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LAS AGUAS, BOGOTÁ. MAYO 2019. EDICIÓN No.49.
Editorial: Nuevo SÍ para el Triángulo de Fenicia. Fotonoticia: ¡Con las mamás de Las Aguas celebramos! Columna: Cartas a las mamás.
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Infografía: Consejos de mamá para todos los males. Noticia: ¿Cómo se elige al desarrollador inmobiliario?
Madres emprendedoras
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Sociales
- Obituario - El Refuerzo Escolar no para - Aviso para los vecinos de la UAU-4 - Construyendo para el barrio - Filarmónica - Volando con el Centro de Japón -Despedida de semestre
Ruby Ospina y su hija Angelly Sanabria son un ejemplo de lucha, amor y emprendimiento.
Un día después de haber llegado a Bogotá, en 1990, doña Ruby Ospina montó un pequeño puesto de arepas en el Guavio, barrio de la localidad Santa Fé. Venía de Tuluá, Valle del Cauca, con sus tres hijos y una maleta de ropa. Alquiló un local que tenía una habitación y ahí se “amontonaron todos”, recuerda Angelly Sanabria, su hija, que desde ese día la ha visto trabajar. “Ella sí es una verdadera mamá”, añade entre risas, “nos sacó a los tres adelante”. Con la venta de las arepas, doña Ruby pudo comprar mesas, vender desayunos y después almuerzos. En ese tiempo pensaba que el Guavio no era un barrio seguro para sus hijos, por eso prefirió mudarse. Fue entonces cuando arrendó una casa de dos pisos en el barrio Las Aguas y en el primero montó un nuevo negocio. “El primer día que abrimos casi no vendimos, solo como tres, cuatro arepitas”, recuerda Angelly, que para esa época tenía 13 años. Frente a la casa, ubicada sobre la Carrera Primera, había un parqueadero y un botadero de basura. “El barrio era feo, pero mi mami tiene muy buena espalda”, dice Angelly. Al restaurante comenzaron a llegar funcionarios del Banco de Bogotá y una gerente que siempre decía “vamos a Puerto Arepa”. A doña Ruby le gustó la
idea y tomó el nombre para su negocio. Después, la Universidad de los Andes firmó un convenio para que los profesores empezaran a parquear al frente y así empezaron a llegar nuevos clientes. En el 2007, se inauguró el edificio Julio Mario Santo Domingo en donde quedaba el parqueadero y Puerto Arepa comenzó a llenarse de estudiantes. “Mamita hermosa, sé que tu vas a leer esto y quiero decirte que eres lo más bonito que tengo en mi vida y lo mejor de mis días. Te amo demasiado y para mí no existe otra mamá mejor que tú”, Juan Sebastián.
En el 2013 llegó una gran oportunidad: Daniel, uno de los hijos de doña Ruby, participó en La Triada, un programa de la Universidad de los Andes, en el que un estudiante de Administración, uno de Derecho y uno de Diseño se unían para impulsar pequeños emprendimientos. De allí nació Zumo Sweet, el negocio de jugo de naranja ubicado en la terraza del quinto piso del edificio Mario Laserna. Al siguiente año, el 28 de noviembre de 2014, Angelly y Doña Ruby se graduaron de la primera promoción de Emprende Fenicia. “Llegar hasta acá fue duro”, dice Angelly, mientras se le quiebra la voz y está sentada alrededor de una de las mesas
de Puerto Arepa. Ella ahora está a cargo de Zumo Sweet, el negocio con el que espera ayudar a cumplir los sueños de sus hijos Sara Gabriela, de nueve años, y Juan Sebastián, de dieciséis, que quiere estudiar ingeniería aeronáutica y también ser piloto. “Algo que me motiva mucho es una frase que me dijo mi mamá”, recuerda Juan Sebastián, “que las personas exitosas se enfocan hacia un futuro exitoso”. Para Juan Sebastián, a su mamá le va bien en su trabajo y en sus clases porque todo lo hace con amor y dedicación. Angelly, de 34 años, estudia Administración de Empresas en la Universidad de la Salle y, aunque ya está en noveno semestre y podría graduarse al finalizar este año, prefiere esperar. “Quiero terminar el otro año porque Sebastián acaba el colegio, Sara se gradúa de quinto y yo quiero graduarme con ellos dos”, cuenta. Su decisión es simbólica: sus hijos pasaron noches solos, le dieron espacio para que ella pudiera ir a sus clases y por eso, dice, terminará su carrera. “Es el esfuerzo de los tres”, afirma. “Cuando estábamos chiquitos mi mamá buscó mejores condiciones para nosotros y llegamos aquí”, dice Angelly, “ ahora yo lucho por mis hijos y trato de crecer por ellos”.