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BARRIO LAS AGUAS, BOGOTÁ. OCTUBRE 2020 EDICIÓN No.65.
Panitas: la historia de una correspondencia A través del intercambio de cartas, el programa Panitas del Refuerzo Escolar Fenicia explora otras facetas en la comunicación entre jóvenes como Anderson, del barrio Las Aguas, y Gabriela, voluntaria de Uniandes.
“Uy, ¿cartas?”, fue lo primero que dijo Anderson Bernal cuando su papá le habló de escribirse cartas con una persona desconocida. Pero bastó que leyera la primera que le envió su mentora para entusiasmarse. Anderson tiene 16 años, está en noveno grado de la Escuela Nacional de Comercio y hace parte del Refuerzo Escolar desde el 2015, cuando tenía 10 años de edad. “En la primera carta que le escribí a Anderson no quería decirle tantas cosas para no abrumarlo”, cuenta Gabriela Acosta, voluntaria del Refuerzo Escolar. Tiene 22 años, es de Caracas, Venezuela, lleva poco más de seis años en Bogotá y está en noveno semestre de Economía e Ingeniería Industrial en Los Andes. “Como me contaron que a los dos nos gusta mucho el fútbol, le dije: ‘mi equipo favorito ha ganado tres Champions seguidas, ¿cuál crees que es?’. Y cosas así, que no fuera solo a leer algo sino también tuviera que pensar e incentivar una respuesta”, explica Gabriela. Y así fue. Para Anderson el vínculo con Gabriela fue casi inmediato: “me llama la atención que le gusta el fútbol y lo juega. Me motivó otra vez a jugar porque hace mucho no lo hago. Me dijo que lo intentara”. Gabriela, por su parte, se sorprendió con el efecto de su carta: “me respondió todo, me envió fotos de él con sus primitos. Ya en la segunda carta me dijo que viera sus videos de YouTube, que viera sus tiktoks, entonces le estoy haciendo caso”.
Esta ha sido una experiencia forzada por la pandemia. Panitas era una idea para dar acompañamiento personal a niños y niñas, basado en sus necesidades individuales, y que el Refuerzo no podía suplir por la cantidad de participantes. Sin embargo, con las cuarentenas, cuando cualquier actividad presencial o al aire libre era imposible, el Refuerzo tuvo que crear alternativas para continuar. “El problema era cómo hacer el Refuerzo y ocupar el tiempo libre de los chicos con las limitantes de conexión”, explica Camila Salazar, quien coordina el Refuerzo Escolar Fenicia (REF) y es la cabeza detrás de Panitas. De estas restricciones surgieron tres programas del Refuerzo que funcionan desde comienzos de agosto: Apoyo Académico, allí los niños envían sus preguntas vía WhatsApp y los mentores, divididos por materias, se conectan en ciertos horarios para responder. El REF #SeQuedaEnCasa, en este los participantes reciben una cartilla quincenal con actividades que requieren materiales fáciles de conseguir o reciclados. Una vez al mes, el REF envía estos materiales. Panitas, ahora enfocado en el intercambio de cartas. Los niños reciben su correspondencia los martes con su refrigerio y envían la carta de respuesta la semana siguiente. De los 77 inscritos en el Refuerzo, 59 hacen parte de Panitas. “Me sorprendió mucho. Con los programas sociales está el miedo de que no haya acogida suficiente o que las expectativas de los niños no se alcancen a cumplir”, cuenta Camila. Pero en este ha
sucedido todo lo contrario: “las cartas de los niños fueron espectaculares, ¡hacían cartas hasta en origami! Muchos aprovechan para mostrar sus habilidades artísticas. Ha sido muy bonito”. Con esta experiencia, los jóvenes están rompiendo las dinámicas de comunicación impuestas por la pandemia, pues cumplir con el aislamiento implica que casi toda interacción se dé a través de pantallas. De ahí que la apuesta fuera arriesgada, pues se temía que las cartas no cautivaran a una generación que interactúa y vive en plataformas como WhatsApp, Youtube o TikTok. La respuesta ha demostrado lo contrario. “El chat es diferente porque es como una conversación normal. Uno escribe y responde al instante. En cambio, en una carta, el mensaje es más largo”, reflexiona Anderson. Gabriela también notó la diferencia: “uno piensa más lo que va a escribir, la estructura, para que tenga sentido. A veces, en el chat, habla de cosas muy básicas. En cambio acá puede haber más profundidad”. Los padres también reconocen los beneficios de estas iniciativas. “Yo estoy muy agradecido con el Refuerzo, pues siento que aleja a Anderson de cosas malas que hay en la calle”, dice Fredy Bernal, el padre de Anderson. Para Anderson y Gabriela, las cartas deben continuar, aunque se levanten todas las medidas de aislamiento. Una sola cosa lamenta Gabriela: “me arrepiento un poco de no haberme metido como voluntaria antes”.