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... LA FUNCIÓN DE UNA

MADRE ES PRIMORDIAL EN EL DESARROLLO EMOCIONAL DE UN NIÑO, SIN EMBARGO; ES MUY IMPORTANTE

COMPRENDER QUE EL NO SER “PERFECTA” Y FALLARLE DE VEZ EN CUANDO A NUESTROS HIJOS, ES DE LO MÁS SANO QUE PUEDE HABER EN LA VIDA.

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manera. Y le doy gracias a Dios por haberme dado a “LA MAMÁ MÁS MALA DEL MUNDO”.

Dicha reflexión tiene una especie de contraste; ya que, en la consulta clínica es frecuente escuchar a una madre sentir mucha culpa por no ser una madre “suficientemente buena” debido a que tiene que trabajar, que pierde los estribos con sus pequeños al corregirlos, entre otras cosas.

Sabemos que la función de una madre es primordial en el desarrollo emocional de un niño, sin embargo, es muy importante comprender que el no ser “perfecta” y fallarle de vez en cuando a nuestros hijos es de lo más sano que puede haber en la vida.

En psicoanálisis sabemos que en las primeras etapas del desarrollo el niño va a desarrollar una serie de herramientas emocionales (por decirlo de alguna manera) a través del cuidado y las atenciones que la madre le procure al cubrir sus necesidades. Pero, además, es imprescindible que la madre proporcione contención emocional. Es decir, ha de mostrarse abierta a aceptar todas las manifestaciones emocionales del pequeño, acogerlas y devolvérselas de un modo más tolerable.

A través del soporte ofrecido por la madre, el niño conoce el bienestar, el amor y la comprensión; aprende a sentirse seguro. Si este proceso ha tenido lugar apropiadamente, el niño podrá afrontar la transición de paulatina separación de la madre, a través de la cual se establecerá como un ser independiente y diferenciado de ella.

Sin embargo, no es realista esperar que una madre actúe siempre a la perfección; que comprenda cada llanto, gesto e incomodidad de su bebé a la primera, que siempre pueda atenderlo al instante. No podemos mantener la expectativa de que siempre contará con el estado de ánimo apropiado o con la paciencia necesaria para responder de forma óptima.

El niño necesita aprender a tolerar cierto grado de frustración y, a medida que crece, este umbral también se eleva. La ausencia temporal de la madre, su agotamiento en momentos puntuales o su incapacidad para comprender a veces el llanto del niño no lo dañarán.

En ese sentido, ser una madre suficientemente buena significa que ha de estar presente y disponible para el niño, ha de atender sus demandas, contener su angustia y demostrarle amor. Pero, como ser humano que es, fallará en ocasiones, y esto es no solo natural sino sano porque da juicio de realidad.

Una madre que es capaz de percibir sus errores y repararlos estará realizando una gran labor, pues se ha demostrado que el amor y los cuidados pueden subsanar el daño y construir un vínculo seguro si se repara. El concepto de la “madre suficientemente buena” desde el psicoanálisis nos hace un aporte muy valioso en el sentido de ayudarle a las madres a liberarse de ciertas culpas y presiones a nivel social respecto a su función.

Incluso, las invita a confiar en la labor que ellas hacen día a día. Leer libros, escuchar podcast y materiales que les dicen cómo educar siempre serán de gran ayuda; sin embargo, es igual de valioso el confiar en su instinto. La clave, a mi gusto, es estar presente y disponible emocionalmente para sus hijos. Y saber que se vale abrumarse y hasta enojarse con las cosas que hacen los niños.

MTRO. MANUEL HERNÁNDEZ GARCÍA

Psicoanalista manuel@descubriendote.mx

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