Lee+ 179 Gatos extraordinarios (y sus escritores)

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AÑO 15 • NÚMERO 179 • ABRIL 2024 PRECIO AL PÚBLICO 25 PESOS 7151050002162

SEGUNDO LABORATORIO DE PUBLICACIONES Y FORMACIÓN EDITORIAL DE LA UNAM

En el marco de la celebración por el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor y de la Fiesta del Libro y la Rosa 2024, el Laboratorio de Publicaciones y Formación Editorial invita a participar en la conversación e intercambio de aprendizajes con editoras y editores de la unam. Acompáñanos en este espacio de colaboración interdisciplinaria para difundir la gran diversidad de la oferta editorial universitaria.

Viernes 19 de abril de 2024

Centro Cultural Universitario,

Registro previo:

Consulta el programa en: fiestadellibroylarosa.unam.mx/programa/laboratorio.pdf

Entrada libre • Cupo limitado

E ditorial

Gatos Extraordinarios (y sus EscritorEs)

Los gatos han llenado de pelos las páginas que escribimos desde su (sólo aparente) domesticación. Escritores de todas las latitudes coinciden en valorar la belleza, la inteligencia y la audacia de estos pequeños y adorables tiranos de cuatro patas. Desde “El gato negro”, de Edgar Allan Poe, que podría leerse como todo un manifiesto contra el maltrato animal, hasta los extravagantes nombres de la manada de michis de Carlos Monsiváis, la literatura ha encontrado en estos animales una fuente de inspiración inagotable.

En este número, nos dejamos llevar por los ronroneos y los maullidos. Así que encontrarás grandes recomendaciones de literatura, cómics y obras ilustradas protagonizadas por gatos en los artículos de Bef y de Raquel Castro. También descubrirás un cuento inédito (y adorable) de Rodrigo Morlesin, narrado por un gato librero. Antonio Malpica nos platicó acerca de la desenfrenada vida de la única gatita que ha adoptado, mientras que Brenda Ríos ahonda en aquello que nos fascina de los mininos.

También incluimos en este número un póster para que nunca olvides que la vida debe vivirse mediante una filosofía gatuna: con serenidad y centrada en el instante. Para cultivar nuestra curiosidad felina, entrevistamos a dos escritores cuyos libros están causando sensación en las librerías: Nick Bradley y Jordi Soler, así como dos adelantos de novelas que nos engancharon desde la primera página.

Un editor que admiramos profundamente, Julián Romero, nos dedicó unas generosas palabras por nuestro decimoquinto aniversario. A él, la mente detrás de los libros de Ediciones Gandhi, le enviamos nuestro agradecimiento por proponernos que el tema de este número estuviera dedicado a los michis.

Te deseamos una lectura suave y ágil, y que como los gatos, te mantengas desobediente, libre y curioso.+

Yara Vidal

Directora general Revista Lee+ de Librerías Gandhi

6 Querida descocada

Antonio Malpica

8 Entrevista a Nick Bradley

Mercedes Alvarado

12 El lienzo inefable: cómo las revistas

y los libros promueven la cultura

Julián Romero

14 Los animales que se ofrecen a sí mismos

Brenda Ríos

16 [Cuento] Gato de librería

Rodrigo Morlesin

18 Los más leídos

20 Lo que aprendemos de los gatos

Rodrigo Rojas y Mariana Aguilar

22 Don Blanquito Lavadoro

Raquel Castro

26 Entrevista a Jordi Soler

José Luis Trueba Lara

28 itam: las carreras del futuro

30 Gatos de tinta (y dónde encontrarlos)

Bernardo Fernández, Bef

32 [Adelanto] Fuimos los afortunados

Georgia Hunter

34 [Adelanto] Más que una posibilidad

Rebecca Yarros

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Hemeroteca de Lee+ www.revistaleemas.mx

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Yara Vidal

yara@revistaleemas.mx

Directora general y editora

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edwin@revistaleemas.mx

Director de arte y editor audiovisual

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beatriz@revistaleemas.mx

Difusión cultural

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Coeditora

Rodrigo Rojas

Ilustrador

Alberto Achar

Alejandro Magallanes

José Luis Trueba Lara

Edgar Krauss

Herles Velasco

Consejo editorial

En portada: Carlos Monsiváis y Patricia

Diseño:

Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Calle Comunal No.7, Col. Agricola Chimalistac, C.P. 01050, Alcaldía Álvaro Obregón CDMX. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Fotolitográfica Argo, Bolivar 838, Col. Postal. Alcaldía Benito Juárez, C.P. 03410, CDMX. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.

Esta revista utiliza tipografías Gandhi Sans y Gandhi Serif, diseñadas para una mejor lectura. Puedes descargar ambas fuentes en: www.tipografiagandhi.com

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Highsmith
Juan José Güitrón
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Querida descocada

A Georgia, dondequiera que esté

Sólo dos libros me brincaron a la mente cuando pensé en gatos y literatura. Tampoco es que le haya pensado mucho, , de Bulgákov, desde luego por el gatote que no deja de pasearse por toda la obra, y el otro, un libro que leí hace varios años y que me recomendó (y prestó) Bef: uno que se llama Slam, de un tal Lewis Shiner, porque recordé que el protagonista vive de cuidar una casa llena de gatos que heredaron la fortuna de su finada dueña (sí, como ). Tan pocas referendeben, primero, a que soy corto de vistas literarias y, después, a que soy más de canes que de felinos. La prueba está en que tengo un libro que Un viejo gato gris mirando por la ventana, pero el gato aparece sólo en una de las 107 pági(lo cual me ha granjeado múltiples reclamos por parte de la gente gatuna, que por supuesto , en cambio, tengo un libro-álbum , que retrata la amistad de una con su perrita y en el cual el reto para echar carreras entre ellas (que además aparece dos veces y media en un libro de poquititas páginas) es éste:

Así que tal vez sea fácil advertir que este encargo no fue de mi total predilección. Volver a escribir después de tanto tiempo, sólo que… de gatos. Resulta, no obstante, que la revista cumple quince años y, nomás por el puro cariño (a la revista, a Yara, al equipo), quise estar entre estas páginas, aunque me viera obligado a cambiar los aullidos de lobo por los maullidos de micifuz. Con todo… he de confesar descaradamente e quise utilizar esta oportunidad para ponerme en paz con cierta memoria. La de la única mascota que tuve antes de los treinta años y que fue exclusiada Georgia.

Tema del mes
Antonio Malpica
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Toño Malpica nació en Ciudad de México en 1967. Es autor de muchísimos libros infantiles y juveniles, y se ha ganado un titipuchal de premios.

Eran los años noventa y vivía yo solo en un departamento muy de soltero (las plantas estaban todas muertas, pero algo vivía en el refrigerador). Lo último que, en mi opinión, le hacía falta a dicho hábitat era una mascota, pues yo no estaba en casa prácticamente en ningún momento durante el día. Un pez, vaya y pase. Un loro, tal vez. Pero resultó que la gata de una amiga mía tuvo gatitos y una cosa llevó a la otra. Me convenció con dos muy potentes argumentos: “Para que no te la pases hablando solo” y “Mira, que está bien lindo el gatito”.

Un gatito que salió gatita. Ella me lo reveló ya que había arrojado al minino al interior de mi departamento y se había echado a correr. Yo no comprendí tan extraña actitud hasta después, pero, al menos en ese momento, me pareció que había hecho bien en dar mi brazo a torcer. La gatita estaba linda, blanca tirando a crema, orejas y cola grises, ojos de cielo. Y parecía buena.

Nos caímos bien. Nos acoplamos. A pesar de que en realidad sólo nos veíamos en las noches y los fines de semana (no todos). A pesar de que en ocasiones no me acordaba de que había otra boca que alimentar hasta que volvía pasadas las diez y tenía que caminar al Seven por una lata de atún. A pesar de que, más veces de las que me gustaría admitir, el arenero se volvió un espantoso cúmulo de varios centímetros de materia de olor desagradable, cuyo vaciado yo siempre dejaba para después porque, bueno, para esto está la zotehuela, ¿qué no? Y a pesar de que la gatita, a falta de supervisión y de la educación más elemental, se encargó de demostrar que debajo de la alfombra, en todas las habitaciones del departamento, había ladrillo pelado.

A pesar de todo eso, nos volvimos buenos amigos. Veíamos la tele juntos o me veía escribir o me veía leer. Y a veces me veía leer o me veía escribir o veíamos la tele juntos (de acuerdo, no era muy variado el programa, pero es que sólo se trataba del preámbulo del sueño).

El reto vino cuando creció.

A falta de supervisión y de la más elemental educación, en cuanto alcanzó la madurez sexual, se volvió una descocada. Ni más ni menos. Al fin inexperto en materia de felinos (y felinas), siempre que me iba a trabajar dejaba la ventana abierta para que Georgia saliera a dar la vuelta por el rumbo. Y eso, claro, estuvo muy bien durante el tiempo en que sus escarceos fueron impulsados por la mera curiosidad científica. Cuando las salidas adquirieron el más encendido tono de la picaresca lubricidad, todo cambió.

¡Claro que me enteré de que estaba en celo! ¡Si los maullidos te vuelven loco! Pero nunca me imaginé que para el mandato de creced y multiplicaos, sobre todo la segunda parte, fueran tan obedientes los mininos.

Así que Georgia tuvo su primera camada. Cinco gatitos muy bonitos bajo el sofá. Y así fue como entré al tan sonado juego de “te regalo un gatito, vieras qué lindo está” por el que ha pasado todo aquel que se tarda en esterilizar a su mascota. Fue la primera y, por ende, no fue tan difícil la dispersión. Pero luego vino una segunda. Aún no me reponía de la anterior y ya tenía otros tantos gatitos (éstos no tan bonitos) para ser obsequiados. Y volví al juego. Naturalmente, me

propuse, igual que la primera vez, llevarla al veterinario ipso facto. Pero igual que se me pasaba comprar las Whiskas o reducir las montañas de deposiciones, se me pasaba ir a la prometida esterilización. Y así vino una tercera camada. Y una cuarta. Y una quinta…

Hubo gatos de todo tipo. Preciosos y espantosos. Gatos que eran unas monadas y fieras en toda forma. En mi favor, diré que de los aproximadamente treinta hijos que tuvo Georgia en sus siete partos, sólo uno se malogró (presencié un canibalismo del que aún no me repongo) y sólo uno fue entregado a la vida salvaje (intenté meterlo en la caja, pero el angelito se defendió, sí “como gato boca arriba”, así que decidí que, si quería vivir en libertad, se lo había ganado).

Me propuse que la cigüeña no nos visitaría una octava vez. Decidí encerrar a Georgia en la casa. El edificio fue automáticamente cercado por hordas de gatos libidinosos. Durante tres días eso fue un infierno auditivo, pero yo me mantuve en mis trece. Mi error fue que, para el cuarto día, ya apestaba tanto el departamento que decidí abrir una ventila. Dejé pasar el aire al interior por un espacio no mayor a un dedo… y me fui a trabajar.

Nunca más volví a ver a Georgia.

El apetito sexual acumulado por todo ese tiempo le confirió supepoderes elásticos. Atravesó la rendija y se entregó a un desenfreno que, espero, le haya permitido conocer el nirvana en la Tierra.

Cuando regresé, el departamento se sentía horriblemente vacío. Por primera vez en un par de años, me pareció que leer, escribir o ver la tele carecían de sentido. Me comí la última lata de atún, fría, viendo la pared. Y tuvieron que pasar dos décadas para que me animara a tener otra mascota. Esta vez una que ladrara.

Pero sirva este pobre ejercicio felino-literario para decirte, querida descocada, dondequiera que estés (ojalá que en el cielo de los gatos), que me alegro de que tus genes se hayan esparcido por el mundo, porque eras linda y eras buena. Que nunca fuiste tú la del problema, sino yo y mis indolencias. Que algún día vendrá un Bulgákov a ponerte de cuerpo entero en un libro. Y que me debes el depósito de la renta, que fue lo que me costaron tus incursiones arqueológicas en la alfombra.+

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Entre traduccioneshistorias, y puentes

Una entrevista con Nick Bradley

Ve la entrevista en mascultura.mx Entrevista

Una traductora turbada por no encontrar un proyecto apasionante recoge un libro olvidado en el metro; a partir de ahí, entramos con ella a la historia de una abuela y su nieto que intentan comunicarse y entenderse en el silencio de un pequeño pueblo nipón. Nick Bradley nos ha traído, con Cuatro estaciones en Japón, una novela dentro de otra novela en la que aborda las distancias del lenguaje entre generaciones, la búsqueda del hogar, el reto que suponen las expectativas y el fracaso sobre aquello que deberíamos ser.

Nick, tienes una vida particular, puesto que naciste en Alemania, has vivido y enseñado en Japón y Reino Unido, y escribes en inglés. ¿Cómo te las arreglas para vivir entre todos estos idiomas y culturas?

Oh, vaya. Malamente, creo (risas). Supongo que crecí de una manera algo transitoria. Mis padres se mudaban mucho por trabajo y asistí a un internado en Inglaterra que era culturalmente muy diverso, así que desde una edad temprana estuve expuesto a los idiomas. Creo que muchos escritores sienten que no tienen un lugar al que llamar hogar y ése es, probablemente, el descontento que lleva a alguien a escribir; esa sensación de no tener un lugar nos impulsa a observar el mundo y tratar de crear algo, tratar de entender a quienes se sienten fuera de lugar.

Sí, quizá sea eso. Lo veo en Cuatro estaciones en Japón, ya que el personaje principal, Flo, busca un hogar en el lenguaje a través de la traducción y la literatura. No está cómoda. Es una extranjera tratando de encontrar un sentido de pertenencia. ¿Te reflejas en Flo?

Es una pregunta muy interesante. Flo está también en mi primera novela, El gato y la ciudad. Fue difícil, al terminar esa primera novela, despedirme de mis personajes porque había dedicado mucho tiempo a su escritura y me sentía muy unido a ellos. Nunca dejé de pensarlos; seguían viviendo en mi cabeza y continuaban con sus vidas.

En este segundo libro, básicamente escribí primero la novela dentro de la novela, de principio a fin, y luego lo dejé a un lado. Es algo que siempre hago. Al volver, tuve una sensación muy extraña, casi como si no lo hubiera escrito, sino que hubiera sido traducido del japonés. Entonces empecé a preguntarme quién lo había traducido y pensé en Flo, porque en El gato y la ciudad ella termina en un lugar bastante positivo en la vida. Pensaba ¿dónde estaría ella ahora?, ¿seguiría siendo feliz, realizada? Y cuanto más lo pensaba, más me daba cuenta de que tal vez habría terminado un proyecto y estaría buscando el siguiente.

Así que la historia de Flo empezó a tomar forma en mi cabeza después. Si Flo estaba traduciendo esta historia, ¿quién la escribió originalmente? Y se convirtió en parte de su viaje tratar de encontrar al autor del libro en el que trabajaba. De ahí surgió la idea de la traducción, aunque también se debe a que me apasiona la literatura japonesa y la leo tanto en lengua original como en traducciones.

Absolutamente. Lo has dicho muy bien. Una de las cosas que me inspiraron para escribir este libro fue la novela Padres e hijos, de Turguénev, que trata de cómo las generaciones no pueden comunicar lo viejo y lo nuevo. También estuve, durante el confinamiento, jugando The Last of Us, y me encanta la amistad que surge entre el hombre mayor y la mujer joven. Quise escribir algo que fuera una amistad intergeneracional.

Estoy seguro de que también en español ocurre este fenómeno. Se trata de un problema común en inglés: a medida que envejecemos, las palabras que aprendimos de niños cambian drásticamente en su uso y significado. Estamos destinados a no comunicarnos correctamente porque el lenguaje es dinámico y está en constante evolución.

Decidiste mantener palabras y frases, particularmente los refranes, en japonés, pero añadir su significado en la narración. Creo que es una manera de darnos más accesibilidad a quienes no conocemos el idioma o la cultura.

Sí, es una cosa de la escritura. Obviamente no soy japonés y cualquiera lo sabe al ver mi nombre en la portada. Pero en cualquier tipo de escritura éste resulta un artificio, una especie de manipulación. Es difícil encontrar el equilibrio, porque mientras más palabras japonesas incluyo, más alejo a algunos lectores, pero al mismo tiempo el texto gana autenticidad. Algunos lectores se sienten intrigados y otros excluidos. Me cuesta balancear entre la autenticidad, ser fiel a la cultura y hacerla accesible para quien no la conoce.

Es como cruzar de una cultura a otra todo el tiempo. También tiendes puentes con los elementos visuales y de diseño en el libro, pues incluyes caracteres japoneses, ilustraciones e incluso fotografías. ¿Cómo trabajaste esta parte visual con tus editores?

Bueno, tengo un gran editor y, a menudo, cuando estoy trabajando en el manuscrito, recurro a él con un montón de ideas locas. Siempre me han gustado los libros que juegan con lo que es real y lo que no; los que van un poco más a allá o empujan las formas. Mi primera novela tiene cómics y manga. Una de mis influencias en este sentido son libros infantiles como El cartero feliz, de Allan Ahlberg, en el que puedes abrir sobres y las cartas están escritas con la letra de cada personaje. Ya como lector adulto, pienso en La casa de las hojas, de Mark Z. Danielewski, que incluye diferentes niveles de narrativas, metanarrativas y representaciones textuales extrañas. O The Sandman, de Neil Gaiman, una novela gráfica en la que la ilustración se convierte en una espiral y el lector tiene que girar el libro para continuar leyendo.

A veces siento lástima por los traductores porque a menudo se les culpa. Ya sabes, es como si le dispararan al mensajero. Si a la gente no le gusta el libro, su primera reacción, especialmente con la literatura nipona, es culpar al traductor. Y quería explorar la idea de cómo a alguien le lleva tanto tiempo y esfuerzo, y se involucra tanto en un proyecto, que al final desestimar la traducción es como desestimar la vida de esa persona. Quise contar el viaje que se ha hecho para crear esta novela. A veces preferiría que los lectores piensen que quizás no les gusta el autor y que no necesariamente

También quería cuestionar y ahondar en la idea del consumo de literatura japonesa, a menudo traducida, y cómo la gente siente que el original resulta inaccesible para ellos.

Siempre estamos perdiendo algo en la traducción; Flo es consciente de su incapacidad para captarlo todo, porque traducir es tomar decisiones. Pero también hay algo intrincado aquí sobre traducir la vida; juegas con personajes opuestos y con dos historias que corren paralelas. Una mujer mayor ignorando su historia en su intento de acercarse al adolescente, y él ignorando la suya en el mismo esfuerzo. ¿Será una manera de traducir nuestra propia vida a

¿Se trata de convertir la lectura en una experiencia distinta que involucra también el cuerpo?

Sí, totalmente. En Cuatro estaciones en Japón incluí un código qr El lector puede seguir leyendo o escanearlo con su teléfono y lo llevará a un sitio web. Esto añade realismo a lo que sucede; te hace pensar cuánto es real y cuánto ficción.

Flo menciona en los primeros capítulos que no distingue lo real de lo irreal. Y esta barrera se vuelve borrosa a lo largo del libro; sabemos que está leyendo un libro de ficción, pero lo vive, quiere pasar cada vez más tiempo con los personajes…

Me encanta esa parte de escribir, ¿sabes? Tratar de descubrir qué partes del libro son reales y cuáles ficción. Hay un autor que se menciona en ambos libros y muchos lectores me envían correos preguntándome dónde pueden leerlo. Incluyo menciones de autores o artistas reales y otros de mi creación que se vuelven casi reales para los lectores.

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prar la felicidad. Y lo más triste del mundo sería poder comprarla: tener esa libertad, pero darte cuenta de que eso no te da la felicidad.

Lo que realmente te hace feliz es trabajar por algo, tener una meta. Mi sueño siempre fue publicar una novela, convertirme en autor. Y cuando publiqué mi primer libro fui increíblemente feliz, pero también me obligó a cambiar mi objetivo.

Aunque resulta bastante simple cuando eres escritor, pues todo lo que debes hacer es decir “está bien, ahora escribiré otro libro y será mejor”. Como si eso fuera todo lo que haces como novelista: pasar a lo siguiente. Sigues escribiendo, sigues trabajando para mejorar. Mucha gente piensa que “hacer algo” consiste en el resultado final, cuando en realidad la vida es continua; incluso si consigues lo que quieres, tus problemas no desaparecen, todavía tienes que despertarte por la mañana y lidiar con todo. No hay nada que arregle todo eso. Aquí Flo y yo diferimos ligeramente. Ella cree, al principio, que hacer esto la hará feliz y parte de su viaje se trata de descubrir que no, para luego descubrir qué sí la hace feliz.

Quería escribir sobre esto porque no creo que sea cierto. No soy de esas personas que van a Japón y se hacen expertas en algo, budismo o cualquier cosa, pero algo que me atrae del budismo zen es la idea de que el camino es la meta. Quería explorar la idea de qué es la felicidad, qué es el fracaso y cómo encontrar la felicidad en el otro lado del fracaso.

En la novela dentro de la novela tenemos algo de esto: a Kyo le encanta dibujar manga, y tiene una abuela vieja y un poco terca. Juntos aprenden que está bien ser infelices, negarse a la expectativa en una cultura muy estricta en cuanto a lo que debes ser; ¿se trata de un viaje sobre descubrir que está bien decidir algo distinto?

Sí, sí, absolutamente. La palabra que tenía en mente cuando me senté a escribir fue fracaso. Eso era lo que realmente quería mirar. Resultaba muy importante para mí que Kyo y Ayako tuvieran una fuerte sensación de fracaso, de que se habían equivocado, de que habían hecho algo mal. Y también Flo. El fracaso los une, pues todos han fracasado de alguna manera. Qué significa y cómo enfrentamos el fracaso, qué significa el éxito. Creo que ése es el tema principal en esta novela.

Lo que está más allá del fracaso, qué tipo de vida…

Sí, me interesaba mucho que Kyo y Ayako son muy diferentes. Cuanto empecé a crearlos pensaba en el concepto de ying-yang en la cultura china, la dualidad entre blanco y negro. Hasta cierto punto, Kyo representa el blanco y Ayako el negro, pero están cambiando. Tienen ideas muy claras de quiénes son y qué quieren, y quise ponerlos juntos en una habitación y ver qué podían aprender uno del otro, cómo podían crecer como unidad y no sólo como individuos.

También hay un reflejo entre ellos, tan distantes en edad y estilo de vida, van aprendiendo cómo se han fallado a sí mismos a través de sus historias, ¿cierto?

Sí, y quizá lo que perciben como fracasos propios no lo sean. Creo que aprenden del otro y a reevaluarse a sí mismos a través de su relación.+

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Mercedes Alvarado es escritora. Ha publicado cuatro libros de poesía y, de vez en cuando, conspira con sus amigos para hacer poesía con música en cortometrajes o puestas en escena.

El lienzo inefable: cómo las revistas y los libros promueven la cultura

En una época dominada por las tendencias efímeras de las redes sociales y las noticias tendenciosas y fragmentadas, las revistas y los libros se erigen en campeones atemporales de la exploración cultural. Trascienden el mero entretenimiento o el acopio de información, pues funcionan como puertas a un variopinto lienzo de tradiciones, creencias y expresiones artísticas que definen la experiencia humana. Al adentrarnos en sus páginas, nos embarcamos en viajes que amplían nuestras perspectivas, fomentan la empatía y celebran la magnífica diversidad de nuestro mundo.

Un pasaporte a mundos diversos: el poder de la ficción

Todos estamos completamente seguros de que Clark Kent es Superman, pero no todos estamos convencidos de la existencia de Dios.

UMBERTO ECO

Lee+
15 años de
Julián Romero
12 Julián Romero es editor de Ediciones Gandhi y director general de Orbilibro. Estudió diseño gráfico en la uam-Xochimilco y la maestría en edición digital en la Universidad de Alcalá de Henarés. Además, es profesor de la maestría en diseño y producción editorial de la uam.

Los libros, en particular, ofrecen un pasaporte inigualable al pasado y al presente. La ficción histórica nos permite ponernos en la piel de personajes de épocas pasadas, vivir de primera mano los acontecimientos históricos y lidiar con sus motivaciones y desafíos. Somos testigos del auge y la caída de los imperios, de las luchas por la justicia social y de los triunfos del ingenio humano, todo ello a través de una visión cautivadora que fomenta una comprensión más profunda del pasado. Por el contrario, la literatura fantástica nos transporta a reinos quiméricos, ampliando los límites de nuestra imaginación. Al conocer estructuras sociales únicas, sistemas mágicos y criaturas extraordinarias, adquirimos una nueva perspectiva de nuestro propio mundo. Mediante la visión ancestral de los mitos y las leyendas de otras culturas, profundizamos en temas universales como la eterna lucha del bien contra el mal, el amor y la pérdida, así como el deseo humano por explicar el mundo que nos rodea. Esta exploración transcultural fomenta la empatía y nos permite conectar con experiencias muy distintas de las nuestras.

Revistas: una instantánea vibrante de las culturas contemporáneas

Mientras que los libros ofrecen viajes inmersivos a través del tiempo, las revistas, y particularmente Lee+, funcionan como vibrantes instantáneas de la vida contemporánea. Captan el espíritu de la época y ofrecen análisis en profundidad de la música, la literatura y las cuestiones sociales que influyen en diversas culturas. Entrevistas con artistas, músicos y activistas sociales iluminan el funcionamiento interno de diferentes sociedades, dando voz a la diversidad y deconstruyendo estereotipos. Estas historias humanas desafían las ideas preconcebidas y promueven un sentido de ciudadanía global. Los reportajes que se han adentrado en los libreros de reconocidos autores han desvelado joyas entrañables en formato impreso que nos revelan los hábitos de creación y lectura de quienes las poseen. Esta experiencia de inmersión va más allá de meros volúmenes, fomentando una comprensión más profunda de los valores y las costumbres que encierran placeres únicos y entrelazados, como la lectura y la escritura.

Preservar el patrimonio, combatir la homogeneización

En esta era de creciente globalización, el riesgo de homogeneización cultural está siempre presente. Sin embargo, las revistas y los libros representan poderosos antídotos. Al amplificar un caleidoscopio de voces e historias, garantizan que tradiciones, lenguas y costumbres únicas no se pierdan con el paso del tiempo.

Catalizadores del cambio: entablar conversaciones

Tanto las revistas como los libros ejercen una influencia activa en la sociedad, y no se limitan a ser espectadores pasivos. Así, podemos destacar como estos

poderosos agentes del cambio social al periodismo de investigación, que no sólo revela los abusos contra los derechos humanos, sino que también arroja luz sobre aspectos cruciales de la vida social, generando diálogos y capacitando a los individuos para abogar por un mundo más equitativo. Asimismo, los artículos de fondo ahondan en la complejidad de los desafíos sociales como la pobreza, la degradación ambiental y la inestabilidad política, fomentando la reflexión crítica y la acción. Por su parte, los clubes de lectura y los foros en línea, dedicados a ciertas culturas o géneros literarios, se erigen en plataformas donde se analizan minuciosamente las narrativas y se reflexiona sobre los matices culturales que se entretejen en los textos, estimulando debates que promueven la empatía y una comprensión más profunda de las múltiples perspectivas, allanando así el camino hacia un cambio social positivo.

Celebrar nuestra humanidad común

En última instancia, las revistas y los libros desempeñan un papel vital para salvar las diferencias culturales y animar un sentimiento de humanidad compartida en este mundo cada vez más interconectado. Celebran la riqueza y diversidad de las experiencias humanas, y nos recuerdan que, a pesar de nuestras diferencias geográficas o culturales, compartimos valores y aspiraciones fundamentales.

Al promover la comprensión y el aprecio culturales, las revistas y los libros facilitan el camino hacia un futuro más incluyente e interconectado y fomentan un sentido de comunidad.

¡Enhorabuena por estos primeros quince años de Lee+, ese virtuoso eslabón entre los asiduos a las librerías Gandhi y la cultura, el arte y el entretenimiento!

El gozo de esta celebración puede ser doble si festejamos junto a un libro de Ediciones Gandhi,1 ya que ambos forman parte de una gran familia y los dos resultan un fascinante pasaporte cultural que fomenta la empatía, celebra la diversidad y nos recuerda el hermoso lienzo que es la humanidad.+

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1 1 Ningún libro de Ediciones Gandhi fue ignorado o maltratado durante la realización de este texto.

Los animales que se ofrecen a sí mismos

Mi amiga Ira me contó cómo fue que adoptó a su último gato. Éste maullaba afuera de su casa; al salir con prisa porque ya iba tarde, Ira lo vio. El gato maullaba y maullaba, hasta que ella dijo: “Si estás aquí cuando vuelva, vemos qué sigue”. A su regreso, él seguía ahí, en el mismo sitio. El final resulta predecible. Lo conocí en su casa. Ira es una persona que ama a los animales: tiene un perro salchicha musculoso, dos o tres gatos más y dos humanos. Yo no tuve nunca mascotas, así que no se me da lo de ir a buscar un animal para adoptar. Quizá un pez: verlo nadar atrapado en una vitrina de aquí para allá, de allá para acá, llamarlo Rodrigo sólo porque sí… Pero no implicaría mucho contacto. Y los amantes de mascotas aman tocarlos, hablarles.

En Revelación de un mundo (Adriana Hidalgo, traducción de Amalia Sato, 2004), Clarice Lispector cuenta una historia sobre su infancia:

Cuando yo era pequeña tenía una gata de un tipo vulgar, matizada con varios tonos de gris, lista con aquel sentido felino, desconfiado y agresivo que tienen los gatos. Mi gata vivía pariendo, y cada vez era la misma tragedia: yo quería quedarme con todos los gatitos y tener un verdadero gaterío en casa. Ocultándomelo, repartían los gatitos no sé entre quiénes. Hasta que el problema se hacía más agudo pues yo protestaba demasiado por la ausencia de los gatitos. Y entonces, un día, mientras yo estaba en la escuela, regalaron a mi gata. Mi fatal impresión fue tal que me enfermé en cama con fiebre. Para consolarme me regalaron un gato de paño, lo cual para mí era irrisorio: ¿cómo aquel objeto muerto y blando y “cosa” podría alguna vez sustituir la elasticidad de una gata viva?

Clarice Lispector amaba a los animales. Decía que habría que desconfiar de quienes no los quieren. Que teníamos que reconocer lo animal que tenemos en nosotros: el instinto, la gratitud, el amor natural, la comunicación.

14 Tema del mes
Brenda Ríos
en <laflecharoja.com.mx>.
Brenda Ríos. Escritora. Vive en Ciudad de México (intentó escapar, pero no lo logró) y no tiene mascotas. Tampoco es vegetariana. Ha escrito unos diez libros de ensayo y poesía. Algunos de ellos pueden ser descargados de manera libre (porque es buena y generosa) en <poesiamexa.wordpress.com>
y

Su perro se llamaba Ulises y, si mi memoria no falla, es el nombre del perro de uno de sus personajes en Aprendizaje o el libro de los placeres (Siruela, 2012).

Como a Clarice, a Margaret Atwood no la dejaron tener un gato de niña. Muchos años después, escribió una novela gráfica, Angel Catbird (Sexto Piso España, 2018), en la que un joven ingeniero en genética, Strig Felidus, muta, a raíz de un accidente con su propia investigación, en un ser combinado entre gato-búho-hombre. Felidus se verá involucrado en una guerra contra hombres-gatos y un ejército de ratas. Una distopía con el sello fantástico y humorístico de la autora canadiense.

Las personas se dividen en dos: las que aman a los animales y las que los temen. Quizá una tercera categoría sería la falta de interés en eso otro: lo no humano.

Una de mis poetas favoritas, Eileen Myles, escribió un libro sobre su perra, de cómo la rescató del basurero: Afterglow (a Dog Memoir), que yo sepa, no se ha traducido aún. Era una pitbull llamada Rosie; estuvieron juntas 16 años. Rosie la hizo escribir ese libro sobre el amor y la intimidad que se da entre humanos y animales.

Con esa misma intimidad, William Burroughs escribió The Cat Inside :¹“I postulate that cats started as psychic companions, as Familiars, and have never deviated from this function”.² Ese hermoso libro habla de los gatos que conoció y de cómo transformaron su vida. Se detiene a describir su cuidado, cómo ser “guardián”, que es algo a lo que vuelve una y otra vez. Además, aborda cómo los gatos no conocen ni el bien ni el mal; tampoco ofrecen servicios (como los perros que cuidan, avisan de los extraños, etc.), sino que se ofrecen a sí mismos. Y que, al final, no hay mucha diferencia entre los seres humanos y los gatos.

En esta obra, Burroughs cuenta una historia terrible de un tejón que se acerca a jugar con un grupo de chicos en Los Alamos Ranch School y éstos, de la nada, le disparan. La escena es impresionante: nos cuestiona si una vida vale más que otras. ¿Qué buscaban esos jóvenes al matarlo?, ¿diversión?, ¿o simplemente ellos mismos no tenían nada dentro? Uno de los chicos dijo: “Ves un animal y lo matas, ¿cierto?”.

Olga Orozco, la poeta argentina, le escribió un libro a su gata: Cantos a Berenice (Editorial Sudamericana, 1977). Ella decía que Berenice era su tótem. Vivieron 15 años juntas y le escribió 17 cantos. Una celebración de amor, duelo y agradecimiento por la compañía.

¿Y qué viniste a ser en esta arca impar donde también «conmigo mi raza se termina»?

Tú, tan semejante a la naturaleza en tu inminente salto replegado en la jungla del instinto.

¿La gata de las mieses, cautiva entre las ruedas del oscuro solsticio que muelen hasta el último espíritu del grano?

¿La Perséfona estéril, arrebatada por la huida del sol a los negros recintos donde el polvo tapia las puertas y traba los cerrojos?

Si ese fue tu reverso, ¿por qué no te arrojaste de cara a los tejados de la primavera?

Por momentos, esos cantos a Berenice parecen pensados para un amante, alguien cercano, y esa ambigüedad resulta afortunada. ¿Acaso no se establecen relaciones afectivas con los animales igual o más importantes que con la propia especie? Es natural el duelo.

Una de las obras fundamentales de la literatura japonesa explora la vida de un gato burlón y filósofo: Soy un gato, de Natsume Soseki. El autor aprovecha el recurso de un gato que habla para burlarse de la sociedad burguesa de Tokio. En esa supuesta apariencia seductora, se oculta una mente perversa y sardónica:

Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana.

Esta novela se vincula de inmediato con esa divertida y despreocupada historia de Virginia Woolf que tiene un perro faldero como narrador: Flush. Woolf ya había escrito Las olas, y sorprendió a sus lectores con el relato de un perro que toma un papel fundamental en su propio destino y ante los humanos que supuestamente son sus amos. En la mayoría de las obras que hemos abordado, los animales no son domesticados más que en apariencia: saben todo y actúan en consecuencia.+

1 Existe una edición en español: El gato por dentro (Diana, 2000).

2 “Afirmo que los gatos comenzaron como compañeros psíquicos, como amigos, y nunca se han desviado de esa función”, traducción propia.

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Gato de librería

Rodrigo Morlesin

Para Lulo, Kissy y Romeo

Joyas Literarias

Soy Huckleberry. Trabajo en el número 4 de la Avenida Principal, que ni es avenida ni es principal, pero se dice que hace muchos muchos años lo fue.

Así es, no te equivocas: soy el gato de la librería De Lectores y Ratones. Trabajo entre estantes de libros y libros sin estante. Y aunque parece que todo está desordenado y encontrar un libro resulta una hazaña digna de Frodo, en realidad don Gabo y yo sabemos exactamente dónde se esconden los cuarenta ladrones.

Aquí no sólo se mezclan los temas y las aventuras, la ciencia y la ficción. También se mezclan los olores a libro viejo, a nuevas historias y a café recién hecho.

Te recomiendo que te hagas amigo de don Gabo y mío. Ya que, si nos caes bien, a tu café le puede poner algo especial que huele a caña tostada y, si le caes aún mejor, te puede hacer un descuento en el libro que llevabas años buscando.

¿Que cómo se le hace para entrar a tan selecto club? Comprando libros. Mientras más libros compres, con más gusto te recibiremos.

Ahora que si lo que buscas es ocultarte del sol, de tu familia o de la policía y no lees más de tres letras seguidas… aquí nos daremos cuenta desde que suena la campanita de la puerta y recibirás un servicio exprés con la idea de que te largues lo antes posible.

En lo personal, no me importa tanto si lees o no. Con que no se te ocurra quitarme del libro sobre el que estoy tomando la siesta o ser alérgico al pelo de gato, ya te ganaste un poco de mi amistad.

Por lo general, la gente que entra a la librería puede clasificarse en tres tipos: las personas que vienen con prisa y, por lo general, traen arrastrando a un niño o una niña; al entrar, gritan el nombre de un libro urgentísimo para la escuela. La respuesta de don Gabo siempre es la misma: “No, aquí no torturamos criaturas, aquí se viene a disfrutar de los libros, no a sufrirlos”. Aunque a mí no me queda claro, porque mucha gente viene y se queda por un buen rato platicando sobre lo mucho que sufrieron con tal o cual historia. Ésas representan el segundo tipo de personas. Y está el tercer tipo: el más extraño de todos. A esas personas les llamamos extraterrestres, porque parece que no entienden nada de nada. Entran y preguntan cosas como “¿venden mapas con división política?”, “¿podría cambiarme este billete de mil?”, “¿no sabe dónde queda la avenida principal?”. Estos últimos, además de marcianos, están muy perdidos.

Pero hace unos cuarenta días, por la tarde, entraron a la librería dos personas que no pertenecen a ninguno de estos grupos.

Estaba yo echado sobre el mostrador, a un lado de la caja registradora, cuando se abrió la puerta de golpe y los dos hombres, uno alto y el otro ancho, comenzaron a gritarnos que les entregáramos todo el dinero que tuviéramos.

—¡Ya se la saben! ¡Cáiganse con sus celulares y el dinero de la caja registradora!

Con el puro portazo yo pegué tal brinco que caí sobre un altero de libros pendientes de acomodar, que terminaron regados por el piso. Los gritos me asustaron aún más y decidí quedarme detrás de Cuentos de Terramar, temblando, confundido y sin saber qué libro era el que buscaban.

Don Gabo levantó los brazos al ver que el ancho llevaba un arma en la mano derecha y comenzó a tartamudear:

—E-e-e-esto es una librería, no un banco —dijo.

—¡No te hagas menso...! ¿O qué?, ¿las librerías no venden libros y esas cosas? ¿Crees que no sé que los que leen tienen mucho dinero?, ¿eh?

—Pues esos de los que tú hablas no han de conocer esta librería, porque aquí no vendemos mucho. Si quieres dinero ve a robar a otro lado. Aquí somos más pobres que la pequeña cerillera.

—Usted no me va a venir a hacer tonto. Yo sé que en esta librería hay mucha riqueza… —gritó el ladrón alto.

—Bueno, en eso tiene razón: hay riqueza, pero de historias, no de dinero —respondió don Gabo tratando de ser congruente.

—¡Ya ve! ¡Entonces caígase con todo o le estrenamos un hoyo en la frente! —amenazó el ancho levantando el arma con mano temblorosa.

—Pero si les digo que aquí sólo tenemos libros. Pueden llevarse algunos, pero no podrían con todos.

—¡Ya estuvo bueno! ¡Quítese! —gritó el alto, y le dio tal empujón a don Gabo que el pobre cayó junto a mí sobre los libros. Yo salté al librero de clásicos, donde tenemos muy buenos libros, como La isla del tesoro, Las aventuras de Tom Sawyer y Persona normal

El alto golpeó la caja registradora y ésta se abrió con su acostumbrado ¡trin!

La cara del alto fue como si le hubieran contado el final de Tombuctú Estaba pálido y lentamente alzó la mirada y vio al ancho.

—Nada. No alcanza ni pa los chescos… Estos están peor que nosotros.

Cuento

En eso vimos cómo le flaqueaban las piernas. Se trató de detener del mostrador, pero la caída fue inevitable. Azotó de rodillas y, tras él, todo lo que estaba en el mostrador: separadores, dulces, bolígrafos de Harry Potter, la silla y hasta el teléfono de Garfield

Derrotado, comenzó a decir:

—Ahora qué vamos a hacer carnal… ¡Qué chingaos vamos a hacer!

El ancho se fue de espaldas, tapándose la boca.

—Perdón que pregunte, pero… ¿qué van a hacer de qué? —dijo don Gabo bastante preocupado.

—Pues qué vamos a hacer con lo de mi jefa, mi madrecita santa, mi notemerezco… —respondió el alto al borde del llanto.

Mañana es su cumpleaños y no tenemos nada que darle. Cumple ochenta y sólo queríamos juntar una feria para llevarla a cenar, comprarle un regalo y que tuviera una noche de lujo. Pero somos novatos en este oficio y todo nos ha salido mal… ¡Más que mal, nos ha salido de la tostada!

Se hizo un silencio tal que ni los coches de la avenida se escuchaban.

—¿Y su santa progenitora sabe que se dedican a esto? —preguntó don Gabo.

—¡Cómo creeeeee…! ¡Somos ladrones honrados, no desvergonzados!

—Ah, bueno… —se limitó a decir don Gabo, quien ya estaba de pie y le extendió la mano al alto para ayudarlo a levantarse. El alto puso cara de extrañeza, se notaba que no estaba acostumbrado a la amabilidad.

—Pues, a decir verdad, son ladrones, pero con muy mal tino para elegir a sus víctimas. Creo que debieron robar algo así como una joyería.

—Pues ésa era la idea, ¿no ve que en el escaparate dice “Joyas literarias”? Pues nosotros creímos que tendrían harto dinero. Y como en la librería se ve todo de madera y tan bien lustrado…

—Bueno, muchas gracias… la verdad es que sí le dedico tiempo a tenerla guapa. Esta librería perteneció a mi abuelo y luego a mi padre. Ellos mandaron hacer los muebles con un ebanista que vivía aquí a la vuelta. Y mi responsabilidad es mantenerla lo mejor posible.

—Pues vaya que la tiene rechinando de brillante, hasta parece banco de esos antiguos —dijo el ancho sinceramente.

Don Gabo bajó la cabeza apenado de tanto elogio.

—Oigan, ¿pero entonces qué vamos a hacer? Tenemos que resolver lo del festejo… —dijo don Gabo mientras acomodaba la silla en su lugar y se sentaba.

—¿Cómo? ¿Nos va a ayudar? ¿Vamos a robar entre los tres? — preguntó el ancho emocionado—. ¡Ahora sí seremos una verdadera banda! ¡La banda de la librer…!

—¡Claro que no! Pensaremos en otra cosa —arremetió don Gabo indignado.

Los tres se quedaron en silencio pensando en una solución…

—Tal vez… No. Imposible… Pero si… No, ni loco… ¡Ya sé! —gritó emocionado el ancho—, podemos trabajar esta noche en el circo que llegó a la ciudad ayer. Seguro que necesitan ayuda…

—¿Y no quieres que mejor secuestremos al tigre? —respondió el alto con sarcasmo.

—¿Y si le regalamos un libro?, ¿no que dice el señor que son como joyas? —dijo el ancho.

—Oiga, sí… no nos hemos presentado… Yo soy Sam, y mi hermano es Joel.

En ese momento, don Gabo sonrió gratamente.

—¿De qué se ríe? Ni que nos llamáramos… ¿Cómo se llama usted? —preguntó el ancho.

—No… no me lo tomen a mal. Me reí porque tienen nombre de libro… en El halcón maltés hay un personaje que se llama Joel y otro que es Sam. Fue por eso…

—Ah… ¿neta? —dijo incrédulo Sam, o sea, el ancho.

—¡En serio! Dejen lo encuentro…

—Huy, pues ya estuvo que nos dio la Navidad aquí si se pone a busc…

—Aquí está, miren…

—¡Sicierto! —gritó Joel emocionado mientras hojeaba el libro.

Y los tres exclamaron al mismo tiempo:

—¡Y si le regalamos un libro!

—¡Eso es! ¡Regalémosle este libro!, le va a gustar que seamos nosotros.

—¿Es muy caro señor…?

—Don Gabo… me dicen don Gabo.

—¡Ah, pues muchísimo gusto, don Gabo! —lo saludaron los hermanos.

—Si es para su madre, es gratis.

—¡Nombre!, cómo cree… Somos ladrones, pero no les robamos a los amigos…

—Hoy tenemos una promoción especial: regalamos libros a todo ladrón que entre a robar —dijo don Gabo y todos rieron.

—¡No, pues muchas gracias, don Gabo! Además está rebonito… —dijo Sam extendiendo la mano.

—Es que es una edición especial. Estoy seguro de que les va a gustar. Sobre todo, porque trata de…

—¡Está de lujo! —interrumpió Sam emocionado.

—¿Saben…? Les voy a regalar otros dos libros para que tengan un buen paquete.

Y don Gabo se puso a buscar entre los estantes. Me cargó y, de donde estaba yo, sacó dos libros: Oliver Twist y Muerte en el Nilo.

—Aquí está… Mejores regalos no van a encontrar.

—Muchas muchas gracias, don Gabo. No sabremos elegir lugares para robar, pero sí sabemos encontrar gente buena como usted, y eso está más chido que ser el mejor ladrón del mundo —dijo Sam llevándose la mano a la cara para no llorar.

Los dos ladrones se despidieron…

Abrieron la puerta y, cuando estaban a punto de salir, don Gabo gritó:

—Esperen un momento. Se me acaba de ocurrir algo.

Levantó el teléfono del piso e hizo una llamada…

—Hola. ¿Tony? Soy Gabo. ¿Recuerdas ese libro que te llevaste? Sí, ya sé cómo me lo puedes pagar…

Don Gabo siguió hablando mientras los hermanos lo miraban con curiosidad.

—¡Ya está! Mañana a las ocho en punto tienen una reservación para tres personas en el restaurante italiano que está aquí derecho, cruzando la calle Donceles. Ahí los va a recibir mi amigo Tony. No tienen que pagar nada.

Los dos exladrones abrazaron a don Gabo, pero yo seguía en sus brazos y me apachurraron.

—Mewww… —me quejé.

—¡Ay, ya le andamos abollando al michi…! —rio Joel secándose las lágrimas.

Se despidieron unas trecientas veces más. Salieron de la librería gritando de felicidad con sus libros.

Una semana después, en nuestra puerta apareció un paquete con un mensaje:

Grasias por las istorias y la sena. Mi mamá dijo que era el mejor regalo que a resibido en su bida… después de sus dos hijos.
Joel y Sam

Entramos a la librería y abrimos el paquete. En el interior había una corbata de moño roja y tres latas de comida para gato. Seguramente las habían robado.

Don Gabo se echó a reír y se cambió de corbata para estrenar

Yo comí como rey por tres días gracias a nuestros nuevos amigos.+

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Rodrigo Morlesin. Escritor, diseñador y traductor de libros para niñas y niños. También es editor y diseñador en la Unesco México. @rodrigo_morlesin (Instagram) <www. morlesin.com>

LEÍDOS LOS

FICCIÓN

LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE

Matt Haig

EDITORIAL PATRIA

Entre la vida y la muerte hay una biblioteca. Y los estantes de esa biblioteca son infinitos. Cada libro da la oportunidad de probar otra vida que podrías haber vivido y de comprobar cómo habrían cambiado las cosas si hubieras tomado otras decisiones... ¿Habrías hecho algo de manera diferente si hubieras tenido la oportunidad?

CUENTOS GATUNOS

Varios autores

EDICIONES GANDHI

Explora el lado más siniestro de los felinos con esta antología de cuentos de horror escritos por célebres maestros de la literatura. En el reino gótico de Edgar Allan Poe, los gatos son heraldos de la fatalidad. El terror cósmico de Lovecraft devela el funesto destino de quien perturba el orbe felino. Una pantera brasileña lleva a Conan Doyle a escudriñar los límites entre lo extraño y lo racional. Sheridan Le Fanu recurre a la mitología celta para incursionar en el territorio de lo sobrenatural.

TAN POCA VIDA

Hanya Yanagihara LUMEN

¿Qué dicen y qué callan los hombres? ¿De dónde viene y adónde va la culpa? ¿Cuánto importa el sexo? ¿A quién podemos llamar amigo? Y, finalmente, ¿qué precio tiene la vida cuando ya no tiene valor? Para descubrir eso y más, aquí está Tan poca vida, una historia que recorre más de tres décadas de amistad en la vida de cuatro hombres que crecen juntos en Manhattan. Cuatro hombres que tienen que sobrevivir al fracaso y al éxito y que, a lo largo de los años, aprenden a sobreponerse a las crisis económicas, sociales y emocionales.

LOS SIETE MARIDOS DE EVELYN HUGO

Taylor Jenkins Reid

UMBRIEL

Evelyn Hugo, el icono de Hollywood que se ha recluido a su edad madura, por fin decide contar la verdad sobre su vida llena de glamour y de escándalos. Pero cuando para ello elige a Monique Grant, una periodista desconocida, nadie se sorprende más que la propia Monique. ¿Por qué ella? ¿Por qué ahora? Monique no está precisamente en su mejor momento. Su marido la abandonó y su vida profesional no avanza. Aun ignorando por qué Evelyn la ha elegido para escribir su biografía, Monique está decidida a aprovechar esa oportunidad para dar impulso a su carrera.

ROMPER EL CÍRCULO

Colleen Hoover

PLANETA

A veces quien más te quiere es quien más daño te hace. Lily no siempre ha tenido una vida fácil, pero eso nunca le ha impedido luchar por lo que quiere y ha recorrido un largo camino para llegar a donde está ahora. Su vida comienza a cambiar el día que Ryle Kincaid, un extraordinario neurocirujano, se fija en ella. Ryle es asertivo, terco, tal vez incluso un poco arrogante, pero también es sensible, tremendamente atractivo, brillante, y tiene una debilidad total por ella. Todo en él es perfecto, salvo su completa aversión a las relaciones, así que cuando Lily se da cuenta de que ella es la excepción a su regla de no tener citas, no puede evitar preguntarse por qué ha tomado esa decisión.

HEARTSTOPPER 5

Alice Oseman V & R EDITORAS

JÓVENES

ALAS DE SANGRE

Rebecca Yarros PLANETA

HÁBITOS ATÓMICOS

James Clear PAIDÓS MÉXICO

Este libro parte de una simple pero poderosa pregunta: ¿sómo podemos vivir mejor? Sabemos que unos buenos hábitos nos permiten mejorar significativamente nuestra vida, pero con frecuencia nos desviamos del camino. ¿Por qué es tan fácil caer en los malos hábitos y tan complicado seguir los buenos? James Clear nos brinda fantásticas ideas basadas en investigaciones científicas, que le permiten revelarnos cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida y mejorarla.

ESTE DOLOR NO ES MÍO. IDENTIFICA Y RESUELVE LOS TRAUMAS FAMILIARES HEREDADOS

Mark Wolynn

ESPASA MÉXICO

La evidencia científica muestra que los traumas pueden ser heredados. Existen pruebas fiables de que muchos problemas crónicos pueden tener su origen no en nuestras vivencias inmediatas o en desequilibrios químicos de nuestro cerebro, sino en las vidas de nuestros padres, abuelos o bisabuelos. Esta obra innovadora aporta una lúcida comprensión de los traumas heredados y ofrece poderosas herramientas para acabar con el sufrimiento que producen.

CÓMO HACER QUE TE PASEN COSAS BUENAS

Marian Rojas Estapé

ESPASA MÉXICO

Las cosas buenas precisan un plan. Uniendo el punto de vista científico, psicológico y humano, la autora nos ofrece una reflexión profunda, salpicada de útiles consejos y con vocación eminentemente didáctica, acerca de la aplicación de nuestras propias capacidades al empeño de procurarnos una existencia plena y feliz: conocer y optimizar determinadas zonas del cerebro, fijar metas y objetivos en la vida, ejercitar la voluntad, poner en marcha la inteligencia emocional, desarrollar la asertividad, evitar el exceso de autocrítica y autoexigencia, reivindicar el papel del optimismo.

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

Viktor E. Frankl

HERDER

El doctor Frankl, psiquiatra y escritor, suele preguntar a sus pacientes aquejados de múltiples padecimientos: ¿por qué no se suicida usted? Y, muchas veces, de las respuestas extrae una orientación para la psicoterapia a aplicar: a éste, lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un talento, una habilidad sin explotar; a un tercero, quizás, sólo unos cuantos recuerdos que merece la pena rescatar del olvido. Tejer estas tenues hebras de vidas rotas en una urdimbre firme, coherente, significativa y responsable es el objeto con que se enfrenta la logoterapia. En esta obra, Viktor E. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de este enfoque.

MEDITACIONES

Marco Aurelio

EDICIONES GANDHI

A lo largo de los siglos, las Meditaciones de Marco Aurelio han sido reconocidas como un lúcido instrumento de introspección y análisis, un incisivo breviario filosófico, un libro de su propia memoria lleno de sabiduría, orientación práctica y profunda comprensión del comportamiento humano. No hay definición que pueda abarcar la complejidad de esta obra única, que el emperador Marco Aurelio (121–180 e. c.) escribió en los últimos años de su vida, en la que examina su pasado y su propia conducta, en un marco de referencia ético y filosófico basado en un enfoque estoico.

INVISIBLE

Eloy Moreno NUBE DE TINTA

ANTES DE DICIEMBRE (MESES A TU LADO 1)

Joana Marcús MONTENA

EL LADRÓN DEL RAYO (PERCY JACKSON Y LOS DIOSES DEL OLIMPO 1)

Rick Riordan

SALAMANDRA INFANTIL Y JUVENIL

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NO FICCIÓN

ELECTRÓNICOS ARTE Y RECREACIÓN

EN AGOSTO NOS VEMOS

Gabriel García Márquez

DIANA

Como cada 16 de agosto, Ana Magdalena Bach toma el transbordador para llegar a la isla donde está sepultada su madre, se registra en el hotel habitual, compra un ramo de gladiolos, pasa la tarde en el cementerio y, al día siguiente, regresa a casa con su familia. Sin embargo, esta vez el encuentro inesperado con un hombre cambiará para siempre su rutina invitándola cada año a escapar por una noche de la vida que ha construido con su esposo e hijos.

EL FABRICANTE DE MUÑECAS

R. M. Moreno

ROCA EDITORES

Karolina es una muñeca que vive en la Tierra de las Muñecas. Pero cuando los reyes de su país son derrocados, será enviada a la ciudad humana de Cracovia, en Polonia, donde reencarnará en una nueva muñeca de la tienda de juguetes propiedad de un veterano de la Primera Guerra Mundial, un hombre con un poder inusual y un pasado marcado. Esta novela, que mezcla los cuentos de hadas y el folklore, nos recuerda la importancia de la creatividad y del amor en tiempos de dolor y guerra.

TERAPIA PARA LLEVAR

Ana Pérez, Nací Dramática

MONTENA

¿Estás desconectado de ti mismo? ¿Sientes que te pasa algo, pero no sabes qué es? ¿La opinión de los demás suele condicionarte? Los pequeños malestares cotidianos son una gran oportunidad para mejorar. En Terapia para llevar encontrarás 20 conceptos clave de psicología y 5 herramientas prácticas para llevar mejor el día a día.

ALAS DE HIERRO

Rebecca Yarros

PLANETA

Todos esperaban que Violet Sorrengail muriera en su primer año en el Colegio de Guerra de Basgiath, incluso ella misma. Pero la Trilla fue tan solo la primera de una serie de pruebas imposibles destinadas a deshacerse de los pusilánimes, los indignos y los desafortunados. Ahora, la voluntad de sobrevivir no será suficiente, porque Violet conoce el secreto que se oculta entre los muros del colegio y nada, ni siquiera el fuego de dragón, será suficiente para salvarlos.

LA LEY DEL ESPEJO

Yoshinori Noguchi

COMANEGRA

En 2010, los lectores de España y América Latina descubrieron este relato de Yoshinori Noguchi y las reflexiones que lo acompañan. Esta enseñanza, a medio camino entre el coaching y las constelaciones familiares, nos acerca a una filosofía oriental renovada y nos propone pautas claras y efectivas para resolver de raíz los problemas de la vida.

EL PRINCIPITO

Antoine de Saint-Exupéry EDICIONES GANDHI

DESTROZA ESTE DIARIO

Keri Smith

PAIDÓS MÉXICO

EL LIBRO SALVAJE

Juan Villoro FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

DESCUBRE A LOS MEJORES AMIGOS

Tomas García Cerezo

HACHETTE BIENESTAR

Los mejores amigos de los héroes de las películas de Disney y Pixar están listos para ser descubiertos sólo con llenarlos de color. Cada lámina esconde un buen amigo que te encantará con su simpatía y genialidad. Esta actividad con guía de colores, además de ser recreativa, te dará grandes beneficios para relajarte, y hará que se te olviden las situaciones de estrés del día.

DESCUBRE A LOS MÁS VILLANOS

Tomas García Cerezo

HACHETTE BIENESTAR

Los más villanos de las películas Disney se reúnen aquí, pero no es fácil descubrir quién se encuentra en cada página. Habrá que descubrir a los malvados personajes coloreando los dibujos y siguiendo la guía de color. Esta actividad, además de recreativa, te brindará bienestar mientras gestionas tus emociones y te tomas un respiro.

TAYLOR: FROM THE VAULT Varios autores

ALTEA

Por primera vez, Taylor llega a Latinoamérica y es un punto de inflexión para toda una generación que lleva años esperando disfrutar de sus canciones en vivo y poder tenerla cerca. Por fin llegó lo que tanto deseábamos y nos gustaría tener una enorme caja fuerte para guardar este momento tan valioso, un espacio seguro para conservar nuestros recuerdos más preciados para siempre. Estas páginas intentan convertirse en ese rincón para preservar las mejores eras vividas.

COCINOLOGÍA

Dorling Kindersley

DORLING KINDERSLEY (DK)

Descubre con Cocinología los conceptos fundamentales de la cocina revelados junto con prácticos consejos y técnicas paso a paso, que harán de tu cocina un auténtico laboratorio. Encuentra las respuestas a las preguntas que hasta ahora no tenían solución con capítulos dedicados a los principales alimentos y preparaciones: carnes, aves, pescados, legumbres y cereales o vegetales.

VAN GOGH PARA COLOREAR. LIBRO ANTIESTRÉS

NUEVA IMAGEN

En este fascinante álbum para colorear se podrán apreciar algunas de las más grandes pinturas de Vincent Van Gogh, así como las técnicas que utilizaba para pintar. El libro está diseñado para reducir el estrés mientras se pintan y recrean las obras de arte. El álbum incluye un ejemplo de paleta de colores, instrucciones sobre técnicas de coloreado, once páginas con las pinturas a todo color y láminas para colorear que son fáciles de desprender.

DIARIO DE GREG 1 UN RENACUAJO

Jeff Kinney MOLINO

MIS PASTELITOS. LIBRO PARA COLOREAR

Gris Verduzco ALTEA

NIÑOS
19

aprendemos

gatos de los Lo que

(basado en el libro de Paloma Díaz-Mas)

La paciencia, la constancia, la capacidad de esperar sin obtener un resultado inmediato.

Los seres humanos –piensa el gato–padecen una enfermedad congénita degenerativa que se llama razón.

Acariciando al gato nos asomamos a cómo debe ser la vida: centrada en el instante.

Una de las virtudes más apreciadas por el gato es la moderación.

El gato, en cambio, no conoce la angustia. Su miedo dura sólo un momento. El nuestro se prolonga en el tiempo.

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Tema del mes

Don BlanquitoLavadoro

Raquel Castro

Hace algún tiempo encontré un número especial de una revista de divulgación científica. Lo que tenía de especial es que estaba dedicado a los gatos. Tenía un artículo muy interesante acerca de cómo nos hemos ido domesticando mutuamente los seres humanos y los gatos desde hace miles de años, y otro acerca de cómo se han ido creando las distintas razas de gato, todo a partir de que el ser humano fomenta que los gatitos que más le gustan sean los que más se reproduzcan, de modo que ciertas características se extienden mientras que otras desaparecen.

Por ejemplo, a nuestros antepasados les gustaban los felinos que no maduraban; es decir, que a pesar de ya adultos mantenían características infantiles como la curiosidad, el gusto por el juego, la ternura. Por eso los gatos actuales se portan como bebés, aunque ya tengan edad de peinar canas (bueno, de lamer canas). Eso también pasa con los perros y otros animales de compañía: preferimos que tengan siempre un carácter juvenil.

Pero otro texto de la revista hablaba de una característica que no tienen ni los perros ni otros animalitos de los que conviven con nosotros: la de haberse domesticado sólo a medias y, al parecer, por decisión unilateral. O sea que no fue que la gente empezara a dejarles comida a los gatos a ver si se acercaban a vivir en sus aldeas, sino que los gatos vieron que en las poblaciones humanas había cosas que les convenían y decidieron quedarse ahí. ¿Sabían que los gatos salvajes no maúllan? Esa característica la desarrollaron especialmente para los humanos y, según los especialistas, precisamente para que digamos “aw, qué tierno” y nos dediquemos a darles por su lado. Dicho de otro modo, son manipuladores, astutos y un poquito salvajes. Y eso, precisamente, hace que a mucha gente le caigan mal y que otras personas los quieran tanto.

Este texto que les cuento explicaba, además, cómo fue que los gatos se volvieron compañeros inseparables de los monjes medievales. A primera vista, puede parecer extraño, porque los lugares favoritos de los primeros gatos domésticos eran los graneros y los almacenes de alimentos: ahí había más posibilidades de que encontraran ratas y otras alimañas de las que se alimentaban. Pero resulta que a los monjes medievales les encantaba tener libros, que en esos tiempos eran carísimos, difíciles de reemplazar y encuadernados en piel vacuna, por lo que a los ratones les fascinaba comérselos. A los libros, no a los monjes. Y entonces los gatos empezaron a meterse en los lugares donde los monjes copiaban a mano y guardaban los libros, esto es, escritorios y bibliotecas. Y mientras estos gatos se daban la gran vida, mantenían a raya a los ratones y les evitaban pérdidas culturales y económicas a las abadías y conventos. Así comenzó la bonita amistad entre gatos y personas de la vida religiosa. Esto explica por qué los historiadores han encontrado pergaminos medievales con huellas de patitas de gatos, muchísimas ilustraciones de gatos en los márgenes de libros antiguos y ¡hasta un poema medieval dedicado a un gato! ¿No es genial? A la fecha no se sabe quién es el autor de ese poema, porque forma parte de las anotaciones de una especie de cuaderno que probablemente perteneció a un monje que seguro no perdía sus útiles escolares, por lo que no tuvo que ponerle su nombre. Esto lo digo porque yo, de niña, todo lo perdía; y mi mamá acabó poniéndoles a todos mis cuadernos, libros, suéteres y demás útiles una etiqueta que decía: “Si me encuentras perdido, llévame con Kiquel”. Claro que la mayor parte de la gente en la escuela no sabía que en casa me decían Kiquel, pero ésa es otra historia que dejaremos para otra ocasión.

Volviendo al poema medieval, lo que sí se sabe es que fue escrito en irlandés antiguo por ahí del siglo ix e. c., y que habla de la relación entre el monje anónimo y su gatito, llamado Pangur Ban. Según los estudiosos del tema, ban es “blanco” en irlandés antiguo, y pangur significaría “batán”: una máquina que se usaba para limpiar las telas en el proceso de hilado. Así que podríamos decir que, hoy en día, Pangur Ban sería algo así como “don Blanquito Lavadoro”, que suena genial para nombre de gato. Volviendo al poema, hay varias versiones en libros infantiles, pero me temo que aún no han traducido alguna al español, lo cual es una pena. Lo que sí hay es una película animada que hasta estuvo nominada al Óscar, y ésa sí se encuentra en plataformas de video doblada o subtitulada. Se titula El secreto del libro de Kells y se las recomiendo mucho. En todo caso, desde los tiempos de Pangur Ban hasta los nuestros, los gatos no han escaseado en el mundo editorial, particularmente en los libros dirigidos a los lectores más jóvenes. Hay de todo: desde los ejemplares de páginas gruesas, dibujos llamativos y pocas palabras, que sirven más para jugar que para leer, pero que cumplen con la importante función de familiarizar a los niños y las niñas más peques con estos amados objetos, hasta las sagas de aventuras o los manga, tan populares ahora entre las y los adolescentes. Hay libros en los que todo gira en torno a un gato y otros en los que los mininos representan un pretexto para hablar de otros temas. Están los de ficción, pero también los de ensayo y poesía; y lo mismo podemos encontrar ediciones económicas que lujosas publicaciones en pasta dura e ilustraciones a todo color. Yo, que me confieso admiradora absoluta de los gatos desde antes de haber aprendido a leer, disfruto mucho con estos libros. Me encanta ver cómo interpreta cada autor o autora las características más sobresalientes de los felinos: su independencia, que a veces es considerada como seguridad en sí mismos y a veces como frialdad; su astucia, que en algunas obras parece simpática y en otras, abusiva; sus siestas de 18 horas, que pueden ser prueba de un carácter zen o de flojera, al gusto de quien escribe. Me gustan los libros en los que los gatos son completamente gatos y los que nos los presentan antropomorfizados, pero, sobre todo, me gustan los libros ilustrados.

Tema del mes

Uno de mis primeros favoritos fue Ningún beso para mamá, de Tomi Ungerer. De niña, yo tenía que ir a casa de una de mis tías para poder encontrarme con este simpático libro, que cuenta la historia de un niño-gato que siente que ya es grande y que, por lo tanto, ya no quiere que su mamá le diga “bollito de miel” o le dé besos cuando lo va a dejar a la escuela. Por supuesto, eso rompe el corazón de su mamá y se vuelve un verdadero problema, porque ninguno de los dos entiende el punto de vista del otro. Publicado originalmente en inglés en 1973, es un libro irreverente y divertido, que sintiéndose actual. Para mí, lo mejor de todo son las ilustraciones, hechas en carboncillo por el mismo Ungerer, con un grado de detalle tal que estoy segura de que al mismísimo Pangur Ban le hubieran gustado. Ningún beso para mamá se consigue de tanto en tanto, cuando a la editorial Anaya le da por reimprimirlo. Hay que estar al pendiente, porque sí es una joyita.

Y ya que estamos en el tema de los libros más antiguos, no quiero dejar pasar la ocasión de mencionar a uno de los gatos más famosos de la literatura infantil: el gato con botas. Este personaje nunca ha pasado de moda, quizá por su astucia o por su excelente gusto para la moda; pero, por si eso fuera poco, las películas de Shrek lo volvieron a poner en el imaginario colectivo recientemente (y nada menos que con la voz de Antonio Banderas). Sin embargo, su historia viene de muy muy atrás. No tanto como el poema de don Blanquito Lavadoro, pero casi. La versión escrita más antigua que nos ha llegado data de 1553: es el cuento “El gato de Constantino, el afortunado”, del escritor italiano Giovanni Francesco Straparola, publicado en el segundo tomo de su colección Las noches divertidas. Esta primera versión no es específicamente para niños y no tiene ni botas ni marqués de Carabás, pero fuera de eso, y de que el gato es en realidad un hada, resulta prácticamente idéntica a las variaciones que conocemos. Para quienes tienen gato en casa, uno de los mejores momentos de la narración de Straparola será cuando el hada con forma de gato baña a su amo con la lengua para dejarlo guapito y limpio. Al menos a mí me ha tocado ser sometida a ese tratamiento más de una vez.

Parece que la historia del gato que ayuda a su humano a conseguir riquezas y esposa era, antes de Straparola, una narración oral muy conocida por toda Europa, por lo que no sorprende que haya muchas otras versiones: la italiana de Giambattista Basile (1634), la francesa de Charles Perrault (1697) y, mi favorita, la alemana de Ludwig Tieck (1797), que está escrita como obra de teatro y es divertidísima. Cualquier edición que consigan será muy linda, sin lugar a duda, pero si hubiera que escoger sólo una, yo recomendaría la del Fondo de Cultura Económica: es un libro álbum con la versión de Perrault, en traducción de Francisco Segovia e ilustraciones de Gabriel Pacheco: una verdadera belleza a muy buen precio.

Me imagino que a estas alturas ya se habrán dado cuenta mis lectores de que soy una fan declarada de los libros infantiles, de los gatos y, muy especialmente, de los libros infantiles sobre gatos. Por lo tanto, supongo que a nadie le parecerá extraño el gusto que sentí cuando me encontré por primera vez con la editorial española Lata de Sal, fundada en 2012, y que comenzó publicando exclusivamente libros álbum relacionados con gatos. Desde 2018, más o menos, tienen otras dos colecciones: Vintage, que es

de libros originalmente publicados hace más de 30 años, y Afortunada, con libros de diferentes lugares y culturas, pero la colección Gatos sigue siendo la principal. El primer libro de Lata de Sal que me encontré fue La caja más grande del mundo, escrito e ilustrado por Carmen Corrales. Éste cuenta la historia de una gatita que colecciona tantas cosas que se queda sin espacio (me recordó a mí misma, ay, que a veces me da por la acumulación). Es tierno, afable, y sus ilustraciones son muy hermosas: todo lo que uno puede esperar de un libro álbum infantil que se respete. Pero la colección abarca también otros géneros. Por ejemplo, Macavity, de T. S. Eliot, ilustrado por Arthur Robins. Éste es uno de los poemas que Eliot incluyó originalmente en Old Possum’s Book of Practical Cats, traducido al español como El libro de los gatos sensatos de la vieja zarigüeya por Juan Bonilla y publicado por Nórdica Libros en 2021 (¡con las ilustraciones originales que le hizo el gran Edward Gorey!). El poemario original, que fue la base de la obra de teatro musical Cats (y de la película fallida con el mismo título) tiene 14 textos y se ha vuelto un libro indispensable para los entusiastas de los felinos, pero puede resultar complicado de leer para los más pequeños. En cambio, el Macavity de Lata de Sal se trata de una buena alternativa para comenzar el acercamiento. Mucho mejor que la película, me permito insistir. Pero si la quieren ver, allá ustedes: no seré yo quien los detenga.

Otro poemario publicado por Lata de Sal es Podría hacer pis aquí y otros poemas escritos por gatos, de Francesco Marciuliano, traducido por Mariola Cortés e ilustrado con fotografías de diversos artistas. No son poemas “de verdad”, como los de Eliot, pero sí un juego literario divertido (¿de qué escribiría un gato poeta?). Siguiendo con Lata de Sal, actualmente le tengo el ojo puesto a su Alicia en el país de las miauravillas, también escrito e ilustrado por Carmen Corrales, en el que la niña sueña que es una gatita, y la gatita sueña, a su vez, que es otros seres y se encuentra con personajes clásicos de la historia original de Carroll. Al revisar el sitio web de la editorial para verificar algunos datos, me acabo de encontrar con otro título que me llamó la atención: Todo es gato (Cat Person), una colección de historietas de la artista Seo Kim. Nacida en Seúl, Corea del Sur, y emigrada a Canadá desde muy pequeña, la ilustradora vive en Estados Unidos. Su estilo, a la vez inocente y extraño, me pareció extrañamente familiar. Al investigar sobre ella, me enteré de que trabajó haciendo storyboards para Hora de aventura, una serie animada buenísima. Eso lo explica todo y hace que den más ganas de conseguir su libro.

Pero Lata de Sal no es la única editorial con libros ilustrados de gatitos, por supuesto. De hecho, hay varios sellos mexicanos que han caído en la tentación. Por ejemplo, viene a mi mente un libro álbum muy hermoso y bastante inusual que apareció en La Cifra Editorial: ¿Me has visto?, con texto de Kuo Nai-Wen e ilustraciones de Zhou Jian-Xin, ambos artistas taiwaneses. Ilustrada a lápiz, sin palabras (excepto un texto muy breve en la última página), se trata de una obra bella y melancólica sobre un hombre que encuentra en la calle un gato, lo recoge y luego lo pierde.

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Una anécdota sencilla, pero muy conmovedora por la manera en que está ilustrado el libro. Creo que incluso podría ayudarnos a los adultos a abordar con los niños el tema de una mascota que se pierde o muere.

Hablando de gatos que se pierden, otro libro que aborda este tema, pero con un tono más juguetón y alegre, es Óscar y los gatos lunares, de Lynda Gene Raymond y Nicoletta Ceccoli, traducido por Alvar Zaid para la editorial española Thule. Éste nos cuenta la aventura de Óscar, un gato al que le gusta tanto brincar que llega a la Luna, donde se encuentra con otros felinos que han olvidado que fueron terrícolas y que tenían niños que los querían. Óscar está a punto de quedarse con ellos, pero se arriesga a volver porque en casa hay alguien que lo extraña. No es una tarea fácil, pero ¿quién ha dicho que a los gatos les gusta lo fácil?

Y ya que estamos en el departamento de gato + Luna, me parece un buen momento para recomendar uno de mis favoritos: Luna de gatos, del maravilloso artista gráfico José Ignacio Solórzano, mejor conocido como Jis. Luna de gatos, el primer libro específicamente para niños de su autor, es una colección de láminas en las que se conjuntan el humor, la poesía y la filosofía. A ratos enigmático y sorprendente, a ratos alocado, es de esos libros que se quedan en la mente del lector mucho tiempo después de haber terminado de leerlos. Lo encuentran en la editorial tapatía Pollo Blanco.

Probablemente los amantes de los gatos integramos una especie de cofradía. Iba a escribir que quizá somos una sociedad secreta, pero de eso nada: a la menor provocación comenzamos a hablar de lo que nos sorprende y lo que nos irrita de ellos; compartimos anécdotas, fotos y hasta recetas (no para comer gatos, sino para prepararles alguna golosina). Si alguno de los reunidos resulta, además, entusiasta de los libros, saldrá muy pronto a tema el hecho de que Jorge Luis Borges era también team gatos y les escribió un poema, lo mismo que Pablo Neruda; o que la escritora mexicana Verónica Murguía tiene gatos en su divertida novela Ladridos y conjuros. Claro, también tiene perros. Y magia. (Y

Pangur Ban

Yo y Pangur nos abocamos al trabajo, concentrados: él persigue sus roedores, yo conceptos sin errores.

Más que el aplauso del mundo amo el silencio profundo. Y Pangur no desespera: acecha su ratonera.

Aquí estamos muy contentos, los dos solos, más que atentos, al deleite y ejercicio de este sigiloso oficio.

Muchas veces con fruición Pangur Ban caza un ratón, otras yo hallo buen uso a más de un pasaje abstruso.

Su penetrante visión no se aparta del rincón; mi ojo pugna por ver en cada letra el saber.

Cuando aparece una rata con gusto Pangur la mata. Y yo soy pura alegría si sé lo que no sabía.

Vivimos en este plan yo y mi gato Pangur Ban: diligentes, siempre al punto, cada uno en sus asuntos.

Por practicar con tesón Pangur se ha vuelto un campeón; y yo con perseverancia pongo luz en mi ignorancia.+

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Tema del mes
Raquel Castro es guionista, escritora, traductora y periodista. Como verán, le apasionan los gatos y la literatura infantil y juvenil.
X: @raxxie_

Una conversación con Jordi Soler

Artemisa es una hermosa mujer de ascendencia griega que vive en un pueblo de Veracruz. En este espacio entre mítico y real, encuentra la adoración de los habitantes, pero todo romance con ella está condenado a la desgracia. Platicamos con Jordi Soler sobre su novela más reciente, En el reino del toro sagrado, así como del cruce entre las mitologías griega y mexicana, la belleza y sus mecanismos sociales y mucho más.

Tu nueva novela, En el reino del toro sagrado, pone sobre la mesa un problema fascinante: la belleza y su poder. La protagonista es una mujer hermosa que no siempre logra lo que quiere, pero tampoco soporta que no la adoren ni admiren. Artemisa es un personaje encantador que cuestiona la corrección política que marca nuestros días.

Tienes razón, Artemisa es bellísima, pero no soporta que la gente piense que todo lo que tiene se debe a su belleza. Ella, sin duda alguna, ha demostrado tener varios talentos en su rancho, pero su belleza no puede ser ignorada. Cuando quiere ver al alcalde de Los Abismos, el pueblo donde se desarrolla la novela, ni siquiera tiene que esperar en la fila. Artemisa llega a cualquier lugar y las aguas del mar se abren ante ella. Pero también le molesta mucho que ninguna criatura viva —ya sea hombre, mujer o animal— se resista a arrodillarse ante su belleza. Ésta es una contradicción con la que lidia Artemisa, y está relacionada con la falta de corrección política. No porque la situación no exista, sino porque en este punto del siglo XXI es peligroso decir estas cosas. Uno de mis alicientes para escribir esta novela fue ese peligro.

En el reino del toro sagrado me hizo recordar otra de tus incorrecciones políticas: La mujer que tenía los pies feos. ¿Qué te han dicho tus lectores sobre Artemisa? ¿Te han censurado? ¿Te han atacado?

Todavía no. Ha habido algunos comentarios aislados, pero si lees la novela en serio no hay manera de atacarla desde la perspectiva la de corrección del siglo xxi, pues ella limita la visión y el panorama. Esta historia, como suelen ser las historias literarias, va mucho más allá que la perspectiva actual. Confío en que lectores no podrán atacarla desde ese punto de vista. Los pocos ataques benignos que ha recibido son de personas que no la han leído; sus palabras son resultado de una entrevista y por eso la atacan inmediatamente.

En mi novela no convertí a la mujer en un objeto. Encontrarse con Artemisa en un hueco de Los Abismos es como toparse con un tigre de Bengala. Pensemos en un tigre de Bengala que de repente aparece en un pasillo lleno de gente como nosotros. ¿Dónde nos quedamos tú y yo delante de un tigre de Bengala? Tendríamos que escondernos en una habitación, subirnos a la viga del techo, huir, no sólo por el peligro, sino también por lo incómodos que estaríamos en el nuevo escenario que esa hermosa criatura ha creado. Nosotros, querámoslo o no, tendríamos que ser absolutamente devotos de su belleza, porque su belleza es idéntica a su poder poder.

Tengo la sensación de que detrás de toda esta fascinación, de todo este poder, de esta capacidad que tiene la belleza para someternos, En el reino del toro sagrado también hace una crítica a ciertos usos de la belleza.

Ésa es la impresión correcta. Creo que lo que sucede En el reino del toro sagrado es como tú lo dices. Incluso, en uno de los capítulos de la novela se muestra la obsesión que el narrador tiene con las rubias, con las rubias de México… Con las mujeres que pueden hacerlo todo, con las que tienen las puertas abiertas en los restaurantes, con las que le piden al valet parking que vaya a llenar el tanque de gasolina de su coche. Este capítulo es una especie de letanía sobre las rubias que todo lo pueden en México. Al igual que en la mitología griega, en nuestro país se cree que las rubias son las buenas y que las mujeres de piel oscura son las malas, las feas y las apestosas, como Vulcano. He pensado que la manía por las rubias cubre el mundo occidental y no sólo a México. Los griegos, hace miles de años, inocularon esa idea en todas las naciones que crecían en el lado occidental del planeta. México es un subcapítulo de esta trama antiquísima.

Entrevista 26
Ve la entrevista en mascultura.mx

En México, la discriminación social está muy relacionada con la apariencia de las personas, y éste es uno de los temas principales de la novela. Mientras más indígena parezcas, menos oportunidades tendrás en la vida. Y si tienes cara más o menos europea, lo tendrás mucho más fácil por tu apariencia. Creo que esto es uno de los problemas más importantes de nuestro país, y lo más triste de todo es que nadie tiene la culpa de cómo nace con su apariencia. Y, sin embargo, en México y en los países latinoamericanos, ella es fundamental para sobrevivir.

Esto me parece una gran injusticia y quizá sea el punto clave de los problemas sociales en México, y se aborda en En el reino del toro sagrado. No quiero asustar a mis lectores: no se trata de un estudio de la mitología griega ni es un tratado sociológico sobre la desigualdad, es algo que simplemente forma parte de su trama.

¿Por qué unes mitos tan distantes de un lugar tan cercano a ti como Veracruz? ¿Cuáles son los nexos entre En el reino del toro sagrado y Los hijos del volcán, tu novela anterior?

Quizás porque en realidad no están tan lejos. Los mitos son una colección de experiencias que hace miles de años vivieron personas como nosotros, con los mismos miedos, anhelos y necesidades. Y todo lo que se escribió entonces son experiencias que aún pueden sucederte como ciudadano del siglo xxi.

En el reino del toro sagrado hay un cruce con la mitología mexicana originaria, porque en el fondo es la misma historia: un catálogo de situaciones y experiencias que nos pueden ayudar a los ciudadanos de este siglo. México y Grecia representan dos territorios basados en el mito. Los mexicanos estamos todo el tiempo afectados por mitos, somos los hijos de Quetzalcóatl, somos seres absolutamente duales. Nos arrastramos por la tierra porque volamos en el aire. Somos el agua quemada, el agua combinada con el fuego. Ésta una combinación que parece imposible, pero resulta totalmente posible. De todas estas contradicciones que proponen los mitos estamos hechos los mexicanos y por eso tenemos un vínculo muy importante con los mitos griegos.

Tengo que decir que esta idea no es mía. Alfonso Reyes estableció esa conexión entre los mitos griegos y los mexicanos, posteriormente explorada por Carlos Fuentes. José Vasconcelos también escribió sobre esto. Cada uno le dio una dirección diferente y un destino muy singular. Lo que hago en esta novela es unirme a la tradición de escritores mexicanos feroces que exploran la mitología. Por otro lado, y me encanta que menciones Los hijos del volcán porque tienes toda la razón, hay una conexión mitológica que une estas dos novelas.

He sido un lector de mitos desde muy joven, por eso siempre me han servido como punto de referencia y para desenredar algunas situaciones. Cuando estaba escribiendo Los hijos del volcán, pensé que la violencia de la mitología se relaciona con la violencia que existe en Veracruz. Por eso, en esta novela y en la anterior he intentado abordar de manera muy sutil el tema del narcotráfico y el crimen organizado. La violencia que quise reflejar en estos libros es la violencia de la mitología, la que surge de la tierra, la que emana del volcán. México es un país que va a dos velocidades. Sus metrópolis, como Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, son comparables a cualquier ciudad europea, pero el ámbito rural está 300 años atrás, ni mejor ni peor.

Pero también hay otra forma de violencia que se presenta, la que surge de tu personaje, al que le llaman marica.

Él es un personaje dual: por un lado, la gente lo encuentra repulsivo, pero también se trata de la celebridad del pueblo. Él es un gran inventor, capaz de reparar todos los aparatos electrónicos. Se vuelve una persona muy apreciada y a la que la gente recurre. Quiero que quede muy claro quién es y lo que es capaz de hacer. Creo que el chico gay le da un toque especial a los machitos del pueblo. Eso es crucial.+

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ITAM: las carreras del futuro

El mundo cambia con gran velocidad y las instituciones de educación superior corren el riesgo de quedarse atrás. En muchas ocasiones, la rapidez que caracteriza a la creación de nuevos conocimientos y tecnologías supera a la que tienen los planes de estudio. Estar en la vanguardia del conocimiento es un reto de gran calibre que se afronta y se supera en el itam gracias a la creación de dos nuevas carreras en las que la excelencia académica y la excelencia humana se conjuntan: Ingeniería en inteligencia artificial y dirección en mercadotecnia. La primera de ellas permite a sus egresados participar en la nueva revolución tecnológica, mientras que la segunda los dota de los conocimientos y la capacidad de análisis para tomar decisiones de marketing gracias a la información cuantitativa y cualitativa.

Cecilia Ortiz, quien tiene a su car go la licenciatura en dirección en mercadotecnia, nos dice: “El objetivo de esta licenciatu ra es preparar a nuestros estudiantes no sólo para operar el marketing, sino también para que sean las personas que toman las decisiones. Por esta razón, en el itam les ofrecemos la parte creativa, pero asumimos que nuestro fin no es formar a las personas encargadas de crear los anun cios. Lo que realmente les ofre cemos a nuestros alumnos es dotarlos de los criterios para que evalúen si la publicidad o la investigación de mercado que le ofrecen a una empresa son realmente viables para los planes de mercadotecnia y, además, determinar si el producto que se está desarrollando será bien recibido en el mercado. Para tener esas habilidades, los alumnos necesitan estar al tanto de la tecnología, de la utilización de los datos y poseer conocimientos analíticos para tomar decisiones con fiables. Por esta razón también tendrán una formación financiera, contable, presupuestal y analítica, sólo así podrán convertirse en las personas que toman las decisiones en la empresa”. La propuesta de Cecilia Ortiz no corre en el vacío, pues actualmente 60% de los egresados del itam ocupan puestos directivos en las empresas donde trabajan.

Por su parte la ingeniería en inteligencia artificial del itam tiene un objetivo preciso: “Formar expertos en la aplicación de técnicas de inteligencia artificial para crear, aplicar, optimizar, sintonizar y llevar a producción soluciones integrando eficientemente software y hardware. Además, ellos tendrán la capacidad para liderar el desarrollo y la innovación de modelos de inteligencia artificial para resolver problemas”. Lo interesante del modelo educativo del itam es que este tipo de saberes y habilidades no sólo están marcados por la excelencia académica, sino también por la excelencia humana que los alumnos hacen suya desde el tronco común de las carreras, en el que su mundo también se abre a las humanidades y al pensamiento social para establecer un compromiso con los demás seres humanos. A este respecto, nos comentó el director de esta carrera: “Creo que se avecina un futuro interesante y también estoy convencido de que tenemos que preparar a la gente para conducirlo y que tenemos que hacerlo bien. La responsabilidad del itam es lograrlo: necesitamos preparar a profesionales que nos guíen en este futuro, pero de una manera ética, responsable y transparente. No podemos permitir que el desarrollo de la inteligencia artificial sólo quede en manos de las corporaciones y los fanáticos, de las personas que no están considerando todos sus aspectos y sus impactos. Sobre todo, si pensamos que afectará a todos los seres humanos”. Adentrarse en las dos nuevas carreras que ofrece el itam abre la posibilidad de transformarse en una de las personas que estarán al frente de las transformaciones que marcarán el futuro, tanto en la inteligencia artificial como en la mercadotecnia, pues ellas no transforman a sus egresados en simples operarios, sino en personas capaces de tener una amplia visión de la realidad, donde el saber, la tecnología y lo humano se entrelazan. Por esta razón vale la pena asomarse a la página del itam y concertar una cita. Las puertas están abiertas. Y, si antes de tomar una decisión necesitas algo más de información, en los siguientes qr están las entrevistas completas de los directores de estas carreras.

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Ve las entrevistas en mascultura.mx Cecilia María Ortiz Fernando Esponda Dani Hoyos Vania Bachur Vania Bachur ALAN ITURIEL Bobicraft

…todo aquí es tan libre, tan posible, tan gato. Julio Cortázar, “El agua entre los dedos”

¿Qué nos hechiza de los gatos? ¿Será su mirada penetrante? ¿Su estoicismo indiferente? ¿La irresistible ternura de cuando son cachorros? ¿La certeza de que una creatura tan hermosa puede también ser una máquina asesina? ¿O todas las anteriores?

Asociados a lo mágico, lo prodigioso y lo misterioso, los gatos han poblado nuestra cultura y nuestras letras desde el origen de lo humano. Es por ello al menos curiosa la ausencia felina de los textos bíblicos y del Corán. A cambio, los egipcios dieron a la diosa Bastet, titular del amor y la sensualidad, atributos gatunos y rindieron devota pleitesía a estos seres peludos.

Gatos de tinta

(y dónde encontrarlos)

San Edgar Alla Poe compensó con creces el soslayo bíblico con aquella obra maestra que es “El gato negro”, pieza tan breve como contundente, que después de dos siglos de escrita sigue espeluznando.

No menos enigmático, si bien más amable, o por lo menos sonriente, el Gato de Cheshire en la pluma de Lewis Carroll acompañó a la pequeña Alicia en parte de su travesía por el País (¿o deberíamos traducirlo como la tierra?) de las Maravillas. Como buen felino, su compañía ofreció poco consuelo y mucho desconcierto.

La inclusión de un gato en la delirante Wonderland no resulta casual: si hay un gremio afín a la felinidad, son los escritores y literatos de ambos sexos.

Poco o nada tuvieron en común Colette y Ernest Hemingway, pero los unió siempre el afecto por los gatos. En ambos casos, compartieron el techo con una horda felina, costumbre que parece repetirse a lo largo del tiempo entre los tundeteclas de todo el espectro creativo.

Véase si no: más allá de ser compatriotas y haber nacido el mismo año, Charles Bukowski y Ray Bradbury tienen pocas o nulas coincidencias. Uno, lépero transgresor y apologista del alcohol, cultivador del más llano realismo; el otro, afecto al helado de vainilla, poeta de la imaginación. No obstante, los dos fueron devotos felinófilos que siempre se procuraron la compañía gatuna. Todos estos ejemplos demuestran que el amor por los gatos puede unir a los espíritus más dispares.

Tanto Jorge Luis Borges como Julio Cortázar, a quienes (como diría de Marco A. Almazán) parecían unir sus di ferencias y separar sus similitudes, fueron sumos sacerdotes del culto a los gatos. Se cuenta que cuando era director de la Biblioteca Nacional de Argentina, Borges pedía todas las mañanas a un felino que habitaba el edificio permiso para entrar. Borges, por cierto, bautizó a uno de sus gatos como Beppo, en honor al gato de otro amante de los felinos, un tal Lord Byron.

Otros amantes de los gatos notables: Doris Lessing, William Burroughs, Osvaldo Soriano, Patricia Highsmith y Haruki Murakami, entre muchos otros.

En nuestro ámbito nacional también hay notables filiaciones felinas (¿debería escribir feliniaciones?). Vienen a la mente dos casos emblemáticos: el de Elena Garro y su hija, Helena Paz Garro, amantes de los feli nos donde las haya y quienes seguramente ocupan un lugar honorario en el cielo de los gatos.

Pero imagino que el que se lleva las palmas acojinadas es Carlos Monsiváis, con sus decenas de gatos, a los que siempre adoró al grado de permitirles no sólo arañar los muebles de su casa, sino hasta orinar sus preciados libros. Monsiváis bautizó a sus… iba a escribir mascotas, pero creo que lo más apropiado sería compañeros y compañeras, con sonoros nombres como Fray Gatolomé de las Bardas, Miss Oginia, Miss Antropía, Caso Omiso, Chocorrol,

Tema del mes
Bernardo Fernández, Bef
quitó. Twitter: @monorama
Bernardo Fernández, Bef (Ciudad de México, 1972) es dibujante y novelista. Es diseñador gráfico de formación, pero ya se le

Catzinger, Peligro para México y mi favorito, Miau Tse Tung, entre muchos, muchos otros.

Elena Poniatowska tiene un gato al que bautizó Monsi en honor a su amigo de toda la vida, y fue más allá al escribirle como homenaje un libro infantil, Sansimonsi, protagonizado por una versión felina del llorado cronista de la Portales e ilustrado por Rafael Barajas, elFisgón.

No puedo dejar de mencionar a Raquel Castro y Alberto Chimal, quienes además de entrañables amigos y talentosos narradores son también amorosos dueños de Pulgas y Morris, convertidos en celebridades en la redes sociales de la pareja favorita de la literatura mexicana. Previo a la existencia de las redes sociales, en los ya lejanos años noventa, Grant Morrison, decano de los guionistas de cómics y eterno rival de Alan Moore, escribió durante un par de años las historias de Animalman, superhéroe menor de la DC que a Morrison le sirvió como un vehículo para hablar de los derechos de los animales y promover el vegetarianismo mucho antes de que esos temas se pusieran de moda. En el último número que escribió para la serie, el propio Morrison aparece en el cómic convertido en un personaje de historieta para minimizar los problemas ficticios del protagonista y decirle que todas sus atribulaciones impresas en papel pierden profundidad frente al luto de haber perdido a su gatita en la vida real, Jarmara, en un episodio inusitadamente conmovedor dentro del universo de los superhéroes.

Hablandodecómics,nomencionaraGarfield,acasoelgatomásfamosodel mundo, sería un crimen de lesa gatunidad, publicado en la prensa de todo el mundo desde hace casi 50 años. No obstante, el robusto felino amante de la lasagna no sería nadie sin la existencia de la primera celebridad posthumana de la historia, el ya centenario Gato Félix, personaje de diseño perfecto que, a diferencia de Mickey Mouse, ha perdurado sin cambios fisiológicos notables durante un siglo y cuyos delirantes cortos animados plantaron la semilla de todos los gatos de las historietas y los dibujos animados que vinieron después:Silvestre,DonGatoysuPandilla,StimpyyhastaellascivoGatoFritz. Esteúltimo,creacióndeRobertCrumb,saltódelaspáginasdeloscomicsundergroundalapantallagrandedelamanodelveteranoanimadorRalphBakshi. El resultado fue un largometraje mediocre que sólo trajo dolores de cabeza a Crumb,algradoquedecidióterminarconlavidadesupersonaje,quienmuere enunahistorietabrutalmenteasesinadoamanos(oalas,puesesunaavestruz) de una amante despechada que le atraviesa el cráneo con un picahielos. La fama de Fritz fue tan grande que opacó a una serie similar de otro caricaturista undergroundamigodeCrumb:Nard n’ Pat,deJayLynch,quecontaba las peripecias de Nard, timorato conservador dueño del gato Pat, libertino que mete en gravísimos aprietos a su amo y le baja a las novias. La serie y su autor han sido olvidados, como pasó con casi todos los dibujantes del movimiento subterráneo, opacados por la figura y el talento de Robert Crumb. Pero, si me preguntan por mi historia favorita sobre gatos, dentro y fuera de los cómics, les contestaría que es “El sueño de mil gatos”, escrita por Neil Gaiman para la serie The Sandman e ilustrada por Kelley Jones, adaptada para la serie junto con “Calliope”, que da título al episodio. En él un cachorro felino descubre que alguna vez los gatos dominaron al mundo, manteniendo a los hombres sometidos bajo un reino de terror. ¿Qué cambió?

Indignado,buscaaMorfeo,diosdelossueños,quienleprometequesilogra que mil gatos sueñen al mismo tiempo con recuperar el esplendor perdido, él selosconcederá,pero,¿alguienhavistoalgunavezaDOSgatoshacerlomismo simultáneamente?

No, yo tampoco.

¡Miau!+

Al final del Holocausto, el 90 % de los tres millones de judíos que había en Polonia habían sido aniquilados; de los más de treinta mil judíos que vivían en Radom, sobrevivieron menos de trescientos.

No tenía planeado quedarse toda la noche. Su plan era salir del Grand Duc sobre la medianoche y dormir unas horas en la Gare du Nord antes de tomar el tren de vuelta a Toulouse. Ahora —mira su reloj— son casi las seis de la mañana.

Montmartre causa ese efecto en él. Los clubes de jazz y los cabarets, la multitud de parisinos, jóvenes y rebeldes, incapaces de dejar que nada, ni siquiera la amenaza de la guerra, apague su espíritu; resulta embriagador. Se termina el coñac y se levanta, lucha contra la tentación de quedarse para una última copa; seguro que hay un tren nocturno que puede tomar. Pero piensa en la carta que tiene doblada en el bolsillo de su abrigo y se queda sin aliento. Debería marcharse. Agarra su abrigo, la bufanda y el sombrero, se despide de sus compañeros con un adieu y se abre paso entre las mesas del club, todavía medio llenas de clientes que fuman cigarrillos de la marca Gitanes y bailan al ritmo de Time on My Hands de Billie Holiday.

Fuimos lo s afortun ados

Cuando la puerta se cierra tras él, Addy respira hondo y saborea el aire fresco, puro y frío en sus pulmones. La escarcha de la Rue Pigalle ha empezado a derretirse y la calle de adoquines brilla como un caleidoscopio de grises bajo el cielo de finales del invierno. Sabe que para llegar al tren tendrá que andar deprisa. Se gira y echa un vistazo a su reflejo en la ventana del club, aliviado al ver que el joven que le devuelve la mirada está presentable, a pesar de haber pasado la noche en vela. Está recto, con los pantalones ceñidos a la cintura, los puños bien doblados y arrugados, el pelo oscuro peinado hacia atrás como a él le gusta, ordenado, sin raya. Se rodea el cuello con la bufanda y se dirige a la estación.

Addy supone que en otras partes de la ciudad las calles están tranquilas, desiertas. La mayoría de los escaparates con verjas de hierro no abren hasta el mediodía. Algunos, cuyos dueños han huido al campo, no abren. En los carteles de los escaparates se lee: Fermé indéfiniment. Pero aquí, en Montmartre, el sábado se ha convertido en domingo sin que nadie se dé cuenta y las calles están llenas de artistas, bailarines, músicos y estudiantes. Salen a trompicones de los clubes y cabarets, riéndose y comportándose como si no tuvieran nada de qué preocuparse. Addy hunde la barbilla en el cuello del abrigo mientras camina y levanta la vista justo a tiempo para esquivar a una joven con un vestido de lamé plateado que camina en su dirección con pasos largos.

—Excusez-moi, Monsieur. —Sonríe, sonrojada bajo un sombrero de plumas amarillas. Addy hace una semana podría haber entablado conversación con ella.

—Bonjour, Mademoiselle. —Inclina la cabeza y continúa su camino.

Cuando Addy dobla la esquina de la Rue Victor Masse, donde ya ha empezado a haber cola fuera de Mitchell’s, la cafetería que abre toda la noche, siente un olorcillo a pollo frito que le revuelve el estómago. A través de la puerta de cristal del restaurante puede ver a los clientes charlando con tazas de café humeante y platos colmados de desayunos americanos. En otra ocasión, se dice a sí mismo, y sigue hacia el este en dirección a la estación.

32
del libro
Adelanto
1
Addy

Cuando Addy saca la carta del bolsillo de su abrigo, el tren apenas ha salido de la terminal. Desde que llegó ayer, la ha leído varias veces y no ha pensado en nada más. Pasa los dedos por encima del remite. Warszawska 14, Radom, Polonia.

Puede imaginarse a su madre a la perfección, sentada ante su escritorio de madera satinada con la pluma en la mano, el sol iluminando la suave curva de su mandíbula. La echa más de menos de lo que nunca imaginó cuando se marchó de Polonia a Francia hace seis años. En ese momento tenía diecinueve años y había pensado mucho en quedarse en Radom, donde estaría cerca de su familia, y donde esperaba poder hacer una carrera musical; llevaba componiendo desde que era un adolescente y no podía imaginar nada más satisfactorio que pasarse el día frente a un teclado escribiendo canciones. Fue su madre quien le instó a solicitar plaza en el prestigioso Institut Polytechnique de Grenoble y quien insistió en que fuese una vez fue aceptado.

«Addy, has nacido para ser ingeniero —decía, recordándole la vez que, a los siete años, había desmontado la radio rota de la familia, había esparcido las piezas por la mesa del comedor y luego la había vuelto a montar como si fuese nueva—. No es tan fácil ganarse la vida con la música —decía—. Sé que es tu pasión. Tienes un don para ello, y debes perseguirlo. Pero primero, Addy, un título».

Addy sabía que su madre tenía razón. Así que se fue para ir a la universidad, con la promesa de que volvería a casa cuando se graduase. Pero, en cuanto dejó atrás el ambiente pueblerino de Radom, se abrió ante él una nueva vida. Cuatro años más tarde, con título en mano, le ofrecieron un trabajo bien remunerado en Toulouse. Tenía amigos en todo el mundo: París, Budapest, Londres, Nueva Orleans. Tenía un nuevo gusto por el arte y la cultura, por el paté de foie gras y la perfección mantecosa de un croissant recién hecho. Tenía una casa propia (aunque diminuta) en el corazón de Toulouse y el lujo de volver a Polonia siempre que quisiera, cosa que hacía al menos dos veces al año, para Rosh Hashaná y para la Pascua Judía. Y tenía sus fines de semana en Montmartre, un barrio tan impregnado de talento musical que no era de extrañar que los lugareños compartieran una copa en el Hot Club con Cole Porter, asistieran a una actuación improvisada de Django Reinhardt en Bricktop’s o, como había hecho el propio Addy, contemplaran asombrados cómo Josephine Baker atravesaba al trote del zorro el escenario de Zelli’s con su guepardo domesticado con collar de diamantes. Addy no podía recordar un momento de su vida en el que se hubiera sentido más inspirado para plasmar notas sobre el papel, tanto que había empezado a preguntarse cómo sería mudarse a Estados Unidos, el hogar de los grandes, la cuna del jazz. Soñaba con que tal vez en Estados Unidos podría probar suerte añadiendo sus propias composiciones al canon contemporáneo. Era tentador, si no supusiera alejarse aún más de su familia.

Al sacar la carta de su madre del sobre, un pequeño escalofrío recorre la espina dorsal de Addy.

Querido Addy:

Gracias por tu carta. A tu padre y a mí nos encantó tu descripción del Palais Garnier. Aquí estamos bien, aunque Genek todavía está furioso por lo de su degradación, y no lo culpo. Halina sigue siendo la misma de siempre, tan impulsiva que a menudo me pregunto si podría explotar. Estamos esperando a que Jakob anuncie su compromiso con Bella, pero ya conoces a tu hermano, ¡no se le puede meter prisa! He estado disfrutando de las tardes que he pasado con la pequeña Felicia. Me muero por que la conozcas, Addy. ¡Le ha empezado a crecer el pelo de color rojo canela! Un día de estos dormirá toda la noche. La pobre Mila está agotada. No dejo de recordarle que se volverá más fácil.

Addy da la vuelta a la carta y se remueve en su asiento. Aquí es donde el tono de su madre se oscurece.

Cariño, tengo que contarte que en el último mes aquí han cambiado algunas cosas. Rotsztajn ha cerrado las puertas de la herrería; difícil de creer después de casi cuarenta años en el negocio. Kosman también ha trasladado a su familia y al negocio de los relojes a Palestina, después de que su tienda sufriera demasiados ataques vandálicos. No estoy contándote estas noticias para preocuparte, Addy, es solo que no me sentía bien ocultándotelas. Lo que me lleva al propósito principal de esta carta: tu padre y yo pensamos que deberías quedarte en Francia para la Pascua Judía y esperar hasta el verano para visitarnos. Te echaremos mucho de menos, pero ahora mismo creemos que es peligroso viajar, sobre todo, a través de las fronteras alemanas. Por favor, Addy, piénsatelo. El hogar es el hogar, aquí estaremos. Mientras tanto, escríbenos cuando puedas. ¿Cómo va la nueva composición?

Con amor, Mamá

33 ***

Más que una posibilidad

–Jenkins se pescó alguna clase de virus, ayer a la noche estuvo muy mal, y no quería pedirle a Ward que regresara de su licencia. Tiene hijos. –Acomodé la correa del rifle en mi hombro justo cuando el C-130 tocaba la pista–. Así que ahora seré la niñera del asistente de la senadora Lauren.

–Bueno, estoy contigo. Como siempre.

–Te lo agradezco.

Mi mejor amigo no me abandonaba desde la selección de Fuerzas Especiales. Carajo, desde antes que eso.

Capítulo 1

Nathaniel

Kabul, Afganistán Agosto de 2021

No estaba en las Maldivas.

Cerré los ojos e incliné la cabeza hacia el sol abrasador de la tarde. Con la brisa, casi podía imaginar que el agua que me bajaba por el cuello y me empapaba la camisa era por un reciente chapuzón y no por mi sudor. Casi.

Pero estaba parado en una pista de Kabul, preguntándome cómo no se derretían mis botas sobre el asfalto con esta temperatura. Tal vez perder el viaje fue el karma por haberme ido sin ella.

–Se suponía que estabas de licencia –dijo a mi derecha una voz familiar.

–Shhh. Así es. ¿No ves? –Abrí un ojo solo lo necesario para ver a Torres de pie junto a mí con sus gruesas cejas cubiertas por la gorra camuflada.

–¿Ver qué? ¿A ti parado en la pista con la cabeza hacia atrás como si estuvieras en un comercial de un bloqueador solar?

Mis comisuras se elevaron.

–No es la pista. Es un pequeño bungaló sobre el agua en las Maldivas. ¿No oyes las olas?

El sonido rítmico de motores distantes llenaba el aire.

–Te oigo volviéndote loco –musitó–. Parece que llegaron. Reticente, abrí los ojos y busqué en el horizonte una aeronave acercándose; la encontré en cuestión de segundos.

Ahí vamos de nuevo. Por mucho que me gustara la acción que implicaba mi trabajo, tenía que admitir que estaba envejeciendo. La paz me parecía mucho mejor que la guerra permanente.

–¿Cómo carajo acabaste enredado en esto? Creí que le habían asignado esta misión a Jenkins –preguntó Torres.

–Con suerte, la semana que viene Jenkins se habrá recuperado y yo estaré de camino a las Maldivas antes de que efectivamente lleguen los senadores. –Casi podía sentir el sabor de esos tragos frutales con sombrillitas… Ah, esperen, era el gusto metálico del combustible de avión. Cierto.

–La mayoría de los chicos que conozco usan su licencia para volver a casa y ver a sus familias, ¿sabes? –Torres miró a sus espaldas al resto del equipo que caminaba hacia nosotros acomodándose sus uniformes, como si fuera posible dejarlos en condiciones después de cuatro meses en este país.

–Bueno, la mayoría de los chicos no tienen a mi familia.

–Me encogí de hombros. Mamá había muerto hacía cinco años y la única razón por la que estaría dispuesto a ver a mi padre sería para enterrarlo.

El resto del equipo llegó hasta nosotros y formó una fila mirando hacia la aeronave. Graham ocupó el lugar a mi otro costado.

–¿Quieres que conduzca?

–Sí. –Ya había elegido a los chicos que quería hasta que Jenkins regresara. Parker y Elston estaban esperando en la embajada.

–¿Están todos aquí? –preguntó el mayor Webb cuando llegó hasta nosotros rascándose la barbilla.

–¡Guau! No recuerdo la última vez que vi tu verdadero rostro. –Graham le sonrió a nuestro comandante y sus dientes brillantes contrastaron con su piel oscura.

Webb musitó algo sobre los políticos mientras el avión obedecía las indicaciones de los controladores de tráfico.

Había algunos beneficios de formar parte de la Fuerza Especial de élite. Definitivamente la camaradería informal y no tener que afeitarse eran dos de ellos. Que te arruinaran la licencia para hacer de guardaespaldas en el grupo de avanzada de algunos legisladores, sin dudas no. Esta mañana le dediqué una hora a repasar la carpeta de Greg Newcastle. Mi misión era el jefe de gabinete de treinta y tres años de la senadora Lauren y tenía el aspecto de un muchacho

34 Adelanto del libro
Rebeca Yarros

refinado que había pasado de la escuela de leyes de Harvard directo a Washington. El equipo venía en lo que llaman «misión de investigación» para informar la situación de los estadounidenses. Por algún motivo, dudaba que fue- ra a gustarles lo que iban a encontrar.

–Solo para refrescar… –dijo Webb, tomando un papel doblado de su mochila y mirando a los líderes de los equipos de seguridad–. Maroon, tu equipo tiene a Baker de la oficina del congresal García –comenzó, usando los nombres asignados para uso público en esta misión–. Gold, tienes a Turner, del congresal Murphy. White, tienes a Holt, de la oficina del senador Lui. Green, eres responsable de Astor, de la oficina de la senadora Lauren…

–Me dieron la carpeta de Greg Newcastle –interrumpí. Webb bajó la vista hacia el papel.

–Parece que hicieron un cambio de último minuto. Ahora tienes a Astor. La misión sigue siendo la misma. Esa es la oficina que se ocupa de las provincias del sur. La encargada de llevar al equipo femenino de ajedrez a los Estados Unidos.

Astor. Mi estómago dio un tumbo. No había manera.

Ninguna.

–Relájate –susurró Torres–. Es un apellido común.

Cierto. Además, la última vez que escuché de ella, estaba trabajando en un bufete de Nueva York. Aunque eso fue hace tres años.

La lluvia me había empapado el abrigo...

Reprimí mis incontrolables pensamientos mientras el avión se detenía frente a nosotros guiado por la tripulación de tierra. La pista irradiaba calor en oleadas sofocantes que me distorsionaron la visión cuando la puerta trasera bajó y los pilotos apagaron los motores.

Primero bajaron del C-130 aviadores uniformados para guiar a los civiles que, asumí, eran los asistentes de los congresales; hasta tuvieron que ayudar a un hombre de traje a bajar por la rampa.

Alcé las cejas. ¿Este tipo no puede bajar una rampa solo, pero le pareció que sería una buena idea venir a Afganistán?

–¿Es en serio? –dijo por lo bajo Kellman (o el sargento White para esta misión)–. Por favor dime que ese no es mi tipo.

–Ya empezamos –murmuró Torres a mi lado.

Respiré hondo y conté hasta diez esperando que la pa- ciencia apareciera milagrosamente para el momento en que llegara a cero. No sucedió. Esto era una pérdida de tiempo.

–Relájate –susurró Torres–. Es un apellido común.

Cierto. Además, la última vez que escuché de ella, estaba trabajando en un bufete de Nueva York. Aunque eso fue hace tres años.

La lluvia me había empapado el abrigo...

Reprimí mis incontrolables pensamientos mientras el avión se detenía frente a nosotros guiado por la tripulación de tierra. La pista irradiaba calor en oleadas sofocantes que me distorsionaron la visión cuando la puerta trasera bajó y los pilotos apagaron los motores.

Primero bajaron del C-130 aviadores uniformados para guiar a los civiles que, asumí, eran los asistentes de los congresales; hasta tuvieron que ayudar a un hombre de traje a bajar por la rampa.

Alcé las cejas. ¿Este tipo no puede bajar una rampa solo, pero le pareció que sería una buena idea venir a Afganistán?

–¿Es en serio? –dijo por lo bajo Kellman (o el sargento White para esta misión)–. Por favor dime que ese no es mi tipo.

–Ya empezamos –murmuró Torres a mi lado.

Respiré hondo y conté hasta diez esperando que la paciencia apareciera milagrosamente para el momento en que llegara a cero. No sucedió. Esto era una pérdida de tiempo. Los aviadores caminaron hacia nosotros muy sonrientes, cubriendo de nuestras vistas al grupo que caminaba a sus espaldas. Por supuesto que estaban felices. Venían a dejar a los trajeados. Dudo mucho que hubieran sonreído tanto si fuesen ellos quienes tuvieran que escoltar a civiles despistados y con ínfulas a las bases de operaciones como si fueran destinos turísticos y no zonas de combate activo.

El mayor Webb avanzó y los aviadores guiaron a los po- líticos al frente de su pequeña comitiva. Eran seis en todo…

Mierda. Mi corazón. Se detuvo.

Pestañeé despacio una vez y luego otra cuando el brillo de calor se disipó gracias a una corriente de viento. No había forma de que me estuviera confundiendo ese cabello color miel ni esa sonrisa resplandeciente. Hubiera apostado la vida a que eran unos ojos de un profundo color café los que se ocultaban debajo de las enormes gafas de sol. Mis manos se movieron como si aún pudieran sentir las curvas de su cuerpo tantos años después.

Era ella.+

35

Picasso lo sabía… ¡Muchas felicidades!

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