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Las Prioridades para el Liderazgo de las Iglesias de hoy
Hechos 20: 17-31 (1ª Sesión)
Por : Jonathan Lamb
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Traducción : Alison Barrett
Sin lugar a dudas, el liderazgo es una ‘noble función’, tal como Pablo dice a Timoteo (1 Ti. 3:1). Es un privilegio gozoso servir al Señor y a Su pueblo. Pero es, también, un reto. Precisamente, en el versículo siguiente, Pablo dice que un obispo ha de ser ‘intachable’, ¡un criterio exigente donde los haya! Parece que estos dos temas recorren las Escrituras de la mano: el sentido de privilegio en el llamamiento y, al mismo tiempo, el sentido de responsabilidad en vivir de la manera que requiere ese llamamiento.
Esta primera entrega tratará las prioridades que los líderes debemos fijar con respecto a las iglesias de hoy. Creo que merece la pena introducir el tema con un repaso de las realidades del liderazgo en el mundo actual. En las entregas siguientes se mencionarán otros desafíos, pero, por ahora, resaltaremos lo siguiente:
En primer lugar, la desilusión: tenemos que reconocer el daño causado por líderes y pastores cristianos caídos. Se ha hablado mucho en la prensa y los blogs en Internet acerca del efecto dominó producido por líderes cristianos que demuestran una especie de esquizofrenia, al vivir una doble vida. Ha perjudicado a la comunidad cristiana, y la credibilidad de nuestro testimonio del evangelio.
En segundo lugar malos modelos: alrededor del mundo estamos viendo el crecimiento de líderes populistas. Además, estos suelen ser nacionalistas, lo cual presenta fuertes desafíos para los cristianos. ‘The age of the Strongman’ [La era del hombre fuerte] por Gideon Rachman, es uno de varios libros que describen esta clase de líderes. Se caracterizan por una arrogancia extraordinaria. Están al mando y procuran que todo el mundo lo sepa. Sus valores abarcan el dominio, la agresión, la autoconfianza y la autosuficiencia. Como en todas las áreas de la vida cristiana, es fácil dejarnos moldear por el mundo y sus corrientes a la hora de afrontar el desafío del liderazgo en la iglesia.
En tercer lugar, la distracción: Philip Drucker - experto en la gestión de empresas – dijo en una ocasión, que se llega a un momento, según las organizaciones maduran, que se centran en ‘hacer las cosas bien’, en lugar de ‘hacer las cosas que conviene hacer’. Con lo cual quería decir que se centran en gestionar la organización - hacer las cosas correctamente - para que la máquina funcione bien, sin dar problemas. Pero, corren el riesgo de descuidar las prioridades – el ‘hacer las cosas que conviene hacer’. Hoy en día, el liderazgo de cualquier organización implica más atención a la evaluación de riesgos, la protección, administración y mucho más. Esto representa una presión añadida en los lideres de iglesias en Europa, y fácilmente podemos perder de vista lo que realmente importa.
En cuarto lugar, el cambio cultural. Desde hace mucho tiempo hemos afrontado el desafío de hablar la verdad en un contexto secular. Pero, actualmente, hay una serie de nuevas presiones sobre la comunidad de creyentes y, como líderes, tenemos que dedicar tiempo para entender lo que son y como dar una respuesta. La tarea pastoral y de liderazgo no se hace más fácil al tener que navegar por este territorio nuevo.
Vamos a meditar en Hechos 20 . Este es el único discurso dirigido a un público cristiano que Lucas incluye en su relato. Nos da una visión muy importante del ministerio de Pablo, y merece la pena examinar su ejemplo y su enseñanza, porque representan algunas de las prioridades candentes para la iglesia actual.
Vs. 24 ‘Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.’
Se ve cómo Pablo contemplaba su vida. No se trataba de una posesión a la que tenía que aferrarse a toda costa. No conducía su vida según sus propias necesidadas y prioridades, su confort y seguridad personales. Su vida estaba condicionada por una preocupación primordial –ser fiel al Señor Jesucristo que le había llamado, y terminar la tarea que le encomendó. Estaba motivado por un claro sentido del llamamiento de Dios.
Esto se transmite, asimismo, en muchas de sus cartas. Por ejemplo: 2 Cor. 4:1 ‘Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.’ Pablo era capaz de aguantar casi cualquier dificultad, porque sabía que Dios la había llamado. Era un ‘embajador’; Dios mismo le había confiado un mensaje y un mandato. ‘… sino que, con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo’ , dice a los corintios (2 Cor. 2:17). Y lo mismo a la tesalonicenses: ‘sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos…’ (1 Tes. 2:4). Su ministerio fluía del hecho de haber sido comisionado por Dios. Sentía muy profundamente su responsabilidad y compromiso, porque se le había ‘confiado’ el evangelio. Lo sentía hasta en los huesos: Dios le había llamado.
Nosotros, claro está, no heredamos ese mismo llamamiento apostólico y autoridad, pero estos versículos nos recuerdan una prioridad esencial para el liderazgo de las iglesias hoy en día. En un sentido, ser un líder cristiano hoy es el trabajo más difícil que hay. Por ello los líderes necesitan ser muy conscientes del llamamiento de Dios – la responsabilidad seria y, sin embargo, gozosa, de servirle sin reservas; la importancia de ser un mayordomo del evangelio.
La pasión que sentía Pablo por la proclamación del evangelio, su compromiso de cuidar de las iglesias, y su capacidad de sobreponerse a las críticas, surgieron de su sentido muy profundo de ser preparado y apartado por Dios. Sin esa convicción, acompañada por una dependencia del Espíritu Santo, rápidamente vamos a tirar la toalla cuando nos encontramos ante dificultades. Nosotros, igualmente, necesitamos una convicción interior de que Dios ha puesto su mano sobre nosotros; que nos ha concedido el privilegio maravilloso de servirle a Él y a su pueblo; de ser ‘obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.’ (20:28)
2. La Proclamación fiel v. 24 ‘… el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.’
Una de las prioridades centrales del liderazgo hoy es la enseñanza fiel, clara y relevante del evangelio – en todas sus ricas diemensiones. Vivimos en un ambiente cada vez más secular, y facilmente podemos ser moldeados por cosmovisiones no-cristianas. Por lo cual, al igual que Pablo, no debemos vacilar en ‘anunciar[os] todo el consejo de Dios’ (v.27). El discurso de Pablo demuestra que se empleaba a fondo para cumplir la responsabilidad de dar a conocer la verdad. Los comentaristas señalan tres ejemplos:
Todas las personas
‘A judíos y a griegos les he instado a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.’
Sabemos, por el capítulo anterior, que enseñaba en la sinagoga, argumentando de manera persuasiva acerca del Reino de Dios. Después se trasladó a la escuela de Tirano donde celebraba debates a diario.
19: 10 ‘Esto continuó por espacio de dos años, de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del Señor.’
Todos los visitantes, además de los residentes, se sentaban en la escuela durante su descanso a mediodía, y escuchaban la enseñanza de Pablo.
[Se ha calculado que, si Pablo pasó hasta tres años en Éfeso, y si enseñaba en la escuala durante 5 horas al día, hubiera sido el equivalente de 3 sermones de 40 minutos a lo largo de 50 años. Fue una inversion de tiempo y energía enorme en proclamar el mensaje cristiana a todas las personas.]
Toda la verdad v20 ’…y cómo nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, v27 ‘… porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.’
Su predicación y enseñanza abarcó todo el plan y propósito de Dios. Cada parte del mensaje se había proclamado fielmente
A causa de lo que creemos acerca de la Biblia, sabemos cuán importante es que nuestras iglesias reciban la ayuda necesaria para entenderla en su totalidad. Hemos de pensar en la aplicación de la verdad de Dios en todas las áreas de la vida, no solamente aquellas cosas que nos saltan a la mente en términos del discipulado cristiano personal.
A Pablo le interesaba ‘toda la voluntad de Dios’. Ya hemos mencionado los desafíos pastorales que afrontamos hoy. ¿Cómo abordamos los temas que interesan a jóvenes en cuanto a la identidad y la sexualidad; o los retos del materialism; o el fracaso matrimonial; u otras narrativas, sean cristianas o religiosas?
En su discurso, Pablo menciona ‘lobos rapaces’ (v.29), aquellos que distorsionan la verdad y engañan a los miembros de la iglesia. Entonces, los líderes cristianos hoy en día deben tener un compromiso con ‘toda la verdad’. La proclamación fiel y relevante de la verdad es lo que fortalecerá nuestras iglesias y mejorará nuestra mission.
En todas ocasiones
Pablo era igualmente concienzudo en su manera de acometer el ministerio. V.20 ‘… y cómo nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas…’ v. 18 Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que llegué a Asia, Comenzamos mencionando los desafíos que afrontamos actualmente, entre los cuales el escepticismo y la desilusión de muchas personas cuando ven fracasos en el liderazgo. Es una reacción enteramente comprensible.
Él subraya en el v31 “durante tres años nunca dejé de advertirles a cada uno de ustedes noche y día con lágrimas”. Era público y privado; día y noche. No perdió el tiempo y no perdió ninguna oportunidad.
Por eso pudo declarar con tanto atrevimiento, v.26 ‘… estoy limpio de la sangre de todos.’ Al igual que Ezequiel (33:1-6), había cumplido su responsabilidad espiritual, y descargado sus obligaciones delante de Dios y los hombres. Había sido un centinela fiel.
A nosotros, también, nos incumbe comprometernos con esta prioridad fundamental de la proclamación fiel del evangelio de Dios… Implicará un compromiso con leer, estudiar, hablar con otros y aplicar la Palabra de Dios; y, después, buscar maneras creativas para enseñar y discipular a aquellas personas que tenemos bajo nuestro cuidado.
Tal vez habéis visto, alguna vez, un reportaje en el telediario en el que el sonido no está sincronizado con la cámara. Resulta difícil tomar en serio la noticia mientras intentamos hacer coincidir las palabras con la imagen en la pantalla de la persona que está hablando. Esto es lo que destruye la credibilidad. Cuando el estilo de vida de una persona no corresponde con sus palabras, dejamos de escuchar. No le podemos tomar en serio.
Pero, mira cómo Pablo describe su liderazgo: ‘Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo…’
Hay un sabor de integridad y coherencia en el discurso en su totalidad. Esta es la clase de persona que soy. Vosotros sabéis, esto es lo que he hecho. Vosotros sabéis – esto es cómo me he comportado. Ocurre lo mismo con su conclusión, en los vv. 33 – 35. No había codiciado las posesiones de los demás; había trabajado duro; había seguido las palabras del Señor Jesús: ‘Es más bienaventurado dar que recibir.’ En otras palabras, en toda conciencia puede convocarles como testigos de la manera en que su vida se correspondía con sus palabras.
Me parece que este es uno de los requisitos de liderazgo más significativos para la iglesia de hoy. Nuestro carácter y comportamiento han de ser ‘sincronizados’ con nuestra proclamación del evangelio: ‘Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo…’
Un estilo de vida coherente es una prioridad en una cultura posmoderna cansada y desconfiada de las palabras. En una ocasión vi una pintada en la pared, encima de un secador de manos en una residencia estudiantil, que rezaba: Pulsa este botón para escuchar un mensaje de parte del Primer Ministro. Este es el concepto de muchos jóvenes acerca de los políticos – sólo hablan palabras huecas, no es más que aire caliente lo que sale de sus bocas.
La gente necesita no solamente oír la verdad, sino verla en acción en las vidas de líderes que llevan la impronta de Cristo, líderes cuyas vidas se corresponden con sus palabras. Es por esto que los requisitos para los obispos en 1 Ti. 3 indican que el líder debe ser un ejemplo de los valores del evangelio en su propia vida.
Las palabras de Pablo en v.18 hacen eco de las que escribió a los Tesalonicenses (1 Ts. 1:5) ‘pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre. Bien sabéis cómo nos portamos entre vosotros por amor de vosotros.’
Según la descripción de Pablo de la tarea evangelística, esta no se limitaba a la comunicación de información. Añade tres expresiones más en v. 5: proclamado en el poder de Dios; con plena convicción; y, en el Espíritu Santo, que daba poder al predicador e inculcaba la verdad en el oyente.

Pero hay una frase más en ese mismo versículo que está íntimamente relacionada con el resto. Nuestro evangelio llegó a vosotros con poder, de forma que ‘Bien sabéis cómo nos portamos entre vosotros por amor de vosotros.’
Es esta combinación la que hace que el ministerio del evangelio y el liderazgo cristiano sean tan efectivos: la Palabra de Dios, proclamada en el poder del Espíritu, y manifestada, encarnada en el propio mensajero. Deberíamos tomar nota de que Pablo también insta a los ancianos de Éfeso a tomarse en serio esta cuestión, como veremos más adelante en nuestra conclusión. V. 28 ‘Mirad por vosotros.’
Lo que queda claro del discurso de Pablo en Hechos 20, es que no había nada en su vida, ni en su estilo de vida, que otros podrían alegar como excusa para no creer en el evangelio de Dios. Su mensaje y su ministerio estaban unidos a una vida justa, que hacía creíble el evangelio.
La autenticidad en el liderazgo cristiano requiere que nuestras vidas encarnen nuestro mensaje. Esta es una parte esencial de la tarea de hacer discípulos y preparar a nuevos líderes. Volveremos a este asunto en la tercera entrega.
2. Una identificación compasiva
El pasaje nos muestra, además, algo del corazón pastoral de Pablo. No era la clase de persona profesional, que pronunciaba sus conferencias y, acto seguido, desaparecía. Estaba plenamente entregado a los efesios. Por ejemplo: v. 18 Pasó tres años viviendo entre ellos v. 19 Sirvió al Señor con gran humildad y con lágrimas v. 20 Hacía visitas de casa en casa y enseñaba

Al final del capítulo percibimos el afecto y la calidez de las relaciones entre ellos – v. 37 “ Entonces hubo gran llanto de todos, y echándose al cuello de Pablo, lo besaban, y se dolían en gran manera por la palabra que dijo de que no verían más su rostro…”
Este era un hombre que abría el corazón de par en par. No guardaba la distancia. Se identificaba plenamente con las personas a las que llevó su mensaje.
Como hemos visto ya en la afirmación de su propósito, en el vs. 24, no consideraba su propia vida, ni sus propias comodidades, como la prioridad, sino que se arrimaba a la gente y, de muchas maneras sacrificiales, dedicaba tiempo y energía en el intento de entenderlos y ganarse su confianza y afecto.
Pasó lo mismo cuando estuvo con los tesalonicenses:
1ª Ts. 2: 6 – 7 “Tampoco buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes bien, nos portamos con ternura entre vosotros, como cuida una madre con amor a sus propios hijos.”
Probablemente no existe mejor descripción de lo que implica el ministerio pastoral. Esto es lo que hace falta en la tarea de cuidar a discípulos y ayudarles a crecer. La metáfora que emplea transmite un amor profundo para ellos, una ternura y gentileza maternal.
Es, ni más ni menos, seguir las pisadas del propio Jesús, y es un elemento básico en el servicio coherente – compartir el evangelio y a nosotros mismos – nuestras vidas y nuestros recursos. Está expresado en los vv. 28 –30 de nuestro texto: “Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre…”
La tarea del pastor consiste en cuidar las ovejas, incluso poner la vida por ellas, de la misma manera que Jesús ha hecho por nosotros. Es una identificación costosa.
Podemos señalar muchos aspectos de esta tarea de identificación. Evidentemente, tenemos que escuchar a la gente para poder entenderles. Pero también hemos de escuchar nuestra cultura, para comprender las presiones que afrontamos. Implica también escuchar la palabra de Dios y los consejos de su Espíritu. Esto es más importante que nunca.
No cabe duda que la comunicación del evangelio hoy en día es una tarea muy exigente. Pero es igualmente exigente compartir nuestras vidas con otros creyentes. Sin embargo, es esencial para un ministerio pastoral efectivo, para ‘criar’ una nueva generación de líderes, como veremos más adelante.
Si Dios nos llama a servirle en el liderazgo, entonces, al igual que Pablo, debemos mostrar la misma humildad, y rechazar cualquier pretensión para nosotros mismos. Es de vital importancia que entendamos que ser un anciano no es una posición de estatus, sino una posición de servicio, y es muy posible que derramemos muchas lágrimas en el curso de ese servicio. Hemos de mostrar paciencia y perseverancia, como Pablo, mientras seguimos adelante a pesar de la tentación de renunciar. Pero, hay un aspecto más que hemos de mencionar, porque el liderazgo cristiano, hoy en día, muy posiblemente va a implicar una mayor persecución para nosotros en Europa.
3. Sufrir en obediencia
Pablo describe lo que espera encontrar en el futuro al dirigirse a Jerusalén – v.22 nos muestra que era un futuro incierto: “Ahora, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me ha de acontecer…”
Ciertamente sabía que conllevaría sufrimiento, tal como sugiere el v.23 “…salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio de que me esperan prisiones y tribulaciones.”
Nos damos cuenta de que describe dos acciones del Espíritu Santo – en v.22, la compulsión del Espíritu que le conduce a Jerusalén; y, en v.23, la advertencia del Espíritu de que sufrirá si va a Jerusalén.
¿Cómo podemos entender estos dos mensajes aparentemente contradictorios? ¿Cómo podemos reconciliarlos?
Solo por medio de la afirmación clave del v. 24 “Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
Un ejemplo contemporáneo de esta clase de entrega me vino por medio de mis colegas de IFES que servían en Ruanda y Burundi durante el periodo del genocidio. Muchos estudiantes y obreros perdieron la vida. Al único miembro de nuestro equipo que quedaba, le dieron la oportunidad de ser evacuado de uno de los campos de refugiados. Él respondió que no podía marcharse; tenía que volver a la capital con su esposa y su familia. “Si no puedo compartir el dolor de mi pueblo, tampoco puedo compartir el evangelio con ellos.”
En esa respuesta no hubo ni un atisbo de vacilación, ni de doble ánimo. Tenía muy claro cuáles eran sus prioridades. Estaba preparado para la identificación compasiva y el sufrimiento obediente, por amor al avance del evangelio.
4. La disciplina espiritual
En la última sección – vv. 28 – 31 – Pablo se dirige a los ancianos de Éfeso para darles unas palabras de ánimo directas, especialmente en lo que concierne a sus vidas personales. Como ya hemos visto, les instó – v. 28 “Mirad por vosotros mismos…”
Su primera consideración es que si tomen muy en serio sus propias vidas, que presten atención a su propia condición espiritual. Y, aunque esto es evidente, es algo que muchas veces se pasa por alto. Sin embargo, es solamente según crecemos en gracia y en el conocimiento de Cristo, que somos capaces de animar a otros a avanzar en la fe.
Más adelante veremos como Pablo instó a Timoteo a seguir el mismo patrón que les da a los ancianos de Éfeso: 1ª Tim 4: 12, 15, 16 “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza... Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.”
El orden en ambas exhortaciones es significativo: mirad por vosotros mismos, mira tu vida, tu santidad, tu bienestar espiritual… en primer lugar.
Por lo tanto, nuestro propio crecimiento espiritual y la santidad de nuestra vida son componentes esenciales de nuestro liderazgo. Y hay un motivo fundamental de ánimo en esta área, que encontramos hacia el final del discurso. Escucha las palabras de encomendación de Pablo en v. 32: “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.” v.24 “Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
Tiene plena confianza de poder dejarles en las manos de Dios, y que su futuro es seguro mientras dependen de la palabra de Su gracia. La Palabra de Dios nos edificará como cristianos, es decir, nos hará maduros y nos dará la herencia entre todo su pueblo santo, una porción de las bendiciones del reinado de Dios. Y todas estas bendiciones de la gracia de Dios, dice Pablo, llegan a través de la Palabra.
Es al acercarnos a esta Palabra que creceremos en gracia. Es una conclusión importante a todo lo que hemos considerado hasta aquí. No hay atajos: sólo podremos vivir de esta manera comprometida por medio del poder que recibimos de la Palabra de Dios y su Espíritu. Nuestras vidas solo pueden crecer en santidad si nos saturamos de la Palabra y somos fortalecidos por el Espíritu.
Estas son, entonces, las características del ministerio de Pablo y os propongo que son las prioridades clave para los líderes de hoy. Oremos por la gracia de Dios para ser líderes cuyo ministerio es conformado por estas prioridades, para la mayor gloria de Dios.