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Hermanados.
Fueron pirañas voraces que arremetieron contra nuestros ojos testigos. Fueron ellos los que intentaron cegar nuestras libertades:
Los huraños y fríos delirios de otros que quisieron apagar nuestras voces, ¡amputarnos las verdades!
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Taladrar en nuestros huesos, el hueco... de la nada.
Pero los derechos, ¡nos importan!
La naturaleza a edi car, por n, la fe, el conocimiento y la esperanza!
¡nos importa!
¡El hambre, la paz, la vida nos importa!
¡Nos importa la palabra!
Por ellos, mi alma, la tuya, la nuestra entonarán himnos, escribirán quejas, versos y cartas, sin temores, sin resguardos, hasta que al n derrotemos con prestancia ¡la feroz arma de la ignorancia!
Juntos, hermanados, comencemos ¡ya!...