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EVANGELIO DEL DÍA

Lectura del santo evangelio

según san Mateo

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

EUCARISTÍA en la nueva normalidad

Palabra del Señor

9:00 am, 1:00 pm, 7:00 pm

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¿QUIÉN TIENE LA PREFERENCIA?

No es tan fácil, tener que decidir. Y sin embargo, la vida se construye a base de decisiones.

Aunque hoy, vivimos una época, en que cuesta mucho, hacer una opción.

Pero no hay otra opción, que la de optar; tampoco hay opción, que no tenga que doler.

Y en un momento determinado, nos encontramos ante una disyuntiva: “o lo uno, o lo otro”, que no es lo mismo que: “lo uno y lo otro”. Por tanto, es indispensable tener que hacer una opción.

Optar, es dejar lo bueno, por lo óptimo. Pero, hay que diferenciar, entre lo bueno y lo mejor; para así, hacer una buena opción.

Hoy, no dice el Señor: “ El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mi; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí“.(Mt.10).

Que importante es, que al tomar una decisión, tengamos claro, por quién nos vamos a decidir; hay que detectar, quién tiene la preferencia.

Decidirse por Dios, es optar por el todo. Ya que el Señor, es la razón de todo cuanto existe; y sin Él, no existiría nada.

Por tanto, entre Dios y nuestros padres, no hay opción, la preferencia la tiene el Creador; eso, sin dejar de amar, y de honrar a los papás.

Pero, no olvidemos, que en esta vida, la felicidad, no se nos ha dado hecha; hay que luchar por ser felices. Y eso, no se obtiene sin sentir dolor.

Por eso, no podemos evitar las molestia, que trae consigo la lucha por conquistar, y conservar la dicha.

Ya lo ha dicho el Señor: “… y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mi”. (Mt.10).

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez

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