14 LOS NOBEL
POR KAREN VILLEDA
CUATRO DE DOCE Doris Lessing
UNA BENDICIÓN Toni Morrison LUMEN
CÓSIMA Grazia Deledda NÓRDICA
DIARIO DE UNA BUENA VECINA Doris Lessing PUNTO DE LECTURA
EL CONSERVADOR Nadine Gordimer TUSQUETS
Son doce las escritoras que han ganado el Premio Nobel de Literatura. Es un poco más del diez por ciento del total de ganadores De las ciento ocho personas que han recibido este galardón, solamente doce son mujeres y, desafortunadamente, una de ellas, Nelly Sachs, tuvo que compartirlo. Las agraciadas son Selma Lagerlöf (Suecia), Grazia Deledda (Italia), Sigrid Undset (Noruega), Pearl S. Buck (Estados Unidos), Gabriela Mistral (Chile), Nelly Sachs (Suecia), Nadine Gordimer (Sudáfrica), Toni Morrison (Estados Unidos), Wisława Szymborska (Polonia), Elfriede Jelinek (Austria), Doris Lessing (Inglaterra) y Herta Müller (Rumania-Alemania). Imagino a Toni Morrison como una mujer de pocas palabras y mucho estómago. En Una bendición retoma el tema de la esclavitud y se acerca sin cautela alguna a un escenario primitivo: la pastoral postcolonial estadounidense. Toni Morrison no se anda por las ramas y, de una manera sumamente elegante, se enfrenta cara a cara con la, en esa entonces, incipiente máquina económica basada en la dominación y la explotación de los negros. Florens es una niña negra de ocho años que es entregada por su propia madre como pago a un hombre por una deuda. La madre se justifica diciendo que la entrega a Jacob Vaark porque “comprendí que el hombre alto te veía como a una niña, un ser humano, no como piezas de a ocho”. El exorcismo personal de Florens se entrelaza poéticamente con un personaje genérico: la criada Dolor, que nos refleja que el racismo todavía habita en el aire como un fino veneno. Apenas un legislador republicano de Arkansas publicó un libro en el que, sin pena y sin miedo, afirma que la esclavitud fue “una verdadera bendición” para las personas de color. Una bendición es un libro poderoso y, sobre todo, vigente que nos hace sentir que dentro de cada uno de nosotros siempre habita un amo y un esclavo. Cósima de Grazia Deledda es más que una novela: definitivamente es una memoria viva gracias al retrato íntimo de la mujer artista en su niñez, adolescencia y primera juventud en las últimas décadas del siglo XIX. En un proceso desafiante y, por demás, doloroso al construir un lenguaje propio caracterizado por la hondura en medio de una Cerdeña empapada de violencia de género, la protagonista Grazia-Cósima es una sobreviviente y vive en búsqueda de la libertad, a pesar de que sabe que sus posibilidades en ese pueblo dominado por lo masculino son escasas: le esperaba un matrimonio arreglado, era poco agraciada y las mismas mujeres de su familia eran su peor juez y verdugo. Mientras bandidos, pastores y hasta los mismos viñedos fantasean con subirse a un barco para huir a Estados Unidos y vivir el sueño americano, la creatividad de Grazia-Cósima “se aparta con dolor y orgullo de la familia de sus personajes y la remite al ancho mundo”. Ese mundo es la literatura: Grazia Deledda volcó toda su pasión en escribir treinta y tres libros.
Doris Lessing es una biógrafa de sí misma y Diario de una buena vecina no puede ser una excepción al persistente desencanto de la condición humana que caracteriza su escritura. Esta novela, a primera vista, trata sobre la brecha generacional entre la exitosa Janna, viuda de mediana edad, y Maudie, una anciana que huele mal. Sin embargo, conforme se pasan las páginas del libro, descubrimos a una escritora que muestra sin concesión alguna a un par de personajes tercos y penosamente miserables que se debaten entre su realización individual y el deber hacia el prójimo: “Porque ha esperado hablar, escuchar, tener una amiga y un contacto decente, normal, tal vez una taza de té al cabo de un minuto, no importan sus intestinos y su vejiga”. La pluma de Doris Lessing está comprometida con el escrutinio de las falsas promesas redentoras de la civilización y nos rinde cuentas del fracaso de la humanidad. El conservador, de la escritora y activista social Nadine Gordimer, es un libro para meditar sobre África y su reguero de pólvora: colonización, apartheid, conflictos interétnicos, sed por los recursos minerales. El conservador es una novela amenazante. La tensión psicológica siempre es latente y se encuentra en perpetua escalada pero nunca detona porque sus personajes son matizados y se concretan por las decisiones que toman y no por sus acciones. Sin embargo, estas decisiones siempre hacen honor a la degeneración humana al basarse en la discriminación, base de una virulenta estructura racial: “Artiñamas. Son verdaderos expertos. Estos indios no tienen rival cuando se trata de untar a alguien. Saben sobrevivir”. Sus personajes también se definen por la escalada”. Nadine Gordimer alcanza un frágil equilibrio entre metáforas intensas e imágenes cargadas: “Aunque los espacios se consideran exentos de huella, en el mundo hay zonas frecuentadas por ciclones que reciben el nombre de mujer”. La visibilidad de estas cuatro mujeres escritoras en el panorama intelectual ha sido impactante y lo más admirable es que, a pesar de los prejuicios, han asumido la literatura no solamente como un modo de vida sino como un desafío en cuerpo y alma al poder. Su escritura no es una postura sociológica que incita a la falsedad de la tolerancia o que promueve los derechos humanos, sino que cada una de ellas son verdaderas artistas que han logrado lo que Toni Morrison escribió en Beloved: “Liberarte era una cosa, reclamar la propiedad de ese ser liberado era otra diferente”. +