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Cuentos cortos-------------------------------------------p

Cuentos cortos

Por Dante Zunino

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El príncipe Rufus

Karen es una sardina de 59 años a la cual le gusta dibujar labios grandes como los suyos. Tiene pelo largo y rubio y un carácter fuerte, y no le gusta que le digan qué hacer. También usa lentes enormes para ver todas las imperfecciones que pueda, y por eso le cae mal a todos.

Un día, Karen estaba sentada en su casa, viendo programas de televisión sobre cocina. En uno de ellos, los presentadores se dieron un beso, y a Karen le molesto. Y, en ese momento, se dio cuenta de que no podía besar. Ella, desesperada, empezó a pensar que nunca tendría un prometido si no podía besar bien, y se puso aún más preocupada. Entonces, utilizó su celular para buscar algún doctor que le diga algo sobre su situación y cómo lidiar, y así encontró la casa de Rufus, que también era un consultorio. Karen llama a Rufus, y le dice cuando puede ir para hacerle una consulta, y Rufus respondió que cuando ella quiera. Karen fue en su auto hasta la casa de Rufus, que quedaba a 1 hora de la suya, y se sorprendió cuando la vio. La casa de Rufus tenía 2 pisos, y las puertas y ventanas no combinaban. Karen tocó el timbre, y Rufus atendió. Rufus tenía pelo irregular, una nariz grande y siempre parecía estar feliz. Cuando Karen entró, fueron directo a la oficina, y Karen le planteó su problema a Rufus.

-Rufus, tengo un problema -dijo la sardina. Me di cuenta de que… no puedo besar bien – dijo entre sollozos. -Bueno, aquí tengo la solución -respondió Rufus. Rufus sacó un soplador de hojas de un cajón de su escritorio, y se lo dio a Karen. Karen fue cegada por amor a primera vista, aunque llevara lentes más grandes que una computadora. Desde ese día, Karen y el soplador de hojas fueron novios, hasta que se iban a casar después de una relación de 3 años. Karen estaba deseando por ese día, preparo, día y noche, meses, años, la boda. Y no podía estar más feliz. -Karen, ¿acepta al Soplador de hojas como su esposo hasta que la muerte los separe? -preguntó el juez.

-Si, acepto -dijo Karen con una gran sonrisa esbozada en su rostro. - ¿Y usted, Soplador de hojas? ¿Acepta a Karen como su esposa hasta que la muerte los separe?

El único sonido que emitió el soplador fue el sonido de una ráfaga de aire. - ¡¿CÓMO QUE NO?! -gritó Karen- Listo, esta relación se acabó. Karen nunca supo que, en realidad, su pareja era un simple soplador de hojas. Bueno, al menos el soplador de hojas no tiene que soportar más los gritos de Karen, ¿no?

Martín el naúfrago

Martín tiene 14 años, ama escribir y es un náufrago. Él vive en una mansión con forma de un barco de papel llamada “Barquito ” , que cuenta con 3 pisos. Martín puede hablar con los insectos, pero su favorito es la mariposa. También le encanta escribir historias, cuentos y novelas.

Un día común y corriente, Martín estaba escribiendo en su habitación, hasta que una mariposa entró con un par de zapatos. El niño no sabía qué había adentro, y, como es muy curioso, se acercó. Adentro había una nota de su madre con un lápiz. La carta decía que le mande una carta contándole como esta, y que le diga a la mariposa que envíe la carta a la dirección escrita. Solo que había un problema: Martín se olvidó de cómo hablar con los animales. Así que fue con la mariposa hacia la ciudad. Primero, fueron a una isla que a la mariposa le llamó la atención. La isla tenía una costa, y en el centro había un bosque espeso. Martín tenía miedo, y no quería entrar, pero la mariposa lo convenció. Cuando se adentraron, vieron a una criatura. Martín le habló y, sorprendentemente, la criatura entendió. Ahora el chico entendió por qué la mariposa quería entrar: era para que Martín recuperara su don. Más tarde, vieron una ciudad, y decidieron entrar. Solo que, en realidad, no era la ciudad que estaban buscando. Cuando aparcaron la inmensa mansión, vieron a los habitantes, que se vestían con ropa de oro y joyas. El niño se dio cuenta de que esa no debía ser la ciudad, ya que, de lo que se acordaba, vivía en una ciudad humilde y pequeña, con personas de clase media. Cuando empezó a adentrarse más en el gran pueblo, vio mansiones y jardines, piscinas grandes y más joyería. Martín tenía un poco de dinero, así que decidió comprarle un regalo a su madre. Le compró un collar con una mariposa en el centro.

Luego de unas horas llegaron a su destino, y Martín llamo a la mariposa “Lila ” , ya que ese era el color de las alas del insecto. Buscó por todas partes, saludó a sus vecinos y la encontró. Martín tocó la puerta, y una mujer que parecía tener 46 años le abrió la puerta. La mujer tenía el pelo grisáceo y largo, era petisa y llevaba lentes. La señora tenía un libro en la mano, y parecía que le gustaba leer.

- ¡Martín! -exclamó su madre- ¡Qué bueno que volviste! - ¡Hola, mamá! -dijo Martín- Te extrañé mucho. La mujer agarró a su hijo de las manos y le dio un gran abrazo. -Bueno, esta es una larga historia, como te gusta -dijo Martín. Martín le mostró su nueva amiga a su madre, y le dijo su nombre. Lila saludó a la madre del chico y le agitó las alas. Luego, Martín le contó a su madre por el inmenso mar que navegó, la isla que encontró, la ciudad que parecía de oro que visitó, y el collar que le compró. Ahora, Martín y su madre viven juntos junto a Lila, el chico aprendió a hablar con los animales de nuevo, y son una familia feliz.

Un fantasma llamado Francesco

Un fantasma llamado Francesco vive en la cocina de los Coppola, ama cocinar y conjurar hechizos de magia. Por ejemplo: qué utensilios de cocina vuelen por la sala, o que todos los libros de cocina se abran en un instante. Él tiene 119 años, y 50 años de experiencia, y sabe más de 894 recetas exquisitas. También le gusta divagar entre el inmenso jardín de la mansión, y mirar como los pájaros vuelan.

El 3 de diciembre de 1897, los Coppola hicieron un baile en la mansión, y le pidieron a Francesco que cocine más de 482 platillos para ese baile. Francesco aceptó, melancólico, ya que no tenía pareja para el baile. Empezó de lo más fácil a lo más difícil, de plato en pato. Cuando terminó de cocinar los deliciosos platillos, que nada más le tardó media hora, Francesco buscó en una de las estanterías llenas de libros un libro titulado “HECHIZOS” , con más de 357 hechizos. Entre ellos está el hechizo para darle a objetos comunes y corriente vida. Desesperado, tirando libros al suelo, lo hallo. Luego de encontrar el libro y el hechizo, Francesco agarró una manzana de una caja de fruta. Cerró la puerta de la cocina, la trancó con las estanterías, e intentó hacer el menor ruido posible. Después conjuró el hechizo silenciosamente para que no fuera descubierto.

Cuando terminó, la manzana cobró vida. El fantasma, con miedo, se acercó. La manzana empezó a brillar de un tono rojizo brillante, y le salieron ojos. Luego, una boca. Y así con sus otras extremidades. Francesco se presentó, y la manzana le dijo que su nombre era Rogelia, y que ella estaba encantada de conocerlo. Luego de unos segundos de silencio, Francesco le preguntó si Rogelia quería bailar con él. Rogelia, encantada por su propuesta, aceptó. Los dos, tomados de la mano, fueron hacia los jardines de la propiedad, y bailaron bajo la luz de la luna, radiante, mientras se miraban a los ojos, enamorados. Después de eso fueron pareja, y 2 años más tarde, se casaron.

Ahora viven en la cocina, aprendiendo nuevas recetas, explorando la mansión, y cuidando a sus dos hijos. Uno de sus hijos se llama Martín, y el otro Jorge. Algunos dicen que, en la cocina de la mansión, aún se puede ver a la familia, y en los jardines, a Francesco y a Rogelia tomados de la mano.

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