que es dirigido por el ex militar Teodomiro Gutiérrez, quien adoptó el seudónimo quechua de Rumi Maqui. Este ex mayor fue derrotado y apresado; pero, a pesar de todo, el movimiento de alguna forma se mantuvo latente hasta el año 1920 en que nuevamente estalla. Estas tormentas tuvieron algunas características muy acentuadas. El historiador Wilfredo Kapsoli, en su libro Ayllus del Sol, las evidencia en los siguientes términos: “Por los años 1921, 1922 y 1923, varios líderes indios se proclamaron Incas y Presidentes del Tahuantinsuyo. Sus mensajeros anunciaron el Fin del Mundo; que el tiempo de los mitos se había acabado y era la hora de los Incas. Los soberanos andinos retornaban a dirigir a los runas con la protección de sus apus, auquis y paqos. Establecieron la sede de su gobierno, nombraron nuevas autoridades y proclamaron la destrucción de las haciendas para su conversión en comunidades. En general, declararon guerra a muerte al latifundismo y al Orden imperante para reemplazarlos por un nuevo imperio orgánicamente constituido. Una imagen idílica del pasado mantenida en la tradición oral y en la conciencia colectiva se puso en movimiento y líderes indios se proclamaron Incas y Presidentes del Tahuantinsuyo. Sus mensajeros entraron en acción.” (Kapsoli 1984: 13) Fue Mariátegui quien interpretó correctamente estos movimientos y su ideología teñida de mesianismo y pasadismo antihistórico, y a la vez planteó científicamente la salida, diciendo: “La doctrina socialista es la única que puede dar un sentido moderno, constructivo a la causa indígena, que, situada en su verdadero terreno social y económico, y elevada al plano de una política creadora y realista, cuenta para la realización de esta empresa con la voluntad y la disciplina de una clase que hace hoy su aparición en nuestro proceso histórico: el proletariado.” (Mariátegui, 1979: 188) APARICIÓN DE LA CLASE OBRERA Como lógica consecuencia del desarrollo del capitalismo en nuestra sociedad, aparece el obrero moderno. Éste tiene en los artesanos arruinados y, sobre todo, en el campesinado pobre y sin tierra, sus directos antecesores. En principio, cuando los capitalistas ya no estaban en condiciones de importar mano de obra como antes, hicieron uso de un sistema que indirectamente obligaba al campesinado a trabajar en minas y haciendas, principalmente. Este sistema es conocido con el nombre de enganche. Las inversiones imperialistas eran cada vez más notorias. Aparecen los centros modernos de trabajo, con maquinaria y técnica avanzada, para lo cual se 214