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1. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA

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Figura 30

Figura 30

ganan ponencias, pero no son reconocidos en su alma máter debido a que resaltan las innovaciones técnicas tradicionales sin tener en cuenta las intervenciones sociales.

De acuerdo con lo anterior, el presente trabajo plantea las siguientes preguntas como: ¿El comportamiento altruista y el liderazgo es importante para apoyar proyectos en etapas tempranas donde no hay presupuesto? ¿Podrá la innovación social solucionar un problema de manera lateral y espontanea? Desde esta perspectiva es vital identificar el liderazgo en el grupo, capacitando las personas para que tengan las competencias no solo de iniciar el proyecto sino de terminarlo, generando empoderamiento que les permita desarrollar capacidades de autogestión evitando que abandonen el proyecto, fortaleciendo, además, el liderazgo colectivo, ganando experiencias que redunden en producción de capital cuyo propósito sea motivar al equipo para el buen término del proyecto solucionando el problema, y el desarrollo de las características del innovador social para que se vea el potencial para la consecución de posibles apoyos financieros con las entidades privadas por medio de la responsabilidad empresarial y las distintas convocatorias o encontrando la sostenibilidad del proyecto.

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En Colombia al 31 de diciembre de 2017 existían en Colombia 193.070 entidades sin ánimo de lucro registradas ante la DIAN, de las cuales, 100.000 no continuaron debido a su inactividad (Portafolio, "Dian ‘peluqueó’ unas 140.000 entidades sin ánimo de lucro", 2018). Tal inactividad es producto de la falta de efectivo para actualizar su régimen especial cada año, lo que las convierte automáticamente en régimen ordinario o empresas tradicionales con limitaciones para recibir donaciones, lo que finamente, les impide obtener recursos para continuar sus proyectos o mantener sus gastos administrativos y operacionales fijas que se usan para revisores fiscales, contadores y gerente, sin mencionar los gastos por arrendamiento y servicios públicos (Portafolio, "Dian ‘peluqueó’ unas 140.000 entidades sin ánimo de lucro", 2018) la formalización dificulta el funcionamiento de las que no son tan exitosas.

Otro tipo de agrupaciones más solventes como fundaciones empresariales que ejercen la filantropía institucional tienen algunos períodos con el mismo problema de ingresos sobre todo cuando se terminan los proyectos quedan en etapas donde deben esperar nuevos recursos para seguir operando. Sin importar como sean llamadas, ONG (organización no gubernamental), ESAL (entidad sin ánimo de lucro), no son más que organizaciones y agrupaciones civiles sin ánimo de lucro donde sus ingresos deben provenir de la empresa privada en un 50 %, en sus etapas tempranas o después de la ejecución de sus proyectos se ven sin posibilidades de generar más ingresos porque no pueden conseguir apoyos directos del Estado o la empresa privada, sin mencionar a las recientes fundaciones comunitarias que casi nunca tienen recursos y deben competir con los mercados tradicionales de manera directa para pagar sus gastos fijos con actividades informales. Por lo demás, estas entidades no cuentan con personal calificado para realizar proyectos y se les dificulta obtener los recursos necesarios debido a la formalización de un sector vigilado. De acuerdo con Gómez (2018), el porcentaje de fundaciones en Colombia se divide en varios tipos: así, el 69 % es empresarial, mientras que el 16 % son fundaciones familiares y el 15 % son independientes. Entretanto, las fundaciones comunitarias son casi nulas. Caso contrario sucede en Estados Unidos, donde el 92 % son independientes, el 4 % son operativas, 3 % son empresariales y el 1

% comunitarias, lo que indica que las empresas no tienen tanta participación en fundaciones como en este país.

Gráfica 1. Porcentaje de fundaciones de acuerdo con el número de empleados Fuente: (Gómez, 2018, p. 22)

El documento anteriormente citado, indicó además que 46 % de estas fundaciones no tiene voluntarios, el 39 % tiene entre 1 y 10 voluntarios, el 10 % entre 11 y 50, y el porcentaje restante cuenta con más de 50 voluntarios (Gómez, 2018).

Las fundaciones independientes, familiares y comunitarias no pueden competir con el mercado tradicional para mantener su punto de equilibrio, pero “sin ánimo de lucro no significa con ánimo de pérdida”. La falta de recursos existe porque las personas que los manejan son líderes, pero no son emprendedores; son emprendedores, pero no innovadores, tienen iniciativa, pero no terminan el proyecto, o se le entregan los recursos a personas que no tienen el perfil para ser innovadores sociales exitosos. Además, otras organizaciones se quedan en el limbo a causa de no lograr estabilizar adecuadamente sus ingresos, por lo que algunos de sus integrantes abandonan su misión debido a la ausencia de recursos básicos para mantener la entidad y desarrollar sus planes de trabajo.

Estos líderes sociales altruistas desertan por falta de éxito en sus propuestas o porque deben solucionar problemas personales de ingresos en su vida diaria y no pueden

continuar con su trabajo social. Asimismo, algunos de estos líderes buscan apoyo por parte del Estado, pero esto deriva en la asignación de un líder nuevo con la excusa de ser un proyecto radicado con el mismo gobierno. A estas dificultades se puede sumar la falta de ideas para generar ingresos propios que den estabilidad a los miembros del equipo, mientras que otros, aparentemente altruistas, se toman el proyecto adueñándose de él, algunas fundaciones pertenecen a una sola persona en sus estatutos y están amarradas a una sola familia, por lo que este comportamiento no permite la participación de personas con iniciativas altruistas, considerando la naturaleza a veces egoísta del ser humano que en muchas ocasiones busca el beneficio propio y el de los suyos para sobrevivir en el sistema (Dawkins, 1993).

Para alcanzar su objetivo, este tipo de persona realiza, a veces inconscientemente, estrategias para obtener una ganancia de cualquier situación (autointerés = egoísmo). Aparentemente no le interesan los proyectos donde no obtiene benéfico de manera inmediata o donde no puede sacar provecho personal en el corto plazo; las personas están subempleadas o son independientes pertenecientes a la economía informal, desean crear un negocio propio que le genere la tan anhelada “libertad financiera”, tan mencionada y buscada en la actualidad. De forma similar, el institucionalismo crea normas que regulan las actividades comerciales, existen personas que quedan por fuera de esta normatividad por falta de recursos, y rápidamente surgen líderes que continúan trabajando de manera “ilegal” o informal en sus actividades económicas aprendidas en los grupos donde se asociaba.

Cuando quieren legalizar su actividad de manera formal estos trámites y costos terminan con las esperanzas de los emprendedores sociales por los permisos y normas sectoriales que deben cumplir para realizar su actividad económica. Por otra parte, existe el egoísmo ético de algunas empresas que son conscientes de su impacto en el medio ambiente, pero de igual manera continúan con su actividad sin ningún remordimiento, tienen empaques contaminantes, producen desechos tóxicos y vertimientos, y tratan de hacer algo de responsabilidad social empresarial; en esta lucha del éxito cada uno va por su parte, otros que tienen resuelta su vida financiera se convierten en filántropos a través de donaciones con las que apoyan causas sociales. ¿Será que solo quienes tienen recursos disponibles para donar a causas sociales y los políticos son los llamados a servir?, son

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