4 / Cosechando tempestades
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ran cortado su pelo... pero no como han hecho, como chancho han matado al alcalde. ―Y la gente, ¿qué hizo? Nada, pues, como estaban armados, qué cosa íbamos a hacer pues, nada. Por eso digo, han cometido muchas cojudezas (Mariano, pequeño comerciante).
La frase "castiga pero no mates" marca el límite de la aceptación campesina, al menos en el ámbito de los llamados juicios populares. Es un límite que llega a desesperar a los cuadros senderistas, como se ve en el siguiente testimonio de una comunidad de Cangallo, que proporciona un joven profesor que por entonces participaba también en un "organismo generado" por SL: Entonces una persona había recolectado dinero a nombre de SL y lo habían capturado. A estas personas le han hecho juzgamiento en la plaza del pueblo. Ahí recién han preguntado al pueblo: "Estos señores han hecho esto, esto, esto", diciendo, "qué dicen ustedes, ¿vamos a matarlos o vamos a castigarlos". Recién la comunidad habló: "Por qué pues van a matarlos, que se someta a un castigo", dijo la comunidad. "Ah, ustedes siempre están con esas ideas arcaicas de defenderse todavía. De acá en lo posterior ya no vamos a preguntar, ya sabíamos que ustedes iban a defender. Nosotros tenemos que bajarles la cabeza, porque a la mala yerba hay que exterminado total, porque si nosotros vamos a estar perdonando a la mala yerba nunca vamos a triunfar, nunca vamos a superamos", así dijeron (Cesáreo, profesor).
Aflora en este testimonio uno de los trágicos desencuentros de esos años, entre el ansia de "superarnos" de los jóvenes cuadros y lo que ellos conciben como "ideas arcaicas" de la comunidad, es decir, entre el proyecto senderista y la "racionalidad andina". Los senderistas, ideologizados hasta el fundamentalismo, dispuestos a matar y morir por su proyecto, no conocen ni respetan los códigos campesinos. La suya es una utopía de cuadros, que no logra hacerse de masas, son vicarios de un dios que habla, a veces literalmente, chino15. Expliquémonos. En un medio donde el gamonalismo, aunque en escombros, proporciona todavía en parte los códigos de dominación y subordinación; en una región con poca densidad de nuevas organizaciones campesinas, escaso desarrollo del mercado y que no tuvo la oportunidad de explorar los espacios democráticos abiertos en otras partes del país a partir de 1980 con las elecciones municipales, los campesinos parecen dispuestos a aceptar a un nuevo patrón e incluso sus castigos. Ni la violencia estructural ni la política les son ajenas. Los 15
En agudo contraste aparecen, por ejempo, los Guardias de la Revolución iraníes, muriendo como mártires en la fromera con Iraq. En un interesante trabajo sobre la revolución iraní de 1979, Khosrokhavar (1993) presenta un perfil de los revolucionarios que tiene semejanzas con el caso peruano: intelectuales provincianos de rango mediano (en ese caso ayatollahs), jóvenes educados, radicalizados y decepcionados(marginalizados por el proceso de modernización emprendido por el Sha. Pero las dinámicas y los resultados, como se sabe, fueron muy diferentes.