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Gentrificación en Barcelona
from BYÔDÔ Enero 2024
¿ Tienes un vecino que ha debido irse de su casa porque no puede pagar el aumento del alquiler? ¿ Conoces familias cuyos hijos deben irse de Barcelona porque no encuentran pisos asequibles ? Entonces estas ante casos de gentrificación,yaquíteloexplicamos.
Por Joan Juliá
La gentrificación puede, a priori, parecer un concepto confuso. Todo empieza con pequeñas trasformaciones en el barrio. Pequeñas y grandes modificaciones enfocadas a crear un entorno más agradable.Apartir de ahí, el entorno sesumerge en una especie de metamorfosis: edificios, calles, parques y comercios embellecidos atraen la llegada de residentes con una mayor capacidad adquisitiva. Estos nuevos residentes, a su vez, también generan una trasformación del entorno relacionada con la necesidad de nuevos edificios, infraestructuras y comercios. El barrio se trasforma, los precios suben, los residentes cambian y su manera de relacionarse con el espacio, también. Y es así como, poco a poco, la gentrificación hace gala de su presencia provocando que los residentes históricos del barrio se sientan expulsados de sus hogares ya que el entorno yanoeselmismo.
La gentrificación como proceso de transformación urbana de barrios de clases populares, forma parte de la dinámica de un gran número de ciudades. Especialmente aquellas que además cuentan con un potente atractivo turístico, como es el caso de Barcelona. Este artículo tiene como objetivo analizar cómo se están produciendo estas dinámicas de transformación urbana y cómo se están llevando a cabo algunas de las estrategias frente a la gentrificación yturistificación.
Así que podríamos resumir muy brevemente la gentrificación como: la sustitución de la clase popular de un barrio por una de mayor poder adquisitivo. En un inicio, como ya hemos explicado, los procesos de gentrificación estuvieron vinculados a dinámicas de renovación urbana que implicaban una mejora de las infraestructuras y de las viviendas y, por consiguiente, un aumento del valor de estas últimas. Aumentando así los precios de compra y de alquiler de las viviendas generando un proceso de expulsión de las familias conlasrentasmásbajas.
El turismo es otro elemento que interviene en la transformación urbana de los barrios. Por la expansión hotelera debida a la adquisición de inmuebles por parte de grandes inversores pero, sobre todo, por la masificación de los pisos de uso turístico que modifican las pautas residenciales y el valor de las viviendas.Y, finalmente, por lasustitución y cambio del tejido comercial para dar respuesta a estos nuevos usosen favor de lagastronomía yel ocio.
En el proceso de gentrificación, barrios como Poble Sec, Sant Martí o incluso El Carmel, son un capítulo más en la saga de barrios que sufren las consecuencias de una forma de pensar que olvida la ciudad como derecho de sus habitantes. Los motivos son diferentes, pero las consecuencias son las mismas. Un ejemplo puede ser el del Barrio Gótico, en el que más de la mitad de las viviendas disponibles son pisos turísticos. En el documental MACBA, l’esquerra, la dreta i els rics [de Societat U de Barcelona], Miquel Molins, director del museo de arte contemporáneo en el centro del Raval entre 1995 y 1998, decía: “Si impones un edificio como el MACBAen medio de un barrio con la idea de que lo transformará, desalojará a la gente que vive y de alguna manera hará efecto llamada para una renovación urbanística, estás haciendo una agresión, ilustrada pero agresión. Y todos sabemos que estas cosas no acaban de salir bien.” Estaba admitiendo un proceso que empezó con el proyecto de la Barcelona olímpica y que hoy tiene nombre. La gentrificación puede tener forma de museo, de apartamento turístico o de calle abarrotada de bares y terrazas que desplazan a la ferretería o la mercería de toda la vida. Pero Barcelona o Madrid son unas de las pocas ciudades en cuyos centros históricos todavía sigues encontrando vida en comparación con otras capitales europeas como Roma o París. Por ello se explica porque estas grandes capitales europeas forman parte del circuito turístico global desde hace más de seis décadas, mientras que Barcelona está en dicho circuito a partir de las olimpiadas del 1992. Y es precisamente el saber las consecuencias de esta turistificación y gentrificación por casos anteriores, que hay que aplicar acciones correctoras para evitar estosfenómenossociales.
Para hacer frente a la expulsión del vecindario de sus barrios, Barcelona debería de seguir tres recetas: civilizar el mercado inmobiliario, reforzar el parque público y dotarlo de una buena distribución territorial.
En Viena, un tercio de las viviendas son públicas, otro tercio pertenece a cooperativas sin ánimo de lucro y solo un último tercio está en manos del mercado privado. Esta distribución de fuerzas, fruto de cerca de un siglo de políticas residenciales con vocación social, hace que la capital austríaca esté bien protegida del fenómeno de la gentrificación. Aún le queda un largo camino a Barcelona para parecerse a Viena: Con un parque público de vivienda que a duras penas supera el 1%, una cultura cooperativista exigua y un mercado inmobiliario altamente desregulado, la capital catalana se enfrenta desvalida a la tempestad gentrificadora. A la vez, pese a ser una ciudad relativamente pequeña, sus atractivos tienen un alcance global. No solo es uno de los principales destinos turísticos de Europa, sino que, además, está ingresando en el club de las ciudades que atraen a más congresistas, más estudiantes de másteres internacionales, más ejecutivos de multinacionales omás inversores globales.
Tras la gentrificación se encuentra una dolorosa paradoja: “la mejora empeora”. O, como mínimo, la mejora urbana no beneficia a todo el mundo por igual. Mientras en Barcelona se dedicaban ingentes recursos a los espacios públicos, a los equipamientos o a las infraestructuras para unos niveles de acabado que no se podían permitir ciudades tan importantes como Nueva York, Londres o París, la vivienda se dejaba en manos del mercado. En estas condiciones, el esfuerzo colectivo por renovar el espacio público acaba hinchando las plusvalías de los grandes propietarios, encareciendo los alquileres y centrifugando a las clases populares. ¿Esto significa que hay que detener cualquier mejora urbana?, ¿que son más inclusivos los barrios degradados y mal equipados? De ningún modo. Simplemente, significa que elurbanismo barcelonés necesita un cambio de paradigma. Cada actuación de mejora urbana debe acompañarse de políticas que garanticen la asequibilidad de la vivienda, la pertenencia al barrio y la igualdad de acceso a los beneficios que comporta el esfuerzo colectivo de mejorar la ciudad. La Barcelona contemporánea no puede hacer otra cosa que procurar parecerse a Viena. Es evidente que tardará décadas en tener una repartición de regímenes de tenencia como el de la capital austríaca. Pero ha de encaminarse a ello y apresurarse al máximo.
Con este objetivo deberíamos seguir tres recetas calificables como “la estrategia vienesa”.
1. Civilizar el mercado privado
Sería muy útil que el Ayuntamiento dispusiera de competencias que están en manos de administraciones no municipales. Una buena reforma de la Ley deArrendamientos Urbanos sería una de las mejores maneras de defender el arraigo de los inquilinos en sus barrios. También sería importante la derogación de las políticas que reciben a los especuladores con alfombras rojas como son las prevendas como la Golden Visa o las exenciones fiscales a las sociedades cotizadas anónimas de inversión en el mercado inmobiliario, que calientan el mercado con la llegada masiva de capitales extranjeros y fomentan el vaciado sistemático de edificios. Otro ejemplo de regulación es la modificación de la ordenanza reguladora de los procedimientos de intervención municipal en las obras, que obliga a los promotores de la rehabilitación de edificios a garantizar la permanenciade susocupantes.
2. Reforzar el parque público
Acercar el porcentaje de vivienda pública a la normalidad europea requerirá un esfuerzo titánico y persistente. En este frente también sería útil contar con la solidaridad de la Generalitat y del Estado. Desde 1978, la repartición del gasto público entre el gobierno central, las autonomías y los ayuntamientos ha relegado a estos últimos a una cuota de aproximadamente el 15% mientras que en Dinamarca, los gobiernos locales disponen del 50%. Es necesario un compromiso de las diferentes administraciones para aumentar sustancialmente las partidas dedicadas a vivienda pública. Es preciso cultivar la idea de que, igual que la sanidad, la educación o el transporte colectivo, la vivienda pública de alquiler es un servicio básico que hay que universalizar para que no se dirija solo a la emergencia social y puedan acceder a ella también las clases medias. Pero la promoción de vivienda pública no puede ser una cuestión meramente cuantitativa. Es necesaria una mirada cualitativa, capaz de distribuir proporcionadamente el parque de vivienda pública en el territorio. Hay que fijar objetivos como, por ejemplo, que todos los barrios de Barcelona dispongan de un 15% de vivienda pública de alquiler.
Es necesario un acuerdo para defender los barrios de Barcelona. Hay que defender la Barcelona de los barrios.

3. Coproducir soluciones mixtas
Debemos encontrar fórmulas de acceso a la vivienda no exclusivamente gubernamentales, pero tampoco meramente especulativas. La Administración tiene que dejar atrás la soberbia que le ha llevado a creer que, por sí sola, lo puede resolver todo. Para hacer ciudad hay que contar con el músculo del tejido asociativo y productivo de pequeño formato. Por su parte, el tejido social tiene que dar un paso al frente e iniciar reclamaciones dirigidasa este objetivo. Pocopuede hacer la Administración si el vecindario le reclama parques, equipamientos o aparcamientos en lugar de promociones públicas de vivienda. Es esta administración ,junto con organismos sociales, la que debe dar solución a la incorporación de la gente joven al mercado inmobiliario. Al mismo tiempo, hay que explorar fórmulas que hoy son incipientes pero que algún día deberían ser del todo habituales. Por ejemplo, extender la cultura cooperativista: cesiones temporales de suelo público a fórmulas de propiedad compartida que demuestren su función social y su gestión democrática. O bien, la creación de un operador metropolitano que, con la colaboración de inversores dispuestos a limitar sus beneficios, promoverá vivienda de alquiler a precios asequibles, por ejemplo 600 euros mensuales de media.
Las administraciones públicas tienen que estar a la altura de estos movimientos emergentes. Urge hacer un llamamiento a todos los agentes implicados: las administraciones municipales y los demás ayuntamientos del área metropolitana, las diferentes fuerzas políticas del pleno municipal, la sociedad civil organizada, los agentes económicos ylos ciudadanosparticulares.