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La educación inclusiva. Un derecho ético y humanista

La educación inclusiva

Un derecho ético y humanista

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Eloina Gallardo Espinoza

Escuela Normal de Educación Especial del Estado de México Atizapán de Zaragoza, Estado de México

La educación actual es resultado de una variedad de propuestas desde un insumo político y económico que repercute socialmente en cualquier ámbito y contexto. En el presente texto se establece una conexión entre la política, las políticas educativas, la globalización y el desarrollo sostenible; además, se aborda la inclusión y el planteamiento del desafío ético de la educación.

Históricamente, la política ha sido el principal orquestador de la educación nacional; en consecuencia, el sistema educativo se compone por una estructura y normatividad que determina la operatividad en las escuelas.

La escuela es un agente educativo que, al igual que las familias, está sujeta a las políticas educativas. La aspiración para ambas instituciones es que los estudiantes de cualquier nivel logren recibir educación de calidad; entendida ésta como la herramienta que permita hacer frente a la vida en lo cotidiano.

Actualmente, la educación, en su devenir, genera incertidumbre y polémica respecto a la aspiración que la sociedad tiene de ella, muchas veces derivada de su pasado.

Sin embargo, es necesario comprender que la influencia de la globalización altera de muchas formas los cambios propuestos en materia educativa de cada nación. Algunos estudiosos empiezan a preocuparse por proponer la resignificación de la ética educativa, cuestión bastante interesante respecto a los cambios que se pueden propiciar en el abordaje escolar, pues implica repensar el futuro de la educación, actuar en lo inmediato para transformarla y visualizarla como un trayecto indispensable que permita alcanzar las metas y finalidades.

Uno de los temas que desde un punto de vista personal, pero que también tiene relevancia social

y pública, es la inclusión a nivel mundial, estatal y local, considerada como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 (Cepal, 2010).

De acuerdo con el objetivo 4 “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todos”, la escuela con una visión inclusiva es aquella que promueve la eliminación de barreras para aprender y mira a la diversidad como oportunidad de aprendizaje. Por otra parte, se requiere abarcar todos los niveles educativos.

La inclusión es un aporte sustantivo desde una mirada de política social. En el sector educativo la estrategia, o mejor dicho parte de las políticas educativas, hace referencia a la inclusión educativa; ambos términos han causado revuelo y debate en México, ya que esto planteó dar un giro a las políticas institucionales, a la cultura y a las prácticas sociales en todos los sentidos. Esto significaba empezar a cambiar el chip y aceptar las diferencias como algo cotidiano y entender que no existen grupos vulnerables, sino vulnerados socialmente. Es lamentable saber que en las escuelas las prácticas discriminatorias de rechazo y desigualdad son más frecuentes que en otros ámbitos.

Durante mucho tiempo en algunas escuelas, varios maestros entendieron que la integración educativa gestada desde los años noventa y citada en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica estaba pensada para apoyar a los alumnos que presentaban problemas para aprender derivados de una discapacidad. Por lo que se crearon equipos de apoyo nombrados Unidad de Servicios de Apoyo para la Educación Regular (USAER) para que se acompañara a los titulares a realizar adecuaciones curriculares; sin embargo, prevalecía la tendencia de sentir ajenos a los estudiantes atendidos por la USAER, se seguían marcando las diferencias de forma despectiva, los adjetivos discriminatorios estaban presentes. Se creía que la educación especial era la única responsable de guiar y educar a la población con características particulares para aprender. La inclusión no es exclusiva del sector educativo y mucho menos para salvaguardar la educación especial. Las organizaciones de la sociedad civil que atienden a personas con discapacidad pugnaron para que sus derechos, entre ellos la educación y el trabajo, fueran respetados por el Estado; de ahí que en 2006 se pudiera firmar la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. La inclusión es algo evidente y posible, aunque complejo.

Con el efecto de la globalización se reconoce a la educación como parte del bien común a nivel mundial, puesto que la

suma de esfuerzos en favor de una educación basada en los principios de equidad, igualdad y ética podrían mejorar las oportunidades educativas.

Dejando atrás las posturas tradicionales de los docentes en la escuela formal, hoy se apuesta a la calidad a partir de formar ciudadanos libres para pensar, crear e innovar; es decir, se requiere formar seres críticos, sobre todo educar el corazón para forjar personas sensibles. Se debería pensar en establecer un equilibrio entre la crítica y la compasión; una compasión moral que coadyuve al pensamiento crítico constructivo (Gracia, 2018).

Lo anterior es parte de los ideales para erradicar los desafíos educativos como el individualismo, la influencia de los medios de comunicación, la división religiosa, entre otros; invita a reflexionar sobre el reconocimiento de la dignidad humana, desde el pensamiento y el sentimiento.

Es importante transitar de una mirada convencional y rígida a una flexible, creativa y analítica. Lo interesante es darse cuenta de que existe una variedad de formas de resolver situaciones, de crear y, en consecuencia, de poder innovar.

Percibir el entorno distinto y variado tal cómo es, diverso y complejo, posibilita ser mejores a partir de otros encuadres en nuestro pensamiento.

Una visión de la educación requiere apreciarla como promotora ética y humanista, ante una necesidad social imperante, en tiempos de crisis económica, de sobrepoblación, de violencia, donde la diversidad está presente para atenderse y no para esconderse.

La postura que expreso es la defensa de la renovación educativa desde un sentido ético y epistemológico, desde la sensibilidad humana, pues me he desarrollado laboralmente en la educación especial en distintos grados escolares (primaria, rehabilitación, superior). Quienes trabajamos en este ámbito hemos vivido en dos polos: por un lado,

nuestra población de atención ha sido rechazada, replegada a la caridad o buena voluntad del Estado; por otro lado, hemos sido apreciados por la alta expectativa que la gente nos tiene, gracias a que nos profesionalizamos en dicho sector.

Valoro el texto El desafío ético de la educación, de Javier Gracia Calandín (2018), porque contribuye a mi formación, pues la reflexión que pondera está situada en una realidad palpable y alienta a tener una aspiración alcanzable para retribuir a una educación sólida y convincente.

Es importante destacar algunas premisas que permitan salir avante en el abordaje del enfoque inclusivo: • Subrayar la compasión moral y el pensamiento crítico como parte medular de un currículo de cualquier nivel escolar en el sector público y privado. • Garantizar la flexibilidad y autonomía en las escuelas para organizarse y rendir cuentas. • Promover la convivencia entre toda la comunidad educativa y no sólo entre los estudiantes. • Profesionalizar a los docentes que forman nuevos docentes para reproducir valores e identidad profesional. • Promover la inclusión real para todos y con todos como parte de un currículo variado y eficiente. • Atender a la diversidad en un plano de participación efectiva y no sólo en el discurso. • Partir de la ética para evaluar las acciones de todos los involucrados en la educación formal.

En conclusión, considero lo siguiente: • El desarrollo sostenible en sus distintas dimensiones se convierte en reto imprescindible, lo cual nos compromete a atender y actuar en favor de una educación ética a nivel mundial. • Como ciudadana y profesional de la educación me queda clara la tarea de ser promotora de cambio en pro de una educación inclusiva y pertinente. • El escrito expuesto resulta de suma importancia e interés porque se plantea desde la sostenibilidad, la inclusión, el crecimiento económico y la ética.

Referencias

Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (2010), Objetivos de Desarrollo Sostenible,

Washington D. C., CEPAL. Gracia, J. (2018), El desafío ético de la educación, Madrid:

Dykinson.

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