La Dimensión Territorial de Nuestras Prácticas

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Presentación “Ya se mira el Horizonte: construimos nuestras prácticas, tejemos nuestras luchas”

“Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá (...) ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. Eduardo Galeano, Las Palabras Andantes. Este texto forma parte de un conjunto de cuadernillos que se proponen compartir los múltiples procesos que venimos llevando adelante como RAE en los últimos años. Fueron elaborados especialmente para el Encuentro de Primavera de la RAE 2017, con el fin de continuar con la reflexión colectiva y la construcción de este mundo que estamos soñando y haciendo todos los días desde nuestro trabajo en nuestras Organizaciones. En la práctica cotidiana de nuestras Organizaciones hacemos muchas cosas: trabajamos en los barrios acompañando reclamos y buscando resolver conjuntamente algunas necesidades, llevamos adelante propuestas educativas y culturales con niños, niñas, jóvenes y adultos y adultas, trabajamos “situaciones” de violencia de género, compartimos las comidas, entre muchísimas otras. A su vez, nuestra práctica como Red se fue articulando a partir de este quehacer de las organizaciones, generando espacios de decisión, comisiones y espacios de formación específicos. Desde el 2014 y de modo ininterrumpido, la Red cuenta con los siguientes espacios: Comisión de Educadorxs de Niñxs, Comisión de Educadorxs de Jóvenes, Comisión de Género, Comisión de Cocineras, Trayecto Formativo en Educación Popular, Formación en Primera Infancia, Formación de Cocineras, además del Consejo y de los Encuentros de Primavera y Verano.


¿Cómo articular todos esos espacios? ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué y para qué nos proponemos estos espacios? Reconocimos entonces, allá por 2016, la importancia de definir nuestro horizonte común. En tanto horizonte, refleja aquello que deseamos, hacia donde vamos o queremos ir, lo que nos une a caminar juntos hacia allí. Por esto, decimos que el horizonte es “político”. Y horizonte político está latente o circulando en lo que hacemos día a día. Y todo eso que hacemos día a día lo podríamos agrupar en cuatro “frentes” que organizan nuestras luchas cotidianas a la vez que delinean hacia dónde queremos ir:  Educación: entendemos “educación” en sentido amplio, no restringido a lo “escolar”, sino que consideramos el conjunto de nuestras prácticas como pedagógicas.  Alimentación: no restringido a “dar de comer”, sino que lo extendemos a todo lo referido a las acciones que realizamos en función de nuestras prácticas alimentarias.  Género: no restringido a “dar un taller de educación sexual”, sino a todas las acciones que llevamos a cabo tendientes a desnaturalizar la desigualdad entre los géneros.  Territorio: como organizaciones con base en un territorio concreto, con prácticas y representaciones culturales, sociales, políticas, simbólicas, etc. además de las articulaciones posibles con las “instituciones” del barrio y con un proyecto de transformación territorial. Claro que no es excluyente que cada Organización trabaje/reivindique otros frentes/luchas que considere importantes. No todas las Organizaciones de la Red compartimos los mismos objetivos, aunque sí tenemos en común estos cuatro frentes. Hay frentes que no trabajamos de por sí, en los hechos. Por ejemplo “comunicación” podría ser un frente que en los hechos no es. Es decir, estos cuatro no son los únicos, son los que fuimos eligiendo en los últimos años a partir de nuestro trabajo en Red.


Los frentes tienen que ver con las cosas que se hacen. La potencia de nuestros frentes es que no nacieron de un gran discurso ideológico o teórico previo sin sustento de prácticas, sino que son prácticas y experiencias concretas, que buscamos poder nombrar. Algunas de estas prácticas ya las hacemos hace más de 20 años; otras las fuimos creando en este último tiempo. La debilidad esta, quizás, en no haber podido enunciarlo de modo claro hasta ahora, reconociendo la potencia de lo que hacemos y por lo que luchamos. Creemos que explicitar estos horizontes nos permite reconocer el poder que tenemos como Red para conseguir lo que buscamos. Y lo que buscamos está en ese horizonte común, más allá de la tarea concreta que esté desempeñando o el espacio específico en el cuál esté participando. El horizonte articula todas nuestras prácticas, nuestras luchas, nuestros sueños. ¿Para qué sirve entonces el horizonte común? Para caminar juntas y juntos, parafraseando a Galeano, pero también para poder, en el camino, cosechar nuestras victorias.


La dimensión territorial de nuestras prácticas “Tanto la Educación Popular construye territorio como el territorio construye Educación Popular. La Educación Popular construye territorio en la medida en que partir de sus prácticas permite una apropiación del territorio por parte de lxs habitantes que viven e interactúan a diario con él. De la misma manera, el territorio construye Educación Popular puesto que es pilar y base fundamental para el desarrollo de las prácticas mismas que atañen a la propuesta político-pedagógica”. Coordinadora de Procesos de Educación Popular en Lucha, Colombia.

Las organizaciones que hacemos la RAE habitamos diferentes barrios del Conurbano bonaerense y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cuando decimos que “habitamos” queremos afirmar que no solamente estamos “ubicadas” en un barrio particular, sino que somos parte de la vida barrial, con sus alegrías y sus tristezas. “Habitar” quiere decir, para nosotros y nosotras, que somos las personas que vivimos y/o que transitamos diariamente por esas calles y pasillos quienes decidimos organizarnos para desafiar la realidad tan dura que vivimos y dinamizar alternativas. Acompañamos la escolaridad de niños, niñas y jóvenes, nos alimentamos, hacemos talleres recreativos, artísticos, culturales, deportivos. Tenemos bachilleratos populares, grupos de mujeres, medios de comunicación comunitaria, huertas, proyectos productivos, lindas bibliotecas. Bailamos, cantamos, pintamos, jugamos mucho, leemos, hacemos teatro y circo. Organizamos fiestas y eventos barriales, intervenciones artísticas, bingos y ferias. Sabemos de lo que pasa diariamente con las familias, nos solidarizamos ante una necesidad, colaboramos con lo que podemos, las escuchamos mucho. Hacemos red con otras organizaciones sociales y con instituciones del Estado como la escuela y la salita, participamos de movilizaciones con las y los vecinos, promovemos reuniones y asambleas.


Centro Comunitario CreSer. Barrio 9 de Julio. José L. Suarez.

El barrio no sería el mismo si no estuviéramos ahí. Pero no somos los únicos. Existen muchos otros grupos, organizaciones e instituciones en nuestros barrios. Con algunos articulamos, hacemos reuniones, compartimos acciones. Tejemos red para detectar algún problema en el barrio y pensar líneas para solucionarlo (o exigir a los responsables que lo solucionen), compartimos inquietudes, intervenimos conjuntamente ante una necesidad particular manifestada por alguna familia, hacemos el seguimiento de algún pibe o piba con dificultades en la escuela, abordamos situaciones producto de la violencia de género, etc. Pero hay muchos otros en nuestro contexto y en contextos más globales, sin embargo, que tienen o reproducen proyectos bastante contrarios a los que promovemos nosotros: mientras nosotros defendemos el valor comunitario del compartir, otros promueven la competencia entre los vecinos. Mientras nosotros apostamos por la organización, otros difunden el


“sálvese quien pueda”. Mientras nosotros sostenemos una práctica de afirmación de las culturas populares, otros buscan colonizarnos para negar nuestros orígenes diversos. Mientras nosotros habilitamos la toma de la palabra, otros premian el silencio. Mientras nosotros nos comprometemos con el cuidado del ambiente, otros ganan mucho dinero instalando fábricas, quemas o basurales que contaminan el agua, el suelo y el aire que nos rodea. Mientras buscamos que cada pibe y cada piba pueda crecer y proyectarse en su territorio, junto a su familia, sus vecinos y amigos, otros predican que lo mejor que nos puede pasar es “progresar individualmente” para, algún día, “salir del barrio”.

Centro Comunitario Barrio Mitre, CABA.

Aun con todo esto que hacemos hace tantos años, muchas veces sentimos que hay un muro entre nosotros y el barrio, que nos falta comunicación con las familias, que no sabemos qué está pasando allá afuera, que en nuestras prácticas educativas el barrio está como invisible. Fue en un


encuentro entre educadores y educadoras, mientras pensábamos juntos qué problemáticas abordar en nuestro Trayecto Formativo en Educación Popular, que salieron muchas de estas inquietudes. Nos preguntábamos: ¿Qué

significa

que

seamos

organizaciones

educativas

“y

comunitarias”? ¿Qué es realizar trabajo comunitario? ¿Qué implica hacer un trabajo barrial? ¿Cómo pensar todo esto desde la Educación Popular? Lo que sigue es el resultado de las reflexiones y compartidas del Trayecto Formativo en Educación Popular de 2016 que consistió en el intento (siempre provisorio) de respondernos estos y otros interrogantes parecidos.

C.E.C El Ceibo. Barrio El Ceibo, La Lucila.


Conocer el territorio, ejercicio colectivo Uno de los ejercicios que realizamos en un encuentro de Trayecto Formativo en Educación Popular fue un mapeo barrial: nos propusimos reconocer,

en

nuestros

territorios,

los

problemas

sociales,

socio-

ambientales, los actores (personas, instituciones, organizaciones, etc.) que intervienen (internos y externos) que favorecen o no, las relaciones que se establecen entre los diferentes actores, etc. Para esto, seguimos la propuesta del Colectivo Iconoclasistas[3], que consiste en ubicar, en un mapa del barrio[4], diferentes íconos[5] que representen los problemas, actores, relaciones, resistencias, etc., junto con una referencia -¿Qué indica cada imagen?Pensar nuestra intervención barrial como organizaciones desde un enfoque territorial nos permitió identificar instituciones, espacios públicos, otras organizaciones sociales, la presencia de la policía, la existencia de barrios privados aledaños, fábricas contaminantes, arroyos, basurales, quemas, en fin, problemas sociales, socio-ambientales, económicos, falta de servicios, etc. Esto nos lleva a pensar y analizar nuevos desafíos tendientes a dinamizar acciones posibles tendientes a asumir un rol protagónico en la vida de los barrios en los que trabajamos.


C.E.C La Loma. Barrio La Loma, Vicente López.

¿Cómo estamos mirando el barrio? Vivimos en una época de muchos cambios en las sociedades.

Estos

cambios en el “armado” del mundo han dado lugar a nuevas preguntas que no se pueden responder desde las teorías con las que históricamente se intentó comprender y explicar la realidad. La idea de globalización, la transnacionalización de empresas, la visibilización de grupos étnicos preexistentes a los estados-nación, los conflictos socio-ambientales, entre muchos otros aspectos, han mostrado la imposibilidad de seguir utilizando marcos conceptuales y metodológicos obsoletos, y han generado la necesidad de formularse nuevas preguntas e inventar nuevos caminos e ideas que nos ayuden a problematizar aquello que intentamos conocer.


Vienen siendo algunos movimientos sociales los que, desde sus prácticas cotidianas y de lucha, han ido constituyendo nuevos parámetros desde dónde pensar las formas de organización social y las relaciones sociales que se establecen en los espacios donde ejercen su influencia. Estos movimientos sociales se caracterizan como “territoriales”. Su especificidad es que no buscan tanto “luchar por recursos para su territorio”, como luchar “por el territorio para cambiar la realidad vivida, sus formas de organización, buscan cambiar el territorio para construir su propio territorio”[1]. Estos territorios “construidos” entran en conflicto con otros “proyectos” de territorio: empresas, gobiernos, ONG’s, disputan sentidos y significados, a la vez que la materialidad misma, en pos de apropiarse y hacer su propio “usufructo”. Campesinos e indígenas desalojados, pueblos fumigados, asambleas contra la mega-minería, vecinos inundados, son algunas de las expresiones de estos movimientos cuyas prácticas son territorializadas y territorializantes (en el sentido de que están situadas en un territorio concreto en disputa y, a la vez, “producen” el territorio en el que desean vivir). En el mismo sentido, surge una fuerte crítica al concepto de “comunidad”. Esta noción es muy polisémica y en el ámbito de las organizaciones que trabajan con población en situación de desigualdad social fue introducida por organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, BID, UNESCO, etc.)


Centro Nuestro Lugar. Barrio Hardoy, San Fernando.

acompañando la aplicación de políticas sociales de corte “desarrollista”, trasladando las responsabilidades del Estado a los grupos sociales empobrecidos, quienes serían “culpables” de su propio subdesarrollo. Así, la “comunidad” sería el actor que, mediante sus propios esfuerzos,

conseguiría

acceder

al

mundo

desarrollado.

Una

comunidad “motivada” y “capacitada” para el desarrollo pondría en marcha el progreso de la comunidad. Esto supone un proceso de intervención social basada en una concepción en la que la causa de la pobreza radicaría en la ignorancia de la población. Una actitud abierta al cambio y a la modernización permitiría modificar mentalidades y prácticas que no contribuirían al desarrollo de esa comunidad. En esta línea es necesaria la presencia de “técnicos” que apliquen una “pedagogía” que revierta la ignorancia desde su “saber técnico neutral”, de carácter racional y moderno, hacia el “desarrollo de la


comunidad”. El objetivo es la modificación de pautas culturales de las poblaciones consideradas atrasadas, para así “prepararse” para superar su “incapacidad” y solucionar sus propios problemas. Las figuras del “extensionista rural” y el “promotor social” promueven la idea del “técnico” que “extiende” su saber a la comunidad y “promueve” su desarrollo.

El fin de estas políticas fue el disciplinamiento social de los países periféricos en función de un intercambio desigual entre estos países y los países centrales, favoreciendo obviamente a éstos últimos. El desarrollo es planteado como un cambio social ineludible en el mundo y cada comunidad debería adaptarse, “reeducándose”. Por eso se habla de “países desarrollados”, “en vías de desarrollo” y “subdesarrollados”. Surgen así agencias estatales con paquetes de programas y proyectos destinados y centrados en la comunidad, con sus técnicos y sus


formularios. Surgen también las ONG’s y el “tercer sector” con el fin de interceder entre el Estado y las comunidades, administrar los programas y proyectos, monitorearlos y evaluarlos. Estas agencias estatales y organizaciones intermedias aterrizan en los territorios entrando en relación y muchas veces en tensión con los grupos revolucionarios (pensemos que todo esto surgió en el contexto de la década del ’60 en nuestro país), los grupos de base (muchos pertenecientes a la Iglesia tercermundista), las nacientes organizaciones y movimientos de cultura popular, educación popular, comunicación comunitaria, Investigación-Acción Participativa, etc. El tiempo demostró que los países “subdesarrollados” sólo profundizaron su subdesarrollo con estas políticas. Durante los 90 los estados se corrieron de sus responsabilidades y ajustaron sus acciones a los requerimientos de estos organismos internacionales, quienes se beneficiaron y beneficiaron a los países “desarrollados” con sus intervenciones. Aun así, estas lógicas persisten de modos diversos en nuestros contextos. Maquillados, muchos proyectos y programas actuales siguen sosteniéndose desde premisas similares a las de este modelo “desarrollista”,

disfrazándose

de

propuestas

de

participación

protagónica de los sectores populares, la defensa de los derechos del niño, la “equidad” de género, etc.


¿Barrio = Comunidad? Desde nuestras organizaciones, asociamos generalmente la noción de “comunidad” a la de “barrio”. Pero “comunidad” y “barrio” no son estrictamente lo mismo. Veamos por qué. Se utilizó la noción de “comunidad” para caracterizar a las sociedades feudales, en este sentido aplicarlo a grupos sociales urbanos en la actualidad es un anacronismo: representa una identidad homogénea, lazos establecidos, normas y costumbres compartidas, etc. El barrio, en cambio, es complejo y heterogéneo, fragmentado, conflictivo, etc.


Esta noción de “comunidad” muy difundida no da cuenta de las relaciones sociales que se establecen en las sociedades capitalistas: es encubridora de

la

existencia

de

clases

sociales,

desigualdades

de

género,

discriminación étnica, etc. presentes en nuestro barrio. A su vez, alude a la existencia de un actor social (la “comunidad”) cuando en un mismo barrio existen muchas comunidades (paraguayos, argentinos, bolivianos, evangélicos, católicos, peronistas, jóvenes, etc.). Al utilizar “comunidad” como sinónimo de “barrio”, no damos cuenta del entramado de relaciones, articulaciones, tensiones y disputas que existen porque, otra vez, reducimos a la heterogeneidad de actores sociales presentes a un supuesto único actor: “la comunidad”.


Nuestras organizaciones, ¿comunitarias o territoriales? En el marco de muchas discusiones e intercambios que tuvimos a lo largo del Trayecto Formativo, fuimos problematizando la noción de comunidad y de territorio. En este sentido fue enriquecedor trabajar con la perspectiva de Mario Sosa Vázquez, quien sostiene que “el territorio es objeto de representaciones múltiples, pues múltiples son los actores que desde sus visiones, interpretaciones e intereses le atribuyen determinadas características, potencias, significados. (...) Las representaciones del territorio,

que

pueden

provenir

desde

matrices

religiosas,

cosmogónicas, políticas o económicas, son mapas mentales que lo definen, ordenan, sacralizan, historizan, proyectan y controlan.” “Tales representaciones son portadas y realizadas por sujetos o actores sociales de distinto carácter, quienes plasman sus intereses en los mecanismos de apropiación y transformación del territorio, haciendo de éstas un eslabón que articula relaciones y vincula economía, política, sociedad y cultura en el proceso y dinámica social territorializada. Son, asimismo, producto y productoras de

relaciones y prácticas sociales

territoriales.” En nuestras organizaciones hemos adoptado en nuestra nominación, el carácter de “comunitarias y educativas”, pero su sentido dista del descripto hasta acá, configurándose a partir de rasgos identitarios propios, amasados en el devenir de sus prácticas educativas y barriales. Sin embargo, entendemos que no por esto deja de ser problemático su uso. Lo interesante de abordar esta cuestión no radica tanto en la nominación que pueda identificarnos como en las


posibilidades de intervención social que nos posibilite (o no), desde nuestras prácticas, la adopción de un enfoque u otro. Es decir, más allá del nombre, ¿Cómo estamos mirando lo que pasa el barrio? ¿Desde dónde? ¿Con qué lente?

C.E.C Nuestra Señora del Valle. Bancalari, Tigre.

Desde un enfoque territorial, podemos dar cuenta de la heterogeneidad de actores sociales, políticos, religiosos, culturales, económicos, etc. presentes en el barrio. Este enfoque, a su vez, incorpora nuevos actores sociales que no pertenecerían al análisis desde una perspectiva “comunitaria”, que influyen positiva o negativamente en el territorio, expandiendo así la frontera para el análisis (la presencia de barrios privados, fábricas contaminantes, funcionarios municipales, etc.).


Permite un análisis más profundo de la coyuntura barrial a partir de la incorporación de nuevas relaciones espacio-temporales (los viejoslos nuevos, los de aquí, los del fondo, etc); nuevas relaciones entre actores (los paraguayos y los argentinos, los evangélicos y los católicos, el centro y la ONG, la salita y la escuela, etc.). Permite situar cartográficamente a los sujetos de manera relacional (entendiendo

las

tramas

de

relaciones

que

los

atraviesan),

posibilitando una representación (mapa) de su propia existencia en un territorio determinado: aparecen problemas sociales, socio-ambientales, políticas ausentes, grupos y propuestas, zonas de conflictos, etc. en el transitar y habitar mismo de los sujetos, con sus cuerpos, sus emociones, sus estrategias de supervivencia, sus resistencias, sus padecimientos, etc. En este sentido, es una representación subjetiva del territorio: cómo lo veo, lo percibo, lo vivo.


Permite

identificar

el

terreno

(espacial

y

subjetivo)

para

la

consecuci贸n de proyectos comunes a partir de necesidades y situaciones concretas: c贸mo lo estamos viendo, c贸mo lo estamos percibiendo,

c贸mo

lo

estamos

educadoras y como organizaciones.

viviendo

como

educadores

y


Qué entendemos desde la RAE por “trabajo barrial” Las organizaciones que integramos la RAE hace más de 20 años llevamos adelante diferentes acciones barriales para hacer frente a los problemas, conflictos o dificultades que afrontan las y los vecinos de los barrios donde trabajamos. Estas acciones van desde la participación activa en la organización de asambleas vecinales hasta acompañar asesorando a las y los vecinos organizados, o simplemente “prestando” las instalaciones de la organización para que se lleven a cabo las reuniones. Otras veces, los conflictos, problemas o dificultades “nos pasan por el costado”, sin que actuemos deliberadamente. Muchas veces, reducimos nuestro trabajo barrial a la participación más o menos protagónica en redes institucionales, manteniendo reuniones más o menos periódicas, y ejecutando acciones conjuntas esporádicas con las organizaciones e instituciones barriales como la escuela, la salita, las iglesias, un comedor, etc. Parte de nuestro trabajo, a su vez, consiste en “visitar” a las familias, pero en este caso restringimos el “barrio” a las familias de los niños, niñas y jóvenes que participan en las actividades de nuestras organizaciones. Generalmente, estas visitas tienen como fin hablar de ellos y ellas, de entender su contexto familiar, socio-económico, “ambiental”, etc. Hacernos cargo de un trabajo barrial comprometidos con los problemas,

conflictos

o

dificultades

barriales

desde

nuestras

organizaciones supone, siguiendo a Javier Di Matteo, “fortalecer o crear experiencias organizativas y potenciar la criticidad y democracia


interna de los grupos. Quienes pretenden llevar adelante ese objetivo no pueden sostener nunca la abstracción de una comunidad libre de conflictos.”[6]

C.E.C El Ceibo. Barrio El Ceibo, La Lucila.

Conocer el territorio, los actores, sus relaciones, intereses y dinámicas, nuestro lugar en esas relaciones, los problemas, conflictos y dificultades por los que atraviesa el barrio, nos vuelca a pasar de una mirada “técnica” de nuestra intervención a una mirada “política”. De asesorar externamente a los grupos organizados a trabajar junto con ellos. En esto reside la dimensión política de la Educación Popular:

democratizar

la

participación

social,

fortalecer

la

organización barrial en términos de generar mejores condiciones de vida para los niños, jóvenes y adultos de los barrios donde trabajamos,

promover

una

lectura

crítica

de

la

realidad

y,


fundamentalmente, poner el cuerpo para conseguir en el medio de tanta desigualdad que padecen nuestros barrios, algunas victorias.


[1] Michi, Norma. “Movimientos Campesinos y Educación”. Editorial El Colectivo. Buenos Aires, 2010. Pág. 42. [2] Sosa Vázquez, M. “¿Cómo entender el territorio?” Editorial Cara Parens. Guatemala, 2012. [3]

Disponible

en:

https://issuu.com/iconoclasistas/docs/manual_de_mapeo_2013 [4] Se puede encontrar en http://openstreetview.org/) [5] Íconos disponibles en: http://www.iconoclasistas.net/pictogramacion/ [6]

Revista

Umiña

http://www.geocities.ws/suredpop/Umi9.html

8.

Disponible

en:


NOTAS ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... ..................................................... .....................................................


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