PUNTO DE VENTA-Nº71

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TEMAS

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uis Rodríguez, presidente de ANSA, no duda en afirmar que este ha sido el año más complicado que le ha tocado vivir al sector desde que empezaron los tiempos difíciles. La escasez de los productos protagonistas de la cesta básica del venezolano ha empeorado, con lo cual las colas a las puertas de los supermercados han pasado a formar parte del paisaje diario de los vecinos del sector u urbanización donde opera el supermercado que los expende, por lo general afiliado de ANSA. En el contexto de una inflación galopante, nadie quiere quedarse sin poder comprar un producto de primera necesidad a precio regulado.

“En el mix de ventas antes los productos regulados eran el 30% con una cesta de 70% de productos no regulados, hoy en día casi me atrevo a decir que es al revés”

Las reportes de Cavidea dan cuenta de una alarmante realidad: cada vez hay menos producción. Al haber menos producto, la desesperación de la gente es mayor, es por ello que ahora es común ver colas a las puertas de los supermercados que se forman desde el día anterior, o desde las 3 o 5 de la mañana.

gárselos a ningún ente cuando tenemos colas kilométricas a las puertas de las tiendas”.

“¿Cómo hacerle entender al consumidor que toda la situación que se está generando en torno al acto de compra no es culpa nuestra?”, se pregunta el presidente de ANSA. Para el consumidor, el supermercado es el culpable más cercano del deterioro que ha experimentado su calidad de vida: cajeros y gerentes de tienda sufren a diario la molestia y la frustración de clientes, vecinos y hasta de organismos públicos, que pretenden que sea el vecino supermercado quien se encargue de la limpieza y hasta de la seguridad de las colas. Como respuesta a estas demandas, el supermercado trata de negociar con las juntas vecinales, consejos comunales, alcaldías y cuerpos de seguridad una mejor manera de distribuir el producto, pero no está a su alcance eliminar el bachaqueo, tampoco puede dejar de venderle a las personas que vienen de distintos sectores de la ciudad a la tienda. “Les ofrecemos lo mejor que podemos dentro de nuestras posibilidades como supermercado. No podemos controlar las colas, los robos en la zona, quisiéramos seguir vendiéndole principalmente a nuestro público cautivo, que es el que está cerca de la tienda, el vecino; pero las circunstancias que se están viviendo en el país son muy difíciles. Dos años atrás habían 45 mil a 50 mil establecimientos distribuyendo los productos sensibles, hoy toda la masa de público tiene que moverse hasta 2000 o 3000 tiendas para poder comprarlos ¿Cómo meter a toda esa masa de gente en esos establecimientos sin que se formen colas?, dice Rodríguez. En el Consejo Nacional de Economía, instancia en la que participa ANSA, la solución para el problema de abastecimiento que enfrenta el país parece estar clara: la palabra clave es producción. Pero, como dice el refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho. “Para el problema de la leche la solución es leche, no las captahuellas, o la represión en las colas. La solución es producción”, enfatiza el presidente de ANSA. “Todos los días lidiamos con temas distintos, las juntas vecinales, comunales, las alcaldías, y ahora los Clap”, dice Rodríguez. Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) constituyen la nueva forma de organización popular encargada, junto al Ministerio de Alimentación, de la distribución casa por casa de los productos regulados de primera necesidad. Los Clap se han convertido en un nuevo dolor de cabeza para el sector, algunas alcaldías y gobernaciones les solicitan a los supermercados que les entreguen los productos regulados que llegan a sus tiendas para ellos ocuparse de su distribución a través de los Clap. En este sentido, la respuesta de Rodríguez es categórica: “No somos mayoristas, esa no es nuestra actividad económica, somos detallistas. Los productos que llegan a nuestras tiendas son para ser vendidos en nuestras tiendas. No podemos entre-

Otro elemento que está complicando la operatividad del supermercado y afectando sus finanzas es el incremento de las mermas por robo, tanto de empleados como de clientes. “Siempre ha habido el abusador que agarra un cambur y se lo come dentro de la tienda, pero hoy como las colas son tan largas eso se ha maximizado”, dice Rodríguez. Y un nuevo actor parece haber surgido: el llamado “Robin Hood”, típico personaje de clase media, simpático, que mientras está haciendo la cola para pagar abre un producto, por lo general un snack, se lo come y le ofrece un poco a la gente de la cola, luego se va sin pagar el consumo.

¿Importados, una manera de combatir el bachaqueo? En ciudades como Maracaibo, Maracay y Ciudad Bolívar los productos importados se están incorporando a los anaqueles para compensar así la baja distribución de los regulados. Aunque sus precios son mucho mayores que los de los regulados, los consumidores de esas ciudades tienen al menos el aliciente de conseguir en una tienda lo que buscan, de esta manera no tienen que recurrir al canal del bachaqueo. Al respecto, el presidente de ANSA destaca que, aunque más caros, estos productos importados llevan a los bachaqueros a tener que competir con las tiendas, con lo cual los importados terminarán bajando de precio. “Al comienzo tienes que entrar con precios más altos para que éstos no sean atractivos para el bachaqueo, después bajas el precio, porque el bachaquero no va a comprar la leche si le cuesta 4000 bolívares, su negocio está en comprarla a 70 bolívares y venderla a un precio mayor de 4000 bolívares”, opina. Otra práctica del bachaqueo es la que tiene lugar en el día día de la familia venezolana que busca redondear el mes invirtiendo parte de su ingreso en el negocio de comprar regulados. “El gobierno se ha dado cuenta de que el bachaqueo es un medio de vida. Si gano 60.000 bolívares puede ser que disponga de unos 10.000 y los invierta en productos que pueda revender y al final llego a ganar 110 o 120 bolívares, con eso puedo medio emparejar la situación. El gobierno prefiere concentrarse en atacar las grandes masas del bachaqueo, que funcionan de manera más corporativa, actúan en grandes masas para extraer del canal formal regulado los productos que expenden a altos precios en la informalidad”, dice Luis Rodríguez.

Del contrato laboral al contrato emocional A pesar del estrés que implica para una cajera, un pasillero, un subgerente o gerente de tienda vivir la cotidianidad del punto de venta en estos tiempos, la rotación de trabajadores en el retail ha bajado. “Antes teníamos una rotación de casi el 100%, es decir, comenzabas el año con un personal y lo terminabas con otro totalmente distinto. Hoy la rotación no es tan alta”, dice Rodríguez.

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