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Boletín del Posgrado en Historia Nro. 1

Abril 2012

ISSN 2250-6772

BOLETIN DEL POSGRADO EN HISTORIA Numero 1 ISSN 2250-6772

El Mosquito, agosto de 1892

Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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El Boletín del Posgrado en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella es una publicación cuatrimestral dedicada a la actualización de temas e investigaciones de profesores, alumnos y graduados del Posgrado en Historia. Su objetivo es contribuir al debate de los temas de Historia y difundir e incentivar la investigación en el campo de la historia contemporánea argentina y europea. El Boletín es de formato digital y se publica en abril, julio y noviembre. La dirección y coordinación académica de la publicación está a cargo de los profesores del Departamento de Historia. Contacto: boletinhistoria@utdt.edu

Más información sobre el Departamento de Historia: http://www.utdt.edu

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Indice Estudiar Historia Fernando Rocchi Entrevista a Ezequiel Gallo Artículo: La Tendencia Revolucionaria del Peronismo y los Gobernadores Populares. Por Damián Antunez Notas de Investigación Una Sociedad para la Nueva Capital. La Plata 1880-1914. Por Javier G. Bonafina Los alumnos reseñan: Fabio Wasserman, JUAN JOSÉ CASTELLI: DE SÚBDITO DE LA CORONA A LÍDER REVOLUCIONARIO, Edhasa, Buenos Aires. Por Javier Magdalena Colaboraron en el Nro. 1: Damián Dolcera, Nahuel Ojeda Silva, Javier Magdalena.

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Estudiar Historia por Fernando Rocchi Muchas veces me pegunto por qué decidí dedicar mi carrera y mi vida a la historia. Y al hacerlo recuerdo mi primer contacto ―profundo‖ con el estudio del pasado a partir de un trabajo que debí realizar en la escuela secundaria sobre la Grecia del siglo V A.C. Había encontrado un libro revelador: La civilización helénica, de Arnold Toynbee, de quien me volví fanático. Una de sus enseñanzas fue descubrir que no había caminos determinados e inevitables, sino que siempre existe una alternativa, otro camino posible. Basado en dos conceptos de la cultura china: el del yin (o estado de quietud) y el del yan (su contracara, es decir, el mundo de las fuerzas dinámicas), Toynbee me ofrecía una forma de interpretar por qué las sociedades construyen diferentes modos de vida. El secreto para dilucidarlo era detectar cuándo se había producido una situación crítica en cada sociedad—a la que llamaba INCITACIÓN—y ver la forma en que había reaccionado, a la que denominaba RESPUESTA. Las civilizaciones, según esta mirada, nacían cuando las sociedades pasaban del yin al yan, lo que no se producía por causa de la raza ni de la geografía sino del éxito en la elección de la respuesta. Y las características de esa civilización tenían que ver tanto con la incitación, que podríamos llamar objetiva, como con la respuesta, que podríamos considerar subjetiva. El siglo VI A.C. ofreció el marco para la incitación en el mundo griego: las polis sufrían una intolerable superpoblación. La gran mayoría había solucionado este problema con la emigración de su gente y la creación de colonias en el mar Mediterráneo y en el mar Negro. Pero dos de ellas habían tenido dos respuestas frente al mismo desafío: Esparta y Atenas.

Esparta eligió el camino del sometimiento de los pueblos que vivían en el área del Peloponeso que rodeaba a su polis. El éxito de esta respuesta, sin embargo, se iba a transformar en su propio veneno. Esos pueblos sometidos estaban constantemente al borde de la rebelión, estrategia de la que hacían uso en cuanto podían. Para evitarlas, Esparta construyó un estado militar en el Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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que sus ciudadanos—los homoioi o ―iguales‖, los privilegiados—debían dedicarse por entero a la vida militar para mantener aterrorizados a los que habían sido sojuzgados. No resultaba difícil, entonces, comprender por qué una sociedad en la que sus ciudadanos debían cumplir con el servicio militar hasta los sesenta años, no había producido filósofos y artistas. El otro ejemplo de respuesta peculiar era Atenas, una polis coronada por numerosos artistas y filósofos. Atenas había respondido al mismo problema de superpoblación en el siglo VI A.C, pero de una forma totalmente diferente de la espartana. En medio de las luchas internas producidas por el exceso de población, los atenienses habían puesto a un empresario llamado Solón a gobernar la ciudad. Solón aplicó, por simple olfato, lo que sería llamada la ley de las ventajas comparativas. En ese entonces, todas las polis producían la comida que consumían porque sentían pánico ante el fantasma del hambre. Solón encontró que Atenas producía trigo con costos altos pero vino y aceite con costos bajos. Solón decidió producir más vino y aceite, vender el excedente e importar más trigo del que se podía producir. El éxito de este enfoque llevó a una sociedad próspera en la que sus ―privilegiados‖ se dedicaran en sus tiempos libres a producir esas maravillas intelectuales y artísticas de las que todavía nos sorprendemos. Y para rematar, el contexto político de ese feliz experimento no fue otra cosa que el nacimiento de la democracia. Sin embargo, en las ―guerras civiles‖ que padeció Grecia a fines del siglo V A.C., Atenas resultó derrotada frente a Esparta. Para el análisis de este desenlace, y ya en la universidad, encontré un atractivo especial en la historia de la Guerra del Peloponeso escrita por Tucídides. Los griegos pensaban que los seres humanos podían caer frente a su propio orgullo, a lo que llamaban la hybris, con un desenlace fatal que era el castigo celestial en el fenómeno que denominaban como némesis. Este final de la democracia ateniense quedó inmortalizado bajo la imagen que Tucídides describió en la llegada de la peste. Además, marcaba cómo la democrática Atenas se relacionaba de manera tiránica con sus aliados. La pueblerina Esparta no pudo disfrutar de su victoria sobre la cosmopolita Atenas por mucho tiempo, sencillamente porque no estaba preparada para ninguna experiencia de política internacional. El mundo griego volvió a sus guerras hasta que alguien con capacidad de ejercer el poRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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der se enamoró de sus logros y les dio una nueva forma. Primero de manera efímera, desde Macedonia con Filipo y Alejandro Magno. Dos historias se entremezclaban, la de Atenas y la de Esparta, de manera tal que no podían analizar de manera predeterminada. Una democracia que se vio inmersa en la hybris ante su propio éxito y trataba con dureza a sus aliados. Y una autocracia que tiranizaba internamente mientras que se ofrecía como más igualitaria en la relación con sus aliados. En ambos casos se veía un destino posible, distinto del que los hechos mostraron. Juan Huizinga decía que el buen historiador debía pensar en que era posible la victoria persa en la batalla de Salamina. De la misma manera, es necesario considerar qué hubiera ocurrido si los procesos que tuvieron lugar en la historia hubieran tomado un curso distinto, como aparecía en las enseñanzas de Arnold Toynbee.

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Entrevista a Ezequiel Gallo Realizada por Damián Dolcera y Nahuel Ojeda Silva Ezequiel Gallo es uno de los representantes más destacados de la historiografía argentina de las últimas décadas. Profesor Emérito de la Universidad Torcuato Di Tella, Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia. Recibió su título de doctorado en Historia Moderna en la Universidad de Oxford, y es autor de algunos de los libros más significativas sobre el periodo de 1865-1914: La Pampa Gringa, Colonos en Armas, Pellegrini, Alem o Vida, Libertad y Propiedad son parte de su obra escrita. En esta entrevista, dos graduados de la Licenciatura en Historia lo entrevistan y repasan algunos tópicos de su formación y su carrera profesional.

¿Recuerda cual fue su primer acercamiento a la historia? Si, recuerdo yo era muy chico, tendría 5 o 6 años, y en ese entonces mi abuela materna me leía las memorias del General Paz. Después me leyó la Amalia de Mármol, y fue a través de esas lecturas que me empecé a interesar por temas históricos.

¿Cuándo decidió dedicarse a la historia? Porque el mandato familiar era seguir Derecho. Exactamente, el mandato familiar era seguir derecho. En realidad mi madre sobre todo creía que la historia era para diversión, no era una profesión seria. Yo empecé a realizar trabajos históricos mientras estudiaba derecho y después me puse de lleno cuando se abrió la posibilidad de entrar al Di Tella y conseguir una beca para ir a estudiar a Inglaterra. Esto debe haber sido a fines de los años cincuenta, comienzos de los años sesenta.

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¿Cómo fue su llegada a Oxford? Fue en el año ‗65. Al principio, mucha desorientación, me acuerdo que nos habían dado un departamento dentro del College, no ubicábamos bien las cosas, por ejemplo, yo me quedé encerrado en un cuarto porque no entendía como se abría la puerta, así que tuve que pedir por la ventana que me vinieran a rescatar. Pero después, poco a poco, uno se va adaptando.

¿Qué fue lo más le llamó la atención de Oxford? Lo que más me llamó la atención de Oxford fue, en primer lugar, la vida del College, el hecho que uno convivía todo el tiempo con la misma gente, incluyendo también a los que iban a ser profesores. El College donde yo estaba tenía unas características especiales. En primer lugar, era solamente para graduados, no había undergraduate como se decía en ese momento. En segundo lugar, justamente porque era de graduados, era chico; éramos sesenta en residencia en ese momento, así que uno conocía la gente muy rápidamente. Y, en tercer lugar, era muy cosmopolita, estaba formado por distintos centros de especialización regional, tenía un centro muy fuerte en estudios árabes, también de estudios japoneses. Tenía un centro sobre estudios rusos, donde Kerensky, el famoso Kerensky, escribió sus memorias en este College. Los estudios de América Latina estaban empezando en aquel momento, y es donde yo fui a dar, pero en realidad estar en un centro no implicaba estar ajeno a este mundo cosmopolita que formaba el College. Era un ambiente cosmopolita que al mismo tiempo, se hacía más fuerte porque muchos de sus miembros, en la categoría de profesores, habían tenido distintos tipos de participación durante la Segunda Guerra, recuerden que yo estoy hablando de principios de los años sesenta y la Guerra todavía no estaba tan lejana. La persona que era el director del College había jugado papeles muy importantes para los servicios de inteligencia de Inglaterra, al punto que había sido quien había arreglado la abdicación del rey Pedro de Yugoslavia y el advenimiento de Tito al gobierno. Así que era un College que estaba muy inmerso en problemas internacionales, más allá de los especialistas que había sobre temas historiográficos y en temas propiamente de historia británica.

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¿Cómo podríamos decir que influyó en un joven afiliado al partido comunista el viajar a Oxford? Bueno, la verdad es que cuando yo hago el viaje ya había abandonado ese ―hobby‖ por así decirlo. En realidad lo deje de lado aquí en la Argentina alrededor del año 1961. En ese año hubo una elección importante, legislativa, fue muy conocida porque Alfredo Palacios fue elegido Senador después de muchísimo tiempo. Y yo en esa elección voté por los socialistas porque ya tenía disidencias con la forma con la que el partido manejaba algunos temas, con su rigidez. Yo pertenecí de entrada a un grupo que se identificaba con la parte italiana del partido, figuras como Gramsci, Galvano Della Volpe, etc., y cierto rechazo a lo que podríamos llamar el comunismo soviético y su representante en occidente, que era el Partido Comunista francés. El alejamiento comenzó con una experiencia que tuve como periodista en el diario La Hora, que no terminó muy amablemente, sumado a las formas que encaraba el PC los estudios históricos. Tenía sus propios historiadores, como Leonardo Paso, con quien yo siempre estuve en desacuerdo. Además yo quiero hacer una distinción importante que no se hace muchas veces, yo estaba en la Federación Juvenil que no es lo mismo que estar en el partido y nunca llegué a dar el paso de la ―Fede‖ al partido. Así que cuando yo llego a Inglaterra, que es en el año ‘65 ya estaba más cercano a lo que podríamos llamar una posición socialdemócrata que la del PC.

Ya que menciona su desacuerdo con los historiadores del Partido Comunista Argentino ¿Cómo influyó en usted el grupo de los marxistas británicos? Esos historiadores británicos ya habían influido cuando estaba en la Argentina, e inclusive fueron influyentes después también. Ahí quiero dividir las calidades historiográficas propiamente dichas y digamos los aspectos más ideológicos. En cierto sentido, los historiadores británicos mantenían esta distinción en la mejor forma posible. No era fácil, en ese aspecto, sentirse afín, porque empecé a pensar algo distinto en temas historiográficos con ellos, pero si me parecía lectura importante y fértil para mí. Debo decir que a pesar de la popularidad de Eric Hobs-

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bawn, a mí me interesaba más Hilton o Christopher Hill. E.P. Thompson era un caso sui generis porque primero se va del PC; cuando llego a Inglaterra se había producido la famosa invasión a Hungría y Thompson deja el partido en oposición a eso. Era un francotirador. Su forma de escritura era muy propia, yo fui a muchos de sus seminarios, era excelente y un muy divertido expositor. Pero Thompson prácticamente no dejó discípulos de talento porque, en parte, era muy difícil imitarlo. Hay gente que es menos brillante y menos creativa, pero más fácil de imitar. En ese sentido, Hobsbawn ha tenido seguidores, que fueron más abundantes que los que tuvo Thompson. Con respecto a Hobsbawn, yo lo conocí bastante, a mi me gustaba charlar con él no necesariamente de temas históricos. Hablábamos mucho de Buenos Aires, en cuanto le recordaba a Viena; Hobsbawn había crecido en Viena, después se había instalado en Inglaterra pero era austriaco y a él le sorprendía mucho el parecido de los cafés de Buenos Aires con los cafés vieneses. Y el otro tema, claro, era el jazz, su gran hobby. Con la firma de Francis Newton, Hobsbawn era el cronista de jazz del New Statesman que era la revista del Partido Laborista. Sabía una barbaridad de jazz y a mi me divertía bastante. Tuve varias charlas con él sobre los dos temas. En lo que respecta a lo puramente historiográfico, lo que disminuía un poco mi interés por su obra es que nunca hizo mucha investigación, salvo uno o dos artículos al principio que salen recopilados en Labouring Man. En la mayor parte de sus trabajos, inclusive algunos como Primitive Rebels, Captain Swing, no es él quien hace la research. Pero es un excelente escritor, presenta muy bien los temas. En ese sentido cumplió una función muy útil, pero a mi me interesaba más ver la parte de investigación propiamente dicha.

En cambio Max Hartwell significó mucho en su formación. Si, en parte era el personaje opuesto. Compartía con Hobsbawn el no haber nacido en Inglaterra, Hartwell era australiano. Su tesis doctoral es sobre un tema australiano Van Diemen‘s Land se llamaba, era sobre el desarrollo de la industria lanar en Australia. Él empieza trabajando esos temas y va a Inglaterra donde paulatinamente se convierte en el gran representante de la discusión británica sobre la Revolución Industrial. Entra ahí en una polémica famosa con Hobsbawn. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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Se hablaba mucho en esa época de la línea ―pesimista‖, cuyo primer autor fue el propio Engels, representada en mi época por el propio Hobsbawn; y la línea ―optimista‖ cuyo primer representante había sido Ashton y luego lo fue Hartwell. Él era un tipo de origen muy humilde, así que había escalado en base de mucho esfuerzo, un tipo muy jovial. Me tomó a mi porque le pareció que había algo en el caso argentino para lo cual su conocimiento de Australia iba a ser útil. Fue un gran investigador y una persona muy abierta a novedades, por ejemplo, cosas como los aspectos jurídicos, particularmente de historia rural; él fue el que me llamó la atención sobre eso. Tenía una excelente colección sobre vinos que era algo que le interesaba bastante, era un tipo macanudo, buen deportista, buen jugador de tenis, de esas personas que a uno le alegra ver. Era un tipo muy agradecido a la vida precisamente por haber empezado desde un punto de partida humilde, y que le costó superar, hecho que celebraba mucho.

¿Qué otros autores, u otros libros influyeron en su etapa de formación que luego tomó para sus investigaciones? Yo ahí distinguiría dos cosas. Una son las personas que influyeron desde un hobby que tuve siempre que son los temas epistemológicos y metodológicos. Ahí yo diría la influencia de Karl Popper es importante y en una línea parecida la influencia de Friederick Hayek en temas sobre el conocimiento, también Michael Oakeshott, sobre temas que me siguen interesando mucho. En el campo estrictamente histórico, tengo que empezar citando a dos autores argentinos que fueron influyentes. Uno es José Luis Romero, quien es de los más atractivos conversadores que yo he conocido. Y como lectura influyó mucho Tulio Halperín Donghi. Luego tuve una primera época que estuve bastante dedicado a temas de historia económica e historia social, Douglas North es un autor que me influyó bastante en relación a estos temas y se ve en algunos de los trabajos que he escrito. Y después viene la parte de historiografía que esto ha sido algo bastante importante y ahí los nombres más tradicionales como J.G.A Pocock abren toda una línea de investigación que influyente en otros. Los autores de la llamada Escuela de Cambridge que todavía siguen siendo bastante importantes. Esto con respecto a autores cercanos en el tiempo. Pero también he gozado mucho como historiador al leer autores clásicos. Mencionaría funda-

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mentalmente dos influencias. Uno, los autores escoceses, yo he escrito bastante sin tratar de ser original, simplemente para acercar a la Argentina a autores sobre los que se conoce muy poco como David Hume, Adam Smith, Adam Ferguson. Y después algunos autores ―doctrinarios‖ franceses, particularmente Benjamin Constant que innovó mucho con sus escritos y con su vida. Es una vida muy atractiva en todo lo que tiene que ver con la naturaleza humana. Yo diría que aunque también me interesó mucho Alexis de Tocqueville, la influencia más directa fue para mí la de Constant. Quiero hacer dos nombramientos femeninos que influyeron también en mi carrera. Uno es mi propia mujer, Francis, con quien he hablado mucho de temas epistemológicos. Y la otra es Gertrudis Himmelfarb, historiadora que a veces me irrita mucho pero que es muy talentosa. Tiene un libro excelente que se llama ―La idea de la pobreza durante el período victoriano‖ que es una historia no convencional de las ideas.

¿Cuál era la importancia de Cambridge con relación a Oxford? Esto ha sido una historia muy cambiante, dejando de lado la parte deportiva, el remo y las regatas, en el lado académico, en líneas muy generales porque hay que tomarlo con pinzas, se decía que Cambridge había sido más fuerte en lo que se llaman ciencias duras y Oxford más fuerte en humanidades. Esto en líneas bastante generales porque estos prestigios dependían a veces de quién se había movido a una universidad u a otra. Eran muy parecidas en algunas cosas, yo soy un hombre de Oxford, tengo un cariño especial por ese lugar. Oxford era un lugar más movido que Cambridge, en parte porque era más ciudad que Cambridge, que era casi puramente universitario. En cambio en Oxford como estaba la fábrica de autos había toda otra parte que no era la universitaria. Oxford tuvo más impacto político en Inglaterra que Cambridge. Pero creo que eran más los parecidos que las diferencias. Eran universidades que tenían el mismo nivel de prestigio, muy alto, y los mismos privilegios lo cual traía las mismas consecuencias. En Oxford y Cambridge había una Carta Real muy antigua, en esas universidades el alcohol, el whisky digamos u otras bebidas, estaban exentas de impuestos lo cual desde luego estimulaba el consumo de esos bienes. La mayor diferencia, me parece a mi, era en la vida social. En lo académico de-

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pendía bastante de lo que uno quisiera estudiar e investigar. Lo mismo me parece válido para las universidades norteamericanas.

¿Cómo se da su vuelta a la Argentina? Yo vuelvo a la Argentina por distintos factores. Estaba muy asentado en Inglaterra porque había terminado el doctorado y en la Universidad de Essex gano una ―lectureship‖ como se llama ahí y la gano con ―tenure‖ que era trabajo de por vida. Francis había conseguido algo también en Essex. Un primer factor fue que había que tomar una decisión que iba a afectar el futuro de mi hijo Klaus, porque creo que cuando los hijos son chicos es fácil trasladarlos, pero ya cuando entran al colegio secundario es más complicado. Entonces seguir en Inglaterra implicaba que Klaus tenía que instalarse en Inglaterra. A mi me costaba un poco la idea de un hijo británico por así decirlo, por más afecto que yo tenía por ese lugar. El otro punto era que a mí resulta difícil si me quedaba a vivir en Inglaterra seguir con el mismo tema de investigación. Estuve inclusive pensando que tema de historia británica podía tomar, ya que me iba a resultar duro seguir con temas argentinos. Eran épocas en que la distancia costaba más de lo que cuesta ahora, yo recuerdo lo que era en esa época un llamado telefónico, era un acontecimiento impresionante, hablar a los gritos, un desastre. En ese momento yo ya había estado en el Instituto Di Tella, había ido a Inglaterra por una beca y estaba un poco la idea de que yo tenía que volver. En ese momento termina la dirección Roberto Cortés Conde, que era y sigue siendo un gran amigo mío y Roberto propone mi nombramiento para la sucesión. Estando yo en Essex me viene a ver Guido Di Tella y me hizo la propuesta de la dirección. Esa propuesta representaba mucho porque significaba que el Instituto se tenía que hacer cargo de todo mi traslado, yo tenía una casa montada allá y eso me hizo decidirme. Todavía me recuerdo cuando me decido a volver, prácticamente no sé si fue el día anterior a la decisión, lo matan a Mor Roig y ya la cosa se pone muy pesada acá. Entonces me acuerdo que llego al Instituto, y me recibe un gran personaje, el señor Murcia, que era el portero, siempre mucho más elegante que todos los que estábamos ahí como investigadores. Llego y me recibe, ya lo conocía de la etapa anterior, y le digo Murcia que bravo que esta todo, ―ya va a tener nostalgia de esta época‖ me dice, sonamos pensé,

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en la que me metí. Esa fue mi vuelta a la Argentina, por aceptar la dirección del Instituto al que yo le tenía cariño.

¿Qué significó el Instituto Di Tella en esa época y entonces también en su vida? En mi vida mucho tanto que sigo ahí desde entonces. Salvo en momentos de estadía en otros países, prácticamente he hecho toda mi vida académica en el Instituto. Una de esas excepciones, muy claramente la mas importante que es Inglaterra, la hice incluso en relación al instituto y siendo miembro del instituto durante todo ese período. Desde el punto de vista académico, el instituto mantuvo standards académicos muy respetables. Para poner un solo ejemplo, la colección de Sudamericana. En ella salieron algunos libros como el de Natalio (Botana), el de Roberto (Cortés Conde), el mío propio, la compilación de Francis, la compilación de Tulio Halperín y digamos que de alguna manera mantuvo el interés en la profesión y además mantuvo ese aspecto cosmopolita que siempre tratamos de dar a nuestras investigaciones. De manera tal que en todo ese período (por ahí exagero, porque este período abarca más tiempo después de mi dirección vuelve Roberto) el Instituto fue guardián de toda una tradición que se había empezado a gestar en la época de los Romero, Halperín, etc., y que corría el riesgo de perderse, así que ahí me parece se cumplió una función importante y creo que muchos de esos libros siguen estando presentes en la discusión historiográfica argentina.

¿Cómo le sienta el título de ser uno de los renovadores de la década del ‘80 de la historiografía argentina? La verdad no sabría decir cuanto ―renové‖ y tendría que pensar un poco en qué consistió la renovación en general y cuál fue mi participación en ella. Si hice algunos aportes fue dentro de un grupo de gente que aportó en esa dirección y fue, en realidad, poner al alcance de los estudios argentinos las cosas que se estaban haciendo en el resto del mundo. Yo tengo la impresión de que si teníamos una cosa en común era la curiosidad por lo que pasaba en otros lados con conexión o no con el caso argentino. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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Creo que si fui parte de eso me pone muy contento porque tengo un recuerdo muy positivo de toda esa época y en algún tiempo pasamos circunstancias muy difíciles. Algo difícil, por ejemplo, era que cuando uno quería cobrar algo, se suponía que uno lo hacía por hobby. En lo que respecta a la profesionalización creo que mi generación también jugó un papel importante. No fue una cosa fácil, ―bueno a vos te divierte‖, si, pero primum vivere. Creo que también es importante recordar también la influencia de Gino Germani en el campo de la sociología. Uno puede estar en acuerdo o en desacuerdo con él, pero Germani introduce elementos importantes y formas novedosas de trabajar. Para poner un ejemplo, el trabajo con fuentes censales, yo creo que en parte debe su existencia a la persistencia de Germani.

¿Por qué eligió como período de estudio los años que van desde 1860-1930? Eso es una pregunta interesante porque dudé sobre eso, me estoy remitiendo hace mucho tiempo, y tengo todavía el recuerdo de cuando fue que tomé la decisión. En una época me interesaba y creía, equivocadamente, que hacer historia en serio era hacer historia económica o algo parecido. Entonces me acuerdo que estuve coqueteando con Vieytes que tenía escritos económicos y por esas casualidades me pide Sergio Bagú, que era un historiador conocido en aquella época, que por qué no veía algo sobre Aristóbulo del Valle. Y entonces me acuerdo que el primer trabajo que yo hago y que salió publicado, mamarracho de trabajo, se llamaba ―Aristóbulo del Valle y el surgimiento de la clase media argentina‖. Eso marca un poco las modas de la época. El trabajar sobre del Valle me introdujo en el período, fue algo casi fortuito.

¿Qué importancia tuvo La Pampa Gringa? La elección del período se vio pronto reforzada por la investigación que hice sobre la colonización agrícola en Santa Fe. Fue por un lado tema de mi tesis doctoral y por el otro dio lugar a mi libro La Pampa Gringa. Con respecto a la experiencia de este libro quiero resaltar cosas que han sido y que me han acompañado toda la vida como historiador. En primer lugar, la utilización de fuentes primarias, algunas personales que provenían de personas como Lehmann que tuvo una Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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participación importante, institucionales, privadas como el Banco Londres y Río de la Plata, públicas como los archivos del Gobierno de la Provincia de Santa Fe y además el hecho de que estas tenían un carácter internacional. He usado archivos de Estados Unidos, de Inglaterra, desde luego de Italia, es decir, desde ese punto de vista me permitió una zambullida en lo que forma parte de los elementos indispensables de toda investigación histórica. En segundo lugar, La Pampa Gringa me permitió, y tal vez exagere en esto, una combinación que para mí resultó ex post bastante satisfactoria, entre lo que podemos llamar macrohistoria y microhistoria. Y de paso fue quizás el punto de partida para mi interés por la biografía. De manera tal de que este libro fue, si se quiere, una autoformación propia que ha sido indispensable para el resto de mi carrera.

¿Por qué decidió estudiar personajes como Pellegrini y Alem? Ya dentro del período que había elegido son personajes fuertes. Y en realidad mi primer intento fue Alem, pero nuevamente interviene un editor, que fue Luis Alberto Romero, que quería que escribiera sobre Pellegrini y que creía que a mi me iba a salir mejor el Pellegrini que el Alem. No sé si tiene alguna connotación social eso, pero ese fue el asunto. Yo después quedé muy contento con que esa fuera la elección y al mismo tiempo me dejaba el camino abierto para el Alem porque ellos, casi baten a duelo, habían sido amigos de jóvenes, después habían entrado en discusión, se movieron luego en ramales diferentes en materia política y me pareció que eran dos figuras muy representativas de la política argentina de la época. Además aportando estilos políticos diferentes para gente de la misma época, lo cual quiere decir que compartían elementos pero con estilos muy diferentes. Las conclusiones que me quedan y acá quiero decir algo con respecto a la profesión, yo tengo una cierta simpatía, mayor simpatía por la seriedad de Alem que por la de Pellegrini. Pero jamás le confiaría el gobierno a Alem y si a Pellegrini. De manera tal que me parecían dos personajes contrastantes, muy interesantes en sí mismo y creo que jugaron un rol bastante decisivo en la política de este país.

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De la mano de estas experiencias con las biografías y volviendo al plano historiográfico. ¿Cuál es la importancia de las biografías para la historia? Yo considero que son vitales. Acá entra toda esta polémica sobre individualismo y colectivismo metodológico. Si uno cree en la importancia del individualismo metodológico, sin negar el lugar que tiene lo otro, la biografía es un canal de expresión muy apto para ese tipo de cosas. Hay dos cosas que quiero señalar con esto. Por un lado, algo más frívolo: a mi me divierte mucho hacer biografías. Me acuerdo que Raymond Carr que fue uno de mis supervisores, y que tuvo mucha influencia en mi formación, decía que si a uno no le interesaba los chimentos más vale que se dedique a otra profesión; y la biografía brinda mucho de eso. Entonces, por un lado, creo que hay una cuestión de gusto por una forma de hacer historia, de canalizar la preocupación histórica. Y por el otro lado, esta el tema epistemológico ya que es difícil a veces penetrar en estos mundos si uno no hace biografías. Para poner un ejemplo de esto último. En realidad nosotros hablamos mucho sobre la importancia de los caudillos y la importancia de las personalidades ¿qué otras maneras de abordarla hay que a través del ensayo biográfico?. En consecuencia es un aspecto del quehacer historiográfico que me parece de primer orden.

Una de las fuentes que ha utilizado en reiteradas ocasiones son los Diarios de Sesiones del Congreso de la Nación y usted en esa época destaca el reconocimiento retrospectivo que se la ha retaceado. ¿Cuál sería su reflexión sobre esto? El primer aspecto es la riqueza que tienen esos diarios de sesión para el período que estudio. Esto debe haber sido mencionado entre las fuentes pero aprovecho ahora para decir que en todo ese período que me tocó a mí investigar fue una ayuda invalorable. La calidez e importancia que tuvo el debate parlamentario, no tanto los cruces entre diputados y senadores, sino también el muy interesante procedimiento de interpelación a ministros y gobernantes. Algo que se ha ido perdiendo pero que ha sido una parte muy importante, no solamente de la vida parlamentaria, sino también del control de los gobernantes por parte de la opinión pública. En relación a este tema lo que señalo es que en ese aspecto la Argentina tuvo una historia bastante rica que se ha ido perdiendo. Basta ver la importancia que tenía el debate parlamentario en los periódicos de Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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ese entonces y el muy poco lugar que ocupa ahora. Creo que desgraciadamente esa pérdida es producto de un empobrecimiento de la vida política, que creo que está teniendo un impacto muy negativo en el desarrollo de las virtudes individuales de la población. El parlamento fue un lugar muy importante y es una lástima que no lo sea más.

¿Qué opinión le merece la reciente creación del Instituto de Revisionismo Manuel Dorrego por parte del gobierno nacional? Una de las tantas pérdidas de tiempo en que se involucra este país. Me parece, primero que no sé porque se llama Dorrego, aunque creo que este personaje tiene unos aspectos interesantes y otros no tantos. No se cuál es el propósito de estar sacando estas cosas en ―tren guerrero‖ prácticamente. Ganas de hacer que la gente no se dedique a lo que se tiene que dedicar. Me da la impresión que es una pérdida de tiempo y que los propósitos no son los que explícitamente aparecen. Realmente me entristece, aparte aquí en este caso hay algo que, sí interpreté bien, me fastidió bastante. Pienso que en estos últimos años ha habido un avance importante en historiografía argentina, han salido cosas bastante interesantes, han aparecido autores muy interesantes y con algunos he tenido el gusto de trabajar, con muchos de ellos de discutir. Me da la impresión que se minimiza lo que ha sido un esfuerzo, y sigue siendo un esfuerzo, muy importante de gente joven. Me refiero a generaciones posteriores a la mía y creo que hubo un avance más importante del que se cree y que no hay derecho a descalificar ese trabajo por propósitos no muy rescatables. Creo que la historiografía argentina actual puede tener sus puntos oscuros pero hay, por lo menos, un buen cuerpo de obras interesantes que han hecho contribuciones. Eso y que hay proyectos en discusión que son bastantes interesantes desarrollándose es lo que rescato.

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LA TENDENCIA REVOLUCIONARIA DEL PERONISMO Y LOS GOBERNADORES POPULARES por Damián Antúnez ( ) INTRODUCCIÓN En los últimos diez años el repertorio de publicaciones sobre la historia del peronismo de los setenta ha crecido de forma notable, lo que nos permite acceder a una variada gama de temáticas y orientaciones, aunque con un dispar grado de profundidad analítica y de rigor histórico. Pero dentro de esa producción, la parte correspondiente a los gobiernos provinciales electos en 1973 está aún en ciernes. En particular, al abordar las crisis de los gobiernos provinciales cuyos mandatarios acabaron desplazados del poder durante el año 1974 como fue el caso de los de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta se ha sucumbido a la tentación de referirlos como unos presuntos ―gobiernos montoneros‖, con todas las dificultades e imprecisiones que ello acarrea.1 De este modo, cuando me propuse escribir una tesis doctoral sobre esas cinco gestiones de gobierno decidí poner en cuestión ese vínculo casi mimético con la organización político-militar Master en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella 1

Entre los trabajos en los que se ha estudiado algunas de las gestiones de los gobiernos provinciales electos en 1973 y que trazan una relación expresa entre ellas y Montoneros encontramos: Servetto, Alicia, 73/76 El gobierno peronista contra las „provincias montoneras‟, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2010; Escotorín, Ramiro Daniel, Salta Montonera. La actuación política de los sectores populares en la provincia de Salta (1972-1976), Buenos Aires, CTA Ediciones, 2007; De Marinis, Hugo, Ramón Ábalo, Mendoza Montonera. Memorias y sucesos durante el gobierno de Martínez Baca, Buenos Aires, Corregidor, 2005. Aunque el tema no trate en particular sobre los gobernadores del ’73 se hace referencia a ellos vinculándolos con la organización Montoneros, aunque con diferentes matices en cada caso, ver: Gillespie, Richard, Soldados de Perón. Los Montoneros, Buenos Aires, Grijalbo, 1987. Con otro registro diferente aparece más cuestionada la linealidad de la vinculación Montoneros-gobernadores en: Bonavena, Pablo Augusto, “Guerra contra el campo popular en los ’70: Juan Domingo Perón, la depuración ideológica y la supremacía contra los gobernadores”, en Izaguirre, Inés y otros, Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina. 1973-1983. Antecedentes. Desarrollos. Complicidades, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 2009.

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Montoneros y, simultáneamente, redefinir ese común denominador que las asociaba a un peronismo revolucionario o combativo y que acabara erigiéndose en el fundamento de los desplazamientos del poder de sus mandatarios.2 Ese vínculo, que inevitablemente tenía que contener a Montoneros pero que al mismo tiempo debía dotarlas de una flexibilidad tal que permitiera explicar un funcionamiento político que excedía a esa organización político-militar, creí hallarlo en ese espacio político -algo más difuso y complejo a la vez- de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo (en adelante Tendencia). Desde este planteamiento me propuse estudiar la interacción entre las prácticas políticas y las estrategias discursivas que vincularon a la Tendencia con los gobiernos provinciales de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta electos en 1973. Para ello tuve en cuenta dos elementos básicos que contribuyeron a forjar una suerte de hermenéutica que me ayudó a desentrañar e interpretar la trama de relaciones políticas referidas. En primer lugar, creí necesario hacer explícitas las dificultades que conllevaba el actor objeto de este estudio tal y como se lo estaba presentando para poder abordarlo en su propia dimensión histórica y, en segundo lugar, supuse que dicho abordaje no podía prescindir de un estricto seguimiento del conflicto político interno del Movimiento Peronista del cual era indisociable. Así, al plantear el estudio de las referidas cinco gobernaciones y su relación con la Tendencia se abría un gran interrogante desde lo teórico-metodológico al intentar definir lo que por su propia génesis resultaba muy complicado de hacer. Debíamos dar cuenta de una manera aproximada de algo tan sencillo y complejo a la vez como es el hecho de precisar qué era la Tendencia, qué significaba este término en la historia argentina contemporánea y cómo funcionó efectivamente en tiempo y espacio históricos. Se trataba de una cuestión directamente relacionada con las dificultades inherentes a la conceptualización de un término surgido de las mismas entrañas de las prácticas políticas. La Tendencia no era ni más ni menos que el apelativo de un amplio espacio político del Movimiento Peronista que reunía una combinación de actores colectivos como las organizacio2

Antúnez Harboure, Damián, La Tendencia Revolucionaria del peronismo en los gobiernos provinciales (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta, 1973-1974), Tesis Doctoral, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2011. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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nes guerrilleras ligadas al peronismo (que hacia finales de 1973 ya quedarán condensadas en torno a Montoneros), la Juventud Peronista (JP) de las Regionales y el resto de las denominadas organizaciones de superficie de Montoneros o actores individuales como políticos, intelectuales, sindicalistas denominados ―antiburocráticos‖, gente del mundo de la cultura, periodistas o universitarios que adherían a lo que también se consideraba la ―izquierda peronista‖. Podríamos decir que se trataba de un nombre, una expresión, que designaba a todo ese conglomerado pero que no estaba escrito como tal en prácticamente ningún documento político sino sólo en los periódicos y revistas políticas de la época y que, en un proceso casi simultáneo, había sido adoptado por la propia militancia de ese espacio del peronismo revolucionario. En algunos casos, para diluir o disolver en un campo menos preciso la militancia en Montoneros, pero en otros, porque sencillamente se adhería de forma más o menos activa, más o menos explícita, al amplio y diverso espacio político del peronismo revolucionario o combativo. Por consiguiente, creí necesario ante todo aprehenderla sin desligarla de su génesis y desarrollo histórico en el terreno mismo de sus prácticas políticas y de sus estrategias discursivas; es decir, considerar a la Tendencia, antes que en términos del resultado de un contenido conceptual en sentido estricto (significado), en términos de ese ―nombre‖, esa expresión (significante) que designaba un espacio de socialización política vinculado a Montoneros, propio de una dinámica discursiva inscripta naturalmente en el plano de las prácticas políticas3. Al abordar al actor político Tendencia como esa ―expresión significante‖ del amplio y complejo magma del peronismo revolucionario no podemos más que ubicarlo, por su propia 3

La caracterización del término Tendencia, en tanto actor político central de este trabajo que designa ese magma o conglomerado del peronismo revolucionario con una indudable espectacularidad protagónica de la organización Montoneros, ha sido concebido desde el significante en clave de la lingüística de Ferdinand de Saussure. Así, sostenemos que el espacio político de la Tendencia se vuelve particularmente inteligible desde su significante o imagen acústica (en su sintagma original del francés “le signifiant” o “ce qui designe”) antes que desde su significado o concepto (en su sintagma original del francés “le signifié” o “ce qui est designé”). El significante nos ubica en el plano de la expresión, al hacer referencia a lo que designa algo, a lo que quiere decir; aquello que se define por sus límites. Y dado que la Tendencia representa un espacio político de una plasticidad tal que vuelve quimérico el significado en un sentido unívoco, puede sostenerse que se trata de un significante que no tiene asignado un sentido fijo, un significado preciso. Debido a ello, el “efecto de significación” vendría dado por la relación o articulación que se produce entre los distintos significantes del sistema (cadena significante). Así, concebimos al espacio de la Tendencia en la propia dinámica discursiva como aquél que aparece determinado por las fronteras diferenciales que se pueden establecer entre el conjunto de significantes del sistema político en tiempo y espacio histórico. Ver: Saussure, Ferdinand de, Curso de Lingüística General, Buenos Aires, Losada, 2007, T. I y II. (1ª Edición, Buenos Aires, Losada, 1945) Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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naturaleza histórica, en relación directa con ese otro espacio político del Movimiento Peronista que, al igual que aquella, no constituía una línea o una corriente interna partidaria con estructura formal ni mucho menos sino, antes bien, era otra ―expresión significante‖ que designaba a todos aquellos actores ubicados normalmente en la denominada derecha peronista, pero que en definitiva la desbordaba puesto que también comprendía a los sectores centristas o moderados del peronismo. Se trataba, ni más ni menos, que de su oponente por antonomasia: la denominada Ortodoxia Peronista. Quedaba entonces perfectamente delimitado el campo de juego que iba a estructurar el conflicto político interno del Movimiento Peronista (MP) del período que transcurre entre la gestación de las candidaturas que lo llevarán nuevamente al poder en 1973 y finales del año 1974. Será recién entonces cuando la actuación y relevancia política de la Tendencia haya prácticamente desaparecido, recayendo sus despojos en el actor que lo nucleara hasta subsumirlo, Montoneros. Nos referimos a las circunstancias en las que la Tendencia, con el pase de Montoneros a la clandestinidad en septiembre de 1974 y el encarnizamiento de la ofensiva de los grupos armados para estatales que respondían a la Ortodoxia, arribe a su práctica anulación política y a una efectiva reducción a dicha organización político-militar. En definitiva, estamos describiendo un conflicto que enfrenta el campo de la heterodoxia (Tendencia) con el de la ortodoxia (Ortodoxia Peronista), vinculados a su vez por ese otro elemento que nutre sustancialmente el campo de este conflicto y que interpretamos como la doxa. Nos referimos a ese otro registro que por estar permanentemente presente y ser absolutamente natural a las estrategias de los actores, por acción o por forzada omisión, nadie cree que merezca ser ―relatado como tal‖ por considerarlo un hecho dado y del cual ya nadie acierta ni se molesta en explicar sus orígenes: la violencia.4 En efecto, este enfrentamiento dicotómico que marcó de forma indeleble a ese peronismo reorganizado de 1972-73, conllevó todo un despliegue discursivo, bien sea desde la Tendencia, bien sea desde la Ortodoxia, por interpretar el ―mensaje‖ de Perón, presentándose en ambos casos como su intérprete legítimo. Se trató de un trasfondo discursivo, no exento de retórica, que derivara de inmediato en una puja abierta entre ambos polos del MP y que cobrará un 4

Esta interpretación que parte de considerar al campo discursivo como un texto se apoya en el enfoque sociocultural de Pierre Boudieu, Ver: Bourdieu, Pierre, Questions de Sociologie, Paris, Les Éditions de Minuit, 1984. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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carácter cada vez más violento al trasladarse al campo de la práctica política cuando ya se torne inevitable la disputa por la herencia del ―capital político‖/‖capital simbólico‖ del líder justicialista, percibiéndose la proximidad del ocaso de su existencia. Por medio de esta propuesta analítica, al tiempo que abordamos el enfrentamiento intraperonista en su forma más descarnada, nos alejamos del peligro de adoptar de manera rígida y sin beneficio de inventario categorías como izquierda/derecha peronista que suelen estar frecuentemente impregnadas de anacronismos o que se utilizan para encubrir la verdadera dimensión de los actores políticos y que no responden de manera eficaz a la caracterización del tiempo y espacio histórico considerados. En otras palabras, la ventaja de analizar los espacios políticos que marcaron a fuego el enfrentamiento intraperonista de 1973-74 a través del par TendenciaOrtodoxia en lugar de hacerlo con el de izquierda-derecha peronista reside, fundamentalmente, en no perder de vista las huellas que el propio proceso histórico nos devela para volverlo inteligible. Una vez abordadas estas cuestiones metodológicas debemos reconocer que en el plano historiográfico se presentaban otras tantas dificultades. Al indagar sobre el origen, conformación y desaparición de unas situaciones políticas reconocibles en tiempo y espacio históricos con el propósito de estudiar el impulso y la formación de las candidaturas, las gestiones de gobierno y las relaciones o conflictos políticos que involucraron a los gobiernos de Oscar Bidegain en Buenos Aires, Ricardo Obregón Cano en Córdoba, Alberto Martínez Baca en Mendoza, Jorge Cepernic en Santa Cruz y Miguel Ragone en Salta delimité, como es evidente, el campo de estudio a esas cinco gestiones descartando algunas otras. En realidad se trató de una delimitación del objeto de estudio directamente vinculada a la hipótesis que lo atravesaba: la identificación de unas crisis políticas provinciales que, entrelazadas en la compleja matriz del conflicto político que enfrentó a la Tendencia con la Ortodoxia, dejaron a los referidos mandatarios fuera de sus gobiernos a lo largo del año 1974. De esta manera, con arreglo a la definición del objeto de estudio y a la hipótesis central del trabajo, hemos descartado incluir los casos de las provincias de La Rioja, San Luis o Catamarca, cuyos gobernadores fueron también relacionados con la Tendencia al iniciarse sus mandatos pero que, por distintos motivos y cada uno en función de sus determinantes locales, no Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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quedaron finalmente incluidos en el colectivo de provincias especialmente vinculadas a la Tendencia y en consecuencia no fueron ni intervenidas ni sus mandatarios se vieron compelidos a renunciar. Por otra parte, en lo que respecta a las crisis provinciales que acabaron con desplazamientos de los gobernadores del poder por vía de intervenciones federales debimos dejar al margen del trabajo las de Formosa y Misiones. En ambos casos, las crisis que llevaron a sendas intervenciones -la primera originada en un conflicto de poderes de índole estrictamente local y la segunda, mucho más tardía, derivada de un accidente aéreo que acabara con la vida del gobernador y el vicegobernador-, no estuvieron directamente relacionadas con presuntas vinculaciones o relaciones de esos gobiernos con la Tendencia.5 Este ejercicio de desplazamiento del punto de mira desde Montoneros a la Tendencia, no sólo me ha permitido redescubrir un sujeto histórico que no por permanecer difuminado dejaba de vincular a estos cinco gobiernos estudiados sino que además se erigía en una plataforma propicia para abarcar la dimensión de la política local. Es decir, la ruptura del corset que subsumía el campo del peronismo revolucionario de manera estricta a Montoneros y su reemplazo por uno mucho más flexible como es el caso de la Tendencia, me ha permitido acceder al ámbito de la política provincial para redescubrir cómo se articulaba en ella el espacio del peronismo 5

Si se visualizan en su conjunto los trabajos académicos y de divulgación sobre la relación de los gobernadores del período 1973-1976 con el espacio político de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo existe un amplio consenso en identificar como objeto de estudio ineludible a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta como los cinco casos de gobiernos provinciales que más nítidamente se vieron identificados con la Tendencia y donde el desplazamiento del poder de sus gobernadores estuvo especialmente vinculado a una serie de acusaciones que tenían como común denominador aquella relación. De todos modos, hay autores que han prescindido del caso de Buenos Aires e incorporado el de Formosa, tal como lo ha hecho Alicia Servetto al adoptar como criterio vinculante a las intervenciones federales. A mi entender este criterio supone un gran inconveniente ya que al intercambiar la provincia de Buenos Aires por la de Formosa se desnaturaliza lo que consideramos la causa principal que vehiculiza los desplazamientos: la acusación o señalamiento de pertenencia o vinculación con la Tendencia. De este modo, se aparta a Buenos Aires del colectivo de provincias estudiadas cuando se trata de un caso insoslayable de desplazamiento del poder de un gobernador con cargo a su vinculación con el espacio político de la Tendencia y se incorpora Formosa que, como ya se ha dicho, no lo es. También hay otros autores que inclusive, aún sin abocarse al estudio específico de los gobernadores cuestionados, extienden la relación a otros gobiernos provinciales cuando aluden a aquellos vinculados con la Tendencia. Se trata fundamentalmente del ya clásico libro de Richard Gillespie titulado Montoneros. Soldados de Perón. Allí justamente se hace referencia a otras tres provincias cuyos gobernadores habían sido señalados como próximos o simpatizantes con la Tendencia; tales eran los casos de Misiones, San Luis y Catamarca, además de señalar también el ya referido caso de Formosa. Si se tiene en cuenta que tanto en San Luis como en Catamarca sus gobernadores no fueron destituidos durante la vigencia del Estado de derecho, debe señalarse que en el caso de Catamarca Gillespie incurre en un error, que inclusive han reproducido otros autores, al sostener que el gobernador Mott había sido forzado a renunciar cuando éste ejerció su mandato hasta el 24 de marzo de 1976, cuando fue derrocado por el golpe de Estado. Ver: Antúnez Harboure, Damián, op. cit.; Gillespie, Richard, op. cit.; Servetto, Alicia, op. cit. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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revolucionario sin trasladar esquemas ya configurados que no hacían más que desconocer las idiosincrasias locales. Así, se ha podido extraer de la política provincial toda una serie de elementos que han facilitado el trabajo de reconstrucción analítica de las relaciones políticas que articularon el espacio de la Tendencia, antes que de Montoneros como organización políticomilitar, en cada uno de los distritos estudiados. De esta manera, y en virtud de la propia plasticidad del espacio político de la Tendencia como expresión del peronismo revolucionario de 1973-74, un interesante trabajo de análisis crítico de las fuentes históricas de las que disponemos para abordar este tema demanda un atento seguimiento de las posiciones políticas que desde los canales próximos a Montoneros van aportando la tonalidad que poco a poco va adquiriendo el conflicto con la Ortodoxia Peronista. Al despuntar Montoneros como el eje orientador de un espacio que iba más allá de la propia organización político-militar comenzó a emerger desde los primeros momentos de ese proceso histórico una serie de tensiones indisociables de la participación de la Tendencia en los gobiernos provinciales. En este sentido, las publicaciones escritas vinculadas a dicha organización ponen nítidamente de manifiesto toda esa serie de tensiones y hasta no pocas contradicciones que contribuyen a desentrañar las relaciones políticas que ha tejido la vinculación de la Tendencia con los gobiernos estudiados en el propio laberinto de las crisis provinciales. Así, a modo de introducción al tratamiento de este tipo de fuentes que refieren a la vinculación gobiernos provinciales-Tendencia, propongo asomarnos a algunos de los momentos de tensión de aquellas ―crisis provinciales de 1973-74‖ al abordar sucintamente la lectura de tres órganos oficiosos de Montoneros: El Descamisado y sus continuadores La Causa Peronista y El Peronista.

PASANDO REVISTA Un primer abordaje a estas tres revistas vinculadas a la Tendencia por la vía de Montoneros nos brinda un rico y complejo material, por cierto, imposible de abarcar en profundidad en esta ocasión. No obstante trataré en particular de ilustrar, por medio de algunas pinceladas, la toma de posición de estas publicaciones frente a un conflicto político Tendencia-Ortodoxia que desde la asunción misma del gobierno constitucional, el 25 de mayo de 1973, supuso paralelaRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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mente una incesante escalada en el enfrentamiento entre Montoneros y un Perón decididamente recostado en la Ortodoxia, lo que no hizo sino marginar a la Tendencia del proceso político que se abría con la renuncia del presidente Héctor Cámpora el 13 de julio de 1973. En una primera aproximación de orden cronológico deberíamos comenzar por destacar un llamativo artículo de opinión de El Descamisado del 8 de mayo de 1973 referente a la defenestración del consejero juvenil Rodolfo Galimberti llevada a cabo días atrás por el propio líder justicialista en su residencia madrileña de Puerta de Hierro. El tema es bien conocido y ha sido repetidamente señalado como el primer punto de inflexión del proceso de ruptura entre Montoneros y Perón, cuya expresión más acabada tuviera lugar recién un año más tarde en el escenario de la Plaza de Mayo de aquel recordado 1º de mayo de 1974. Pero no por eso debemos perder de vista un dato que en buena parte de las reconstrucciones de estos hechos emprendidas bien con fines divulgativos-militantes, bien con fines de investigación histórica, ha sido pasado por alto o directamente tergiversado: los esfuerzos de la dirigencia montonera por minimizar el incidente, aprehendiéndolo como una decisión inherente al planteamiento que el propio ―comando estratégico‖ -Perón- venía desarrollando en su ―lucha contra el imperialismo‖. Se trataba de explicar que la ―salida de tono‖ de Galimberti proponiendo la formación de milicias populares había sido un error táctico; es decir, no era que no se estuviera de acuerdo con el contenido de la propuesta sino que ―aún no había llegado el momento para hacer público un anuncio semejante‖. En este marco de rectificaciones, el editorialista aprovechaba la ocasión para cuestionar la apelación a la ―tendencia revolucionaria‖, expresión que, curiosamente, reconocía haberse adoptado por ―comodidad del lenguaje‖ en una suerte de prolongación no etaria de la JP de las Regionales. Veamos entonces como se articulaba todo esto:

En el código peronista se traduce como un gesto deliberado de Perón que indica una corrección a la política expresada por Galimberti, pero de ninguna manera una desautorización a la concepción de esa política. ―Una buena concepción es la base del triunfo; pero en la ejecución está el arte.‖ Galimberti ha ejecutado mal una buena concepción y ha sido corregido por el maestro.

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Galimberti no puede ser separado del contexto que él expresó. Por esa razón, un profundo estado de deliberación interna conmueve a amplios sectores de Juventud Peronista y a lo que se ha llamado en una mala comodidad del lenguaje ―la tendencia revolucionaria‖.6

El dérapage de Galimberti debía ser ineludiblemente contextualizado al tiempo que el lenguaje parecía haberse independizado de los propios promotores de ese peronismo revolucionario -cuanto menos en esta versión propuesta desde Montoneros- al cuestionarse la pertinencia de la utilización del nombre Tendencia. Dicho de otro modo, esta palabra más o menos oficiosa de Montoneros parece querer salir al auxilio de la decisión del ―maestro‖, aunque no como un mero acto de devoción o pleitesía sino más bien para evitar poner de manifiesto una relación política conflictiva que la propia dirigencia montonera en absoluto podía desconocer. Lo cierto es que, lejos de denunciar a los dirigentes ortodoxos que atizaron la reprimenda en el referido ―proceso a Galimberti‖, optaron por reubicar el problema en tanto ―cuestión de orden organizativo‖ vinculado a la Juventud, a la que preferían que se identificara sin más adjetivos que JP (Regionales) antes que diluir su identidad en ese campo tanto más amplio y complejo de la referida Tendencia. Como bien es sabido, los violentos sucesos del 20 de junio de 1973 popularizados como la ―masacre de Ezeiza‖ -regreso definitivo de Perón al país- marcaron una línea divisoria, no tanto en lo que respecta estrictamente a la relación Perón-Tendencia sino antes bien a la exteriorización paulatina del conflicto. Entonces, la matriz del enfrentamiento Tendencia-Ortodoxia quedaba ya nítidamente edificada para convertirse en el molde con el que se procesarán los sucesivos conflictos políticos de aquellas provincias que ya comenzaban a ser directamente consideradas por propios y extraños, cuanto menos, como ―próximas a la Tendencia‖ así como otros enfrentamientos políticos del resto de la geografía nacional sobre los que la dirigencia montonera se encargará de extraer elementos que, en última instancia, reporten a la referida lucha interna del Movimiento Peronista.

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El Descamisado, Año 1, Nº 0, 8 de mayo de 1973, p. 12.

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Para El Descamisado los meses de junio y julio de 1973 transitaron entre unos denodados esfuerzos para definir la alineación del ―campo revolucionario‖ en el universo de los nuevos representantes populares del justicialismo y las denuncias de un presunto ―cerco‖ que rodeaba a Perón y que la Tendencia se disponía a romper. Un ejemplo de dicho intento, de poner en valor a quienes por entonces fueran considerados representantes del peronismo revolucionario, lo constituye la cobertura brindada al acto simbólico de asunción del mando del gobernador riojano Carlos Menem el 9 de junio de 1973 en el pueblo de donde era originario el caudillo decimonónico Facundo Quiroga. Al foto-reportaje de la fiesta popular que amenizó la ceremonia y a unas declaraciones del pintoresco gobernador donde ponía de manifiesto que ―La revolución del 25 de mayo [de 1973] tiene su sentido más profundo en la defensa que harán de ella la Juventud, las FAR y Montoneros. Hay aún muchos conservadores metidos en el Movimiento, en el gobierno nacional y esta es una lucha a muerte‖7, le siguieron la denuncia de lo ocurrido en Ezeiza con el regreso de Perón y una espectacular puesta en escena de la JP frente a la residencia del líder en Vicente López para anunciar que ésta rompía ―el cerco del brujo López Rega‖.8 En contraposición a los denunciados elementos ―retardatarios‖, también en aquel mes de junio de 1973, El Descamisado se trasladaba a la provincia de Salta para destacar una de las primeras y más osadas medidas adoptadas por el gobernador Miguel Ragone. Se trataba del procesamiento de los policías provinciales acusados de torturar a presos políticos y, concomitantemente, de la clausura de la atroz cárcel policial de la Alcaldía de la ciudad capital; unas medidas que fueron presentadas de boca del nuevo jefe de Policía provincial, Rubén Fortuny, un viejo dirigente peronista muy allegado al gobernador. Todo ello con una destacada producción fotográfica que incluía al referido y elogiado funcionario así como al estado de la cárcel clausurada y del centro penitenciario modelo en el que se encontraban entonces detenidos los policías acusados de torturadores con garantías de proceso y adecuadas condiciones de habitabilidad y aseo.9

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El Descamisado, Año 1, Nº 4, 12 de junio de 1973, p. 8. El Descamisado, Año 1, Nº 10, 24 de junio de 1973, pp. 1-7. 9 El Descamisado, Año 1, Nº 10, 24 de junio de 1973, pp. 12-16. 8

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Si la denuncia de casos de torturas y demás violaciones a los derechos humanos fueron un punto en común de las medidas iniciales de las gestiones gubernativas en las que participara la Tendencia, otro elemento sustancial a éstas fue el tema agrario, aquello de ―la tierra para quien la trabaja‖. En este sentido El Descamisado no dejó de poner en valor ya sea los propósitos del gobernador Bidegain y su ministro de Asuntos Agrarios Guillermo Gallo Mendoza de poner en marcha una serie de reformas legislativas avanzadas en la materia, o la más espectacular del gobernador de Santa Cruz Jorge Cepernic proponiendo la expropiación de unas 650.000 hectáreas pertenecientes a firmas vinculadas directa o indirectamente a la corona británica con fines de colonización.10 En particular, este último proyecto haría posiblemente de Jorge Cepernic uno de los gobernadores -junto a Oscar Bidegain de Buenos Aires- más estrechamente vinculado a la dirigencia montonera. Una constatación que se refuerza a medida que se avanza en la lectura de los números de estas publicaciones, poniéndose de manifiesto un permanente apoyo a su gestión exento de matices críticos como los que merecieron -también a excepción de Bidegain- el resto de sus colegas. En este sentido, ya avanzado el año 1974, cuando Cepernic se halle inmerso en una profunda crisis política que lo enfrentara a la mayoría de la Legislatura unicameral y al vicegobernador Eulalio Encalada, El Peronista hará suya la defensa del mandatario santacruceño en un artículo titulado: ―El obstáculo del gobierno tiene nombre y apellido: que renuncie Eulalio Encalada.‖11 Al abordar otras crisis provinciales como la de Formosa, en la cual los factores desencadenantes no estuvieron vinculados con acusaciones al gobernador Antenor Gauna de pertenencia a la Tendencia, la cuestión agraria parecía cobrar relevancia. A partir del nombramiento como ministro de Agricultura y Ganadería de un dirigente próximo a las Ligas Agrarias, El Descamisado se esforzó en destacar las iniciativas progresistas adoptadas en la materia revisión de adjudicaciones de tierras efectuadas por la dictadura militar o el impulso a una ley

10

En lo que respecta al proyecto de ley de expropiación de alrededor de 650.000 hectáreas de la provincia de Santa Cruz, El Descamisado publicaba una pormenorizada entrevista al ministro de Economía provincial Dr. Carlos Raúl Porto, ver: El Descamisado, Año 1, Nº 12, 7 de agosto de 1973, pp.22-23. Por su parte, en los que concierne a la política agraria del gobernador Bidegain, El Descamisado da especial cobertura en un artículo de finales de diciembre de 1973 a la entrega de 175 hectáreas para crear una experimental “Unidad Básica de Producción”, ver: El Descamisado, Año 1, Nº 32, 24 de diciembre de 1973, pp. 30-31. 11 El Peronista, Año 1, Nº 4, 14 de mayo de 1974, p.6, p. 28. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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de expropiación de latifundios con propósitos de colonización- y vinculó en buena medida la crisis provincial que acabará con la intervención a los intereses afectados por dicha política.12 Inclusive, al cubrir el episodio de la explosión de la aeronave que transportaba al gobernador Juan Manuel Irrazábal y al vicegobernador César Napoleón Ayrault de la provincia de Misiones, El Descamisado no ahorrará elogios hacia la ―política agraria reivindicativa‖ de un gobierno que limitaba las prácticas colusorias de los grandes productores de yerba mate y de té de la mano del ministro del ramo, Dr. Ramón Rosauro Arrechea. Ahora bien, resulta paradójico que se reivindicara la figura de este dirigente justicialista al tiempo que se atacaba al referente de la facción -escisión del MP- Tercera Posición Agustín Teófilo Puentes cuando, menos de dos años más tarde, con motivo de las elecciones para elegir a los nuevos mandatarios provinciales, la Tendencia promoviera una fórmula gubernativa encabezada nada menos que por Agustín Teófilo Puentes; y como si aquella contradicción no fuera suficiente, quien se hiciera acreedor de buena parte de los descalificativos en medio de aquella agitada campaña electoral de abril de 1975 era el otrora elogiado ex ministro Ramón Rosauro Arrechea, ahora candidato a vicegobernador por el oficialismo justicialista.13 Todas esas contradicciones fueron tributarias de la referida matriz del conflicto político intraperonista Tendencia-Ortodoxia; un conflicto que fue adquiriendo, desde mediados de 1973, unos rasgos muy marcados por la referida ―teoría del cerco‖ ideada por la cúpula montonera así como por la puesta en escena del combate a los ―burócratas y traidores del Movimiento‖. En este contexto comenzaban a producirse toda una serie de denuncias que procuraban darle la mayor nitidez posible a esa pretendida división dicotómica del campo político del Movimiento Peronista entre ―leales‖ y ―traidores‖. Tal es el caso de la provincia de Buenos Aires cuando El Descamisado, en su edición del 28 de agosto de 1973, interpretaba curiosamente la reciente crisis de gabinete del gobernador Oscar Bidegain que acabara con la salida de los ministros Mariategui (Gobierno) y Ferrara (Bienestar Social) junto a otros funcionarios vinculados a la Tendencia como un triunfo del ―campo popular‖, aduciendo que ―Falló la conspiración de Ca-

12 13

El Descamisado, Año 1, Nº 26, 13 de noviembre de 1973. El Descamisado, Año 1, Nº 30, 11 de diciembre de 1973, pp. 4-6; La Opinión, 08/04/1975, p. 14.

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labró [vicegobernador] y el Brujo [López Rega]‖.14 Parecía observarse una cierta dosis de pragmatismo en la publicación, evitando reconocer lo que a todas luces implicaba una derrota para la Tendencia -se alejaban destacados referentes de ese sector como el referido Ferrara, Troxler y Rolando García- y un debilitamiento del gobierno de Bidegain en aras de no profundizar un conflicto que ya no era sólo con la Ortodoxia sino con el propio Perón, presentándolo sólo como una ―derrota‖ de la presunta embestida del vicegobernador para desplazar al gobernador. A partir de ese impasse que transcurre entre la campaña electoral y las elecciones que llevarán por tercera vez a Perón a la presidencia, El Descamisado adoptará una posición de cerrada defensa del gobierno del Dr. Bidegain para seguir en esa misma línea, así como de denuncia permanente de las embestidas del vicegobernador Victorio Calabró para provocar su desplazamiento. Así, se hacía mención, por ejemplo, a unas declaraciones de Calabró, poco antes de asumir el cargo, afirmando que ―… a este bocadito [Bidegain] me lo como en tres meses‖.15 Se trató de una campaña que incluyó una destacada cobertura del Operativo Dorrego -ese programa de trabajo mancomunado entre el Ejército, la JP y el gobierno bonaerense para hacer frente a las tareas de reconstrucción vinculadas a las inundaciones que habían tenido lugar en la zona centro-oeste de la provincia- seguida, luego de la renuncia de Bidegain a finales de enero de 1974, de una cerrada oposición y denuncia de persecuciones políticas, corrupción y desgobierno en la gestión de Victorio Calabró.16 A partir de entonces, cierre de El Descamisado mediante, será La Causa Peronista quien no cesará de arremeter contra la figura del devenido gobernador Calabró en tanto exponente arquetípico del ―sindicalismo ortodoxo‖, ―vandorismo‖ o,

14

El Descamisado, Año 1, Nº 15, 28 de agosto de 1973, p. 26. Ibid. 16 Es importante destacar que la renuncia del Dr. Oscar Raúl Bidegain a la gobernación de Buenos Aires, hecha efectiva el 26 de enero de 1974 cuando fuera aceptada por la Legislatura, estuvo directamente relacionada con el discurso pronunciado por el presidente Perón el domingo 20 de enero luego del ataque del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) al cuartel de Azul, que tuviera lugar la noche anterior. Entonces, Perón al hacer uso de la palabra por cadena nacional le atribuía a las autoridades bonaerenses actitudes como la “desaprensión”, “incapacidad” y hasta la “tolerancia culposa” respecto a los sucesos de Azul. Este hecho, marcará una línea divisoria tajante en el derrotero de la relación entre el gobierno nacional y los “gobernadores cuestionados”, puesto que es a partir de los sucesos de Azul cuando comiencen a hacerse efectivo lo que hasta entonces eran amenazas de destitución de los denominados “gobernadores próximos a la Tendencia”. 15

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directamente, de la ―burocracia sindical traidora al Movimiento y a Perón‖.17 Hasta aquí, tanto respecto a Santa Cruz como a Buenos Aires, no parecían percibirse fisuras en la consideración de estas publicaciones hacia las gestiones de gobierno de esas provincias. No obstante, en la labor de delimitación del campo amigo-enemigo con un Movimiento Peronista en el poder, la Tendencia comenzaba a dejar entrever no pocas contradicciones en la medida en que Montoneros hegemonizaba ya sin matices dicho espacio e iba dejando lastres en el camino como ocurrirá, hacia marzo de 1974, cuando el grupo que dos meses más tarde se articule como Lealtad se decante por la ruptura. Unas contradicciones que fueron poniendo a prueba a los ―gobernadores leales‖ al mismo tiempo que los dejaban cada vez con menores márgenes de gobernabilidad y, por tanto, al acecho de los ataques de la Ortodoxia y expuestos a intervenciones federales en momentos en los que el tiempo apremiaba. Entonces, El Descamisado y luego La Causa Peronista sostuvieron hasta último momento -en general con muy pocos matices- al gobernador Ricardo Obregón Cano y al vice Atilio López en Córdoba. Esto ocurrió bien frente al ataque del Consejo Provisorio del MP por sus adhesiones al acto montonero del 17 de octubre en la Plaza Vélez Sarsfield de la capital en 1973, bien frente al embate del lookout patronal de los transportistas urbanos de pasajeros al comenzar 1974. Ahora bien, la situación será diferente frente al caso de Mendoza o inclusive, aunque algo menos acusado, al de Salta, cuando la deriva de los procesos políticos de estas provincias dejen en una franca posición de debilidad a sus mandatarios.18 El golpe policial conocido como Navarrazo, en ―homenaje‖ a quién quedara al frente del operativo golpista Tte. Cnel. (RE) Antonio Domingo Navarro, que derrocara a Ricardo Obregón Cano y a Atilio López en Córdoba ha superado en audacia y espectacularidad a los finales de las otras cuatro gestiones de gobierno estudiadas. Un final que, por su brutalidad, hizo menos visible ciertas críticas que desde el peronismo revolucionario venían recayendo sobre la gestión del gobernador cordobés. Tal fue el caso del sector del Peronismo de Base tributario de la Tendencia aunque desligado de Montoneros- y de su revista Militancia cuando 17

El Descamisado, Año 1, Nº 29, 4 de diciembre de 1973; El Descamisado, Año 1, Nº 37, 29 de enero de 1974. La Causa Peronista, Año 1, Nº 7, 20 de agosto de 1974. 18 El Descamisado, Año 1, Nº 35, 15 de enero de 1974; El Descamisado, Año 1, Nº 37, 29 de enero de 1974; El Descamisado, Año 1, Nº 38, 5 de febrero de 1974; El Descamisado, Año 1, Nº 39, 12 de febrero de 1974. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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pusiera de manifiesto ciertos errores de Obregón Cano en el manejo de la crisis que desembocara en el Navarrazo.19 Allí, podían leerse como si se tratara de un reflejo de esas otras tantas críticas referidas a ―la falta de contundencia respecto al enemigo‖, ―hacerle el juego a la burocracia‖, etc., que algunos de sus colegas -principalmente Martínez Baca- venían recibiendo en dosis mucho más importantes cuando el tiempo y las circunstancias políticas apremiaban, una vez iniciado el otoño austral. Por el contrario, frente al Navarrazo, El Descamisado ofrecía una interpretación justificativa de la ―ausencia de movilización popular‖ que contrastaba con la dureza de Militancia:

¿Por qué no hubo reacción popular? (…) Las causas son múltiples… El pueblo no salió a la calle porque no es estúpido, porque cualquier movilización hubiera sido una masacre.20

Pero, insistimos, este grado de comprensión le sería negado al gobernador mendocino Alberto Martínez Baca, un mandatario cuya gestión mereció un minucioso seguimiento tanto de El Descamisado como de sus sucesores La Causa Peronista y El Peronista. En todos los casos, la crisis mendocina aparecía especialmente planteada como una dura puja entre el eje traidor de ―la burocracia y el vandorismo‖ y el bando de los ―leales‖ en el que, lógicamente, se ubicaban el gobernador y la propia Tendencia. Desde junio de 1973, cuando comenzaban a aparecer los primeros roces entre el gobernador y el titular de la CGT regional Carlos Fiorentini y el sindicalista vicegobernador Carlos Mendoza, la figura de Martínez Baca ya trasuntaba cierto dejo de debilidad. Esta situación nos remite directamente al mes de octubre cuando El Descamisado titule su informe del conflicto provincial en términos de una exigencia concreta: ―No le pedimos, compañero gobernador, le exigimos que no afloje‖.21 Y aún cuando, en el mes de noviembre, aquella publicación siguiera apostando por el mandatario mendocino al presentar la solución a la crisis de gabinete de finales de octubre y comienzos de noviembre de 1973 bajo un 19

Militancia Peronista para la Liberación, Año II, Nº 36, 7 de marzo de 1974. El Descamisado, Año 1, Nº 45, 5 de marzo de 1974, p. 8. 21 El Descamisado, Año 1, Nº 24, 30 de octubre de 1973, p. 26. 20

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titular del tipo ―El gobernador leal confirmado. El pueblo lo llevó en andas‖22, hacia el otoño de 1974 la posición de la Tendencia, por la vía de la cúpula montonera, tomaba un cariz bien diferente. Hacia el mes de abril de 1974, cuando la Legislatura decidiera someter al gobernador a juicio político, El Peronista encabezaba su análisis de la situación afirmando:

La burocracia quiere otra gobernación. Martínez Baca facilitó su camino. (…) Martínez Baca, acosado por el vandorismo, no se apoya en el pueblo.23

De allí en adelante, la Tendencia tomaba prudente distancia del mandatario mendocino. En este sentido, cuando la intervención federal a la provincia ya era un hecho, podía leerse su sentencia en un pie de foto de La Causa Peronista de agosto de 1974 al sostenerse que ―Martínez Baca cae cuando el pueblo le exigió no aflojar, transó. Cuando el pueblo le ofreció apoyo, hizo arreglos de salón. Ahora cae‖.24 Así se precipitaba el final de Martínez Baca mientras Montoneros asistía a su caída como quién contempla un fenómeno natural que no por desgraciado puede ser evitado. Pero estas actitudes parecían exceder el plano de la política local para erigirse en una estrategia de más amplio alcance. La Tendencia ya no tenía por entonces otros elementos que no fueran los que daban forma a Montoneros y de este modo las posiciones que apostaban por trabajar en el ―frente de masas‖ o sacarle partido a la participación en gestiones gubernativas afines habían perdido toda relevancia. En el mes de octubre, la presidenta Isabel Perón intervendría el Poder Ejecutivo de la provincia de Santa Cruz, dando por finalizada la gestión de Don Jorge Cepernic sin que tampoco desde la Tendencia -desde el mes de septiembre ya sin prensa en la calle- se percibiera el menor atisbo de resistencia. Y lo mismo ocurrirá a finales del mes de noviembre con el último de los gobiernos sospechados y acusados de pertenecer a la Tendencia, el de Miguel Ragone en Salta. Por entonces, los apoyos de la Tendencia al gober22

El Descamisado, Año 1, Nº 26, 15 de noviembre de 1973, p. 30. El Peronista, Año 1, Nº 1, 19 de abril de 1974, p. 47. 24 La Causa Peronista, Año 1, Nº 5, 6 de agosto de 1974, p. 22. 23

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nador salteño también parecían flaquear. El lenguaje elegido por El Peronista en sus definiciones sobre la exitosa resolución de la embestida que le urdiera la gente del vice gobernador Olivio Ríos en mayo de 1974 reflejan ese estado de ―toma de distancia‖ de los otrora ―gobernadores leales‖:

Ragone volvió. Se sentó en el sillón y puso las cosas en su lugar. El pueblo de acuerdo, con una condición: que la participación popular sea efectiva. (…) Romero quiere la manija. Ragone la tiene pero no la puede usar; y el pueblo exige participación.25

REFLEXIONES FINALES La breve aunque intensa historia de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo en el gobierno aparece atravesada antes que nada por una cierta sensación de incomodidad o, más bien, de cierta dificultad de encaje como si, en palabras de uno de sus miembros, el ex subsecretario de Asuntos Agrarios del gobierno bonaerense de Oscar Bidegain, se viniera ―…construyendo un proyecto político-militar de forma sólida, que es como si fuera una viga de acero y a partir de determinado momento, la distancia que hay a la situación actual es de tergopol…‖26. Una debilidad que parecía mezclarse con una dosis de falta de convicción en la apuesta por un proyecto de ―liberación nacional y social‖ construido desde adentro, desde el gobierno. Por cierto, unos gobiernos que, tal como lo ponían de manifiesto sus propias publicaciones, se los reconocía como propios en muchas circunstancias sin que por ello se evitaran los reproches o el escepticismo, tal como se hiciera particularmente evidente en los casos de Mendoza y de Salta o que inclusive llegaran a rozar, aunque tangencialmente, al de Córdoba. Aún con ese décalage, la vinculación y participación de la Tendencia en estos gobiernos fue una realidad que se hizo efectiva inclusive más allá de la voluntad estricta de la cúpula mon-

25 26

El Peronista, Año 1, Nº 4, 14 de mayo de 1974, p. 6. Entrevista a Alejandro Peyrou, Buenos Aires, 20/04/2009.

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tonera. En este sentido, me parece importante puntualizar que mucha de la gente del espacio de la Tendencia que formó parte activa de los gobiernos provinciales estudiados si bien tenían un canal de vinculación ineludible con Montoneros no eran miembros de esa organización políticomilitar. Además, en cada provincia el espacio de la Tendencia tuvo una configuración idiosincrática de la que no es ajena la propia urdimbre de la política local, aún cuando finalmente Montoneros acabara articulando el espacio, sea para potenciarlo o para restringirlo, como ocurrió al final del período estudiado. Tampoco puede perderse de vista otros componentes con los que los propios elementos de la Tendencia dieron forma y sentido a los gobiernos de Bidegain, Obregón Cano, Martínez Baca, Cepernic y Ragone: esa autopercepción, tal como puede leerse en las publicaciones analizadas, de ―estar escribiendo la historia‖, haciendo así de la Tendencia un verdadero ―vehículo de la historia‖. Y desde luego, en ese escribir de la historia en el marco de la experiencia gubernativa de la Tendencia en los gobiernos provinciales no estuvieron ausentes ni su apropiación cuando desde El Descamisado se afirmaba que el ―objetivo de los enemigos de adentro [es] tirar contra los gobernadores‖27, ni su desinterés posterior. Por último, cabe subrayar una vez más la relevancia de las publicaciones comentadas como fuentes que reflejan esa compleja trama de contradicciones políticas del peronismo revolucionario del período 1973-74, donde emerge un maniqueísmo infantil que por momentos parecería erigirse en su marca identitaria. Así, no faltaron prácticas de combate al ―enemigo interno‖ a través de puestas en escena que parecían por momentos un divertimento en medio de la potente ofensiva de la Ortodoxia y/o del gobierno nacional.28 No obstante, aún con todas estas contradicciones que condujeron a la Tendencia a perder el control de esas cinco situaciones provinciales al tiempo que su propio nombre se reducía sin matices al de Montoneros, consideramos que es pertinente la referencia a los cinco gobiernos estudiados como vinculados a la Tendencia. Sostenemos esto aún cuando sus gobernadores en ningún caso fueron montoneros ni tampoco sus gobiernos como tales lo serían. Pero claro, allí se interpone ese complejo actor político colectivo que el propio desarrollo de la historia del peronismo revolucionario de comienzos de los 27 28

El Descamisado, Año 1, Nº 24, 30 de octubre de 1973, p. 28. El Descamisado, Año 1, Nº 41, 26 de febrero de 1974.

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setenta convino en denominar Tendencia y que en sus diversas modalidades sí que acabó designando el complejo entramado político de esos cinco gobiernos, quienes, puede decirse, compartieron un mismo significante.

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Una Sociedad para la Nueva Capital La Plata 18801914. Por Javier Bonafina En 1890 los viajeros que visitaban la República Argentina recibían la recomendación de visitar la ciudad de La Plata. Para ello podían hacer el viaje dirigiéndose a la estación central, a la que llegaban en coche tirado por caballos, sacaban el boleto y se subían al tren. El recorrido atravesaba la Boca y Barracas al Sud (actual Ciudad de Avellaneda), a lo largo de terrenos anegadizos rodeados de galpones y cabañas de madera; se pasaba por Quilmes, que era una pequeña ciudad, rodeada de villas y jardines, y después de una hora y media a través de una zona sin ningún tipo de construcciones se llegaba a la monumental estación de La Plata. Uno de estos viajeros extranjeros que había visitado la ciudad en 1890, mencionaba: ―…Absolutamente desolado es el aspecto de esta gran ciudad de casas dispersas, en que cada calle termina bruscamente en una llanura abierta y desierta. Allí hay de todo, dirán; sí, de todo…salvo habitantes y una razón de ser. ¿Por qué?, pero, ¿Por qué? A cada instante, uno se pregunta por qué esto y por qué aquello, cuando se pasea por esta ciudad incomprensible en donde parece haber soplado un viento de locura. ¿Por qué, por ejemplo, la ciudad se construyo a 5 kilómetros del puerto, proyectado al mismo tiempo que ella e inaugurado con gran pompa y discursos a discreción en marzo de 1890? …‖29 Eran muchas las voces que temían que la ciudad de La Plata permaneciera en ―el estado curioso de extravagancia provincial‖30. Estaba claro que en América del Sur la creación de una ciudad no era en absoluto, una cuestión tan sencilla y tan lógica como en los Estados Unidos; no Alumno de la Maestría en Historia, tesis dirigida por Francis Korn. Child Theodore en Les republiques hispano-américans. Ouvrage illustre de 151 gravures et de 8 cartes. París, Libraire Ch. Herissey, 1891: 480 pp. Cap. “A travers de L´Argentine. En province”. Pp. 332-343: Citado en Barcia, Pedro. La Plata Vista por los viajeros 1882-1912, ediciones del 80 y Librería Juvenilia, 1982. La Plata, República Argentina. pp. 181-181. 30 Child Theodore, op. cit. 29

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existían en América del Sur fábricas que ocuparan a millares de obreros, ni tampoco enormes molinos, no había, por lo tanto, ninguna necesidad de ciudades industriales. Las ciudades comerciales, por otra parte, se fundaban y crecían allí donde eran necesarias, como lo probaban Buenos Aires y Rosario o con posterioridad la ciudad de Avellaneda. Por otra parte, la industria ganadera no exigía ciudades, mientras que la industria agrícola tenía sus mercados a lo largo de los ríos y de las líneas ferroviarias. Incluso para sus mayores detractores, la fundación de La Plata y su construcción en tiempo record para la época, constituía uno de los fenómenos sociológicos más extraordinarios de finales del siglo XIX. Para los observadores de la época el porvenir de la ciudad no podía ser ni industrial, ni comercial, y tampoco había posibilidades de que se transformase en un centro de la agitación política, dado que la vida política de la provincia estaba concentrada en la ciudad de Buenos Aires, la capital nacional. Los primeros diez años de la década del ´80, habían sido importantes en términos de especulación en la compra-venta de terrenos y la construcción, pero un desastre político, la derrota de Rocha en las presidenciales en 1886, y otro de carácter económico y político, la crisis y la revolución de 1890, le impusieron un freno al crecimiento. El único destino que parecía tener la ciudad, era la de convertirse en una ciudad de funcionarios, pero por desdicha, como lo habían constatado muchos observadores de la época, ellos no querían habitar en ella y tomaban a la mañana y por la noche, de ida y de vuelta, el tren de lujo de la Compañía de trenes del Sur, para regresar a Buenos Aires. La Plata parecía ser, en 1890, un instructivo ejemplo de las pasiones inmoderadas por las empresas gigantescas y de la tendencia a forzar la marcha del progreso que había caracterizado a la sociedad política argentina durante la década de 1880. La ciudad se encontraba atravesada por los ideales del progreso ilimitado que habían signado todos los esfuerzos del Siglo XIX, la fe en el progreso fue el faro del Siglo XIX, la Revolución Industrial y el ferrocarril, las nuevas ideas científicas y un mundo que cambiaba a una velocidad vertiginosa, la expansión de las fronteras conocidas y el crecimiento de las ciudades. Todo ello sostenido por seres humanos de nuevo cuño: Escritores, políticos, profesionales, soldados, periodistas, hombres y mujeres que tenían la necesidad de abarcar todos los aspectos del pensamiento y de la acción. Los datos del primer Censo Nacional de 1869 sobre el Partido de Ensenada, dan cuenta de una extensión de 1.086 Km2, con una población de 4.440 habitantes. La cantidad de argentiRegistro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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nos era de 3.652, cifra que representaba un 82,3% del total de la población; por su parte los extranjeros significaban el 17,7% restante, con un número de 788 personas, entre alemanes, españoles, franceses, italianos y algunos portugueses y suizos.31 Según el Censo Provincial de 1881, la población aumentó a 6.962 habitantes discriminados en 4.624 argentinos y 2.338 extranjeros. Durante todo este periodo se advierte un predominio del elemento nativo en la composición poblacional de la zona.32 De acuerdo al primer Censo de población levantado en la ciudad de La Plata en 188433, los argentinos ascendían a 2.278, mientras que los extranjeros representaban 8.129 personas. Estas cifras indican una marcada superioridad de residentes que procedían de otras nacionalidades al representar un 78,1% de la población (respecto de los argentinos), que significaban un 21,9%. El número mayoritario correspondía a los italianos (dado que llegaban al 44,1%), seguidos por los españoles que significaban un 8,4%, y los franceses un 3,7%, otras nacionalidades sumaban un 19,5%. En su totalidad la población para marzo de 1884 alcanzaba a 10.407 personas. Las profesiones declaradas eran las de albañiles, carpinteros, jornaleros, comerciantes, lavanderas, cocheros, cocineros, etcétera. En noviembre de 1884, se efectuó un segundo Censo Municipal que computó una población de 21.349 personas. La comisión que elevó el censo, aclaró que no se habían contabilizado los obreros que trabajaban en el puerto, pero calculó que ellos y sus familias totalizarían algo más de 1.500 personas. Ese organismo agregó que ―El obrero que viene aquí atraído por el

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Primer Censo de la República Argentina, Verificado en los días 15,16 y 17 de Setiembre de 1869, bajo la dirección de Diego G. de la Fuente, Superintendente del censo, Buenos Aires, Imprenta del PORVENIR, calle de la defensa ° 129, 1872. Se llevó a cabo bajo la presidencia de Domingo F. Sarmiento hacia finales del la guerra con Paraguay (1865-1870). 32 Primer Censo de la Provincia de Buenos Aires 1881. Ordenado por su Gobernador Dr. Dardo Rocha e Impreso en Imprentas Emilio Coni, Buenos Aires. Originales que pueden hallarse en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires y en la Hemeroteca de la Biblioteca del Honorable Concejo Deliberante de la Provincia de Buenos Aires 33 Primer Censo de La Ciudad de La Plata 1884. Ministerio de Gobierno, oficina de estadísticas general, Censo de La Plata, Capital de la Provincia de Buenos Aires, población, comercio e industria, levantado el 25 de marzo de 1884, Buenos Aires, 1884. pp. 7-10. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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halago de los altos jornales y el trabajo constante, tiende a radicarse adquiriendo terreno sobre el que levanta su modesto hogar‖.34 En octubre de 1885, se realizó un tercer Censo de población que dio un total de 26.327 habitantes distribuidos de la siguiente manera: en la ciudad, 13.869 personas; en Ensenada, 4.535; en Los Hornos (lugar en donde se habían radicado los hornos de ladrillo) 3.186; en el parque, 116; en las quintas y chacras 2.394 y en los cuarteles rurales 2.227. En la clasificación, según la edad, se totalizaron 13.382 varones entre 15 y 50 años. Con respecto a las nacionalidades, los argentinos eran 10.480, mientras que el total de extranjeros llegaba a 15.847, de estos últimos, los italianos sumaban 10.809, los españoles 2.246, los franceses 1.045 y los uruguayos 719. Otras nacionalidades 1.028. Las profesiones más numerosas seguían siendo las de albañiles, jornaleros, comerciantes, carpinteros, dependientes, empleados públicos y privados y agricultores. La población del partido de La Plata durante el año 1890, de acuerdo al censo de la Provincia de Buenos Aires de ese año, incluía 27.709 argentinos y 37.881 extranjeros totalizando una población de 65.610 habitantes. La crisis de 1890 hizo sentir sus efectos, provocando la paralización de las obras públicas y de la construcción privada. Esto originó el desplazamiento poblacional hacia otras zonas. El segundo Censo Nacional de 189535 registró un total de 60.991 habitantes, de los cuales 33.534 eran argentinos y 27.457 extranjeros. Estas cantidades evidencian un incremento de la población nativa, tendencia que se acentuará en los censos de 1909 y 1914. Debe considerarse que ese aumento se debió a los hijos de extranjeros que se habían radicado en las décadas anteriores. Por otra parte se produjeron cambios en el esquema ocupacional debido a la cantidad de personas que se empleaban en las actividades administrativas, proceso que se acentuó por falta

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Segundo censo de Población efectuado por la municipalidad en Noviembre de 1884. Citados por Coni, Emilio. Reseña Estadística y Descriptiva de La Plata. Ministerio de Gobierno, 1885. Buenos Aires. La República. 1885. Pag. 158 35 Segundo Censo de la República Argentina, mayo 10 de 1895. Decretado en la administración del Dr. Saenz Peña, verificado en la del Dr. Uriburu; Comisión directiva Diego G. de la Fuente, Gabriel Carrasco, Alberto B. Martinez, Vocales; T. II Población, Buenos Aires, taller tipográfico de la penitenciaría Nacional, 1898. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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de industrias en la zona y la proximidad de un centro de desarrollo industrial como era el de Buenos Aires. El Censo de la Plata realizado en 190936, dio una población de 95.126 habitantes; un 64% de ese total eran argentinos y el 36% restantes, extranjeros. En la población extranjera seguían predominando los italianos, que sumaban 19.356, seguidos en importancia por los españoles, que alcanzaban a 8.520, luego los uruguayos que totalizaban 2.138 y el resto de nacionalidades 3.959. El tercer Censo Nacional de 191437 arrojó una cantidad de 137.413 personas distribuidas de la siguiente manera: en la ciudad. 90.436, en Ensenada, 13.779; en Tolosa, 5.616; en Berisso, 8847, en Villa Elisa, 2.171; en Villa Garibaldi, 3.103; Los Hornos, 5.229: Romero, 4.440; población fluvial, 2.898, y en las Islas, 1.144. De ese total 87.007 eran argentinos y 50.406 extranjeros. La tendencia imperante en la edad de la población, demuestra que para 1895, en las edades activas, los extranjeros representaban un mayor porcentaje que los nativos, mientras que los niños eran en su mayor parte argentinos. Si comparamos la cifra total de la población de Ensenada, según el censo nacional de 1869 (4.440 Habitantes), con las del Censo de La Plata de 1884 (10.407 habitantes), observamos un crecimiento de 234%. Este incremento se acentúa con el correr del tiempo, por lo menos hasta 1895, en donde se advierte un descenso en relación a la población de 1890. Tal disminución se da únicamente en la composición de extranjeros, no así en el número de nativos que sigue aumentando y la supera en número. Las causas de este cambio en la composición demográfica estuvieron dadas por: a) el ritmo de construcciones había disminuido y muchos extranjeros 36

Censo General de la Ciudad de La Plata, Capital de la Provincia, población, propiedad, Comercio e Industria. La Plata, talleres “La Popular”, 8 y 46, 1910. 37 Tercer Censo de la República Argentina, 1914, Se realizó bajo la presidencia del Dr. Roque Sáenz Peña. En 1913, se dictó la Ley N° 9.108 que ordenó el levantamiento del Tercer Censo Nacional de la República Argentina, el cual debía realizarse el 1° de junio de 1914 durante el período presidencial del Dr. Victorino de la Plaza. En comparación con los dos primeros censos nacionales, el de 1914 mejoró la realización del relevamiento; por ejemplo, redujo el radio de acción de cada empadronador, hecho que permitió un mayor control. En el total del país actuaron 67.020 empadronadores, cada uno de los cuales censó un promedio de 118 habitantes. Si sumamos a los inspectores, miembros de las comisiones, secretarios, etc., que participaron del operativo, el número total de colaboradores resultó de 79.314 personas. Es decir, teniendo en cuenta la población total, correspondieron 99 habitantes a cada colaborador, mientras que en los dos censos anteriores (1869 y 1895) esta relación había sido de 471 y 233 respectivamente. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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buscaron trabajos en otros lugares; b) el crecimiento vegetativo beneficio a los nativos; c) las tareas administrativas hicieron posible que muchos nativos se trasladaran a la nueva capital como funcionarios públicos; y d) el fracaso del proyecto político de Dardo Rocha en 1886 y la posterior crisis de 1890 afectaron duramente a la ciudad. Una aproximación a la historia comparada de las ciudades más importantes hasta 1914, nos revela que en la ciudad de Buenos Aires, entre 1869 y 1914 la población creció el 742% y los edificios de vivienda aumentaron un 733%. La ciudad de Rosario, creció en su población, desde 1869 hasta 1914, el 860% y que para 1869 tenía 23.169 habitantes, lo que hacía un número de 369 familias por cada 100 casas, de las cuales el 59% eran de paja y el 41% de azotea y cuerpo. Para el censo de 1895 la cantidad de viviendas se había triplicado, aunque solo el 41% eran de azotea, porcentaje que para 1910 llega al 93%.38 Si comparamos con la recientemente fundada La Plata que para 1914 llega a tener 137.413 habitantes, y tomando como punto de partida el momento de instalación de los poderes públicos en 1884 (10.427 habitantes), encontramos que creció el 1.320%. Por otra parte, si tomamos un año emblemático, como puede ser 1890 (65.610 habitantes), observamos que la población creció el 630%. En tanto que la construcción de viviendas llegó, precisamente en ese año, a su punto más álgido, dado que en 1884 se censaron 2.646 viviendas y en 1890 la cifra de nuevas viviendas para Enero es de 10.857, haciendo que el incremento sea del 928%. La mirada del observador que citábamos al comienzo presenta algunos problemas con los datosque nos muestran los censos. En todo caso, es posible imaginar que en 1890 la crisis política y económica había dejado a la ciudad devastada en términos de lo que había representado su crecimiento a partir de la instalación de los Poderes Públicos en 1884. El ´90 fue un momento de inflexión en la historia de la ciudad que, al no contar ya con el auxilio del poderoso Banco de 38

El número de propietarios de vivienda fue en aumento y no sólo creció más que la población, sino que creció durante el período, con un 60% de extranjeros entre ellos. A partir de una sólida base estadística los trabajos de F. Korn, establecen algo tendió a obviarse en los estudios posteriores, “entre 1887 y 1914 la población aumento un 264%, mientras que los propietarios crecieron 400%”. Cfr. Korn, Francis; Buenos Aires: los huéspedes del 20 Buenos Aires, AR Sudamericana 1974.Buenos Aires 1895: una ciudad moderna. Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Tella, 1981. La vivienda en Buenos Aires 1887-1914. En autoría con Lidia de la Torre. Desarrollo Económico, Vol. 25, No. 98 (Jul. Sep., 1985), pp. 245-258. Korn F. Sigal Silvia, Buenos Aires antes del centenario: 1904-1909, 1a ed. Buenos Aires: Sudamericana, 2010. Buenos Aires, mundos particulares: 1870-1895-1914-1945. Buenos Aires: Sudamericana, 2004. Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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la Provincia de Buenos Aires, vio disminuido su potencial de crecimiento. Sin embargo, la sociedad siguió constituyéndose con la experiencia de los fracasos y los pequeños triunfos de aquellos que soñaban con una nueva vida. Recién para los primeros años del Siglo XX la ciudad conocerá nuevamente las oportunidades dormidas en los pliegues de su sociedad. Para ese momento, parte de la autonomía con la que se había constituido la ciudad en relación con el poder del ejecutivo nacional, comenzaba a llegar a su fin. La nacionalización de la Universidad Provincial en 1905, representaría la última derrota de Rocha y su alejamiento definitivo de la vida pública de la ciudad. La historiografía ha tendido a solapar la importancia de la fundación de la ciudad de La Plata y con ella, también, la oportunidad de analizar cómo se construye una sociedad con una sociedad con una burocracia estatal que aún se encuentra en formación.

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Novedades El Orden Conservador. La política argentina entre 1880-1916. Natalio Botana Editorial Edhasa, Colección Ensayos, 2012.

El orden conservador es un hito en la historiografía argentina. Es el libro que analiza y explica un período clave de la política nacional: el que va de 1880 a 1916. Hasta el momento de su publicación, se descontaba que en esos años había comenzado la Argentina moderna. Y se intuían una serie de razones para tal transformación. Certezas dispersas, valiosas aproximaciones, aunque no una interpretación cabal y exhaustiva. Podría decirse que Natalio R. Botana emprendió la tarea de volver inteligible una época tan rica Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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como compleja, marcada por el progreso. El proceso histórico de esta transformación impactará, como es natural, en la sociedad y en el desarrollo del Estado. Durante más de tres décadas, la dialéctica entre la reforma y la conservación del sistema político heredado signará el país. Al mismo tiempo, llegan oleadas de inmigrantes, se amplían los derechos cívicos y se incrementa la conflictividad social. Nacía otro país, aunque en aquel momento quizás esto no fuera tan claro como ahora. En esta coyuntura, que incluye crisis, avances y retrocesos a veces dramáticos, ¿cuál fue el papel de los sucesivos presidentes? ¿Cómo fueron las relaciones entre la administración nacional y las provincias? ¿Qué negociaciones entrañó la búsqueda de un equilibrio que permitiera el buen gobierno? ¿Cuáles fueron las disputas dentro de la elite gobernante? ¿Hubo una elite o hubo un juego de hegemonías cambiantes? Cada una de estas preguntas implica actores políticos, alianzas y rupturas, ideas en pugna. El resultado será, entre otras cosas, un país con un nuevo perfil productivo, un lugar preeminente en el mundo, un sistema federal renovado, y la sanción de la llamada Ley Sáenz Peña, de voto obligatorio para los hombres. También el fin de una era, porque tras 1916 los conservadores, como partido organizado, no volverán a gobernar. E1 orden conservador devela ese mapa, y permite entender una trama que involucro fuerzas políticas, ambiciones sociales, oportunidades económicas. Libro mayor, esta es su edición definitiva, e incluye un nuevo post-scríptum que analiza las contribuciones que otros investigadores han hecho al mejor entendimiento de un momento clave de nuestra historia.

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Bernardino Rivadavia. El primer presidente argentino. Klaus Gallo. Editorial Edhasa. Colección Biografías Argentinas, 2012

En la galería de debates en torno a próceres del siglo XIX, pocos han sido tan intensos y contrastados como el que generó (y aún genera) Bernardino Rivadavia. La tradición historiográfica liberal lo considera el primer gran modernizador argentino, aquel que hace cambios decisivos en las instituciones criollas, que pone límites al poder de la Iglesia y se enfrenta a las reaccionarias costumbres culturales heredades de España. Para los revisionistas, en cambio, Rivadavia es poco menos que un traidor, alguien que prácticamente entrega la nación a Inglaterra, entre otras acusaciones de no menor calibre: unitario, centralista, etc. Estas controversias, de algún modo, han impedido hacer una justa valoración de su figura. La impugnación masiva o la defensa irrestricta no suelen ser buenos caminos para entender la carrera de un político. Y más si los tópicos son la salvación de un país o su Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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entrega. Sin caer en simplificaciones, Klaus Gallo reconstruye el ideario y la trayectoria de Bernardino Rivadavia desde fines del siglo XVIII, cuando era un joven abogado que admiraba a los pensadores progresistas ingleses y franceses, hasta su muerte. Analiza el impacto que tuvieron sus ideas en la generación de Mayo, su accionar en la Revolución y durante la década siguiente, y su labor como Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y luego como Presidente. ¿Cuál fue la trama del tristemente célebre préstamo de la Baring Brothers? ¿Cómo influyeron las reformas que Rivadavia emprendió? ¿Sentó las bases para un nuevo modelo de sociedad o se han exagerado sus influencias? La imagen resultante es un Rivadavia casi inédito. Con luces y sombras, naturalmente, con medidas de estadista impar, con pasos en falso. Biografía ejemplar, elude de la primera a la última página las afirmaciones demagógicas y sin argumentos, ese vicio tan usual de tomar un hecho aislado y deducir de él un mundo entero. Antes bien, piensa a Rivadavia en su tiempo, con las decisiones que tuvo que tomar entonces, en un determinado contexto. Que la historia haya hecho de él un héroe o un villano se explica por los usos políticos que su nombre permitió, y no siempre por lo que efectivamente hizo.

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La rotativa de Dios. Prensa Católica y Sociedad en Buenos Aires: El Pueblo, 1900-1960. Miranda Lida. Editorial Biblos. 2012

El militante del más rancio integrismo, el diario católico El Pueblo (1900-1960) de la ciudad de Buenos Aires fue un producto de su tiempo. Nació y se expandió en una época de gran esplendor para el periodismo urbano, en especial, de corte popular. A pesar de todas las suspicacias que el catolicismo podía tener con este tipo de periodismo, ya sea por razones ideológicas o morales, El Pueblo calcó algunos de sus rasgos más arquetípicos. En sus mejores Registro de la Propiedad Intelectual. Todos los artículos han sido publicados con autorización del autor.

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tiempos, que coincidieron con la década de 1930, llegó a vender más de cien mil ejemplares y aspiró a circular más allá de las sacristías. Este libro reconstruye su historia, concentrándose no sólo en le discurso integrista del diario, por demás previsible, sino además su circulación, su público y sus estrategias para captar lectores –no muy diferentes, por cierto, a las de los demás diarios comerciales.

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Graduados 2012 Maestría en Historia Susana Taurozzi

Licenciatura en Historia De Paul

María Catalina

Diaz Rhein

Agustina

Nigro

Malena

Ojeda Silva

Nahuel Hernan

Tcherkaski Legrand

Tomás Juan

Von Thungen

Maximiliano

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Posgrado en Historia Maestría en Historia Doctorado en Historia Programa de Actualización en Historia Contemporánea Ingreso 2013 Jueves 6 de diciembre de 2012: Reunión Informativa Programa de Actualización en Historia Contemporánea. Miércoles 27 de febrero de 2013: Reunión Informativa Maestría y Doctorado en Historia Comienzo de clases: 18 de marzo de 2013

Programa de Becas La Maestría y el Doctorado en Historia ofrecen un programa de becas con reducciones arancelarias. Beca Mejor Promedio, se les otorgará a los graduados en Historia con mejor promedio de universidades públicas una beca completa (100%) para cursar el Posgrado en Historia. Se les otorgará a los graduados en Historia con el segundo mejor promedio de universidades públicas una beca del 70% para cursar el Posgrado en Historia. Adicionalmente, el Posgrado en Historia ofrece un programa de becas parciales o ayuda financiera para quienes no cumplan con el requisito de mejor promedio. Becas Graduados del Interior, para acceder a una beca total es requisito ser graduado en la carrera de Historia con título de universidad nacional, que se encuentren fuera del área metropolitana. Se deberá presentar un proyecto de investigación en curso, con carta de recomendación del Director del Candidato, el que será evaluado por el Comité Académico del Posgrado. Beca José Luis Romero, para realizar el Doctorado en Historia en la Universidad Di Tella. La Beca José Luis Romero, el homenaje de la Universidad Torcuato Di Tella a uno de los más destacados historiadores argentinos, está destinada a graduados recientes de la Universidad de Buenos Aires con grado de licenciatura en Historia. Requisitos: Título de grado en Historia, certificado analítico y propuesta de tema de tesis. Inscripción abierta hasta el 7 de marzo de 2013.

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Directores del Boletín Pablo Gerchunoff y Andrea Matallana

Secretaria de Redacción: Cecilia Bari Colaboró: Ignacio López

Comité Académico Ezequiel Gallo Fernando Rocchi Ricardo Salvatore Karina Galperín Andrés Reggiani Klaus Gallo Guillermo Ranea Hernán Camarero Gustavo Paz

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Más información: Posgrado en Historia posgradohistoria@utdt.edu 5169-7153 boletinhistoria@utdt.edu

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