Música y literatura nacieron siendo una y la misma cosa. Esas tonadas sencillas y profundas configuraron el lenguaje formulario de las tribus y la letanía fundacional de los pueblos. A eso le llamamos poesía.
Y aunque la lengua hablada ha evolucionado, siempre regresa a su origen, y las primeras palabras que escuchamos vienen con la música de los arrullos de mamá.
Aun después del auge de sofisticación musical en la era sinfónica, las letras reclamaron su lugar en la canción popular, que floreció de la mano del aparato industrial para rendir sus más refulgentes frutos en el siglo XX.
En este número damos seguimiento a esa intimidad que ha habido entre música y literatura. Carlos Miguel Prieto nos muestra su biblioteca musical y literaria. David Keenan y Neil McCormick nos hablan de sus respectivos libros. Recordamos Woodstock, el esplendor del grunge y el glorioso recuerdo de cuando la Zoo TV de U2 pasó por México.
Lu Schaffer, por su parte, lanza una novela debut desafiante y con sabor a misticismo y danza.