
Domingo 24 Noviembre 2024 • II Época, No. 50 • Editor P. Armando Flores
Domingo 24 Noviembre 2024 • II Época, No. 50 • Editor P. Armando Flores
Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. La Liturgia es el culto ofrecido a Dios, por medio de Cristo y su Iglesia. La celebración del misterio cristiano, se realiza a través del tiempo, cada año se conmemoran los principales acontecimientos de la intervención de Dios y su salvación en la historia del hombre.
Dios ha entrado en la historia humana para realizar un plan de salvación que culmina en la Muerte y Resurrección de Cristo; Dios --Jesucristo-- ha entrado en el tiempo del hombre y lo ha santificado. El hombre, por tanto, celebra cada año, los acontecimientos de la salvación que trajo Jesucristo.
El Año Litúrgico es la celebración - actualización del misterio de Cristo en el Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos mete progresivamente en el misterio de la salvación; que los cristianos recorremos para realizar en nosotros este plan divino de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm 2,4). Quien ha estudiado la historia
de salvación, comprenderá la importancia del Año Litúrgico en su caminar hacia el Padre. El eje sobre el cual se mueve el Año Litúrgico es la Pascua. Por lo tanto la principal finalidad consiste en acompañar gradualmente al hombre hacia una conformación auténtica de Cristo, muerto y resucitado.
El Año Litúrgico no puede ser un calendario de fechas que se recuerdan con cierta solemnidad, sino un camino de fe; camino que se ha de recorren como en "espiral", creciendo en la fe cada año, con cada acontecimiento celebrado; creciendo en el amor a Dios y a los hermanos; creciendo en seguir y parecerse cada vez más a Cristo hasta llegar a configurarse con Él, -el hombre perfecto-.
Tiempos fuertes: Este itinerario de fe, que acompaña en forma progresiva al cristiano hacia la vivencia auténtica de Cristo, tiene varias etapas:
1. Una preparación en el Adviento, como tiempo de despertar en la fe en vista del encuentro con el Señor.
2. Una aceptación de Jesús Salvador en la Navidad y mayor conocimiento de Él, mediante el estudio y la meditación.
3. Una purificación personal durante la Cuaresma para llegar a la vivencia pascual de Cristo Muerto y Resucitado.
El vértice de todo es la Pascua, con el gran triduo de la Vigilia Pascual, que mete al hombre en el misterio principal de nuestra Redención: la Resurrección de Jesús.
La celebración de la Pascua dura cincuenta días, precedida por cuarenta días de preparación, -cuaresma- terminando con la efusión del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.
Estos son los llamados "tiempos fuertes" del Año Litúrgico. Además hay otras treinta y cuatro semanas que constituyen el llamado Tiempo Ordinario o Común. En este tiempo no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo, sino que se procura profundizar el sentido del conjunto de la Historia de Salvación, sobre todo a través de una contemplación continua y fundamentalmente cronológica del mensaje bíblico vivido en su desarrollo progresivo.
Terminamos el año litúrgico. Termina el tiempo ordinario, y la semana próxima empezará el Adviento. Y, para terminar bien, se nos presenta el domingo de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Aunque la fiesta de Cristo Rey fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 para luchar contra la sociedad laicista y subrayar la primacía de Jesucristo, muchas veces fue
Disponible a partir del próximo jueves en la Colecturía la Parroquia y el próximo domingo al término de las celebraciones.
mal comprendida. Porque no es un reino al uso. Hace ya algunos años que se trasladó su celebración del último domingo de octubre al último domingo del Año Litúrgico, para significar la culminación de nuestra salvación.
¿Tiene sentido celebrar hoy esta fiesta? Por supuesto que sí, porque lo que queremos celebrar es que Jesucristo debe ser lo más importante de nuestra vida, debe reinar en nuestro corazón. Sólo así le seguiremos con todas nuestras fuerzas y podremos gozar de su amor. Un rey existe para servir a su pueblo, el espíritu de servicio a la comunidad es lo que justifica su ser. Así lo hizo Jesús, aunque tuvo como trono la cruz, como cetro una simple caña, como manto una ridícula túnica de color púrpura y coronó su cabeza con una corona de espinas.
¿Podía ser Él el rey de los judíos? Indudablemente, su reino no era de este mundo, pero sí para este mundo. El escepticismo de Pilato ante la verdad coincide con el agnosticismo o la increencia que muchos dicen profesar en nuestro tiempo. ¿Es que es imposible encontrar la verdad? Sin embargo, la verdad se encuentra dentro de ti, como testimonió el gran buscador de la verdad Agustín de Hipona. No te disperses, entra en ti mismo y la encontrarás. La Verdad es el propio Jesucristo, deja que El ilumine tu oscuridad y se disiparán todas tus dudas.
Los textos que la Liturgia nos presenta hoy nos van poniendo en situación. El profeta Daniel nos habla de un hijo del Hombre, con poder real y con un reino que no tendrá fin. Esa profecía que se ha cumplido con la venida de Cristo, el Hijo del hombre, que ha dado comienzo ya al reinado de los santos de Dios. Dios tiene un plan, y su plan está elaborado hasta el más mínimo detalle. Dios conoce y tiene el control del futuro. Todo lo que Dios ha predicho, se ha cumplido con la exactitud con que fue anunciado. Por tanto, debemos creer y confiar en que las cosas que Él ha predicho para el futuro, algún día ocurrirán exactamente como Dios lo ha declarado.
El Evangelio de hoy es un pequeño fragmento del juicio de Jesús ante Pilato. Y está lleno de preguntas con
las que podemos hacer nuestra reflexión. El primero en preguntar es precisamente Pilato: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y por segunda vez: ¿Conque tú eres rey?
No es difícil entender el asombro de Pilato. Esa pregunta, con palabras más o menos parecidas, se la hacen hoy muchas personas a sí mismas y al mismo Dios. Porque tenemos otra idea de lo que tiene que ser un Rey o un Dios Rey. Alzamos a Dios nuestra plegaria pidiéndole que nos ayude a salir adelante en los momentos de dificultad, que resuelva nuestros problemas: que nos cure, que nos ayude a encontrar un trabajo, que nos salga bien esta empresa, que se nos resuelvan los problemas familiares, que nos saque de nuestras soledades y depresiones y… ¡Tantas veces tenemos la experiencia de que parece no darse por enterado! Y, como Pilato, y hasta protestando un poco o un mucho, le decimos: Pero, ¿tú eres rey, eres Dios, puedes hacer algo o no? ¿Por qué no lo haces?
Y cuando miramos este mundo del que Cristo se ha proclamado Rey y vemos el mal campando a sus anchas: las catástrofes, la explotación de los niños, las violencias, las injusticias, el hambre, el ver cómo unos pocos poderosos hacen y deshacen a su antojo, dejando siempre en las cunetas a los más débiles… nos gustaría poder preguntarle a ese Cristo Rey: Conque ¿tú eres Rey?
El de Jesús es muy diferente al resto de los reinos de este mundo. Porque no mata a nadie. Es Él mismo el que va a morir. No es un tirano o un dictador, sino que es Él el que va a obedecer. No hace alianzas con los poderosos, sino que se pone de parte de los pobres, de los últimos. Para Él es grande el que sirve.
Es que todos los reinos anteriores a Él se han inspirado en la confrontación. Y las sucesivas revoluciones no han mejorado la situación. Un tirano ha dado paso a otro tirano, sin hacer más humana la convivencia. En vez del amor, predominaron la voracidad, la codicia, la crueldad
y la prepotencia. Jesús ha roto esa cadena de imperios crueles, colocando en lo más alto el amor y el servicio, la entrega hasta la muerte, no el poder. Ha introducido un nuevo criterio, el del corazón humano, que es reflejo del corazón de Dios. Qué suerte tener un Rey así en nuestra existencia.
La fuerza y el poder de un reino se miden, especialmente, por la extensión del territorio que controla. Pero el Reino de Cristo no ocupa ningún espacio, no tiene armas ni ejército ni hace demostraciones de fuerza. Además, los miembros de este Reino no son ni esclavos, ni súbditos, ni soldados, sino sacerdotes, llamados a ofrecer sacrificios agradables a Dios con su vida. Dicho con otras palabras, ofrecer obras de amor. Con cada gesto que prueba ese amor, cada creyente ejerce su sacerdocio. Saber que el Señor está cerca ayuda a no rendirse, a pesar de las dificultades. Esa es la respuesta que podemos dar a los problemas de este mundo: hacer un mundo mejor, según los criterios de Dios. Porque Él actúa a través de nuestras obras. Obrar en nombre de Dios, y para Dios. Él saca lo mejor de nosotros mismos.
El debate interno de Pilatos no es religioso, sino más mundano: saber si Jesús es una amenaza para él y para el poder de los romanos. No le interesa la verdad, sino lo que tiene que hacer para continuar mandando. Sus parámetros se quedan pequeños para comprender lo que supone Jesús. Como muchas personas, incluso hoy en día, se niega a escuchar la Palabra de Jesús. Aunque no ve nada malo en la doctrina de Jesús, al final se somete a las exigencias de los judíos, y condena a muerte al Maestro.
Lo que Pilatos no sabía es que ningún reino de este mundo será capaz de detener el avance del Reino de Dios. El Reino ya ha comenzado y está desarrollándose. Esa es la gran sorpresa de Dios. Esa es la promesa cierta y segura de Dios. Porque Él es el Rey de Reyes. El Señor de la vida y de la muerte. Nuestra salvación.
Dos nuevos presbíteros y 5 diáconos al servicio de nuestra Iglesia Diocesana
El día de ayer, en el Santuario Guadalupano de Zamora, recibieron la ordenación presbiteral, los diáconos Luis Francisco Hurtado Martínez, originario de Tingambato, Mich. y Francisco Mendoza Rodríguez, originario de Los Nogales, municipio de Chilchota, Mich.
Además, recibieron la ordenación diaconal los seminaristas: Néstor Daniel Zúñiga Juárez y Óscar Jesús Verduzco Ramírez, ambos originarios de Purépero, Mich.; Alejando Perucho Bravo, originario de Angahuan, Mich.; Juan Manuel Ramírez Mares, originario de Ario de Rayón, municipio de Zamora, Mich. y Edgar Refugio García Arias, originario de Tepalcatepec, Mich.
GRACIAS A DIOS
ENCOMENDEMOS A SU MISERICORDIA A LOS NUEVOS PRESBITEROS Y DIÁCONOS
Y SIGAMOS PIDIENDO POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES.
Hoy es la fiesta del Señor, rey del universo. ¡Realmente su reino no es de este mundo! El Evangelio, efectivamente, nos habla de un hombre muy débil, despojado de todo, pobre, cuya vida depende por completo de otros. ¿Cómo se puede pensar que un hombre en estas condiciones sea rey de algo? No tiene aspecto alguno de poder. En nuestro mundo, donde lo que cuenta es lo que uno muestra, ¿cómo podemos fiarnos de un hombre así, que muestra exactamente lo contrario de la fuerza? Incluso los que pasan delante de él pueden burlarse, hasta el punto de que estando condenado a muerte le echan en cara su fracaso gritándole: «¡Sálvate a ti mismo!».
Nosotros buscamos a los fuertes, a menudo los cortejamos, fácilmente lo sabemos todo de ellos (¡y quizás no sabemos nada de nuestro vecino!) porque pensamos que nos dan protección, éxito, seguridad, reconocimiento y bienestar. ¡Pero alguien como Jesús no nos puede satisfacer! Al contrario, lo evitamos, porque nos recuerda nuestra débil humanidad. ¿Cómo
El día 23 de noviembre por el sacramento del Bautismo administrado por el Pbro. José Luis Mejía MCCJ, se incorporaron al pueblo de Dios. Carola Romero Valdés, hija de Querubín de Jesús Romero Barajas y Andrea Valdés Suárez, vecinos de Sahuayo,
puede ser rey? Y sin embargo, le dice a Pilato: «Tú lo dices; yo soy rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo». Jesús es rey porque sirve y ama. Es rey, porque solo el amor manda realmente y es el verdadero poder sobre la creación, el único que puede entenderla y no echarla a perder. Es rey porque es hijo. Es rey no sobre los demás o contra los demás, sino junto y para los demás. Es rey porque no hay nada que pueda resistir al amor. Por eso él es el alfa y la omega, la primera y la última letra, tal como está escrito en el libro del Apocalipsis.
Su fuerza, la única que importa y que queda en la vida, es la del amor. Por eso es el más fuerte entre los fuertes de la tierra, por eso es rey del universo. Nos pide también a nosotros que confiemos en la fuerza de amar, que no la vaciemos de sentimientos, de inteligencia y de corazón: nos pide que no renunciemos por miedo, que no pensemos que es demasiado poco. Jesús, débil, manso y humilde de corazón, es rey para que todos nosotros, que somos débiles y necesitados, que somos poco, podamos vencer con él al maligno, enemigo de la vida y del amor.
También nosotros podemos ser suyos. Su reino pasa por este mundo, por nuestros corazones. Quien no pertenece a él termina siendo esclavo de la lógica de los reyes o de la seducción del poder y de la espada. Es hermoso y dulce pertenecer a él, porque en su reino de amor todo es nuestro, sin límites. «Ama y haz lo que quieras». Porque el poder del amor, como dice el profeta Daniel, dura eternamente, no pasa nunca. Los numerosos reyes de este mundo terminan, pasan, del mismo modo que su fuerza. Se revelan despreciables, caducos, vulgares, llenos de obsesiones. Su reino no termina. Señor, rey del universo, ven pronto a secar las lágrimas de los hombres, a liberar del mal, del odio, de la violencia y de la guerra. Que venga pronto tu reino de paz y de justicia. Enséñanos a pertenecer a ti, a no tener miedo, a ser fuertes y libres en el amor, débiles como somos, débiles como tú, Señor, que eres un rey débil y has derrotado al mal. A ti gloria Y poder, por los siglos de los siglos. Amén.
El día 23 de noviembre 2023 unieron sus vidas por el sacramento del matrimonio los novios:
José Luis Hernández Sánchez y Jessica María Arceo Rivara, en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, asistió al matrimonio el Pbro. Enrique Alcalá Velarde.
El día 19 de noviembre en la Iglesia Parroquial, se celebró la misa exequial de María Josefa Andrade Villamar, fue sepultada en el Panteón municipal. El día 20 de noviembre en el Santuario del Patrón Santiago, se celebró la misa exequial de Juana Avalos López, fue sepultada en el Panteón municipal.