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Carlos Basombrío
lo entre sacrificio de sus militantes y fortalecimiento de su organización y proyecto político es ratificado al hablar del "día de la heroicidad", a saber la matanza de más de doscientos senderistas en las prisiones de Lima en junio de 1986. "El 19 de junio ―dice Guzmán― es una fecha que muestra ante nuestro pueblo y el mundo lo que son capaces de hacer comunistas firmes y revolucionarios consecuentes". En conjunto, analizados desde una perspectiva de respeto a la vida y la dignidad de las personas la actuación de Sendero Luminoso no puede haber dejado un peor saldo. No podemos por ello dejar de mencionar aquí como, sometido a rigores mucho menores a los que impuso a sus adversarios o exigió a sus fieles, Abimael Guzmán se quebró anímicamente y accedió a negociar con el gobierno la paz que había siempre descrita como la peor de las traiciones, en la práctica, a cambio de mínimas condiciones carcelarias. CUANDO LOS GUERREROS COINCIDEN Llegados a este punto queremos hacer notar, y para terminar de completar el panorama tan complejo en el que se debió actuar como, en el caso peruano, se va a producir una perversa coincidencia en la apreciación del tema de los derechos humanos, práctica y conceptualmente, entre Sendero Luminoso y los responsables de concebir y ejecutar la estrategia antisubversiva. Ambos van a atribuir, por ejemplo, con la misma convicción la preocupación por los derechos humanos a una inadmisible intervención de los Estados Unidos con propósitos de dominación. Así recordemos como nada menos que en la IV Cumbre de Jefes de Estado de la región Fujimori sostuvo textualmente su "rechazo a los intervencionismos solapados so pretexto de defender la democracia continental o los derechos humanos" sosteniendo que "cada pueblo debe resolver como pueda sus asuntos internos" inclusive en los "casos de Haití y Cuba".13 Guzmán no podía ser menos y sostendría: "hoy día, el imperialismo, principalmente yanqui, usa los derechos humanos para imponer sus normas internacionales que justifiquen su intervención en cualquier parte del mundo y someter a todos a su hegemonía" (Guzmán 1991).
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en Ayaeucho y sólo en cinco de sus provincias (Huamanga, Huanta, Cangallo, La Mar y Víctor Fajardo) se producen 5,645 muertes; es decir el 46% de todas las que se producirían en Ayacucho en los catorce años de violencia y, quizás más revelador aún, el 20.5% de las que se produjeron en todo el Perú en el mismo período. Es igualmente ilustrativo del nivel de la violencia que se concentró en esa zona, por ejemplo, el señalar que "para que en Lima hubiera habido víctimas en la proporción de las que hubo, por ejemplo en Huanta, estas tendrían que haber sido no de 2,014 como en realidad fueron, sino i213,453! ya nivel nacional no 24,117 sino i816,540!" (Basombrío 1994). El Comercio 15/6/94 y Expreso 14/6/94.