Revista Miradero - Número 8 (Mayo 2016)

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Carmen Rivera Villegas / Miradero, 8, mayo (2016)

riqueza y no me refiero únicamente a la riqueza temática de los cuentos incluidos sino a la variedad de perspectivas, planteamientos y propuestas que cohesionan el todo de los dos volúmenes. Entonces, como lectora fascinada por los cuentos todo me parece pertinente, como docente curiosa por nuevos métodos todo me parece útil, y como académica-aventurera todo me parece merecedor de alusión. Para cumplir con cualquiera de estas tres tareas, este libro, desde su carácter de proyecto, estimula, provoca y reta. Y como se me hace tan difícil escoger, voy a plantear mi triple aproximación al libro con el claro propósito de que quiero honrar la inteligencia, seriedad y compromiso con que la autora lo concibió. Y voy a comenzar por lo último. Como académica que vive fascinada por la exploración de nuevos temas, aunque no se relacionen directamente con mi área de estudio, este libro vino a revelarme unas páginas de nuestra historia literaria que merecen, como mencionaba antes, más atención y estudio sistematizado. En ese sentido aunque la propia autora advierte que éste no es una fuente de relatos para el especialista del folklor, sí es, sin duda, la inspiración primera para futuros especialistas que desde el espacio escolar aprenden a ser buenos lectores en general (con libros como éste) y buenos lectores de sus propias tradiciones y no de las ajenas e impuestas. Digo ajenas porque, como la propia autora señala, nuestros niños están muy inmersos en tradiciones totalmente extrañas a nuestras idiosincrasias (Cenicienta, Elsa la de Frozen, etc.) por efecto de las modas que el comercio capitalista impone. Siguiendo este particular, quisiera comentar algunos aspectos que la autora trata en los primeros dos

capítulos del manual del profesorado porque me parecen fundamentales para entender la importancia que debería tener la tradición oral en nuestra literatura. El primer capítulo, para empezar, nos ofrece un panorama muy completo y ameno sobre la teoría y praxis de la tradición oral, además de los métodos para su investigación. La autora nos explica el origen del término folclor, fundamental para adentrarse en el estudio de las tradiciones orales, y problematiza también los motivos por los cuales las manifestaciones folclóricas se han rebajado al estatus de creación espontánea, no merecedora de ser reconocida como producto artístico pues no corresponden con la escala de valores que priorizan lo que está mediatizado por la escritura. Al ver la variada lista que incluye todos los géneros de esta tradición, no puede uno menos que preguntarse por qué algo tan valioso para entendernos como seres culturales se ha tomado siempre con tanta ligereza y actitud paternalista. Cuentos orales, leyendas, mitos, fábulas, proverbios, refranes, chistes, adivinanzas, recetas, remedios caseros, juegos, incluso chismes e insultos conforman la extensa gama. El trabajo de la doctora Ortiz Lugo se concentra en los cuentos orales, entre los cuales también hay subgéneros: es decir, cuentos de animales, de encantamiento, de nunca acabar, picarescos y de por qué, todos ellos representados en esta antología. Uno de los temas tratados en este primer capítulo y que me parece central y fascinante es la reconsideración de la importancia del narrador como ente ineludible en la valorización artística del cuento oral. Si la tradición oral se considera inferior con respecto a la escritura es de suponer que quienes la ejercen son considerados inferiores y carentes de inteligencia artística. Nada más lejos de la verdad como nos explica 39


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