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AÑO 13 • NÚMERO 158 • JULIO 2022

PRECIO AL PÚBLICO 25 PESOS

7151050001950



IV FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LAS UNIVERSITARIAS Y LOS UNIVERSITARIOS

30 DE AGOSTO AL 4 DE SEPTIEMBRE DE 2022

Vivian Gornick

Margo Glantz

Rompiendo paradigmas hacia un horizonte pospatriarcal Cristina Rivera Garza

María Teresa Andruetto

Rosa Montero

¡Y muchas más! CENTRO DE EXPOSICIONES Y CONGRESOS DE LA UNAM, AV. DEL IMAN 10, CIUDAD UNIVERSITARIA

filuni.unam.mx

¡ENTRADA LIBRE!


Editorial Memorias de un pasado casi cercano

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ace cincuenta años, el futuro parecía incapaz de alcanzarnos. Lo que ocurría a nuestro alrededor era una realidad que amenazaba con eternizarse: el muro de Berlín seguía firme y la Guerra Fría se mantenía fuerza de muertes. En Vietnam los bombardeos continuaban y las pláticas parecían imposibles; la crisis política era más que notoria en Centroamérica y pronto daría paso a los tiempos de Caín; más al sur del continente, algunos creían que la esperanza tenía sentido gracias a Salvador Allende, pero los golpes de Estado estaban a nada de comenzar. Las ilusiones pendían de un hilo delgado: los jóvenes que quemaban sus cartillas de reclutamiento y las mujeres que entregaban sus sostenes a las llamas se sumaban a las flores de San Francisco y, aquí, aún quedaba el dejo del concierto en Avándaro. Los tiempos no parecían fáciles y las ilusiones quizá no llegarían a buen puerto; sin embargo, en ese año también ocurrieron milagros que nos obligaron a mirar el mundo de otra manera. Cabaret —la película de Bob Fosse con Liza Minnelli, Michael York y Joel Grey— nos permitió asomarnos al horror y descubrir la tragedia del huevo de la serpiente con ojos distintos; el estreno de El Padrino —la primera obra maestra de Francis Ford Coppola— nos reveló una faceta del crimen que jamás habíamos imaginado. Y, por si todo esto no fuera suficiente, hace medio siglo la música y la literatura fueron capaces de rebelarse en contra de lo que parecía eterno. Gracias a esos artistas aprendimos que el presente era el imperio de lo efímero y, justo por eso, resultaba fundamental invocar la memoria del pasado casi cercano, del año que nos transformó para siempre.+

Índice 6 ¿Qué sucede con el aprendizaje de esta generación?

Yara Sánchez De La Barquera

Romina Aguilera Constancio

8 La vida es un cabaret

yara@revistaleemas.mx

Gilberto Díaz

12 Hace medio siglo Hilario Peña

14 Mi primera cita con don Vito José Luis Trueba Lara

Coeditor José Luis Trueba Lara jtrueba@revistaleemas.mx Director de arte y

16 Ilustración sobre el paso

editor audiovisual

del tiempo y los autores

Edwin Reyes Maya

Alejandro Magallanes

18 Una conversación con Socorro Venegas José Luis Trueba Lara

20 Entrevista a Mónica Lavín

edwin@revistaleemas.mx Difusión Cultural Beatriz Vidal De Alba beatriz@revistaleemas.mx Marketing

Irma Gallo

22 Entrevista a Sandra Frid

Fabián Vásquez Escalante

Irma Gallo

fabian@revistaleemas.mx

24 La escritura multisensorial de Desy Icardi

Correctora de estilo Mariana Aguilar Mejía

Fabián V. Escalante

26 Libros imprescindibles

Consejo editorial

para leer este verano

Alberto Achar

HarperCollins México En portada : Liza Minnelli (Cabaret) Director Bob Fosse Año: 1972

Yara Sánchez De La Barquera Directora General Revista Lee+ de Librerías Gandhi

/mascultura

Directora General y editora

Diseño: Juan José Huitrón

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Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Calle Comunal No.7, Col. Agricola Chimalistac, C.P. 01050, Alcaldía Álvaro Obregón CDMX. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. en Democracias no. 116, col. San Miguel Amantla, Azcapotzalco, C.P. 02700, Ciudad de México. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.

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BERLIOZ, Marcha húngara de la ópera La condenación de Fausto WAGNER, Cabalgata de las valquirias de la ópera La valquiria DE FALLA, Interludio y danza de la ópera La vida breve COPLAND, El salón México CHÁVEZ, Chapultepec, obertura republicana STRAVINSKI, Canción de cuna y final del ballet El pájaro de fuego

30 DE JULIO Y 13 DE AGOSTO, 10:00 H SALA NEZAHUALCÓYOTL Precios: $400 Entrada General Boletos: https://boletoscultura.unam.mx/ o en las taquillas de la Sala Nezahualcóyotl Informes: www.mineria.org.mx *Programación sujeta a cambios. Descuentos disponibles únicamente en taquillas. Estacionamiento limitado.


Tema del mes Romina Aguilera Constancio

¿Qué sucede con el aprendizaje de esta generación? H

oy en día, la gran mayoría de las familias no tienen el tiempo necesario para educar en casa. Y, por regla general, han entregado esa función a las escuelas y la tecnología. La falta de compañía, el desconocimiento y el exceso de pantallas —entre otros factores— merman el aprendizaje de los niños y los adolescentes. En sus comienzos, la educación oficial y gratuita buscaba la alfabetización masiva de la sociedad. Con el paso del tiempo, logró impulsar el desarrollo de la agricultura y la formación de los alumnos en algún oficio. De manera secuencial se continuó con la creación de organismos reguladores y una serie de reformas que, entre otras cosas, le otorgaron su cualidad laica.

Evidentemente, hoy contamos con la ventaja de que los programas y los planes de estudios se actualizan con cierta regularidad; a esto sumamos que las tecnologías se perfeccionan y las instalaciones se evalúan; sin embargo, existen otros dos pilares que vale la pena revisar. Los cambios en los ámbitos social y familiar nos colocan ante una nueva interrogante: ¿sabemos en qué medida optimizan o interfieren en el aprendizaje de nuestros niños y adolescentes? En primer lugar debemos asumir que el incremento de la inflación no ha sido proporcional ni menor al aumento del salario. Su drástico desequilibrio obligó a muchas amas de casa a convertirse en empleadas. En consecuencia, los hijos disfrutaron de menor tiempo con sus familias o mermaron la posibilidad de recibir una atención de calidad después de la escuela. También dejamos en el pasado la época en la que se sabía con exactitud qué hacían los hijos que no se encontraban lejos de casa y era posible que los padres estuvieran atentos a redirigirlo con métodos probablemente más autoritarios. Ésa era una sociedad con menor presencia tecnológica, pero más estructura. En términos prácticos, esta cualidad otorgaba apoyos a la crianza mediante horarios disciplinados para despertarse, comer, hacer tareas y dormir. Hoy los niños ocupan su tiempo de una manera más sedentaria generalmente, pues están más conectados a las pantallas que consigo mismos, y las bibliotecas dejaron de ser la principal fuente de información. Las consecuencias de esto son conocidas: durante los tres primeros años de vida, el exceso de pantallas puede ocasionar retraso de lenguaje, déficit motor, problemas de atención, ansiedad y dificultades de aprendizaje (se recomienda menos de 30 minutos al día a partir de los tres años). A pesar de esto, contamos con la ventaja de perspectivas balanceadas, que permiten que un estilo de crianza no pase de democrático a permisivo. Otro elemento lamentable fue la pérdida de los espacios de recreación dentro y fuera de casa. Nunca olvidaremos los lazos

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que se formaron con vecinos y amigos, mientras nos divertíamos con juegos en los espacios públicos que conformaron un sentido de pertenencia, identidad, comunidad y promovieron la base del aprendizaje: el desarrollo motor. Aunque ya no contamos con las mismas oportunidades de movimiento corporal y contacto con la naturaleza, vale la pena mencionar que los parques, los salones de diversión infantil, los centros de recreación y los clubes deportivos cada día se integran más a nuestra vida. Además de esto, emergió un elemento que se enriqueció con el paso del tiempo: el acceso a la información gracias a la red. Como complemento, cada vez más personas deseamos entender cómo funciona el cerebro; cuáles son sus procesos de aprendizaje y sus bases; qué habilidades se pueden desarrollar en la temprana infancia, que se reflejarán a lo largo de la niñez, la adolescencia y la adultez. Los beneficios de la nueva educación emocional nos permiten relacionarnos de mejor manera a nivel personal, laboral, familiar y social para ajustar nuestro nivel de éxito en la vida gracias a una serie de habilidades blandas. Revolucionemos nuestros hábitos. Desde mi perspectiva, si aprovechamos la vasta información y las ventajas de la tecnología, podremos retomar actividades similares a las que teníamos, con tiempos determinados para ejercitarse, aprender algo nuevo, acercarse a la naturaleza, indagar en el arte y cultivar un hobby que implique movimiento a edades tempranas. Así pues, al promover el aprendizaje y descubrir talentos que repercuten en nuestro nivel de vida, lograremos grandes cambios a largo plazo. Romina Aguilera Constancio. Terapeuta de lenguaje y aprendizaje. Correo electrónico: terapeutatherapist@gmail.com Instagram: @terapias_lenguaje_d.f._ Página web: www.terapiasdelenguaje.mx Teléfono: 5545304944



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Tema del mes


Gilberto Díaz

H

ace cincuenta años, la revolución cinematográfica de Hollywood estrenaba dos de sus más exquisitos trabajos de narrativa audiovisual para fascinación de la crítica y disfrute de las audiencias. Ambos hitos se convertirían en fenómenos culturales que trascendieron su época. Por un lado estaba El Padrino, de Francis Ford Coppola, cuya anatomía del antihéroe daría forma al género de los gangsters hasta nuestros días, y por el otro lado, Cabaret, de Bob Fosse, el retrato de una decadencia consciente de su esperanza por tiempos mejores. Esta última cinta se convirtió en el referente de un nuevo cine musical: uno que no busca romper la seriedad del drama con números musicales, sino conciliar el espectáculo con la sensibilidad y el concepto autoral. La historia de Sally Bowles, Brian Roberts y el personal del tristemente célebre Kit Kat Klub habla lo mismo del ambiente previo al ascenso del autoritarismo alemán en los años treinta que de la soledad, la búsqueda de identidad, la libertad o la definición misma del amor. Todo ello se aborda en un ambiente festivo, por momentos grotesco, algunas veces incierto en medio de la tensión fascista en ciernes. Los temas musicales son un puente emocional que guía cada uno de los conflictos a su conclusión, o bien, a su siguiente fase, como si de movimientos sinfónicos se tratara. Con una profunda raíz jazzística, el elenco del Kit Kat Klub ameniza nuestro paso por los últimos años de la República de Weimar hasta que lo inevitable ocurra… Pero, antes, un poco de contexto.

bres Folies Bergère, Bataclan y Moulin Rouge figuran como íconos del entretenimiento nocturno y la vida bohemia, lugares que despiertan las más recurrentes fantasías al estilo Midnight in Paris. Entre los años veinte y treinta del siglo pasado, Berlín se transformó en la capital mundial del cabaret. La apertura de la joven República de Weimar al desarrollo de las artes provocó que sus escenarios se nutrieran de expresionismo, Bauhaus y dadaísmo, con las pinceladas de Otto Dix, George Grosz y Ernst Ludwig Kirchner, o la retórica de Thomas Mann, Hermann Hesse y Bertolt Brecht. En aquella ciudad, Christopher Isherwood conoció a Jean Ross, una joven estadounidense cantante de cabaret, con quien vivió entre 1929 y 1932. Isherwood establecería con ella una relación más que platónica, al grado de seguirla a los clubes más lúgubres con tal de escucharla cantar. Ross era lo que se podría denominar un espíritu libre: sexualmente abierta y comprometida con principios que sólo su juventud le permitía entender y abrazar.

La vida es un

(cincuenta años de la película que cambió el cine musical) Un cabaret no es más que una taberna que alcanzó el prestigio cosmopolita suficiente para alojar espectáculos nocturnos con música, baile y escenificaciones que transgreden las buenas conciencias y retan el statu quo mediante la sátira o la parodia. Su público asiduo aplaude estos atrevimientos, incluso si pertenece a la clase que resulta caricaturizada y ridiculizada en los escenarios. Willkommen, bienvenue, welcome! Se dice que el primer cabaret famoso fue Le Chat Noir, en el barrio de Montmartre, París. En este lugar se reunían frecuentemente talentos como Claude Debussy, Erik Satie, Guy de Maupassant, Paul Verlaine, entre muchos otros. Esta clientela estableció la idea de los cabarets de París como santuarios del arte contemporáneo. A la fecha, los nom-

Vivir en un epicentro cultural te lleva a conocer el lado más luminoso del arte y también el más oscuro de una sociedad en decadencia. La falta de control, como la improvisación de un jazzista, puede acabar abruptamente. El final de la República de Weimar dio paso a uno de los regímenes más atroces que la humanidad ha visto. Muchos de los amigos cabareteros de Ross e Isherwood tuvieron que huir de Berlín o acabaron en algún campo de concentración, ya fuera por judíos, homosexuales, revolucionarios marxistas o todas juntas. Ross seguiría su destino en Londres tras una complicada interrupción de embarazo. Ahí se unió al Partido Comunista de Gran Bretaña, llevando su voz a un objetivo distinto. Mientras tanto, Christopher recopilaba todas sus anécdotas y desventuras en Berlín bajo el título de Goodbye to Berlin, una novela semiautobiográfica que eventualmente se convertiría en la base para Cabaret.

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Tema del mes

I am a camera with its shutter open, quite passive, recording, not thinking La primera adaptación del libro de Isherwood se realizó en 1951 bajo el título de I Am a Camera y la dirección del dramaturgo británico John Van Druten, afamado por sus obras dedicadas a observar la vida y la sociedad contemporáneas. El título fue tomado de la primera página de la novela de Isherwood, que versa: “Soy una cámara con el obturador abierto, bastante pasiva, grabando, sin pensar”. Su éxito alcanzó para realizar 214 presentaciones consecutivas en el Empire Theatre de Nueva York y llevarse dos premios Tony. Cuatro años después, los estudios hicieron el primer intento de llevarla al celuloide. Por supuesto, esta versión cinematográfica fue severamente censurada y transformada debido a su temática, al grado que la Junta Británica de Censores de Cine sugirió que, para que la película no tuviera una clasificación X, debía retirar la atención del personaje de Sally Bowles; insistió también en que ella tenía que terminar pobre y sin éxito al final de la película, a consecuencia de su promiscuidad sexual. Esto demeritaba y cambiaba el sentido que Sally implica para toda la historia. Aunque la producción no cedió en dichas indicaciones y prefirió mantenerse con la clasificación moralina, este forcejeo sentó un precedente para que películas como Room at The Top, Look Back in Anger, y Saturday Night and Sunday Morning fueran toleradas por la censura, lo que ayudó a consolidar el nacimiento de la British new wave, vanguardia que revitalizó el cine de Reino Unido a finales de los cincuenta e inicios de los sesenta. Everybody loves a winner! Con la promesa de una nueva década, un cambio generacional que apuntaba hacia la libertad y el renovado éxito del teatro musical a través de montajes como Fiddler on the Roof, Hello, Dolly! y Man of La Mancha, era cuestión de tiempo para que la historia de Isherwood y Ross regresara a los escenarios neoyorquinos bajo un formato mucho más verosímil a la hora de recrear el ambiente de los dorados años veinte en Berlín. La idea surgió del productor David Black, que a principios de 1963 encargó al compositor y letrista inglés Sandy Wilson que trabajara en una adaptación musical de I Am a Camera. El propósito de Black consistía en lanzar un musical protagonizado por Julie Andrews, aunque el manager de Andrews declinaría la oferta del papel de Sally Bowles por considerarlo demasiado inmoral. Tras un cambio de dueños de los derechos, el productor Harold Prince llevaría la tarea de recrear el Kit Kat Klub. Para ello contrató a Joe Masteroff, afamado por su adaptación del musical She Loves Me. Ambos consideraron que la partitura de Wilson no lograba reflejar aquel ambiente hedonista y despreocupado de Berlín a finales de 1920 —necesario para expresar el contexto anímico de la obra—, así que Prince invitó al proyecto al equipo de compositores de John Kander y Fred Ebb. Esta nueva versión se planteó inicialmente como una obra dramática intercalada con un prólogo de canciones que describen

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la realidad de Berlín desde distintos puntos de vista, estructura que Bob Fosse retomaría al escribir su puesta en escena Chicago. Pero, a medida que los compositores distribuyeron las canciones entre escenas, se dieron cuenta de que la historia podía contarse con la estructura de un guion musical mucho más estandarizado, por lo que terminaron reemplazando varias canciones con temas que enfatizaran momentos relevantes de la trama. La producción de Harold Prince resultó inusual para la época. Por ejemplo, mientras la audiencia ingresaba al teatro, el telón ya estaba arriba, revelando un escenario que contenía un gran espejo que reflejaba los asientos del auditorio; además, la obra carecía de una obertura, en su lugar, un redoble de tambores y platillos anunciaba el inicio. Intercalar en secuencia las escenas de diálogo con canciones expositivas, así como números de cabaret con observaciones sociales fue un concepto novedoso para la época. La obra derivó en un show inmersivo en el que el teatro se transformaba poco a poco en un cabaret de Berlín. Durante tres años, entre 1966 y 1969, Cabaret llegó a realizar mil 166 presentaciones entre el Broadhurst y el Imperial Theatre de Broadway, y consiguió ocho premios Tony en 1967. Life is a cabaret, old chum… Entonces entró a escena Bob Fosse, cuya trayectoria en Broadway ya era reconocida por su ímpetu para montar obras controversiales. De forma paralela al trabajo de Harold Prince, Foose realizaba su adaptación de Sweet Charity. Con su ya demostrada valía en las tablas neoyorquinas, el nuevo reto de Foose se encontraba en el extremo del Océano Pacífico, donde los estudios le ofrecían un escenario que transformaría la manera de hacer musicales en un medio tan caprichoso como el cine. Tras el fracaso de la adaptación fílmica de Sweet Charity, su reivindicación como director de cine dependía de Cabaret. Filmada en el entonces Berlín Occidental, la película contó con Liza Minelli, quien originalmente había sido rechazada para el papel de Sally Bowles en la versión teatral. Aquélla también fue su reivindicación y una especie de revancha profesional, al grado que, al estudiar su personaje, su propio padre le aconsejó a Liza aprender todo lo que pudiera sobre Louise Brooks antes que de Marlene Dietrich, con un resultado simplemente memorable. La versión de Foose fusiona el libro y sus dos adaptaciones, mezclando elementos de la novela de Isherwood con personajes que sólo aparecen en I Am a Camera, pero que no forman parte del guion del musical de 1966. Cabaret no es un musical ordinario. Parte de su éxito se debió a que no cayó en los clichés de que los musicales están obligados a resultar felices, cuando pueden ir más allá en la interpretación de ideas y emociones humanas. Esta obra logró aproximarse al corazón sombrío de la época que recreó, lo suficiente como para contarnos una historia sobre la libertad, el miedo a perderla y la posibilidad de seguir adelante a pesar de ello, porque, finalmente, la vida es un cabaret.+

Gilberto Díaz. Comunicólogo, productor de radio cultural. Actualmente se encuentra desarrollando un proyecto de análisis y divulgación histórica de cine mexicano.


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Tema del mes

HACE MED1O SIGLO Hilario Peña

1972

importantísimo para aquellos que vemos estos artefactos narrativos como la forma de arte más avanzada. Luego llegarían Atari, Nintendo, Sega, PlayStation y Xbox, pero el precursor de todo fue la Magnavox Odyssey. En otras palabras, sin ella no tendríamos obras maestras como Resident Evil 4, Bioshock y The Last of Us. En 1972 también se publicó El doctor Hoffmann y las infernales máquinas del deseo, de la escritora Angela Carter. Desiderio, un funcionario del Ministerio de Determinación, protagoniza esta novela ácida y surrealista. El país de Desiderio se encuentra bajo el ataque del malvado doctor Hoffman, un profeta del caos que se ha propuesto liberar a los seres humanos de las cadenas de la razón. Desiderio, cuya cuadradez extrema de oficinista lo vuelve inmune a las alucinaciones del doctor Hoffman, se embarca en un viaje para encontrarlo y asesinarlo. El protagonista fue reclutado por el gobierno gracias a su habilidad para resolver acertijos, imagínense. A pesar de su cordura a prueba fuego, todas las noches es visitado por una mujer de cristal, manifestación de Albertina, la hija del doctor Hoffman. Se enamora de ella. Pequeño comercial: el surrealismo y la acidez presentes en mi novela Detective Malasuerte (Océano, 2019) se deben, en gran parte, a la influencia de El doctor Hoffmann y las infernales máquinas del deseo.

no tiene la importancia de años más entrañables como el 68, ¿cierto? ¡Falso!, y en este almanaque demostraré por qué. Le rendiré tributo a 1972 enfocándome en aquello que dejó huella en un servidor, pero también en aquello que tiene algo que decirnos acerca de nuestro presente.

Hubo eventos poco recordados, como el último viaje a la Luna, pero 1972 es también el año de la decadencia política, evidenciada por el escándalo Watergate, en el que Richard Nixon se mostró como un hombre con un insaciable apetito de poder. La investigación de The Washington Post y, posteriormente, la del Senado de Estados Unidos revelaron que el presidente había mandado espiar a sus adversarios políticos del Partido Demócrata para tener algo con qué chantajearlos y porque quería que su sucesor del Partido Republicano continuara sus proyectos a toda costa. ¿Les suena familiar? Después del escándalo Watergate, Nixon tuvo que renunciar a la presidencia y retirarse para siempre de la vida política que tanto le apasionaba. El hombre que en Bay Lake, Florida, dijo “no soy un corrupto” (I’m not a crook) resultó ser eso, un corruptazo. De Florida viajaremos a Londres, donde David Bowie hace su primera presentación caracterizado como su nuevo personaje, Ziggy Stardust, en el programa Top of the Pops, de la BBC. Recuérdenlo: traje espacial ceñido al cuerpo, botas y mullet rojo. Todo sintético. Piensen en la juventud de Reino Unido, acostumbrada a una larga, redundante y aburrida retahíla de cantantes sinceros que abrían su alma en el escenario y vestían tan informal como su público: ropa de mezclilla y algodón; pantalones acampanados y cero glamour. “Tú eres como yo y todos somos uno mismo”, solían cantar los Beatles. Ahora imaginen la impresión que experimentó ese mismo público al atestiguar el debut de Ziggy: frío, andrógino, y de pelo corto y espinoso, interpretando una música sexy, que se podía bailar y que sonaba peligrosa al mismo tiempo. Debió haber significado un contraste imposible de digerir. Casi puedo escuchar a Bowie diciendo “tú no eres como yo, no seas igualado. Yo soy un marciano. Aplácate”. La publicación del disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars es importante para La Cultura —así, en mayúsculas— porque sin la ópera rock del marciano que se autoinmola en un mundo decadente, no tendríamos un amplio espectro de artistas, desde Lady Gaga hasta Johnny Rotten, pasando por Peter Murphy. Otros discazos de 1972 fueron el Exile on Main Street, de los Rolling Stones, y Transformer, de Lou Reed, producido por Bowie mismo. Bowie le estaba regresando el favor, porque había basado la música y el personaje de Ziggy en Lou Reed y en Iggy Pop, a quien también le produjo un par de álbumes. Del mismo año que nos ocupa data el primer videojuego, Pong, y la primera consola para jugarlo, la Magnavox Odyssey, un evento

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*** Hoy en día hasta las comedias románticas cuentan con multiversos, pero hubo una época en la que este recurso resultaba innovador. Tal fue el caso de 1972, cuando Isaac Asimov publicó Los propios dioses. En este libro, el científico Frederick Hallam descubre que alguien intercambió la muestra de tungsteno 186 que tenía en su oficina por plutonio 186. Ese alguien es un ser de otra dimensión. La novela se divide en tres partes; la segunda está ambientada en un universo paralelo, donde el tiempo transcurre de manera distinta y la fuerza nuclear es más fuerte, por lo que las estrellas se consumen más rápidamente que en el nuestro. Mientras tanto, en la Tierra, Hallam logra convertir el intercambio interdimensional en una fuente inagotable de energía gratuita, conocida como la Bomba. La humanidad, que se encontraba en medio de una crisis energética, se muestra eternamente agradecida y llena de reconocimientos hacia el científico. Años más tarde, el físico Peter Lamont descubre que la Bomba está provocando la expansión del Sol a un ritmo acelerado, por lo que es necesario detener su uso, pero la humanidad se encuentra demasiado satisfecha como para prestarle atención. No le hacen caso al pobre científico. El título de la novela proviene de la frase “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”, de Friedrich Schiller, y éste representa el tema recurrente a lo largo de la obra.


9 —Es un error —dijo— suponer que el público quiere que el medio ambiente sea protegido o que sus vidas sean salvadas y que estarán agradecidos con cualquier idealista que luche por ambos fines. Lo que el público quiere es su comodidad individual. Lo sabemos de primera mano por nuestra experiencia con la crisis ambiental que experimentamos en el siglo xx. La premisa de Asimov no pierde vigencia en la medida en que los seres humanos seguimos más preocupados por preservar a toda costa nuestras comodidades que por hacer lo correcto para el planeta, para nuestra descendencia, y para nuestra salud. De manera merecida, Los dioses mismos fue galardonada con los premios Hugo y Nébula, los más prestigiosos en el ámbito de la ciencia ficción. En 1972 el máximo exponente de la literatura de horror fue El principio del placer, de José Emilio Pacheco. Esta colección de relatos cuenta con historias verdaderamente escalofriantes, como “Tenga para que se entretenga”. Ahí aparece mi arquetipo favorito: el detective privado, quien busca a un niño perdido. También destaca un duende siniestro que habita bajo el bosque de Chapultepec, ¡ay, nanita! Otro cuento incluido en esta antología es “La fiesta brava”, un interesante ejercicio metaliterario lleno de paranoias propias de la Guerra Fría, protagonizado por un escritor fracasado y con un hipertexto bélico al inicio. Al mismo libro pertenece “Langerhaus”, un relato de horror acerca de un triste músico que todos sus compañeros de escuela parecen haber olvidado, menos su mejor amigo. La colección cierra con “Cuando salí de la Habana, válgame Dios”. Este relato gótico con viaje en el tiempo incluido equivale a la película Los otros, de Alejandro Amenábar, pero a bordo de un barco. El principio del Placer es un libro influido por Fuentes y Cortázar, que a su vez influyó en autores de la talla de Alberto Chimal, Bernardo Esquinca y Mauricio Molina. Ojalá tengan oportunidad de leerlo. Actualmente lo publica la editorial Era. En 1972 se estrenó Kung fu. Esta serie de televisión narra la historia de Kwai Chang Caine, quien huye de China y viaja a Estados Unidos en la segunda mitad del siglo xix para encontrarse con su padre. La idea de un monje shaolin, gran maestro del kung fu en el salvaje Oeste se le ocurrió a Bruce Lee. El actor incluso le pichó su idea a Warner Bros. Ed Spielman escribió el guion del piloto y, cuando preguntó si se lo entregarían a Bruce Lee, le respondieron: “¿Cómo crees que un actor chino y experto en kung fu va a interpretar a un chino experto en kung fu? ¡No seas ridículo!”. Al más puro estilo Hollywood, Warner Bros. prefirió darle el papel de Kwai Chang Caine a David Carradine, un actor blanco que no sabía nada de kung fu. Mi episodio favorito se titula “Dark Angel” y trata de un predicador que es cegado por los apaches mientras busca oro. Joya. Cada capítulo de Kung fu iniciaba con una secuencia en la que Kwai Chang Caine cargaba una caldera con brasas de carbón encendidas como parte de un rito de iniciación.

De niño, cuando se nos descompuso el bóiler, yo usaba la olla pozolera para calentar el agua con la que me iba a bañar. Me sentía muy orgulloso de mí mismo porque no me calzaba guantes para hornear. Con los callos de mis manos era suficiente para tolerar lo caliente. Cuando mi familia me veía cargando la olla con el agua hirviendo, despidiendo vapor, rumbo al baño, me gritaban:

😨

—¡Mírenlo!, ¡es Kwai Chang Caine! —¡Kung fu! ¡Kung fu! —¡El maestro shaolin! Sabían lo obsesionado que estaba con ese programa. la carrilla.

😒 Por eso

*** Pues ahí lo tienen: en 1972 apareció la primera consola de videojuegos; un político gringo fue exhibido como tramposo; un mexicano firmó uno de los mejores libros de terror que hay; se publicó una de las primeras novelas de ciencia ficción con multiverso en la literatura; otra más, escrita por una mujer, que combinó magistralmente la invención de ciudades mágicas a lo Italo Calvino, el surrealismo de Kafka y el relativismo de Wittgenstein... …Ah, sí: y se estrenó un programa de televisión que sirvió para que el autor de estas líneas fuese sujeto a carrilla por su familia.+

Hilario Peña (1979) escribió la novela Detective Malasuerte (Océano) y el wéstern Un pueblo llamado redención (Grijalbo), libro merecedor del Premio Bellas Artes “José Rubén Romero” 2016. Twitter: @HilarioPenia


Tema del mes

Mi primera cita con

don Vito

José Luis Trueba Lara

D

espués de cincuenta años, he olvidado algunos detalles de nuestro primer encuentro. Yo tenía doce y el mundo me era ajeno. Mientras caminaba sobre Reforma —la frontera norte de la Zona Rosa—, no me pasaba por la cabeza la fotografía que Nick Ut apenas había tomado en junio. No recuerdo si ese horror químicamente puro se publicó en Excélsior, al que sólo me asomaba por razones que nada tenían que ver con las masacres del otro lado del planeta. Esa imagen poderosísima, sin que pudiera enterarme, se transformó en uno de los íconos del horror del siglo pasado: sus granos blancos y negros mostraban a Phan Thi Kim Phuc mientras huía desnuda de la aldea de Trang Bang. Phan tenía nueve años y su cuerpo ardía por el napalm. Los soldados que estaban detrás permanecían incólumes; ella era una víctima más en un mundo cegado por la guadaña. La guerra de Vietnam representaba una sombra, y en la colonia Roma ningún joven quemó su cartilla de reclutamiento. Eso ocurría en otro país, que yo apenas imaginaba gracias a lo que miraba en la tele. Estados Unidos era el lugar donde nadie se tomaba la molestia de ponerles los seguros a las puertas de los automóviles. * Mis pasos no se dirigían hacia el Cine Roble, que casi se adivinaba en los linderos de Chapultepec; tampoco tenían la intención de llegar al Regis, al Diana o al París, donde todavía se proyectaban las películas de la nouvelle vague, que me parecían más aburridas que chupar un clavo. Ese día, íbamos al Cine Latino. Mientras alguno de mis familiares compraba las entradas, me puse a mirar los carteles, en los que el rojo te ardía en los ojos con tal de competirle al Eastmancolor que, por fortuna, claramente agonizaba. El Latino era un lugar seguro. Estaba muy lejos de la Romita, donde vivía el Robachicos, que les sacaba los ojos a los niños y —con ganas de completar el cuadro— también les cortaba la lengua y los dejaba tullidos para obligarlos a pedir limosna. En realidad, las películas que se estrenaban no me importaban gran cosa; lo único que me urgía era olvidar mi primera decepción con el star system de estos rumbos. El famosísimo Tío Gamboín era amigo de mi abuelo y se había emborrachado como un cosaco en una comida sabatina. Él fue mi primera estrella caída, aunque algo tengo que agradecerle: las que después se enfangaron sólo me confirmaron lo que ya sabía. Entregamos los delgados boletos que una máquina escupía con cierta fuerza para recordarnos que la modernidad nos había alcanzado de

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manera irremediable. Si los bolígrafos se habían transformado en plumas atómicas, las taquillas de los cines también debían tener adminículos apantallantes. No sé bien si eran casi rojos, azules desteñidos o amarillentos —los únicos colores que se usaban—. Aunque la película pertenecía a la clasificación C, entramos sin problemas. Salvo en el caso de la tentadora D —que significaba “mayores de 21 años” y más de una vez me impidió mirar La naranja mecánica o el bodrio infumable de Nacidos para perder—, las letras de las películas apenas servían como advertencias, y el cerbero que cuidaba la entrada muy pocas veces se ponía los moños para impedir que un chamaco entrara. En esos días, aún no descubría la maravilla del Cine La Viga —un inmenso local de piojito en el que los vendedores ambulantes se materializaban en los intermedios y entre peli y peli—, donde la D no tenía ningún valor y, a cambio de cuatro pesos, podías ver tres maravillas que estaban muy lejos del día de su estreno. * La inmensidad de la sala —que rondaba las dos mil 500 butacas— era absolutamente azul; esa tela cubría la pantalla y también las paredes. Los asientos tenían casi el mismo tono; apenas contrastaban lo estrictamente necesario para demostrar que se trataba de un lugar de probada alcurnia. Confieso que jamás comprendí por qué lo latino se asociaba con el azul, pues no resultaba tan obvio como en el Dorado 70, que estaba en Plaza Universidad, donde los cortinajes despertaban la envidia de Irma Serrano. Ahí estaba sentado. En mis manos, las palomitas, que llegaban a la dulcería en grandes bolsas de plástico y se vaciaban en un contenedor de acero inoxidable que hoy les pararía el cabello a los padres. A como diera lugar, había que esperar los cortos y, si la suerte no estaba de mi lado, me tendría que chutar un quesque documental de Demetrio Bilbatúa, en el que —para no variar ni perder la costumbre— me informarían sobre las bellezas de la patria y la imperiosa necesidad de que me sintiera orgullosísimo de ellas. Sus espantos —que por fortuna apenas duraban diez minutos— ya habían desplazado por completo al Noticiero Continental y al Noticiario Mexicano, que no cantaban mal las rancheras y resultaban mucho peores que la publicidad que hoy nos obligan a mirar. Ni modo, así era la vida y no quedaba de otra más que apechugar. Los cortos pasaron sin pena ni gloria. En este caso, mi amnesia absoluta rimaba con el resto de mis olvidos y mis ignorancias. Apenas había pasado un año desde el día que soltaron a los halcones en las cercanías de la normal. Ni por asomo me había enterado de que Carlos Fuentes —el guerrillero dandy— había saltado a la palestra para defender al presidente a capa y espada. “Echeverría o el fascismo”, escribió sin que le temblara la mano para emprender su carrera como adulador del poder. Tampoco sabía que, mientras él ronroneaba en Los Pinos, Gabriel Zaid, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Octavio Paz lo enfrentaron y lo denunciaron. Sólo con el paso de los años, Fuentes se transformaría en un fantasma en mi biblioteca, mientras que sus críticos se convirtieron en presencias fundamentales, en las palabras que aún me arropan. * Durante los primeros momentos, la película no parecía gran cosa: mirar una boda italiana y a Sonny endiablado. Sin embargo, cuando Bonasera —el dueño de la funeraria— se presentó ante don Vito, las cosas cambiaron y comenzó mi educación sentimental. La familia Corleone tenía claro lo que yo apenas intuía: la justicia gubernamental era una farsa y sólo actuaba cuando su maquinaria estaba aceitada. Gracias a esa escena, comprendí lo que ocurría a mi alrededor: mi abuelo materno era un

periodista corrupto que daba charolazos para brincarse las trancas y, según lo supe más tarde (cuando edité un libro con las fotos del 68 que se salvaron de ser requisadas en El Universal), él fue uno de los delatores del movimiento y, sin miedo a la ignominia, se defendió al señor presidente en cada una de las líneas ágata que publicaba. Descubrirme ante la justicia imposible fue el primer hallazgo. Conforme la película avanzaba, Coppola me revelaba el mundo con toda su crudeza: las traiciones eran un asunto cotidiano y los ajustes de cuentas por negocios ocurrían a la menor provocación. No sólo esto, en esas escenas también quedaba claro que, en el mundo del poder, la bondad resultaba imposible. Exactamente lo mismo sucedía con aquellos que lo buscaban —da igual si era para controlar el crimen, ascender en la burocracia o ganar los favores de la mafia. Incluso, los que parecían predestinados a ser distintos —como Michael Corleone— terminarían devorados por el destino inexorable. Sus amores estaban condenados a muerte o, si acaso sobrevivían, al silencio, a la omertá, que les cerraría la puerta a su mundo. En el fondo, el único que tal vez se salvaba era don Vito. Todo lo había hecho por su familia; su amor infinito lo llevó a convertirse en quien era y a actuar como actuaba. Quizá por eso tuvo una muerte plácida y su nieto no se dio cuenta de que su vida se terminó mientras él jugaba a ser un monstruo. ¿Puedo pensar que don Vito sólo jugó a ser un monstruo desde que llegó a Nueva York y conoció a sus dos primeros aliados? No lo sé, pero no me importa saberlo. Don Vito tiene que salvarse. * Salí distinto del cine. Mi primera piel se quedó en la butaca. Las condenas y la redención se habían revelado: ese día renuncié para siempre a los juegos del poder y supe que mi único futuro eran los míos. El abuelo que presumía sus corruptelas se convirtió en mi rival y lo mismo sucedió con los familiares que de distintas maneras seguían sus pasos. El camino era claro. Tenía que crear un mundo y, en él, el pan siempre sería puro. Ninguna de sus zurrapas podía estar manchada por la deshonra o por la curvatura de mi espalda. No se trataba de hacer a un lado todas las debilidades, algunas de ellas —como la de don Vito cuando le pide a Bonasera que maquille el cadáver de Sonny— debían mantenerse para seguir siendo humano. Mi primer encuentro con don Vito cambió mi vida y, tal vez por una sincronicidad que me niego a aceptar, en esos meses también descubrí los verdaderos libros, los que estaban más allá de las lecturas infantiles y juveniles que me perpetraban sin miramientos. En esos días descubrí a Giovanni Papini y comencé a leer los artículos que José Luis Cuevas publicaba en Excélsior. Alguien a quien mi familia insultaba por renegar de la verdadera mexicanidad merecía ser explorado. Los dibujos que adornaban sus textos eran lo de menos, pues aún no me adentraba en su pintura, me importaban los libros que comentaba e ilustraba: gracias a él, los escritores rusos llegaron a mi vida y La metamorfosis se ganó un lugar en mi recámara. Ese año fue el definitivo.+ 15

José Luis Trueba Lara. Escritor, editor y profe. Colabora en la radio y de pilón sale en la tele. Duerme la siesta con su esposa y ha publicado varios libros. Es un lector que ha llegado al extremo de trabajar para pagarse el vicio. Twitter: @TruebaLara


1972


2022 Alejandro Magallanes


F

ingir que comprendemos y aceptamos la llegada de la muerte resulta muy simple. Casi cualquiera puede hacerlo, da lo mismo si Marco Aurelio es nuestro acompañante o si otro de los estoicos ocupa su lugar; incluso si nos conformamos con un miligramo de sentido común, podemos presumir que ésa es la actitud obvia y correcta. Asumir que cuando ella llegue nosotros dejaremos de estar y que mientras no se asome seguiremos existiendo parece muy simple, y, por supuesto, permite que nos mostremos como seres absolutamente racionales, dueños de un estoicismo que haría palidecer a los antiguos. En el fondo, las razones que alimentan nuestra supuesta comprensión son irrebatibles: todos moriremos y el amor, por más grande que sea, terminará derrotado por la finitud de la vida. Gracias a esto nos convencemos de que la muerte es inexorable, y que —como decía Borges— apenas se trata de una costumbre que tiene la gente.

A pesar de aquellas palabras, la muerte de quienes amamos nos obliga a abandonar la racionalidad. Ante esta tragedia, las palabras de Marco Aurelio enmudecen. La muerte le abre la puerta al dolor, que parece incurable, y éste, a su vez, le da la bienvenida al pensamiento mágico, que nos permite sobrevivir a la desgracia. La publicación de Ceniza roja (Páginas de Espuma, 2022), el libro más íntimo de Socorro Venegas, nos compele a asomarnos a ese dolor, a la inmensidad del duelo, a la racionalidad que se quiebra a fuerza de ausencia y esperas sin sentido. Conversar sobre esta obra no es fácil: sus palabras arden hasta convertirse en un bálsamo y, para

leer lo que estaba escribiendo —me responde con calma—. La tarea no consistía en escribir en el sentido más estricto del término. Lo que hacía cuando extendía la mano, cuando tomaba la pluma e intentaba hacer algo sobre el papel, era tratar de encontrar razones para sobrevivir. La existencia de este libro representa la prueba de vida de alguien que intentaba atravesar cada día sin derrumbarse por completo. Después de la pérdida de tu pareja, quedas inacabado para siempre. Se trata de una marca contra la que ni se puede ni se debe luchar. Por eso, cada una de las páginas de Ceniza roja está marcada por la zozobra, por la posibilidad de encontrar las esquirlas del tiempo inmóvil, del duelo. Sus palabras son migajitas de luz. Pienso en lo que Socorro me dice, en el poder sanador de la escritura, pero no puedo perderme en esta idea, su voz me apremia a escucharla:

Fotografía: Isabel Wagemann

Una conversación con Socorro Venegas

José Luis Trueba Lara

Las cenizas y las ofrendas colmo de lo que parece un sinsentido, se oscurecen hasta iluminarlo todo. Por esto, sin más aclaraciones ni rodeos, adentrémonos en una plática sobre el dolor y el duelo; la razón y la sinrazón; las cenizas y las ofrendas. —Cuando terminé de leer Ceniza roja, el alma me quedó partida —le digo a Socorro sin faltar a la verdad—. La lectura fue tan dura que no sé cómo empezar, por eso comienzo con lo primero que me viene a la cabeza. En Ceniza roja cuentas que el psicólogo te pidió que escribieras algo para enfrentar tu pérdida, tu viudez; por eso estamos ante un diario del dolor. Quisiera preguntarte cómo fuiste capaz de filtrarlo, de concentrarlo para que tuviera esa fuerza, ese poder avasallante. Antes de responderme, Socorro me mira y sonríe. Ese pasado ya no es presente, sobrevivirlo es una prueba de vida. —Ceniza roja nació como una prescripción médica del psicoanalista y su receta también incluía algo muy importante: no debía 18

—Te confieso que jamás habría pensado en publicar este libro si en él sólo se leyeran sombras, si sólo fuera un cuaderno de oscuridades. Me pareció importante que en esas páginas pueden hallarse las aristas por las que se cuelan el aire y la luz. Por terrible que fuera la muerte de Alan, algo de esperanza me quedaba. Finalmente, esas palabras revelan en qué te puedes convertir cuando una vida se apaga. Mi nuevo estado civil era el de viuda, un término que no entendía a cabalidad y que terminé comprendiendo como un estado de supervivencia. Socorro tiene razón, la decisión de sobrevivir se vuelve brutalmente dolorosa. Por eso tenía que ir en busca de sus huellas. —Ceniza roja es un acto de valor extremo —afirmo con la certeza de quien ha sufrido una pérdida o se revela ante lo inexorable—. Mientras te leía, también recordaba situaciones personales y literarias. Más de una vez, mi esposa y yo hemos conversado sobre nuestro miedo más grande: la posibilidad de que uno de nosotros muera primero.


Quizá la única solución resida en tomar una decisión idéntica a la de André Gorz y Dorine. Ninguno sobrevivió al otro. También pienso en Odiseo, el primer hombre que sabe que el más grande de los amores es finito y será derrotado por la muerte. —Exacto, eso es lo que descubres. Tus ejemplos literarios muestran lo que significa vivir sabiendo ciertas cosas. Sabes que eres finito, sabes que el amor también… pero vivirlo y experimentarlo cuando atraviesas la certeza de la muerte cuestiona todo lo que crees. En ese momento, quedas atrapado en un territorio de nadie. Esto lo explica Joan Didion en El año del pensamiento mágico: ella sabía perfectamente que su pareja había muerto, pero también estaba segura de que existía otra dimensión del alma donde las cosas funcionan de manera distinta. Lo racional y lo mágico se entrelazan sin que puedas evitarlo: yo organicé un funeral e hice muchas cosas con plena conciencia de mi pérdida; sin embargo, al mismo tiempo, no entendía un carajo lo que me mostraba el mapa de lo entrañable. ”De manera racional, tome la decisión de mudarme de casa porque no podía seguir viviendo donde Alan había muerto, pero esto no sirvió de mucho: todos los días seguía esperándolo mientras me aferraba al pensamiento mágico. Lo mismo le pasaba a Didion: ella guardaba las cosas de su marido porque seguramente las iba a necesitar cuando volviera. Yo misma pensaba que era una locura seguir conservando los calcetines o los anteojos de Alan. Esta clase de dolor no puede compararse con otra y, sin que puedas resistirte, te obliga a experimentar cierto tipo de demencia. No era negación, pues estaba cierta de su muerte y con esta certeza funcionaba en el mundo racional, pero había un río profundo que desembocó en Ceniza roja.

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La Socorro que leía era distinta de la Socorro que lo había escrito. Aunque aún no tuvieran el nombre de Ceniza roja, esas páginas también se habían transformado: la sanación por las palabras se convirtió en una ofrenda. —Hace unos pocos días —le digo a Socorro—, Alberto Ruy Sánchez dijo algo sobre tu libro que me parece fundamental: Ceniza roja es una gran ofrenda. —Alberto tiene toda la razón. En Ceniza roja hay un episodio donde cuento cómo levanté un altar y, pétalo a pétalo, formé un camino con flores de cempasúchil. Nunca en mi vida había hecho algo parecido. Tú sabes bien que Alan y yo éramos completamente agnósticos. Pero, sin saber de dónde provenía, la necesidad de montar una ofrenda se adueñó de mí. Hacerlo resultaba indispensable y no me detuve hasta conseguir la comida y la bebida que le gustaban. Eso me permitía saborear y disfrutar el sueño de que tus muertos vuelven. Las ofrendas son un triunfo efímero sobre la muerte y te dan la ilusión de que —por lo menos una vez al año— quienes se han ido pueden venir para estar a tu lado. ”Éste es un episodio del libro, pero algo más recorre sus páginas: es una elegía para poder hablar de quien se ha ido; es un reclamo amoroso por el abandono que no puede solucionarse. En él hay algo diferente de lo que hicieron André Gorz y Dorine: lo que le sucede a las personas que no pudimos despedirnos de quienes amamos. Yo no tuve esa posibilidad. Me quedé estancada, dolida y cargando la culpa que nace de la locura de suponer que podría haberlo adivinado. Aunque racionalmente procesara esta idea y supiera que no podía hacer nada distinto, en el tiempo del pensamiento mágico las cosas se viven de manera diferente. La ofrenda también tiene este sentido: me permitió despedirme y honrar, dejarlo cumplir el ciclo de su vida. Me levanto de mi silla y Ceniza roja comparte conmigo el pasillo. Las palabras de Socorro están cosidas a mi piel y los dibujos de Gabriel Pacheco acompañan mis pasos. Hoy sé que Marco Aurelio no me sirve para nada, que la muerte del amor es incurable y sólo invoca las elegías y las ofrendas. La melancolía absoluta de las palabras y los dibujos me perseguirá esta noche.+

Ilustración: Gabriel Pacheco

Durante un buen tiempo cumplí las indicaciones del psicoanalista hasta sus últimas consecuencias. Sin embargo, el diario se quedó ahí, casi olvidado y atrapado entre sus tapas. Durante muchos años, mi mirada no recorrió sus líneas. Esas páginas eran una escritura enceguecida, absolutamente nublada. Y, cuando volví a encontrarlo, fue una sorpresa, como volver a leer el cuaderno de otra mujer que me mostraba quién era yo.


Entrevista a Mónica Lavín

La invención de la memoria de los padres

Fotografía: Paul Brauns

Irma Gallo

“La memoria va reclamando su lugar en este

rompecabezas donde, finalmente, el estrépito de la muerte lleva a la celebración de la vida”.

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N

o importa la edad que una tenga cuando sucede, la muerte de los padres siempre nos deja huérfanos. Se pierden las referencias más importantes de la vida: cómo nos narran quienes nos trajeron a este mundo y nos vieron crecer. Mónica Lavín (Ciudad de México, 1955) lo sabe, y decidió poner por escrito, con las herramientas de la literatura, esta terrible pero inevitable experiencia. Últimos días de mis padres (Planeta, 2022) es una reescritura de esos instantes de incertidumbre y de dolor a los que siguió la pesada y absoluta ausencia, sólo posible de sobrellevar gracias a los recuerdos de los momentos compartidos —los buenos y los no tanto—, en un intento de asir las existencias de quienes le dieron la vida y ya no la tienen. La vejez, las enfermedades, las estancias en hospitales, la violencia por parte de los médicos —en especial la que sufre la madre de la voz narrativa— son reexaminadas por la autora en un intento por comprender lo que en el momento se escapó de su entendimiento por el dolor y el miedo. Asimismo, Mónica Lavín indaga en los archivos familiares —fotos, un cuaderno de notas de su madre, cartas, entre otros documentos— para, auxiliada por la ficción, reconstruir las infancias de sus padres, ambos hijos del exilio español: él, nacido en México, y ella, en España. La novela no teme abordar los episodios más dolorosos de sus vidas, como el asesinato del padre de su padre en Veracruz y la imagen de ese niño pequeño esperándolo todos los días en una estación de trenes a donde ya no regresaría jamás, o su madre, joven adulta, que le escribía cartas a su propia madre muerta en las que le decía lo mucho que todavía la necesitaba. En entrevista con Lee+, la escritora, ganadora del Premio Bellas Artes de Narrativa Colima 2011 por su obra Café cortado, habló acerca del proceso de creación de Últimos días de mis padres, novela de indudable hondura sobre la pérdida, pero también —y sobre todo— un homenaje amoroso a sus antepasados. Esta novela tiene mucho de autoficción. ¿Estás de acuerdo, Mónica? Estoy de acuerdo y me gusta mucho que lo saques a colación, porque para mí ha sido una forma de escritura totalmente diferente, la de esta novela. En esta aventura literaria —porque todo libro es una aventura literaria— hay un pacto entre la autobiografía y la ficción; hay material y experiencia propia, pero también existe un ordenamiento, un juego con lo imaginativo y con la propuesta con la cual armas y estructuras la forma de contar la historia. Claro, porque también hay una construcción de la ficción. En ese sentido, ¿cómo se construye la ficción a partir de hechos tan dolorosos, tan definitorios, como la muerte de tu padre, primero, y la de tu madre, un año después? Yo tampoco sabía cómo se construía. Creo que escribir siempre se trata de experimentar y, en este caso, estaba experimentando con un material personal porque necesitaba hacerlo. Necesitaba ordenar los días caóticos… escribir siempre es ordenar el caos, ya lo decía Vargas Llosa. Pero necesitaba particularmente acomodar los días caóticos del hospital, el momento en el que todo se fue precipitando y una cosa implicó otra y las decisiones… y, desde luego, no había un momento para la reflexión. Todo ocurría tropezado, atrabancado, inmediato. Uno trataba de agarrarse de ciertas cosas, de dar tranquilidad. En fin, uno se perdía… yo me perdía; me encontraba con todas las emociones hasta el último suspiro. Entonces, lo que hace uno cuando escribe es manejar el tiempo. Ahí es el único espacio en el que el tiempo se vuelve nuestro. Esta construcción ficticia parte de cómo organizo el tiempo, “el planchado” de esos días de hospital convulsos: los estiro, los puedo ver con mayor claridad a través de la escritura. Ésta va convocando rasgos, esbozos de memorias que vienen a cuento y que yo no he planeado, sino que ocurren en eso que también es la invención de la memoria. Incluso, creo que hay tres planos aquí: la escritora que escribe —porque el libro es también sobre la escritura—, la que recuerda este pasado reciente y la que salta a momentos indistintos, en los que la memoria va reclamando su lugar en este rompecabezas donde, finalmente, creo que el estrépito de la muerte lleva a la celebración de la vida.

Así es, porque la escritura te trae también a otros momentos, a la historia de tus padres niños: tu padre, que pierde a su propio padre; tu madre, que tiene que exiliarse en México cuando apenas es una adolescente. Para la reconstrucción de estos hechos que no te tocó atestiguar, ¿qué tanto tuvieron que ver los documentos históricos y qué tanto la imaginación? Yo creo que en este libro hay mucho de especulación, de preguntas lanzadas al aire. Creo que la escritura siempre consiste en preguntas, pero éstas particularmente son aquellas que yo trato de contestarme. De ahí viene la imaginación: de la anécdota que se quedó vibrando en la sobremesa o que se repetía una y otra vez —como ocurre con las anécdotas familiares—, del recuento, de lo que yo creo que me dijo mi abuela o lo que cree mi madre que dijo mi abuela, en esta nebulosa en la que la precisión se pierde, pero en la que, efectivamente, hay fotos. ”Por eso cuando dices documentos, ¿cómo puedo construir su infancia si ni ellos mismos pudieron hacerlo más que a través de esos momentos fuertes, los que se quedan, los que nos relatan? Pero de repente no puedo ver ya muy claramente a mi padre niño, esperando a su padre en la estación de tren porque nadie le ha dicho que lo mataron. Eso siempre me pareció tan doloroso… pero nunca supe qué cara le había puesto él a su padre. Para estas otras preguntas que trato de llenar con la imaginación, tengo las fotos. En ellas trato de ver qué hay en sus infancias cuando todavía no han perdido nada, y cómo son su rostros; trato de ver qué hay de uno y de otro para armar, dentro de esa niebla que es la arqueología real de las historias de sus vidas, lo que yo pueda y, sobre todo, lo que me importa retener de ellos. ”Tú hablabas de esto, que me resultó muy importante en el momento de la escritura: ¿qué relación tuvieron ellos con sus padres?, ¿cómo pudieron construirse también a través de las orfandades? Mi madre era ya una joven de treinta y tantos años, pero perdió a su madre, y mi padre, un niño de dos años. A la luz de mi propia pérdida de padres añosos, padres de larga vida, la lógica decía: “Pues van a morir pronto” y, sin embargo, te toma por sorpresa. Dejas de ser hijo, hija, de contar con esa forma en que ellos te relataban quién eras tú. Mi mamá siempre me contaba: “Te decían el terror del parque”. Y no sabes cómo me encantaba tener esa historia que sólo me podía contar ella: que yo iba y les pegaba con una cubeta de plástico a los niños. ¡Qué horror!, ¿verdad? Tú me ves así, tranquila, pero yo les pegaba a los otros niños. Al final de esta entrevista, Mónica Lavín reflexiona acerca de si Últimos días de mis padres será la novela bisagra entre Café cortado, novela inspirada en la vida en la finca cafetalera en Veracruz donde se crió su padre, y “ese otro libro del que la historia materna me produce inquietudes, preguntas y reconstrucciones, sobre todo —al igual que en Café cortado— alrededor de qué hicieron los abuelos. Es una historia de migración. Yo vengo de migrantes”.+

Irma Gallo. Escribe, hace pódcast y videos. Último libro: Cuando el cielo se pinta de anaranjado. Twitter: @irmagallo

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Entrevista

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Los demonios

de

Pita Amor

en la pluma de

Sandra Frid

Irma Gallo

A

Sandra Frid no le da miedo el reto de trasladar al terreno de la ficción las vidas de mujeres sobresalientes de la cultura en México. Lo hizo en 2016 con La danza de mi muerte, la novela en la que relata el secuestro y la muerte de la escritora y bailarina Nellie Campobello. Tres años después, su musa fue la poeta y pintora Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Ollin, en La mujer que nació tres veces. En 2022, la autora regiomontana revive con su pluma a Pita Amor. Los demonios de mi cuerpo (Planeta) traza las trayectorias biográfica, emocional y artística de la mujer que concibió obras como Yo soy mi casa y Décimas a Dios, quien mejor escribió el soneto, la décima y la lira en la poesía mexicana del siglo xx. Tú ya tienes el antecedente inmediato de haber escrito una biografía novelada de Nahui Ollin. ¿Cuál fue el reto de contar la vida de esta mujer verdaderamente sorprendente, Pita Amor, que fue amada y odiada por mucha gente? El primer reto consistió en hacer una novela diferente de La mujer que nació tres veces, porque Nahui Ollin y Pita Amor fueron contemporáneas. Hay una década de diferencia: Guadalupe nació diez años después. Sin embargo, vivieron en el mismo auge cultural de México; conocieron a los mismos personajes, a los mismos artistas; las dos perdieron a un hijo y, además, ambos niños se llamaban igual; las dos terminaron bastante solas, mal económicamente y tachadas de locas por muchos. La novela empieza con una Pita ya mayor, que avienta un par de zapatos verdes por la ventana. La acompaña una mujer llamada Patricia, que yo te apuesto que es Patricia Reyes Espíndola, la actriz. ¿Cómo fue tu proceso de investigación para Los demonios de mi cuerpo? La idea de los zapatos surgió porque, en una entrevista que está en línea, Patricia cuenta que le llevaba zapatos a Guadalupe Amor y ella se los despreciaba. Traté de ponerme en contacto con Patricia a través de internet; no lo logré. Para mi investigación me propuse, primero, leer a la propia Guadalupe: sus poemarios, su autobiografía —que se titula Yo soy mi casa—. Ahí descubrí que tenía que escribir acerca de esta autora. Entonces acudí a los libros que existen sobre ella, de gente que la conoció, como el de

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Michael K. Schuessler. A él le dije que estaba trabajando en una novela y tuvimos un par de conversaciones por teléfono. ¿Cómo creaste el contraste entre esa Pita Amor berrinchuda, grosera, soberbia y esta otra joven ávida de conocimiento, deseosa de mezclarse en los círculos intelectuales de Villaurrutia y de los Contemporáneos? Hubo un descubrimiento muy importante para comprender a Guadalupe: yo leí sobre estos berrinches, sobre su rebeldía, y, escuchando a una mujer que sufría ataques de pánico, encontré que lo que tenía Pita era eso. Cuando esta persona me explicó exactamente qué le pasaba a los seis o siete años, resultó idéntico a lo que describe Pita en su autobiografía. La mujer me dijo: “Estaba segura que me iba a morir cuando me daban estos ataques”; lo mismo que gritaba la poeta: “¡Me voy a morir, me voy a morir!”. Pita sufría y siempre estuvo muy necesitada de que la abrazaran, en todos los sentidos, y de esta comunidad cultural con la que podía tener un intercambio. Es brutal la parte del accidente y la muerte de su hijo, Manuelito. Sí, es brutal. Por supuesto, la marcó. Se trató de un parteaguas en su vida, aunque yo creo que ella no estaba muy hecha para la maternidad. Se embarazó a los 40 años, ni lo esperaba ni deseaba eso. También vemos que ella nunca vivió con ese niño; primero estuvo internada, y luego el niño se quedó a vivir con su hermana Carolina. ¿Qué les quieres dejar a las nuevas generaciones con estas novelas sobre grandes personajes como Nahui Ollin y Pita Amor? Quiero que las conozcan, que sepan quiénes fueron. Estas mujeres tan importantes, tan libres, abrieron muchas puertas a sus congéneres de esa época y de ahora. Si leemos lo que ambas escribieron, aún hoy resulta sorprendente. Asombran la brillantez y la inteligencia con la que ambas se expresaron. Me sucedió algo muy impresionante en la presentación de la novela de Nahui Ollin en la Feria del Palacio de Minería, justo antes de la pandemia: una chica, a la hora de las preguntas, se levantó para expresar algo muy fuerte que quiero compartir con ustedes, ahora que me lo preguntas. Me dijo: “Tu novela me cambió la vida”.+



Entrevista

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La escritura multisensorial de Desy Icardi Fabián V. Escalante

E

l amor por los libros y la lectura crean experiencias multisensoriales. Cuántas veces nos hemos adentrado en una historia en la que logramos sentir las emociones de cada personaje y vivir la situación que desenvuelven. Como lectores, imaginamos cada escena y circunstancia. Los detalles de algunos capítulos nos hacen percibir los olores, ver los paisajes, tocar los objetos, escuchar los llamados o, incluso, saborear los banquetes. Desy Icardi dedica su obra a los sentidos, sin omitir la condición visual con la que vive, en esta pentalogía que se encuentra en proceso y que ya cuenta con tres títulos publicados —dos de ellos traducidos al español—, que han sido recibidos con gran pasión por los lectores. Desde Italia, recibimos a Desy Icardi en Librerías Gandhi, donde se reunió con sus lectores para una firma de libros y para charlar con nosotros acerca de El aroma de los libros (Alianza de Novelas, 2020) y La chica de la máquina de escribir (Alianza de Novelas, 2021). Tus novelas son una exploración de la escritura como una acción profundamente sensorial, ¿cómo concibes la relación entre los sentidos y la escritura? Como lectora, me gustan las novelas que no sólo cuentan una historia. Yo quiero estimular mis sentidos: quiero oler el perfume de una historia, quiero escuchar el ruido de las calles y las casas. Me encantan las historias que se pueden sentir y degustar. Para mí, la lectura es una experiencia multisensorial que estimula todas nuestras percepciones; por eso decidí escribir una pentalogía de novelas basadas en cada uno de los cinco sentidos, respectivamente, y, claro, en el amor a los libros y la lectura.

¿Qué resulta más fácil: leer o escribir? ¿Cómo responderían Adelina y Dalia a esta pregunta? Adelina respondería que leer. Dalia, como es una mecanógrafa, diría que escribir, pues coincide con su trabajo; le resulta más fácil escribir, porque sus dedos son independientes de ella misma. ¿A ti qué te parece más fácil: leer o escribir? Leer. Yo soy una lectora que escribe. Antes que nada, una lectora.

Los libros se convierten en la llave que abre la puerta de las memorias infinitas. Dalia nos recuerda la importancia de nuestros recuerdos. ¿Qué hay de ti en Dalia cuando las dos comienzan a escribir? Dalia tiene un problema de memoria. Es un poco viejita y ha sufrido un ictus, por lo que intenta encontrar sus recuerdos. Esto lo lleva a cabo de una manera sensorial: sus dedos de mecanógrafa tienen una memoria táctil muy fuerte. Como ella, yo escribo los recuerdos de mis familiares porque considero muy importante conservar las memorias de otras personas. Muchas de las anécdotas que hay en los libros son recuerdos que me han contado, auténticas historias, como la del teatro de cabaret del siglo pasado o las que me contaban viejos actores cuando comencé a trabajar. Cuéntame, ¿cómo escribes?, ¿cuáles son tus rituales?

¿A qué huele un libro que forma parte de nosotros? Por ejemplo, ¿a qué huele El aroma de los libros? A mí me gustan mucho los libros viejos; tienen un olor que me recuerda al teatro, a todo lo que hay detrás del escenario y los palcos. Se trata de un olor antiguo. Para mí ése es el que marca a El aroma de los libros. La creación de personajes que viven con una discapacidad sensorial nos demuestra que los libros y la escritura se vuelven necesarios para sobrevivir, ¿cómo te sientes al buscar la visibilidad de algunas discapacidades?

Comienzo a escribir en la mañana, muy temprano. Un cajón del escritorio se encuentra lleno de juguetes para descansar mentalmente en el momento creativo; tengo muchos juegos para relajarme. ¿Cuál es el siguiente sentido que explorarás en tu pentalogía? La audición. Su título no deja espacio a la duda: La biblioteca de los susurros. Salió el diciembre pasado en Italia; esperemos que este año salga en España, pero aún no sé cuándo ocurrirá esto. Ahora estoy trabajando en la novela dedicada a la vista. ¿Qué vamos a leer en la novela del sentido de la vista?

Se siente bien; me parece una sensación que da forma a una reflexión. Yo tengo una discapacidad visual, una enfermedad en las retinas y, de esta manera tan personal e importante, puedo expresar los sentidos y la creatividad. Leer estimula todos los sentidos y no solamente la vista. 24

El inicio del mundo de la fotografía. Mi protagonista quiere ser fotógrafa, algo muy poco común en una mujer de esa época. También conoceremos un fenómeno que estuvo de moda: la fotografía espiritista, esos trucos que hacían para retratar fantasmas.+

Fabián V. Escalante. Le encanta leer Sombra y hueso de Leigh Bardugo. Cuando no escucha música, escribe un poco; ama a los gatos y a los perros. La voz en off en las entrevistas de Lee+.


El arte de la guerra Sun Tzu

El príncipe Nicolás Maquiavelo

Así habló Zaratustra Friedrich Nietzsche

La filosofía es un lenguaje fundamental para aprender a pensar de forma crítica.

La filosofía no es útil o inútil, ¡es necesaria! La República Paltón

Sobre el buen vivir Arthur Schopenhauer

Meditaciones Marco Aurelio


Recomendación

Libros imprescindibles para leer este verano El sutil arte de que te importe un carajo Mark Manson Uno de los blogstars más influyentes de nuestro tiempo comparte su irreverente sabiduría para romper con los más sólidos tabúes sobre el “éxito” en la vida: un libro de autoayuda contra la autoayuda tradicional. En esta guía que está definiendo a toda una generación, Mark Manson nos demuestra que la clave para ser personas más seguras y felices consiste en manejar de mejor forma la adversidad y dejar de pretender ser optimistas todo el tiempo.

Las trampas del miedo Daniel Habif En este libro encontrarás conocimientos que te llevarán a establecer una nueva relación con tus detonantes interiores; podrás abrir los planos de la arquitectura de tu cuerpo, y atravesarás el laberinto de tus emociones. No te quedarás en las expresiones primarias del miedo: explorarás el poder que éste tiene en otros aspectos de tu vida, como la soledad, la permanencia en el dolor, la ausencia de control y el rechazo al amor.

Tu hij@ puede ser millonari@ Juan Luis Ordaz Díaz Este libro brinda herramientas para que, desde temprana edad, los padres ayuden a sus hijos a formar los pilares financieros que pueden llevarlos a ser millonarios en la vida adulta, independientemente de la situación financiera familiar. Contiene historias de algunos multimillonarios cuyos padres los apoyaron para construir los tres pilares, aun cuando provenían de familias pobres. El autor presenta, además, evidencia científica sobre lo que funciona para formar hábitos financieros, y ofrece diferentes actividades sencillas y divertidas que los padres pueden implementar en las diferentes etapas de la vida de sus hijos.

El inversor inteligente Benjamin Graham El más grande asesor de inversiones del siglo xx, Benjamin Graham, ha enseñado e inspirado a personas de todo el mundo. La filosofía de Graham de inversión de valor protege a los inversores del error sustancial y les enseña a desarrollar estrategias a largo plazo. El inversor inteligente se ha convertido en la biblia de la bolsa de valores desde su publicación inicial, en 1949.

¿Quién traicionó a Ana Frank? Rosemary Sullivan Más de 30 millones de personas han leído la historia de Ana Frank, la niña de trece años que se escondió con su familia en Ámsterdam durante la Segunda Guerra Mundial, sólo para ser descubierta por los nazis y enviada a su muerte en un campo de concentración. Pero, a pesar de las investigaciones, los libros, las obras de teatro y las novelas dedicadas al tema, ninguna obra ha explicado nunca de manera concluyente cómo los Frank y otras cuatro personas lograron vivir escondidas, sin ser detectadas durante más de dos años, y quién o qué finalmente llevó a los nazis a su puerta.

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La violonchelista Daniel Silva El maestro de la intriga internacional, Daniel Silva, añade un nuevo bestseller a sus grandes éxitos (La orden, La chica nueva y La otra mujer) con esta fascinante historia de espionaje y suspenso. El restaurador de arte y espía Gabriel Allon protagoniza esta novela repleta de acción. El fatal envenenamiento de un multimillonario ruso envía a Gabriel Allon a un peligroso viaje por Europa y a la órbita de una virtuosa música que puede tener la clave de la verdad sobre la muerte de su amigo.



LOS LEÍDOS NO FICCIÓN

FICCIÓN LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE Matt Haig ALIANZA DE NOVELA

EL INFINITO EN UN JUNCO Irene Vallejo DEBOLSILLO

Sin saber cómo, Nora Seed aparece en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero ¿esto está a punto de cambiar?

En unos pocos meses, este ensayo se ha convertido en uno de los más influyentes. Su recorrido por la historia del libro en los tiempos de Grecia y Roma —que también se interna en otras épocas— nos revela la señas de identidad de una de las creaciones más importantes de la humanidad, así como su impacto en la vida cotidiana.

BOULEVARD Flor M. Salvador MONTENA

INFOCRACIA Byung-Chul Han TAURUS

LA CANCIÓN DE AQUILES Madeline Miller ALIANZA DE NOVELAS

EL PODER DEL AHORA UN CAMINO HACIA LA REALIZACIÓN ESPIRITUAL Eckhart Tolle GRIJALBO

Luke y Hasley no eran el prototipo de la pareja perfecta. Sin embargo, ambos definieron lo que crearon: una historia en la que dos adolescentes inventan su propio boulevard ante la llovizna que hay en sus corazones, con un cielo pintado de azul cálido en una parte, y otra de un azul eléctrico que se tiñe con un grisáceo nostálgico.

De la autora de Circe, una epopeya inolvidable: Grecia en la era de los héroes. Patroclo, un príncipe joven y torpe, ha sido exiliado al reino de Ftía, donde vive a la sombra del rey Peleo y de su hijo, Aquiles. Aquiles, el mejor de los griegos, es todo lo que Patroclo no: fuerte, apuesto, hijo de una diosa. Él lo toma bajo su protección y ambos se adentran en las artes de la guerra.

El poder del ahora es un libro único. Tiene la capacidad de crear una experiencia en los lectores y cambiar su vida. Hoy es considerado una obra maestra. Para lograr la iluminación sólo tenemos que comprender nuestro papel como creadores de nuestro dolor. Es nuestra mente la que causa los problemas con su corriente de pensamientos, atándose al pasado, preocupándose por el futuro.

VIOLETA Isabel Allende PLAZA JANÉS

EMMA Y LAS OTRAS SEÑORAS DEL NARCO Anabel Hernández GRIJALBO

La épica y emocionante historia de una mujer cuya vida abarca los momentos históricos más relevantes del siglo xx. Violeta viene al mundo un tormentoso día de 1920, es la primera niña de una familia de cinco bulliciosos hermanos. Su vida estará marcada por acontecimientos extraordinarios: todavía se sienten las ondas expansivas de la Gran Guerra cuando la gripe española llega a su país.

Este libro forma parte del largo recorrido periodístico de Anabel Hernández dentro del complejo mundo del crimen organizado en México. En estas páginas desfilan personajes como Emma Coronel y otras esposas de importantes narcotraficantes, una ex-Miss Universo, y algunas de las actrices, cantantes y conductoras de televisión más reconocidas y aplaudidas.

EL PELIGRO DE ESTAR CUERDA Rosa Montero SEIX BARRAL MEXICO

LAS 48 LEYES DEL PODER Robert Greene OCÉANO

Partiendo de su experiencia personal y de la lectura de numerosos libros de psicología, neurociencia, literatura y memorias de grandes autores de distintas disciplinas creativas, Rosa Montero nos ofrece un estudio apasionante sobre los vínculos entre la creatividad y la inestabilidad mental. Y lo hace compartiendo con el lector numerosas curiosidades asombrosas sobre cómo funciona nuestro cerebro.

JÓVENES

El régimen de la información es una nueva forma de gobierno. La digitalización avanza inexorablemente. Aturdidos por el frenesí de la comunicación y la información, nos sentimos impotentes ante el tsunami de datos que despliega fuerzas destructivas y deformantes que también afecta a la esfera política y provoca graves trastornos en el proceso democrático.

ANTES DE DICIEMBRE Joana Marcús MONTENA

ALMENDRA Won-pyung Sohn OCÉANO GRAN TRAVESÍA

TRILOGÍA FUEGO 1 CIUDADES DE HUMO Joana Marcús CROSSBOOKS MÉXICO

Este libro es el bestseller mundial para los que quieren obtener, estudiar o combatir el poder absoluto. Amoral, inmisericorde, despiadada y, sobre todo, muy instructiva, esta incisiva obra concentra tres mil años de historia del poder en 48 leyes claras y concisas.

ROJO, BLANCO Y SANGRE AZUL Casey Mcquiston MOLINO

MIL BESOS TUYOS Tillie Cole PLANETA MÉXICO


ELECTRÓNICOS

ARTE Y RECREACIÓN

LA REVOLUCIÓN DE LA GLUCOSA Jessie Inchauspé DIANA

VAN GOGH PARA COLOREAR. LIBRO ANTIESTRÉS NUEVA IMAGEN

Basándose en ciencia de vanguardia y en su propia investigación pionera, la bioquímica Jessie Inchauspé ofrece diez trucos simples y sorprendentes para ayudarnos a equilibrar nuestros niveles de glucosa y revertir sus síntomas, sin ponernos a dieta y sin renunciar a los alimentos que amamos.

En este fascinante álbum para colorear se podrán apreciar algunas de las más grandes pinturas de Vincent Van Gogh, así como las técnicas que utilizaba para pintar. El libro está diseñado para reducir el estrés mientras se pintan y recrean las obras de arte. El álbum incluye un ejemplo de paleta de colores e instrucciones sobre técnicas de coloreado.

SOBRENATURAL Joe Dispenza URANO

MI LIBRO DE MANDALAS Magdalena Servín ÉPOCA

Sobrenatural ofrece herramientas para salir de nuestra realidad física y adentrarnos en un campo cuántico de infinitas posibilidades. Esta obra combina información científica con sabiduría ancestral. Joe Dispenza, el científico que ha recorrido el mundo enseñando la ciencia de la transformación, regresa con un nuevo libro.

DEJA DE SER TÚ Joe Dispenza URANO

LAS MEDIDAS DE UNA CASA Xavier Fonseca EDITORIAL TERRACOTA

En esta obra, Joe Dispenza profundiza en todos los temas que tanto nos cautivaron —física cuántica, neurociencia, biología y genética— para enseñarnos a reprogramar el cerebro y ampliar nuestro marco de realidad. El resultado es un método práctico de trasformación para crear prosperidad y riqueza, pero también un viaje prodigioso a un nuevo estado de conciencia.

Esta obra imprescindible da al profesionista y al usuario, de manera clara y sencilla, todos los datos de la antropometría, análisis de mobiliario, diseño urbano, control ambiental, incluyendo el uso de energía solar, circulaciones y otros. Además, incluye un capítulo sobre las necesidades para conjuntos y zonas habitacionales.

EL CASO DE LA VIUDA NEGRA Zedryk Raziel GRIJALBO

MANDALAS PARA LA ABUNDANCIA Y PROSPERIDAD Patricia López Caballero DIANA

Isaac Gamboa era un funcionario de la Secretaría de Hacienda que se convirtió en uno de los hombres más poderosos e importantes durante el sexenio de Peña Nieto. Su asesinato y el de su familia en 2020 quedó sepultado bajo el móvil de un supuesto crimen pasional. Sin embargo, la información que poseía sobre desvíos de recursos sugiere que su silencio podría ser conveniente para el peñismo.

El mandala o “círculo sagrado” es una poderosa y antigua herramienta de meditación que nos recuerda que el orden natural del universo está siempre presente en nuestra realidad. Su coloreado consciente acalla el ruido mental diario, nos devuelve el equilibrio interior y nos conecta con la sabiduría del alma. Este libro ha sido creado para ayudarte a manifestar abundancia en todas las áreas de tu vida.

LA CABEZA DE MI PADRE Alma Delia Murillo ALFAGUARA

LA BIBLIA DE LOS LICUADOS VERDES Kristine Miles DEBOLSILLO

A sus cuarenta años, como un road trip, sin mas referente que una fotografía vieja, una hija emprende la búsqueda de su padre. Mientras narra la decisión de ir a conocerlo y el viaje que la lleva de Ciudad de México a Michoacán. “Todos somos hijos de Pedro Paramo”, nos dice Alma Delia Murillo, ante el factor tan común que es el abandono del hogar por parte del padre.

HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL J. K. Rowling SALAMANDRA

NIÑOS

Dibujar o pintar mándalas es algo más que un pasatiempo: mientras nuestros colores los iluminan tenemos la posibilidad de hacer un alto, de asomarnos a nuestro interior, de concentrarnos en aquello que nos importa y, por supuesto, de crear maravillas que nos reconcilian con la naturaleza, con nosotros mismos y con el cosmos, ésta es la apuesta de esta obra.

LOS COMPAS Y LA ENTIDAD.EXE Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA

LOS COMPAS Y EL DIAMANTITO LEGENDARIO Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA

Gracias a los licuados verdes puedes maximizar tu salud y bienestar. ¿Sabías que tomar un licuado verde al día, hecho a base de frutas y vegetales, incrementa dramáticamente la cantidad de nutrientes que necesita tu cuerpo para protegerte? Todas las autoridades en el área de la salud recomiendan de seis a ocho porciones de frutas y vegetales al día, pero muy pocos seguimos ese consejo.

LAS PERRERÍAS DE MIKE 1 MIKECRACK Y LA ESTRELLA MALDITA Mikecrack MARTÍNEZ ROCA

DIARIO DE GREG UN RENACUAJO Jeff Kinney MOLINO




PROGRAMA 1

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8, 9 y 10 de julio

DEBUSSY JOAQUÍN RODRIGO BERLIOZ

Iberia Concierto de Aranjuez Sinfonía fantástica

Pablo Sáinz Villegas, guitarra

PROGRAMA 2

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16 y 17 de julio MAHLER: El romántico austriaco SAARIAHO BRUCH MAHLER

Asteroid 4179: Toutatis Concierto para violín núm. 1 Sinfonía núm. 5

Augustin Hadelich, violín

PROGRAMA 3

Concierto con fechas extraordinarias: Miércoles 20 y viernes 22 de julio FESTIVAL BEETHOVEN: Grandeza y genialidad desbordante BEETHOVEN

Sinfonía núm. 1 Sinfonía núm. 6, Pastoral Sinfonía núm. 3, Heroica

*Incluido dentro de abono.

PROGRAMA 4

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23 y 24 de julio FESTIVAL BEETHOVEN: Grandeza y genialidad desbordante BEETHOVEN

PROGRAMA 5

Sinfonía núm. 2 Sinfonía núm. 4 Sinfonía núm. 5

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30 y 31 de julio JORGE FEDERICO OSORIO: Celebramos al gran artista mexicano ORTIZ PONCE CHAIKOVSKI

Téenek Concierto romántico para piano Sinfonía núm. 6, Patética

Jorge Federico Osorio, piano

PROGRAMA 6

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6 y 7 de agosto JORGE FEDERICO OSORIO: Celebramos al gran artista mexicano BARBER CASTRO REVUELTAS

Segundo ensayo para orquesta Concierto para piano La noche de los mayas

Jorge Federico Osorio, piano

PROGRAMA 7

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13 y 14 de agosto

BEETHOVEN MOZART BEETHOVEN

Sinfonía núm. 8 Concierto para piano núm. 25 Sinfonía núm. 7

Anne-Marie McDermott, piano

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PROGRAMA 8 19, 20 y 21 de agosto PACHO FLORES: De flores, tangos, cantos y revuletas. TOWER SHOSTAKÓVICH FREIBERG FLORES

Fanfarria para la mujer poco común núm. 1 Sinfonía núm. 10 Historia de flores y tangos* Cantos y revueltas

Pacho Flores, trompeta *Estreno en México

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Leo Rondón, cuatro

GALA DE CLAUSURA * Venta de boletos a partir del 8 de Junio:

https: //boletoscultura.unam.mx y en taquillas de la Sala Nezahualcóyotl

*Programación sujeta a cambios

Informes en: www.mineria.org.mx

25, 26, 27 y 28 de agosto FESTIVAL BEETHOVEN: La Novena Sinfonía BEETHOVEN BEETHOVEN

Concierto para violín Sinfonía núm. 9, Coral

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Paul Huang, violín Anabel de la Mora, soprano Andrés Carrillo, tenor Guadalupe Paz, mezzosoprano Carsten Wittmoser, bajo Coro de la Orquesta Sinfónica de Minería Raúl Aquiles Delgado, director asistente Carlos Miguel Prieto, director artístico *Programa fuera de abono

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