LA PRESENCIA AFRODESCENDIENTE EN EL PERÚ. SIGLOS XVI-XX
que las denominaciones menos deshonrosas para los africanos y afrodescendientes fueron las que hacían alusión a la mezcla con españoles, tales como mulato, cuarterón, pardo y quinterón, porque las otras estaban vinculadas a los indios y negros, naciones consideradas inferiores. 3. Modalidades del trabajo esclavo En el Perú colonial, el trato de los amos hacia sus trabajadores esclavizados presentó diferentes matices los cuales dependieron de diferentes aspectos, tales como la ubicación geográfica (centro/ periferia, corte/capitales, interiores/villas), las condiciones materiales (tipo de actividad económica/sistema de trabajo) y las relaciones sociales vinculadas a la supervivencia (tiempo de trabajo, alimentación, ropa, calzado, asistencia médica, sociabilidad, religiosidad), aspectos centrales en los reclamos de las personas esclavizadas. A partir de estas tensiones se propone distinguir dos modalidades esclavistas: la esclavitud ‘arcaica’ y la ‘relativa’. La primera puede ser denominada esclavitud ‘arcaica‘ porque el término evidencia un régimen especial empleado para usar y controlar a los esclavos limeños en haciendas (en donde estuvo presente en alguna de ellas), chacras, talleres, panaderías (especialmente en estas), casas y casonas. Por supuesto también se hizo evidente en algunos casos de esclavitud doméstica y a jornal, pero fue más frecuente en los primeros casos mencionados. Sus características más resaltantes fueron el ritmo sistemático del trabajo, el castigo y la vigilancia permanente, la limitación para establecer redes familiares y amicales que, en conjunto, pretendían la cosificación y deshumanización de los trabajadores esclavizados7. En la gran mayoría de haciendas y chacras las jornadas se iniciaban con el alba y finalizaban al atardecer; hombres y mujeres laboraban por igual, los jóvenes en los trabajos más rudos y los viejos en los más livianos. De acuerdo con las características físicas y las habilidades, los trabajadores eran destinados a diversas tareas, algunas muy pesadas como la siembra, el riego, la zafra y el transporte de la cosecha. Otras tareas eran vistas como más livianas, por ejemplo deshierbar, remover las piedras para limpiar el campo, abonar, espantar a los pájaros, cuidar el ganado, entre 7. Sobre las condiciones de vida en las haciendas y chacras, ver Kapsoli (1976), Bowser (1977), Macera (1977), Cuhsner (1980) y Vegas (1996). Para un buen análisis de la distribución arquitectónica de las haciendas, ver Negro (2005) y Morales (2008). 24