Boletin del posgrado en historia nro 5

Page 1

Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

BOLETIN DEL POSGRADO EN HISTORIA Numero 5 ISSN 2250-6772

Fuente: Caras y Caretas, Año 4, 16 de febrero de 1901, Nro.124

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

1


Boletín n del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Reunión informativa: jueves 01 de agosto, 19:00h. Campus Alcorta Av. Figueroa Alcorta 7350, Ciudad de Buenos Aires. Duración: 1 año Modalidad: part-time Actividad gratuita Requiere inscripción previa

La Especialización en Historia Contemporánea está orientada a profesores de historia y ciencias sociasoci les (graduados universitarios o terciarios) que deseen profundizar sus conocimientos para volcarlos a la docencia y mejorar su desempeño profesional, prestando atención a la diversidad y actualización histohist riográfica. La Especialización en H Historia istoria Contemporánea ofrece la posibilidad de cursar materias de otros posgrados de la Universidad Torcuato Di Tella. Director: Pablo Gerchunoff Lic. en Economía, Universidad de Buenos Aires

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

2


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

El Boletín del Posgrado en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella es una publicación cuatrimestral dedicada a la actualización de temas e investigaciones de profesores, alumnos y graduados del Posgrado en Historia. Su objetivo es contribuir al debate de los temas de Historia y difundir e incentivar la investigación en el campo de la historia contemporánea argentina y europea. El Boletín es de formato digital y se publica en abril, julio y noviembre. La dirección y coordinación académica de la publicación está a cargo de los profesores del Departamento de Historia.

Más información sobre el Departamento de Historia: http://www.utdt.edu

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

3


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Indice Página Nota: La Violencia en Argentina, por Andrés Reggiani

5

Entrevista a Roberto Cortés Conde, por Agustina Rayes

9

El uso político de la historia en el proceso de construcción de la nacionalidad argentinaPor Catalina de Paul

20

Perfiles: Mariano Szafowal, graduado de la Maestría en Historia.

40

Agustina Rayes, graduada del Doctorado en Historia.

43

Novedades

46

XIII Jornadas del Departamento de Historia

50

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

4


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

La Violencia en Argentina, por Andrés Reggiani

En la última década, la anulación de las leyes de punto final, obediencia debida y amnistía, por un lado, y la expansión del campo de estudios sobre la memoria, por el otro, dieron renovada vigencia al debate la violencia política en la Argentina. La conformación de proyectos académicos interdisciplinarios y transnacionales para el estudio de la represión en el cono sur, la creación de programas de historia oral y archivos municipales y provinciales de la memoria, el boom comercial de productos editoriales y audiovisuales sobre los años 70, y la construcción de, y disputas en torno a, “lugares de la memoria” (ESMA, Parque de la Memoria, monumentos a Julio A. Roca y, más recientemente, Cristóbal Colón) rediseñaron el campo de la historia contemporánea argentina, y especialmente del pasado reciente, a partir del eje articulador de la violencia. Los setenta son hoy una industria cultural con características muy similares al “fenómeno” Hitler en Alemania o Vichy y la guerra de Argelia en Francia. Desde hace algunos años el Departamento de Historia se hizo eco de esta tendencia promoviendo actividades académicas y de extensión que diesen a conocer la producción más reciente sobre estos temas y a la vez contribuyesen al debate entre especialistas, estudiantes y el público. En

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

5


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

2012 organizamos conjuntamente con el Área de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín un seminario de investigadores sobre masacres y violencia en el mundo moderno. Durante el mismo se discutieron los trabajos de Mario Ranalletti, sobre la influencia de la guerra de Argelia y las doctrinas militares francesas en la lucha antisubversiva durante la última dictadura militar, y de Claudia Torre, sobre la “Campaña del Desierto” y los cambios de paradigma en la interpretación de la relación entre el Estado argentino y los pueblos originarios. En 2012 estas discusiones fueron retomadas por los historiadores y antropólogos que participaron en las XII Jornadas del Departamento de Historia y que tuvieron por tema la conquista y la colonización del territorio argentino, desde el siglo XVI hasta el peronismo. Este último tema fue el eje de un seminario de discusión, organizado conjuntamente con el Departamento de Ciencia Política, Gobierno y Estudios Internacionales, y que tuvo por invitado a Juan Pablo Artinián, autor de une tesis doctoral realizada en la State University of New York sobre las formas simbólicas de la violencia bajo la Revolución Libertadora. Entre los meses de abril y junio del corriente año se realizaron seminarios, presentaciones de libros y mesas redondas como parte de un ciclo integral sobre los años setenta. La serie se inició con un seminario en el que se discutió la tesis doctoral de Santiago Garaño (UBA) sobre los soldados conscriptos y la “mise en scène” de la guerra antisubversiva. Seguidamente organizamos un panel integrado por Rut Diamint (UTDT), Hernán Camarero (UBA/UTDT) y Daniel Mazzei (UBA) para debatir el libro de este último, Bajo el signo de la caballería. El Ejército Argentino (1962-1973), publicado recientemente por Eudeba. Finalmente, llevamos a cabo junto con la Maestría en Periodismo, que dirige la profesora Karina Galperín, una mesa redonda integrada por María Matilde Ollier (UNAM), Pablo Sirvén (La Nación) y Marcelo Larraquy en la que discutimos su último libro, Los setenta, evento que atrajo un numeroso público. Las XIII Jornadas del Departamento de Historia, que se realizarán los días miércoles 21 y jueves 22 de agosto en el Campus Alcorta de nuestra universidad, se enmarcan en este ciclo de actividades académicas y de divulgación, pero con una peculiaridad. El tema elegido para la reunión de este año, “Los golpes militares en Argentina, 1930-1976”, retoma una perspectiva hoy prácticamente ausente en el campo historiográfico, como son los contextos inmediatos que condujeron

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

6


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

a las rupturas institucionales en la historia de nuestro país. Ante un campo dominado por los estudios sobre las dictaduras y las distintas dimensiones de las experiencias autoritarias, las jornadas buscan recuperar la dimensión política, el peso del acontecimiento, la corta duración y la contingencia, un poco a la manera como lo hizo el historiador norteamericano Henry A. Turner en A treinta días del poder. Las jornadas comprenderán cinco paneles, cada uno integrado por tres especialistas (historiadores, politólogos y sociólogos), que abordarán los golpes militares de 1930, 1943, 1955, 1966 y 1976. La reunión se cerrará con una mesa en la que Liliana de Riz (Instituto Gino Germani) y Pablo Gerchunoff (UTDT) ofrecerán algunas reflexiones sobre el significado de los golpes en la historia de nuestro país.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

7


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

8


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Entrevista a Roberto Cortés Conde1

Roberto Cortés Conde nació en Buenos Aires en 1932. Aunque inicialmente se graduó en Abogacía en la Universidad de Buenos Aires, su carrera se inclinó hacia la historia económica, campo en el que es uno de los principales referentes latinoamericanos y en el que se ha destacado tanto en el ámbito académico europeo como norteamericano. Desde su ópera prima “La formación de la Argentina moderna” en co – autoría con Ezequiel Gallo y hasta su última obra “Poder, estado y política. Impuesto y sociedad en la Argentina y en los Estados Unidos”, ha sido autor de numerosos libros, artículos y series estadísticas. Recientemente retirado, fue profesor e investigador en diferentes universidades públicas y privadas de la Argentina, así como en Estados Unidos, Europa e Israel. En estas experiencias, Roberto Cortés Conde tuvo contacto con académicos de renombre internacional. Por ejemplo, fue consultado por el Comité que escogía los premios Nobel para la candidatura de Douglas Cecil North a la distinción que finalmente obtuvo junto a Robert Fogel en 1993. Además de haber sido uno de los fundadores y presidentes de la Asociación Argentina de Historia Económica, fue el primer presidente no europeo de la Asociación Internacional de Historia Económica. Entre otros legados, creó un fondo de financiamiento para que los jóvenes investiga1 Entrevista realizada y transcripta por Agustina Rayes . Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

9


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

dores de los países subdesarrollados pudieran asistir a los diferentes congresos como en Helsinki (2006), Utecht (2009) y Stellenbosch (2012). Desde entonces, las becas llevan su nombre. Varios son los premios, condecoraciones y distinciones que forman parte de la amplia trayectoria de Roberto Cortés Conde, puesto que indudablemente ha dejado una impronta en las últimas cinco décadas en la forma de pensar el pasado económico.

-

Sin dudas, Roberto Cortés Conde es una de las principales referencias no sólo en la historiografía económica argentina sino también en América y Europa. ¿Cómo llegaste a dedicarte a la investigación en esta clase de temas?

-

Probablemente mis intereses intelectuales se dirigieron hacia esas disciplinas, pero inicialmente no me preparé para ello. Yo estudié en la época de Perón, cuando no había carrera de Economía y la carrera de Historia, que me había gustado siempre, se enfocaba sólo a la enseñanza secundaria y no estaba bien remunerada. Además, mi padre, que estudió en la Universidad de Buenos Aires, había sido profesor en el Instituto Nacional de Profesorado en Paraná y la gente de su generación – mi padre murió en 1944 – había sido echada de la universidad. Entonces, no tenía confianza en hacer una carrera docente dentro del sistema público y no había otro alternativo. Decidí orientarme al Derecho, una disciplina distinta a la economía o la historia, y digo distinta porque, era muy normativa, se trataba de interpretar textos y a mí me interesaba más conocer la realidad. A comienzos de 1960 apareció la oportunidad de hacer un curso de posgrado en Sociología. Yo ya había querido hacer otra carrera universitaria, pero no tenía tiempo ni la paciencia – además, me había casado -, para cursar todos los años que requería una licenciatura. Entonces, me inscribí en aquel posgrado, más breve, de sólo doce materias. Y, aunque luego no me dediqué a la sociología el curso me produjo “un cambio mental”. Me atrajo la propuesta de Gino Germani con su enfoque empírico que seguía a la sociología norteamericana.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

10


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Ya adelantado, tomé un seminario sobre la “Inmigración masiva” y allí me propusieron colaborar en un proyecto que dirigían José Luis Romero y Germani pero que coordinaba Tulio Halperin Donghi. Así se inició mi vinculación con la investigación en historia.

-

Me contabas que estudiaste Abogacía, ¿ejerciste esta profesión?

-

Hasta el año 1963 a tiempo completo. En 1963 empecé mi carrera docente en la Universidad del Litoral dictando un materia que se llamaba Economía y Sociedad en el siglo XX que la hice bastante teórica, por ejemplo cuando trataba la crisis de 1930 explicaba Keynes. Hasta 1966 compartí esa cátedra con el trabajo de abogado que dejé definitivamente en ese año al irme a los Estados Unidos. Sin embargo, el conocimiento del derecho me ha servido mucho. En mi último libro (“Poder, estado y política. Impuesto y sociedad en la Argentina y en los Estados Unidos”) me ha dado la ventaja de entender los marcos normativos en el que se desenvuelven fenómenos sociales, en definitiva, la norma es un hecho social. El estudio de la Abogacía me ha servido para incluir la dimensión jurídica en los temas sobre las naciones, los nacionalismos, las identidades, etc. En general, en estas discusiones se olvida que estos fenómenos son también jurídicos.

-

Habiendo atravesado profesionalmente toda la segunda mitad del siglo XX y las vicisitudes de la misma, ¿te viste forzado a tener que abandonar la investigación y la docencia para trabajar en otros ámbitos?

-

Afortunadamente me dediqué a la docencia y la investigación desde mi ida a los Estados Unidos y en 1970, cuando volví, fui contratado como investigador jefe del Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Di Tella. Entre 1970 y 1974 y también entre 1980 y 1983, ejercí la dirección del Instituto Torcuato Di Tella.

-

Respecto a aquellas tareas gestión que realizaste, ¿cómo recordás tu paso por el Instituto Torcuato Di Tella?

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

11


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

-

julio 2013

ISSN 2250-6772

Eran años difíciles: resolver los problemas económicos e institucionales, conseguir fondos, etc. Pero eso me enseñó también otras cosas, que probablemente la gente que está meramente en el mundo intelectual desconoce… Tuve una relación muy dura pero efectiva con la realidad. Había mucho menos dinero y había que decidir si la institución cerraba o seguía y no se sabía con qué financiamiento. Me nombraron en 1970 cuando ya se habían cerrado los centros de arte, pero aún quedaban deudas y un déficit descomunal y el Instituto estaba al borde de cerrar. Entonces, había que bajar el gasto a más de la mitad, una tarea muy ardua e ingrata. Durante aquellos años me concentré en la gestión, no sólo académica sino patrimonial y logré salvar el Instituto y sus centros de ciencias sociales. En 1981 nuevamente surgieron los problemas, pues la crisis industrial había afectado al remanente de las empresas del grupo en la que el Instituto Di Tella tenía participación accionaria. Parecía que la institución se iba a cerrar y tuve que intervenir, a pedido de Guido Di Tella, directamente en el salvataje de empresas, con él vendimos dos de ellas y reconstituimos el fondo dotal del Instituto. Al año siguiente logré una importante contribución del Banco Interamericano de Desarrollo, el cual permitió no sólo continuar las actividades de investigación sino iniciar las de enseñanza de posgrados. Durante ese tiempo tuve que postergar varios proyectos de investigación que reanudé en 1983, los que culminaron con la publicación de “Dinero, Deuda y Crisis” que obtuvo luego el primer premio nacional de Historia. Finalmente, pienso que más allá de las adversidades, la experiencia fue buena. Además de las turbulencias que atravesó el ITDT, creamos con financiamiento del BID los posgrados con un grupo muy bueno de profesores que fueron la base de lo que fue la Universidad.

-

¿Qué autores influyeron en tus tempranas ideas sobre la historia económica?

-

Cuando me inicié en la investigación histórica, se había extendido el interés por el marxismo como interpretación económica de la realidad. El marxismo era atractivo por-

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

12


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

que tenía un código para explicar casi todo en una forma supuestamente científica. Sin embargo, antes de llegar a Sociología yo buscaba respuestas más seriamente científicas. El marxismo era una especie de filosofía que explicaba todo, pero que no podía formular proposiciones operativas para una investigación científica y más bien se dedicaban a interpretar los textos de los maestros, sus comentaristas y seguidores. En la crítica más de fondo, yo llegué a la conclusión de que la teoría de la plusvalía estaba equivocada porque suponía un monopolio de la demanda por parte de los propietarios de los medios de producción que condenaba a los trabajadores a percibir salarios de subsistencia, cuando en realidad la competencia no era entre los titulares de medios de producción (los empresarios) monopsónicos y los trabajadores, sino entre los capitalistas entre sí para obtener mano de obra. Tan pronto como me inicié en la investigación, entendí que debía leer mucho de Economía. Me daba cuenta de que en reconocidas obras sobre la historia argentina había grandes errores de interpretación como en las de Ricardo Ortiz o de James Scobie. Para investigar tuve que barrer con los preconceptos más divulgados en aquella época, los cuales tenían pocos fundamentos económicos. Entendí y defendí desde entonces que la historia económica no se podía hacer sin usar la teoría económica para poder entender los procesos de la realidad económica pasada y que esos fenómenos económicos debían medirse, por lo tanto, se necesitaba series estadísticas continuas y confiables. A partir de entonces a ello dediqué mi vida profesional. En mi preparación, también, al menos en sus comienzos, influyó la literatura sobre desarrollo económico y modernización que había aparecido en la segunda posguerra. Por ejemplo, Ragnar Nurkse y Gunnar Myrdall. Y, además, la interpretación cepalina que era relevante porque tenía un enfoque histórico. Fue muy impactante para mí la obra de Aníbal Pinto sobre el caso chileno, que alguna vez había llegado a un grado de desarrollo y luego había declinado. Es más, creo que la visión histórica de Raúl Prebisch se la debe a Pinto. Luego, me interesó el trabajo de Celso Furtado. Y más tarde llegó la obra de Aldo Ferrer.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

13


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

-

julio 2013

ISSN 2250-6772

Sin embargo, de alguna manera tus primeras obras marcan una ruptura con este tipo de abordajes.

-

Fui observando que eran excesivamente esquemáticos. Con Ezequiel Gallo - publicamos un artículo en 1963 (“El crecimiento económico de la Argentina” en Demografía Retrospectiva e Historia Económica del Instituto de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad del Litoral, que dirigía Nicolás Sánchez Albornoz), que salió ampliado en 1967 como libro (“La formación de la Argentina moderna”) -, quisimos poner más contenido histórico. Buscábamos complejizar aquella idea en boga de que todo el desarrollo agrario argentino había sido malo y que se necesitaba industrializar al país. Pero, aún cuando teníamos nuestras divergencias con las ideas de la CEPAL, compartíamos algunas otras. Es claro, cuando uno se inicia en la investigación está más atado a lo que otros autores dicen, pero con el tiempo gana autonomía y se basa mucho más en sus propias investigaciones y conclusiones.

-

En este sentido, ¿en qué influyó tu paso por los Estados Unidos en la segunda mitad de la década de 1960?

-

La estancia en Estados Unidos (Universidad del Estado de California en Los Ángeles, Center for Latin American de Berkeley y la Universidad de Yale) me permitió conocer la literatura sobre la historia económica de los Estados Unidos y del Canadá y advertir que los países americanos tienen una evolución distinta a la de los europeos, lo que orientó mi línea de investigación futura. Esas obras están citadas en (“The First Stages of Modernization” /Harper and Row), mi tercer libro, que fue una síntesis de los cursos que dicté en Yale. La idea de la industrialización como etapa más avanzada era propia de la Escuela Histórica Alemana y, por tanto, muy europea. Europa había transitado fases de economías locales, regionales, nacionales, etc. Y en América las economías habían empezado como economías que exportaban a los mercados trasatlánticos. Por ese tiempo, Eze-

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

14


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

quiel Gallo, quien en Inglaterra tuvo como maestro al australiano Ronald Max Hartwell, había llegado antes a una conclusión que seguía la teoría del bien primario exportable.

-

¿Cómo te iniciás en el estudio sistemático de las series estadísticas en historia económica?

-

Desde 1963, durante dos años recibimos financiamiento de la Fundación Marc Bloch de de la École Pratique des Hautes Études de Francia. Era para hacer un trabajo part – time, generando series estadísticas confiables (y no repetir cuadros ya conocidos) comenzando con las de las exportaciones. Allí nació la serie que construimos con Tulio HalperinDonghi y Haydée Gorostegui de Torre (cuyas copias carbónicas completas se encuentran hoy en la Biblioteca de la Universidad Torcuato Di Tella y en la Biblioteca de la Universidad de San Andrés).

-

Con los años las contribuciones de los diferentes pensadores se ven desde distintas perspectivas. ¿Reconocés algún autor cuya obra te haya impactado entonces y hoy lo siga haciendo con la misma fuerza?

-

Por un lado, siempre he reconocido la influencia del enfoque de la staple theory. Por otra parte, me ha interesado la obra de Douglas North y su enfoque institucionalista. Ello no quiere decir que adscriba absolutamente a todo.

-

¿Qué impronta o legado considerás que has dejado a la historiografía argentina?

-

Creo que puse en cuestionamiento versiones muy divulgadas. Algo que demostré es que los obreros que llegaron con la inmigración no tuvieron salarios cada vez peores por no tener acceso a la propiedad de la tierra -como lo había sostenido Ortiz-, sino que sus salarios entre 1880 y 1914 subieron contantemente un 1 % por año en términos reales (es

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

15


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

decir, en términos de su poder adquisitivo). Era absurdo que, en un país en el que la tierra era abundante y la mano de obra escasa, los salarios tendieran a bajar en términos reales. Otra contribución que hice es que hubo un diferencial muy grande entre los salarios reales de los trabajadores urbanos argentinos y los italianos – importante porque Italia era un país del que venía una mayoría de los inmigrantes. Esto lo hice construyendo varias series de salarios nominales que fueron deflactados por el índice de precios. Sin embargo, quiero aclarar que una cosa es decir que los salarios en Argentina eran mejores que en Europa en términos relativos, y otra es sostener que la relación fue más favorable a los asalariados que a los propietarios de la tierra. Son temas distintos. Cuando escribí “El progreso argentino” no contaba con estimaciones de PBI para las últimas décadas del siglo XIX y las de CEPAL para la primera década del XX eran poco confiables. Una vez que construimos estimaciones del PBI 1975-1935 con Marcela Harriague en los años 90s, lo que noté es que si bien los salarios reales crecían al 1%, el PBI per cápita lo había hecho al 4%. Es decir, que los otros factores de producción habían estado mejor aún que el trabajo. Yo nunca dije que la distribución era más igualitaria, sino que los salarios reales habían aumentado y lo hubieran hecho mucho más si no hubiera llegado la inmigración masiva. Pero ello hubiera detenido el crecimiento, pues el beneficio se habría concentrado y no se habrían realizado inversiones. Justamente por estas confusiones insisto en que hay que conocer teoría económica básica. Otro aporte ha sido que en el mismo libro (“El progreso argentino”) puse de manifiesto que el mercado de tierras no era cerrado. Luego de las campañas militares de extensión territorial no se dio una concentración absoluta de la tierra, como señalara James Scobie. Mientras no hubiera ferrocarriles las tierras de la vasta extensión pampeana valían muy poco. En cuanto a la famosa discusión sobre la renta diferencial, los precios de los cereales americanos bajaron sostenidamente en los últimos veinticinco años del siglo XIX porque la producción en las tierras de aquí era más barata. Esto explica parcialmente la inmigración: quienes no soportaron la baja de precios fueron los europeos que debieron abandonar sus países de origen.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

16


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Luego, creo que incorporé enseñanzas sobre la crisis de 1890. Las series previas no habían tomado en cuenta los depósitos, las notas metálicas que no eran metálicas sino papeles. Esto lo produje por una investigación empírica. La última investigación que hice, en este sentido, fue la estimación del Producto Bruto, que varía en mucho respecto a lo que establecían las series reconocidas y difundidas por la CEPAL.

-

¿Cómo percibís el panorama de la historiografía económica en la Argentina y en el ámbito europeo o norteamericano?

-

La historia económica pierde terreno en relación a otras formas de interpretación históricas. En los medios académicos de Estados Unidos cada vez menos personas se dedican a la historia económica porque se estudia generalmente en los Departamentos de Economía. Cuando hay alumnos brillantes en Economía, éstos escogen otros caminos más remunerativos o con mejores perspectivas en el mundo académico. Por otra parte, en las corrientes que provienen de la historia, la crisis del marxismo llevó al postmodernismo anticientífico y anti-positivista donde los datos son menos importantes y el discurso tomó el centro de la escena. Hacer historia económica es cada vez más difícil, especialmente por el trabajo que requiere un enfoque empírico. Se tiende últimamente a reproducir esquemas que se produjeron en el pasado y que hoy se repiten cual verdades absolutas. A lo largo de mi carrera, he defendido la idea de hacer historia económica que explique con teoría los procesos económicos y que permitan ser cuantificados. Recuerdo que en el XIV Congreso Mundial de Historia Económica en Helsinki en el año 2006 enfaticé la necesidad de no dejar caer a la historia económica en una mera econometría histórica. Pues la historia económica desprovista de historia, y sólo como medición de variables, deja de lado aspectos fundamentales.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

17


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

-

julio 2013

ISSN 2250-6772

¿Qué ejemplo pondrías de una historia meramente anclada en datos y falta de reflexión analítica?

-

Por ejemplo, cuando cayó la inversión en los primeros años del siglo XX en la Argentina. Para analizar este fenómeno es importante recurrir a la historia. En el país hubo un alto grado de inversiones por los ferrocarriles especialmente en la primera década del siglo XX, pero una vez que la infraestructura fue construida, lógicamente no se requirió seguir haciendo vías férreas cada decenio. En la década de 1920, las inversiones se ubicaron en otros sectores, considerables para las transformaciones económicas, pero en magnitudes menos importantes, ya que no se replicó el ahorro que se precisó para hacer ese proyecto impresionante que fue la extensión de los 30.000 kilómetros de ferrocarriles. Este es un ejemplo del uso de la metodología. Las series de inversión que se usan, que son de la CEPAL, incorporan el total de los flujos de bienes de capital importados como la inversión nominal de ese año sin tener en cuenta la amortización. Y eso es lo que ocurría en las cuentas nacionales sobre las que se basó el estudio de la CEPAL. En suma, es preciso conocer los datos, estudiarlos con cuidado, descubrir cómo están compuestos y tener un gran conocimiento de la historia, saber qué es lo que estaba pasando…

-

¿Qué enseñanzas te ha dejado la formación de recursos humanos tanto en la docencia como en la investigación?

-

En los últimos veinte años estuve dedicado absolutamente a la docencia, tarea que hice por cincuenta años, desde 1963 hasta 2012 cuando me retiré definitivamente. Esta actividad ha sido de las más gratificantes. Si las personas se toman en serio su trabajo y quieren transmitir ideas, la docencia permite ordenar sus propias ideas. De hecho, la acción de poder contar las ideas a otros supone entenderlas y elaborarlas. Me ha gratificado dar clases porque compensaba las horas de soledad propias de la investigación. Hace unos meses me retiré y me llegaron mensajes de muchos ex alumnos. Ha

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

18


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

sido muy satisfactorio para mí haber despertado en otros esa curiosidad por la historia económica. Recuerdo que cuando enseñaba en la Universidad de Yale en 1968 había un arreglo para dar cursos en la Universidad de Connecticut donde fui a dar un seminario un semestre. Había un estudiante graduado, Lyman Johnson, que tenía una visión muy tradicional de la historia, pero que la cambió después de asistir a mi curso y se transformó en un investigador muy importante en demografía histórica. Debo reconocer, sin embargo, que algo me decepcionaba. A la mayoría de mis mejores alumnos en Economía el mercado los llevó afuera de la historia económica o del país. Yo creo que historia económica se puede hacer si es un objetivo de las universidades, de lo contrario es muy difícil. En el fondo, ahora que me retiré, me queda una sensación de tristeza, pues no tengo una perspectiva optimista. Para dedicarse a la historia económica hay que ser “casi un héroe”. No veo incentives suficientes…

-

Ya retirado, ¿a qué dedicás el tiempo que antes concentrabas en las clases?

-

Sigo escribiendo. Me piden en las editoriales que haga trabajos de divulgación sobre temas de los que ya he escrito. Como soy un lector ansioso, estoy dedicándome a leer mucho, de todo, mucho más de lo que leía antes cuando tenía planes de investigación concretos. De lo que estoy seguro es que no voy a encarar ya una investigación cuantitativa porque lleva mucho tiempo…

-

Gracias por las ideas.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

19


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

El uso político de la historia en el proceso de construcción de la nacionalidad argentina2 Por Catalina de Paul

Esta investigación se propuso estudiar los usos que las elites político-intelectuales locales hicieron de la figura de Manuel Belgrano entre 1857 y 1910, en el proyecto de construcción de la nacionalidad argentina efectuado a lo largo de aquellos años. En una primera instancia se analizó al objeto de estudio en el campo de la historiografía nacida con Bartolomé Mitre en 1858 hasta la llegada de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en 1910. Las observaciones delineadas en aquel plano fueron luego reinterpretadas desde los usos que conllevó la representación de la figura en la materialización urbana de la ciudad, dentro de los procesos de decoración patriótica que el espacio público presenció en su remodelación y en los simbólicos monumentos y plazas que se alzaron en su suelo antes del Centenario. La tesis propone repensar los usos estratégicos que se han hecho de la historia durante el proceso de construcción de una identidad

2Capítulo de la tesis de Catalina de Paul: “Un Prócer para la Nación Argentina: Los usos de la figura de Manuel Belgrano en el proceso de construcción de la nacionalidad, 1857-1910” dirigida por Claudia Shmidt. Graduada de la Licenciatura en Historia en 2012.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

20


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

política nacional en las etapas constitutivas del país, y permite observar qué funcionalidades se condensaron en la figura de Manuel Belgrano en particular, sobre todo por su automática (y políticamente construida) asociación con la bandera argentina, un símbolo de identidad de alcance nacional.

El uso político de la historia y el nacimiento de la historiografía nacional Durante las dos últimas décadas del siglo XIX argentino renació el proyecto de construcción de la nacionalidad que hacia 1837 había encontrado sus promotores en la Generación Romántica. Con una fuerza renovada, el movimiento adquirió nuevas características y logró amplias bases organizativas, otorgándole un tinte local a un proceso común a todas las naciones en vías de formación y consolidación. En aquellos veinte años que cerraron el inestable siglo XIX ubicó la historiadora Lilia Ana Bertoni (2001) el fervor de la construcción de la nacionalidad argentina, a la que juzgó íntimamente relacionada con la simultánea construcción del relato de la historia nacional. Explicó cómo un cambio en la segunda provocaba automáticamente una alteración en la concepción de la primera. Qué tipo de nacionalidad se buscaba erigir, y por ende qué historia contar fueron, en los 1880s y 1890s, cuestiones sobre las que las elites políticas del país tomaron conciencia. La nacionalidad debió formarse como contenido de la idea de nación que había que afirmar frente al potencial destructivo percibido en ciertas amenazas a la soberanía e integridad del territorio, vistas concretamente en la carrera imperialista de las grandes potencias europeas y la llegada de una inmigración masiva al país (Bertoni; 2001). La tesis buscó entender qué lugar se le concedió a la figura del prócer en general, y cómo se lo representó a Manuel Belgrano en particular, en el emprendimiento elitista de educación cívica de los ciudadanos desde 1857 hasta 1910. Si la nacionalidad se ensambló de numerosos modos y por diferentes canales, este trabajo se limitó al de la Historia, un componente esencial de la misma. Como explicó Eric Hobsbawm (1983), ‘todas las tradiciones inventadas… usan la historia como legitimadora de la acción y cimiento de la cohesión de grupo… por medio de sus propios héroes y mártires.’ Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

21


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

En 1857 se publicó la Galería de Celebridades Argentinas, una compilación que reunía biografías de personalidades ilustres del pasado argentino. En ella Bartolomé Mitre esbozaría una acotada biografía de Manuel Belgrano, que un año más tarde se convertiría en la obra fundacional de la historiografía argentina, Historia de Belgrano. Surgida a partir de un encargo del director de la colección, Juan María Gutiérrez, aquel artículo se inscribió en la serie que agrupó a ciertas figuras del pasado enalteciéndolas por su contribución a la causa nacional –casualmente todas habían servido al bando porteño durante la guerra civil. En la ‘Introducción’, Mitre lamentó la ausencia de Dorrego, Saavedra y Güemes en el compilado, aunque las definió como ‘otro género de celebridades’3 –no dignas de ser posicionadas a la par de Belgrano. Como sostuvo Nicolás Shumway en La Invención de la Argentina, Mitre aludía a la ‘distorsión reduccionista popularizada por Sarmiento según la cual la política argentina no era más que un combate épico entre civilización y barbarie, con Moreno Rivadavia y la minoría ilustrada porteña de un lado, y los Atilas de las pampas del otro’ (Shumway; 1991; 227):

La Galería de Celebridades Argentinas no comprenderá sino los retratos y las biografías… de los que tienen derecho a la gratitud de sus descendientes. Esta obra es… un monumento erigido a nuestros ilustres antepasados que consagraron su vida y sus afanes a la felicidad y a la gloria de la patria. La posteridad trasladara algún día sus cenizas al Panteón de los grandes hombres de la Nación Argentina. Mientras tanto, a la generación actual… Tócale el honor de dibujar sus retratos y escribir sus biografías, salvado así del olvido sus nobles facciones, sus hechos, y sus escritos memorables… En esas vidas encontrará la generación actual modelos dignos de imitarse…

Bartolomé Mitre, 1857

Juan M. Gutiérrez demostró la misma intención de generar un panteón moralizante a través de lo que Nora Pagano (2009) llamó una ‘voluntad cívico-política e historiográfica-literaria’:

3

También Artigas, López, Quiroga, Ibarra, entre otros, pertenecían a ese género de celebridades secundarias.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

22


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Los hombres notables de la revolución argentina… soportan bajo sus humildes sepulcros el doble peso de la losa y de la indiferencia… El viento de nuestras querellas ha llevado en pedazos a nuestros viejos próceres. Es preciso buscar la huella de sus pasos… Es necesario lavar de sobre ellos las manchas de lodo con que les salpicó el carro revolucionario… colocarles en dignos pedestales, a fin de que la juventud les venere…

El objetivo entonces era resucitar al muerto ilustre para erigirlo como garante del nuevo orden social. Al convertir su artículo sobre Belgrano en una historia de la independencia argentina, Mitre imprimió a los objetivos de la Galería una dimensión de alcance mucho mayor. Pareciera irrelevante preguntarse si Mitre entendió efectivamente la historia de la forma en que la escribió o si fue pura estrategia política. Lo relevante es que la consideró adecuada al lector para el cual estaba dirigido su libro, al cual le pronosticó un público popular. La Historia de Belgrano y las reacciones que aquella obra provocó son el punto de partida de este trabajo. Es un punto de inicio convencional puesto que el texto además de inaugurar una versión ‘propiamente histórica’ del pasado nacional, lo hizo con la figura de Belgrano a la cabecera. No sería hasta la tercera edición de 1876/77 que el autor actualizaría su texto en base a nuevas investigaciones y observaciones a corregir. En ella el título se expandió e incorporó a la Historia de Belgrano, la de la Independencia argentina. A su vez, Mitre agregó el capítulo de apertura sobre ‘La Sociabilidad argentina’, mediante el cual buscó asentar su interpretación sobre los orígenes de la nación. Esta obra ha sido el motivo de numerosos y acalorados debates, tanto en los tiempos de su publicación como a lo largo de la evolución historiográfica argentina. Debido a que dicha obra fue una expansión de la Historia de Belgrano de 1858, se ha consensuado en aquel año el nacimiento de la historiografía del país ya que se la consideró el primer intento ‘serio’ de relatar el pasado nacional. Esta percepción de seriedad estuvo asociada a la progresiva consolidación de la figura del historiador como el indicado para la escritura de la historia –a diferencia del mero memorialista, opinador, o periodista- debido, particularmente, al uso de documentos y fuentes que respaldaban la historia contada. En ello se vislumbra la influencia de referentes externos como Guizot y Taine que veían la particularidad de la escritura de la historia en Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

23


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

la confrontación de fuentes con carácter probatorio y en la operación técnica que suponía el compromiso de la narración histórica con su base heurística (Devoto y Pagano; 2009). Esto se inscribió en el creciente interés de los intelectuales porteños por incorporar los conocimientos de los intelectuales del exterior, sobre todo europeos. Los primeros historiadores ‘eruditos’ –rótulo con el que Mitre fue catalogado- de la Argentina incorporaron las actitudes hacia la historia que tenían los hombres de Estado de naciones europeas, sobre todo de los republicanos franceses. En La Historia como Desciframiento, Lionel Gossman analizó la restauración de la casa Borbón en el trono francés a modo de una empresa tanto ideológica como política que, durante el período 1815-1848 y en consonancia con los demás regímenes post-revolucionarios en Europa, buscó a través de filósofos, abogados e historiadores proveer de fundamentos convincentes la vuelta del viejo poder. Es así que la escritura de la historia se concibió en términos mediadores para lidiar con un ‘nuevo orden social post-revolucionario’ que requería ‘que las aparentes discontinuidades y rupturas se mostrasen como resueltas en una continuidad superior, usualmente denominada progreso’ (Gossman; 1986; 12). Al mismo tiempo, en la Generación del ’37 del Río de la Plata, los textos de autores románticos buscaban encarrilar a un país en vías de construcción mediante la creación forzada de una nacionalidad postulada a través de la identidad política definida como ‘argentinos’. En ambos procesos se le concedió gran relevancia a la narración de los hechos del pasado para ofrecer una comprensión determinada del presente político. Es en los tiempos de Mitre donde Gossman señaló el auge de historiadores que contaron la historia a través de ‘héroes’ y ‘hombres representativos’ como protagonistas de los acontecimientos narrados, y que, al mismo tiempo, buscaban equipararse con aquellos personajes de la historia. Haciendo uso de esa práctica, Mitre construyó la historia argentina al narrarla y, en el centro de la misma, inventó un prócer.

Los primeros debates historiográficos Hacia 1925, Rómulo Carbia en Historia de la Historiografía Argentina, coronó a Mitre como el padre de la historia erudita en oposición a otra tradición historiográfica central de Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

24


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

aquellos tiempos, la historia filosofante, identificada con Vicente Fidel López. Aquella observación bifronte fue producto de los debates que encarnaron ambas figuras a principios de la década de 1880 al intentar defender sus respectivas versiones de la historia nacional. El trabajo de Mitre no sólo cobró críticas de López, sino que Dalmacio Vélez Sarsfield y Juan Bautista Alberdi también habían manifestado sus objeciones. Aquellos encuentros pusieron al descubierto dos elementos: En primer lugar, la falta de consentimiento alrededor de las condiciones metodológicas y técnicas que la escritura de la historia debía cumplir para constituirse como tal; y en segundo lugar, la utilidad que esa historia comenzaba a tener en términos políticos, dada su funcionalidad en un contexto de construcción de Estado e identidad. Natalio Botana (1991) lo observó de la siguiente manera: ‘Cuando una revolución deja abierto el conflicto por la legitimidad, el pasado, como el presente es un campo de batalla y un objeto de apropiación.’ Es así que Mitre utilizó su libro para ejecutar una maniobra estratégica que consistió en dotar a un territorio sin unidad política ni instituciones, con una historia común. De esta manera impuso un relato identitario que buscó crear un sentido de nacionalidad mediante la exaltación de ciertas figuras y la creación de ídolos. No es casual que la publicación del libro de Mitre haya sido en el mismo momento en que los autonomistas ganaron las elecciones en Buenos Aires, convirtiendo a Valentín Alsina en el gobernador de la provincia. Si Mitre encarnaba el bando de los llamados ‘nacionalistas’, que buscaba una unión de Buenos Aires con la Confederación mediante un liderazgo del gobierno central en detrimento del Litoral, Alsina encabezaba la postura ‘autonomista’ que demandaba una autonomía mucho más radical de la provincia. En este sentido, la Historia de Belgrano apeló a la totalidad de la nación, concediéndole mediante las letras una unidad que se pretendía irrebatible. En definitiva, lo que se buscó construir fue una ‘comunidad imaginada’ (Anderson; 1983), es decir, un grupo de individuos que comenzara a percibirse con una unidad construida socialmente bajo la forma de la nación y todo lo que a ella la distinguía de otras –lo que en su forma más básica encontraba esa historia nacional. Esta manera de imaginar la unidad del pueblo argentino precisó de la invención de tradiciones. Como se verá, estos procesos estuvieron presentes a lo largo de todo el período transcurrido desde 1857 hasta 1910, aunque a veces bajo diRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

25


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

ferentes formas, y promovidos por diferentes personalidades. Uno de los momentos en los que se apreció más nítidamente la necesidad de estas operaciones fueron las décadas de 1880 y 1890 con la significación de signos como la bandera nacional, el himno nacional, y el panteón moralizante de hombres ilustres. El 4 de marzo de 1854 Mitre había pronunciado frente a la Asamblea Constituyente – que se había propuesto en esa ocasión reflexionar sobre la futura anexión de Buenos Aires a la Confederación-, su famoso discurso sobre la nación preexistente:

Hay señores, un pacto, un derecho, una ley anterior y superior a toda Constitución, a esta Constitución, así como a cualquiera otra que nos demos más adelante. Hay señores, una nación preexistente, y esa nación es nuestra patria, la patria de los argentinos.

Este tipo de razonamiento sobre la unidad predeterminada del Estado que se estaba formando fue la clave que rigió en la versión mitrista de la historia nacional. Fue un legado de su experiencia intelectual en la Generación del ’37, cuya actividad histórico-literaria estuvo signada por dos acciones en tensión: la intención de otorgar a la organización constitucional de la nación la idea mítica de una nacionalidad preexistente, y el ‘reconocimiento de la necesariamente previa creación de esa nacionalidad dado lo evidente de su inexistencia’ (Chiaramonte; 1997; 251). La aparición de un texto fundacional de la historia argentina basada en el accionar de un prócer no tardó en provocar la reacción de críticos que, a través de sus correcciones y propuestas, buscaron exponer las debilidades y trampas del relato mitrista. La expansión del asociacionismo y de la prensa periódica en la segunda mitad del siglo XIX encuadró los debates intelectuales en un afán por habilitarlos al conocimiento público. Este mecanismo permitió que los exponentes de cada versión de la historia se hiciera conocido por sus argumentos, inspirando una conciencia socio-histórica, y en definitiva política, en los lectores, el potencial prosélito. Los políticos, los hombres de letras, los publicistas y otros tipos de hombres públicos, empezaron a

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

26


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

volcarse hacia el ciudadano a través de su pedagogía cívica en estos órganos de discusión, que de a poco abrían sus erudiciones históricamente reducidas a la elegancia de las tertulias excluyentes, hacia un paisaje –en términos relativos- menos clasista. Las posturas enfrentadas aparte de –y más que- reflexionar sobre el pasado, ponían de manifiesto las tensiones entre las facciones en pugna del presente político; el terreno de la historia se tornaba en repetidas ocasiones en un pretexto para la crítica contemporánea. El debate se abrió con una serie de artículos escritos por Dalmacio Vélez Sarsfield hacia 1864 en su periódico, El Nacional. Sus objeciones a la Historia de Belgrano fueron respondidas por el presidente Mitre en La Nación Argentina, diario que pronto después sería rebautizado como La Nación bajo su dirección. El ida y vuelta de esta polémica fue rápidamente –ese mismo año- reeditado en forma de libros: Rectificaciones históricas: General Belgrano, General Güemes, de Vélez Sarsfield, y Estudios históricos sobre la Revolución de Mayo: Belgrano y Güemes, de Mitre. Una de las preocupaciones más enfatizadas por Vélez Sarsfield fue la exaltación del liderazgo porteño, representado en la imagen creada alrededor de la figura de Manuel Belgrano, en detrimento del papel jugado por las masas y sus caudillos en el movimiento por la independencia. Consideró que Mitre había sobreestimado la relevancia de Belgrano y desatendido la importancia de los pueblos de las provincias en los acontecimientos relatados. Reivindicaba de esta forma a la figura de Güemes, colocándolo a la par de San Martín y Simón Bolívar en el imaginario de los grandes hombres argentinos. Aquellos ajustes que le hacía el cordobés a Mitre se traducían en criticas indirectas hacia la política contemporánea de un territorio que se encontraba sumergido en un contexto donde los resentimientos provinciales tras la Batalla de Pavón y los indicios de un estallido bélico contra el Paraguay estaban a flor de piel (Devoto y Pagano; 2009). Hacer de Manuel Belgrano un héroe de la historia nacional, explicitaba según Vélez Sarsfield, a tan sólo dos años de la unificación de Buenos Aires con la Confederación, ese criterio porteño que se proyectaba en una voluntad por dominar a un territorio inferior, al que se consideraba carente de héroes propios y por ende, en condición de ser abastecido con tales.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

27


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

La narración de los hechos por Vélez Sarsfield invertía la lógica del texto de Mitre al atribuir a los pueblos, y no a los jefes cívico-militares, los actos heroicos que condujeron al triunfo independentista de las Provincias Unidas del Río de la Plata –ilustrado por ejemplo en los tucumanos que ofrecieron a un general desconocido (Belgrano) todos sus recursos cuando éste pasaba por la provincia hacia 1812 en la lucha contra los españoles. De esta manera, la supuesta indispensabilidad de Belgrano en la motivación revolucionaria de los pueblos era expuesta como una falsedad diseñada por un autor que quería ‘realzar a un hombre más allá de su verdadera medida’, condenando a los pueblos a un rol insultante. De esta manera, no sólo cuestionaba la obviedad del heroísmo belgraniano, sino que atacaba duramente el bastión que lo sostenía a Mitre en calidad de historiador: su uso de archivos y documentos. Mantuvo que debido a su apoyo en las fuentes, su historia estuvo condenada a la parcialidad desde el comienzo ya que éstas reflejaban los intereses de las clases altas y no la veracidad de los hechos:

Como las masas y sus líderes populares dejan pocos rastros escritos, su historia exige métodos que incluyan la leyenda, la tradición oral y los testimonios.

Es decir, el uso de documentos oficiales, de lo que Mitre tanto se jactaba, no contenían para Vélez Sarsfield la verdad de la historia. Estos reproches técnicos que le hacía a Mitre se daban en un momento en el cual el canon erudito de la narración histórica estaba definiendo su identidad, diferenciándose de aquellos géneros mencionados, como también del relato literario, de la biografía, la autobiografía y del genero memorialístico. Esto mostraba la falta de consenso alrededor de cómo debía escribirse la historia y de qué fuentes debía nutrirse la misma, lo que ponía –y pone- en duda la fecha del surgimiento de la historiografía argentina. Cabe aclarar, no obstante, que si bien la practica histórica se consolidaba cada vez más como una profesión autónoma, ésta nunca dejó de apoyarse en aquellos géneros de los que buscó separarse (Devoto y Pagano; 2009). Mitre descalificó aquellas críticas por no estar apoyadas en pruebas documentales –y en consecuencia catalogó a sus juicios como un producto de una ‘palabra anónima y desautorizaRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

28


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

da’. A su vez lo criticó por inconsistente, ya que le discutió el lugar concedido a Belgrano en su relato, supuestamente despreciando la relevancia del accionar de los pueblos (y por inflar su imagen hasta hacerlo héroe), mientras que Vélez Sarsfield no había hecho algo tan distinto con al figura de Güemes. Así lo acusó de no comprender el sentido primero detrás de su obra y la maniobra ‘bienintencionada’ de la supuesta preeminencia de ciertos personajes en el relato de la independencia:

…ese libro, al cual parece reprochársele, sacrificar la influencia eficaz de los pueblos a la acción aislada de las individualidades históricas, fue precisamente escrito para despertar el sentimiento de la nacionalidad argentina, amortiguado entonces (1858) por la división de los pueblos.

En aquel año y en consonancia con Vélez Sarsfield, Juan Carlos Gómez había escrito sobre Mitre: ‘los hechos se someten flexibles a su pluma de historiador.’ La legitimidad de la obra mitrista se cuestionaba entonces desde dos frentes: el de la rigurosidad histórica y el de la maniobra política. En ninguno de los dos casos Mitre consideraba estar ‘infamando a los pueblos’. Relatar los hechos de la historia independentista devenía, para él, en el natural cumplimiento de la estrategia política, pues en la ‘transparente y fiel’ investigación del historiador se desempolvaban estas ilustres personalidades a quienes el país tanto les debía. De esta manera, el texto de Mitre no solo era ‘informativo’, sino que también era reparador: sanaba la injusticia del olvido y de la indiferencia que la memoria nacional había contraído hacia Belgrano, contribuyendo a la causa de ‘colocar sobre sus sienes inanimadas la corona tardía de la inmortalidad’ (Mitre; 1858; 267). Era importante para Mitre aclarar que ‘Belgrano no era ciertamente un demócrata a la manera de Artigas y de Güemes, expresiones exageradas de la democracia.’ En otras palabras, el prócer del biógrafo no era un ‘demagogo furioso’, ni un ‘revolucionario de bando’, pues ‘nunca buscó la popularidad fácil ni halagó las pasiones vulgares, ni acaudilló banderas’ (Mitre; 1858; 305). La separación de los protagonistas de la historia argentina entre hombres más y menos dignos de ser incorporados a la memoria nacional se daba en un contexto que parecía repetir Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

29


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

los hechos y someter a Mitre a la misma acción civilizadora que le había competido a Belgrano durante la guerra civil. La espada era ahora la pluma; a través de la escritura Mitre debía dibujar el pedestal sobre el cual se erigirían los verdaderos grandes hombres de la historia. Esto transcurría en un momento en que desde el interior del país se alzaban caudillos federales como el Chacho Peñaloza, Felipe Varela y Ricardo López Jordán, removiendo pasiones y desestabilizando la maniobra porteña por nacionalizar sus propios valores. La discusión entre Vélez Sarsfield y Mitre fue catalogada por Juan Bautista Alberdi de ‘pueril’, ya que uno defendía a Belgrano, el otro destacaba a Güemes, pero ninguno entendía que la revolución y la independencia habían sido más que la vida de ciertos hombres enaltecidos. La preocupación por construir protagonistas, según Alberdi, los había cegado del panorama internacional que motivó y sentó las bases para que el proceso de la independencia fuera siquiera posible. Alberdi entendió la historia en términos causales, siendo la independencia argentina una más de las independencias americanas, ésta una fase de la revolución de España, que era a su vez producto de la francesa, y ésta última una consecuencia de la transformación por la que venía pasando Europa hacía tres siglos (Alberdi; 1912). El autor de Las Bases atacó sistemáticamente a Mitre y a su historia en Grandes y Pequeños hombres del Plata, publicado en 1912 desde París, pero concebido hacia 1865. Criticó el oportunismo de Mitre por relatar una historia funcional a sus objetivos políticos, y desprestigió su labor de presidente al burlarse de los paralelismos que Mitre trazaba entre él y su ídolo. Entre numerosas y arduas críticas que Alberdi le dedicó, las relevantes son dos: primero la creación de un héroe en Belgrano –y en San Martín; y segundo, el mal y convenido uso de los documentos para respaldar esa ‘falsa’ historia. Ambas observaciones fueron para Alberdi elementos que merecían una inmediata corrección dado las repercusiones que podía generar en una sociedad en ciernes un mal entendimiento del pasado, condicionando su comportamiento en el presente y comprometiendo su manejo del porvenir. A su vez, Alberdi sostuvo que haber querido explicar la vida de Belgrano a través de la época en la que vivió fue inapropiado ya que Belgrano no había sido representativo de los tiempos de la independencia. Es decir, si bien su vida había coincidido con aquella época, no había que perder de vista que la independencia había sido solo una faz de la revolución y ni siRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

30


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

quiera su punto central. Aquel, en cambio, había sido la creación de un gobierno nacional y libre, con lo que Belgrano había estado en ‘clara oposición’, según Alberdi. Tanto Belgrano como San Martín habían apoyado a un gobierno democrático de origen pero depositario en un soberano; la monarquía representativa fue para ellos la forma de gobierno más conveniente ‘para salvar las miras de la revolución de Mayo.’ De esta manera Alberdi señaló que la exaltación de aquellas figuras en la historia de Mitre estuvo asociada no tanto a lo que habían hecho estos hombres, si no a lo que habían querido hacer y quedó sin realización. Con ello no se refirió ya al plan monárquico del Carlotismo ni al fallido esbozo de la monarquía incaica, sino a la acción de premiar al héroe por sus ideas y objetivos finales, en lugar de juzgar lo que efectivamente había logrado con sus acciones, y afirmó: ‘La posteridad es así: paga mejor las promesas que las obras; las esperanzas que las realidades. Mitre es órgano dócil de esa manera de administrar la justicia histórica’, y así concluyó ‘historiar es gobernar’ (Alberdi; 1912; 60). A diferencia de Alberdi, Vicente Fidel López no pareció estar en desacuerdo con el afán mitrista por hacer de la historia una pedagogía cívica. Fidel López compartía con Thomas Macaulay la idea de que la historia fáctica pura era ‘de gran valor, pero un poco tediosa’ (López; 1883; 32). Con Pierre Lanfrey también concordaba que ‘La exposición de los hechos no ofrece a las investigaciones sino un interés limitado; pero las lecciones que se pueden sacar de ellos, pueden renovarse hasta el infinito. Ellas son las que dan a la historia su profundo atractivo, su benéfica influencia, su inagotable variedad…’ (1883; 35). López hizo propia la fórmula de Macaulay, quien concebía la narración histórica como una combinación de poesía y de filosofía capaz de ‘imprimir en el espíritu las verdades generales que representan al vivo los caracteres y los sucesos particulares’ (1883; 32). Aquellas ‘verdades generales’ se tradujeron en la obra de López, en una estructura explicativa construida en torno a un ‘fenómeno moral’ que se suponía presente a lo largo de toda la historia argentina. En el centro de esa moralidad había que ‘dar la realidad de la carne y de la sangre a los personajes históricos que pudieran presentársenos como personificaciones ideales y alegóricas de la leyenda…’ (1883; 32). Manuel Belgrano era uno de ellos. Lo cierto es que más que glorificarlo, lo que hizo López fue reivindicarlo; por momentos sus descripciones no fueron más que una justificación constante de su categorización como ‘gran hom-

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

31


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

bre’ de la historia argentina. Por ejemplo, en referencia a la mala reputación que cobró el personaje tras haber liberado a los soldados realistas en Salta, el autor escribió:

Todos sabían que no era un carácter militar, que era un político inocente y sin calidades; pero su bondad y las virtudes personales que brillaban en todos sus actos, la sensatez tranquila de su conducta y su amor desinteresado por la disciplina hacían que se le disimulasen todas las condiciones de la carrera que le faltaban, y si en privado era a veces objeto de burlas por los hombres del campamento, nadie violaba en público la veneración y la gratitud con que todos lo miraban…

Pareciera haber sido una figura que inspiró lástima entre sus contemporáneos, incapaz de ejercer las cualidades del pragmatismo y del ingenio, pero sin embargo merecedor del respeto de la historia por otros atributos:

(Fue) el modelo más simpático de la abnegación inocente con que un patriota puro puede dedicar su vida al servicio de una renovación social que, si alguna vez le exigió más de lo que él podía darle, recibió lo bastante, con lo que dio, para dejar justificada la gloria de su nombre.

Diferente fue el caso de San Martín, quien, según López, ‘no tenía ojos ni corazón para apreciar las vitales necesidades de la patria en que había nacido’ (1883; 174). Aunque López y Mitre concordaron en los atributos que hicieron de Belgrano un héroe de la patria, los autores no lograron acordar respecto a otras cuestiones de la historia nacional, y por ello terminaron protagonizando un acalorado debate en la década de 1880. La postura de Vicente Fidel López en el debate con Mitre fue vulgarizada en el término de historia filosofante, por su desaprobación de la centralidad y veracidad que las fuentes y los documentos parecían asegurar (y por su uso de la poesía y la filosofía en la escritura

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

32


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

histórica). Al igual que Mitre, López había vivido la experiencia del exilio y, como a toda la generación romántica, el destierro le otorgó a sus palabras una autoridad casi automática. Pero a López lo legitimaba sobre todo su pasado familiar: su padre, Vicente López y Planes, no sólo había sido el autor del himno nacional argentino en 1813, sino que también había sido un hombre público comprometido políticamente con el país; había sido secretario del Congreso Constituyente de 1824, ministro de Rivadavia, juez bajo Rosas, y presidente del salón literario Marcos Sastre. Este parentesco le facilitó a López hijo el contacto con varias figuras de la dirigencia post-revolucionaria (Devoto y Pagano; 2009), lo que enriqueció su producción tanto historiográfica como literaria. Al igual que Mitre, se constituyó en una personalidad pública y políticamente activa: como opositor a Rosas emigró a Uruguay y Chile, fue ministro de su padre, convencional constituyente en 1853, jurista, senador provincial y ministro de economía de Carlos Pellegrini. Como figura intelectual y hombre de letras sus características más destacadas fueron las de participar impulsivamente de la masonería, codirigir la Revista del Río de la Plata junto a J. M. Gutiérrez y A. Lamas, y ejercer el rectorado de la Universidad de Buenos Aires durante 1873-1876 (Devoto y Pagano; 2009). La empresa histórica de una personalidad con semejante bagaje fue cuestionada tempranamente por Mitre, quien, en privado, escribió una carta a su colega Barros Arana comentando en tono desaprobador los artículos escritos por López en la revista que aquel dirigía. Dicha carta se hizo pública desatando el enérgico enfrentamiento historiográfico entre ambos. Historia erudita e historia filosofante se enfrentaban en una batalla épica por adueñarse del relato del pasado nacional. López recopiló sus argumentos, expandió y solidificó sus explicaciones, y los materializó en los diez tomos de su Historia de la Republica argentina (sus orígenes, su revolución y su desarrollo político hasta 1852). El punto central que le refutó a Mitre fue la idea de que la nación había preexistido a la revolución y a la independencia, una reflexión introducida por el autor de la Historia de Belgrano recién en la tercera edición de la obra en 1876, en su capítulo ‘La Sociabilidad argentina’. Con aquel nuevo capítulo Mitre introdujo lo que se llamaría la concepción genealogista de la nación; escribió la historia de sus orígenes encontrando en los lazos sociales de la época virreinal Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

33


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

el germen de la unidad, exclusividad, particularidad, y por ende, identidad, del territorio argentino. Natalio Botana interpretó al nuevo capítulo de Mitre como una aplicación de la idea del ‘punto de partida’ de Tocqueville –un comienzo que aportaba las bases sobre las que se comprenderían los procesos subsiguientes-, y del ‘determinismo’ de Mignet, comprendido como la imposición interpretativa de antemano de sucesos que todavía no habían ocurrido (Devoto y Pagano; 2009; 39); en otras palabras, un escudo habilitado para encuadrar el porvenir en explicaciones acordes al ‘destino manifiesto’ de la nación argentina. En marcada contraposición con los pensadores de la Generación del ‘37, Mitre ubicó la singularidad de la nación argentina en el periodo colonial. Lejos de asociar a aquella etapa con los ‘atrasos hispánicos’, reivindicó su centralidad en la creación de la ‘republicana’ y ‘democrática’ Argentina. El carácter democrático de la nación argentina y su distinción de los territorios que fueron futuras naciones latinoamericanas, estaban anclados en el relato mitrista en la dinámica comercial que se había generado en el Río de la Plata con el contrabando y con la ausencia del represivo sistema de la mita. Mitre explicó que la mezcla de las razas europea, indígena y etiópica, posibilitó que ‘cuando llegó el día de la insurrección de la colonia, los antiguos libertos y los esclavos, tomaron las armas como hijos y hermanos de sus antiguos amos domésticos, se hicieron ciudadanos de la nueva democracia, formaron el núcleo de sus batallones veteranos, y derramaron generosamente su sangre al lago de razas y derechos, proclamando por la revolución de la independencia argentina’ (1877; 30). La descripción, además de ser un relato caricaturesco y heroico de la independencia, estableció que la democracia nacional había tenido sus orígenes en la etapa colonial, es decir, antes de la revolución de 1810 y de la independencia. Su manera de explicar la historia contribuía a ‘filiar la revolución explícitamente con fenómenos que habían impactado sobre todo a Buenos Aires, con lo que se proponía una explicación de la construcción de la autoconciencia criolla que relativizaba la dimensión americana y revalorizaba la excepcionalidad rioplatense’ (Devoto; 2002; 9). Por ejemplo, el énfasis puesto en las invasiones inglesas no era casual, habiendo sido aquel un episodio que solamente había movilizado a lo que sería Buenos Aires. En el mismo sentido podría leerse la supuesta centralidad de los lazos de sociabilidad surgidos en la dinámica comercial colonial en su relato explicativo de la democracia argen-

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

34


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

tina, ya que el régimen de comercio libre ‘había sido una inquietud sobre todo de la ciudad puerto’ (Devoto; 2002; 9). Es así que en la obra de Mitre, la fisonomía de la nación entera aparecía determinada por características porteñas y no propiamente nacionales. Todas estas cuestiones eran ensayadas por el biógrafo de Belgrano en momentos en que Buenos Aires y el interior saboreaban los resabios de los dos proyectos antagónicos de país que los había dividido una década entera (1852-1862). Y si bien después de Pavón ambos bloques se encontraban subsumidos a la autoridad presidencial de Mitre, no fue hasta 1880 que se logró a través del ‘Orden y Progreso’ combatir más eficazmente los efectos desestabilizadores de tres problemas irresueltos: el de la integridad territorial, el de la consagración de un orden político y el de la identidad nacional (Botana; 1974). A menudo la historiografía ha unido a Mitre y a López en la acción compartida de presuponerle una existencia a la nación desde 1810. Dos errores hay en esa asunción: primero, Mitre la interpretó como una formalización organizacional de una nacionalidad mucho más vieja que 1810; segundo, López consideró que la Argentina nació recién con la declaración de la independencia el 9 de julio de 1816. En un afán por realzar la lealtad de los héroes en su historia, Mitre aclaró que hasta 1815 ningún hombre ilustre había gobernado más que en nombre del monarca cautivo. Aquello, sin embargo, contradecía la idea de que hubo siempre una nacionalidad inminente e irrefrenable durante el Virreinato, que culminaría en la consagración del país como tal: existía una tensión entre dos lealtades, aquella hacia el Rey de España, y la otra hacia el llamamiento natural de obedecer a la causa subversiva de la nacionalidad y la soberanía.¿Cuánto era entonces atribuible a la genuina acción de los grandes hombres y cuánto al destino que ellos estaban llamados a satisfacer, en la obra de Mitre? Su manera de interpretar la historia discurría así por inconsistencias técnicas: ¿Cuán central a la independencia había sido Belgrano, si aquella estaba destinada a ocurrir de todas maneras? López hizo frente a los mitos fundantes introducidos por Mitre, asomando una crítica similar a lo que en nuestros días se asocia con el debate entre historia académica e historia de divulgación. Mediante su estudio comparativo de Caracas y Buenos Aires entre 1808 y 1810, López (1883) arguyó: Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

35


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

…la más clara e incontrovertible impresión de que no hubo, en el Nuevo Mundo, ningún plan revolucionario, ni ninguna revolución. Se trata de una leyenda histórica que los historiadores repiten por rutina o por pereza. Es preciso que los profesores, maestros, y lectores en general, aficionados de la historia, reaccionen contra esta mentira que domina en los ambientes oficiales y cultos, y hace perdurar, especialmente en los textos argentinos, la tradición de una revolución nunca existida y de unos planes de traición a la nacionalidad hispanoamericana que nunca nadie concibió… estos historiadores defienden sus páginas cargadas de prejuicios e imaginaciones… Digan lo que quieran los autores que se sienten aludidos. La nueva historia está en marcha y todos los esfuerzos que se hagan para detenerla serán en vano.

La apuesta a la objetividad que López prometió estuvo lisiada no obstante, con descripciones a lo mitrista y el permanente uso de un condimento moral en la historia. Es claro cuando escribió sobre los hombres que ‘en nombre de la libertad’ se alzaron contra el absolutismo del trono recuperado de Fernando VII: ‘no querían romper el imperio, no eran traidores; eran amantes de la libertad… imposible era seguir unidos a una Península donde imperaba el absolutismo. San Martín y Belgrano, los santos de la patria, así lo comprendieron y así lo aconsejaron a los hombres de Tucumán. El congreso no vaciló y el 9 de julio de 1816 se levantó a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación. Fue el triunfo de los ideales más nobles y sublimes del hombre y de Dios. Oíd mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!’ (1883; tomo 7; 659). Los debates en la esfera pública Antes de adquirir formato libresco, las distintas versiones de la historia nacional se fueron publicando en forma de artículos en la prensa periódica. Es en ella donde nació la historiografía argentina hacia mediados del siglo XIX, y fue ella la que posibilitó que los debates entre intelectuales se convirtiera en una cuestión de interés público. Fue también central al diseño de construcciones político-culturales del país dada la ausencia de una estructura institucional que reuniera en materialidades y contenidos las evidencias de un pasado común –aquí puede inscri-

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

36


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

birse el fallido intento de Mitre por instaurar el Instituto Histórico y Geográfico del Río de la Plata hacia 1854. Los periódicos dieron a las discusiones, debatidas comúnmente en clima tertuliar, una publicidad nueva. A la par del surgimiento y crecimiento de la historiografía, se fue gestando ‘una apreciable expansión de las librerías e imprentas, fenómeno que ejerció sus efectos en la dinámica intelectual, en la cultura escrita, y favoreció la circulación de textos y documentos’ (Devoto y Pagano; 2009; 34). Las imprentas se convirtieron en ámbitos de sociabilidad y espacios de reunión de grandes figuras intelectuales y protohistoriadores; tertulias en definitiva, con una renovada vocación por pulir sus ideas y argumentos antes de volcarlos al papel circulatorio. Como explica Nora Pagano, la incipiente esfera pública, nutrida a partir de la prensa gráfica y periódica, se convirtió rápidamente en una arena donde se formaron reputaciones y símbolos: cuando Ernesto Quesada reflexionó sobre el ‘temible poder del diarismo’ se refirió a la peligrosidad que inspiraba la vinculación de muchos ‘hombres ligados a la propiedad… a la gestión de la empresa periodística’, convirtiéndolos en lo que Alberdi había definido como los ‘caudillos de la prensa’ (Pagano; 2009; 19).

A modo de cierre Hacia 1910 Joaquín V. González sintetizó la relevancia de los libros de Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López en la construcción de la nacionalidad argentina, a partir de un reconocimiento de que sus obras habían fundado ‘el basamento de la grande historia o (habían bosquejado) con líneas bastante definidas sus caracteres permanentes; de manera que, aún cuando hubiesen de variar hasta el infinito las modalidades, aspectos y sistemas ulteriores, ya no (sería) posible alterar aquellas líneas y rasgos fundamentales’ (en Roldán; 1993; 26). La representación de Belgrano, y la forma en que lo recordaría la posteridad, constituyó una de esas creaciones inalterables. En esta línea de razonamiento es también curioso ahondar, por ejemplo, en el hecho de que se festejara en 1910 el centenario de Mayo como el cumpleaños de la patria, puesto que el 25 de Mayo de 1810 lo que nació fue la Primera Junta de Gobierno, un órgano que respondía Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

37


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

todavía a la autoridad del rey cautivo de España. Aquellos fue claramente descripto en las obras de Mitre y López, sin embargo, 1910 fue la fecha elegida, y otras de legitimidad similar no, como 1908, a cien años de la invasión napoleónica de España, o 1916, a cien años de la independencia argentina. La elección de optar por 1910 se diluye así en un sentido común difícilmente rastreable. Con lo cual, ¿por qué fue 1810 una fecha más memorable que 1808, 1816, 1862, 1880 para marcar el comienzo de la historia argentina? La respuesta que puede esbozarse es que cuanto más nobles fueran los hechos relatados, más excitante sería la periodización de la historia nacional. No hay nación que no se haya valido de ella en forma provechosa, al menos no en su etapa constructiva. La historia ha sido la primera invención de tradiciones en todas las naciones, inclusive la argentina.

Referencias Bibliográficas: Shumway, Nicolás (1991), La invención de la Argentina. Historia de una idea, Buenos Aires, Emecé Obras completas de Bartolomé Mitre, (1942), Edición ordenada por el H. Congreso de la Nación Argentina, Buenos Aires Devoto, Fernando y Pagano, Nora (2010/2009), Historia de la Historiografía Argentina, Buenos Aires, Sudamericana Gossman, Lionel (1986), ‘La historia como desciframiento. Historiografía romántica y descubrimiento del Otro’, Traducción de Matías Philipp, New LiteraryHistory Botana, Natalio (1991), La libertado política y su historia, Buenos Aires, Sudamericana Anderson, Benedict (1993/1983), Comunidades Imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica Romero, Luis y De Privitellio, Luciano (2000), Grandes discursos de la historia argentina, Buenos Aires, Aguilar Chiaramonte, José Carlos (2007/1997), Ciudades, provincias, estados: orígenes de la nación argentina (1880-1846), Buenos Aires, Emecé Editores

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

38


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Alberdi, Juan Bautista (1991/1912), Grandes y Pequeños hombres del Plata, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra López, Vicente Fidel (1957/1883), Historia de la República Argentina. Su origen, su revolución y su desarrollo político hasta 1852, Buenos Aires, Editorial Sopena Argentina Mitre, Bartolomé (1877), Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, Buenos Aires, Editorial Jackson de Ediciones Devoto, Fernando (2002), Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna: una historia, Buenos Aires, Siglo XXI Editora Iberoamericana Botana, Natalio (1985/1974), El orden conservador, Buenos Aires, Hyspamerica Ediciones Argentina Roldán, Darío (1993), Joaquín V. González, a propósito del pensamiento político-liberal (18801920), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

39


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Perfiles Mariano Szafowal Mi interés por la historia comenzó muy tempranamente. Recuerdo que al visitar a mi abuela pasaba mucho tiempo mirando colecciones de historia en fascículos. Como muchos otros chicos, me fascinaba el mundo de la Antigüedad y la Edad Media. En mi adolescencia, se sumaron los relatos familiares de la época de la guerra en Europa, la huida y el destino final en la Argentina. No obstante esta inclinación temprana por la historia, al momento de finalizar el colegio secundario, entre temores y prejuicios, no ingresé en la carrera de historia, sino que me decidí por economía. El interés por la historia se acentuó y se volvía muy obvio por momentos. Comencé a entablar vínculos estrechos con los docentes de las materias de historia, y el curso de Historia Económica Internacional con el profesor Fernando Rocchi en el segundo año fue, sin lugar a dudas, una de esas experiencias que me marcaron. Haber elegido entre las materias optativas Historia Medieval, con una importante carga de lectura, no era muy común entre mis compañeros de economía. Más adelante se sumó el curso de Historia Económica Argentina con el profesor Pablo Gerchunoff, el cual me enseñó a construir un relato histórico desde la perspectiva de la economía política. Terminada la licenciatura en economía, sabía que el corazón estaba en la historia. Fue así que me decidí por la maestría, en casa por supuesto, en la UTDT. Luego, Fernando Rocchi tuvo la generosidad de ofrecerme ser su asistente de la materia que tanto me había aportado. Fue un desafío que, al principio, me aterraba, ¿cómo podía abarcar la historia económica mundial de un milenio aproximadamente? El voto de confianza de Fernando Rocchi, a quien para ese entonces ya consideraba mi mentor, me dio el impulso para emprender uno de los caminos que espero no abandonar jamás: la pasión por enseñar historia. Aprendí que la mejor forma de enseñar historia consiste, en primer lugar, en mostrar la pasión por ella.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

40


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

La maestría fue una experiencia profunda de crecimiento intelectual. El salto de aprendizaje fue realmente notable y el posgrado se transformó en una oportunidad para dedicar dos años de mi formación a la búsqueda totalmente desinteresada del conocimiento histórico. Cuando digo una búsqueda desinteresada, es muy en serio. Por ejemplo, no me importaba dedicar horas a calcar cuadros renacentistas en papel de planos y trazar líneas de perspectiva para el trabajo final del curso de Historia de la Ciencia, el Arte y la Religión. La diversidad de seminarios, la calidad de los profesores y el aporte de mis propios compañeros provenientes de las áreas más diversas fue un privilegio que la ayuda financiera de la UTDT hizo posible. Mi curiosidad e interés por temas muy diversos, debo reconocer, complicó un poco elegir el tema de mi tesis. Finalmente me decidí por estudiar los conflictos monetarios entre la provincia de Buenos Aires y la Nación durante el último cuarto del siglo XIX. En particular, el tema fue la lucha sin cuartel entre los gobiernos central y provincial por el control de la política monetaria sobre todo el territorio nacional. La invitación a publicar un resumen de mi tesis en el libro Desorden y Progreso de Gerchunoff, Rocchi y Rossi fue, creo, la mejor distinción que mi tesis pudo haber recibido. En los años 2006-2007 emprendí un nuevo desafío. Gracias a una beca, pude hacer una maestría en economía en la Universidad de Oxford. Los estipendios para historia no abundaban y sabía que darle una vuelta de tuerca a mi formación en economía me haría un mejor historiador económico. De regreso en casa, Lucas Llach y Fernando Rocchi me invitaron a compartir la titularidad de la cátedra. Un privilegio y otro nuevo desafío. En Oxford desarrollé un interés particular por los temas macroeconómicos, en especial, las cuestiones monetarias, cambiarias y financieras. De este modo, a mi regreso, me embarqué de lleno en estas cuestiones desde una perspectiva histórica. En la actualidad hago investigación macroeconómica de América Latina para la banca de inversión. El resto del tiempo, además del triatlón, lo dedico al estudio de temas de historia monetaria y financiera internacional y argentina. Voy alternando entre la docencia y, esporádicamente, la investigación. En 2012 tuve la fortuna de participar en la reunión anual de la Asociación Argentina de Economía Política, donde presenté un breve trabajo en torno a la evolución del dinero y las instituciones monetarias argentinas durante el período de formación y consolidación del estado nacional durante el siglo XIX. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

41


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Creo que no sería justo concluir esta breve reseña sobre mí sin resaltar que la comunidad de la UTDT me ha brindado oportunidades que, afortunadamente, supe aprovechar. En este sentido, animo a que muchos otros jóvenes se acerquen a la UTDT y puedan hacer una experiencia académica y personal extraordinaria.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

42


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Agustina Rayes

En el año 2001 inicié la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil), carrera que finalicé cinco años más tarde. A inicios de 2003, comencé la Licenciatura en Historia con el fin de complementar mis conocimientos, especialmente en los siglos XIX y XX, y me gradué en 2009. En el año 2008 obtuve una beca doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas que, junto a la Beca para Graduados del Interior de la Universidad Torcuato Di Tella, me permitieron realizar mis estudios de posgrado en dicha institución. Los dos primeros años cursé las materias correspondientes y en marzo de 2013 defendí mi tesis “En las puertas del Dorado. Las exportaciones argentinas, 1890 – 1913”, dirigida por Eduardo Míguez y co-dirigida por Andrés Regalsky. Durante los años del posgrado, gané becas para estudiar en el exterior como en la University of Massachusetts Amherst y en la Universidad de Barcelona. También fui beneficiaria de fondos de financiamiento para jóvenes investigadores en diferentes eventos científicos como el II Congreso Latinoamericano de Historia Económica (México) y el XVI Congreso Mundial de Historia Económica (Sudáfrica). Además, en esta etapa integré proyectos financiados por la Agencia NaRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

43


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

cional de Promoción Científica y Tecnológica y el Fondo Nacional de las Artes. Respecto a la docencia, di clases en la UTDT, la Universidad Nacional Tres de Febrero y la Universidad del Salvador. Tempranamente mi área de interés en la investigación fue la historia política de las relaciones internacionales, lo cual me llevó a escribir sobre la política exterior argentina durante las llamadas “presidencias históricas”, destacándose en mi análisis el vínculo con Chile. Aunque hoy sigo una línea de trabajo acerca del rol de la diplomacia en la promoción de las exportaciones, me he concentrado particularmente en la historia económica argentina y latinoamericana, y específicamente en el desempeño del comercio exterior, temas sobre los que recientemente he publicado diferentes trabajos en revistas argentinas y extranjeras.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

44


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

45


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Novedades Editoriales El delito y el orden en perspectiva histórica, Ricardo Salvatore y Osvaldo Barreneche (eds.) Buenos Aires, Prohistoria Ediciones,

El libro se inscribe dentro de la renovación del campo de estudios sobre el derecho, la ley, la justicia y las instituciones de seguridad en América Latina y Argentina. Los ensayos reunidos en este volumen arrojan luz sobre el pasado de instituciones, normas, representaciones, saberes y prácticas vinculadas a la justicia, el delito, la policía y la cárcel durante el largo proceso de modernización económica, política y social en Argentina y Uruguay. Los autores abordan un conjunto de problemas que evidencia los aportes que desde la historia se realizan en torno a Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

46


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

cuestiones que, en el contexto contemporáneo, preocupan a otras disciplinas, a los medios de comunicación, a los sectores dominantes y a la sociedad en su conjunto. Ricardo Salvatore es Ph.D. in Economics (University of Texas at Austin) y Licenciado en Economía (Universidad Nacional de Córdoba). Se desempeña como Profesor Plenario de Historia en la Universidad Torcuato Di Tella. Es autor de Wandering Paysanos. State Order and Subaltern Experience in Buenos Aires during the Rosas Era (Duke UniversityPress, 2003); Imágenes de un imperio. Estados Unidos y las formas de representación de América Latina (Sudamericana, 2006) y Subalternos, derechos y justicia penal (Gedisa, 2010). Ha compilado además volúmenes dedicados a la historia cultural del imperialismo y del conocimiento imperial, entre ellos, Culturas Imperiales: Experiencia y representación en América, Asia y África (Beatriz Viterbo, 2005) y Los lugares del saber (Beatriz Viterbo, 2007). Osvaldo Barreneche es Ph.D. in History (University of Arizona at Tucson), Licenciado en Criminalística (Universidad de Buenos Aires) y Profesor en Historia (Universidad Nacional de La Plata). Se desempeña como Profesor titular de Historia Latinoamericana en la Universidad Nacional de La Plata y es Investigador Independiente del CONICET. Es autor del libro Dentro de la ley, TODO. La justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno de la Argentina (Ediciones Al Margen, 2001) y de Crime and the Administration of Justice in Buenos Aires, 1785-1853 (University of Nebraska Press, 2006). Ha compilado, en colaboración con Andrés Bisso, el libro Ayer, hoy y mañana son contemporáneos. Tradiciones, leyes y proyectos en América Latina (Editorial de la UNLP , 2010).

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

47


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

El tango entre dos Américas. La representación del tango en Estados Unidos, Andrea Matallana. A Contracorriente Editorial, NCSU, 2013

Este libro abarca un tema muy desarrollado en la culturaargentina pero vislumbra una nota nueva: el proceso de exportacióndel tango no sólo se extendió a Europa sino que buscó y consiguió su éxito,en las primeras décadas del siglo XX, en unanación que se pensaba muy diferente pero que tenía grandesparecidos. Todos aquellos interesados en la historia de este fenómeno encontrarán aquí una nueva perspectiva. Este magníficoensayo brinda no sólo rigor académico sino que abre nuevasvistas a la historia del Tango, y provee en una prosa clara y precisade una perspectiva única sobre un fenómeno cultural de magnitud internacional". —Pablo Gerchunoff, Universidad Torcuato Di Tella.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

48


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

”El libro de Andrea Matallana nos lleva a descubrir al tango através de un fascinante viaje […]. Si bien mucha gente dudó de queel Tango pudiera sobrevivir fuera de la Argentina, la fluidez y elencanto del trabajo de Matallana son una prueba de cómo ladanza, la música y la glamorosa cultura tanguera pudieron superarlas barreras culturales para sobrevivir en una sociedadaltamente consumidora como la neoyorquina". —Nada TawilTahchi, Lebanese University, Lebanon

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

49


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

XIII JORNADAS DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD TORCUATO DI TELLA “LOS GOLPES MILITARES EN LA ARGENTINA”

21 y 22 de agosto de 2013 Campus Alcorta – Figueroa Alcorta 7350 Aula A2

A treinta años del fin de la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) el Departamento de Historia convoca a un grupo de reconocidos especialistas para reflexionar sobre los golpes militares en la historia argentina. Durante dos días historiadores, politólogos, sociólogos y economistas debatirán los aspectos más salientes de las rupturas del orden constitucional en 1930, 1943, 1955, 1966 y 1976 y revisarán algunos de los mitos y lugares comunes de la historia reciente. Información: http://www.utdt.edu/ver_contenido.php?id_contenido=103&id_item_menu=438 Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

50


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Posgrado en Historia Maestría en Historia Doctorado en Historia Especialización en Historia Contemporánea Programa de Actualización en Historia Contemporánea Programa de Becas La Maestría y el Doctorado en Historia ofrecen un programa de becas con reducciones arancelarias. Beca Mejor Promedio, se les otorgará a los graduados en Historia con mejor promedio de universidades públicas una beca completa (100%) para cursar el Posgrado en Historia.Se les otorgará a los graduados en Historia con el segundo mejor promedio de universidades públicas una beca del 70% para cursar el Posgrado en Historia.Adicionalmente, el Posgrado en Historia ofrece un programa de becas parciales o ayuda financiera para quienes no cumplan con el requisito de mejor promedio. Becas Graduados del Interior, para acceder a una beca total es requisito ser graduado en la carrera de Historia con título de universidad nacional, que se encuentren fuera del área metropolitana.Se deberá presentar un proyecto de investigación en curso, con carta de recomendación del Director del Candidato, el que será evaluado por el Comité Académico del Posgrado. Beca José Luis Romero, para realizar el Doctorado en Historia en la Universidad Di Tella.La Beca José Luis Romero, el homenaje de la Universidad Torcuato Di Tella a uno de los más destacados historiadores argentinos, está destinada a graduados recientes de la Universidad de Buenos Aires con grado de licenciatura en Historia.Requisitos: Título de grado en Historia, certificado analítico y propuesta de tema de tesis.Inscripción abierta hasta el 7 de marzo de 2013.

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

51


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Directores del Boletín Pablo Gerchunoff y Andrea Matallana

Secretaria de Redacción: Cecilia Bari

Comité Académico Ezequiel Gallo Fernando Rocchi Ricardo Salvatore Karina Galperín Andrés Reggiani Klaus Gallo Guillermo Ranea Hernán Camarero Gustavo Paz

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

52


Boletín del Posgrado en Historia Nro.5

julio 2013

ISSN 2250-6772

Más información: Posgrado en Historia posgradohistoria@utdt.edu 5169-7153

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

53


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.