

EXTERMINIO DEL PARTIDO POLÍTICO
NUEVO LIBERALISMO
¿Fueron la persecución y la violencia en su contra un caso de genocidio político?
Sergio Andrés Amaya Cubillos
Exterminio
del partido político
Nuevo Liberalismo
Exterminio del partido político
Nuevo Liberalismo
¿Fueron la persecución y la violencia en su contra un caso de genocidio político?
Sergio Andrés Amaya Cubillos
Reservados todos los derechos
© Pontificia Universidad Javeriana
© Nuevo Liberalismo
© Sergio Andrés Amaya Cubillos
Primera edición: Bogotá, abril de 2025
isbn (impreso): 978-628-502-006-3
isbn (digital): 978-628-502-007-0 doi: http://doi.org/10.11144/ Javeriana. 9786285020070
Número de ejemplares: 500 Impreso y hecho en Colombia
Printed and made in Colombia
Editorial Pontificia Universidad Javeriana
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Diseño de cubierta: Carlos Arango Vieira
Impresión: Editorial Nomos S. A.
Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.
Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación
Amaya Cubillos, Sergio Andrés, autor
Exterminio del partido político Nuevo Liberalismo : ¿Fueron la persecución y la violencia en su contra un caso de genocidio político? / Sergio Andrés Amaya Cubillos. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2025.
98 páginas ; 17 x 24 cm
Incluye referencias bibliográficas.
ISBN: 978-628-502-006-3 (impreso)
ISBN: 978-628-502-007-0 (electrónico)
1. Nuevo liberalismo - Historia - Colombia 2. Violencia política - Historia - Colombia 3. Partidos políticos - Historia - Colombia 4. Galán Sarmiento, Luis Carlos, 1943-1989 - Pensamiento político I. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.
CDD 320.51 edición 21
CO-BoPUJ 20/03/2025
Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autor y no reflejan necesariamente la opinión de la Pontificia Universidad Javeriana.
i nt R odu CC i Ó n
Geno C idio y P a R tidos P o L íti C os en Co L ombia
eL n uevo Libe R a L ismo y su PR o C eso de vio L en C ia
Conside R a C iones ana L íti C as P a
f oto GR afías de L n uevo Libe R a L ismo
El genocidio del Nuevo Liberalismo
Hoy más que nunca resulta fundamental el ejercicio investigativo que persigue Sergio Amaya en este libro. Entender fenómenos que han marcado la historia de Colombia, como los asesinatos de más de cincuenta miembros del Nuevo Liberalismo, y plantear la pregunta de si estos asesinatos se trataron de un genocidio podría parecer para algunos un estudio puramente jurídico, orientado a determinar si se cumplen las condiciones de sistematicidad y selectividad que la ley exige para catalogar tales hechos. Sin embargo, el análisis va mucho más allá, aunque lo anterior resulte fundamental. Recordemos algunos de estos asesinatos: Gabriela White de Vélez, fundadora del Nuevo Liberalismo; Fernando León Zuluaga Tamayo, alcalde de Puerto Berrío; William Bendeck Olivella, periodista; Luz Amparo Mejía Yusti, juez de Buenaventura; Fabio Roa, candidato a la Alcaldía de Puerto López; Luis Carlos Galán, candidato a la Presidencia de la República; José Dionisio González, concejal de Apartadó; Rodrigo Lara Bonilla, ministro de Justicia; y Martín Torres, alcalde de Puerto Boyacá. Recordemos también a quienes sobrevivieron a los atentados, Alberto Villamizar, Enrique Parejo González e Iván Marulanda, y a Maruja Pachón de Villamizar, secuestrada. Todos ellos han cumplido un papel honroso en el país. Volviendo al libro, hay que decir que esta se trata de una investigación que reconoce la transversalidad del contexto histórico en el que ocurrieron los hechos: finales de la década del setenta y durante los años ochenta, una época que en Colombia estuvo marcada por la violencia terrorista de los cárteles del narcotráfico y el surgimiento de estructuras armadas que iniciaron la captura de las instituciones, una tendencia que persiste hasta hoy. Estas estructuras, aunque operan
desde diferentes lógicas, siempre han mantenido al narcotráfico como telón de fondo, apropiándose de vastas extensiones territoriales donde el Estado ha perdido control. Aquellos que en su momento no se acogieron a las figuras de sometimiento, pena o extradición hoy conforman grupos de crimen organizado reciclados, en los que se amparan las violencias paramilitares y las economías ilegales de aquellas épocas. ¿A quiénes mataron? A los mismos que siguen matando hoy, cuyos nombres son desconocidos, pero cuyos liderazgos siempre han buscado la renovación y la legalidad. El vacío dejado por esos líderes aún espera ser llenado.
En este sentido, recordemos que el Nuevo Liberalismo expulsó de su partido a Pablo Escobar, el cual inició una persecución contra sus integrantes, y que la cuestión de la extradición no solo provocó una guerra abierta contra ellos y sus seguidores, sino también contra el Estado. Por esto, aunque no es el mismo caso que aquejó a la Unión Patriótica, sí existen elementos similares con dicho genocidio que el autor bien explica más allá de las consideraciones numéricas, y que tiene que ver con el exterminio de ideas, la decisión combativa y la denuncia como medio para cambiar la forma de hacer política en Colombia.
Teniendo en cuenta lo anterior, Sergio Amaya recorre en el libro los primeros pasos del Nuevo Liberalismo como partido, recordando que sus inicios se dieron como una facción del llerismo. No obstante, como señala el autor, no todos los integrantes del Nuevo Liberalismo habían pertenecido al llerismo; más bien, la posibilidad de ampliar el espectro político en una época bipartidista dio a muchos inconformes, sobre todo de izquierda, la oportunidad de tener una representación. Es interesante también cómo el autor clasifica al Nuevo Liberalismo como una facción: “Las facciones, en este contexto, son subgrupos organizados, estables y diferenciables dentro de una unidad mayor, que comparten una identidad y propósito común, a menudo con componentes ideológicos o programáticos”. El autor menciona, además, la relación entre el liberalismo y el concepto
de personalismo, refiriéndose a la figura prominente de Luis Carlos Galán.
Una vez formado como partido independiente del Partido Liberal, el Nuevo Liberalismo participó en las elecciones de 1982 y fue el responsable de que Alfonso López Michelsen no ganara. En su lugar, resultó electo Belisario Betancur, quien invitó al Nuevo Liberalismo a formar parte de su gobierno. El ministro de Justicia de Betancur fue Rodrigo Lara Bonilla, que sería asesinado. En las elecciones de 1986, el Nuevo Liberalismo presentó listas y un candidato presidencial, Luis Carlos Galán. Tras una derrota en las elecciones para el Congreso, Galán retiró su candidatura presidencial y el partido se unió a la campaña de Virgilio Barco. El acuerdo programático se concretó el 13 de agosto de 1988, cuando Galán asistió a la convención liberal en Cartagena, y entonces se formalizó el reintegro del Nuevo Liberalismo al Partido Liberal.
Por su parte, en este libro, Sergio Amaya no solo esclarece el alcance y la naturaleza de la violencia ejercida contra el Nuevo Liberalismo, sino que también nos invita a reflexionar sobre las profundas heridas que persisten en el tejido político y social de Colombia. Este análisis va más allá de los nombres y las cifras, se adentra en la comprensión de cómo estos crímenes han buscado silenciar las voces del cambio y la renovación. El libro es un recordatorio de que, aunque las amenazas contra la democracia y los derechos humanos puedan tomar diferentes formas, la lucha por la justicia y la verdad es una tarea constante e imprescindible.
Al concluir esta investigación, Amaya nos deja con una certeza inquietante: las ideas y principios que defendieron los miembros del Nuevo Liberalismo, y muchos otros colombianos perseguidos, siguen siendo tan relevantes y necesarios hoy como lo fueron en los años de su martirio. Las preguntas planteadas en estas páginas nos desafían a no olvidar, a mantener viva la memoria de quienes lucharon por un país más justo y democrático. El vacío dejado por esos líderes es un llamado a todos nosotros para continuar su legado, ser valientes
frente a la adversidad y nunca ceder en la defensa de los valores fundamentales de nuestra sociedad.
Rafael Pardo Rueda
Exministro de Defensa y del Trabajo y exalto comisionado para la paz
La entidad llamada a realizar el acto definitivo en el que cristalizará y florecerá la fuerza total de la evolución terrestre ha de ser una humanidad colectiva, en la que la plena conciencia de cada individuo se apoyará sobre la de todos los hombres, tanto de los que estén vivos entonces como de los que ya no existan.
La historia de Colombia se ha caracterizado por la reproducción y permanencia de un estado de violencia política. En los años ochenta, en un escenario de alta violencia y crisis institucional, el desgaste del bipartidismo y la búsqueda de representación política fueron condicionantes para posibilitar lo que se llamó tercera vía (GutiérrezSanín, 2006). Esta se conformó a partir de una serie de movimientos políticos y de líderes carismáticos que proponían una salida democrática a la crisis que sumía al país, en contraposición a los grupos armados y los partidos políticos tradicionales. Entre las alternativas que surgieron durante esta época destacó el Nuevo Liberalismo, una disidencia del Partido Liberal Colombiano fundada por Luis Carlos Galán Sarmiento en 1979, año en el que dicho movimiento declaró su autonomía política, la cual ratificó mediante el reconocimiento de la personería jurídica en 1985. Este partido se convirtió en una de las fuerzas políticas más importantes del país, tanto por su tajante oposición al inminente crecimiento de las mafias y los carteles del narcotráfico, como por apostar, mediante una gran reforma política, a la modernización del Estado.
Como la mayoría de las fuerzas políticas renovadoras, el Nuevo Liberalismo fue perseguido y varios de sus representantes fueron amenazados, asesinados o desaparecidos en el ejercicio de sus funciones y en el desarrollo de sus ideas. Cabe recordar que, al mismo tiempo, ocurría la llamada guerra sucia que generó procesos de
exterminio contra movimientos de izquierda como el Frente Popular, el Movimiento ¡A Luchar! y el partido Unión Patriótica. Este último constituye uno de los casos más dramáticos por la magnitud de los acontecimientos.
Entre 1984 y 2016, 5733 miembros de la Unión Patriótica fueron objeto de hechos victimizantes reconocidos por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (cidh), tales como la persecución, el asesinato selectivo y el sometimiento a la desaparición forzada por parte de agentes del Estado y grupos paramilitares (Jurisdicción Especial para la Paz [Jep], 2022). Estos sucesos llevaron a “la incorporación del genocidio con fines políticos en la legislación penal colombiana1 como el fruto de la labor de incidencia de los miembros de la UP” (Centro Nacional de Memoria Histórica [cnmh], 2018, p. 408). Si bien los hechos de violencia contra el Nuevo Liberalismo no tienen la misma proporción numérica que los de la Unión Patriótica, para abordar este fenómeno político ha de considerarse la correlación existente entre los hechos victimizantes cometidos en contra de la dirigencia del Nuevo Liberalismo, la cual afectó su agencia política y, eventualmente, su capacidad de existir, así como la de reproducir sus ideas.
De manera que, para abordar la persecución que sufrieron los miembros del Nuevo Liberalismo durante esta década, hay que remontarse brevemente a los hechos de su fundación en 1979. Como ya se mencionó, este proyecto político fue construido y liderado por Luis Carlos Galán Sarmiento, quien renunció al Partido Liberal Colombiano por su malestar ante “la deformidad ideológica del partido” (Ramos Garbiras, 2021), la cual se vio reflejada en sus comportamientos clientelistas y corruptos, relacionados con el desgaste burocrático producido por el acuerdo consociacional del Frente Nacional (Hartlyn, 1993).
En ese sentido, de forma general, el Nuevo Liberalismo le apostó a cuatro fundamentos que hicieron parte de lo que llamaron “la nueva forma de hacer política” (Galán, 1998): la denuncia de los
1 Código Penal Colombiano. Ley 599 de 2000. Artículo 101, 24 de julio de 2000 (Colombia).
vicios del sistema bipartidista, la reforma de los partidos políticos, la modernización institucional del Estado y la educación política. Esto catapultó al partido en la política electoral, lo cual se concretó en las elecciones de sus miembros en concejos, alcaldías municipales, asambleas departamentales y el Congreso. En cuanto a su postulación para la Presidencia, Luis Carlos Galán Sarmiento fue tres veces candidato, para las elecciones de 1982, 1986 y 1990, lo que lo convirtió en una figura de gran influencia nacional hasta su asesinato el 18 de agosto de 1989.
A pesar de estos triunfos electorales, la firme determinación de impulsar una nueva forma de hacer política llevó a los miembros del Nuevo Liberalismo a convertirse en el blanco de actores armados, especialmente del narcotráfico, debido a su discurso de denuncia directa contra Pablo Escobar y otros miembros del cartel de Medellín, posteriormente agrupados bajo el nombre de Los Extraditables. Esta postura los involucró en una lucha violenta, exponiéndolos eventualmente a medidas extralegales, tomadas por agentes estatales y paraestatales, y financiadas por actores ilegales, a través de alianzas políticas regionales. Aquello resultó en el uso de la violencia como un medio (Gutiérrez-Sanín, 2006) para coaccionar el actuar del Nuevo Liberalismo.
Los resultados de esta persecución fueron los asesinatos de Benjamín Quiñones, Martín Torres, exalcalde y concejal de Puerto Boyacá, y el médico Luis Silva, también concejal del municipio, todos dirigentes políticos en el Magdalena Medio, a manos de la unión entre paramilitares y miembros del Ejército, en enero de 1984 (Lombo, 2022). Del mismo modo, meses después de estos hechos es asesinado uno de los fundadores del Nuevo Liberalismo, el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, a manos del cartel de Medellín, en alianza con las coaliciones corruptas del Partido Liberal.
Sin embargo, estos hechos no fueron los únicos perpetrados contra los miembros del Nuevo Liberalismo, ya que se tiene conocimiento de más de cincuenta homicidios cometidos (Díaz Suárez, 2021), así como de otras acciones violentas en contra sus militantes y
simpatizantes. Ejemplos de esto fueron el secuestro de la exministra de Educación Maruja Pachón y los atentados contra algunas cabezas del partido como Enrique Parejo, Alberto Villamizar e Iván Marulanda. Todo esto es mencionado en la Sentencia SU-257 de 2021 de la Corte Constitucional, la cual les reconoció como víctimas y restableció sus derechos políticos para que así, en el 2021, pudieran recuperar su personería jurídica.
Dicho esto, y considerando el ejemplo ya mencionado de la Unión Patriótica, configurar el caso del Nuevo Liberalismo como un genocidio político representa, por un lado, establecer específicamente la responsabilidad de los perpetradores2, debido a que este delito es imprescriptible, ya que se encuentra catalogado como de lesa humanidad por la calidad de los elementos que lo conforman: primero, la destrucción total o parcial de un grupo, y segundo, que dicha destrucción ocasione la muerte de sus miembros en razón de su pensamiento o ideología política3. Por otro lado, entender el caso del Nuevo Liberalismo como un genocidio también involucra una responsabilidad histórica, la cual implica, desde una postura histórica -sociológica, ampliar los conceptos propios de los debates y estudios académicos, de manera que se genere un análisis hondo de los fenómenos sociales, su desarrollo y consecuencias amplias, y que con ello se contribuya a la construcción de memoria histórica. Abordar estos dos tipos de responsabilidades, la de los perpetradores y la de la historia, responde integralmente al derecho que tienen las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación, lo que Gómez-Suárez (2013) postula y desarrolla como una posición “jurídico-crítica” frente a los hechos de violencia (p. 182).
2 Gómez-Suárez (2013) define la posición de establecer la responsabilidad de los perpetradores como pragmático-académica pues “prioriza la condena del Estado sobre la necesidad de entender la complejidad de los espirales de victimización” (p. 182).
3 Gómez-Suárez (2013) también define la posición de considerar el genocidio como un crimen de lesa humanidad como jurídico-esencialista, pues restringe el concepto al derecho internacional (p. 182). El autor establece estas posiciones con el fin de argumentar las razones para usar o desechar el uso del término genocidio.
En este sentido, al considerar los casos de violencia perpetrados contra el Nuevo Liberalismo durante la década de los ochenta y la importancia de problematizar y categorizar estos fenómenos de violencia que han marcado el desarrollo político del país, surge una pregunta clave: ¿puede considerarse como genocidio político la violencia ejercida contra el partido político Nuevo Liberalismo?
Para responder a esta pregunta, el estudio plantea varios objetivos interrelacionados. En primer lugar, se propone analizar si los actos de violencia cometidos contra el Nuevo Liberalismo pueden clasificarse como genocidio político, conceptualizando este fenómeno desde una perspectiva dialógica que contempla las tensiones entre los estudios críticos del genocidio y la doctrina jurídica moderna. En este marco, se caracterizarán los crímenes cometidos contra la colectividad del Nuevo Liberalismo y, finalmente, se indagará sobre las intenciones detrás de estos hechos de violencia, con el apoyo de los avances recientes de los estudios sobre genocidio.
Estudiar el fenómeno del genocidio en Colombia resulta sumamente importante debido al contexto de conflicto armado que ha prevalecido en el país y que sigue teniendo repercusiones en la actualidad. La comprensión y clasificación de los fenómenos violentos contribuye a una mejor explicación de las dinámicas políticas en un contexto de violencia y persecución contra grupos políticos. Además, esta investigación se justifica en la necesidad de superar las limitaciones que enfrentan las disciplinas como el derecho y la ciencia política al abordar y sancionar conductas de violencia política. Así, la identificación y categorización precisa de los actos violentos como genocidio político puede proporcionar una base sólida para la toma de decisiones judiciales y políticas en el país.
La restauración de la personería jurídica del partido Nuevo Liberalismo, a través de la Sentencia SU-257 de 2021, dictada por la Corte Constitucional, plantea cuestiones relevantes en lo que se refiere a la reconciliación y la justicia en Colombia. Este caso representa un terreno novedoso en el estudio académico, ya que la investigación sobre el Nuevo Liberalismo y su relación con el genocidio político
aún no ha sido ampliamente desarrollada, probablemente por lo reciente de las decisiones judiciales. Como resultado, esta investigación contribuye a llenar un vacío en la comprensión de eventos históricos cruciales en Colombia al estudiar la violencia ejercida contra grupos políticos que no eran propiamente sectores sociales de izquierda ni dejaron un número masivo de víctimas. Del mismo modo, aporta una mirada sobre el narcotráfico como determinante de la política colombiana, brindando nuevas perspectivas de la intersección entre política, violencia y justicia.
La pertinencia de esta investigación está dada por su capacidad para articular disciplinas como la ciencia política y el derecho en un análisis comprehensivo de la violencia política en Colombia.
Al abordar la cuestión de si los actos de violencia contra el Nuevo Liberalismo pueden ser clasificados como genocidio político, esta investigación combina los enfoques tanto politológicos como jurídicos para proporcionar una evaluación completa y compleja de los eventos ocurridos. Además, Colombia ha experimentado décadas de conflicto armado y violencia política, y el esclarecimiento de casos como el del Nuevo Liberalismo tiene un impacto directo en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reconciliación en la sociedad colombiana. La comprensión precisa de los actos violentos y su categorización pueden influir en futuras decisiones judiciales y políticas relacionadas con la reparación a las víctimas y la responsabilidad de los perpetradores. En última instancia, esta investigación contribuye a la memoria histórica de Colombia al arrojar luz sobre eventos violentos pasados y sus implicaciones políticas, y lo hace mediante la recolección e interrelación entre fuentes primarias y secundarias, bajo un enfoque crítico, lo cual ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los errores del pasado y trabajar hacia un futuro más inclusivo y democrático en el país.
Partiendo de la propuesta anteriormente descrita y reconociendo la necesidad de abordar el genocidio político como un fenómeno complejo que requiere un enfoque interdisciplinario, esta investigación se planteó metodológicamente como un estudio de caso descriptivo e inductivo (Levy, 2008), de naturaleza cualitativa. En la
fase de recolección de datos, se llevó a cabo una exhaustiva revisión documental, principalmente de prensa, pero también de literatura académica, análisis jurisprudencial y revisión de expedientes judiciales, que ayudaron a reconstruir esta historia. Del mismo modo, se logró recolectar información de fuentes primarias a través de una serie de entrevistas semiestructuradas. Fueron identificadas y ubicadas cincuenta personas vinculadas o relacionadas con el Nuevo Liberalismo, con el fin de construir una narrativa plural de lo ocurrido a partir de la interpretación de sus memorias y percepciones. De estas personas, veinticinco accedieron a participar en la investigación y respondieron las preguntas propuestas, la mayoría de manera presencial, mientras que otras lo hicieron por escrito. De las personas restantes, diecisiete no respondieron a la carta de invitación, cinco no pudieron ser contactadas y tres fallecieron durante el proceso de acercamiento para esta investigación.
La selección de estas personas se llevó a cabo mediante una cuidadosa búsqueda de los diferentes participantes, quienes fueron clasificados en siete grupos distintos con el objetivo de profundizar en los diversos temas a tratar. Los nombres de los grupos, y la letra que identifica a los participantes de cada uno, son los siguientes: accionantes de la Sentencia SU 257/21 (A), comité fundador (C), militantes (M), miembros electos (E), líderes regionales (R), víctimas (V) y terceros o relacionados (T). Cada grupo encierra una característica específica de las personas vinculadas al partido político4, lo que permitió un enfoque más detallado en el análisis de sus roles y experiencias en el contexto de creación del Nuevo Liberalismo y los hechos de violencia ejercidos contra este, de manera que su aporte hizo viable esta investigación.
La categorización de la información de los participantes se hizo a partir de la selección de los testimonios más fiables y consecuentes de cada grupo y mediante la verificación de los datos tomados
4 La clasificación de las personas en un grupo determinado no implica la exclusión de otro, sino que se tomó, para cada persona, el rol más significativo o representativo.
de otras fuentes, debido a que varios de los participantes repetían información o no proporcionaban suficientes datos. Es importante mencionar que el proceso de participación en la investigación se llevó a cabo mediante una carta de presentación y un consentimiento informado. Varios de los entrevistados firmaron estos documentos, pero algunos no autorizaron la grabación de sus aportes, por lo que la información quedó registrada en una bitácora de investigación.
Ya que este trabajo usó como fuentes primarias testimonios de víctimas e información sensible, esto implicó, por un lado, adquirir compromisos éticos de no revictimización y uso adecuado de datos y, por otro lado, dado el resurgir de la personería política del partido y la coyuntura electoral del momento en el que se realizó la investigación, se evitó la politización de los aportes. Por esta razón, se tomó la decisión de utilizar la información de manera anónima y proteger la identidad de los participantes sin revelar el grupo en el cual se les clasificó, con el fin de evitar cualquier sesgo que se pueda generar en la lectura del libro y procurar ser lo más objetivo posible. Por último, hay que decir que esta investigación se delimitó a un periodo de tiempo que empieza con la fundación del Nuevo Liberalismo como partido político en 1979, año en el que inicia el desarrollo de su apuesta política a partir de la designación de candidatos a cargos públicos en el territorio nacional. Este periodo culmina en 1990, año que representa, de facto, el fin de la influencia de los sectores galanistas o del Nuevo Liberalismo en la política nacional, y que se constata con la llegada de César Gaviria a la Presidencia de la República.
¿Fue el exterminio del Nuevo Liberalismo un caso de genocidio político? ¿Cómo operaron las redes de poder para silenciar a sus líderes? Este libro aborda uno de los episodios más oscuros de la historia política colombiana: analiza la violencia sistemática ejercida contra este partido y evalúa si puede categorizarse como genocidio político. A través de un enfoque riguroso y multidisciplinario, se examinan las dinámicas de exterminio que sufrieron los líderes y los militantes del Nuevo Liberalismo y las sitúa en el contexto de la violencia política y el narcotráfico que marcaron la Colombia de los años ochenta.
Desde la perspectiva de los estudios críticos del genocidio y la doctrina jurídica, se estudia la eliminación de actores políticos como una estrategia de poder y control social. Más allá de reconstruir detalladamente los hechos, se profundiza en el papel del Estado, de los actores armados y de las redes de poder en la eliminación de fuerzas políticas renovadoras. A través de los testimonios de sus protagonistas, del análisis de casos y de la comparación con la Unión Patriótica, este libro aporta al estudio del genocidio político en Colombia y sienta las bases para el debate en torno a la memoria, la justicia y la reparación.
