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Cuento: Martín el navegador-------------------p

CUENTO Martínelnavegador

Por María Emilia Torres

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Mis padres solían decirme que no sea egoísta, que no estaba bien. Antes no los entendía, pero ahora sí, y lamento no haberlos comprendido hace unos años.

Cuando tenía 26 años, decidí tener una aventura. Desde muy pequeño, cuando mi padre me enseñó a manejar un barco, me encantó navegar. Solía ir a ríos, mares, océanos, y en una ocasión, ¡Un pantano!, y un día decidí ir al lago Morín, ya que tenía mucha experiencia. El lago Morín era un lugar en el que se decía que era demasiado peligroso, que sus corrientes eran muy fuertes, y por la suciedad del agua, por la contaminación, no se podía ver ni a un pez.

En esos tiempos yo no entendía eso, más bien, no quería entenderlo, y se me ocurrió la idea de navegar ahí, ya que “ podría hacerlo perfectamente sin riesgo ” .

Ya tenía todo preparado para ir. Mis padres no sabían qué iba a hacer esto, puesto que si no me hubieran prohibido la salida. Pero si, se lo dije a mis amigos, los cuales me decían que estaba loco.

Entré al barco y empecé el “ paseo ” . Todo iba bien, hasta había agarrado mi diario, que no era tanto un diario, ya que lo utilizaba para escribir con un lápiz específico mis experiencias navegando en diferentes lugares, para que en un futuro, cuando “haya ido en barco por todo el mundo ” , yo pueda releer todos esos textos y saber a dónde puedo ir y a donde no. Me sentía muy bien, porque no estaba pasando nada y estaba demostrando que los periodistas que decían que el lago Morín era peligroso estaban equivocados.

Hasta que el problema empezó. Ya había estado viendo a una cantidad de mariposas y abejas, pero por separado, ósea, una por una.me di cuenta de que estaba yendo más rápido de lo normal, por la corriente. Dejé mi cuaderno apartado de mí y empecé a prestar más atención a lo que pasaba, hasta que vi algo, algo impresionante.

Había un grupo lleno de mariposas y abejas inmenso, que obviamente tenía mucho más de 100 de ellos. No lograba ver absolutamente nada. La corriente era más fuerte. Estaba muy asustado, intentando respirar hondo hasta que escuché un ruido extraño en la puerta del barco.

¡Eran los insectos del grupo, que estaban entrando!

Empecé a correr por todas partes, desesperado. Gritaba, pidiendo ayuda. Pero claramente nadie me iba a escuchar, hasta que… Escuche un “¡Crack!” cerca de mí. Era el vidrio frontal, que se había roto. Unos segundos después, vi un zapato marrón, un poco dañado. ¡Alguien lo había lanzado para romper el vidrio!

En un momento, me di la vuelta al escuchar la voz de un hombre detrás de mí. Era un señor, de probablemente unos 30 años, que había entrado por el agujero del vidrio.

Se acercó a mí y me agarró de la mano. Estaba tan sorprendido que no podía ni hablar, no tenía palabras. Me dijo que venga con él, y con su ayuda, salte del borde del hueco en el vidrio, y con demasiado cuidado, intentamos nadar a la orilla.

Cuando llegamos, ¡No lo podía creer! ¡Me había salvado la vida! Mensaje: nunca crean que lo que ustedes dicen y creen es la verdad. Y como dicen mis padres, y ahora yo, no sean egoístas.

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