada y en mi forma de hacer las cosas, aunque no encajaran del todo con lo que se esperaba. Y otro, cuando mis libros empezaron a circular fuera de Chile. Eso me hizo ver que lo que estaba haciendo podía tener sentido en distintos lugares, y con la publicación de Del enebro, en España, también apareció un

lenguaje visual que me caracteriza y que me ha dado la oportunidad de seguir explorando el collage y las temáticas más oscuras.

En entrevistas anteriores hablaste de la experimentación como un motor creativo. ¿Cómo ha evolucionado esa experimentación con el paso del tiempo? Antes experimentaba más desde lo técnico, para encontrar estilos o formas nuevas de trabajar. Ahora la experimentación tiene más que ver con el contenido, con probar otras formas de contar, de mirar un tema. A veces eso también significa hacer menos, o dejar espacios en blanco.

¿Qué es lo primero que ocurre cuando tomas un nuevo proyecto: el texto, la imagen, la atmósfera, una sensación?

Lo primero que aparece es una sensación general, algo más bien abstracto. Puede ser un color, una emoción, una idea suelta. Desde esa pulsión empiezo a buscar una lógica y una forma de hilar esas ideas con coherencia.

¿Cómo cambian tus procesos cuando el libro está dirigido a un público adulto, juvenil o infantil?

Cambio el tono, el nivel de detalle y la forma en que entrego la información. Pero el proceso en sí es similar: entender el texto, probar, equivocarme y ajustar hasta que empiece a tener sentido. Siempre trato de que haya algo auténtico y personal en el lenguaje visual, sin importar la edad del lector.

¿Qué papel juegan el error, la prueba y el azar en tu trabajo?

Son fundamentales. Muchas veces las cosas que más me gustan de una imagen salieron de un error o de algo que no estaba planeado. Me gusta no tener todo bajo control y dejar que el proceso me sorprenda.

“Me gusta no tener todo bajo control y dejar que el proceso me sorprenda” .

Has dicho que ilustrar es como afinar una guitarra. ¿Qué tipo de música suena cuando sientes que la obra ya está afinada?

No es una música en particular, pero sí una sensación de que todo está en su lugar. Que no sobra ni falta nada. A veces lo sé al tiro, y otras tengo que dejar reposar el trabajo unos días para darme cuenta.

En pandemia te conectaste con una paleta más optimista e infantil. ¿Qué te reveló ese cambio de perspectiva?

Sentí una necesidad de cuidar lo que miraba y también lo que producía. Estábamos todos tan sobrepasados que me hizo bien trabajar con colores más claros, con formas más suaves. Me ayudó a conectar con la alegría en medio del encierro y de la incertidumbre.

¿Qué significa para ti ilustrar libros para las infancias más tempranas, como lo hiciste con 1,2,3 ¿Me lo cuentas otra vez? ¿Qué responsabilidades implica eso para ti como ilustradora?

Implica pensar con mucho respeto y cuidado. Es un público que está armando su manera de mirar el mundo, acercándose por primera vez a las imágenes y a conceptos de espacio, color e incluso belleza. Quiero que lo que vean sea atractivo, interesante, pero también honesto y cercano.

¿Cómo entiendes hoy el valor del libro impreso, en un mundo tan digitalizado?

El libro impreso sigue teniendo un valor muy especial. Es algo que se puede tocar, guardar, heredar. Tiene una presencia distinta. Y para las infancias, sobre todo, sigue siendo muy importante como objeto, porque además permite generar vínculos e instancias de conversación con sus pares y con mediadores.

“La atmósfera de mis ilustracionessurge de lo que me interesa observar: lo emocional, lo simbólico, lo que no se dice.
Me gusta trabajar con capas, con silencios, con ambigüedades ” .

¿Qué debe tener un libro ilustrado para convertirse en un objeto que alguien quiera atesorar?

Tiene que conectar con algo emocional. No basta con que sea un objeto visualmente atractivo, aunque eso siempre le da cierta ventaja. Tiene que dejar una marca, generar una sensación que dé ganas de volver a él.

¿Sientes que ilustrar también es una forma de escribir?

Sí, totalmente. Muchas veces las imágenes narran lo que no está en el texto, es otro lenguaje, menos evidente en su forma a veces, pero igual de importante.

Tus ilustraciones son reconocibles por su atmósfera onírica, sensual y simbólica. ¿Cómo se construye esa atmósfera en tu trabajo?

Surge de lo que me interesa observar: lo emocional, lo simbólico, lo que no se dice. Me gusta trabajar con capas, con silencios, con ambigüedades. Y también influyen mucho la elección del color, la soledad y la gestualidad de mis personajes.

La figura femenina es una constante en tu obra. ¿Cómo la abordas y desde qué lugar la representas?

La dibujo desde lo que me atraviesa como mujer. A veces aparece como fuerza, otras veces como fragilidad, como deseo, como contradicción. No busco idealizarla, sino mostrarla en distintas formas y etapas que a mí me hacen sentido.

Has sido premiada y publicada en distintos rincones del mundo. Cuando miras hacia atrás, ¿qué significa para ti que tu trazo haya cruzado tantas fronteras y emocionado a personas que quizás nunca conocerás?

Es muy emocionante y siempre es inesperado. Nunca imaginé que algo que hago desde un lugar tan personal pudiera tener resonancia en otras culturas. Me hace sentir que, aunque cada quien tiene su historia, hay cosas que nos conectan más allá del idioma o el país.

Has mencionado influencias como los prerrafaelistas, el simbolismo o artistas como Remedios Varo y Max Ernst. ¿Qué te atrae de esas estéticas?

Me atrae que trabajan con imágenes cargadas de significado, con atmósferas cargadas de simbolismo. Hay una profundidad emocional y visual que me parece fascinante, en algunos casos casi narrativa. Sobre todo en las obras de Remedios Varo que son verdaderos cuentos ilustrados.

¿Hay alguna autora o autor con quien sueñes colaborar o ilustrar algún texto suyo?

Me encantaría trabajar con escritoras latinoamericanas como Clarice Lispector o Silvina Ocampo. Volver a trabajar con textos de María Luisa Bombal es un sueño. También con textos que estén un poco olvidados, y darles nueva vida a través de la imagen; hay un texto de Marcel Schwob que amo, que se llama El libro de Monelle y que llevo años ilustrándolo en mi mente.

¿Qué estás leyendo ahora? ¿Cómo se conecta (o no) eso con tu trabajo actual? Estoy leyendo mucho sobre Gabriela Mistral y su conexión con la naturaleza, específicamente plantas y hierbas. También estoy obsesionada con los poemas de Mary Oliver. Creo que aunque no estén relacionados con proyectos específicos, siempre mis lectoras me llevan a un lugar del que salen nuevas imágenes.

¿En qué proyectos estás trabajando hoy?

En varias cosas a la vez. Acaba de publicarse Cacapedia, mi cuarto libro con Esteban Cabezas, así que estamos trabajando en la promoción. Estoy terminando las últimas páginas de un proyecto en el que llevo trabajando dos años y que me tiene muy enfocada. Y también leyendo algo de Carmen Laforet para un proyecto que se viene pronto.

Ilustras, enseñas y colaboras con marcas muy distintas. ¿Qué te motiva a explorar tantos caminos y cómo cuidas que tu estilo no se diluya en el proceso?

Me motiva aprender cosas nuevas, salir un poco de la rutina. Pero siempre trato de elegir proyectos que tengan algo que ver conmigo, que me resuenen, y en el planteamiento soy muy cuidadosa a la hora de ver desde dónde estoy narrando. Eso me ayuda a cuidar mi lenguaje visual.

Finalmente, ¿cómo imaginas el futuro de la ilustración en Chile y en Latinoamérica? ¿Qué crees que falta y qué te entusiasma?

En Chile hay una energía creativa muy fuerte, y cada vez más conciencia de que la ilustración es una forma de pensamiento visual y una forma de ser autor, no solo un complemento estético. Hace poco estamos trabajando con un grupo de colegas en conformar una asociación de ilustradores profesionales para poder crear comunidad y trabajar por una industria editorial LIJ [literatura infantil y juvenil] más justa y transparente.

LA BELLEZA QUE

Hay lugares que no necesitan ser buscados, porque son ellos los que te encuentran. Buchupureo es uno de esos rincones donde las olas marcan el pulso, la tierra respira libertad y el paisaje no se posa, se habita. Fue ahí, entre mar, campo y viento, donde esta moda se deslizó como un susurro, dejando que esa belleza silvestre contara su propia historia.

HABITA EL PAISAJE

Fotos Simón Pais
Maquillaje y pelo Vero Mónaco
Styling Francisca Vives
Modelo Ignacia Dagá, Elite Model Chile
Producción Paulina Murúa
Blusa negra: Sebastián del Real
Conjunto pantalón, chaleco y chaqueta: Josefina Lira
Vestido: colección Vizion de NievesMarín
Vestido tejido: ElisabettaFranchi, en Sarika Rodrik
Falda y blusa: Sebastián del Real
Botas: Moon Boot IconLow Faux Fur, en Palihouse.
Blazer y top Harper: Jazmin Chebar
Falda y top plisado: Sebastián del Real
Entero Nam y Saco Haumea: MARIACHER
Bellerinas Shade tachas metálicas: Pretty Ballerinas
Vestido Odin negro y Trench Eris negro: MARIACHER
Blazer y pantalón Roy: Jazmin Chebar
Vestido: Balmain en Sarika Rodrik.

La revolución silenciosa del Premio PAM

Alicia Villarreal, Grabar el territorio.
Primer lugar
PAM 2024

Desde su creación en plena pandemia, el Premio PAM ha devuelto el foco a una generación de mujeres artistas históricamente ignoradas por el circuito institucional. En esta entrevista, Loa Bascuñán –gestora cultural y directora de proyectos de Fundación Antenna– repasa la historia, los impactos y las deudas pendientes de una iniciativa que ya va en su sexta edición.

Fernanda Álvarez

El arte también tiene puntos ciegos. Durante décadas, muchas mujeres creadoras en Chile desarrollaron sus obras al margen del reconocimiento, invisibilizadas por un sistema que celebraba otras voces, otros cuerpos, otras edades. En 2020, en medio de la incertidumbre pandémica, nació el Premio PAM (Premio Artista Mujer), impulsado por Fundación Antenna y Bank of America, con una misión clara: reconocer y difundir la obra de mujeres artistas visuales mayores de 60 años. Seis años después, el premio no solo ha crecido en alcance y convocatoria –más de 20 mil personas votaron en la última edición–, sino que ha contribuido a abrir conversaciones urgentes sobre género, edad y memoria cultural. A continuación, Loa Bascuñán, una de las impulsoras clave del proyecto, reflexiona sobre cómo nació esta idea.

Ester Chacón-Ávila, Avatar. Mención Honrosa PAM 2024

Arriba: Isabel del Río, Circuitos Híbridos. Primer lugar PAM 2023

¿Cómo nace el Premio PAM y qué lugar ocupa hoy en el ecosistema artístico chileno?

El Premio PAM surge en 2020, pero es el resultado de una serie de conversaciones y experiencias previas. Un antecedente clave fue la exposición Radical Women: Latin American Art, 1960-1985, presentada en 2017, que visibilizó de forma contundente la potencia de las mujeres artistas en el desarrollo del arte conceptual y político en América Latina. Esa muestra abrió un panorama nuevo y necesario.

En 2019, desde Antenna colaboramos con Bank of America en el proyecto de Nicole L’Huillier en la Bienal de Artes Mediales. A partir de esa experiencia, comenzamos a pensar con más claridad cómo podíamos aportar, desde nuestro rol, al reconocimiento de artistas mujeres. Luego vino la pandemia, y muchos de los proyectos que teníamos, como el apoyo a exposiciones o la circulación internacional, dejaron de ser viables. También se hizo más evidente la necesidad de valorar el arte

como parte fundamental de la vida cotidiana. En ese contexto, lanzamos el Premio PAM como una forma de apoyar a un grupo históricamente invisibilizado: mujeres artistas visuales mayores de 60 años.

Hoy, seis ediciones después, sentimos que el premio ha sido una contribución dentro de un ecosistema más amplio. Sabemos que no es el único esfuerzo, ni el definitivo, pero sí creemos que ha abierto espacio para conversaciones sobre género, edad y reconocimiento en el arte.

¿Qué ha cambiado desde entonces?

Cuando partimos, hablar de artistas mujeres mayores como protagonistas activas del arte contemporáneo era aún algo muy poco frecuente en los circuitos institucionales. Hoy, muchas de las artistas que han sido parte del premio están siendo invitadas a exponer en museos, ferias y bienales, dentro y fuera de Chile. Pero más allá de la visibilidad, lo que valoramos es que sus obras y trayectorias están empezando a ser reconocidas en vida.

Abajo: Ximena Izquierdo, Geocromía.

Mención Honrosa PAM 2023

Loa Bascuñán

¿Qué brechas siguen existiendo y cómo contribuye el Premio PAM a reducirlas? A pesar de los avances, las brechas siguen siendo evidentes. Las artistas mayores de 60 años continúan estando subrepresentadas en colecciones, publicaciones y exposiciones. Muchas han desarrollado su obra de manera silenciosa, al margen de los circuitos más visibles, enfrentando la falta de redes y el escaso reconocimiento institucional.

Desde ese diagnóstico, el Premio PAM busca ser un aporte concreto. No es un premio de adquisición ni está condicionado a la producción de una obra o una contraprestación. Es un reconocimiento libre, que entrega un premio económico y apoyo en la difusión del trabajo de las

artistas. Sabemos que no resuelve todos los desafíos del ecosistema, pero sí instala preguntas necesarias y ofrece una plataforma de visibilidad para artistas que, muchas veces, no han tenido espacios para compartir su trabajo.

¿Hay algún momento que te haya marcado especialmente en estas seis ediciones?

Hay varios, pero uno que recuerdo con mucha emoción fue cuando una de las artistas ganadoras dijo que era la primera vez que alguien la llamaba “artista” en público. También hubo una votación popular donde una comunidad entera del norte se organizó para apoyar a una creadora local. Esos gestos hablan del poder de la visibilidad y del arte como un lenguaje común.

Denise Blanchar, Penélope.
Primer lugar PAM 2022
Andrea Fischer, Origen (Detalle).Premio del público PAM 2023
Claudia Yagnam, Burka. Premio del público PAM 2022

Eugenia Vargas, Registro de performance

Primer lugar PAM 2021

En la última edición, más de 20 mil personas participaron en la votación del público. ¿Qué significa eso para ustedes? Es un indicador muy potente de que este no es un reconocimiento cerrado entre especialistas, sino una causa que convoca a muchas personas. La participación del público ha sido clave para ampliar el alcance del premio y para que las artistas sientan un reconocimiento directo, humano. Hay una conexión emocional que se genera y que reafirma el sentido de lo que hacemos.

Arriba: Elsa Bolivar, Objetos con tablero de Ajedrez PAM 2020

Abajo: Julia Toro, 38A. PAM 2020

¿Qué esperas de esta sexta edición? Esperamos poder llegar a más personas y seguir ampliando la visibilidad de lo que están creando las mujeres en todo Chile. Cada edición nos permite descubrir nuevas obras, trayectorias y miradas que muchas veces han quedado fuera del relato más oficial del arte. También nos ilusiona que el voto del público convoque a muchas personas, no solo para participar, sino para detenerse a mirar con atención el trabajo de estas artistas. Creemos que eso puede abrir conversaciones necesarias sobre la vigencia y el aporte de las mujeres en distintos campos, más allá del arte. Porque el premio no solo busca reconocer trayectorias, sino también instalar preguntas que trascienden.

COCINAR EN CLAVE DE INVIERNO

El frío transforma la cocina en un refugio de aromas, historias y sabores capaces de reconfortar. En esta edición, cuatro chefs chilenos cuentan cómo esta estación despierta en ellos una forma más íntima y evocadora de cocinar, marcada por ingredientes y sabores que reconfortan el cuerpo y la memoria.

ANTONIO MORENO CASA LAS CUJAS

Para Antonio Moreno, chef de Casa Las Cujas, el invierno despierta un deseo inmediato de calor: el de una cocina humeante, de caldos concentrados, de un buen plato de choritos o un congrio preparado en su punto justo. Es una estación que invita a intensificar los sabores, a darles más fuerza y profundidad a los platos, y a volver a ciertos ingredientes que en estos meses alcanzan su mejor expresión.

El congrio, por ejemplo, es uno de sus favoritos del invierno, así como los primeros ejemplares de centolla de la temporada. A ellos suma la trufa, con su perfume inconfundible, para construir combinaciones que celebran el carácter estacional de su cocina. Entre todos los platos posibles, hay uno que resume su invierno ideal: un arroz caldoso, con una base potente de sofrito y caldo, al que puede sumarse cualquier proteína, siempre y cuando lo esencial esté bien logrado.

Antonio reconoce que el entorno influye fuertemente en su manera de crear. El paisaje, el día, la atmósfera que lo rodea... todo entra a la cocina. Este invierno, por ejemplo, hay un aroma que lo obsesiona: el de los erizos del norte, que están en su mejor momento y despiertan posibilidades infinitas.

Aunque es de Caldera, donde los inviernos son soleados pero frescos, hay un recuerdo que lo acompaña cada temporada: el olor a caleta, a puerto. Ese perfume salino, inconfundible y cargado de memorias, es también parte de su paleta de sabores invernales.

“COCINAR EN INVIERNO ES MIRAR CON OTROS OJOS
LO QUE LA NATURALEZA OFRECE”

RODOLFO GUZMÁN

BORAGÓ

Para Rodolfo Guzmán, chef de Boragó, el invierno tiene un lenguaje propio y comienza en el mar. Es la temporada en que los pescados y mariscos alcanzan su mejor momento, cargados de sabor y textura. Lo mismo ocurre con ciertas algas, que emergen solo en esta época Pero si hay un producto que, para él, representa la esencia del invierno chileno, estos son los erizos de la costa central: extraordinarios, grasos, rebosantes de umami y con un carácter único e irrepetible. “En esta época, están en su punto máximo”, afirma, convencido de que pocas experiencias igualan la de probarlos en su mejor momento y que todo lo que viene del mar, sobre todo en esta época, es simplemente delicioso.

El invierno también lo conecta con la memoria y la tierra. Hay un ritual que nunca deja pasar: viajar a la costa a comer mariscos. Esa costumbre –más que un hábito gastronómico– es una forma de volver a las raíces y de inspirarse en el entorno. Es, además, cuando la naturaleza ofrece sus productos más intensos y genuinos. En su cocina, profundamente estacional, Guzmán y su equipo observan aquello que otros no ven, como partes del pescado o del marisco que suelen desecharse, pero que en sus manos se transforman en joyas culinarias. El clima, dice, influye tanto en lo que cocinan como en los sabores que buscan crear: “Cocinar en invierno es mirar con otros ojos lo que la naturaleza ofrece”.

Si tuviera que elegir un plato que resuma su invierno ideal, se queda con la sencillez poderosa de unos erizos con salsa verde o un buen mariscal. Preparaciones que, más que recetas, son una declaración de amor al mar chileno.

Y aunque su cocina mira siempre hacia adelante, hay un recuerdo de infancia que permanece intacto: los choritos con salsa verde que compartía con su abuelo. “Es uno de los sabores más simples y a la vez más deliciosos. Para mí, ahí está la esencia de la cocina chilena”, dice. Un sabor que vuelve cada invierno, como un gesto íntimo y perdurable de identidad.

“EL VERDE REPRESENTA MUCHO EL INVIERNO, INCLUSO MÁS

BENJAMÍN NAST DEMENCIA

Para Benjamín Nast, chef de Demencia, el invierno es sinónimo de guisos. “Soy un fan absoluto”, confiesa. No solo disfruta de los guisos clásicos, sino también de aquellos que mezclan productos del mar y la tierra –mar y montaña–, aprovechando lo mejor de cada estación. Porque si bien el invierno puede hacer más difícil la pesca, para él es justamente en esta época cuando el mar ofrece sus joyas: pescados y mariscos de carnes firmes, sabores intensos y calidad insuperable. Los erizos, en particular, son uno de esos productos que brillan en la temporada fría.

Su cocina de invierno gira en torno a la potencia de los sabores, al arte de guisar, de extraer la esencia del hueso frito y las cocciones lentas. Aunque no tiene un ritual específico, hay dos cosas que se repiten cada año: los guisos –siempre presentes– y las escapadas a la nieve, una tradición familiar que disfruta junto a su padre y que espera compartir pronto también con sus hijos.

Si tuviera que elegir un plato que represente su invierno ideal, no duda: un buen guiso o una sopa reconfortante. “Una crema de papa con almejas o una crema suave con erizos... eso es maravilloso”, dice. Para Benjamín, no hay nada mejor.

El clima y el entorno también marcan su forma de crear. En invierno, los colores que inspiran sus platos tienden a ser más opacos: verdes intensos, marrones, tonos cremosos. Tonalidades que, lejos de ser apagadas, vibran con la energía propia de la temporada. “El verde representa mucho el invierno, incluso más que el verano”, asegura.

Y si se trata de aromas, se queda con ese frescor inconfundible de las mañanas frías, una mezcla de tierra, hierbas y pasto húmedo, matizada por el aire puro que baja de la cordillera. Un perfume natural y único, que para él define el invierno en su esencia.

MARCOS BAEZA

FUKASAWA

Para Marcos Baeza, chef de Fukasawa, el invierno empieza cuando se prende la olla y no se apaga en todo el día. Es la estación del fuego lento, la cuchara y las sopas que reconfortan. Es también el momento de volver a los sabores de la casa, a los guisos, caldos y al pan amasado recién salido del horno. “Me gusta ese silencio que se arma cuando la comida está buena y humeando en la mesa”, dice.

Sus ingredientes de invierno son un reflejo de su cocina sin artificios: cordero, chivo, gallina de campo –capaz de entregar un caldo como pocos–, luche seco, papas chilotas, ají verde y, si la temporada lo permite, erizos del norte. Todo con un toque de picante, porque como reconoce, “yo soy bueno para eso”.

Hay un ritual que nunca falta: hacer un caldo con huesos, lo que tenga a mano, y dejarlo andar por horas. En Fukasawa, el invierno también trae cambios a la carta. Se suman sopas, fondos largos y platos calientes. Regresa el tempura soba, una sopa japonesa con fideos, camarón tempura, dashi claro, huevo pochado y alga. “Reconforta sin ser pesada. Me gusta porque tiene sabor y equilibrio, como toda buena sopa”, explica.

Entre sus platos ideales para esta estación, el ajiaco ocupa un lugar especial: preparado con la carne del asado del día anterior, papas, pantrucas, ají verde y cilantro fresco. “Me gustan las sopas con historia, con sobras, con sentido”, dice. También la cazuela con chuchoca que hacía su abuela o, si el ánimo es de horno encendido, un pastel de choclo bien hecho, con carne picada, aceitunas negras y huevo duro. “Comida que uno respeta, no se le cambia nada”, afirma.

El paisaje y el clima del invierno marcan su cocina y su forma de crear. El frío lo conecta con el sur, con las raíces, con el marisco profundo y la leña. Cambia el ritmo: la cocina se vuelve más pausada, más reflexiva. “En invierno me salen platos más hondos, más callados. Más cuchara, menos frescura directa, más fondo y sabor”.

Si tuviera que hablar de aromas, elegiría los del ají de color friéndose con cebolla, el cordero al horno con orégano, el pan amasado en horno de barro y el del caldo bien hecho, ese que lleva horas llenando la cocina sin apurar a nadie.

Y entre sus recuerdos más vívidos, siempre aparece la cazuela con chuchoca de su abuela: zapallo molido, papas grandes y una presa de gallina. Llegaban empapados y con frío, y ella ya tenía la olla andando. “Nunca hubo apuro, nunca hubo exceso. Solo una olla, olor a sopa y pan amasado calentito. Esa es la comida que me acompaña hasta hoy”, recuerda.

“Mientras la llegada de la mujer a cargos directivos sea noticia, la igualdad no se ha logrado”

SGABRIELA ALVADOR

Hace unas semanas, fue elegida por Cadem como una de las mujeres que más ha aportado a la sociedad y al liderazgo femenino. La directora ejecutiva de VanTrust Capital y cofundadora de ChileConverge cuenta cómo la fibromialgia le despertó la necesidad de darse a los demás: parte importante de sus días hoy los dedica a mentorías y a directorios para elevar la ética y el desarrollo de Chile.

Por Paula Palacios / Fotos: Diego Bernales

Gabriela Salvador (56) fue una de las primeras mujeres en abrirse camino en la industria financiera, donde ha desarrollado una trayectoria de casi 35 años y liderado más de 26 gerencias. Desde entonces, se impuso abogar por un rol más preponderante de la mujer en ese mundo manejado en su mayoría por hombres –“Al igual que el ámbito de la minería y construcción”, asegura– y que ella desconocía que fuera tan masculino hasta que entró allí.

Autoconocimiento profundo, detectar sus debilidades y saber pedir ayuda han sido las herramientas claves para abrirse paso y alcanzar los más altos cargos en la banca. Y esos mismos recursos la convirtieron en un

referente en materia de economía, inversiones y emprendimiento. Un liderazgo reconocido por El Mercurio –que la incluyó entre las 100 mujeres líderes nacionales– y que la mantiene entre los cuatro personajes femeninos chilenos más influyentes de LinkedIn.

“También hay que aprender a tomar riesgos. Hay dos cosas que a nosotras en Chile nos cuestan: por un lado, soltar, perder el miedo a ser prescindibles. Cuando estaba a la cabeza de alguna gerencia y alcanzaba las metas, solía tomar nuevos desafíos y partir de cero. Por otro lado, debemos ser capaces de hacer network, de establecer redes; nos da vergüenza ir a cócteles o a reuniones solas. Aún recuerdo cuando, siendo gerente de un

banco, fui a la máquina de café y escuché cómo mis pares hombres se ponían de acuerdo para jugar fútbol, mientras yo me iba a la casa a ver a los niños. Ahí dije: ‘Yo también tengo que hacer network’, y empecé a salir a almorzar y a asistir a todos los cócteles de manera consciente”, recuerda la economista y miembro de varios directorios.

Un camino profesional que, para esta madre de tres hijos, no ha sido fácil, ya que, desde que se tituló a los 21 como ingeniera comercial de la Universidad de Chile y se propuso ser divisional de un banco, debió lidiar con prejuicios, al punto que –reconoce–tuvo que adoptar un estilo masculino y hasta aprendió de fútbol para lidiar con sus pares.

Y si bien alcanzó los más altos cargos, a la larga eso le trajo costos, como una fibromialgia que la dejó un año en cama y la envió a pabellón para operarse cuatro veces de la columna. “Lo primero que aprendí con esta enfermedad fue a pedir ayuda, lo que antes veía como una debilidad. Pasé mucho tiempo en cama en que no podía ni secarme el pelo, y mis amigas fueron las más felices de poder asistirme. También entendí que somos un instante, porque cuando salí del ‘juego’ por la enfermedad, el mundo siguió igual, lo que llevó a replantearme cómo viviré los años que me quedan. Decidí mostrar mis fragilidades, aun cuando muchos no estuvieron de acuerdo. No puede ser que en este país se castigue y se escondan las enfermedades o la edad para mantener el trabajo o postular a algún directorio”, reflexiona la economista mientras toma un sorbo de café y enciende el primero de varios puros.

NO A LA LEY DE CUOTAS

Hace casi dos décadas asumió con VanTrust Capital y desde que se independizó sintió la libertad de hablar de temas que pueden incomodar y que antes, por políticas de las empresas en que trabajaba, estaban vetados. Y hace tres años cofundó ChileConverge, plataforma que ha impulsado el desarrollo de 100 mil mipymes, así como el empoderamiento económico de personas en situación de pobreza. Una manera, dice Gabriela, de devolver la mano, y uno de los motivos por los que hace unas semanas fue elegida por Cadem como una de las mujeres que más ha aportado a la sociedad y al liderazgo femenino.

“A los 50 me vino un tema social fuerte, quizá por mi enfermedad y marcada también por mi padre, quien a esa misma edad dejó de trabajar en la industria financiera para colaborar a tiempo completo con la Iglesia ortodoxa, donde mi hermano es sacerdote. Sentí la necesidad de brindarme a los demás, al punto que di un vuelco en mi vida y hoy gran parte de mis días los dedico a hacer mentorías en ChileConverge, donde se logran cambios profundos de conductas ¡y de vida! de micro y pequeños empresarios, lo que reconforta el alma... También estoy abocada a mis labores como directora en la Asociación de Empresas Familiares, en la fundación Inversión de Impacto en GSG y en Hub Apta, que busca posicionar a Chile como polo de innovación regional”, cuenta entusiasmada.

“Cuando

encasillamos a hombres y mujeres, apagamos sus talentos y no

sacamos su máximo potencial.”

¿Siente que le hizo falta una mentora en los inicios de su carrera?

Me habría encantado…

¿Qué consejos le habría dado a esa Gabriela de 25, 30 años?

Que no pelee todas las batallas. Por esa ética y moralidad tan fuerte que tengo, quise ser Juana de Arco muchas veces, pero se me pasó la mano y eso genera enemigos.

También le habría aconsejado en la forma, que no se masculinizara y fuera más ella. Cuando entras al mundo financiero crees, erradamente, que debes tener un liderazgo masculino para que te vaya bien. Recuerdo que cuando estaba en un determinado banco, todos los domingos veía los resultados de Colo Colo y de la Católica para estar a tono, y hasta me compré un Audi negro enorme para dar una señal de ‘ojo conmigo’, ¡y ahí sí que se incomodaron totalmente!... Le habría anticipado a Gabriela que la mujer se pondría de moda…

Aun así, hoy solo el 12,8 por ciento de las empresas científico-tecnológicas en Chile son lideradas por mujeres, al punto que el Ministerio de Ciencia convocó una mesa para revertir esta brecha.

Hay un problema previo grande. Los niños y las niñas en el jardín infantil suelen jugar a lo mismo, sin embargo, está comprobado que a los 12 años ya se entretienen con cosas distintas, y eso es porque culturalmente en Chile todavía sentimos que la ciencia o las matemáticas son temas que no nos corresponden a nosotras. Como sociedad, cuando encasillamos a hombres y mujeres, apagamos sus talentos y no sacamos su máximo potencial.

¿Qué barreras debieran eliminarse para evitarlo?

Mira, a mí de niña no me gustaban las muñecas, y tuve la suerte de que mis padres entendieron y de chica me regalaron un escritorio donde yo timbraba papeles y tecleaba una calculadora. Hay que hacer campañas culturales completas e integrales en los colegios para que las niñas sean lo que quieran ser. Mientras la llegada de la mujer a cargos directivos sea noticia o me continúen preguntando por qué elegí la industria financiera, la igualdad no se ha logrado.

¿Está de acuerdo con la Ley de Cuotas? No, porque esa ley lo que dice es, por ejemplo, que, de aquí a cuatro años, vamos a necesitar 700 mujeres para directorios.

Iría más lento o pondría una cuota más baja, porque preparar esa cantidad de mujeres para que ocupen un rol de liderazgo toma su tiempo. Si nos ponen esa cuota, nos están haciendo un flaco favor, porque para ser directora necesitas una trayectoria en industria compleja, ¿de dónde las sacamos en el corto plazo? Y lo que va a ocurrir es que las mismas de siempre en vez de estar en tres, ahora estarán en siete directorios. Hay que formar mujeres, permitir que trabajen y darles tiempo de que maduren.

¿Cuál es el valor de que mujeres lideren equipos?

Tenemos capacidades distintas y que se complementan perfecto con las de los hombres, quienes resuelven bien la emergencia, se manejan mejor con los errores y no son culposos. Nosotras, en tanto, logramos trabajo en equipo, comunicamos los procesos, nos interesa que la gente se sienta valorada y exista diversidad; generamos climas de confianza. Y fíjate que cuando hay ambientes muy parejos, con hombres de ciertas universidades, que veranean en las mismas partes, se sienten cómodos porque no ven amenazas. Sin embargo, cuando llega una mujer inteligente, capaz de decir las cosas de manera diferente, eso inyecta tensión al grupo, los pone más alertas y los lleva a una mayor creatividad.

“SI

NO GENERAMOS CERTEZAS, SEGUIREMOS IGUAL DE POBRES”

Única mujer socia del Club del Habano de Chile y lectora voraz –puede leer hasta cuatro libros simultáneamente–, hace unos días Gabriela Salvador fue ratificada en el directorio de la Asociación de Ética Empresarial y Organizacional, en momentos en que el país enfrenta una crisis de probidad sin precedentes: 1,5 billones en irregularidades en los organismos públicos. “Se produjo una degradación de las instituciones. En la sociedad existían entidades como la Iglesia, los políticos, entre otras, que cumplían ciertos roles, sin embargo, al quitar las clases de ética y de educación cívica en los colegios, poco a poco se fueron banalizando y comenzamos a generar ciudadanos más individualistas, con pérdida de valores, por lo que se vuelve más fácil cometer fraudes, ya que no sienten ese deber colectivo de hacer el bien; no les importa. Y lo más grave: perdimos la capacidad de asombro”, reflexiona.

¿Cuál es el camino para recuperar la ética, la transparencia y la confianza: endurecer sanciones o reforzar los controles internos del Estado?

Un cambio cultural, pero eso es a largo plazo. En lo inmediato, la absoluta disciplina en la aplicación de las sanciones. Ahora, tengo críticas a la cantidad de gente que trabaja en el Estado; debe haber mucha “grasa”, por lo que hay que partir por hacer una limpieza importante. De lo contrario, le pierdes respeto a esta institución y ya no confías frente a un alza de impuesto, por ejemplo.

Estamos próximos a un cambio de gobierno, ¿qué necesita Chile?

Antes que todo, una campaña de esperanza permanente, reencantar a los chilenos. Cadem definía hace poco a Chile como un hombre de 40 años, que vive con los papás, en cama, con depresión y sin motivos para levantarse. Necesitamos buenos líderes que hablen de ética y de felicidad; que, con sus ejemplos, levanten el país. Y ya en lo político, mayor seguridad y una reestructuración completa de las cárceles. En cuanto a inmigración, ingreso y estadía solo a personas con antecedentes limpios.

¿Y en lo económico?

Estamos con un problema grave. La deuda del Estado siempre se mantenía en el 21 por ciento del PIB, y ahora estamos en el 49 por ciento. Es un Estado muy grande, lo dejaría en la mitad. Por otra parte, terminaría con las incertidumbres. La permisología y una política de extremos no son buenas para la economía. Es momento de dar certezas para evitar que las inversiones se vayan a otros países. Tenemos la naturaleza a favor: el desierto y la energía solar; en el sur, el viento, sin embargo, si como país no generamos un entorno más certero, seguiremos igual de pobres. Tenemos que mirar Chile a largo plazo.

¿Y usted cómo se proyecta a futuro, qué le queda por hacer?

Poco, fíjate. Cuando estuve enferma, me hospitalizaron muy seguido, por lo que sentí que podía morir en cualquier momento. Una vez que me recuperé, cumplí varios pendientes, viajé a los lugares que quería y devolví la mano a la sociedad. Hoy vivo el día, no tengo pendientes…. Ah sí, ¡tener un nieto! Quiero vivir la sensación de ser abuela.

JUAN YARUR

“El

dolor me enseñó a vivir”

Por Fernanda Álvarez C.
Fotos
Simón Pais

Juan Yarur habla sobre su cuerpo, el miedo, la paternidad, la jardinería y el privilegio de envejecer. Esta entrevista –entre amigos– me sorprendió por la paz con que Juan enfrenta hoy la vida, después de meses marcados por el dolor físico, la reinvención y un cambio de ritmo radical. Una conversación íntima y descarnada sobre soltar el ego, sobrevivir al sufrimiento y encontrar la belleza en lo cotidiano

La última vez que tuve el privilegio de entrevistar a Juan Yarur fue hace más de ocho años. En esa época, el coleccionista de arte y filántropo era otra persona. Era una que buscaba (y lograba) brillar y acaparaba todas las portadas. Esta vez, me encontré con otro Juan, más canoso, más tranquilo y, sobre todo, más pausado. Esta es la slow life de Juan Yarur.

LAS CANAS Y EL PASO DEL TIEMPO

Quiero hablar de tus canas. Encuentro que te quedan demasiado bien.

Me pasó que estaba en un funeral y me puse a pensar: ¿Qué tan desesperado estoy por detener el paso del tiempo?

¿Qué tan desesperado estabas?

Me teñía cada diez o doce días, y el resultado se veía más o menos natural. Pero siempre había un par de canas rebeldes que delataban el tinte. Nunca me ha gustado dejarme las canas, pero ya no quiero seguir peleando tanto con ellas. Igual ha sido un descanso.

¿Sientes que fue un proceso?

Sí, pero uno muy lindo.

¿Y te sientes distinto ahora?

Sí. Las canas son un reflejo de lo que me está pasando, quizás.

¿Y cómo llegó ese reflejo?

En octubre, una enfermera me pinchó mal y tuve una serie de dolores neurálgicos pequeños. Uno me paralizaba, me dejaba parado de un segundo a otro. Me agarraba las piernas y no me podía mover.

¿Y esto fue después de los 40?

Sí. Me vinieron los 40 con ganas.

¿Y te están atropellando o los estás surfeando?

Hoy creo que ya me atropellaron.

¿Qué sentiste que te había atropellado?

Nunca había sentido dolor así. Y cuando lo convencional no me daba la respuesta, empecé a buscar en lo no convencional. Y por ahí comencé a encontrar la solución.

EL DOLOR

Y EL DIAGNÓSTICO INESPERADO

¿Cómo comenzó todo?

Fue en octubre. Me empezó este dolor. Me habían inyectado mal. Me quedó como una molestia.

¿Y cuánto duró ese dolor?

Tres meses. Haciéndome exámenes, olvídate. Tres doctores. Campos magnéticos, resonancias, todo. No aparecía ningún diagnóstico concluyente y yo me desesperaba cada vez más.

¿Y tú cómo estabas?

Estaba mal. No podía ni sentarme. Teníamos que ir a Roma con Felipe. Y tres días antes se desencadena un dolor inexplicable, horrible. Los viajes largos se convirtieron en una pesadilla, espantoso. Pero incluso los cortos ya eran terribles. Nunca sabía cuándo me iba a doler. No dependía de cómo estuviera sentado. Era impredecible.

¿Qué hiciste?

Empecé a caminar. Era lo único que me ayudaba. Caminar me curaba.

¿Qué tan mal estuviste?

Estuve a punto de quebrarme.

¿Y qué pasó entonces?

Justo antes de un viaje, fui donde un especialista en dolor. Me miró y me dijo: “ Tú no tienes lo que te están diciendo. Tú no tienes un encapsulamiento”.

¿Qué era entonces?

Me dijo: “Tú tienes síndrome miofascial del piso pélvico”, son los músculos interiores de la cadera que irradian dolores en distintas partes del cuerpo.

“Nunca había sentido dolor así. Y cuando lo convencional no me daba la respuesta, empecé a buscar en lo no convencional. Y por ahí comencé a encontrar la solución”.
“El dolor me limpió. Me enseñó a

ir

más

lento, a priorizar, a dejar de responder los 400 chats. A tomarme un café en polvo y

agradecer”.

EL JARDÍN, EL NUEVO LUJO

¿Y cómo llegaste a la jardinería?

No sé cómo se fueron dando las cosas. Llegó el dolor, luego llegó el jardín. Yo nunca había tenido jardín y de pronto estaba con las manos en la tierra y sintiéndome feliz de conectarme con lo natural por primera vez en mi vida.

¿Qué buscabas en este nuevo hobby?

Algo más floral. Quiero el circo Timoteo en el jardín.

¿El circo Timoteo?

Sí. Porque es feliz. Porque no tiene que aparentar nada. Está la rosa metida con la cala, mezclo de todo. La señora que vino a enseñarme me dijo: “Jamás he visto una cosa así. Estás mezclando cosas que no se juntan ni pegan, y te está resultando”. Les pongo música a las plantas. Les digo: “Tú eres linda. Eres preciosa”. Estoy un poquito rayado, sí. Pero en buena.

¿Tu familia te acompaña en esto?

La Cora [su hija mayor] sí. Plantó una flor preciosa el otro día. Siempre corta la más linda, y yo le digo: “Tú eres la flor más linda de mi jardín”.

¿Sientes que la jardinería es tu nuevo lujo?

Temu y las plantas. Antes compraba McQueen. Ahora compro botas de jardinero por Temu. Mi jardinera la compré en Mercado Libre. Y ahí fue cuando Felipe me dijo: “Cómprate unas Hunter”. Me compré unas.

¿Tu lujo fueron unas Hunter?

Sí. No fue Alexander McQueen. Y eso me encanta.

¿Y te obsesionaste con eso?

Obvio. Les pongo nombre a las plantas, les clavo palitos con sus nombres para que no se me olviden. Y me pongo a pensar. Me quedo mirando la tierra pelada, a ver qué se me ocurre. Ayer soñé que me estaban cortando una. Quiero levantarme mañana a hacerlo.

“Llegó el dolor, luego llegó el jardín. Yo nunca había tenido jardín y de pronto estaba con las manos en la tierra y sintiéndome feliz de conectarme con lo natural por primera vez en mi vida”.

LA PATERNIDAD, LA CULPA Y LA REINVENCIÓN

¿Cómo afectó este dolor a tu vida como papá?

No podía ni llevar a los niños a los juegos. Me dolía.

¿Y cuándo sentiste que empezabas a sanar?

La primera vez que pude subirme al auto para llevar a los niños a los juegos de Laguna, cerca de Zapallar. Te juro que ahí me cambió la vida. No sé si podría volver a sentir ese dolor otra vez ni si me volvería a paralizar. Pero en ese momento me di cuenta de que me estaba exigiendo demasiado, intentando curarme de todo al mismo tiempo. Entonces paré. Solté las canas. Fue como decir: estoy peleando demasiadas batallas.

¿Y eso a qué te llevó?

A elegir mis batallas. Lo que más me importa son mis hijos, y me di cuenta de eso ese día, cuando los llevé a los juegos. Creo que, al final, lo que va a quedar en sus recuerdos es que compartimos momentos, que hicimos cosas juntos.

¿Sientes culpa?

Claro, porque a mí me mandaban a Fantasilandia con los empleados. Y yo no quiero repetir ese patrón. Soy papá para ser papá.

¿Lo hablaste con otras personas?

Con muchas mujeres con problemas de concepción. Es muy similar. Porque cuando te cuesta tanto algo, al final lo aprecias más.

LA FAMA, EL EGO Y LA CALMA

¿Te gusta la vida que tienes ahora? ¿Estás más feliz que antes?

Estoy mucho más feliz. Antes todavía seguía con un poquito de susto, extrañaba el éxito.

¿El éxito en qué sentido?

El mundo del arte, hacer cosas que sean mías, que me llenen. Hacer becas, proyectos. Sentía que había dejado de ser yo. De alguna forma, haber dejado de ser estrella.

¿Y qué te enseñó el dolor?

Me limpió. Me enseñó a ir más lento, a priorizar, a dejar de responder los 400 chats. A tomarme un café en polvo y agradecer. Me hizo darme cuenta de que estaba intentando curarlo todo, todo, todo, demasiado. Y entonces paré.

¿Y la fama? ¿La echaste de menos?

Sí. Pero me acuerdo de que hablaba con alguien y me decía: “Cuando a ti te googleen, van a salir fotos tuyas en un yate con huevones musculosos”. Pero esas fotos ya no existen. Todas las fotos ahora son con la Cora, con Cirilo. La fama se fue. Pero me da lo mismo.

¿Igual te da miedo envejecer?

Sí. Pero no estoy diciendo que voy a envejecer con dignidad, por si acaso. En ningún caso. No lo voy a subrayar. Pero lo paso bien en el dermatólogo, me entretiene. Nunca fui lindo. Puedo ser atractivo, pero no fui lindo. Si te criaste donde todos te dicen que eres horrendo, después cuesta descreerlo. Quiero verme lo mejor posible. Para sentirme bien. Para no tener inseguridades. Pero no para transformarme en otro.

¿Te sientes en un buen momento?

Sí. Estoy en paz. Y eso es un lujo. Me encanta ir al colegio de mis niños, saludar a

la señora de la librería, a la de admisiones. Después me voy al gimnasio. Y después a la peluquería. Esa es mi rutina. Soy feliz.

¿Y extrañas tu vida anterior?

No. Me salí del mapa. Todo lo que yo era, lo dejé.

¿Sientes que te postergaste?

Antes sí. Antes del dolor. Quería hacer cosas mías. Tener algo que fuera mío. Volver a tener éxito. Un poquito de fama. Un poquito. Pero ahora no. Porque entendí que mis hijos son lo más importante.

¿Y tú sigues siendo espiritual? ¿Terapias, astrólogas, numerólogas…?

Sí, tengo mi staff. Veo a una astróloga cada dos meses. Hago cosas de sanación. No quiero volver al dolor.

¿Te da miedo volver a esa vida?

No a la vida anterior. Me da miedo volver al dolor físico. Porque el dolor te lleva a volverte loco.

¿Te volviste un poco loco?

Sí. Me iba a las cinco de la mañana a caminar a la cocina. No podía dormir. Me tenía que levantar, lo pasé muy mal.

¿Y qué sucedió cuando se te pasó el dolor?

No solo descansó el cuerpo. Descansó la mente. Empecé a agradecer todo. Dormir, sentarme. Estar. Regalé árboles.

¿En qué sientes que te convertiste después de todo esto?

En una mejor persona. Porque estoy preocupado de lo realmente importante.

¿Y eso es?

Mi familia. Lo demás… es accesorio.

EXPLORAEXPLORADORES DEL AÑO

ROLEX NATIONAL GEOGRAPHIC

2025

El investigador de la vida salvaje, conservacionista y Laureado de los Premios Rolex 2019 Pablo García Borboroglu y el premiado cineasta, fotógrafo y presentador de la vida salvaje Bertie Gregory han recibido este ahora codiciado título en reconocimiento a su trabajo de colaboración y por acercar una nueva narrativa a millones de personas en todo el mundo: la historia de los pingüinos.

El título de Explorador del Año de Rolex National Geographic se entrega a líderes de la exploración que arrojan una luz crítica sobre problemas, descubrimientos y desafíos importantes a los que se enfrenta nuestro planeta y que inspiran acciones para un futuro más sostenible.

El premio, al que Rolex brinda su apoyo desde su creación en 2011, ahora forma parte de su Iniciativa Perpetual Planet. El galardón, que se entregará oficialmente en junio de 2025 en el Explorers Festival organizado de forma anual por la National Geographic Society en colaboración con Rolex, premia a quienes están a la vanguardia de los esfuerzos por resolver los retos medioambientales del mundo.

EXPLORA-

© Luján Agusti/ National Geographic

© National Geographic/ James Brickell for Disney+

Pablo Borboroglu
Bertie Gregory

La larga asociación de Rolex y la National Geographic Society durante más de setenta años se centra en el espíritu compartido de descubrimiento y dedicación para salvaguardar la Tierra para las generaciones futuras. A través de este tipo de asociaciones, la Iniciativa Rolex Perpetual Planet brinda su apoyo a ecologistas pioneros como Borboroglu y Gregory, cuyos logros en el campo de la conservación son un ejemplo de excelencia, impacto y cambio positivo para el planeta.

Borboroglu trabaja desde hace 36 años en la conservación marina, y su trabajo se centra predominantemente en las aves marinas, en particular los pingüinos. Su labor internacional de conservación busca salvaguardar a estas carismáticas aves con métodos que incluyen programas educativos, gestión de colonias y creación de grandes zonas protegidas. Su trabajo ha ayudado a proteger 132 000 km2 de hábitats oceánicos y costeros, beneficiando al menos a 2,5 millones de pingüinos, además de coordinar un programa educativo dirigido a audiencias internacionales, comunidades locales y escuelas cercanas a colonias de pingüinos en países en desarrollo. Borboroglu ha

acompañado a más de 13 000 niños a visitar colonias para ver pingüinos por primera vez y donado miles de libros a escuelas. En 2019, también recibió un Premio Rolex en apoyo a su incansable labor.

La carrera de Gregory comenzó cuando tenía tan solo 18 años con un logro extraordinario, al recibir el título de Fotógrafo Juvenil de Naturaleza del Año. Al poco tiempo, se graduó en Zoología por la Universidad de Bristol y comenzó a trabajar como asistente de Steve Winter, legendario fotógrafo de la revista National Geographic, a quien había conocido un año antes en un evento de fotografía de fauna salvaje en Londres. Desde entonces, ha colaborado estrechamente con National Geographic, para la que ha producido y presentado 8 proyectos hasta el momento, entre ellos Leopards at the Door (Leopardos Urbanos), Jaguar Vs. Croc (Jaguares contra Cocodrilos), Wild Life (Vida Salvaje), Resurrection Island (Isla de la Resurrección) y The Big Freeze (La Gran Helada), que han consolidado su papel como defensor del mundo natural. Con Resurrection Island, ganó el premio al mejor presentador de televisión en los Jackson Wild Awards 2019.

© Luján Agusti/ National Geographic

Pablo Borboroglu y Candela Tisera

Manochio © Luján Agusti/ National Geographic

En su último proyecto para National Geographic, Gregory cuenta con un nuevo colaborador: Borboroglu. Ambos aúnan sus conocimientos en una nueva y ambiciosa serie: Secretos de los pingüinos, producida por el visionario cineasta, Explorador de National Geographic y Testimonial Rolex James Cameron. El programa, que se estrenará el 20 de abril de 2025, sacará el máximo provecho de la familiaridad de Borboroglu con las aves y el don de Gregory para captar la vida salvaje en su hábitat natural para ofrecer una visión totalmente novedosa acerca del mundo de los pingüinos.

Al reunir a estos dos líderes en sus respectivos campos, con tecnología de punta y un acceso sin precedentes, Secretos de los pingüinos mostrará historias nunca antes contadas y comportamientos reveladores de las colonias de pingüinos que tienen su hogar en algunos de los paisajes más desafiantes

del mundo. La serie de Borboroglu y Gregory pondrá de relieve la misteriosa vida de estos carismáticos supervivientes para espectadores de todo el mundo.

Rolex y la National Geographic Society celebran esta nueva colaboración, que arrojará nueva luz sobre los pingüinos en un momento en que sus extraordinarios hogares se encuentran bajo amenaza. Los investigadores y científicos suelen mencionar a la comunicación científica como uno de los elementos más importantes de su trabajo. Al crear conciencia no solo sobre la vulnerabilidad de las especies y los hábitats, sino también sobre los triunfos de la conservación en todo el mundo, los comunicadores y educadores como Borboroglu y Gregory logran una mayor sensibilización y de este modo respaldan esfuerzos pioneros para proteger nuestro planeta.

MÁS INFORMACIÓN » rolex.org | newsroom.rolex.com | youtube.com/rolex

Por Francisca Vives

Fotos

Paz Vásquez

Glam

Burby

Vestuario

Wendy Pozo

Booking

Esteban Aparicio para Versus Management

LUCAS SAEZ Y EL ARTE DE CREAR MUNDOS POSIBLES

Actor, bailarín y narrador inquieto, Lucas Sáez transita con naturalidad entre el cine, la danza y el teatro físico. Antagonista en La ola, de Sebastián Lelio, y a punto de estrenar Mi nuevo estilo de baile y una serie inspirada en el caso Matute Johns, el joven intérprete reflexiona sobre su formación, sus contradicciones y el arte como forma de vida.

Desde su debut en televisión a los doce años, Lucas Sáez ha vivido una carrera marcada por la intuición, la entrega y el riesgo. Actor, bailarín, cantor y “contador de mundos posibles”, como él mismo se define, es hoy uno de los nombres que están destacando en el cine chileno. En La ola, la nueva película de Sebastián Lelio inspirada en el movimiento feminista de 2018, Lucas interpreta al antagonista, pero lejos de los estereotipos, su personaje es tan complejo como la historia misma y marcó un antes y un después en su carrera. La película tuvo su estreno mundial en el prestigioso Festival de Cannes y prepara su llegada a los cines chilenos el próximo 28 de agosto, prometiendo abrir conversación con su mirada provocadora y estética sobre una de las movilizaciones sociales más potentes de la última década.

“Soy un ser humano buscando sentido y encontrándolo a veces –para luego volver a perderlo– a través de las manifestaciones que ofrece el arte”, dice Lucas, con una mezcla de profundidad y claridad. Su carrera comenzó de manera precoz, pero no por azar. A los 17 años protagonizó la versión chilena de la serie catalana Pulseras rojas experiencia que le permitió sumergirse tempranamente en la actuación antes de su formación universitaria. En ese proceso, recuerda con gratitud a Pepe Secall, quien fue una figura clave. “Me decía: ‘Que nadie te diga que no eres actor, tú ya lo eres, y ahora estamos trabajando juntos’. Eso me dio confianza, antes incluso de tener las herramientas técnicas”.

Luego vendría su paso por la Universidad de Chile, donde estudió Actuación Teatral, aunque nunca se limitó al aula. “Siempre hice workshops: danza, dramaturgia, todo lo que pudiera ampliar mis fronteras artísticas”, cuenta. Fue así como llegó a la compañía de danza de José Vidal, experiencia breve pero reveladora: “Me di cuenta de que amaba bailar con todo mi ser”. Más tarde,

SI YA

su formación se internacionalizó. Estudió con David Zambrano en Bruselas, con quien colabora desde 2021, y trabajó en la compañía holandesa Het Houten Huis, especializada en teatro físico.

Para Lucas, formarse es lanzarse al vacío: “Si ya sabes cómo y dónde vas a caer, no tiene mucho sentido. Me llaman los lugares desconocidos, porque ahí es donde realmente aprendo”.

Su llegada a La ola fue, según él, “como por arte de magia”. Aunque había visto un llamado a casting para una película musical, decidió no postular porque ya tenía otro compromiso con Mi nuevo estilo de baile de Pablo Berthelon. Sin embargo, fue contactado directamente por el equipo de casting. “Me pidieron dos escenas y una canción. Les expliqué lo de las fechas, pero me dijeron que lo veíamos después. Mandé el casting y a las dos semanas estaba hablando por teléfono con Sebastián Lelio”.

SABES CÓMO Y DÓNDE VAS A CAER, NO TIENE MUCHO SENTIDO. ME LLAMAN LOS LUGARES

Trabajar con el director ganador del Óscar fue un privilegio, pero también un desafío: “No es común que los directores de cine trabajen tanto la actuación. Con Sebastián fue distinto: tuvimos mucho tiempo para llegar con las escenas ya ensayadas. Contamos con la asistencia actoral de Moira Miller y Amalia Kassai, y eso permitió un nivel de exactitud que solo es posible con el repetir, repetir, repetir, enriqueciendo mucho las particularidades de cada personaje, alejarnos de lo común y explorar la esencia. Él tiene muy claro lo que quiere, y sabe dar la indicación precisa”.

La ola, según Lucas, es una película valiente. “Se mete, como diríamos en Chile, en las patas de los caballos. No para dar respuestas, sino para abrir preguntas, preguntas de un tema que nos sigue atravesando como sociedad. Desde ese lugar no diría que hay un mensaje único y particular detrás de la película, creo más bien que a partir de un hecho histórico (la ola feminista iniciada en Chile en el año 2018), la película abraza las contradicciones que toda lucha social implica y las convierte en un hecho estético que seduce y descoloca”, afirma.

Verla por primera vez en Cannes supuso una experiencia emocional intensa. “Fue un remix de emociones. Solo la he visto una vez y fue allá. La vi desde el afecto, no desde la objetividad, aunque tampoco creo que exista algo así”. A diferencia de otros, Lucas no fantaseaba con llegar al festival. “Seguí con mi vida como es. Fue un hito importante en mi carrera, pero la vida sigue”, señala.

Eso sí, agradece el apoyo de su representante Esteban Aparicio y dice que fue un lujo vestir con los diseños de Wendy Pozo y también con las prendas de su maestro David Zambrano, como un homenaje simbólico. “Le mandé una foto subiendo las escaleras de la alfombra roja y me respondió: ‘Genial verte ahí, pero recuerda que esas no son las escaleras para subir al cielo. Mantén los pies en la madre tierra’. Esas son las personas que quiero cerca. El resto va y viene”.

Lucas evita proyectarse demasiado en el futuro: “La vida del actor es incierta. Aunque parezca que te va bien, muchas veces no sabes de qué vas a vivir el próximo mes”.

Su aspiración es clara y simple: “Seguir creciendo, compartiendo con el otro, ofreciendo algo que resuene. Y que esto me permita vivir de lo que amo. Como dijo

Drexler: ‘Cobra lo que tengas que cobrar, pero hazlo por amor al arte’”.

Diez años más adelante se imagina despertando con el sol y durmiendo con el sonido de los grillos, trabajando en lo que le gusta, en paisajes que le hagan bien. “Si no, ¿qué sentido tiene todo esto?”.

Cuando se le pregunta por sus referentes, responde desde una visión expansiva: “Aprendo más escuchando un buen disco, viendo bailar a una pareja que se gusta o a dos niños jugando y riendo. La actuación está en todas partes. Hacer ficción es sublimar lo cotidiano”. Nombra a Pina Bausch y a Andrés Pérez como figuras que lo inspiran desde lo profundo.

¿Por qué ver La ola? Lucas no impone. “No creo que la gente ‘deba’ verla. Pero sí puedo invitar a conocer una película jamás hecha antes en Chile ni en el mundo. Con música original de Ana Tijoux, Camila Moreno, Javiera Parra, Niña Tormenta, entre otras; con un equipo técnico de 253 personas y un elenco de 2874, incluyendo especialistas en stunts. Es una película que dará que hablar. Y si eso genera conversación, pensamiento, reflexión... entonces ya cumplió su propósito”.

Lucas Sáez no actúa para el aplauso fácil ni para subir escalones. Su carrera es una búsqueda sincera, un proceso vivo de entrega, riesgo y belleza. Un actor que no teme mirar de frente la incertidumbre y crear desde ahí mundos nuevos, posibles.

CAMBIA TU MENTALIDAD CON

EL NUEVO RELOJ

LAGOON BLUE

Un reloj puede indicar el tiempo, pero este reloj hace que desaparezca, trasladando a uno en un lugar idílico.

Llevar un TUDOR tiene el poder de transportarle mentalmente a otro sitio, y con el Black Bay 54 «Lagoon Blue», este sitio se trata de un lugar cálido; una playa de arena blanca salpicada de conchas, donde brilla el sol junto al vaivén de las olas de aguas celestes. Un reloj puede hacer algo más que mostrar la hora, puede cambiar su mentalidad. Con una caja perfectamente proporcionada de 37 mm y una esfera «Lagoon Blue» sacada directamente del paraíso, este es el complemento ideal para las estaciones repletas de atardeceres, arena y calma.

Sin embargo, no solo es el tamaño de la caja lo que hechiza a quien luce la nueva versión del Black Bay 54. Es también la combinación mágica de la esfera texturizada con arena y el bisel con pulido espejo, sin mencionar el brazalete de cinco eslabones que envuelve su muñeca a la perfección. Se sentirá como si estuviese tumbado en una hamaca atada entre dos palmeras, justo donde el agua y la arena se encuentran. Este es el reloj que captura a la perfección ese verano de ensueño, para siempre.

La línea Black Bay se creó pensando en el pasado. Es sumamente importante respetar los principales diseños que dictaron las bases de la estética única de TUDOR. Mientras que la línea Black Bay ha incorporado siempre elementos distintivos de antiguos relojes de submarinismo de TUDOR, el Black Bay 54 es quizás el Black Bay más fiel que haya sido creado hasta ahora. El Oyster Prince Submariner, referencia 7922, es un candidato formidable para inspirarse: fue conocido por haber sido evaluado y por consiguiente adoptado por las Marinas francesa y estadounidense, y utilizados mayormente por buceadores profesionales. Las primeras iteraciones del 7922 utilizaron una «corona pequeña» y evitaron el posterior triángulo rojo emblemático a las 12 horas para un diseño más puro y uniforme.

El Black Bay 54 continúa con esta tradición. De hecho, el Black Bay 54 recuerda una serie de pequeños detalles estéticos que marcan una gran diferencia. Por ejemplo, las agujas. Además de los ajustes en las proporciones, están sujetas a la base, de la misma forma que aparecen en 1954. También se han rediseñado los ejes del bisel, con una versión modernizada del patrón ergonómico del 7922. Evidentemente, el Black Bay 54 todavía posee toques modernos, como una esfera con un sutil texturizado con arena y un cierre de TUDOR «T-fit» para un ajuste perfecto. Y por supuesto, el Calibre de Manufactura MT5400 de vanguardia.

La línea Black Bay incorpora esferas inspiradas en los relojes de submarinismo TUDOR fabricados durante la década de 1950.

Toma las características agujas de forma angulosa, conocidas por los coleccionistas con el nombre de «Snowflake», de los modelos que aparecían en el catálogo de la marca de 1969. Su corona sin protección y las características de su caja recuerdan a las primeras generaciones de relojes de submarinismo TUDOR.

La línea Black Bay es el resultado de la sutil combinación de estética tradicional y relojería contemporánea. Lejos de ser meros relanzamientos de los clásicos, aúna los más de setenta años de relojes de submarinismo TUDOR al tiempo que permanecen plenamente actuales. Su diseño neovintage va acompañado de unas técnicas de fabricación y una fiabilidad, robustez y calidad de su acabado que satisfacen los requisitos actuales más rigurosos.

ELEMENTOS CLAVE

Una esfera «Lagoon Blue» texturizada con arena que evoca el mar, el sol y la vida tranquila.

Un bisel con pulido espejo que refleja su entorno bañado por el sol, como un gran cielo azul u horizontes infinitos.

Agujas «Snowflake», un distintivo de los relojes de submarinismo TUDOR introducido en 1969, con revestimiento luminiscente grado A Swiss Super‑LumiNova®.

Calibre de Manufactura MT5400, con certificado COSC y espiral de silicio, reserva de marcha de 70 horas.

Un brazalete de cinco eslabones con eslabones centrales pulidos, como una luz reluciente en el agua que llega al horizonte.

Garantía transferible de cinco años sin necesidad de registro ni de revisiones de mantenimiento periódicas.

BUCHUPUREO Un trozo de sur que se dejó vestir

Cabagaltas Trehualemu

Hay lugares que parecen no moverse con el tiempo. Buchupureo es uno de ellos. Encajado entre campo y mar, es un pueblo donde el viento huele a sal y eucalipto, donde los vecinos se saludan por su nombre y el surf no es una moda, sino un estilo de vida. Aquí, los días se alargan entre los sonidos del mar y de las hojas, y es posible esquiar en la mañana –en las pistas de Chillán, a solo hora y media de distancia– y terminar la tarde sobre una tabla, dejándose llevar por las olas. Buchupureo es pausa, es paisaje, es comunidad.

Fue en este escenario suspendido, delicado y vibrante a la vez, donde el equipo de moda de Mustique vivió una experiencia profundamente sensorial. Durante tres días realizó una producción que no solo buscaba retratar prendas, sino habitar el territorio con respeto, integrarse al ritmo natural de las cosas y rendir homenaje a su belleza desde el lenguaje del arte textil y visual.

La idea nació de Paulina Murúa, ex productora de moda que, hace ya varios años, eligió este lugar para reinventarse. Desde entonces, soñaba con hacer algo que uniera sus pasiones: el arte, la estética, el vínculo con la tierra y la posibilidad de crear comunidad. Esta producción

fue la materialización luminosa de ese deseo. Paulina no solo fue nuestra guía y locacionista –desde su productora Estudio Pinup–, sino también la inspiración detrás del relato. Ella reunió al equipo y convocó a una red generosa de personas y lugares que nos abrieron las puertas con hospitalidad y entusiasmo. En primer lugar, agradecemos a la Municipalidad de Cobquecura y a su alcalde, que nos brindaron todo el respaldo necesario para trabajar con libertad y calma. Y luego a cada espacio que nos recibió con generosidad y fue parte fundamental de lo que fuimos construyendo. El reparador descanso de cada laborioso día fue en las acogedoras cabañas del Condominio Costa Buchupureo, un lugar tranquilo y rodeado de naturaleza. Y a lo largo del

viaje, distintos restaurantes nos abrieron sus puertas con una calidez inolvidable: Studio Maquila con sus desayunos delicadamente preparados, La Lobería con almuerzos frente al mar, y Salón Verde con cenas sabrosas y reconfortantes ambientadas cada día con un DJ diferente.

Uno de los momentos más especiales ocurrió en Viña Prado, donde hicimos algunas de las imágenes más poéticas entre parras y brisas tibias, y compartimos un almuerzo inolvidable a cargo de Sibaris by Kofke, una cocina de autor que trabaja únicamente con productos locales. También los caballos de Trehualemu fueron parte de la puesta en escena: su presencia imponente y silenciosa aportó un ritmo nuevo a la fotografía.

Condomio Costa Buchupureo
Paulina Murúa
Texto y fotos: Francisca Vives

El arte como forma de estar en el mundo

Este viaje fue también una forma de conectar con Expoluz, el proyecto personal de Paulina Murúa que cruza curaduría, paisaje y reparación emocional. Nacido en medio de un proceso íntimo, Expoluz es su forma de transformar el dolor en belleza y comunidad. “Es mi curaduría y mi curación”, dice. Desde el silencio de Buchupureo, creó un espacio donde el arte dialoga con el territorio, invitando a mirar con otros ojos lo que habitamos a diario.

En esta nueva etapa, Expoluz abre sus márgenes para incorporar la moda como una forma de arte que también narra, que también habita. Las prendas que llevamos hasta allá se integraron al paisaje: fueron vestidas por el viento, bañadas por el sol bajo, tocadas por la arena, envueltas por la vegetación. En cada toma hubo algo de ceremonia. Porque esta producción no fue solo para mostrar, sino para agradecer.

Salón Verde
Viña Prado
Sibaris by Kofke

Gracias a quienes hicieron posible esta producción

Esta experiencia fue posible gracias al generoso apoyo de personas, espacios y proyectos que nos recibieron con los brazos abiertos y compartieron con nosotros lo mejor de Buchupureo.

Paulina Murúa @productoraestudiopinup

Proyecto curatorial  @expo_luz

Viña Prado @vinaprado_cl

Sibaris by Kofke, cocina de autor con productos locales @sibarisbykofke

Condominio Costa Buchupureo @condominio_costabuchupureo

Studio Maquila @studiomaquila

La Lobería @loberiarestaurante

Puerto Buchupureo @restaurantelpuertobuchupureo

Salón Verde Restaurant @salonverderestaurant

Cabalgatas Trehualemu @cabalgatastrehualemu

Pedro Pietro @pedropietro.wav

Ilustre Municipalidad de Cobquecura @municipalidadcobquecura

Costanuble @costanuble

Fundación Puntas del Sur @fundacionpuntasdelsur

Cada uno aportó su energía, su hospitalidad y su paisaje a esta historia de paisajes, arte y moda.

Studio Maquila
La Lobería

ARQUITECTURA QUE RESPIRA CON EL ENTORNO

En la costa del sur de Chile, entre campos, viento y mar, la Casa La Vertiente se levanta como un manifiesto de integración territorial, lujo silencioso y diseño consciente.

Fotos: Cristian Vera / Instagram: @_crav

Pullay no es un lugar cualquiera. Ubicada en la comuna de Cobquecura, en la Región de Ñuble, esta pequeña localidad costera se extiende entre colinas verdes, campos de cultivo y playas vírgenes que miran de frente al Pacífico. Es un territorio donde conviven la tradición agrícola con la energía salvaje del mar, frecuentado por surfistas durante todo el año y aún poco intervenido por el turismo masivo. Allí, entre el rugido de las olas y el silencio fértil del paisaje, se emplaza la Casa La Vertiente, un proyecto que se siente a la vez arraigado y liviano, como si siempre hubiera pertenecido al lugar.

Diseñada por el arquitecto y shaper (oficio de hacer tablas de surf) Nicolás Raggi –quien además es su propietario–, esta casa de 210 metros cuadrados fue concebida con la doble vocación de refugio personal y apart hotel Su arquitectura se despliega en tres niveles

independientes, pensados para funcionar como departamentos con accesos propios, pero unidos por una narrativa espacial coherente y fluida. Cada planta se abre al paisaje, capturando la luz, el horizonte y la amplitud con un respeto absoluto por la pendiente del terreno. Aquí, cada decisión constructiva parece responder a una sola pregunta: ¿cómo dialogar con el entorno sin imponerse?

Las líneas limpias de su volumetría se funden con la vegetación nativa. Las vigas a la vista –de madera noble y recuperación– marcan un ritmo visual que aporta calidez, mientras que el piso continuo de concreto, tratado con resina y pigmentos, le entrega textura, solidez y una elegancia sutil. La ventilación cruzada, la disposición estratégica de las ventanas y la privacidad entre sectores completan una propuesta arquitectónica que combina lo técnico con lo emocional.

Y si la arquitectura establece el marco, el interiorismo –a cargo de Valentina Doren–escribe la poesía del habitar. Desde el primer momento en que se cruza el umbral, se siente que esta casa no juega a ser costera, lo es. Pero no desde el cliché decorativo, sino desde una interpretación profunda del territorio. La paleta de colores tierra evoca los campos que rodean Pullay, mientras que los grises piedra y los azules oceánicos refuerzan la presencia del mar, creando un equilibrio visual sereno, casi meditativo.

Los materiales –escogidos con minuciosidad– dan cuerpo a la atmósfera: vigas de demolición en roble, aromo negro nativo, cuero, fierro y fibras naturales construyen una narrativa rica y honesta. Aquí no hay artificio. Todo está puesto para perdurar, para acompañar. Y como un gesto final, casi ritual, bonsáis de árboles nativos aparecen en puntos clave del interior, entregando textura viva, simbolismo y una conexión aún más íntima con el lugar.

Pero lo más valioso de este proyecto no está solo en su estética, sino en su filosofía. La Casa La Vertiente no busca destacarse, sino pertenecer. Cada espacio fue pensado para ser vivido en distintas horas del día, para adaptarse al clima, al silencio, a la contemplación. Desde la terraza principal, donde el viento parece arrullar los pensamientos, hasta los rincones más íntimos donde la madera conversa con la sombra, todo invita a desacelerar, a mirar, a escuchar.

En palabras de sus creadores, esta casa es un homenaje al lujo silencioso. Y no podría estar más de acuerdo. Es la síntesis perfecta entre rusticidad y modernidad, entre diseño y memoria local. Un lugar donde el confort se expresa en lo esencial y donde el paisaje –esa presencia indómita que nunca deja de hablar– tiene, finalmente, la última palabra.

MAGELLAN CRÓNICA DE UNA TRAVESÍA A BORDO DEL

Navegar desde Ushuaia hasta Puerto Montt fue mucho más que recorrer los fiordos del extremo sur. Durante nueve días a bordo del Magellan Explorer, nos adentramos en un territorio casi intacto, donde la naturaleza dicta el ritmo, el mar se transforma en camino y la experiencia se vuelve íntima, pausada y profundamente reveladora.

Texto Camila Reikli
Fotos Tere Pérez @forasterastravel

La decisión fue clara desde el principio: queríamos navegar. Explorar un medio que no nos pertenece, pero que sabemos está repleto de maravillas, y así avanzar con otro ritmo, a escala de mar y fiordo. Partimos desde Ushuaia rumbo a Puerto Montt, siguiendo una ruta que no suele figurar entre los grandes circuitos comerciales ni turísticos, pero que ofrece una de las navegaciones más maravillosas del extremo sur de América. Más de 1600 kilómetros en nueve días, recorriendo el entramado de canales, islas y glaciares que dan forma a la Patagonia occidental.

El barco elegido fue el Magellan Explorer, una embarcación de expedición, operada por Antarctica21, diseñada específicamente para moverse con soltura por zonas australes. Compacto, sobrio y de perfil bajo, el Magellan no busca destacar, sino integrarse. Negro y de líneas simples, este barco se va insinuando en el paisaje, sin alterarlo. Todo en esta nave responde a una lógica práctica. Espacios amplios y acogedores,

ventanales que permiten mirar sin exponerse, un comedor confortable donde se sirven los más deliciosos platos y un salón de observación bien orientado.

A bordo viajábamos poco más de 70 personas, lo que nos permitía una dinámica más cercana y flexible, alejada del protocolo. Los guías, biólogos, glaciólogos, expertos en navegación o fauna marina eran accesibles y conocedores de su trabajo. Las conversaciones surgían con naturalidad, ya fuera en cubierta, junto a un plano náutico o en la biblioteca, después de alguna salida en zódiac.

La navegación no se organizó en torno a un cronograma cerrado. Cada día se ajustaba a las condiciones del clima, la marea y la visibilidad. El objetivo era aprovechar al máximo lo que el entorno iba permitiendo. Esa lógica le dio al viaje un tono más cercano a una expedición que a una travesía recreativa. Hubo días de observación desde el barco, otros de descenso en zonas remotas, y momentos en los que simplemente avanzábamos entre islas poco intervenidas.

Desde el primer día, los zódiacs se volvieron una extensión natural del barco. Cada salida servía para acercarnos a glaciares, a pequeñas caletas o a zonas donde el Magellan no podía entrar. Así se desarrollaba esta navegación, con el sonido del motor, el mar abriéndose frente a nosotras y la sensación de que la aventura sería grande.

Mientras cruzábamos el canal Beagle hacia Puerto Williams para trámites migratorios, la tripulación nos presentaba los protocolos de seguridad. Nada burocrático, todo con calma, con una sonrisa y con la voz de quienes conocen y aman el mar.

Las jornadas comenzaban temprano, con el barco ya en movimiento. La navegación por el fiordo Garibaldi fue uno de los momentos más impactantes del viaje. El glaciar descendía en ángulo agudo desde la montaña, directo hacia el mar. El Magellan Explorer se aproximó con lentitud y respeto hacia su entorno. Desde la cubierta, se distinguían los distintos tonos del hielo, azules intensos, blancos opacos y vetas grises. Cada color hablaba de la antigüedad del hielo y de la cantidad de oxígeno atrapado en su interior.

Se distinguían los distintos tonos del hielo, azules intensos, blancos opacos y vetas grises. Cada color hablaba de la antigüedad del hielo y de la cantidad de oxígeno atrapado en su interior.

El agua estaba salpicada de témpanos menores, algunos con formas caprichosas. En el horizonte, se distinguían lobos marinos descansando sobre las rocas, inmóviles. Más adelante, una pareja de delfines australes nadó junto al barco durante unos minutos, casi a la altura del casco, escoltándonos.

Durante la noche, el Magellan Explorer avanzó hasta navegar entre aguas más abiertas. El aire tenía otra densidad. Entramos en los límites del Parque Marino Francisco Coloane, una de las áreas más ricas en biodiversidad marina del extremo sur. La observación comenzó con un grupo de albatros que pasó rozando la proa con sus alas extendidas como planeadores, y luego, desde el puente, la tripulación avistó ballenas jorobadas. El barco redujo velocidad y desde cubierta vimos cómo los lomos oscuros emergían, desaparecían y volvían a aparecer a pocos metros.

El lugar no tenía ningún tipo de infraestructura, solo agua, islotes y una riqueza biológica difícil de dimensionar. También se dejaron ver delfines, pingüinos magallánicos en formación y algunos petreles. Los guías nos iban señalando las especies y enseñándonos sus comportamientos, además de detalles que no veíamos a simple vista.

La travesía avanzó hacia el golfo de Penas, un tramo de navegación especialmente exigente. Bajo un cielo denso, el oleaje golpeaba con fuerza contra el casco del Magellan Explorer. Algunos pasajeros optaron por permanecer en sus camarotes, protegidos del movimiento, otros preferimos instalarnos en los espacios comunes, contemplando desde las ventanas cómo el Pacífico austral desplegaba su energía.

En esos momentos, los guías aprovecharon para hablarnos sobre los marinos chilenos que trazaron por primera vez estos canales, en condiciones mucho más precarias. Al anochecer, el mar recuperó algo de calma, dejando en todos una sensación de alivio.

La siguiente parada fue en Caleta Tortel. Este poblado, ubicado entre las desembocaduras de los ríos Baker y Pascua, en la Región de Aysén, se encuentra en un estrecho fiordo que forma parte del extenso sistema de canales patagónicos, en una zona donde no existen caminos ni trazados urbanos. Su aislamiento natural y su particular geografía, rodeada de montañas, bosques nativos y mar, han moldeado su arquitectura, su forma de vida y su relación con el entorno.

Desde el barco veíamos esas casas dispersas sobre laderas cubiertas de vegetación, conectadas entre sí por kilómetros de

pasarelas de madera de ciprés. No existía una sola calle asfaltada ni caminos para autos. Apenas desembarcamos, nos dimos cuenta de que este lugar tenía su propia manera de marcar el tiempo, basándose en el clima.

En el muelle nos recibió un grupo de habitantes locales con música tradicional. Sonaba un animado chamamé tocado con guitarra y acordeón, una bienvenida cálida y sencilla que reflejaba el carácter de esta comunidad. Caminamos entre los pobladores, entre niños que corrían libremente, perros curiosos que se sumaban al recorrido y artesanos que mostraban su trabajo en pequeños puestos improvisados sobre las pasarelas, exhibiendo cestos tejidos a mano, tallados en madera y frascos con miel silvestre. Nos detuvimos a conversar con algunos de ellos, quienes explicaban con orgullo los procesos de elaboración y su vida en un lugar tan aislado.

Luego, invitados por algunos habitantes, probamos platos típicos preparados especialmente para nosotros, como empanadas fritas, pan amasado recién horneado y pasteles dulces. Todo servido en un ambiente relajado y amigable, sin formalidades.

Después de Caleta Tortel, el paisaje siguió siendo lindo, pero había algo diferente. Aparecieron señales más constantes de presencia humana, como pequeñas embarcaciones de pesca artesanal, boyas flotando en canales secundarios y luz eléctrica en lugares aislados. No eran ciudades ni pueblos grandes, pero sí marcas de civilización. El aislamiento retrocedía lentamente.

La ruta hacia el norte continuó sin sobresaltos. El mar, más contenido, ofrecía una navegación tranquila. Notábamos que el viaje estaba entrando en su último tramo. Algunos pasajeros empezaron a intercambiar contactos. Otros preferían dejar las conversaciones en el barco. Ya no bajábamos a tierra. El paisaje pasaba más por la ventana que por los zódiacs, pero eso no lo hacía menos interesante, solo diferente.

Puerto Montt apareció, con su silueta industrial en la bruma. Edificios, grúas, autos en movimiento. Todo eso que habíamos dejado atrás en Ushuaia, nueve días antes, volvía a estar frente a nosotros.

El Magellan Explorer atracó. Bajamos por turnos y luego cada quien siguió su camino. Fueron nueve días de navegación continua por un territorio fragmentado, remoto y difícil de recorrer por tierra. El trayecto nos permitió ver de cerca zonas donde la conectividad es limitada o directamente inexistente. El barco nos transportó, protegió y facilitó el acceso a lugares que de otro modo estarían fuera de nuestro alcance.

CULTURA PARA UN INVIERNO ACTIVO

Desde obras de teatro imprescindibles hasta conciertos internacionales, pasando por lanzamientos editoriales y películas destacadas. Esta es nuestra selección de panoramas culturales para la temporada invernal. Una guía curada con criterio editorial y mirada contemporánea, pensada para lectores que valoran la calidad, la creación y el tiempo bien invertido.

NOCHE DE REYES

Teatro UC

Una versión ágil y contemporánea del clásico de Shakespeare, donde los enredos amorosos y el juego de identidades se presentan con humor, ritmo y solvencia actoral.

24 de julio al 16 de agosto Ñuñoa

LA NONA

Teatro Mori

La icónica tragicomedia argentina llega a Santiago con una puesta en escena cargada de humor negro, crítica social y actuaciones de alto nivel.

Hasta el 31 de agosto

Parque Arauco

AQUÍ ME BAJO YO

Teatro

Mori

Con Jaime Vadell como protagonista, esta obra aborda el derecho a decidir en la vejez desde una perspectiva íntima, intergeneracional y profundamente humana.

Hasta el 13 de septiembre Bellavista

COCINANDO

CON ELVIS

Teatro

Mori

Una historia delirante sobre una familia disfuncional, protagonizada por un eximitador de Elvis, donde el humor surrealista y la emoción coexisten.

Hasta el 30 de agosto Vitacura

REUNIÓN DE

APODERADOS

Teatro Mori

Una comedia aguda sobre prejuicios, clases sociales y roles parentales en un colegio de elite. Ideal para quienes disfrutan de teatro contingente.

Hasta el 30 de agosto Parque Arauco

CALLAS, LA DIVINA

Teatro Municipal de Santiago

Creación original de Annabelle López Ochoa que explora la figura de Maria Callas desde una mirada simbólica y escénicamente innovadora.

25 al 29 de octubre Santiago Centro

GISELLE

Teatro Municipal de Santiago

Uno de los títulos más emblemáticos del repertorio romántico, interpretado por el Ballet de Santiago con dirección musical de PedroPablo Prudencio.

10 al 16 de septiembre Santiago Centro

CASCANUECES

Teatro Municipal de Santiago

La versión de Maina Gielgud del clásico navideño de Tchaikovsky vuelve con escenografía majestuosa y sello familiar.

13 al 30 de diciembre Santiago Centro

JONATHAN TETELMAN

El tenor chilenoestadounidense más aclamado del momento regresa a Chile con un repertorio lírico de alto impacto.

28 de agosto

Teatro Municipal de Santiago

EL CONCIERTO DE LAS MARIPOSAS

Espectáculo familiar con música lírica, animación en vivo y propuesta escénica que cruza naturaleza y arte.

9 al 17 de agosto

Teatro Municipal de Santiago

EL ANILLO SIN PALABRAS

Selección orquestal de la tetralogía wagneriana dirigida por Paolo Bortolameolli.

Una experiencia compacta y magistral para melómanos.

16 y 17 de octubre

Teatro Municipal de Santiago

ZEE ZEE, PIANO

La destacada pianista china vuelve a Chile con un programa exigente y lírico que incluye obras de Wagner, Schönberg, Ravel y Liszt.

13 de octubre

Teatro Municipal de Santiago

ROBERTO BRAVO: HOMENAJE A BACH

El pianista chileno ofrece un programa coral e instrumental centrado en Bach, acompañado por destacados músicos nacionales.

30 de agosto

Teatro Nescafé de las Artes

PAT METHENY

El ícono del jazz estadounidense presenta en Santiago su gira MoonDial / Dream Box, con un formato íntimo y multifacético.

4 al 6 de septiembre Teatro Nescafé de las Artes

CURTIS ON TOUR

Concierto del prestigioso Curtis Institute of Music, con jóvenes talentos y solistas invitados. Nivel internacional garantizado.

29 de septiembre Teatro Municipal de Las Condes

MANUEL GARCÍA: GIRA PÁNICO

A 20 años de su álbum debut, el cantautor chileno revive uno de sus trabajos más personales y emblemáticos.

26 y 27 de septiembre Teatro Municipal de Las Condes

LECTURAS DESTACADAS

Por si un día volvemos, María Dueñas

Ambientada en el Orán colonial de principios del siglo XX, esta novela sigue la vida de Cecilia Belmonte, una joven española que huye de su pasado para sobrevivir en tierra ajena. A través de décadas de transformación social, la historia explora temas de identidad, pertenencia y resiliencia en un contexto histórico poco explorado: el fin del dominio francés en Argelia.

Crescendo colaborativo, Carola Yáñez

Este libro propone una mirada lúcida y sensible sobre la cultura organizacional. Inspirado en la metáfora de una orquesta, plantea que la productividad empresarial nace del equilibrio entre liderazgo empático y bienestar integral de los equipos. Una invitación a repensar la relación entre directivos y colaboradores, poniendo al centro la salud emocional y la sintonía humana como motores de alto desempeño.

Mi nombre es Emilia del Valle, Isabel Allende

Con el estilo narrativo que la ha convertido en una de las autoras más leídas del mundo, Allende presenta a Emilia, una joven escritora criada entre San Francisco y Chile, que desafía las convenciones sociales y se convierte en corresponsal de guerra. Un relato sobre amor, violencia, libertad y la construcción de una voz propia.

Mi año romano, André Aciman

Entre la memoria y el ensayo, Aciman narra su llegada adolescente a Roma tras el exilio familiar desde Egipto. Con un estilo delicado y preciso, el autor explora la identidad, el desarraigo y el poder de la literatura para reconfigurar la vida. Un relato íntimo sobre la formación de una sensibilidad.

Animales difíciles, Rosa Montero

La última entrega de la saga distópica de Bruna Husky nos sitúa en el Madrid de 2111, donde la detective androide enfrenta su caso más complejo. Con referencias a Orwell y una tensión constante, Montero construye un thriller futurista que reflexiona sobre la inteligencia artificial, la ética y la vulnerabilidad humana.

El plan maestro, Javier Sierra

Un thriller que mezcla arte, esoterismo e historia secreta. Sierra construye una trama donde algunas obras maestras esconden códigos para acceder a otros planos de existencia. Un recorrido por los grandes museos del mundo con una pregunta central: ¿y si la historia del arte fuera también un mapa hacia lo invisible?

El buzón de las impuras, Francisca Solar

Basada en el incendio real de la Iglesia de la Compañía en 1863, esta novela reconstruye la tragedia a través de los ojos de mujeres silenciadas por el poder eclesiástico. Una historia oscura y potente sobre fe, abuso y resistencia, que convierte el buzón de confesiones en testimonio de una verdad histórica negada.

LOS ROSES

Nueva versión del clásico de los años 80, con Olivia Colman y Benedict Cumberbatch en una historia de ambiciones cruzadas, rivalidades domésticas y quiebres silenciosos.

OTRO VIERNES DE LOCOS

Lindsay Lohan y Jamie Lee Curtis regresan en este reboot generacional, ahora con nuevos personajes y temas actuales. Un estreno nostálgico para ver en familia.

ME ROMPISTE EL CORAZÓN

Biopic de Roberto Parra dirigida por Boris Quercia. Daniel Muñoz interpreta al creador de la cueca chora en una historia marcada por la música popular, la bohemia y el amor por la Negra Ester.

SUPERSTAR Netflix

Serie biográfica sobre Tamara, ícono kitsch de la televisión y la música española de los 2000. Dirigida por Nacho Vigalondo y producida por Los Javis, cuenta con un elenco coral que incluye a Ingrid García Jonsson y Pepón Nieto.

SIN MEDIDA Netflix

La nueva serie de Lena Dunham sigue a Jessica, una treintañera que reinicia su vida en Londres tras una ruptura. Allí conoce a Felix, con quien vivirá una atracción inesperada y conflictiva.

SOL NEGRO Netflix

Una joven madre que huye de su pasado se ve envuelta en un asesinato dentro de una plantación de flores en la Provenza. La muerte del dueño y una herencia inesperada la conectan con una poderosa familia.

INDOMABLE Netflix

Eric Bana interpreta a un agente del Servicio de Parques Nacionales en este thriller ambientado en Yosemite. Un asesinato en terreno salvaje destapa secretos y obliga al protagonista a enfrentar su pasado.

LA VIEJA GUARDIA 2 Netflix

Charlize Theron vuelve como Andy en esta secuela de acción que mezcla inmortalidad, traiciones y venganza. Nuevos enemigos amenazan con destruir el legado del grupo que ha luchado por siglos.

MIS 84 M² Netflix

Este thriller surcoreano aborda el sueño de la casa propia convertido en pesadilla. Un nuevo propietario se enfrenta a deudas, sospechas y un edificio donde nada es lo que parece.

EL VERANO EN QUE ME ENAMORÉ.

TEMPORADA 3

Prime Video

En su penúltimo año de universidad, Belly regresa a Cousins enfrentando una elección entre Jeremiah y Conrad. El triángulo amoroso que marcó su juventud se redefine en un verano crucial para su vida adulta.

CULPA NUESTRA

Prime Video

Última entrega de la trilogía basada en los libros de Mercedes Ron. Noah y Nick se reencuentran en una boda tras su ruptura, enfrentando heridas, deseo y una decisión final entre el orgullo y el amor. Estreno en octubre.

LAS NUEVAS ALQUIMIS TAS DEL INDIE

De la intensidad performática de Aldous Harding a la ironía punk de Rhian Teasdale, pasando por el susurro valiente de Clairo y la exquisita textura sonora de Horsegirl, estas artistas están redefiniendo el presente de la música con autenticidad, rareza y una emocionalidad sin filtros.

Por Cesco Martini M.

Aldous Harding: El embrujo de la rareza

En el universo de la música contemporánea hay voces que seducen, otras que perturban, y unas pocas –raras, misteriosas, esenciales– que hacen ambas cosas a la vez. Aldous Harding es una de ellas. Su arte no se escucha: se experimenta. Se encarna. Se adentra como una fiebre que no sabes si curar o dejar que te consuma. En escena, más que interpretar, Aldous posee y es poseída: una marioneta bunraku guiada por sus propias visiones, que sonríe con los dientes apretados mientras ejecuta bailes que desafían la lógica y despiertan algo primitivo en quien la observa.

Nacida Hannah Sian Topp en 1990, en la ciudad portuaria de Lyttelton, Nueva Zelanda –un lugar más húmedo que idílico–, se transformó en Aldous casi como quien toma un nombre de guerra: por pura intuición, sin volver la vista atrás. El apellido Harding lo heredó de su padrastro, y la música de su madre, cantautora folk y titiritera, fue

parte de la banda sonora de su infancia. La adolescencia trajo desencuentros, una voz rota que aprendió a cantar entre susurros intensos y gritos de socorro, y una juventud marcada por excesos y una sensibilidad casi insoportable. “Siempre me centré en el fuego en la cuerda, en vez del lugar de donde venía la cuerda”, ha dicho. Ese fuego se convirtió en estética.

Desde su primer álbum homónimo (2014), la crítica especializada reconoció que estaba frente a una compositora de una inteligencia inusual. Pero fue Party (2017), producido por John Parish (el mismo que forjó joyas con PJ Harvey), el que la ubicó en un territorio liminal, entre la angustia y la mística, junto a nombres como Kate Bush. Designer (2019) consolidó su extrañeza como marca, y Warm Chris (2022) –una delicada joya grabada nuevamente con Parish y músicos como H. Hawkline y Jason Williamson– confirmó que lo suyo no era capricho, sino una obra en expansión, guiada por la intuición y la entrega radical.

Harding es la rara avis que logra agotar entradas en ciudades como Londres mientras desafía todas las convenciones de la escena indie. Sus videoclips –como Zoo Eyes o Blend– son pequeñas piezas performáticas que evocan a Jodorowsky, Buster Keaton o Patti Smith, a veces todo al mismo tiempo. En uno aparece maquillada como un payaso oscuro; en otro baila en ropa interior turquesa, citando sin pudor a Apocalypse Now. La escena le sirve, pero ella no le pertenece. “Paso demasiado tiempo en mis pensamientos”, dice.

Habla lentamente, con precisión. Aprende galés. Admira a Meat Loaf. Y, aunque parece caminar siempre al borde del abismo emocional, hay en ella una lucidez desarmante: “Hay muy pocas cosas en el mundo que me hagan sentir algo, de verdad”. Por eso, cuando lo logra –cuando canta, cuando se transforma, cuando mira directo a la cámara como si pudiera atravesarte–, el efecto es inmediato. Inquietante. Inolvidable.

Aldous Harding no quiere agradar. Quiere inquietar, y en esa incomodidad se revela lo exquisito. La emoción rara. La verdad sin filtro. Como todo arte que no se rinde ante la inmediatez, sino que exige una entrega total. La suya, y la tuya.

Clairo: La voz tenue que compone con verdad

Claire Cottrill, conocida globalmente como Clairo, es mucho más que una artista indie. Es un fenómeno silencioso, una alquimista del pop que ha transformado lo íntimo en colectivo y lo frágil en poderoso. Desde sus primeras grabaciones caseras como DJ Baby Benz hasta su reciente y sofisticado álbum Charm, la cantautora estadounidense ha sabido mantener un hilo conductor entre lo vulnerable y lo auténtico, con una sensibilidad que, lejos de gritar, susurra. Y ese susurro ha sabido hacerse escuchar.

El universo de Clairo está compuesto por acordes suaves, letras profundamente personales y una voz que no pretende deslumbrar por fuerza, sino por cercanía. Su música habita en el terreno del bedroom

pop, ese género que ella ayudó a cimentar desde la adolescencia, grabando en su habitación con los medios que tenía a mano, y que con el tiempo ha pulido sin perder su esencia. Pretty Girl, su video viral de 2017, grabado con una webcam, es un manifiesto estético: sin maquillaje, sin artificios, solo una chica bailando desde la cama con ironía y ternura.

Pero Clairo no se quedó ahí. Con Immunity (2019), su primer álbum de estudio, demostró una madurez compositiva inesperada para su edad. Producido junto a Rostam Batmanglij (ex Vampire Weekend), el disco reveló una escritora capaz de explorar emociones con una honestidad brutal, ya fuera relatando los nervios de un primer beso en “Bags” o celebrando el amor queer en “Sofia”. En cada

tema, su sexualidad, salud mental y ansiedad social se tratan con una delicadeza valiente, sin morbo ni grandilocuencia. “Me siento más tranquila cuando escribo desde lo que soy”, diría más tarde en entrevistas.

Con Sling (2021), Clairo dio un giro introspectivo. Coproducido por Jack Antonoff y con coros de su amiga y admiradora Lorde, el disco es una joya pastoral y reflexiva, donde el piano, las cuerdas y el silencio son tan importantes como las palabras. “Blouse”, el primer sencillo, aborda con serenidad el agobio de ser mirada constantemente como mujer artista. Fue en este álbum donde Clairo mostró su creciente interés por los temas domésticos, la maternidad futura y los vínculos de cuidado, adelantándose a preguntas que muchas no se permiten hacer hasta mucho después.

Charm (2024), su tercer trabajo, representa su consolidación artística. Totalmente producido de manera independiente, es su álbum más sofisticado a nivel sonoro: hay guiños al jazz, armonías complejas y una calidez casi analógica que recuerda a los discos más suaves de Norah Jones. Pero sigue siendo ella: la misma Claire que, sin aspavientos, se permite habitar lo ambiguo, lo tierno, lo incómodo.

Más allá de las modas o los algoritmos que la han catapultado –como ocurrió con “Sofia” en TikTok–, Clairo ha resistido la tentación de convertirse en un producto. Prefiere ser una autora. Una compositora que encuentra en lo cotidiano la materia prima de lo extraordinario. Su activismo, sin ser panfletario, es profundo: habla desde la experiencia, aboga por la salud mental, por los derechos LGBT+, por crear espacios seguros para quienes no encajan en los moldes.

En una industria cada vez más ruidosa, Clairo ha logrado hacerse oír sin alzar la voz. Su talento no se impone; se revela. Y ahí, en esa decisión estética y vital, radica su verdadera revolución.

Rhian Teasdale: La voz singular del indie que llegó para desordenarlo todo

Con un humor afilado, una energía impredecible y un talento que escapa a cualquier molde, Rhian Teasdale se ha consolidado como una de las figuras más fascinantes del nuevo indie rock británico. Mientras muchas propuestas parecen seguir un guion predecible, la de Teasdale avanza con una honestidad feroz, libre de fórmulas y profundamente magnética.

Aunque el fenómeno Wet Leg es inseparable de su identidad musical, la esencia detrás de esas letras cargadas de ironía, melodías pegajosas y estallidos punk-pop es, sin duda, ella. Originaria de la isla de Wight, Rhian comenzó su carrera en un circuito mucho más íntimo, componiendo canciones más bien introspectivas. Pero con Wet Leg, y sobre todo desde su rol de compositora principal y vocalista, ha demostrado que se puede hablar de lo cotidiano, lo absurdo y lo incómodo sin perder profundidad ni estilo. Su pluma mezcla sarcasmo y ternura como si fueran parte de una misma emoción, y su voz –a veces dulce, a veces desafiante– se

convierte en el hilo conductor de un universo tan peculiar como adictivo.

Más allá del éxito inmediato que tuvo el álbum debut de la banda, el verdadero motor de ese sonido es su capacidad para observar el mundo con una mezcla única de extrañeza y lucidez. Rhian escribe como quien no tiene nada que demostrar y canta como quien se ríe de todo lo que la industria espera de una estrella femenina del rock.

Lejos de las poses, Rhian Teasdale compone desde la intuición, se mueve con naturalidad entre géneros y mantiene una identidad visual y escénica que desafía las convenciones. No busca parecer cool: lo es porque no lo intenta. Y esa autenticidad –rara, valiosa, necesaria– es lo que ha convertido su voz en una de las más frescas y genuinas de los últimos años.

Y con el reciente lanzamiento de Moisturizer (el 11 de julio), Wet Leg vuelve a sacudir la escena indie con un segundo disco que es aún más contundente, bello

y deliciosamente perverso. Junto a Hester Chambers y reforzadas como quinteto con Ellis Durand, Henry Holmes y Joshua Mobaraki, Rhian lidera un proyecto que abraza el amor, la rareza y la imperfección como ejes creativos.

El primer adelanto había sido “Catch These Fists”, cargado de guitarras directas y emociones intensas, y luego llegó “CPR”, una canción acompañada por un videoclip dirigido por la propia banda. Rodado en una única toma, el clip refuerza la estética onírica y excéntrica que define su universo visual, consolidando a Wet Leg como una propuesta que amplía horizontes sin perder su esencia lúdica.

Moisturizer se perfila como un compendio de canciones de amor maníaco y besos bien calculados, donde la excentricidad se transforma en arte pop. Y al centro de todo, una vez más, está Rhian Teasdale, construyendo con cada verso y cada gesto una forma radicalmente original de habitar el indie contemporáneo.

Horsegirl: punk, amistad y la alquimia del ruido

En el mundo de la música, hay bandas que surgen por accidente, otras por ambición, y luego está Horsegirl, el trío formado por Penelope Lowenstein, Gigi Reece y Nora Cheng cuyo origen es casi un manifiesto adolescente de afinidad pura y amor por el sonido. Nacidas y criadas en Chicago, estas tres amigas comenzaron tocando en sótanos y descubriendo juntas los caminos subterráneos del punk, el shoegaze y la estética lo-fi, para hoy –sin haber llegado aún a los 25– ser parte del catálogo de Matador Records y uno de los nombres jóvenes más reverenciados del rock alternativo.

Lo que hace única a esta banda no es solo su sonido, sino la forma en que lo construyen: una escritura colectiva, casi telepática, donde las ideas fluyen con libertad, sin rigideces autorales. En sus canciones hay espacio para la imperfección, para la pausa, para lo intuitivo. “Desde el

principio teníamos claro que queríamos hacer música juntas. Ya éramos músicas antes de conocernos. Solo nos faltaba encontrarnos”, ha dicho Gigi en entrevistas. Y ese encuentro, propiciado por la escena musical juvenil de Chicago, dio pie a una amistad que alimenta su arte en cada nota.

Su álbum debut, Versions of Modern Performance (2022), fue una revelación: una obra madura y ruidosa, con guitarras saturadas que evocan a Sonic Youth, melodías envueltas en capas de distorsión y una sensibilidad DIY –esa actitud artesanal, cruda y sin filtros– que no intenta parecer otra cosa. Es música que suena a juventud con criterio, a nostalgia sin copia, a libertad sin miedo. Cada canción es una pequeña rebelión contra lo pulido y predecible.

Ahora, en Phonetics On and On (2025), producido por Cate Le Bon, la banda profundiza en su lenguaje. Compuesto en

Nueva York, pero grabado en pleno invierno en Chicago –el frío como catalizador creativo–, este segundo álbum es una obra más abstracta y textural, pero no menos emocional. Horsegirl juega con estructuras mínimas, percusiones cinéticas y arreglos que evocan tanto al postpunk como al pop más cerebral. El sencillo “2468” es ejemplo de su evolución: violines en espiral, tensión acumulada, ritmo motórico y una atmósfera que se descompone y recompone con elegancia.

La música de Horsegirl no se puede entender sin su entorno ni sin su vínculo: el calor de la amistad en medio del ruido, la ciudad como inspiración, el aprendizaje compartido. Su talento reside tanto en sus referencias como en su capacidad de desmontarlas y recomponerlas a su modo. No se trata de nostalgia, sino de apropiación. De mirar el pasado con ojos nuevos, y hacerlo sonar con una autenticidad que es difícil de encontrar hoy.

Lejos de seguir fórmulas gastadas, Horsegirl escribe su historia a su manera. No gritan, no buscan ser virales, pero suenan como si lo fueran todo. Su punk es emocional, su estética es libre, su música es un manifiesto íntimo: de la amistad, del arte como experimento y de cómo se puede cambiar el mundo –al menos un poco– con guitarras, cassettes y canciones honestas. Porque hay algo profundamente sofisticado en atreverse a sonar así de simple.

Cómo la estación más introspectiva del año afecta nuestra salud mental y por qué también puede ser una oportunidad para pausar, cuidarnos y reconectar con lo esencial.

EL INVIERNO POR DENTRO

Días más cortos, cielos grises, frío persistente. El invierno no solo transforma los paisajes, también nos transforma por dentro. Nos repliega, nos ralentiza, a veces nos silencia. La salud mental –ya tensionada por la rapidez de la vida cotidiana–puede resentirse especialmente durante estos meses. Menos luz solar, menos movimiento, menos vínculos. ¿Qué nos pasa cuando el cuerpo pide abrigo, y la mente, descanso?

Conversamos con las psicólogas Sanndy Infante, psicoterapeuta clínica, y Carolina Yáñez, especialista en psicología positiva, para comprender cómo esta estación influye en nuestro bienestar emocional, qué señales debemos observar y cómo podemos resignificar el invierno como un espacio fértil para el autocuidado.

Cuando el ánimo se enfría

El invierno nos obliga a replegarnos, dice Carolina Yáñez. Los días son más cortos, hay menos luz, hace frío y nos quedamos más en casa. Es un cambio de ritmo que puede afectar directamente nuestra motivación y nuestro estado de ánimo. Desde la psicología positiva, ella señala que las relaciones interpersonales y el entorno tienen una influencia directa en nuestra percepción del bienestar. En invierno nos alejamos de esa oportunidad, y eso se convierte en un desafío emocional.

Sanndy Infante refuerza esta idea desde la clínica. El descenso de las temperaturas y la reducción de horas de luz solar inciden en nuestro sueño, energía y ánimo. También hay una mayor tendencia al aislamiento social, y ese es un factor de riesgo importante para la salud mental. Según señala, existen bases biológicas que explican este malestar: la luz solar regula el ciclo

circadiano –nuestro reloj biológico–, que estimula la producción de serotonina, neurotransmisor clave para el bienestar emocional. Su disminución, junto con alteraciones en la melatonina, impacta directamente en el ánimo, el descanso, el apetito y los niveles de energía.

En este contexto aparece el llamado “trastorno afectivo estacional”, una forma cíclica de depresión que suele presentarse durante el otoño y el invierno, con remisión en primavera-verano. No está categorizado como diagnóstico oficial en los manuales clínicos, pero se reconoce por síntomas como la tristeza persistente, fatiga, hipersomnia, aumento de apetito, irritabilidad, ansiedad, entre otros. Carolina agrega que este patrón puede verse exacerbado en países como Chile, donde la menor exposición solar –especialmente desde la zona central hacia el sur– aumenta el riesgo de su aparición.

Perfiles en mayor riesgo

No todas las personas reaccionan igual al cambio de estación. Ambas especialistas coinciden en que hay perfiles más vulnerables: quienes ya han vivido episodios de depresión o ansiedad, personas con alta carga de estrés, con escasas redes de apoyo o que viven solas. También existe un componente de género. Las mujeres tienden a consultar más en salud mental y eso se ve reflejado en la prevalencia de cuadros depresivos, afirma Infante. Y no es menor: quienes trabajan en espacios cerrados, con poca luz natural, también presentan mayor predisposición.

Los efectos pueden ir desde un estado de ánimo bajo o irritabilidad hasta conductas autodestructivas o crisis emocionales severas. No siempre la depresión se manifiesta con tristeza, aclara Sanndy. La irritabilidad persistente, la apatía, la pérdida de interés o la fatiga que interfiere con el funcionamiento diario son señales que no deben ignorarse.

Carolina complementa que debemos estar atentos no solo a nuestros propios síntomas, sino también a los de quienes nos rodean. Cambios de comportamiento, desgano constante, alteraciones del sueño o pensamientos negativos son signos que indican que algo importante está ocurriendo.

“Hay que entender que el invierno no se vive como el verano, tiene su propio ritmo. Aceptar esa lentitud puede ser sanador”.

El invierno como oportunidad emocional

Aunque los efectos del invierno en la salud mental pueden ser complejos, también puede convertirse en una oportunidad para reconectar con uno mismo. La naturaleza nos enseña que hay un tiempo para todo, reflexiona Yáñez. El invierno puede ser un espacio de pausa, de regeneración y de revitalización. Vivir esta estación con un ritmo más lento también es una forma de autocuidado.

Para sobrellevar el invierno, ambas psicólogas coinciden en la importancia de pequeñas acciones que favorezcan el bienestar emocional. Salir a caminar en las mañanas para recibir luz natural –aunque sea por pocos minutos– puede marcar la diferencia. Mantener rutinas regulares de sueño y alimentación ayuda a estabilizar el ánimo. Realizar actividad física, incluso en casa con clases virtuales, videos o rutinas simples de

estiramiento, permite regular la energía y liberar tensión. También es fundamental proteger los vínculos afectivos, ya sea a través de encuentros presenciales o conexiones virtuales significativas. Hacer pausas conscientes durante el día, como escuchar música, leer, escribir o simplemente respirar profundo, puede ser más transformador de lo que imaginamos. Y por supuesto, en caso de haber vivido episodios depresivos en inviernos anteriores o sentir que el desgano afecta el funcionamiento cotidiano, lo más importante es pedir ayuda profesional.

“Hay que entender que el invierno no se vive como el verano, tiene su propio ritmo –dice Carolina–. Aceptar esa lentitud puede ser sanador”. Y Sanndy coincide: “Incluso mandarse memes con alguien querido puede ser una forma válida de conexión emocional. Cuidarnos no siempre significa grandes acciones. A

veces es solo sostenernos, sin juzgarnos, en esta estación más quieta”.

El invierno nos enseña, a su modo, a bajar la velocidad. A mirar hacia adentro.

A resignificar el silencio. Y si bien puede ser una temporada difícil para muchas personas, también es una invitación a cuidarnos con más intención.

“Si no es ahora, ¿cuándo?”, pregunta Carolina Yáñez. Tal vez, más que resistir el invierno, se trata de habitarlo.

Ambas especialistas comparten a diario herramientas, reflexiones y contenido de salud mental en sus redes sociales.

Se puede seguir a Sanndy Infante en @psicoletrada y a Carolina Yáñez en @caroyanezcl para continuar profundizando en estos temas y descubrir nuevas formas de cuidarse, también en los días más fríos.

Invierno slow

PEQUEÑOS RITUALES PARA HABITAR EL FRÍO EN CALMA

La temporada más fría del año trae consigo una invitación silenciosa a desacelerar. Entre aromas, texturas y gestos sencillos, este es el momento perfecto para hacer del descanso un arte. Infusiones, velas, baños tibios, aceites, libretas de journaling y fragancias pensadas para transformar los espacios –y el ánimo– en un refugio de bienestar. Una oportunidad para reconectarse con lo esencial y abrazar la pausa.

Francisca Vives Kunitzky

ajar la velocidad y regresar a lo íntimo se vuelve casi natural cuando afuera el mundo parece detenerse. En esta época que invita al recogimiento, los pequeños rituales de autocuidado –un baño tibio, una taza de infusión aromática, una vela encendida al atardecer o el simple acto de escribir en una libreta– tienen la capacidad de transformar el ánimo y el entorno. Son gestos cotidianos que, lejos del frenesí productivo, nos ayudan a priorizar el descanso, la pausa y la reconexión con nosotros mismos.

Y qué mejor manera de hacerlo que comenzando por un gesto simple como una taza de té. Las infusiones herbales sin cafeína se convierten en aliadas perfectas para marcar el final del día. Blends and Tea invita a entregarse a la calma con su Hibisco Sueño Profundo, un blend natural diseñado para relajar cuerpo y mente, o con Sirio Dulces Sueños, una infusión brillante –sí, literalmente– que mezcla lavanda, melisa y glitter comestible. En la misma sintonía, Adagio propone clásicos como Buenas Noches, con lavanda, melisa y manzanilla; Foxtrot, una mezcla reconfortante de rooibos, manzanilla y vainilla; y su Pack Relax, una selección de blends frutales y herbales ideales para acompañar distintas horas del día.

Así como una infusión puede envolvernos desde adentro, los aromas tienen el poder de transformar la energía de un espacio. L’Occitane nos traslada a los campos de lavanda de la Provenza con su vela relajante, su bruma de almohada y su espuma de baño. Castelbel Porto suma velas, jabones exfoliantes y difusores perfumados con lavanda y manzanilla; Michel Design Works apuesta por velas de cera de soja y difusores con notas de lavanda, romero y eucalipto; y Voluspa combina cera de coco con maderas, verbena y lavanda búlgara en velas que son verdaderas joyas sensoriales. Boles d’Olor completa esta sinfonía con sus resinas aromáticas, perlas perfumadas y sprays inspirados en las colinas de la Provenza.

Madison se suma a este ritual cotidiano con propuestas que combinan diseño, sofisticación e intensidad aromática. Su Home Spray Tropical Chic, con notas de flor de loto y suaves acordes frutales, es perfecto para transformar cualquier espacio en un refugio sereno. Para quienes prefieren aromas más intensos, el Room Spray Black Cedar mezcla cedro y cuero en una fragancia profunda de alta fijación. La vela Passion Fig, elaborada con cera de soja y doble pabilo, ofrece un aroma suave a higo con notas dulces, ideal para un baño relajante o una tarde de lectura. Y el Difusor de Varitas Green Harmony, con notas verdes y frutales, mantiene la frescura y el equilibrio de los ambientes durante semanas.

El baño también puede convertirse en un refugio personal. La espuma de lavanda de L’Occitane transforma ese momento en una experiencia de bienestar y pausa. Después, nada como prolongar esa sensación en la piel con una crema nutritiva y aromática, como la Saint Sandal de Madison. Pensada para manos y cuerpo, hidrata profundamente la piel y envuelve los sentidos con un aroma cálido y amaderado, perfecto para después del baño o como pequeño ritual diario.

Antes de dormir, los detalles pueden cambiar la experiencia del descanso. Las fundas y los antifaces de seda de Marina Colorina cuidan la piel y el cabello, evitando marcas y protegiendo su suavidad natural. La bruma de almohada de L’Occitane perfuma suavemente el entorno, mientras el Aceite de Masaje Sleep de The Body Shop –con lavanda y vetiver– invita a relajar cuerpo y mente antes de cerrar el día.

El cuidado de la piel encuentra en esta temporada sus propios aliados. Tessa propone un tónico de ácido hialurónico, un aceite facial equilibrante de chía y jojoba, y un limpiador micelar enriquecido con lavanda, ideales para hidratar, calmar y proteger. Libra Skincare suma a esta rutina su Aceite Contorno de Ojos de Mar y Uva, que suaviza y revitaliza la mirada, y su Aceite Facial de Mar, un elixir marino que ilumina y equilibra la piel durante los meses más fríos.

Y porque también el alma se aquieta cuando la mente se expresa, las libretas de journaling –esa práctica consciente de escribir pensamientos, emociones, ideas o reflexiones cotidianas– se transforman en ese espacio propio donde dar forma a lo que sentimos. Es más que un simple diario: el journaling invita a detenerse, a conectar con uno mismo y a dejar registro de lo que a veces no decimos en voz alta. Pueden ser compañeras en rutinas diarias de gratitud, un lugar donde volcar sueños, intenciones o emociones sueltas, o simplemente un refugio silencioso para ordenar la mente. Un ejercicio sencillo –y a la vez poderoso– que nos acompaña en esos rituales personales de calma, pausa y reconexión.

El verdadero lujo del invierno es darse tiempo. Tiempo para un baño sin apuro, para encender una vela antes de abrir un libro, para escribir sin mirar el reloj, para preparar una infusión y simplemente estar. Gestos simples –a veces casi imperceptibles– que tienen el poder de transformar la manera en que habitamos la temporada más fría del año. El autocuidado no es un acto de indulgencia, sino un gesto profundo de amor propio. Y este invierno, más que nunca, es la oportunidad de elegir la calma, de crear pequeños refugios cotidianos donde habitar el frío se sienta, realmente, como estar en casa.

Ajedrez y música

LA PARTIDA PERFECTA DE JUGA

Entre tableros y escenarios, la ajedrecista y creadora chilena Juga ha tejido un universo donde ajedrez y música convergen como expresiones de poder, belleza y resistencia. Voz singular y pensadora intuitiva, su vida cruza con naturalidad mundos que rara vez dialogan. En esta conversación, reflexiona sobre el juego, sus símbolos y esa forma única de concebir su vida.

Por Francisca
Vives Kunitzky
Fotos por Oláh
Gergely Máté

Desde niña, Juga convivió con dos lenguajes que la atravesaron por completo: la música y el ajedrez. Uno le permitía canalizar lo invisible, expresar lo emocional; el otro la deslumbraba con su lógica, su belleza estructural, su profundidad estratégica. “Durante años los viví en paralelo –recuerda–. Hasta que surgió en mí la necesidad de fundir mis grandes pasiones”. El punto de cruce no fue mental, sino sensorial: “Un día, mientras analizaba una partida clásica, sentí una emoción muy parecida a la que siento al componer: una tensión dramática, una narrativa en construcción. Fue una epifanía. Un puente natural para mí, como si esas dos pasiones hubieran estado esperando toda la vida para encontrarse. Entendí que el ajedrez era una manera profunda de contar historias, como lo hace la música”.

A partir de entonces, comenzó a escribir canciones inspiradas en partidas legendarias, en los símbolos del tablero, en la poética de la estrategia. Así nació Queen Trap, una obra audiovisual que reunió a más de 200 mujeres del ajedrez mundial, provenientes de más de 60 países. Filmada en las Olimpiadas de Ajedrez de Budapest, es más que una obra, es una declaración: “Más que una pieza audiovisual, Queen Trap es una invocación colectiva, una especie de ceremonia donde el arte y la estrategia se encuentran para celebrar el liderazgo femenino y su fuerza compartida”.

El tablero como escenario

En el centro simbólico de Queen Trap está la figura de la reina. No como pieza ganadora, sino como energía transformadora. “La reina es mucho más que la pieza más poderosa del tablero: simboliza la transformación. Un simple peón puede convertirse en reina si avanza con determinación y coraje, algo que encuentro profundamente poético”. Para Juga, ese gesto contiene todo un manifiesto: “Fuera del tablero, la reina representa el poder femenino que lucha, que guía, la que ama y ataca. La que no teme ocupar espacios”.

Su visión es clara: “En Queen Trap quise explorar esa dualidad: la fuerza y la vulnerabilidad de ser mujer en un mundo de estrategias y jerarquías. Para mí, la reina encarna una visión de lo femenino como fuerza creadora, que nace del deseo profundo de proyectarse con autenticidad en el mundo. Es un símbolo de lo que podemos llegar a ser cuando nos conectamos con nuestro propósito y nos atrevemos a avanzar juntas”.

La obra se estrenó en el prestigioso torneo de ajedrez Norway Chess, minutos antes de que el noruego Magnus Carlsen sufriera una inesperada derrota frente al ajedrecista indio Dommaraju Gukesh, el nuevo campeón mundial. Días después, Juga llevó la pieza a Rapa Nui, en el marco del Primer Festival de Ajedrez de la isla, que organizó junto a Javiera Gómez, Ninoska Cuadros Huki y la municipalidad. “El ajedrez es mi musa, pero antes de eso, mi gran musa fue Rapa Nui”, dice. “Presentar Queen Trap en este lugar sagrado, con Mahani Teave, su hija Tahai al violín y las niñas de la Escuela Toki, fue una ofrenda artística a las mujeres de la isla. Una invitación a las nuevas generaciones a creer en el poder del pensamiento, la identidad colectiva y la belleza diversa”.

Durante el festival, fundó junto a Mahani el Club de Ajedrez Mama Piru, en honor a la reconocida matriarca y activista ambiental. También ofrecieron clases para niños y niñas, torneos intergeneracionales, charlas y talleres. “Allí confirmé que el arte y el ajedrez no son solo disciplinas, sino puentes reales entre mundos que parecían distantes”.

“Juego como compongo: desde el deseo, el riesgo y la necesidad de expresión. A veces pierdo por sentir demasiado entusiasmo, pero cuando gano, gano con el alma”.

El arte de jugar (y perder) con el alma

El ajedrez le enseñó a Juga a convivir con la incertidumbre, a tomar decisiones bajo presión y a aceptar que incluso una jugada brillante puede llevarla al desastre si no está conectada con el todo. “Creo que el ajedrez es mucho más que un juego: es un deporte olímpico que exige respeto, enfoque y una mirada honesta hacia uno mismo –dice–. En el tablero no se trata de destruir al otro, sino de superarse, de entender las propias limitaciones y aprender a ver con claridad en medio de la complejidad”.

Cuenta que su entrenamiento se basa en la paciencia, en la belleza del proceso y en la importancia de ver más allá de lo inmediato, algo que aplica tanto en el arte como en la vida. Y sobre su manera de jugar, dice: “Es una mezcla indomable de la intuición, que me guía, la emoción, que me mueve, y la estrategia, que me contiene. Pero si tuviera que elegir, diría que soy superintuitiva. Juego como compongo: desde el deseo, el riesgo y la necesidad de expresión. A veces pierdo por sentir demasiado entusiasmo, pero cuando gano, gano con el alma”.

Esa misma intensidad la llevó a compartir escenarios con figuras clave del ajedrez mundial, como el ruso Vladimir Kramnik (campeón mundial entre 2000 y 2007),

la gran maestra de ajedrez húngara Judit Polgár (considerada la mejor ajedrecista femenina de la historia), Anish Giri (gran maestro neerlandés y actual top mundial) y la rusa Alexandra Kosteniuk (campeona mundial femenina en 2008). Y, por otro lado, ha cantado frente a leyendas como el también ruso Garry Kasparov (campeón mundial entre 1985 y 2000), Viswanathan Anand (campeón indio entre 2007 y 2013), Magnus Carlsen (campeón desde 2013 hasta 2023) y Dommaraju Gukesh, actual número uno del mundo. Pero son los encuentros inesperados los que más atesora.

“Uno fue en Budapest, jugando ajedrez con el actor Jamie Foxx. Estábamos en el mismo

hotel; él tocaba el piano y yo estudiaba ajedrez. De pronto nos encontramos riéndonos y reflexionando sobre la vida. Fue hermoso ver cómo el ajedrez rompía cualquier barrera”. Otro fue en Londres, durante el Campeonato Mundial: “Conversé con Demis Hassabis, neurocientífico, ajedrecista y CEO de DeepMind, la empresa creadora de AlphaZero. Hablamos de creatividad, inteligencia artificial y ajedrez. Fue tan improbable como inspirador”, dice y agrega: “Pero cantar frente a niñas Rapa Nui que tocan por primera vez una pieza, que descubren que un peón puede transformarse en la pieza más poderosa del tablero, y que la música y el ajedrez se pueden unir, es igual de significante, o incluso más”.

“En el tablero no se trata de destruir al otro, sino de superarse, de entender las propias limitaciones y aprender a ver con claridad en medio de la complejidad”.

El tiempo lento como resistencia

Juga ha vivido en lugares muy distintos (Rapa Nui, Budapest, Buenos Aires, ahora Cataluña), y cada uno ha dejado una marca en su arte.

“En Rapa Nui sentí por primera vez la energía ancestral, el silencio y el vínculo espiritual con los elementos. Buenos Aires me enseñó la brecha de mi intensidad, el drama urbano, la pasión que se respira en cada esquina. Budapest me conectó con la historia del ajedrez, con lo clásico y lo trágicamente hermoso. Y ahora en Cataluña estoy creando desde un lugar más sereno y pleno. Cada lugar ha sido como una casilla del tablero que me invitó a jugar distinto, a pensar desde otras perspectivas. Para mí, el arte nace del cruce entre lo interno y lo externo, y el territorio, con su carga cultural, siempre enriquece ese diálogo”.

Esa exploración la ha llevado también a incorporar la teatralidad como un lenguaje propio: “La teatralidad en mi obra nace de una necesidad profunda: que el arte no solo se escuche, sino que se viva”. Sus espectáculos –como Maururu Cada isla un tesoro Juga di Piaf o Mis universos–integran danza, texto, proyecciones, vestuario y símbolos en escena. “Cada uno de estos espectáculos me permitió explorar distintos registros escénicos, pero siempre desde el deseo de integrar lo emocional, lo

visual y lo simbólico en una sola experiencia viva. La teatralidad no es un recurso, es mi lenguaje instintivo”.

En tiempos acelerados, Juga se detiene: “Sí, creo que mi obra es una forma de resistencia, amable, pero firme. En un mundo saturado de estímulos, donde se busca gratificación instantánea, yo elijo detenerme, dejar que los símbolos respiren”.

“El ajedrez me enseñó que en la pausa está la profundidad, que solo cuando te sumerges con atención puedes percibir la belleza que ocurre entre jugadas”, afirma. “Componer también es eso. Se trata de resistir la velocidad, cuidar la presencia de cada nota, cada gesto y cada imagen”, amplía.

Más que buscar el impacto, busca el eco: “Mi música y arte audiovisual tiene elementos pop que pueden cautivar a simple vista. Pero trabajo con muchas capas de lectura. No busco el impacto fugaz, sino una conexión duradera. Para mí, crear así es jugar una partida larga”.

Y así, entre melodías y movimientos, entre reinas que avanzan y tableros que respiran, Juga ha hecho del ajedrez su partitura, y de la música –más que una jugada– una estrategia vital.

LOLA BRAVO

Y LA OLA QUE CAMBIÓ SU VIDA

La debutante chilena descubierta por Sebastián Lelio habla sobre sus raíces, su inesperada llegada al cine y la fuerza transformadora del arte.

Por Francisca Vives
Fotos
Paz Vásquez para Estudio Fe
Glam
Gabriela Arevalo
Booking
Esteban Aparicio para Versus Management
Vestuario Sofía Órdenes y Wendy Pozo

Chimbarongo es el lugar donde todo comenzó para Lola Bravo. Allí creció, bailó junto a su madre al ritmo de cuecas radiales y siguió los compases que su padre marcaba golpeando cucharas sobre la mesa. Allí también plantó las primeras semillas de una vocación artística que, sin saberlo entonces, la llevaría muchos años después a debutar en la gran pantalla como coprotagonista junto a Daniela López y un gran elenco de La ola, la nueva película de Sebastián Lelio, que este año tuvo su estreno mundial en el Festival de Cannes y llegará a los cines chilenos el próximo 28 de agosto.

“Soy chimbaronguina, la mayor de dos hermanos”, dice con orgullo. Su historia no empezó en una academia de arte ni en una escuela de teatro, sino en su propia casa, donde el ritmo era cotidiano y las expresiones artísticas se vivían con intensidad. Su padre fue percusionista, al igual que sus hermanos. Su madre, crítica pero amorosa, le enseñaba canciones y corregía cada nota con precisión. “Fue ahí donde comenzó mi tolerancia a la frustración y la disciplina que tengo hoy”, cuenta.

Impulsada por ese entorno, Lola decidió formarse como bailarina profesional y audicionó para la Escuela Moderna de Música y Danza de Chile. “Fui bien autodidacta, y con la maleta llena de sueños probé suerte… y quedé”, recuerda. Desde entonces, no ha parado: se formó como intérprete en danza, coreografía, canto y teatro musical. Ha bailado en las calles y en grandes escenarios, y hoy dirige una escuela de danza para niños y jóvenes en su ciudad natal, un espacio donde busca devolver lo que ella misma no tuvo en sus comienzos: oportunidades.

Pero el giro inesperado llegó con un mensaje de Instagram. “Estaba en mi casa en Chimbarongo cuando me llegó una solicitud

de mensaje de Amalia Kassai. Me dijo que le había gustado mi perfil y que buscaban un personaje para una película de Sebastián Lelio. Pensé que era una broma”. Aun así, respondió. Se tomó las fotos en un mall –“No tenía experiencia en esto”– y, poco después, recibió una llamada del mismísimo Lelio: “Me dijo: ‘Eres nuestra Rafa’. Lloré de emoción y alegría. Sentí la vida más justa que nunca”.

Desde entonces, todo ha sido vértigo y aprendizaje. La ola no solo marcó su debut en el cine, también la llevó hasta Cannes, el festival más importante del mundo, donde compartió espacio con figuras del cine internacional. “Desde niña me imaginaba frente al espejo, preparándome para las cámaras, los flashes, las luces. Siempre sentí que sería alguien importante, aunque no conocía el medio ni a nadie en él. Estar en Cannes fue un sueño. Cuesta asimilar que yo estaba ahí, siendo una de ellos”, confiesa.

“Desde niña me imaginaba frente al espejo, preparándome para las cámaras, los flashes, las luces. Siempre sentí que sería alguien importante”.

Para su primera alfombra roja, Lola contó con el apoyo de Fabula y la producción de Daniela Bustamante, quien consiguió su vestido soñado de Weise Letelier y joyas de Susana Vega. También de su agencia, Versus Management, donde Esteban Aparicio cuidó cada detalle. Pero lo más importante fue su actitud: “Asumí que lo que estaba viviendo lo merecía. Entendí la responsabilidad, pero también que debía disfrutarlo a concho”.

Trabajar con Lelio fue, en sus palabras, “la vivencia más enriquecedora profesionalmente hablando”. Destaca su sensibilidad, su capacidad intuitiva, su cercanía: “Con él puedes almorzar y trabajar sin sentir la presión del trabajo. Cada conversación y momento con él es una lección”.

Sobre La ola, Lola subraya que es una película profundamente social. “Explora las contradicciones humanas y sociales de nuestra época. Está inspirada en el feminismo, pero sus temas resuenan en cualquier lucha colectiva: el sentido compartido de injusticia, la necesidad de visibilizar, de organizarse”. Y aunque no entrega respuestas, “propone una conversación desde la duda y la apertura”.

Cuando vio la película por primera vez, se sintió asombrada. “Cobró vida todo lo vivido por este enorme equipo. La estética, el sonido, la fotografía… es una mirada de un Chile real y con identidad propia. Te sumerge en un viaje de emociones e interrogantes. Siento que necesito verla una y otra vez. Tiene un nivel de detalles sorprendentes. Es una película necesaria para no olvidar lo que acontece en nuestra sociedad”, dice.

¿Y por qué deberíamos verla? Para Lola, la respuesta es clara: “Porque muchos de los avances feministas están hoy en tensión o

en retroceso. La ola llega para recordarnos que nada está garantizado, que hay que seguir luchando, conversando, resistiendo. Es una película urgente, pero también esperanzadora. Porque cuando una ola llega, no vuelve todo igual”.

A futuro, Lola quiere seguir actuando, perfeccionarse y explorar tanto lo incómodo como lo confortable. Sueña con recorrer el mundo consagrando logros en el cine, pero también con ser madre y generar más oportunidades para otros talentos fuera de Santiago. “Quiero descentralizar las posibilidades, para que más personas puedan permitirse soñar como yo lo hice”.

¿Sus referentes? Lo tiene claro: Juliette Binoche. “La primera vez que la vi fue en Les Amants du Pont-Neuf y fue majestuoso”.

Hoy, Lola Bravo es una fuerza femenina que emerge con potencia. Una artista integral, una mujer que baila, canta, actúa y enseña. Una ola que no dejará nada igual a su paso.

VINO & NIEVE

OTRA PAREJA PERFECTA EN CHILE

Invierno en este flaco y largo país que elegí como mi casa tiene dos colores: el blanco de la nieve y el tinto del vino. Cuando regresé, tras 15 años viviendo con mi familia en el Caribe, ese paisaje que había quedado impreso en mi retina de niña volvió a maravillarme. También el recuerdo, en los 80, de que el vino tinto estaba siempre en las mesas que compartían mis papás con sus amigos. Ya no están, pero entonces unas botellas venían con un diablito colgando. Era el símbolo inocente de estar en un paraíso. Treinta años después de volver y decidir quedarme, sigo disfrutando las montañas

nevadas cada mañana, cuando no puedo evitar salir al balcón para retratarlas. Y el vino, bueno, el vino se convirtió en mi profesión y en mi pasión. Por eso me encanta ver cómo cada nueva temporada de nieve y esquí (deporte que me fascina, como todos los que son al aire libre) llegan miles de turistas –sobre todo brasileños– a combinar, sin perder tiempo, el maridaje perfecto del invierno en Chile: vino tinto y montaña.

Estas líneas e imágenes son mi invitación a ser como esos turistas de invierno en Chile, con esa mirada del viajero que se cautiva con lo que el local muchas veces ya no ve.

EL PUNTO DE PARTIDA

O DE DESPEDIDA

Sé que Santiago no es Chile, pero creo que no hay en el “mundo mundial” ciudad que muestre como ella –hasta sacarte el aliento–el esplendor de sus montañas nevadas después de un día de lluvia. Para disfrutar ese espectáculo con copa en mano, mi propuesta es recorrer desde el mediodía las bodegas al pie de los Andes, sin salir de la ciudad. Viña Aquitania, con su torreón en las alturas, en Peñalolén, tiene la vista más linda a la cordillera. Muy cerca, la histórica Cousiño Macul abrió su jardín con cafetería, junto a su pequeña laguna.

Tiene sector de pícnic, se puede recorrer en bici por los viñedos y viajar al pasado al conocer su bodega subterránea de calicanto.

En Pirque, es imperdible visitar el recién estrenado Centro del Vino de Concha y Toro, con una propuesta de nivel mundial. Y, aunque no esté incluido en el precio, la experiencia Casillero –para toda la familia– es digna de ver. En sus bodegas de calicanto, el montaje de la leyenda, con sonido y proyecciones, emociona.

Jardín Viña Cousiño Macul
Cava de calicanto de Viña Cousiño Macul
Los reyes de la casa en Viña
Aquitania, Lazuli y Paul Bruno
Restaurante Diablo en MUT

Si el día fue en los centros de esquí –otro lujo a menos de dos horas–, al bajar hay que ir al MUT, el nuevo mercado urbano y polo gastronómico de Santiago. Aquí, el “Diablo” hace de las suyas, ahora con su propio restaurante. Me contaron que la noche se pone bailable con DJ desde las 20 horas. En el mismo MUT, el nuevo restaurante de Carolina Bazán, Ambrosía, se desquitó –tras muuuchos meses sin patente de alcoholes–con una carta de 60 etiquetas de “ricos vinos”, varios por copa y un vino fortificado ideal para el invierno. Cerca, en Les Dix Vins, uno de mis favoritos de siempre, pueden probar vinos del mundo por copa, con sommeliers que saben un montón, junto a los mejores quesos franceses. Vinos, quesos y frío: ¡no pido más!

Más al sur, entre Cachapoal y Colchagua, hay opciones con alojamiento para todos los bolsillos y vista a la cordillera. Desde la fabulosa Vik –con su tour de invierno en la huerta, sin necesidad de alojar– hasta la desconocida Tumañan, a los pies de los Andes, con su lodge entre montañas y la

chimenea siempre encendida. Otro viaje imperdible entre vino y nieve es el triángulo de Las Trancas, su centro de esquí y las viñas del Itata. La tienda Cava de la Montaña será su puerta de entrada, con degustaciones para visitantes. En restaurantes donde vean su logo, estarán a cargo de la carta de vinos. Otro guía en la zona es Don Pablo y su Cava, que organiza paseos a viñas cada mes, aunque también se le puede contactar para viajes especiales.

Mientras tanto, para saber qué se teje en torno al vino cada semana, incluso a lo largo de Chile, los invito a seguir mi sitio web www.wip.cl o la cuenta @wipcl “La Agenda de Lolo”. En este espacio, junto a la sommelier Loreto Moneva, reunimos todo en un clic. Una de las actividades ya agendadas para fines de agosto es la feria Bocas Moradas, en la renovada Factoría Italia (Av. Italia 830, Providencia, Santiago). También están las catas de los martes que organiza Alan Gudsky en restaurante Do. Su selección es impecable y puedes probar lo que quieras. El dato de los locales.

Casona
Don Melchor en Concha y Toro
Paseos en coche todo el año en Viña Viu Manent

PARA QUIENES NO TIENEN LÍMITES

ESTILO, COMODIDAD Y CALIDAD

TECNOLOGÍA N1 HUSH PUPPIES

Caminar con propósito: la tecnología SPINAL de HUSH PUPPIES redefine la comodidad en looks casuales

En un mundo que se mueve cada vez más rápido, caminar se ha convertido en un acto de equilibrio entre lo funcional y lo emocional. Sabemos que hoy cada paso debe ser dado con seguridad, comodidad y confianza, no solo para llegar a destino, sino también para disfrutar el camino. Y en ese trayecto, Hush Puppies ha estado presente por más de 65 años en el mundo, acompañando a millones de personas con una propuesta única que combina tecnología, comodidad y tendencia.

Desde sus inicios, Hush Puppies ha desafiado los límites entre moda y comfort. Lejos de elegir entre uno u otro, la marca ha trabajado incansablemente por integrar ambos mundos. Cada producto nace con un objetivo claro: entregar calzado que se adapte al ritmo real de la vida contemporánea, permitiendo a las personas avanzar con libertad, sin resignar estilo ni salud postural.

Hoy, esa visión se materializa de forma extraordinaria en la tecnología Spinal, desarrollada por Hush Puppies para ofrecer una experiencia de caminata más inteligente, ergonómica y energizante. Esta innovación se encuentra presente en una cuidada selección de zapatillas y botines —para hombre y mujer— que han sido reconocidos por su rendimiento, diseño y durabilidad.

¿Qué hace única a la tecnología Spinal?

La clave está en la ingeniería de su suela, pensada desde el inicio para trabajar en sinergia con el cuerpo humano. La entresuela de EVA actúa como un núcleo de amortiguación avanzada, capaz de absorber el impacto de cada paso, reduciendo la presión en articulaciones clave como tobillos, rodillas y columna. Esta base no solo disminuye el cansancio, sino que también proporciona un mayor retorno de energía, potenciando el siguiente movimiento, favoreciendo una caminata más fluida, dinámica y con mejor postura.

A esto se suma una suela de goma con diseño funcional que maximiza la tracción. Su superficie otorga mayor estabilidad y agarre en distintas condiciones, ya sea sobre asfalto húmedo, senderos urbanos o superficies más irregulares. Cada paso es firme, seguro y alineado con la necesidad real de quienes buscan rendimiento sin complicaciones.

Diseño que entiende el cuerpo

Pero Spinal va más allá de la suela. La horma ha sido diseñada pensando en la postura natural del cuerpo, ayudando a mantener una alineación saludable desde los pies hasta la espalda. Este enfoque ergonómico no solo brinda comodidad inmediata, sino que contribuye a un mejor balance corporal a largo plazo, aliviando tensiones y favoreciendo el bienestar general.

Tecnología con identidad

En Hush Puppies entendemos que la tecnología no debe ser necesariamente visible, sino perceptible. Spinal se integra de forma sutil al diseño de cada modelo, permitiendo que el estilo no se vea limitado por lo técnico. Colores neutros, siluetas versátiles y acabados de alta calidad hacen que estos modelos se adapten perfectamente a un look urbano, casual o incluso más sofisticado, sin dejar de lado su esencia funcional.

Un aliado para ir más lejos

Para este invierno, la tecnología Spinal se presenta como una verdadera aliada. No solo para protegernos del frío, sino para invitarnos a desafiarlo. Porque creemos que ningún clima debería ser un límite cuando tenemos el calzado adecuado. Nuestro compromiso está en seguir desarrollando soluciones que combinen innovación, diseño y ciencia aplicada al movimiento, acompañando a quienes, como nosotros, creen que caminar con libertad es una forma de vivir más feliz.

UN PARAÍSO EN BAL HARBOUR PARA DISFRUTAR EN FAMILIA

Beach Haus Residences Bal Harbour brinda la posibilidad de disfrutar de la privacidad y exclusividad de Bal Harbour a través de sus amplios departamentos, que incorporan un estilo de hogar único. Un escenario ideal para una escapada placentera, para relajarse y disfrutar al máximo.

Beach Haus Residences Bal Harbour fue diseñado para el mercado vacacional que busca estadías con el mismo confort de un hogar, además de las comodidades que se esperan de unas vacaciones en el paraíso. Las unidades tienen un diseño moderno y de excelente calidad, con el estilo independiente y relajado que la ubicación garantiza. Las residencias, espaciosas y completamente equipadas, se encuentran a un corto paseo a pie de la playa.

Es el lugar ideal para pasar unas vacaciones en familia y con amigos, ya que ofrece una variedad de residencias adaptables a las distintas necesidades. Está localizado a pasos del centro comercial más famoso de Miami, Bal Harbour Shops, con sus lujosas tiendas y su cantidad de propuestas culinarias, y variedad de actividades para entretener a toda la familia (como piscina y gimnasio totalmente equipado). Una ubicación privilegiada, sin dudas.

Beach Haus cuenta con un total de 96 unidades (33 en el edificio ubicado en 290 Bal Bay Drive y 63 en el nuevo edificio de 291 Bal Bay Drive. En breve, tendrá 33 unidades adicionales en un nuevo inmueble dentro de un mismo predio).

Los Studios se encuentran equipados con una pequeña cocina, mientras que los departamentos de uno y dos dormitorios cuentan con una amplia cocina y una zona de estar muy espaciosa.

Este refugio de tranquilidad se encuentra frente al canal y a pasos de la playa de Bal Harbour, donde los huéspedes encontrarán su propio parador con servicio de sombrilla y reposeras disponibles, y con todas las actividades imaginables en la playa apenas a cinco minutos caminando del hotel.

www.beachaus.net

MI ENCUENTRO CON LA MEDICINA QUE ESCUCHA ANTES DE TRATAR

Fui por un examen para dormir mejor y terminé descubriendo un enfoque médico que mira al paciente de una manera integral. Así fue mi experiencia en Younique, donde la medicina de precisión propone prevenir, personalizar y escuchar.

Por Francisca Vives Kunitzky

Hace unos meses tuve un episodio de insomnio que me hizo replantearme mi salud en general. La neuróloga que me vio en ese momento me recomendó hacerme el Biologix, un test que analiza en profundidad los patrones de sueño y otros factores asociados, sin necesidad de dormir conectado a cables en una clínica. Fue buscando ese examen que conocí Younique, un centro médico enfocado en medicina de precisión, longevidad y biohacking Así, lo que comenzó como una cita concreta se convirtió en el punto de partida de un viaje inesperado hacia una forma completamente distinta de entender mi salud y mi manera de cuidarme.

Dr. Alfonso Lozada
Dra. Silvana Acosta

Ese primer acercamiento fue suficiente para notar que Younique no era una clínica convencional. No era solo el diseño del lugar ni la amabilidad del equipo. Había algo distinto en la propuesta, una manera de mirar la salud desde la raíz, no desde los síntomas. Fue entonces cuando decidí pedir una consulta con la doctora Silvana Acosta, médica chilena especializada en Medicina de Precisión y magíster en Longevidad y Antienvejecimiento. Además de ser empresaria y fundadora de la línea de suplementos Remedy Cell, Silvana es cofundadora de Younique, donde lidera un enfoque de salud integral basado en la prevención, la precisión y el conocimiento profundo de cada persona.

Silvana me recibió sin reloj a la vista. Empezó a hacerme preguntas, y fueron muchas. Algunas esperables –historial médico, hábitos de sueño, alimentación– y otras que jamás me habían hecho en una consulta. “¿Te cuesta soltar las ideas antes de dormir? ¿Funcionas mejor bajo presión? ¿Has tenido fracturas o esguinces? ¿Cómo manejas el estrés? ¿Qué papel juega el cansancio en tu día a día?”.

En ese momento entendí que la entrevista era mucho más que un chequeo inicial. “No podemos tratar a las personas como promedios poblacionales. Cada cuerpo tiene su propia biología y su manera de reaccionar. Por eso hacemos tantas preguntas, para conocerte antes de pensar en tratarte”, me explicó.

“No podemos tratar a las personas como promedios poblacionales. Cada cuerpo tiene su propia biología y su manera de reaccionar.

Por eso hacemos tantas preguntas, para conocerte antes de pensar en tratarte”.

La medicina de precisión, ese concepto que tantas veces había oído ligado al futuro, en Younique es una práctica diaria. No se trata solo de mirar genes o hacer exámenes sofisticados. Se trata, como dice la doctora Acosta, de entender la interacción entre nuestra biología, nuestro estilo de vida y nuestro entorno. Y de actuar antes de que las enfermedades se instalen.

En esa primera sesión, la doctora Acosta me recomendó hacer un test epigenético –que a través de una muestra de cabello mide más de 90 parámetros entre vitaminas, minerales, aminoácidos, antioxidantes y toxinas ambientales– y también un examen de salud ósea sin radiación, el Echolight, capaz de detectar la calidad y la fortaleza de los huesos desde etapas tempranas.

Además, me explicó la relevancia del test genético, un estudio avanzado que analiza más de 80 variantes del ADN para conocer predisposiciones en áreas como metabolismo, respuesta al estrés, inflamación y absorción de nutrientes. Aunque sus resultados demoran algunas semanas, la información que entrega permite personalizar aún más la suplementación y las recomendaciones médicas.

Ambos exámenes –el epigenético y el Echolight– los realicé luego con el doctor Alfonso Lozada, médico nutriólogo de Younique, especializado en metabolismo, salud ósea y biohacking. Con Alfonso analicé cada resultado, entendiendo cómo ciertos hábitos, nutrientes y micronutrientes afectan mis procesos metabólicos y cómo la epigenética influye en la forma en que mi cuerpo responde a la inflamación, al estrés o al paso del tiempo. Su claridad al abordar cada dato me hizo comprender –quizás por primera vez– la importancia de la prevención y de tomar decisiones informadas sobre mi salud.

También en esa primera consulta la doctora Acosta me habló de la importancia de conocer mi microbiota intestinal –y cómo impacta no solo en la digestión, sino también en la energía, el estado de ánimo y la inflamación–. Por otro lado, me recomendó probar una sesión de crioterapia, una inmersión de tres minutos a menos 150 grados para activar el metabolismo, reducir la inflamación y estimular la producción de energía celular.

Además, me propuso un suero personalizado, diseñado sobre la base de mis necesidades, con una mezcla intravenosa de aminoácidos, vitamina C, vitamina B1 y minerales. “El cuerpo absorbe mucho mejor los nutrientes cuando van directo a la sangre, y podemos darle exactamente lo que necesita, ni más ni menos”, me explicó.

La lista no terminó ahí. Me indicó una serie de exámenes de laboratorio que nunca antes me habían pedido. Homocisteína, cortisol, interleukina-6, HOMA, DHEA-s y otros; todos pensados para buscar desajustes antes de que se conviertan en enfermedad.

En Younique, la medicina de precisión se cruza con la longevidad y el biohacking. Este último –como me explicó Silvana– se refiere a la intervención consciente de nuestros hábitos para optimizar cuerpo y mente. “Esto no se trata de recetas mágicas ni de modas pasajeras. Todo lo que hacemos está respaldado por la ciencia y tiene un objetivo claro: ayudarte a vivir mejor y más tiempo”, me dijo.

El enfoque es integral. Las terapias intravenosas, llamadas drips, van desde el Glow –para la piel, el cabello y las uñas–hasta el Stop Aging –para la longevidad celular– o el Stress Out –para reducir el estrés–. También diseñan sueros específicos para la energía, el metabolismo, el sistema inmune o la detoxificación. Todo se puede personalizar según las necesidades y los resultados de los exámenes.

A diferencia de las consultas médicas en las que uno sale con una receta y la sensación de haber sido atendido en serie, esta experiencia fue un verdadero diálogo. “Aquí la medicina es predictiva, preventiva, personalizada y participativa. Yo no te digo lo que tienes que hacer, te explico y tú te haces cargo de tu salud. Esto es un trabajo en equipo”, me dijo la doctora Acosta antes de despedirnos.

Salí de esa consulta sin la expectativa de una solución exprés, pero con una certeza: había encontrado una forma distinta de mirar mi salud, más consciente, más informada y, sobre todo, más protagonista.

Quizás llegué a Younique buscando entender mi sueño. Pero lo que descubrí fue algo mucho más grande. La medicina puede ser una invitación a conocerse, a prevenir y a vivir mejor. Y, a veces, todo empieza por hacerse las preguntas correctas.

la última palabra

En cada edición de Mustique, cerramos con una voz invitada. Una mirada personal que proviene del arte, la literatura, la música o el pensamiento; una reflexión libre sobre la belleza de la estación que nos habita.

Esta crónica final es un gesto íntimo y abierto. Una despedida suave, escrita por quienes saben mirar el mundo con sensibilidad. Porque, a veces, lo más importante se dice al final.

En esta edición de invierno, la última palabra la tiene el escritor y periodista Marcelo Simonetti.

LA POSIBILIDAD DEL INVIERNO

Pienso inviernos como quien piensa en otras vidas. Vuelvo a ellos con la misma alegría infantil con la que el oso polar se apresta para una larga hibernación. Los voy dibujando en mi mente como si fueran fotogramas de una vieja película en blanco y negro. Los perdí y ahora los recupero, porque escribir es recuperar.

Hay un invierno que no es más que una ventana empañada donde yo dibujo figuras sin sentido; del otro lado, la lluvia, el viento que silba, una micro de la línea Verde Mar que serpentea la avenida Alemania, y en el velador un libro de Julio Verne que espera por mis ojos lectores.

Hay otro que es pura enfermedad. Junio y julio en cama, condenado a la inmovilidad, porque así es la hepatitis. Veo a mis hermanos que entran y salen de casa, mientras yo permanezco ahí, arropado, en posición horizontal. Me acompaña el aburrimiento, pero una vez más la lectura me salva. Mi padre me lleva de regalo la revista Barrabases Sobrevivo de la mano de Mr. Pipa, Bototo y Pirulete.

Hay algunas cosas que se repiten en mis inviernos perdidos: el olor de la chancaca, que anuncia la hora de las sopaipillas pasadas; el papel de diario con esperma de vela que mi madre pone en mi pecho para aliviarme de una tos rebelde; un barco que naufraga

a pocos metros del mar y queda varado como un cachalote nostálgico; la inminencia del trueno que sucede al relámpago.

Hay palabras que asocio al invierno y que guardo muy dentro de mí con el mismo cariño que se le puede tener a una fiel mascota: refugio, abrazo, chimenea, abrigo, melancolía, frazada, chocolate.

Hay poetas que me parecen invernales, como Jorge Teillier, y poemas suyos que cargan con mi idea romántica del invierno, como esos versos de Bajo el cielo nacido tras la lluvia: “Eso fue la felicidad: / dibujar en la escarcha / figuras sin sentido / sabiendo que no durarían nada, / cortar una rama de pino / para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda, / atrapar una plumilla de cardo / para detener la huida de toda una estación”.

Hay canciones que a veces me sorprendo cantando y son los inviernos de mi juventud: Mil horas, de Los Abuelos de la Nada; Paramar, de Los Prisioneros; Canción de invierno, de Silvio Rodríguez.

Hay un cuento sorprendente de Patricio Pron que se llama Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás; otro de

Claire Keegan que se titula Antártida; y una novela que no puedo olvidar de Guadalupe Nettel, que se llama Después del invierno, que narra vidas dolorosas y tristes que sobre el final se iluminan. Todos ellos me hicieron habitar los inviernos citadinos y los interiores, y siempre me ofrecieron el tintineo de una luz cuando me creí perdido en medio del bosque.

Y quizá en esto último radique mi amor invernal, esa necesidad de lluvia, el hambre de truenos y relámpagos, cierta vocación por las ventanas empañadas. Y es que ahí donde hay un invierno que se desata con crudeza, casi inmisericorde, siempre habitará la posibilidad de una primavera.

Collage: Francisca Vives

EL BIENESTAR DE NUESTRA

CLASE BUSINESS: GASTRONOMÍA

Donde cada persona es un mundo

Hay días que te apetece comer ligero y otros que necesitas darte un gusto. Elige entre una amplia gama de opciones que incluyen menús diseñados por Martín Berasategui, 12 estrellas Michelin.

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