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Marisol de la Cadena
tanto "peligrosos" para los campesinos pobres, que eran la clase social "natural", poseedora de la cultura andina autóctona. Aniquilar a los traidores era coadyuvar a la evolución natural de las fuerzas productivas y así defender a la cultura/raza andina. La autoridad que se autoasignaban los jerarcas derivaba –perversamente– de la combinación de sentimientos de superioridad racial e intelectual, la primera silenciada en un rigídisimo léxico "clasista". A pesar de que "el Partido" hizo pasar a la clandestinidad a las categorías raciales, el racismo totalitario fue un componente importante de la actividad de Sendero Luminoso. (Para un estudio de experiencia social que ilumina los sentimientos raciales, ver el ensayo de Mallon en este libro.) Una contradicción interesante del proyecto de Sendero es que la misma elite que bramaba por la colectivización de la propiedad, utilizó su identidad de intelectuales para justificar no sólo la propiedad, sino el monopolio de "la verdad". Pero una parte de este monopolio tenía que ver con las jerarquías y los sentimientos raciales que siempre afectaban a los intelectuales insurgentes de provincia. A comienzos del siglo, los intelectuales provincianos eran una especie de travestis raciales. No eran socialmente blancos, pero (aunque torpemente) actuaban y vestían como si lo fueran. A mediados de siglo, los travestis se habían convertido en elite intelectual y ya no importaba (tanto) que no fueran blancos. Ya para los 1970/1980, poseer la verdad "clasista" llevo a la elite intelectual de Sendero Luminoso a percibirse totalmente "puros", y por lo tanto encima de las jerarquías sociales (incluidas las de clase) que gobernaban la sociedad que querían cambiar.34 Pero los líderes del partido, aquellos como Abimael Guzmán y Antonio Díaz Martínez, pertenecían a sectores provincianos relativamente "blancos" según los criterios de sus seguidores de provincia. Así lo indicaban los criterios de cultura/educación que también borraron de los textos escolares contemporáneos los rasgos de "serranito" de Julio C. Tello tan claramente percibidos por sus vecinos a comienzos de siglo. La perversidad de la historia en el caso de los líderes de Sendero Luminoso es que fue precisamente la vigencia de esas jerarquías dentro de su partido lo que les permitió situarse por encima de ellas. Después de todo, "el Partido" era parte de la sociedad peruana.
34
Sobre la "pureza" y "purificación" del Partido ver Poole y Rénique 1992, sobre todo pp. 40-52.