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----------------------------------------------------------p. 59 Cuento: Hoy no es mi día de suerte--------p

HOY NO ES MI DÍA DE SUERTE

Por Paula Barmaimon

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Como cada mañana, llegué temprano al laboratorio. Antes de empezar a trabajar me preparé un café, al menos eso creía yo, pero se ve que aún estaba medio dormido, porque en lugar de añadir leche a mi taza, vertí en esta una extraña poción. No me di cuenta hasta que empecé a notar que mis manos empezaban a hincharse, mis piernas también y me sentía un poco mareado. Yo estaba muy preocupado porque al día siguiente tenía una conferencia y tenía que tomar un vuelo de 7 horas para llegar. Así que decidí acostarme temprano para descansar y estar listo para la conferencia sin mareos ni hinchazones.

Me desperté muy a gusto, note que mis manos y mis pies nos estaban hinchados y tampoco estaba mareado, así que me sentía contento y positivo. Pero cuando me mire al espejo note que mis orejas se estaban volviendo verdes y mis pies ancas, me desesperé muchísimo porque la conferencia era en menos de 15 horas y casi 12 de esas horas eran para llegar a la allí. Así que fui a la tienda a comprar los zapatos más grandes que encontré y un gorro. Cuando llegue a mi casa me mire al espejo, para ver si se me estaba yendo, pero ocurrió todo lo contrario, ahora mis brazos y piernas se estaban volviendo verdes. En ese momento yo ya tendría que estar llegando al aeropuerto, pero no podía. Así que intente calmarme e idear un plan. Llamaría al médico, le diría lo de la poción y le diría lo sucedido con mis brazos, piernas, pies y orejas.

Así que mientras esperaba al médico me acosté en mi cama y leí un libro, luego de unos minutos anhelaba comer cereales con leche, pero no tenía ganas de levantarme, de repente, vi la caja de cereales volando por toda la habitación hasta llegar a mis manos. Me quedé boquiabierto. En ese momento escuché el timbre ¡Era el médico! Y justo en ese instante el tazón de leche estaba volando hacia mí, intenté esquivarlo, pero no pude, entonces me metí al baño y por supuesto el tazón también, así que cuando estaba desprevenido salí del baño y por fin logré liberarme de él. Lo más rápido que puede fui y le abrí la puerta al médico, y lo primero que me dijo fue “Puedo usar tu baño ” y yo por supuesto le dije que sí, pero al instante que entro me di cuenta de que estaba el tazón de leche, así que me fui corriendo, agarre mi mochila y me fui directo al aeropuerto, seguro que si me quedaba ahí adentro el médico no me creería todo lo que sucedió y me metería en problemas.

Ya me había subido al avión, ya solo tenía que esperar. Me dormí profundamente en todo el vuelo y cuando llegue escuche que el piloto dijo “Pasajeros, llegamos a París '' . - ¡Que!- grite -¡este vuelo era hacia Londres! Se ve que estaba tan cansado que tomé el vuelo equivocado. No sabía qué hacer, París quedaba a diez minutos de Londres en avión, pero no había vuelos para ese día, así que tenía que ir en auto ¡Quedaba a 6 horas! Era la única opción que tenía, así que alquilé un auto y me fui rumbo a Londres.

Cuando iba más o menos la mitad del camino, y estaba en una carretera desierta, me di cuenta de que el auto ya no tenía combustible, ¡justo lo que faltaba! Estaba a punto de explotar. La única opción que me quedaba era esperar a que pasara un auto y pedirle que me lleve hacia mi destino. Solo podía ocurrir un milagro para ello.

Luego de aproximadamente 2 horas y media un auto pasó por aquella carretera, parecía un vehículo de más de 100 años, con un interior asqueroso, lleno de polvo y tierra, pero era lo que necesitaba, trasladarme. Así que le pregunté al conductor si me podía llevar a Londres y me dijo que sí, que iba justo para allá.

Fue un viaje tranquilo, excepto por el ruido constante del motor del auto. Finalmente, llegamos a Londres y me fui corriendo hacia la conferencia, y resulta que la conferencia se había cancelado y no me habían avisado. Hoy no es mi día de suerte, ni siquiera existen palabras para describirlo.

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