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Frutas y verduras del Sudeste Asiático, Made in Misiones
from ProAsia 33
by ProAsia
300 familias de refugiados laosianos llegaron a Argentina a fines de los 70s y se dedicaron a cultivar jengibre, cuando aquí nadie lo conocía. Entrevistamos a Khammukda Pimchan, Directora de la empresa Zen Frut.
La Indochina es uno de esos lugares maravillosos donde el paisaje trópical y exótico, se combina con productos gastronómicos que nos son más afines y que solemos extrañar en Asia: el pan y el vino. Claro que este tipo de felices préstamos culturales europeos, tuvieron razones poco felices, en el caso: la invasión colonial francesa. Cuando uno llega a Laos o a Camboya, la hospitalidad con que nos reciben los jóvenes también es proverbial. Y digo jóvenes porque en estos países no hay muchos hombres y mujeres de la tercera edad. Los adultos primero murieron a manos de los franceses y los estadounidenses en la mal llamada Guerra de Vietnam, y luego terminaron de ser exterminados por los ejércitos comunistas de Vietnam y Camboya. Atrapados en este fuego cruzado, una pareja de comerciantes de telas (él laosiano, ella vietnamita) lograron huir a la vecina Tailandia. Allí tuvieron a su hija, Khammukda. Luego se tuvieron que exiliar y esta vez escaparon lo más lejos posible, a América. Mas sin conocer ningún idioma occidental, creyendo ir a América el país (EE.UU.) terminaron arribando en la otra punta de América el continente: Argentina. ¡Confusión de homónimos! Llegaron a Buenos Aires suponiendo estar arribando a New York. Y en vez de la Estatua de la Libertad, quien los recibió fue Videla. Con ellos llegaron otras 300 familias de refugiados laosianos. Arbitrariamente, el gobierno militar trasladó a los inmigrantes asiáticos a distintos pueblos del interior.
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“Dios los cría, y el clima los amontona”
Kamu (como la llaman aquí a Khammukda) nos explica que en algún momento, las familias laosianas diseminadas por el país, empezaron a mudarse a Misiones, a agruparse, a ayudarse mutuamente ¿Por qué la provincia litoral? El clima y la flora eran allí muy similares a los de su tierra natal. El proceso fue tan particular, que las familias también comenzaron a unificar sus medios de vida: se dedicaron a la agricultura. Los padres de

Kamu tuvieron en ello un papel protagónico, al haber llegado al país con semillas de varias verduras y frutas del Sudeste Asiático. El jengibre, hoy presente en todas las verdulerías barriales, era por entonces desconocido. Fueron ellos quienes lo trajeron al país, y la mayoría del jengibre que hoy consumimos en Argentina, nacieron de esas primeras semillas.
¿Cómo te transformaste en la proveedora más conocida de productos del Asia Sudoriental en Argentina?
Antes de instalarse en Misiones, mis padres vinieron a vivir a Buenos Aires. Pronto, sin embargo, comenzaron a cultivar en Posadas. Iban y venían. Yo empecé a ayudarlos con la comercialización. Y cuando ellos se enamoraron del litoral argentino, yo me quedé aquí y me encargué de todo el proceso comercial. Estudié marketing. Empezamos a venderle a la comunidad asiáticas en nuestro país: en el barrio chino, en el barrio coreano, y con el tiempo en el Mercado Central. Más tarde, empezaron a ser habitués del barrio los dueños de los primeros restaurantes de comida asiática: Green Bamboo, Sudestada, Lotus Thai, luego Sunae y otros. Nos veían bajar la mercadería en Belgrano y se acercaban a nosotros. Finalmente nos terminaron comprando directamente, y son los únicos “consumidores finales” a los que les vendemos, el resto es todo B to B.
¿Qué productos venden? ¿Es sencilla la producción en Misiones?
Producimos jengibre, lemongrass, galanga, cúrcuma, chile, hoja limakaffir, yaca (fruta que consumen
muchos los veganos por sus propiedades que reemplazan a la carne). Respecto a la facilidad para producir, es verdad que Misiones tiene un clima similar a Indochina, pero la agricultura dista de ser sencilla. En ello, nuestro país hermano de Brasil salió más beneficiado. Ellos también cultivan muchos de los productos que nosotros tenemos, pero el proceso en sus tierras es más económico, solo necesitan de un surco. Aquí la infraestructura necesaria es mayor, obligando inclusive a utilizar medias sombras para no quemar a las plantas.
¿Cómo se promocionan?
Hace muchas décadas que nos dedicamos a esto. Y el nuestro es un negocio de nicho. Pero nos promocionamos por Instagram. También participamos de la feria MASTICAR. En la medida que la comida asiática se hace más masiva, chefs reconocidos del ambiente nos promocionan. Así, por ejemplo, he compartido una charla en el CCK con el chef Fernando Mayoral. Y ahora he llegado aquí, ¡a la revista de la Cámara del Asia!
Sos tailandesa, hija de un laosiano y una vietnamita. Cómo te conectas con tu pasado y tu presente cultural.
Llegué aquí cuando tenía 2 años, y prácticamente viví todo el tiempo en Buenos Aires. Me siento más argentina que asiática. Pero mis padres son orientales, yo hablo laosiano, estuve casada con un laosiano, con las 120 familias laosianas que quedaron en Argentina (de esas 300 iniciales) forjamos lazos (es una comunidad importante, mucho mayor a las comunidades malasias, vietnamitas, tailandesas y de otros países de la región). Tuve la necesidad de viajar al Sudeste Asiático, de conocer ese pasado que me conforma. Me escuchás hablar y tengo acento porteño, pero culturalmente estoy también forjada por la cultura oriental, por ese omnipresente respeto hacia los otros, por los valores que se desprenden del budismo.

Contacto: Zen Frut Khammukda Pimchan productoszenfrut@gmail.com Instagram: @zenfrut
