6 minute read

Trujillo y el mundo aristocrático Algunos planteamientos teóricos en torno a la sociedad

como “La Castilla del Perú”. Belaúnde comienza diferenciando: “Desde el punto de vista de la geografía humana, Arequipa no es una ciudad señorial, como Lima y Trujillo, rodeada de grandes fundos, trabajados ayer por esclavos y hoy por asalariados.” (Belaúnde, 1967: 13)

Luego en otro nivel: “La familia era una entidad étnica y económica, con su tradición y su fisonomía. La ciudad era, efectivamente, una confederación de familias. Arequipa era una democracia de hidalgos. La frase antigua tenía su realización: todos hidalgos como el rey, dinero menos. Y este conjunto de viejas familias, unidas desde la fundación de la ciudad, no formó una aristarquía cerrada, sino que supo acoger a los recién venidos por el éxodo de las provincias, y, después de la Independencia, por la escasa pero selecta inmigración extranjera. Sólo se exigió la comunidad de fe y la cultura caballeresca.” (Belaúnde, 1967: 163 y 164)

Advertisement

Los apellidos más conocidos y representativos de la aristocracia arequipeña son: Belaúnde, Diez Canseco, De la Torre, Vargas, Zúñiga, Llosa, Polar, entre otros. Para su formación aparte del hogar y el templo, estaban los colegios de élite y, por supuesto, la Universidad de San Agustín. TRUJILLO Y EL MUNDO ARISTOCRÁTICO

Ciudad fundada por los íberos, con fuerte presencia de castellanos y andaluces, adquirió, al transcurrir el tiempo, el carácter de una ciudad eminentemente señorial. Felipe Cossio del Pomar dice: “Trujillo desde su fundación se distingue por su orgullo y exaltada pasión caballeresca, tanto que aún hoy en el Perú se dice que en Trujillo está enterrada una canilla del más renombrado de los caballeros españoles: Don Quijote de la Mancha.” (Cossio del Pomar, 1960: 19)

En la etapa de la llamada Independencia, las familias aristocráticas se dividieron unas, a favor, y, las otras, en contra de esta empresa; los antiseparatistas acuñaron estos versos: “Viva el Rey y su corona, muera la Patria ladrona.”

Las principales familias están representadas por los Cárdenas, Bracamonte, Martínez, Pinillos, Udapilleta, Haya de la Torre, Urraca, Sáenz de Zárate, Vásquez, de la Puente, Ganosa, Orbegozo, Moncada, Madalengoitia, Gamero, etc.

Cossío del Pomar continúa diciendo: “Con el advenimiento de la República volvieron a unirse las familias de abolengo trujillano y continuaron las alianzas familiares. En los atrios y en las naves de los templos, nombres y títulos

nobiliarios grabados en mármol atestiguan que era una y de todos la nobleza de la familia trujillana.” (Cossio del Pomar, 1960: 20)

El símbolo de rótulos y etiquetas fue sin lugar a dudas el Mariscal José Luis de Orbegoso, quien llegó a ser Presidente de la República, y tuvo tres títulos: “Conde de Olmos, Duque del Premio Real, Marqués de Vista Hermosa.” (Cossio del Pomar, 1960: 21).

La vida de Macedonio de la Torre nos podría dar una imagen sobre cómo era la crianza y la formación que se daba a la aristocracia trujillana. El autor antes citado describe así: “El niño rey, de mal talento, permanece en actitud agresiva, mientras la tía orgullosa, hace la exégesis de sus talentos y cualidades. Macedonio recibe la educación correspondiente a su fortuna y rango social. Tiene profesor de música, de pintura, francés y declamación. Cuando monta a caballo sus manos delicadas usan guantes para no lastimarse con las riendas. Lo crían como si el infante viviera en un mundo aparte, fuera de la bronca naturaleza americana; como si la casona, las haciendas y las tías ricas le fueran a durar toda la vida.” (Cossio del Pomar, 1960: 21)

Incluso el propio Víctor Raúl Haya de la Torre, según Cossío, podía decir: “He nacido con bacín de plata.”

Huanchaco es la playa favorita: “Ahí tienen ‘ranchos’ todos los señores de noble e hidalga estirpe trujillana. La calle principal se llama ‘De París’ desde principios del siglo XIX, cuando con la independencia predominó el francesismo. En Huanchaco aún se hacen los noviazgos en saraos y paseos (…) Para los muchachos siempre es lejana la hora de partir a la casa veraniega en coche y a caballo. No hay otro medio de viajar. Las señoras de amplias sayas, bordados corpiños, sombreritos sujetos con cintas de raso y terciopelo; los hombres luciendo sus habilidades de jinetes tintineando las espuelas de plata sobre briosos caballos ‘de paso’ de gruesos cuellos y delgados remos.” (Cossio del Pomar, 1960: 24)

Así era Trujillo con sus colegios “San Marcelo” y “San Carlos”, donde sólo estudiaban los “niños bien”; y con su Universidad, que era calco y copia de la Universidad de San Marcos.

Por lo tanto, la República Aristocrática, con todo lo que fue y pretendió ser, duró casi 28 años. Fue, como hemos demostrado, el predominio en el control de la sociedad, del Estado y del Gobierno de los grandes terratenientes y comerciantes en alianza con el gamonalismo provinciano y, en menor medida, con el sector de terratenientes evolucionados que al correr de los años devendrá gran burguesía, la misma que se alimenta y vivifica con el capitalismo burocrático. Este sector dominante estaba coludido a nivel internacional con el

imperialismo inglés.

La gran burguesía tuvo un lento desarrollo, un hito en este camino será la división al interior del civilismo, entre el civilismo terrateniente y el civilismo gran burgués. Pero esta fisura se hará más evidente aún con el Gobierno de 1912 a 1914 presidido por el ex pierolista Guillermo Billinghurst.

En un trabajo publicado en el año 1982 al respecto, sosteníamos lo siguiente: “... Billinghurst fue un adelanto de lo que posteriormente sería Leguía; fue un ensayo que no tuvo el éxito suficiente por las condiciones nacionales e internacionales en la que nació.” (Roldán, 1982: 62)

Augusto B. Leguía, antiguo civilista, regresa a la escena política nacional como el candidato presidencial de este sector evolucionado, a fin de participar en el proceso electoral de 1919. Este sector que ha devenido gran burgués estaba ligado internacionalmente al imperialismo estadounidense. Vemos pues, que el segundo Gobierno de Leguía significó el desplazamiento del control del Estado y del Gobierno, de la aristocracia terrateniente y la entronización de la gran burguesía; y como lógica consecuencia, a nivel internacional significó el desplazamiento del imperialismo inglés y la hegemonización del imperialismo yanqui.

Así, Leguía impulsa y profundiza el capitalismo burocrático, que de una manera u otra genera un cierto desarrollo del industrialismo. Todo ello lleva a que se reestructure el Estado por primera vez en este siglo, tratando de adecuarlo a las nuevas condiciones económicas, políticas, sociales y culturales. Para tal fin necesita un marco legal que se concretiza en la Constitución de 1920, donde el maestro positivista Javier Prado tuvo destacada actuación.

Desde este momento, la gran burguesía gobernará teniendo a la aristocracia terrateniente como socio de segundo orden. Al interior de esta gran burguesía se da una fisura entre los que posteriormente van a ser denominados como la burguesía burocrática y la burguesía compradora. La pugna entre estos dos sectores va a llenar todo nuestro futuro proceso social, incluso hasta nuestros días.

Los puntos en discrepancia se concretizan en lo siguiente: A nivel económico, los representantes de la burguesía compradora sostienen que el proceso económico debe tener en la empresa privada su principal soporte; la burguesía burocrática, por el contrario, defiende la tesis de que debe ser el Estado el primer empresario. A nivel político y social, la burguesía compradora sostiene la necesidad de moldear un Estado demoliberal gran burgués, el mismo que debe sustentarse en el voto universal y secreto, más los tres Poderes del Estado; mientras que la burguesía burocrática defiende la tesis de estructurar un

This article is from: