2 minute read

Cuento: La crisis de Aljebriz-------------------p

La crisis de Aljebriz

Por Malena Labraga

Advertisement

A comienzos de 2022, 10 millones de personas vivíamos en Aljebriz, una ciudad acuática en el Atlántico, custodiada por un ejército de acrolexes, que son los únicos mamíferos capaces de volar y nadar. La selva amazónica había sido deforestada terriblemente, tanto que los acrolexes tuvieron que optar por vivir bajo el agua, y así nos hicimos aliados, nosotros los alimentamos y ellos protegían nuestra ciudad a cambio.

En Aljebriz, la población se dividía en dos: Los acuáticos artificiales (yo pertenecía a los artificiales), y los acuáticos por naturaleza, más conocidos como ´´A.N´´ , eran las personas nacidas con la capacidad de respirar bajo el agua. Por otro lado, los acuáticos artificiales, más conocidos como ´´A.A´´ , éramos las personas que nos tuvieron que enseñar a respirar bajo el agua, y tuvimos que desarrollar branquias para poder hacerlo.

Un día, escuché por la radio que desde ahora en adelante, todos los acuáticos artificiales serían ejecutados mañana, porque según el gobierno no éramos lo suficientemente dignos como para vivir en Aljebriz. Estaba muy asustado; cuándo mi madre entró en mi habitación a preguntarme si estaba bien, le dije -resina, indicando que se vaya de mi habitación. Hoy lamento haberle dicho eso, puesto que no la volví a ver después de ese día…

La mañana siguiente llegó, pero también llegó lavável, la estación del año en la cual hace tanto calor que, si llegas a salir de tu casa, te morís por radiación solar. Aparentemente, mamá se olvidó del pronóstico del tiempo y fue a dar un paseo. Ese fue el último día que la vi.

Cuando terminó lavável y comenzó el otoño, sabía que, si me quedaba en Aljebriz, probablemente no sobreviviría más de tres días. Así que esa misma noche, yo y los demás acuáticos artificiales huimos de Aljebriz. Eso se conoce ahora como “La huida de los artificiales ” .

Esa misma noche, montados en algunos acrolexes, escapamos hacia un mejor lugar, nadamos rumbo al sur y decidimos empezar a construir nuestra propia ciudad para acuáticos artificiales, tomaría mucho tiempo, pero era lo necesario para sobrevivir. Después de unos años, la ciudad estaba terminada, era un orgullo para nosotros, ya que fuimos subestimados por los acuáticos naturales. Los acrolexes se veían felices, al igual que los ciudadanos.

Un día, una sorpresa inesperada llegó, ¡Eran los acuáticos naturales! Nos dijeron que de verdad lamentaban todo lo que nos habían hecho, y que se arrepentía mucho por habernos subestimado.

This article is from: