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Los abogados también son humanos
from ProAsia 32
by ProAsia
Acerca de cómo los vínculos personales y el buen uso del lenguaje cumplen un rol vital en la práctica de la abogacía comercial. Entrevista a Alberto Lisdero y Agustina Pezzi, del Estudio Lisdero
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Alberto: ¿cómo llegaste a la abogacía?
Me atraían los negocios. Pero, sobre todo, la estructura que subyace en ellos, cómo se arman y reglamentan. Y el material en el que se teje esta matriz son las leyes. El derecho lo regula todo. Manejar sus variables, conocer las reglas de juego, te permite una mirada integral a partir de la cual uno puede ser todo lo creativo posible, en busca de la eficacia en el logro del objetivo del cliente (que no siempre es meramente económico).
¿Las leyes pueden verse como limitantes?
Lo son, en la misma medida que un ordenador trabaja con un código, pues no podría
desarrollar programas en la absoluta falta de parámetros. El límite no debe verse como una objeción (como un NO se puede) sino como una posibilidad (un punto de apoyo, para mover el mundo). “En la limitación está la profundidad” decía Igor Stravinsky (músico, y no abogado). El límite permite también el juego. Cuando nos chocamos con una pared, el camino no se termina sino que cambia de dirección y de dimensión, de lo horizontal a lo vertical.
¿Por qué derecho comercial o de negocios?
El derecho penal, el derecho administrativo, el derecho civil, el derecho laboral, son todos muy interesantes. Pero pueden estar ligados al pasado, a lo que ya sucedió, al error que hay que arreglar, compensar, equilibrar, subsanar, castigar. La mala fama que suelen tener los abogados proviene de la tarea litigante, que lidia con el conflicto; y también desde un punto de vista económico, por la obligatoriedad del pago de los honorarios para ejecutar sentencia (es decir, la potestad de frenar el proceso hasta tanto se cancele la deuda con el profesional). Cuando hablamos del derecho en el marco de los negocios, no existe una cláusula del estilo de “pague ahora, o no se hace”. Pero sobre todo nosotros nos proyectamos al futuro. Tenemos por objetivo anticipamos al error. Buscar no caer en él. Es un trabajo más visionario. Se despliega en el

tiempo y aspira al crecimiento del emprendimiento, al apuntalamiento del optimismo del emprendedor. En la mayoría de los países del mundo, los médicos cobran en la medida que los pacientes se enferman o tienen accidentes. A muchas de las ramas del derecho se las hace funcionar de esta misma manera. En algunas regiones de Oriente, sin embargo, se paga a los médicos solamente cuando los pacientes están sanos, porque ello es demostración de la eficacia de los profesionales. Nuestra personal labor tiene mucho que ver con esta lógica.
Algunos comparan los negocios y la amistad con el agua y el aceite. ¿Son amigos de sus clientes?
Desarrollamos un vínculo personal con ellos. Si no nos hubiésemos conocido en el ámbito laboral, por cuestiones empáticas o visiones compartidas con muchos de ellos arribaríamos rápidamente a ser amigotes. Pero la disciplina de la profesión exige mantener la distancia suficiente como para hablar claro, sin anestesias ni píldoras doradas. Y si acaso un día la amistad no se puede evitar, pues ¡bienvenida!, pero entonces a nuestro nuevo amigo le recomendamos los servicios de algún colega de confianza. Algunos, sin embargo, enviciados, nos siguen eligiendo.
¿En qué medida las relaciones humanas, los vínculos personales, conforman parte del negocio?
En la medida que, sin ellos, muchos de los negocios no se llevarían a cabo. Cada cliente tiene un perfil temperamental. Incluso las personas jurídicas, las empresas, poseen una personalidad, una cultura propia que las define, y con la que es menester entenderse para poder interactuar. Todo esto se maximiza cuando, como en nuestro caso, se trabaja con negocios internacionales, donde las dos partes pertenecen a idiosincrasias muy distintas. Imaginemos que queremos arribar a un Joint Venture entre empresarios argentinos y vietnamitas. Nuestro rol debe construir un puente entre ambos, debemos ser lo suficientemente argentinos para que el local nos entienda, pero sin serlo por demás para que el vietnamita no se sienta fuera del juego, y viceversa. Para ello tenemos que manejar no sólo la temática, en el caso, el negocio puntual, sino todo lo inherente a las relaciones humanas: diferentes mentalidades, costumbres, temperamentos, tiempos y terminologías lingüísticas.
Hablar “un mismo idioma”es esencial para los negocios. Alberto, ¿podríascomentarnos sobre su importancia y darnos algunos ejemplos de desentendimientos en el uso del lenguaje?
La lengua para la abogacía es fenomenal. No nos damos cuenta de la cantidad de ideas que formulamos con modismos y que un extranjero podría no comprender o, lo que es más peligroso aún, entender en forma literal. Cuando las partes hablan ambas la misma lengua y aún más cuando los idiomas son distintos, lo más efectivo es hablar del modo más neutral o llano posible (en nuestra lengua equivaldría en cierto modo a hablar en “español neutro”). Cuando se hablan diferentes idiomas y obliga al uso de intérpretes, es necesario estar bien atentos a cada término empleado. Por ejemplo, en italiano existe el término “seguramente” lo mismo que en español, pero la acepción más usada en español (¡la primera! en el Diccionario de la Real Academia Española) es “probablemente”; mientras que en italiano se ajusta al significado etimológico: “de modo seguro”. En reuniones con comitivas chinas es frecuente que los traductores chinos utilicen el término “bastante” como sinónimo de “muy”; pero en español no es lo mismo decir que tal persona “es bastante honesta” que decir que “es muy honesta”; la primera acepción deja dudas (y, si imaginamos que lo dijeron con ironía, casi no deja dudas de que esa tal persona no es muy honesta que digamos); la segunda, en cambio, no deja dudas. En comercio, nuestra labor es también comprender y sortear estos desentendimientos, porque, como dice una frase popular: “entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, lo que entiendes; existen múltiples posibilidades de no entenderse”. Y, para resolver esos intríngulis, para un entendimiento de las partes de un contrato, para suerte de los empresarios, están los abogados.
Contacto: www.lisdero.com.ar
