Gaudete No. 13 - 25 febrero 2024

Page 2

Levanta tus ojos al cielo…

Triunfar: es aquello que esperamos conseguir en todas nuestras empresas o en las acciones más sencillas que realizamos. También en nuestras relaciones y en el trato que mantenemos, profundo o más superficial, con otras personas. Nos medimos con frecuencia en esta categoría, que acoge multitud de sentidos y significados. Así nos hemos ido educando y recogiendo nuestras satisfacciones. Y, sin embargo, la experiencia nos sitúa habitualmente en la realidad opuesta… El fracaso también forma parte de la existencia humana. Nos visita, se nos acerca en primera persona o en los que están a nuestro lado. En ocasiones nos paraliza, confunde nuestros planes más inmediatos, nos impide mirar hacia adelante.

Y según vamos madurando percibimos que lo real, lo más auténtico es aquello que nos hace vulnerables. Desde esa dimensión, profundamente humana, podemos caminar sin engaños ni fantasías, sintiéndonos solidarios y cercanos a tantos que se mueven en estos márgenes y acogen el desafío de salir adelante. La Cuaresma, en su invitación a reajustar los valores esenciales de nuestra vida, nos enfrenta con el modo en que hacemos del triunfo una trampa y de su búsqueda una obsesión engañosa. Poner los pies en la tierra cuaresmal nos empuja a vivir con corazón descalzo, sencillo, auténtico. A vivir así, descartando fantasías y sueños y asumiendo lo más auténtico de la propia realidad, también se aprende.

Jesús también necesitó discernir su triunfo. Lo deseaban los suyos y estaba en el sentir general de Israel, que no podía concebir a un Dios capaz de escribir un plan de futuro con trazos de fracaso. Las voces de fuera también debían resonar en su adentro. Y por eso buscó el espacio y el tiempo para escuchar. El relato evangélico nos lo presenta, de una forma especialmente gráfica, en la montaña. Allí busca la soledad que le permita ver con claridad el camino a seguir. La oración le permitió acoger una luz que no estaba fuera sino dentro. Una luz que le revelaba en lo profundo su identidad de hijo amado, y que le hacía sentirse

parte de una Historia que llegaba a su meta: la ley cumplida, la profecía realizada… Y un plan que contempla, desde aquel alto, la cruz como posibilidad de amor y entrega.

Triunfar pasa para Jesús por seguir caminando desde lo frágil, lo humano. Quizá en oscuridad y lucha, pero avanzando en entrega y confianza. Sin poder ni reconocimiento, asumiendo la propia contradicción y el descontento ajeno… “Hagamos tres tiendas”, dicen los que temen el dolor y permanecen adormilados; retengamos la gloria, vivamos de flashes que alumbran instantes y que no dan para ver el horizonte, vivamos quietos, evitemos el riesgo, aprovechemos el momento… “Silencio”, dicen sin decir los que no subieron a la montaña y permanecen indiferentes, ajenos a una salvación que se les ofrece y que no necesitan: la vida sigue igual para ellos, que no están para novedades o proyectos… “Escuchadle”, resuena alrededor de la escena, y llega desde Dios a nuestros oídos, a todos los oyentes de la Historia. Son sus palabras pero sobre todo sus hechos: la aceptación del amor, del perdón, de la misericordia y la entrega como el lenguaje que acoge el fracaso y abre con él nuevos caminos. Escuchar al que es amado y escogido, porque ofrece una manera diferente de abordar esta vida, de asumir la vulnerabilidad dándole un sentido que la convierte en eterna…

Seguimos caminando. Percibimos cómo sigue resonando la voz del Tabor, que habla de Jesús y nos define a nosotros: amados y en proceso, con la verdad -que es sello de Dios- en nuestras manos. Fortalecidos con su palabra y confiados en ella, avanzamos en Cuaresma hacia la Jerusalén que espera nuestra entrega.

Unas preguntas para la reflexión….

¿Cómo me llevo con el triunfo y con el fracaso? ¿Cómo han definido mi vida y cómo los ordeno en este momento? ¿Cómo me condicionan, a nivel social, estos dos aspectos?

¿Qué he aprendido de los triunfadores? ¿Qué me han enseñado los fracasados y vulnerables?

¿Seré yo de los que ya no suben a la montaña de la palabra, porque me lo sé todo, porque tengo mi vida hecha, porque mi religiosidad me hace sentirme seguro?

¿O seré de los que construyen tiendas efímeras en los momentos de triunfo para no dejarlos pasar, porque tengo miedo a una fe que duele y exige? ¿Vivo una experiencia religiosa de proceso y camino, o de pobre fervor y simple providencialismo?

¿Escucho lo que Dios me dice de Jesús? ¿Dejo que Jesús me hable? ¿Ésto me da fuerza para asumir mi propio proceso personal?

¿Acojo sin miedo lo que Dios me dice desde la vida de Jesús? “Tú eres mi hijo amado, escogido, predilecto…”

2024 • II Época, No. 13 • Editor P. Armando Flores
Domingo 25 febrero

Las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE) son una metodología vivencial diseñada por la Fundación para la Reconciliación donde los participantes llevan a cabo un proceso personal de Perdón y Reconciliación, que les permite identificar y aliviar posibles consecuencias de situaciones experimentadas de ofensa o agresión en su vida cotidiana y de este modo, restaurar los vínculos consigo mismo y con su comunidad para generar cohesión social.

Con su metodología, la ESPERER promueve cambios culturales partiendo del quehacer cotidiano, promoviendo reflexiones y ejercicios prácticos que inviten a superar la parálisis que genera la violencia. La cultura de venganza o de la retaliación, es una de esas parálisis y contribuye altamente al escalamiento de las violencias.

Trabaja desde la sociedad civil y promueve la Política del Perdón y la Reconciliación en diálogo con el mundo de la vida,

con todas las personas, grupos entidades y naciones (sin distinción de credo, clase, raza y sexo).

El taller de la Escuela de Perdón y Reconciliación Está constituido por 10 sesiones de trabajo: 6 de Perdón y 4 de Reconciliación. La metodología se lleva a cabo con grupos de 15 a 21 personas, acompañadas de un facilitador y un co facilitador que lideran el proceso. La ESPERE está dirigida a cualquier tipo de población en edad adulta.

La fundación de las ESPERE se remonta a 1999 en el contexto del conflicto armado en Colombia. Leonel Narváez, fundador y Presidente de la Fundación para la Reconciliación, participó en las negociaciones entre el gobierno colombiano y los jefes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejercito del Pueblo (FARC-EP) a fines de los años noventa.

Luego Narváez en estudios de posgrado en Harvard, organizó discusiones sobre cultura ciudadana de perdón y reconciliación junto a un equipo interdisciplinario de la universidades de Harvard con

apoyo de Wisconsin y Virginia Commonwealht University, en donde todavia se desarrollan las investigaciones más avanzadas sobre el tema.

A causa del contexto sociopolítico por el cual estaba atravesando el país, surgió la propuesta "Territorios en Paz". Ésta iniciativa se desarrollaba en dos escenarios: uno, más íntimo y personal que contemplaba la familia, las aulas y los almacenes; y otro, de mayor concentración demográfica que incluía veredas, colegios y barrios. En estos espacios se exponían los conflictos del momento, se tramitaban a través de pactos que se ritualizaban solemnemente y se declaraba el lugar como un “Territorio de paz”. Hoy esa propuesta se denomina Escuelas de Perdón y Reconciliación, ESPERE.

La Escuela de Perdón y Reconciliación se encuentra en 20 países, especialmente de Latinoamérica. En México las sedes están agrupadas en 6 zonas geográficas, con presencia en 25 estados de la República, en 37 ciudades de estos estados.

El caminar cuaresmal tiene una expresión devocional, en el Via Crucis, un ejercicio piadoso con el que se recorre el camino que transitó el Señor desde que fue condenado hasta el jardín en donde fue sepultado.

Síntesis de varias devociones surgidas en la alta Edad Media, tomó su forma actual en el siglo XVII, cuando fue difundido por san Leonardo de Porto Mauricio, ha sido dotado de indulgencias por los papas. Se puede lucrar indulgencia plenaria practicándolo el Viernes Santo, o uniéndose por medios digitales al que reza el santo padre.

En el Vía Crucis confluye la comprensión de la vida como camino o peregrinación; como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse

El ayuno

profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias del seguir a Cristo, según la cual el discípulo debe caminar detrás del Maestro, llevando cada día su propia cruz (cfr. Lc 9,23). Por esto el Vía Crucis es un ejercicio de piedad especialmente adecuado al tiempo de Cuaresma.

En su forma tradicional, consta de catorce estaciones. Se requiere el paso de una estación a otra. Pero si el piadoso ejercicio se practica públicamente y el movimiento de todos los presentes no puede efectuarse sin evitar el desorden, basta con que quien dirige el ejercicio se traslade a cada estación.

Los textos para el Vía Crucis son innumerables. La selección del texto, teniendo presente las eventuales indicaciones del obispo, se deberá hacer considerando

sobre todo las características de los que participan en el ejercicio de piedad. En todo caso, serán preferibles los textos en los que resuenen, correctamente aplicadas, las palabras de la Biblia, y que estén escritos con un estilo digno y sencillo. (Directorio de Piedad Popular n. 135).

En cualquier caso, deben equilibrarse: palabra, silencio, canto, movimiento procesional y parada meditativa; pues así se contribuye a que se obtengan los frutos espirituales de este ejercicio de piedad (Ídem).

En las Iglesia Parroquial y en el Santuario del Patrón Santiago se reza el viacrucis al terminar la celebración de la Misa.

Si no puedes asistir presencialmente al rezo el Viacrucis síguelo en nuestro canal de Youtube.

Dentro del tiempo cuaresmal, hay tiempos para el ayuno y tiempo para la fiesta. El ayuno está en función de la fiesta, el ayuno tiene sentido solo si luego hay fiesta. La vida es un auténtico banquete el que, por desgracia, muchas veces pasa inadvertido para muchos ¿Por qué? porque no han ayunado, no se han preparado para el banquete. En sí, el ayuno no tiene ningún sentido en sí mismo.

¿Cómo disfrutar correctamente? Es decir, sin culpa, ni reserva, agradeciendo y viviendo el momento. Siempre hay gente a la que le fastidia que los demás la pasen bien. Disfrutar es al fin y al cabo olvidarse de sí mismo y ser uno con el mundo. Hay mentes que no soportan esto, por eso se apegan demasiado a la ley. Es la conducta de los fariseos en contra de la de Jesús.

El tiempo de cuaresma es ayuno porque nos prepara para vivir la pascua, no tendría sentido de ninguna manera vivir la cuaresma si no viene después la experiencia de la resurrección (Cf. D´Ors Pablo, Biografía de la luz, 2022.).

De la vida parroquial

BAUTISMOS

El día 24 de febrero 2024, por el Sacramento del Bautismo administrado por el Sr.Pbro. Enrique Alcala Velarde, se incorporaron al Pueblo de Dios: Sara Quetzalli, hija de Ángel Antonio Navarro y Marina Elizabeth Chavarría, vecinos de Sahuayo, Mich.

Liam Ricardo, hijo deLuis Ricardo Frutos y Jennifer Jocelyn Hernández, vecino de Sahuayo.

PRESENTACIÓN

El día 21 de febrero de 2024 se presentarón a la Iglesia, con la pretensión de contraer matrimonio los novios:

Jesús Miguel Gálvez Tejeda, originario y vecino de ésta, hijo de Miguel y Verónica. Pretende contraer matrimonio con Valeria Buenrostro Gálvez, originaria y vecina de ésta, hija de Manuel y Claudia.

MATRIMONIO

El día 24 de febrero 2024, unieron sus vidas por el sacramento del matrimonio los novios.

Francisco Javier López Díaz y Karina Lizeth Núñez Ochoa, en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. Asistió al matrimonio el Pbro. Enrique Alcala Velarde.

OBITUARIO

El día 19 de febrero de 2024, en el Santuario de Santiago Apóstol, se celebró la misa exequial de Lucila Sánchez Zapién, fue sepultada en el Panteón municipal.

El día 22 de febrero 2024, en la Iglesia Parroquial, se celebró la misa exequial de María Celia Gil Franco, sus cenizas fueron depósitadas en la Cripta Parroquial.

El día l6 de febrero 2024, en el Santuario de Santiago Apóstol, se celebró la misa exequial de Ma. Guadalupe Ramírez Montoy, fue sepultada en el Panteón municipal

¡EscúchEnlo!

El Evangelio del Domingo

GénEsis 22, 1-2. 9-13. 15-18

sAlmo 115, 10. 15-19

romAnos 8, 31b-34

mArco 9, 2-10

El Evangelio hoy, segundo domingo de Cuaresma, nos invita a contemplar la transfiguración de Jesús (cf. Marcos 9, 2-10).

Este episodio está ligado a lo que sucedió seis días antes, cuando Jesús había desvelado a sus discípulos que en Jerusalén debería «sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitado a los tres días» (Marcos 8, 31).

Este anuncio había puesto en crisis a Pedro y a todo el grupo de discípulos, que rechazaban la idea de que Jesús terminara rechazado por los jefes del pueblo y después matado. Ellos, de hecho, esperaban a un Mesías poderoso, fuerte, dominador; en cambio, Jesús se presenta como humilde, como manso, siervo de Dios, siervo de los hombres, que deberá entregar su vida en sacrificio, pasando por el camino de la persecución, del sufrimiento y de la muerte.

Pero ¿cómo poder seguir a un Maestro y Mesías cuya vivencia terrenal terminaría de ese modo? Así pensaban ellos. Y la respuesta llega precisamente de la transfiguración. ¿Qué es la transfiguración de Jesús? Es una aparición pascual anticipada.

Jesús toma consigo a los tres discípulos Pedro, Santiago y Juan y «los lleva, a ellos solos, a parte, a un monte alto» (Marcos 9, 2); y allí, por un momento, les muestra su gloria, gloria de Hijo de Dios.

Este evento de la transfiguración permite así a los discípulos afrontar la pasión de Jesús de un modo positivo, sin ser arrastrados. Lo vieron cómo será después de la pasión, glorioso. Y así Jesús los prepara para la prueba. La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero es sobre todo un regalo de amor, de amor infinito por parte de Jesús.

El evento de Jesús transfigurándose sobre el monte nos hace entender mejor también su resurrección. Para entender el misterio de la cruz es necesario saber con antelación que el que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino el Hijo de Dios, que con su amor fiel hasta la muerte nos ha salvado. El padre renueva así su declaración mesiánica sobre el Hijo, ya hecha en la orilla del Jordán después del bautismo y exhorta: «Escúchenlo» (v. 7).

Los discípulos están llamados a seguir al Maestro con confianza, con esperanza, a pesar de su muerte; la divinidad de Jesús debe manifestarse precisamente en la cruz, precisamente en su morir «de aquel modo», tanto que el evangelista Marcos pone en la boca del centurión la profesión de fe: «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios» (15, 39). (Francisco, Ángelus, 25 de febrero 2018)

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.