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JUAN LECHUGA GORDILLO UN REVOLUCIONARIO IDEALISTA POCO MENCIONADO

cutible, las sociedades humanas son imperfectas por naturaleza y son perfectibles a través del tiempo siempre que cada hombre de buena voluntad con su conducta y exigencias vaya logrando cada día mejores condiciones de vida para todos.

La revolución mexicana, primer movimiento armado del siglo XX en América Latina, se inició el 20 de Noviembre de 1910, fue la tercera trasformación de la vida interna del país, antecedida por el movimiento de independencia, encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla cien años antes que nos liberó de la dominación española y el profundo cambio que se dio cincuenta años después a mediados del siglo XIX donde el Lic. Benito Juárez García conocido como el “Benemérito de las Américas”, logró independizar a la iglesia del estado, lo cual parecía una misión imposible por el gran poder y riqueza que había adquirido el clero desde los tiempos del gobierno colonial.

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Muchos patriotas surgieron en todas las regiones de México, todos con la consigna de lograr una Patria más justa e incluyente en oportunidades para todos, en la región de Tehuacán un caudillo destacado fue el general Juan Lechuga Gordillo, a quien como a muchos héroes de ese movimiento armado no se le menciona mucho que ofrendaron su vida por alcanzar sus anhelos ¿Lo consiguieron?, Podemos decir que en parte. En esa revolución que costó la vida a más de un millón de mexicanos por lo menos se sentaron las bases del México que hoy disfrutamos. ¿Qué falta mucho por hacer?, es indis-

Recordar a este general y a muchos héroes anónimos que venidos de diferentes lugares se olvidaron de sus familias y de ellos mismos con el sólo objetivo de hacer fuerza común y presionar los cambios necesarios, es imperativo e impostergable. Él era un hombre sencillo dedicado a las labores agrícolas, después zapatero, que por su valentía y capacidad de liderazgo llegó al grado de General de Brigada después de haber cumplido exitosamente varias misiones. Seguramente tuvo hambre, frío, miedo, cansancio y sufrió traiciones, pero perseveró siempre al frente de sus soldados y su vida se extinguió prematuramente a la edad de 35 años al ser traicionado y entregado a las fuerzas enemigas.

Él como tantos patriotas entró al movimiento armado habiendo dejado casa, padres, esposa e hijos sabiendo que tal vez nunca los volvería a ver, porque el destino era incierto y no sabían si una bala ya tenía su nombre para terminar con su vida; después de varios años de lucha, miles de héroes están muertos, pero su sangre abonó las tierras de

México que hoy se encamina, después de más de cien años a ir logrando lo que esos hombres deseaban, una patria más equitativa donde “primero sean los pobres”, y los privilegios de que gozaban los poderosos por un mero accidente de nacimiento vayan desapareciendo. Las grandes transformaciones se hacen por etapas, lo importante es que cada día se avance un poco que al nal, se logrará revertir la injusticia, el racismo y el clasismo conquistando, para todos, el derecho a ser felices no por lo que tengan sino por lo que sean.

Además del reconocimiento popular a quienes en tantas gestas heroicas han ido forjando el México del siglo XXI, quedan familias con nombre y apellido de estos célebres personajes, hijos, nietos que recuerdan orgullosos a sus célebres ancestros y a sus compañeras de vida que tuvieron un papel protagónico en esta lucha, sobre todo sus mujeres porque algunas los acompañaban en los combates atendiéndo- les y a veces también a su zaga cargándoles los ri es y no pocas muriendo al ser alcanzadas por una bala o haciéndoles llegar comida y ropa que les llevaban desde sus hogares hasta el campo de batalla, a lo que estaban expuestas así como ellos, al miedo y el horror de esos tiempos de incertidumbre, tal fue el caso de Doña Eloisa Álvarez Solano compañera del héroe que reseño.

Al morir el general Lechuga su viuda se convirtió en una más, de las tantas miles, de “viudas de la revolución”, que se dedicó a vender quesos para sacar adelante a sus hijos que como ella, habían quedado en el desamparo, por lo que nuestro reconocimiento debe extenderse a estas valerosas mujeres con las que también todos los mexicanos tenemos una gran deuda.

Reportaje

por:

Guadalupe Martínez Galindo

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