

C Memoria de futuro
Perspectivas de la memoria amorosa de las víctimas del conflicto armado en el Magdalena Medio
Colección Libros de Investigación
Vicerrectoría de Investigación
Pontificia Universidad Javeriana
Mario Roberto Solarte Rodríguez
Rubén Darío García Escobar
Adriana Ruelle Gómez
Jonathan Paúl Álvarez Torres
Fernando Cruz Artunduaga
MEMORIA DE FUTURO
MEMORIA DE FUTURO
Perspectivas de la memoria amorosa de las víctimas del conflicto armado en el Magdalena Medio
Mario Roberto Solarte Rodríguez
Rubén Darío García Escobar
Adriana Ruelle Gómez
Jonathan Paúl Álvarez Torres
Fernando Cruz Artunduaga
Reservados todos los derechos
© Pontificia Universidad Javeriana
© Mario Roberto Solarte Rodríguez, Rubén Darío García
Escobar, Adriana Ruelle Gómez, Jonathan Paúl Álvarez
Torres y Fernando Cruz Artunduaga
Primera edición: Bogotá, abril de 2025
ISBN (impreso): 978-628-502-018-6
ISBN (electrónico): 978-628-502-019-3
DOI: http://doi.org/10.111.44/ Javeriana.9786285020193
Número de ejemplares: 300
Impreso y hecho en Colombia
PrintedandmadeinColombia
Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7, n. 37-25, oficina 1301
Edificio Lutaima
Teléfono: 320 8320 ext. 4205 www.javeriana.edu.co/editorial editorialpuj@javeriana.edu.co Bogotá, D. C.
Colección Libros de Investigación Vicerrectoría de Investigación
Corrección de estilo: Álvaro Urrea
Diagramación:
Carmen Villegas
Diseño de cubierta: La Central de Diseño
Impresión: Nomos S. A.
Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación
Solarte Rodríguez, Mario Roberto1961-, autor Memoria de futuro : perspectivas de la memoria amorosa de las víctimas del conflicto armado en el Magdalena Medio / Mario Roberto Solarte Rodríguez, [y otros cuatro]. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2025. (Colección Libros de Investigación).
192 páginas ; 24 cm
Incluye referencias bibliográficas.
ISBN: 978-628-502-018-6 (impreso)
ISBN: 978-628-502-019-3 (electrónico)
1. Conflicto armado - Magdalena Medio (Colombia) 2. Violencia - Historia - Magdalena Medio (Colombia) 3. Relaciones humanas - Magdalena Medio (Colombia) 4. Víctimas de guerra - Aspectos sociales - Magdalena Medio (Colombia) V. Desplazamiento forzado - Historia - Magdalena Medio (Colombia) I. García Escobar, Rubén Darío, autor II. Ruelle Gómez, Adriana, autora III. Álvarez Torres, Jonathan Paul, autor IV. Cruz Artunduaga, Fernando, autor IV. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Vicerrectoría de Investigación.
CDD 303.62 edición 21
CO-BoPUJ
31/03/2025
Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de sus autoras y autores y no comprometen las posiciones de la Pontificia Universidad Javeriana.
INTRODUCCIÓN
Este libro es el resultado del proyecto de investigación Memoria de Futuro en el Magdalena Medio, realizado por el grupo de investigación Pensamiento Crítico y Subjetividad, entre 2016 y 2018, junto con la Corporación Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (pdpmm), y fue financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana. Dentro del pdpmm, apoyamos el trabajo que realizaba el Observatorio de Paz Integral (opi) y las acciones que adelantaban la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes), en cuanto a la memoria histórica. Contamos con el apoyo del Servicio Jesuita a Refugiados (jrs) de Colombia, en particular para el acceso a las personas víctimas del desplazamiento forzado en la región del Magdalena Medio.
La violencia en Colombia ha sacado a millones de campesinos de sus tierras, ubicadas usualmente en zonas de colonización, hacia los límites de las ciudades. Eso sucedió con la violencia entre liberales y conservadores, que desplazó a cerca de dos millones de campesinos (Ruiz, 2022, p. 51), y, más tarde, con los enfrentamientos entre colonos, que dieron origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (farc-ep) (p. 45). A estos conflictos, de carácter más político y con un origen campesino de lucha por la tierra, se sumó desde los años sesenta el narcotráfico.
Para mediados de los años noventa, los narcotraficantes habían desplazado a más de cuatro millones de campesinos, y se apropiaron de sus tierras (Ruiz, 2022, p. 131) para reconfigurar los territorios “al servicio de un modelo económico y su estructura criminal” (p. 252). En esta década, las guerrillas tenían como política financiarse a través de los productos de las regiones que controlaban, lo que se tradujo muchas veces en la quiebra y la huida de miles de campesinos. El mismo efecto tuvo la decisión de las farc-ep de reclutar menores para sus filas, lo que muchas veces generó el desplazamiento de las familias hacia las ciudades o a otros sectores dentro de las ciudades (p. 330).
De acuerdo con el informe final de la Comisión de la Verdad, titulado No matarás, la magnitud del problema (del desplazamiento forzado) es sobrecogedora: de las más de 9 000 000 de víctimas registradas en el Registro Único de Víctimas (ruv) a mayo de 2020, más de 8 000 000 han vivido el desplazamiento forzado, es decir, cerca del 88 % del total. (Ruiz, 2022, p. 337)
Las personas se han desplazado como respuesta a la violencia ejercida por los actores armados. Pero esta también ha sido una estrategia de tales actores para controlar los territorios e imponer sus proyectos. Los paramilitares no solo han actuado con el apoyo del ejército (Ruiz, 2022, p. 104), sino que muchas veces han sido financiados por ganaderos y comerciantes. La consolidación de la expropiación de esos millones de hectáreas, que pasaron a manos de los paramilitares y narcotraficantes, y que luego fueron legalizados para “tenedores de buena fe”, se hizo con la complicidad de funcionarios notariales. Así, se pasó de los proyectos de los campesinos, quienes eran propietarios de unas tierras que trabajaban para poder vivir, a la imposición de megaproyectos mineros, agrícolas y de infraestructura (p. 338).
La desaparición forzada no es una práctica nueva en las guerras ni en la violencia que hemos padecido en Colombia. Las formas recientes se remiten al Estatuto de Seguridad del gobierno de Turbay. De acuerdo con el informe final de la Comisión de la Verdad (Ruiz, 2022), este decreto se enfocó en grupos caracterizados como “enemigos internos” (p. 116), a quienes asociaron con los grupos guerrilleros. Así, para 1982 la Unión Nacional de Oposición ( uno), ganadora en las elecciones locales de varios municipios, sumaba ya 42 desaparecidos entre sus miembros (Ruiz, 2022, p. 70); algo semejante sucedió después con la Unión Patriótica ( up) y con los líderes sindicales (pp. 106-107). A comienzos de los años ochenta, el narcotráfico irrumpió con fuerza en el conflicto y condujo a la creación de grupos paramilitares, con el grupo Muerte a Secuestradores ( mas) como precursor, así como a la primera organización de búsqueda de personas desaparecidas (Asfaddes). Desde el comienzo, los crímenes de desaparición forzada estuvieron marcados por la impunidad, ya que terminaban siendo investigados por la justicia penal militar (p. 149). Esto también muestra la estrecha relación que existía entre militares, policías y grupos paramilitares, que ejercían la violencia dentro del marco de la lucha contra las guerrillas.
Un caso más emblemático de desaparición forzada ocurrió con la toma del Palacio de Justicia por parte del Movimiento 19 de Abril (m-19). Si bien esta guerrilla fue responsable de la violencia inicial, aún se sigue juzgando a militares por
Introducción _11 los casos documentados de personas que salieron con vida del Palacio de Justicia y que posteriormente fueron torturadas y desaparecidas (Ruiz, 2022, p. 166).
El Estado colombiano fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2015, lo que llevó a que el entonces presidente Juan Manuel Santos; el expresidente Belisario Betancur, y Antonio Navarro Wolff, antiguo líder del m -19, pidieran públicamente perdón a los familiares de las víctimas y a la sociedad colombiana (p. 166).
En los años noventa, de entre todos los actores armados que participaban en el conflicto colombiano, los grupos paramilitares fueron los principales responsables de las desapariciones forzadas y del desplazamiento (Ruiz, 2022, p. 281). Fracasadas las negociaciones con las farc-ep durante el gobierno de Andrés Pastrana, la nueva política de seguridad se tradujo en que
las auc [Autodefensas Unidas de Colombia] manejaron la lógica de “quitar el agua al pez”: la que la población civil se constituía en un objetivo militar, con el fin de quebrar cualquier tipo de apoyo político o logístico que esta pudiera ofrecerles a los grupos insurgentes. En el frente militar las autodefensas cometieron masacres, asesinatos selectivos y desapariciones forzadas, y generaron desplazamiento, despojo y destrucción de pueblos. (Ruiz, 2022, p. 311)
La lucha del ejército y los paramilitares contra las guerrillas se hizo especialmente intensa durante los dos gobiernos de Álvaro Uribe, lo que se tradujo en el incremento de masacres y de desapariciones forzadas (Ruiz, 2022, p. 312). Esta se trató de una nueva estrategia por el control armado del territorio, que consistió en el quiebre de las organizaciones populares, y que privilegió el asesinato de sus líderes. Según la Comisión de la Verdad (Ruiz, 2022), más tarde, y en algunos territorios, esta alianza se encaminó al exterminio de la población para favorecer grandes proyectos económicos, “legales” o ilegales (p. 312).
Las desapariciones forzadas buscaban no dejar evidencia alguna de los cuerpos de las personas asesinadas, lo que favoreció los indicadores que medían el respeto de los derechos humanos por parte de los altos mandos militares. Los métodos de horror que practicaron los actores armados incluyeron desmembrar y picar cuerpos, para luego echarlos a los ríos (Ruiz, 2022, p. 320) y quemar los restos en hornos (p. 323). Al horror practicado por los paramilitares y el ejército, correspondió de mamera simétrica la barbarie de las guerrillas, que masacraban a quienes consideraban aliados de sus enemigos, por lo que retuvieron a miles de personas en condiciones inhumanas a través del secuestro (p. 325).
El acuerdo de paz firmado entre el Estado colombiano y las farc-ep se ha traducido en una reducción de la violencia, en particular en lo referido a las masares, las desapariciones y el desplazamiento forzado (Ruiz, 2022, p. 475), aunque los espacios dejados por ese grupo han sido copados por otras guerrillas y grupos armados, todos vinculados con el narcotráfico, que es hoy en día el mayor factor de violencia. Teniendo todo esto en cuenta, la especificidad de esta investigación se basó en la construcción de historias de vida personales y comunitarias que propiciaron procesos de elaboración del duelo desde una perspectiva amorosa. También se buscó recoger algunos proyectos, sueños y esperanzas que quedaron frustrados debido a la violencia como recursos para avanzar en la construcción de un futuro para las personas y comunidades sobrevivientes.
Cuando se hizo el estado del arte para esta investigación en 2014, no se encontraron trabajos académicos que vincularan la etnografía biográfica con víctimas de la violencia ni con modelos para articular estas historias con las comprensiones más generales de la memoria de la violencia en la región. Desde entonces, han aparecido algunos textos relevantes, en particular el informe sobre desapariciones en Magdalena Medio elaborado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (cnmh), liderado por Liz Arévalo, titulado Memoria de la infamia (cnmh, 2017), y el informe final de la Comisión de la Verdad, titulado Hay futuro si hay verdad (Ruiz, 2022), que contiene un capítulo completo con relatos de esta región. Este libro no coincide con los objetivos, metodologías y cronologías empleados por estas dos instancias, aunque el grupo de investigación Pensamiento Crítico y Subjetividad y la Facultad de Filosofía colaboraron de manera muy activa con ellas y sus trabajos son valorados y respetados. En nuestra investigación, se asumió el diálogo entre la academia —representada por el grupo de investigación Pensamiento Crítico y Subjetividad y por aquellos grupos de investigación con los que dialogamos en torno a este trabajo—, la sociedad civil —representada por el pdpmm y el jrs, ambas instituciones vinculadas a la Compañía de Jesús, como ocurre con la Pontificia Universidad Javeriana— y las personas y comunidades directamente afectadas. Quisimos poner a dialogar las producciones teóricas, propias de facultades como las de Filosofía y Teología, líderes del proyecto, con las narraciones de las víctimas. La selección de las personas con las que conversamos en este proceso estuvo a cargo de los equipos del pdpmm y del jrs. Se buscaron sujetos que tuvieran interés en narrar sus vivencias desde una perspectiva que apuntara a la no repetición de la barbarie padecida, así como a la apertura de un futuro de paz construido en sus propios términos. Nuestro interés no se ha centrado en la verificación del cumplimiento de las leyes que tramitan los casos de desaparición y desplazamiento forzados, sino en
Introducción _13 preguntarnos por lo que han perdido estas personas como víctimas de la violencia. Esto nos permite procurar reconstruir sus historias con paciencia, entretejiendo en medio de la dureza del olvido las posibilidades de un futuro que ellas aún pueden esperar. La desconfianza frente a la ley viene de la posición marginal que tomamos desde la filosofía, ya que no nos situamos desde perspectivas que pongan sus esperanzas en las leyes y las instituciones, sino en puntos de vista que las reconocen de manera escéptica, y que las asumen como aquello que hemos acordado para mediar en nuestro vivir-juntos, pero que, llevado a casos extremos, y de eso se trata en este libro, no significa —paradójicamente— más que muerte. Al margen de la ley, quisimos promover experiencias comunitarias de memorias, en las que las personas pudieron recoger lo perdido y lo que las frustra, al preguntarse por la potencia de futuro que se produce en estos encuentros. Por eso, no damos la voz a los victimarios, ni pretendemos cumplir alguna ley al escribir estas narraciones.
Aunque en las metodologías se ha recurrido a la ayuda de las ciencias sociales, en este libro la filosofía guía y teje toda la escritura. La memoria, las comunidades que recogen la memoria y la memoria amorosa son los grandes conceptos desde los que se ha construido este texto. Sin embargo, ya hemos publicado un artículo sobre las novedades metodológicas de este proceso investigativo, titulado “Imaginar el futuro en medio del conflicto en el Magdalena Medio, Colombia” (Jaramillo Marín et al., 2021).
Además, nuestro equipo de trabajo apoyó al opi en la consolidación de su modelo de trabajo con historias de vida, y en la configuración de un sistema de información que pudiera hacer visibles a las víctimas, con los datos básicos de sus historias de vida. Finalmente, se produjo un documental, llamado El retorno de un Boga (Hernández Ascanio, 2015), que trata sobre la experiencia de las personas desplazadas de la Ciénaga del Opón.
Ante el imperio del silencio y la continuidad de los poderes que buscan impedir las palabras de las víctimas, este libro es un saludo a la construcción de la paz total. Para lograr esto, es necesario que todos los actores armados depongan las armas y que se puedan construir proyectos compartidos en los que la prioridad la tengan las vidas de las víctimas de esta larga y dolorosa guerra.
Sobre la escritura de este libro, hay que decir que ella ha partido del equipo de investigación conformado por Roberto Solarte, Mery Rodríguez, Carlos Angarita, Jefferson Jaramillo, Carolina Rozo, Fernando Grisales y Fernando Cruz. En algunos momentos, participaron igualmente Claudia Girón, Olvani Sánchez y Gustavo Ramírez. También se contó con el apoyo de estudiantes de la Pontificia Universidad Javeriana, que hicieron su práctica social con el pdpmm; entre ellos, destacamos a
Luis Miguel Platín, Óscar Mauricio Rodríguez, Andrés Gerardo Figueroa, Carlos Hernán Mora, Sebastián González y Juan Pablo Aguirre, de la Facultad de Filosofía, y a Juan David Pesca y Daniel Alejandro Calambas, de la carrera de Ingeniería de Sistemas. Los registros fotográficos corrieron por cuenta de Fernando Grisales y de Lauren Hernández, este último también es responsable del documental mencionado anteriormente. El equipo que analizó y escribió el texto que ahora presentamos está conformado por Adriana Ruelle, Rubén Darío García, Jonathan Paul Álvarez y Roberto Solarte, miembros del grupo de investigación Pensamiento Crítico y Subjetividad, y por Fernando Cruz, de la Universidad del Tolima. La gran cantidad de personas involucradas y sus diversas situaciones laborales constituyeron uno de los motivos por los cuales se presentan en 2025 testimonios del 2016. De igual manera, la densidad y complejidad de los testimonios recopilados supusieron un trabajo arduo del equipo que los analizó y los presentó, de manera que pudieran resultar en un texto coherente, en medio de la diversidad de historias, de perspectivas y de emociones involucradas. Sin embargo, la vigencia de estas historias de vida es innegable y su aporte es fundamental para la comprensión del conflicto armado colombiano, ya que en ellas nos enfrentamos a diferentes problemáticas que siguen aquejando al país. La elección de los testimonios presentados se fundamentó en un criterio vinculante: que provinieran de personas que quisieran narrar y compartir su experiencia. Es decir, en un primer momento, se buscó a personas víctimas de los crímenes de guerra en cuestión y, en un segundo momento, que tuvieran el interés de participar libremente. Con este criterio, el equipo tuvo la oportunidad de adentrarse en un universo complejo y personal, como el que podrá conocer el lector en las páginas que siguen.
Este libro comienza con dos capítulos de carácter más teórico, en los que se abordan el desplazamiento y la desaparición forzada en la región. Los siguientes dos capítulos presentan las narrativas de las comunidades y de las personas que sobrevivieron a esas formas de violencia: el primero sigue el modelo empleado por el opi , que consiste en la elaboración de historias de vida; mientras que el segundo reconstruye la historia de las personas, familias y comunidades desplazadas, con un enfoque más analítico. Cierra el libro la narrativa de un sobreviviente del bombardeo a Gernika, quien cuenta su historia, reflexiona sobre el significado de la resistencia en la construcción de paz e invita a los sobrevivientes colombianos a unirse en el trabajo de tejer la memoria desde las víctimas, para poder avanzar hacia un futuro mejor.
Memoria de futuro se compuso con las tipografías TwCenMTCondensed y AmeriGarmnd BT y se imprimió en papel bond beige de 70 gramos, en abril de 2025, en Bogotá, D. C., Colombia.
La violencia en Colombia ha dejado una honda huella en el Magdalena Medio, región que ha sido reconfigurada profundamente por los grupos criminales. Para los años noventa, narcotraficantes habían desplazado a más de cuatro millones de campesinos, apropiándose de sus tierras y generando una crisis humanitaria. En esta geografía del dolor, las comunidades han resistido tejiendo memorias que conectan su pasado traumático con esperanzas de un futuro pacífico. Memoria de futuro explora las experiencias de las víctimas desde una perspectiva amorosa, en la que el recuerdo propicia procesos de elaboración del duelo y recoge proyectos, sueños y esperanzas que quedaron frustrados. Los autores presentan un marco teórico sobre el desplazamiento y la desaparición forzada, para luego dar voz a numerosos testimonios. La memoria, las comunidades que la recogen y la memoria amorosa son los grandes conceptos desde los que se ha construido este texto. En definitiva, este trabajo propone caminos hacia la reconciliación en donde la prioridad sean las vidas de los más afectados por esta larga y dolorosa guerra. Ante el imperio del silencio y la continuidad de los poderes que buscan impedir las palabras de las víctimas, este libro es un saludo a la construcción de paz.