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Crónica Desafiados a avivar la llama del evangelio

Por : Daniel Hofkamp

Unas 270 personas se reunieron en el Encuentro Nacional de las Asambleas de Hermanos celebrado en El Escorial (Madrid) los días 11 al 13 de noviembre pasado, convocados bajo el lema “Reavivando la llama del evangelio”, en un evento organizado conjuntamente por la Coordinadora de Asambleas de Hermanos (CoAhEs), Edificación Cristiana y Fondeván.

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La alegría del reencuentro

2022 es un año particular: casi en cualquier evento evangélico, se produce el “reencuentro” con otros hermanos tras casi dos años sin poder celebrarse actos presenciales por las restricciones derivadas de la pandemia. No es extraño que el calendario evangélico se haya llenado de actividades nacionales estos últimos meses, en un reflejo de las ganas de vernos y estar juntos.

Este espíritu se pudo percibir durante todo el fin de semana. Es verdad que la tecnología ha ayudado -y lo sigue haciendo- a desarrollar programas de formación, orar juntos o poder atender virtualmente a las reuniones que muchas iglesias celebran. Pero “no es lo mismo” que estar presentes, como muchos decían en las conversaciones informales que se producían en los tiempos libres o las comidas.

Y muchos quedaron con la sensación de que ese estar juntos hace mucha falta, y el fin de semana se hizo corto: una buena señal de que los que formamos parte de la comunidad de Asambleas de Hermanos necesitamos encontrarnos y fortalecernos en ese abrazo, palabra de ánimo e interés que surge de forma tan natural cuando estamos juntos.

“Se respiraba un clima de gozo al encontrarnos hermanos de toda España con un objetivo concreto: crecer en comunión extendiendo la llama del Evangelio en todos los ambitos de nuestra sociedad”, expresó Felipe Redondo, presidente de la Coahes, al valorar el encuentro. “Sentimos que no hay tiempo que perder”.

Recuperar la pasión

La enseñanza bíblica fue central durante el encuentro, por medio de dos devocionales, cuatro ponencias y tiempos de coloquio tras cada una de ellas. Antes, el viernes, Timoteo Glasscock presentó una perspectiva de la situación, mostrando su preocupación por el declive del movimiento de Asambleas de Hermanos en muchos lugares de Europa e incluso en Reino Unido, donde comenzó a mediados del siglo XIX. Timoteo expuso los principales desafíos que detectaba en España, lo que tiene que ver principalmente con la falta de impacto en la sociedad, la necesidad de renovación, y el desarrollo de un discipulado integral.

Las plenarias del sábado fueron presentando diversos aspectos en los que la llama del evangelio debe ser reavivada. Julio Martínez, anciano de la iglesia en Suanzes (Madrid) enfatizó la importancia del mensaje del evangelio, no solo como una necesidad para “los de fuera” sino sobre todo para los creyentes, que precisan redescubrir este mensaje y aplicarlo a cada esfera de su vida.

“Debemos entender la gravedad del pecado, porque si no jugamos a moralismos, recetas motivacionales… No hay otra solución al pecado que el evangelio”, expuso Martínez. “El evangelio no es una cultura evangélica. Hemos mezclado los valores de la clase media española con el sagrado mensaje. Pero el evangelio trastoca los valores en una profundidad absoluta”, añadió.

El segundo mensaje estuvo a cargo de Jaime Ardiaca, obrero de la Iglesia Amara en San Sebastián. Ardiaca trató el tema de la unidad en la diversidad, y lo hizo remarcando la labor de servicio que debe distinguir a todo cristiano en la sociedad y en la iglesia. Ardiaca animó a trabajar juntos en la misión para caminar en una unidad visible, que sea de testimonio efectivo a la sociedad española.

“Debemos ponernos nuestro delantal de siervos y reconocer con humildad que la unidad ya ha sido hecha, no la tenemos que crear nosotros, pero sí la debemos expresar”, explicó Ardiaca, porque “Satanás sabe que si consigue diluir la unidad estará destruyendo el medio más poderoso que tenemos para hacer creíble el evangelio que predicamos”.

Daniel Benítez, obrero de la Iglesia Nueva Luz en Málaga, habló sobre los desafíos de la misión y alentó a las iglesias a considerar a todos sus miembros como agentes activos en la difusión del evangelio y a romper barreras -que pueden ser tradiciones humanas, costumbres, etc- que puedan frenar su presentación. Benítez expresó con convicción la necesidad de invertir en un discipulado que vaya más allá de la formación intelectual y que se acompañe del ejemplo vital.

“Una iglesia que invierte en discípulos es una iglesia que está dispuesta a arriesgar, a probar, a tomar la iniciativa. Las últimas palabras de una iglesia antes de morir son ‘esto no se ha hecho aquí nunca’. Tras esas palabras, viene un declive y la desaparición de la iglesia”, expuso Daniel Benítez.

La última plenaria, cerrando el programa, fue expuesta por Israel Montes, pastor de la Iglesia de Hermanos en Ponferrada (León). El más joven de los expositores habló sobre la necesidad de vivir con pasión nuestra fe, de forma que no haya nada que se ponga por encima de Jesús. Hizo un llamado a un compromiso que supere cualquier

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