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Economía contagiada
from ProAsia 34
by ProAsia
Por la Dra. Carola B. Ramón
Curvas U y V
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¿Cómo será el mundo después del COVID-19? ¿Y cuándo será el principio del fin? ¿O es que acaso no existirá tal cosa, y deberemos aprender simplemente a convivir con el virus? En términos sanitarios se busca aplanar la curva de contagios, pero yendo al ámbito económico uno buscaría que la reactivación no tuviera la misma forma. Que en lugar de una U achatada, tuviéramos una V que explicara un rebote económico abrupto. Sin embargo los datos que tenemos no son tan alentadores. La reactivación podría tener distintas formas. Un paper de un conocido Centro de Estudios holandés, especula con 4 escenarios posibles. Todos ellos nos hablan de una recesión mundial que, en sus pronósticos más optimistas, rondaría una cifra del 1,2%, comenzando a repuntar a fines de este año, y en sus vaticinios más pesimistas alcanzaría un 7%, y deberíamos esperar un repunte ya bien entrado el 2021. De estos 4 escenarios, 3 nos ofrecen un panorama más grave que la crisis del 2008. ¿Y por qué esta crisis es tan profunda y de una magnitud sin precedentes? Porque incluye cuatro problemáticas: el shock de oferta, el shock de demanda, los aspectos financieros, y también la gran incertidumbre en cuanto a la evolución futura de la situación, lo que hace muy difícil proyectar. Los pronósticos del FMI se van ajustando permanentemente. Actualmente (abril) auspicia una recesión global de un 3% promedio, donde algunos países detentarán una caída mayor que otros, como son los casos de Italia, España, Francia y Alemania, con cifras entre un 7% y un 9%. El mundo entero está en cuarentena, y según estimaciones de la OECD, por cada mes de confinamiento, se puede reducir hasta 2 puntos porcentuales el PBI. Se espera que la pandemia deje al planeta con unos 500 millones de personas pobres más, y con unos 1.500 millones
de habitantes que perdieron el trabajo por el mismo motivo. Dentro de estos 500 millones de nuevos pobres, unos 360 millones están en el Asia Pacífico, que se considera la región más perjudicada. Le siguen en importancia África y América Latina. Son datos muy relevantes, pues los niveles de esos parámetros atrasarían, en promedio, unos 10 años de esfuerzo económico global, y en algunos sitios como en el continente africano implicarían hasta 3 décadas de retroceso.
La economía de los países del Asia Pacífico
Las estimaciones del FMI dicen que, en 2020, los países del Asia Pacífico tendran, por primera vez en 60 años, una tasa de crecimiento del 0%. Por supuesto hablamos de un promedio que, si lo analizamos por país, ofrece algunas diferencias. Si bien la mayoría de los países proyectan una tasa negativa, hay 5 países para los cuales se estiman tasas positivas: Vietnam, como el mejor rankeado para sortear esta crisis, con una tasa de un 2,7% de crecimiento proyectado; seguido por la India, con un 1,9%; China, con un 1,2%; e Indonesia y Filipinas, ambas con 0,5% (aún para estas 5 “moscas blancas”, la caída sería espectacular; sirvan de ejemplo las mismas proyecciones realizadas en septiembre del año pasado, donde se proyectaba que la tasa china rondaría un 6,1%, la india un 5,8% y la indonesia un 5%). Dentro de los países con crecimientos negativos se encuentran los casos de Australia y Tailandia, donde se espera una disminución del 6,7%; Japón, con un 5%; Malasia, con un 1,7%; y Corea, con un 1,2%. Los países que tienen su economía centrada en la prestación de servicios, tales como turismo o gastronomía, han sido, lógicamente, los más afectados. Y la profundización de sus caídas será aún mayor, conforme pasen los meses (consideremos que China, el país donde esta pandemia comenzó, lleva 4 meses de confinamiento y recién ahora empieza un camino hacia la normalidad, y siempre hablando de una “normalidad” muy diferente a la de fecha anteriores a noviembre 2019). Es interesante resaltar el caso de Corea del Sur, donde la pandemia fue contenida de una manera bastante eficiente, y evitaron que se cerrara completamente la economía. Sin embargo, al estar su economía muy orientada a sus exportaciones, ha sufrido muchísimo el impacto. Su PBI se contrajo un 1,4% en el primer trimestre, que es la mayor caída trimestral coreana desde el 4to trimestre del 2008. Y el consumo se desplomó un 6,4% en igual período, que solamente tiene un parangón en ese país en el año 1998. Otro factor desfavorable, pero ya con implicancias menos obvias, es el nivel de endeudamiento. Países como China, Malasia, Tailandia y Vietnam tienen grandes deudas justamente en momentos en los cuales el rol del Estado, para sacar a sus poblaciones vulnerables de esta crisis, resulta vital. Según los datos del CEIC, nuestro comercio internacional, en el primer trimestre de este año, observó una caída interanual de casi un 7% en las exportaciones, y de un 18% en las importaciones. Se observa que el mes de marzo, cuando empezó el confinamiento, es el que explica mayormente estos números. Con la región del Asia en particular, nos encontramos con disminución de algunos de nuestros productos de exportación para ASEAN, China, Corea y Medio Oriente. Y en materia de importaciones, una baja en lo que hace a la compra de piezas de bienes de capital. Si bien la demanda de productos básicos como los que Argentina exporta es continua, la menor demanda y, sobre todo, la caída en los precios de nuestros commodities, ha significado una importante merma. Por ejemplo, en el caso del comercio exterior con China, la soja tuvo un derrumbe en sus precios, lo que nos afecta directamente. Nuestro intercambio muestra un deterioro, y esto será más marcado si la tendencia a la baja continúa en los precios de nuestros productos. Con la India, las importaciones en marzo disminuyeron de forma pronunciada, casi un 30%, principalmente por el cierre total de la economía de ese país, que motivó que la producción local cayera enormemente. En materia de nuestras exportaciones, India mantuvo la demanda
de alimentos, pero también abrió el ingreso de productos anteriormente suspendidos, como el aceite de palma, proveniente de Malasia e Indonesia, un producto que ahora compite con nuestros aceites que son de mejor calidad, pero también de mayor precio. En los países a los que les exportamos alimentos para animales, como Malasia y Vietnam, las cantidades no sufrieron bajas sustanciales, pero se espera sí una fluctuación con motivo de la baja en los precios de estos productos. Tailandia estará signada por el completo cierre de su rubro estrella: el turismo, y con ello se estima una reducción en la compra de algunos productos que nosotros exportamos a ese país.
China, el diario del lunes
Tomar el derrotero chino como caso testigo podría resultar de mucha ayuda, por ser el primer país infectado. Es como leer el diario del día posterior. Nos puede dar algunas pistas sobre cómo podría ser la recuperación de los demás países, incluido el nuestro. Lo que habría que aclarar, para empezar, es que la tapa de ese diario no es muy alentadora. China, a raíz del COVID, enfrenta la tasa más alta de desempleo histórico: el 6% de su población activa. El producto industrial cayó un 13,5% y las ventas minoristas cayeron un 20% (datos de enero y febrero respecto del año anterior). Toda su manufactura fue fuertemente afectada, principalmente los rubros: maquinaria (en general), industrias ferroviaria, textil, metalúrgica y plástica. Todas ellas con una disminución que ronda el 30%. Pero la industria que más cayó es la automotriz, que se paró casi totalmente (94%). ¿La razón? Está ubicada en Wuhan, conocida como la Motor City china, y epicentro de la pandemia. Según las noticias provenientes de China, el país ha reabierto casi la totalidad de las fábricas, salvo en Wuhan. Pero mientras China se recupera y empieza una cierta reactivación, el resto del mundo (es decir, los mercados de China), están todos en cuarentena, esto provoca un doble impacto en la economía china. Y además, si tenemos en cuenta que ya China venía en un proceso de ralentización de su economía, que pasó de las famosas “tasas chinas” (alrededor de un 10% en el año 2010), a un 6-7% en los últimos años (lo que se conoce como “la nueva normalidad” del crecimiento económico chino), la situación empeora. Finalmente, y sumado a todo lo anterior, en el contexto previo, durante y posterior a la pandemia, se encuentra la disputa comercial con EE.UU. En otras palabras, la rápida recuperación de China no depende sólo de ella. Si uno piensa que sus mayores socios son aquellos que esperan impactos muy fuertes en sus tasas de crecimiento, como por ejemplo algunos países europeos (solamente Alemania, Francia, Italia y España explican alrededor del 10% del comercio chino), se entiende que el camino se encuentra lleno de interrogantes. China tiene como meta alcanzar una sociedad modestamente acomodada, para una fecha entre el centenario de la creación del Partido Comunista Chino y el centenario de la fundación de la República Popular China (es decir, entre 2021 y 2049). Las metas chinas son metas que, en primer lugar, se cumplen y, generalmente, holgadamente. Pero estamos de cara al año 2021, y la situación podría estar afectando sus objetivos. Por tanto, China se encuentra ante una encrucijada: necesita inyectar recursos para sostener los efectos de la pandemia, pero ello, sumado a su alto nivel de deuda, podría comprometer su economía futura, lo que incurriría en el incumplimiento de los objetivos y la consiguiente inestabilidad política.
La recuperación mundial
Con China a la cabeza, el resto del mundo también comenzó a tomar medidas de distención de las cuarentenas. Y en ese sentido, pareceríamos empezar a entrar en el principio de una curva que no sabemos, a ciencia cierta, qué forma va a tomar. Uno sabe qué forma queremos que tenga (esa V bien marcada, a la que nos referíamos al principio del presente artículo, que nos permitiría crecer rápidamente), sin embargo ello no esta ocurriendo. Las opciones son enfrentarse a una U chata en el tiempo, y la otra que parecería ser la más factible, es que se dé una U ondulada, siendo esta ondulación motivo de las idas y vueltas en la reactivación de los países del mundo, conforme tengan que asistir a posibles rebrotes y retroceder en sus aperturas. Por ejemplo, en
Corea ya se está hablando no de un COVID-19 sino de un COVID-20, refiriéndose a las posibles mutaciones del virus y sus consiguientes nuevas olas de contagios, lo que alteraría el ritmo del crecimiento a futuro. De todas formas, las perspectivas oficiales para la economía de Asia son un poco más alentadoras pensando ya en el 2021, donde se espera que se retome el nivel de actividad y que empiecen a crecer algunos países. Si bien el FMI es bastante cauto en cuanto a sus pronósticos, considera que China, Japón y la India, dentro de la región de Asia, serán los países que lideren este nuevo crecimiento. También se espera que, dentro de los 10 países de ASEAN, sean 5 los que estén en mejores condiciones para hacerlo, a saber: Malasia, Singapur, Tailandia, Indonesia y Filipinas. El mundo post COVID 19 plantea un cambio de las relaciones entre los Estados y entre los ciudadanos. Y en el mismo sentido, generará una nueva visión sobre lo que se espera de los Estados y del mercado. Las tensiones geopolíticas serán aún mayores, algo que, si bien no pasa estrictamente por las relaciones comerciales, tiene gran peso. Las disputas entre EE.UU. y China, y las tendencias políticas de ambas potencias, continuarán y se acelerarán. Esta confrontación, que adquirirá diferentes matices, va a situar a nuestra región -y en particular a nuestro país- en una situación por demás compleja con dos grandes socios, en un contexto marcado por la incertidumbre global y la dificultad de proyectar horizontes confiables de mediano y largo plazo. Creo que, en este sentido, la cooperación en el ámbito multilateral tendrá un papel esencial. ¿Quién la va a liderar? Será menester observar si se mantendrán o cambiarán estas tendencias en los próximos meses para permitirnos hacer análisis más precisos y vislumbrar un panorama más claro sobre el devenir de la economía y el comercio internacional.
Contacto:
Carola B. Ramón Carola.Ramon.Berjano@ hotmail.com